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La brillante luz del sol golpeando directamente su rostro fue lo que despertó a Sam, pero el sonido de alguien moviéndose a su alrededor fue lo que le hizo reaccionar girando su cabeza hacia un costado para encontrarse a su hermano despertando. Por un momento intentó recordar dónde estaban y cómo había llegado ahí, pero su cerebro estaba en blanco, no tenía memoria que respondiera sus dudas y eso era más que suficiente para asustarlo. Con algo de esfuerzo fue capaz de sentarse en el suelo, su mirada recorriendo el panorama que los rodeaba, Dean estaba hablando con Jack cerca del impala, el nefilim casi parecía enfermo.

—Dean, ¿Qué...

Sus palabras fueron detenidas cuando intentó levantarse del suelo y sintió el frío del metal en su mano, en ese momento se dio cuenta que tenía una espada en su mano, mientras más la miraba más se preguntaba qué estaba sucediendo a su alrededor. Se encontraba tan concentrado en la espada que no escuchó los pasos de su hermano acercándose lo que llevó a su cuerpo a reaccionar de forma defensiva cuando una mano tocó su hombro con rudeza.

—Woah, tranquilo Sammy, soy yo—el mayo elevo sus manos en señal de paz—. ¿Qué sucedió? No recuerdo nada desde que salimos de casa.

—No lo sé, yo tampoco recuerdo nada.

El menor de los hermanos elevó la espada en dirección de su hermano, casi riendo al ver la reacción dramática de este ante el arma que su hermano le estaba presentando.

—Ni siquiera recuerdo cómo obtuve esto.

Dean extendió su mano derecha y pasó con cuidado uno de sus dedos sobre la hoja de la espada, si alguien lo viera en ese momento diría que parecía un niño que recibió el regalo de sus sueños en navidad. Sam empujó la espada una vez más hacia su hermano hasta que esté la sostuvo por completo, mientras ellos intercambiaban la espada de un hermano al otro Jack se había acercado totalmente atraído por el poder de esta. El nefilim se detuvo a dos pasos de distancia de Dean, sus ojos nunca dejando la espada que brillaba bajo la luz del sol, para él era el arma más hermosa que jamás hubiese visto.

Para Jack la espada emanaba un poder puro, un poder que se comparaba al mismo que corría por sus venas. En lo más profundo de su ser una voz le susurraba para que tomara la espada y se sentía tentado a hacerlo, pero sabía que eso estaba mal así que se mantuvo alejado de Dean reprimiendo esa voz.

—¿Qué demonios, Sam?

—Deberíamos irnos, es muy peligroso quedarse aquí.

Los hermanos se pusieron en marcha dispuestos a salir del lugar y regresar a casa, Jack los siguió de cerca deseando buscar a Castiel para preguntarle sobre la espada y el poder que salía del bosque. El maletero del impala fue abierto por Dean mientras Sam y Jack abordaban en auto, claro que hasta ese momento ninguno de los tres se detuvo a pensar que todo estaba siendo muy fácil y que algo más podría estar sucediendo, por eso el sonido de aleteo los tomó por sorpresa.

—Pero si no son las mascotas favoritas de mi padre.

La atmósfera tranquila del bosque cambió de forma drástica tras la llegada de Aurora, incluso la brisa que soplaba en armonía segundos antes se había detenido llevando el sonido de las hojas danzando con ella. Dean fue el primero en reaccionar al cambio volviendo a sacar la espada de donde estaba intentando guardarla, aquel movimiento repentino no pasó por alto ante los ojos de Aurora que sonrió inconscientemente al ver su espada.

—Pensé que eran inútiles, parece que después de todo no lo son.

—Oh, te sorprenderías con las cosas que podemos hacer—Dean dio una mirada rápida a su hermano y al nefilim—, no creo que quieras hacer esto ahora.

—¿Por qué no?—la rubia dio un paso adelante—¿Piensas usar al nefilim en mi contra?

Hay una pausa de dos segundos antes que el grito de Jack llame la atención de los hermanos, Sam fue el primero en moverse para sostenerlo y evitar que caiga al suelo, Dean intentó moverse pero la aparición de Lucifer frente a él detuvo sus movimientos.

—Hey, Dean.

El mayor de los Winchester fue golpeado con una ola de poder que lo forzó a soltar la espada, oportunidad que fue tomada por Aurora para recuperar de una vez por todas su espada. Los hermanos y el nefilim sólo pudieron cubrir sus ojos cuando una luz blanca estalló frente a ellos, la luz se sentía cálida y, sorprendentemente, brindaba un sentimiento de paz que los hizo sentir confundidos. Cuando la luz se apagó y pudieron abrir los ojos nuevamente Lucifer y Aurora ya no se encontraban con ellos.

—Maldición.

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Si le preguntaran a Lucifer sobre el día más feliz de su eterna vida desde que fue creado simplemente contaría ese día, la hermana a la que nunca pensó volver a ver estaba con él y estaba feliz, eso era más que suficiente para hacerlo feliz. Aún cuando en el fondo deseaba la compañía de sus otros hermanos.

—¿Qué haremos ahora?—el menor de los hermanos cuestionó con emoción circulando por todo su ser.

—Tenemos que llamar la atención de nuestro padre de alguna forma, ¿Alguna sugerencia?

—Miguel intentó iniciar el apocalipsis para llamar su atención, pero eso fue una falla masiva—el diablo se encogió de hombros sentándose en el trono—, y la última vez que hable con él solo me dio promesas vacías.

—Bueno, ese es nuestro padre, promesas vacías y un montón de mierda.

Lucifer sacudió su cabeza en señal de confirmación y se relajó en su lugar mientras su hermana abandonaba la sala, la idea de estar tan cerca de vengarse de su padre, por fin, le brindaba una sensación de felicidad que nunca antes había sentido. Aurora se sentía igual que su hermano, después de pasar miles de años encerrada reviviendo las injusticias de su padre una y otra vez, el ser libre y poder vivir aunque sea un poco se le hacía la recompensa perfecta, pero necesitaba deshacerse de su padre primero para asegurar que nadie interfiriera con su sueño.

—Oh, padre, ¿Estás escuchando?—sus pasos se detuvieron en medio del pasillo llamando la atención de unos pocos demonios que caminaban por ahí—Tu primogénita desea verte, ¿Crees que puedas concederle ese deseo? ¿O seguirás siendo el peor padre de la historia y simplemente vas a ignorarme?

Al terminar su oración un silencio extraño se apoderó del pasillo, todos los demonios estaban alerta de cualquier cambio que indicara la presencia del padre de todo, pero nada sucedió. No en el infierno, no en el cielo, ni en la tierra. Su oración había sido ignorada, tal como había previsto.

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Tres capítulos más para terminar, no puedo creer que ya casi se termina la historia de Aurora.

Gracias a las dos personas que todavía están leyendo The First Archangel, lo aprecio demasiado.

Lu.

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