23 | the remaining starks

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chapter xxiii of the death season :
" WE HAVE TO TAKE A STAND "

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" All we can do is our best, and sometimes the best we can do is to start over. "

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24 de enero, 2023

residencia stark

CINCO AÑOS DESPUÉS y Lisa Stark ya no se despierta sola.

El mundo que los Stark restantes conocían ha sido destrozado.

El futuro no ha sido como ella planeó, definitivamente no como cualquier cosa que alguna vez haya deseado. Todos esos sueños que tuvo cuando era joven, como una niña que todavía creía en los cuentos de hadas y los finales felices, se hicieron añicos el día que la trajeron de vuelta. La historia tiene una forma de repetirse, y la guerra siempre ha tenido una forma de hacer viudas a las jóvenes y dejar niños sin padre.

Lisa Stark nunca pensó que le pasaría.

Nunca pensó que los Vengadores fracasarían.

La viuda duerme inquieta, no hay nadie para consolarla ahora. Las sábanas están enredadas entre sus piernas y su cara cicatrizada está retorcida de dolor. Un fino brillo de sudor se acumula en su cabello y su pecho defectuoso se agita por oxígeno. Después... después de eso, sus pesadillas se convirtieron en las peores que haya tenido. Al principio, se despertaba vomitando, los recuerdos eran demasiado mientras dormía. Ahora, todo lo que puede hacer es tratar de enterrar sus gritos, solo para evitar todos los demás.

Y temprano en la mañana, en un día como cualquier otro, la de ahora veintisiete años se despierta sobresaltada, con el corazón acelerado y los hombros temblorosos. Lisa se tapa la boca con la mano, respira tan silenciosamente como puede, tratando de no despertar al chico que está a su lado.

Lisa olvidó cómo era. Lastimar. Llorar. Tener miedo de sí misma.

Incluso cuando se despierta, no se siente mucho mejor.

Pero al menos no está sola. Lisa puede sentirlo en la habitación, otra presencia.

Su corazón continúa acelerado. Su respiración igual. Sus repulsores parpadean.

Lentamente, se asoma hacia un lado y casi salta cuando ve una carita con grandes ojos marrones y suaves mejillas regordetas encaramadas en el borde de su cama, mirándola con una sonrisa divertida.

Todavía en pánico, Lisa casi grita:

¿Pero qué...?

—¡Shh! —sisea la niña llamada Morgan Stark, colocando una mano sobre la boca de la mujer antes de que se meta en su cama, sin molestarse en pedir permiso, sabiendo que su hermana mayor nunca la rechazará.

La intrusa de solo cuatro años se hunde en el suave colchón y Lisa no puede evitar sonreír mientras la más joven tira las sábanas sobre sus cabezas, haciendo un mini fuerte. Esto no es un hecho inusual, Lisa se ha despertado muchas veces para encontrar que cierta niña con rasgos muy parecidos a los suyos se acurrucó cerca de ella. Sin embargo, esta puede ser la primera vez que logra asustarla.

Su hermanita se inclina y, con sus narices casi tocando, Lisa susurra adormilada:

—¿Cuál es la situación, compi?

—Esconderse de papá —susurra Morgan—. Le toca hacer el desayuno y es un asco.

Cuando la niña hace una mueca, Lisa la imita y Morgan se ríe mientras las dos hermanas sacan la lengua.

—Pues has llegado al sitio adecuado —bostezando un poco, Lisa abraza a la niña y la acerca un poco más—. Sabes que siempre te cubro la espalda.

Morgan le da una sonrisa torcida y cariñosa, susurrando en la camisa de su hermana, una que pertenece a un cuñado que nunca conoció.

—Cuando sea mayor, quiero ser como tú.

Y la mujer que ha visto tanto, que ha hecho tanto, se oscurece. Aparta la vista de su hermana, pasando una mano tatuada y temblorosa por su suave cabello. Vuelven las pesadillas, unas que son más recuerdos que cualquier cosa que su imaginación pueda conjurar.

Los rostros se ven borrosos en sus sueños, aún vivos pero nunca sonriendo. T'Challa. Peter. Shuri. Tía May. Wanda. Sam. Visión. Incluso Ned. Demasiados nombres, demasiadas personas. Duele como una herida vieja, una que no cicatriza, no importa cuánto tiempo pase, no importa cuánto en el mundo quiera que lo haga.

El aliento de Lisa se agita con cuidado y apenas puede forzar una sonrisa.

—Cuando seas mayor, quiero que seas como tú... ¿de acuerdo?

Los rasgos suaves de la niña se arrugan en confusión y parece estar a punto de discutir cuando, de repente, la puerta se abre y se golpea con fuerza contra la pared opuesta. Las hermanas saltan y jadean simultáneamente, ambas en estado de shock.

Están escondiéndose en la sábana cuando la voz de otra niña grita:

—¡Morgan, vamos! ¡Sé dónde podemos escondernos del viejo!

Maria Stark-Udaku está parada en la puerta, vistiendo su pijama de rayas azules favorito y un par de pantuflas de conejito, una mano en su cadera y su cabello castaño rizado sobresaliendo en todas direcciones. Sus ojos están muy abiertos por la emoción y sus gruesos labios de melocotón están fruncidos con determinación. Esa niña siempre parece estar en una misión.

Lisa se apoya sobre un codo y levanta una ceja.

—Buenos días para ti también, Noodle.

—Sí, hola, lo siento, mamá... —Maria salta impaciente, todavía gritando en un tono que realmente se siente demasiado fuerte para lanzarlo tan temprano—. ¡Vamos, Morgan!

—¡Voy! —la niñita emite un sonido antes de caer al azar sobre el costado de Lisa, tocando a la otra persona que duerme en la cama—. Kiwi, ¿quieres jugar?

El niño, apenas unos meses mayor que ella, se frota adormilado sus grandes ojos azules y bosteza ruidosamente, sacudiendo la cabeza. Kwezi Stark-Udaku estira su cuerpecito flaco lo mejor que puede antes de acurrucarse en el costado de Lisa; siempre necesita estar cerca de ella, solo se siente seguro cuando está en los brazos de su madre. Lisa pasa suavemente una mano por la espalda de Kiwi, sintiendo cada bultito de su columna demasiado pronunciada en el camino hacia abajo.

¡Vale! —le responde Morgan, estirándose para plantar un beso en su nariz (porque sabe que él lo odia y cree que es divertido) antes de saltar de la cama y correr tras Maria.

Mientras sus pequeños pies recorren el pasillo y se pierden de vista, Pepper grita desde algún lugar de la casa, sabiendo de inmediato que son ellas.

—¡Niñas, más despacio! ¡Vais a romper algo!

Un ataque de risa y un fuerte estrépito es lo que recibe en respuesta.

Lisa solo se ríe, levantando los ojos hacia el techo con una sonrisa triste y cansada. Es solo otro día en la casa Stark-Udaku. Pero luego su sonrisa se desvanece y sus cejas se fruncen ligeramente, confundidas por la extraña sensación que está brotando en su pecho. El sentimiento es diferente, algo está pasando, algo está... cambiando.

De repente, esos grandes ojos azules familiares se inclinan y la miran inocentemente, con una expresión muy parecida a la de su padre cuando sus cejas se levantan y sonríe.

Duele mirarlo. Siempre duele mirarlo.

Seis meses después de su vuelta, un bebé con ojos azules cristalinos y cabello oscuro y rizado entró muy dulcemente en sus vidas. Lisa lo nombró Kwezi, por su padre, porque eso era lo que T'Challa quería cuando lo discutieron. Era muy pequeño al ser abrazado por primera vez, tan frágil, tan gentil, con la compostura de su madre y la sonrisa de su padre.

Tenía solo unos días cuando vieron los efectos que el control de Thanos hizo sobre él. Desde el principio, Kwezi lucía muy enfermizo y delgado; se magullaba fácilmente. Las cirugías y las citas médicas se convirtieron en algo habitual, operaciones que su abuelo intentó pagar sin descanso. Y Kwezi luchó para aprender cómo darse la vuelta, cómo gatear, cómo caminar. Siempre fue diez veces más difícil para él. Y no se estaba haciendo más fácil.

Pero no todo es malo. Hay cosas buenas, cosas que han ganado a pesar de todas las pérdidas.

Entonces, Lisa se traga el dolor para sonreír.

—Buenos días, ¿qué tal está mi hombrecito?

Sus manitas hacen señas rápidamente y Lisa se ríe antes de que el niño se deje caer sobre su pecho, haciéndola toser por aire mientras la abraza. En este último momento de silencio, en su último momento de silencio, su mano encuentra el anillo de T'Challa en una cadena alrededor de su cuello y sus ojos se posan en la imagen de Peter en su mesita de noche; la sensación en su pecho se hace cada vez más pesada.

Parpadeando hacia el niñito que la mira, Lisa fuerza una sonrisa y lo levanta.

—Muy bien, es hora de levantarse. Una vez más.

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APENAS TRES HORAS DESPUÉS, la casa del lago en el bosque está viva y protestando de todas las maneras posibles.

Los juguetes ensucian el piso, la ropa apenas gastada está dispersa en las escaleras, los platos sucios en el fregadero. Todo tipo de ruidos se filtran a través de la casa Stark-Udaku, desde risas hasta lágrimas, chillidos, alarmas, llamadas de negocios, puños golpeando un saco de boxeo y una mezcla de sonidos que solo esta familia podría evocar.

Un Tony Stark más viejo, tal vez incluso más sabio, trota por la escalera de madera con facilidad, y todo está casi perfecto en su mundo. Se le han acumulado más arrugas alrededor de los ojos y se le han agregado algunas canas extra a su espeso cabello, pero solo se lo atribuye a tener a Lisa como hija y tres niños pequeños corriendo por la casa.

El hombre finalmente tiene algo que nunca pensó que obtendría. Una esposa, dos hijas y un par de nietos por los que no tiene que vivir con miedo cada día. Era una vida que nunca pensó que merecía, pero a la que está acostumbrado, una que ama. Ya no mira hacia atrás. Ha tratado de volverse completo de nuevo.

Cuando el mundo tal como lo conocían terminó, la mejor acción parecía ser esconderse. Tony apenas estaba vivo y Lisa nunca iba a ser la misma. Los Vengadores se disolvieron. Lo que quedaba del gobierno encontró que era más fácil culpar a los Héroes más poderosos de la Tierra que a un titán muerto. La población restante se congregó, la pérdida causó ira y la ira causó violencia. Entonces, ya no era seguro quedarse ahí fuera. Y los Stark restantes hicieron lo que pensaron que era mejor para su familia, y desaparecieron del centro de atención.

Y ahora, en el presente, Tony cruza el gran patio cubierto de hierba con un ligero salto a su paso.

—Buenos días, señoritas.

Señor Stark —las dos guerreras de las Dora Milaje hablan en tándem, con los ojos fijos mientras vigilan la casa.

Después de todo, las Dora nunca dejarían sin protección a los restantes de la familia real, incluso en un lugar tan secreto y seguro como este. Fue el trato que la reina hizo con la general cuando decidió dividir su tiempo entre la casa y Wakanda. Si Tony dudaba de que su hogar estuviera a salvo antes, no tiene dudas ahora.

¡Papeo! —el hombre aplaude rápidamente a las niñas, acercándose a su lugar de juego habitual, llamándolas por su apodo colectivo—. ¿Dónde están mis M&M's?

Cuando queda sin respuesta, Tony se sienta en la pequeña mesa de té que su nieta insistió en que construyera.

—Maria V. y Morgan H. Stark, ¿queréis comer?

La solapa de la pequeña carpa se mueve y una niña sale vestida con un casco de hierro azul y dorado.

—¡Define comer o serás desintegrado!

—¡Vale! —Tony retrocede y levanta una mano—. Ya veo que has encontrado el casco de mamá.

—¡Sí, y mira lo que yo tengo!

Maria salta ansiosamente detrás de ella, levantando su pequeña mano para revelar un propulsor muy real y brillante dirigido en su dirección.

Los ojos oscuros de Tony casi salen de su cabeza al ver al desastroso par.

—No deberíais llevar eso. Forman parte de un regalo especial de aniversario que estoy preparando para mamá —termina con un suspiro suave, dejando de intentar regañarlas mientras besa sus mejillas y arregla sus desordenados cabellos, retirando cuidadosamente la armadura—. Eso es. ¿Qué os apetece comer? ¿Puedo datos un bocadillo de lechuga con grillos?

—No... —Morgan baja la barbilla en un pequeño puchero.

—¡Ew! —Maria se ríe, saltando arriba y abajo.

¿Ew? ¿Cómo puedes decir 'ew'? —imita Tony juguetonamente, tocando la pequeña barriga de Maria y haciéndola retorcerse—. ¡Sé que es lo que queréis!

Las dos continúan quejándose y discutiendo antes de que Tony se ría y se rinda, sosteniendo en su lugar el casco azul y dorado de Pepper.

—¿Dónde habéis encontrado esto?

Morgan mira a María con ojos grandes y labios fruncidos. Tony apenas se resiste a rodar sus propios, sabiendo exactamente quién fue la autora principal, quién siempre lo es. Maria se muerde torpemente el labio y se balancea sobre los talones, tratando de encontrar algo que no las meta en problemas. Con un jadeo repentino, coloca una mano alrededor de la oreja de Morgan y susurra una respuesta.

Con un jadeo propio, Morgan asiente antes de volverse hacia su padre.

—En el garaje no.

—¿Ah, sí? ¿En el garaje no? Interesante... —Tony tararea, entrecerrando los ojos con recelo—. ¿Lo estábais buscando?

Morgan vuelve a mirar a Maria, quien trata de parecer lo más inocente posible.

Nooo.

—¡Pero lo encontramos! —Morgan se abre paso rápidamente.

—Mmm. Os gusta ir al garaje, ¿eh? A mí también —Tony gruñe juguetonamente cuando Maria le rodea la pierna con los brazos y levanta a Morgan hasta el pecho—. Pero no importa. Peps nunca se pone nada de lo que le compro.

Ninguna de las niñas responde, permitiéndole arrastrarlas hacia la casa.

Cuando Lisa sale al porche, su mano está en una cadera y Kwezi está en la otra. Y no puede evitar sonreír suavemente al ver a su hermanita y su hija colgando de su padre como ella solía hacerlo. Es algo que nunca pensó que vería. Sin la guerra, sin la Decimación, es posible que Lisa nunca haya regresado a casa, sus hijos nunca hubieran conocido a sus abuelos, quizás nunca a su hermana, y tal vez nunca haya habido paz entre ellos.

Pero Lisa todavía habla con el ceño burlón.

—Maria Virginia, ¿qué estás haciendo? El abuelo está viejo.

—¿Qué? —Tony se congela bruscamente en su lugar, haciendo una mueca—. ¡No lo estoy!

—¡Sí lo estás! —Morgan se ríe, inmediatamente poniéndose del lado de su hermana, como siempre.

Lisa se ríe y le guiña un ojo mientras Tony parece muy atacado y ofendido.

—Noodle —la mujer suspira—, vas a matarlo sujetándolo así.

—No, no, no pasa nada, pequeñaja, no es nada —Tony gruñe dramáticamente, moviendo a Morgan en un brazo, arrastrando una pierna detrás de él mientras Maria se queda atrapada en él—. Creo que estoy desarrollando un dolor de espalda severo que amenaza mi vida, nada más.

—¡No tiene nada que ver! —Maria se opone.

Tony le hace una mueca a la niña que hace un gesto inteligente antes de ponerse de pie y saltar sobre su brazo extendido. Él sonríe y la abraza, besándola suavemente en la mejilla. Conocerla, conocer a Kwezi, cambió todo. Lo ha hecho más feliz de lo que jamás imaginó.

—Vale, vale —Tony gruñe de nuevo, llevándolas de regreso a la casa—. Ya tengo a dos de mis niñas. Lees, ¿quieres unirte?

Entrecerrando los ojos, Lisa saca la lengua.

Que gracioso.

El sonido de un auto chocando contra la grava atrae la atención de la pequeña familia, atenúa sus sonrisas y les roba la risa. Las Dora inmediatamente se ponen firmes, pero se relajan cuando se dan cuenta de quién es.

Y cuando Lisa los ve, ese extraño sentimiento tiene sentido. La sensación de que algo está sucediendo. Steve Rogers, Natasha Romanoff, un hombre que se parece a Scott Lang y otra chica desconocida pero casi vertiginosa, salen lentamente del elegante coche gris, con los ojos fijos en los dos adultos que están junto a la casa.

—Ya era hora —susurra Lisa para sí misma, una pequeña sonrisa encontrando sus labios.

Al ver a los Vengadores restantes, los pasos del hombre Stark vacilan ligeramente y su expresión se endurece. Kwezi aprieta sus brazos alrededor del cuello de Lisa y, con sus propios ojos azules muy abiertos y asustados, Maria se mueve del agarre de su abuelo para sujetar con pánico el overol de su madre.

—¿Por qué están aquí?

—Noodle, sé amable —Lisa le da una mirada divertida—. Di perdón.

La niña de siete años niega bruscamente con la cabeza.

—¡Mi perdón no funciona!

La chica al azar del auto, una alta de cabello azul, sonríe y señala a la niña.

—A eso lo llamo un gran mood.

—No es el momento, Laurie —Scott Lang suspira de vuelta.

—Está bien, no pasa nada, Lees —Steve agita el comentario, no acostumbrado a la rudeza de la niña de siete años, pero sabe cómo los niños pueden ser a veces.

Maria desvía la mirada avergonzada, pero no puede ocultar la persistente sensación de tensión en sus ojos.

Lisa simplemente golpea suavemente su cadera con la chica, quien aprieta los dientes y murmura:

—Perdón.

Con una última mirada al equipo, Maria agarra la mano de Morgan y entra corriendo, cerrando la puerta detrás de ellas.

—Lo siento, solo está asustada —Lisa no puede mirarlos a los ojos—. Siente que cada vez que los Vengadores están juntos, alguien a quien ama va a morir —hace una pausa y se le acumula un nudo en la garganta—. Y es verdad.

Tony pasa el brazo por su hija, deseando más que nada que su último momento de paz, sus buenos días juntos, puedan durar para siempre. Natasha se encuentra con los ojos del hombre y da un pequeño asentimiento tranquilizador, prometiendo que vendrán en paz. Y él sabe tan bien como cualquiera que el tiempo está llegando a su fin. Cuando Lisa sonríe y Tony asiente, los cuatro recién llegados avanzan y se les concede acceso a su hogar.

Y mientras suben lentamente los escalones del porche, Laurie Lang no puede contener su emoción al conocer a otros dos Vengadores originales, codear a su padre y chillar:

—¡Ooo farfegnugen, está pasando, está pasando!

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UNOS MINUTOS MÁS TARDE, la atmósfera vertiginosa ha sido absorbida. El grupo está sentado en el porche delantero en un silencio largo e incómodo. Tony les da la espalda y Lisa se sienta en el sofá con los codos apoyados sobre las rodillas, el plan loco rodando una y otra vez en su cabeza. Es arriesgado, ni siquiera está segura de que pueda funcionar, pero si hay una posibilidad... Podría ser su última oportunidad.

—Creedme —Scott se ríe torpemente, tratando de defender el plan porque, técnicamente, es su plan—, sabemos lo que parece.

—Tony, Lees, después de todo lo que habéis visto —interrumpe Steve—, ¿hay algo imposi...?

Tony casi se burla en su lugar, todavía ocupado sirviendo las bebidas.

—La fluctuación cuántica se carga la escala de Planck, que es la que dispara la proposición de Deutsch. ¿De acuerdo?

Laurie hace una mueca, casi nada de lo que acaba de decir tiene sentido para ella. Le gustan dos cosas y solo dos, no lo que sea eso.

Cuando nadie más parece saber de qué está hablando, Tony mira rápidamente a la única persona que casi siempre lo entiende.

—Pequeñaja, ¿me apoyas en esto?

Inclinándose hacia atrás en el sofá, ella pone los ojos en blanco.

—Sí, eso es cierto, pero...

¡Gracias! —mirando a Scott y Laurie, Tony intenta declinarlo—. En términos de Layman, significa que no vuelves a casa.

—No necesariamente —Lisa lo señala, ganándose una mirada sucia.

—Ella tiene razón, yo lo hice.

—No. Tú has sobrevivido accidentalmente. Y caramba, ¿qué tal si me respaldas, Lees? —Tony espeta con irritación antes de continuar discutiendo—. ¡Además, es una entre mil millones! Y ahora quieres lograr un... —hace una pausa y suspira mientras se acerca a Lang—. ¿Cómo lo llamas?

—Un... —Scott duda, mirando a su hija, que le da un codazo en las costillas para seguir adelante y decirlo—, ¿robo en el tiempo?

—Eso —Tony se burla—. Un robo en el tiempo.

—¡Se me ocurrió a mí! —Laurie interrumpe con una sonrisa masiva, prácticamente rebotando, sintiéndose muy orgullosa de sí misma.

Alzando un pequeño pulgar hacia arriba, Lisa resopla y decide seguirle el humor a la joven.

—Guay.

La sonrisa de Laurie se ensancha, su fangirl interior se está muriendo.

—¡Claro! ¿Cómo no se nos había ocurrido? —Tony mira bruscamente a su alrededor—. ¡Oh! ¿Porque es ridículo? ¿Una quimera?

Lisa apenas puede resistir un quejido ante su dramatismo, moviendo a un Kwezi dormido contra su pecho.

—Las Gemas están en el pasado —determina Steve—. Retrocedemos y las recuperamos.

—Chasquearemos los dedos y traeremos de vuelta a todo el mundo —continúa Natasha con firmeza, siguiendo este nuevo plan, incapaz de ocultar la tranquila esperanza en su voz.

—O lo arruinaremos más de lo que él lo ha arruinado, ¿no?

—No creo que lo hiciéramos.

—La verdad —Tony retrocede un poco, agitando una mano en dirección a Steve—, a veces echo de menos ese alocado optimismo.

Steve y Natasha se miran rápidamente.

—Sin embargo, las grandes esperanzas no ayudan si no hay una forma lógica y tangible para que Lees y yo ejecutemos de forma segura ese 'robo en tiempo' —responde Tony con cansancio, dejándose caer junto a su hija con los ojos fijos en los del capitán—. El resultado más probable será nuestra muerte colectiva.

—Papá... —Lisa rueda los ojos.

—No si seguimos estrictamente las reglas de los viajes en el tiempo —Scott se mueve para sentarse frente a ellos—. O sea, no hablar con nuestros yo del pasado, no apostar en eventos deportivos...

—Evitar accidentalmente que tus padres no se encuentren porque, tío, sería un desmadre —Laurie resopla tontamente.

Lisa entrecierra los ojos y ladea la cabeza, todo eso suena extrañamente familiar.

Tony cierra los ojos dolorosamente y levanta una mano.

—Alto ahí. ¿En serio me estáis diciendo que el plan para salvar el universo se basa en Regreso al Futuro?

—No —Scott lo niega.

—Sí —Laurie lo admite.

Los Langs se miran.

—Tú —Tony señala a Laurie, quien tiene una mano horrorizada en su pecho—, me preocupas. Porque sería una gilipollez. La física cuántica no funciona así.

Laurie arruga la nariz con gran ofensa, imitándolo en silencio molesto.

—Tony, Lisa... —Natasha se enfoca en ellos, diciendo algo que es solo para los tres—, tenemos que dar el paso.

Lisa mira sus manos tatuadas que aún tiemblan al recordar el poder que fluye por sus venas. Casi la mata. Si lo experimentara otra vez, no está segura de si su cuerpo podría soportarlo.

—Ya lo dimos —Tony la mira a los ojos—. Y aquí estamos.

Natasha traga saliva, queda en silencio y mira hacia otro lado con dolor.

Scott se inclina para intentar convencerlo.

—Ya sé que tú te juegas mucho. Tienes una esposa, hijas, nietos. Pero yo he perdido a gente muy importante. Igual que muchos de nosotros —la expresión vertiginosa de Laurie se desvanece y mira su regazo mientras la voz de Scott se eleva con ira—. Y ahora... ahora tenemos la oportunidad de recuperarlos, ¡de traer de vuelta a todo el mundo! ¿Y me dices que tú ni siquiera...?

—Exacto —Tony interrumpe, sus grandes ojos marrones pesados y serios y su voz tan suave por el dolor que ha tratado de olvidar durante mucho tiempo—. Ni siquiera.

Las lágrimas pinchan los ojos helados de Laurie y Scott lo mira con la boca abierta.

Tony se da la vuelta, asintiendo hacia el niño que duerme en los brazos de Lisa.

—No puedo.

Steve toma una respiración lenta y frustrada.

La puerta se abre de golpe y dos pares de pies salen corriendo de la casa.

Es Morgan quien primero se sube al regazo de Lisa, posando un desordenado beso en la mejilla de su hermana antes de subir a su padre.

—Mamá nos ha dicho que vengamos a salvaros.

Maria rápidamente se desliza junto a su madre, tomando su mano y mirándola con extraños ojos azules brillantes.

—Buen trabajo. Estamos salvados —Tony descansa su cabeza sobre el hombro de Morgan, abrazándola con fuerza antes de mirar a los demás—. Ojalá vinierais a pedirme otra cosa. La que fuera. Me alegro mucho de veros, chicos —Tony se levanta lentamente, tratando de cambiar de tema, de distraerse incluso a sí mismo—, la mesa está preparada para diez...

—Tony —Steve detiene su marcha hacia la puerta—, lo entiendo. Y me alegro por ti —sus ojos miran a Lisa y asiente—. Por los dos. De verdad que sí. Pero es una segunda oportunidad.

—Yo tengo mi segunda oportunidad aquí —Tony deja caer una mano sobre la cabeza rizada de Maria y abraza a Morgan un poco más fuerte—. Casi mata a Lisa. No puedo jugármela.

Los ojos de Tony caen lentamente sobre Lisa, donde se queda sentada, tratando de descubrir qué está pensando, odiándolo desde ya porque él lo sabe. Volvieron a caer en eso otra vez, de esa manera siempre podían decir lo que el otro estaba pensando. Solía ​​hacer las cosas mucho más fáciles cuando ella era todavía una cría de catorce y él apenas Iron Man. Ahora solo hace las cosas más difíciles.

Cuando regresa a la casa, el hombre aprieta los dientes y asiente bruscamente a los Vengadores restantes.

—Si no habláis del curro, podéis quedaros a almorzar.

Mientras Lisa suspira y aparta la mirada de la retirada de su padre, Natasha se acerca lentamente.

—¿Cuándo iréis tú y los niños a Wakanda?

Al ponerse de pie, la luz capta el brillo de las pálidas cicatrices en la cara y el pecho de Lisa, heridas de hace años de las Gemas. La guerra ya la marcó significativamente, su cuerpo, su familia, su mente. Pedirle que regrese se sienta mal, porque todos saben que solo va a perder más.

—En verano, como siempre. Unos meses allí y otros aquí —Lisa pone esa misma sonrisa falsa, asintiendo mientras habla—. Estuvimos de acuerdo en que Wakanda debería tener un wakandiano en el trono, pero ayudo con las decisiones políticas y las relaciones, incluso lideraría ejércitos si fuera necesario... pero Wakanda no es muy político en estos días y no vamos a pelear más guerras —las lágrimas le queman los ojos contra su voluntad y su voz cae en un susurro—. Apenas mantenemos nuestras cabezas fuera del agua. Así que, es importante que muestre mi cara y que Okoye y Ramonda puedan ver a los niños.

—Puedo ver porque —Natasha sonríe suavemente al niño, frotando suavemente su mejilla delgada con su pulgar—. Son adorables, Lees.

—Gracias —Lisa le sonríe—. Maria es mi cascarrabias, Kiwi es mi corazón.

—¿Todavía no ha dicho nada?

Su sonrisa se afloja un poco.

—No. Los médicos dicen que no hay nada malo con sus cuerdas vocales... —el niño juega con la correa de su overal, su cabeza en las nubes—. Dicen que sea por "una enfermedad" de cuando estaba, um, embarazada de él.

Natasha mira a Lisa, sus ojos parpadeando con comprensión.

—¿Lo hizo Thanos?

Lisa no responde a eso, en cambio dice:

—Sé lo de Svetlana... —sus ojos se estrechan de pena por la chica que se convirtió en su amiga—. Lo siento, Nat.

La pelirroja asiente apresuradamente, sus ojos encuentran sus zapatos.

—Está perdida, y tal vez sea por mi culpa.

Ninguna madre continúa, no saben qué decir.

Es la voz de Steve la que las saca de su silencio.

—Lees, puedes volver.

La joven lo mira con un suspiro.

—Steve...

—Puedes pelear, Lisa. Mejor que la mayoría de nosotros. El hecho de que Tony no quiera, no significa que tú no tengas que hacerlo. Lo que pasó hace cinco años se puede cambiar, revertir, enderezar. Podemos recuperarlos a todos —Steve la mira por un largo momento, lentamente sacudiendo su cabeza—. A T'Challa.

Lisa se pone rígida en el momento en que el nombre sale de sus labios, sus ojos se cierran y sus manos comienzan a temblar.

—Peter. Shuri. Wanda. Fury. Hasta el último de ellos.

La sonrisa de la mujer desapareció hace mucho tiempo y cuando abre los ojos, son de un azul frío y distante, y su mandíbula se aprieta. Su estómago está retorcido en nudos y su corazón siente ese viejo y familiar tirón; ese deseo por las Gemas, ese amor por su familia, ambos luchando en su pecho y amenazando con abrirla.

—Yo... yo también quiero. No sabes cuánto... He esperado esto por mucho tiempo —ella pelea casi hiperventilando, tratando de evitar entrar en pánico—. Pero no sin mi padre. No estaré sin él nunca más. La última vez que nos enfrentamos cara a cara con algo, no resultó muy bien para mucha gente. No lo volveré a hacer.

Luchando por ocultar su decepción, Steve mira a la chica que conoce desde hace once años.

—Cuando estés lista, ¿volverás a casa?

Lisa solo se ríe un poco, una risa pesada y gastada, pero una risa.

Ya estoy en casa.

Y mientras los últimos Vengadores abandonan lentamente la casa Stark-Udaku, Natasha mantiene sus manos en los bolsillos.

—Está asustado.

Ajustando la chaqueta de cuero sobre sus hombros, Steve dice:

—Y con razón.

Scott trota para quedarse cerca mientras Laurie comenta:

—O sea, lo entiendo, pero, ¿qué vamos a hacer ahora? ¡Necesitamos a esos tipos, son Iron Man y el Cuervo Rojo! ¿Vamos a dejarlo?

Mirando hacia la casa, Natasha apoya sus manos en la parte superior del auto.

—Lisa lo convencerá.

—Tal vez —reconoce Steve, mirando hacia la casa—. Pero hasta entonces, yo quiero hacerlo bien. Necesitamos un gran cerebro.

Haciendo una mueca, Scott lanza su pulgar sobre su hombro.

—¿Más que el de ellos?

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[ I hear babies crying

I watch them grow

And I think to myself, what a wonderful world

Yes, I think to myself, what a wonderful world ]

xxiii. what a wonderful world joseph william morgan ft. shadow royale

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