𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁𝗺𝗮𝗿𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗲 𝘁𝗿𝘂𝗲

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⋅⋆❪ 𝗧𝗛𝗘 𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❫⋆⋅
— ⋅ 𝙖𝙘𝙩 𝙞𝙞. 𝘣𝘢𝘤𝘬 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘦𝘭𝘭

CHAPTER 003 : nightmares come true
( episode the pollywog )

A Claire le hubiera gustado volver a casa y estar en su lugar seguro, pero no podía. No cuando aún era un caos de emociones y estaba la posibilidad de que su madre lo notara, y después de tantos años de guardar el secreto, no iba a dejar que se descubriera en ese momento. Por lo tanto, comenzó su búsqueda de un lugar silencioso y cómodo donde poder descansar, aunque era difícil encontrarlo en una fiesta como aquella.

Luego de terminarse el café que Samantha le había llevado y volver a sus sentidos, ella y sus dos amigos entraron a la casa. Detuvieron sus movimientos en seco, a su alrededor todos estaban ebrios y la fiesta ya no parecía divertida; el olor a vómito se había hecho presente. Era asqueroso.

—¿Alguno tiene hambre?

Claire y Jonathan asintieron ante la pregunta de Samantha. De inmediato se dirigieron hacia la cocina, dónde Tina había dejado varias cajas de pizza sobre las encimeras. Esquivando a los adolescentes ebrios que se hacían paso entre la multitud, lograron hurtar con éxito una caja de pizza. Sin embargo, se vieron interrumpidos en su camino de vuelta al jardín.

—¡Púdrete! —escucharon el grito una chica cerca de la cocina.

Jonathan y Claire levantaron la mirada con interés, deseando enterarse de lo que ocurría. A metros de ellos encontraron a Nancy y Steve armando una escena frente a todos

—Nance, en serio. Basta. No, en serio —le decía Steve a la chica, en un intento de evitar que siguiera bebiendo—. Deja eso.

—¡No!

—Nance, deja eso.

—Basta, Steve.

Observaron cómo Nancy y Steve forcejeaban por un vaso con aquella extraña combinación de alcohol que uno de los estudiantes había creado, hasta que, por la fuerza, el líquido se volcó sobre el atuendo blanco de la chica.

—¿Qué diablos te pasa? —espetó Nancy con fastidio, yéndose al baño.

—Nance, espera. —le pedía Steve mientras la seguía por detrás.

El trío de amigos siguió con su paso, caminaron entre los chicos que seguían bailando y salieron de la casa. Fuera, en el jardín, el ruido seguía siendo menor. Se sentaron sobre el frío pavimento y comenzaron a degustar la pizza, estaba algo fría pero a ninguno le molestó demasiado como para dejar de comer.

—Miren quién va allí. —apuntó Samantha.

La castaña levantó la mirada, divisando a Steve muy cerca de ellos, había salido de la fiesta y se dirigía a su auto, parecía molesto.

—¿Qué creen que paso?

—Pues él y Nancy no se veían muy felices allá adentro —puntualizó Claire, algo preocupada—. Iré a ver qué ocurre. —agregó el un murmuro, dejando de lado el trozo de pizza que estaba comiendo.

—Yo iré a buscar a Nancy.

Samantha no detuvo a ninguno de los chicos, y pronto se alejaron. Claire se apresuró en alcanzar a Steve, que ya se había hecho camino hasta su auto. La chica desde la lejanía el temblor en sus manos y parecía tener las emociones a flor de piel. Supo que algo malo había sucedido cuando el chico soltó las llaves en el pavimento ante sus fallidos intentos de abrir la puerta y se recargó en el auto mientras se dejaba caer al suelo, restregando sus manos contra su rostro; trataba de calmarse.

—¿Steve? —lo llamó la chica cuando estuvo frente a él.

Claire no estaba segura de cómo comenzar la conversación, estaba preocupada pero su mente seguía algo inhibida por el alcohol que ingirió. Aun así, sus deseos de ayudar a Steve eran lo suficientemente fuertes para contrarrestar los efectos de la bebida.

—¿Steve? ¿Qué pasó? —Claire se había arrodillado frente a él.

El chico levantó su mirada, sabía que su amiga no tenía malas intenciones al acercarse, pero su presencia sólo parecía irritarlo más, y Claire se dió cuenta de ello.

—¿Steve?

—Nancy, ella... ella bebió más de lo que debía y...

—Creo que todos en la fiesta se dieron cuenta. —puntualizó Claire.

—Dijo que todo era una mentira, una mierda —Steve no modulaba del todo, pero Claire podía entenderlo a la perfección—. Toda esta situación. Nuestra relación... sus sentimientos hacia mí...

—¿Nancy te dijo eso? —preguntó ella con sorpresa.

—Fueron sus palabras. —espetó, golpeando su cabeza contra el auto.

Claire se quedó allí, en silencio mirando a cualquier otra dirección pero no a los ojos del chico.

—¿No tienes nada que decir?

—La verdad es que no puedo decir si estoy triste o aliviada por ti, Steve. —admitió la castaña.

—¿Qué quieres decir? —Steve frunció el ceño.

—Bueno, no estoy segura de que Nancy haya sido la mejor chica para ti. —dijo Claire sin inmutarse. El chico bufó con gracia.

—Lo sabía, tú tuviste algo que ver en todo esto —exclamó—. Es culpa tuya.

—¿Culpa mía? —repitió confusa.

—Mi relación con Nancy comenzó a arruinarse cuando volviste a Hawkins, es claro que toda nuestra historia tuvo algo que ver en su decisión.

—¡Yo no tengo la culpa de que hayas estado metido en una relación falsa durante los últimos meses! —Claire alzó la voz, ofendida—. Deberías culpar a Nancy por ocultar sus sentimientos por tanto tiempo y lastimarte; o a ti mismo por ser tan arrogante que no notaste como tu novia dejaba de amarte.

—¿Un arrogante? No soy un...

—Entonces, Steve, tal vez solo te autoconvenciste de que estabas enamorado de Nancy para no enfrentarte a la realidad. —exclamó Claire con molestia.

—No sé de qué hablas. —espetó el chico, con una clara expresión en el rostro de qué era lo contrario.

—Es claro que aún no superas por completo tus sentimientos hacia mí Steve, ¡deja de negarlo!

—Por favor Claire, eso pasó hace años.

—¡Exacto! Sucedió hace tres años, y parece que sigues enamorado de mí, pero sigues negandolo.

—Eso no es cierto. —negó Steve.

—¿Entonces por qué siempre actúas tan celoso conmigo? Te molestas cada vez que beso o salgo con un chico, o cuando cruzó la mirada con alguien más que no eres tú y cuando Nancy comparte miradas coquetas con Jonathan no dices nada, ni una sola palabra.

—Eso es diferente —se excusó Steve—. Confío en Nancy.

—Entonces no confías en mí. —concluyó Claire.

—Confío en tí Claire, ¡por supuesto que confío en ti! —soltó Steve con exasperación—. Pero los chicos del pueblo... ninguno de ellos sabría cómo tratarte, ninguno te valoraría. No te conocerían ni te amarían. No cómo...

—¿No como tú? —cuestionó Claire, enarcando una ceja.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos con una mezcla de emociones. El susurro de la brisa nocturna parecía ser lo único que los acompañaba junto al tenso silencio entre ambos. Claire se sentía confusa principalmente, ella misma había insinuado el latente enamoramiento de Steve hacia ella, pero escucharlo decir aquellas cosas la había dejado perpleja. Confusa, pues no sabía qué significaban exactamente sus palabras.

—No puedo hacer esto ahora, Claire. —dijo Steve, recogiendo las llaves de su auto mientras se levantaba.

—¿Vas a dejarme aquí? No puedes irte, Steve, debemos hablar.

—No ahora. —le pidió el chico.

—Por favor —suplicó Claire mientras observaba al chico abrir la puerta de su auto—. No me interesa ningún otro chico. Sólo tú, Steve.

Steve, sin saber qué decir, se retiró lentamente. Sin más palabras se dirigió hacia su auto, disculpándose con la mirada y, con un gesto incómodo, murmuró un "Lo siento" antes de cerrar la puerta y arrancar el motor.

El motor rugió, y Claire se quedó sola en el jardín, sintiendo un nudo en la garganta mientras el auto se alejaba en la distancia. Las luces traseras se desvanecieron en la distancia, dejándola en la oscuridad con sus emociones sin resolver y un gran deseo de volver a casa.

Cuando volvió con sus amigos y le pidió al chico volver a casa con una mueca en su rostro, él no tuvo problema con esa decisión, en realidad ya no se estaba divirtiendo, sin embargo, antes desapareció por un buen rato, casi media hora y cuando volvió a aparecer, estaba en su auto esperando a Claire en la entrada junto a Will. Se despidió de Samantha y Claire le pidió que les dijera al resto de sus amigos que había vuelto a casa y los vería mañana en la escuela.

El viaje se sintió largo, y durante todos los minutos que estuvieron dentro del auto, ninguno de los presentes habló; ni siquiera Will, quien había estado emocionado todo el día por ir a pedir dulces con el resto de sus amigos. Cuando llegaron a la casa de los Byers, lo primero que la castaña hizo fue llamar a su madre para avisarle que estaba bien, luego de eso siguió a Jonathan hasta su habitación para pasar el rato mientras escuchaban música y se quedaban dormidos.

Claire despertó con una fuerte jaqueca y la boca seca, se removió bajo las ligeras mantas y se encontró con el rostro de Jonathan; aún seguía dormido a su lado y babeaba sobre la almohada. La chica estaba restregando los ojos cuando Joyce pasó por fuera de la habitación y abrió la puerta.

—Será mejor que se levanten o llegarán tarde a clases —les dijo la mujer con una sonrisa—. El desayuno está listo.

—Enseguida vamos. —murmuró Claire con la voz ronca.

Joyce volvió a la cocina y Claire estiró sus extremidades para luego mover el cuerpo de Jonathan con su pie, parecía tener el sueño bastante pesado.

—Vamos Jonah, ¡despierta! Tu madre dice que está listo el desayuno.

—Si, ya desperté —se apresuró a decir con voz ronca, para que Claire dejará de moverlo—. ¿Ya es de mañana? —preguntó una vez levantado.

—Eso parece, tu madre dice que es tarde. —aunque una vez quiso comprobar la hora, notó que el reloj de la habitación estaba apagado.

Ambos salieron de la habitación y se dirigieron a la cocina entre bromas, Jonathan se había burlado de los ojos hinchados de la chica y en venganza, Claire señalaba lo desordenado que estaba su cabello y lo desordenaba más a propósito. Debido a la poca atención que le estaban dando a su alrededor no habían notado lo que estaba sucediendo hasta que Will gritó: ¡Feliz cumpleaños! a Claire y fue a darle un gran abrazo.

La castaña le devolvió el abrazo con fuerza y cuando levantó la mirada vio la situación de la cocina: Harlem, su madre, se encontraba terminando de preparar panqueques para el desayuno y Joyce estaba sirviendo jugo de naranja para todos, Will parecía tener restos de harina en su rostro. Y en la mesa tenían algo parecido a un festín, panqueques por todas partes, galletas y dulces, todo para celebrar el cumpleaños de Claire. Algo que, por tan solo unos momentos, había olvidado por completo.

Cuando Will se separó, Harlem se acercó con un plato de panqueques con crema y un par de velas de cumpleaños, con ayuda de Jonathan las encendieron y la castaña pudo notar la pena en la expresión de su madre. Supuso que era la colisión de muchos sentimientos. Desde pequeña ella y sus padres siempre habían hablado de su gran fiesta de dieciocho años, de lo especial que sería; claro que sin su padre no era lo mismo. Y a menos de un año de su desaparición, su madre debió pensar que Claire no estaría allí para vivir ese momento.

—Feliz cumpleaños, cariño —le dijo su madre, dejando un largo beso en su frente—. Sabes lo mucho que te amo, ¿no?

—Y yo te amo a ti, gracias por esto.

—Es mucho menos de lo que mereces.

Esa mañana fue, probablemente, la mejor que Claire había tenido en mucho tiempo. Desde que su padre las había dejado había tenido problemas disfrutando de aquel día, pero ese año se sintió completa, más feliz que nunca. Estaba agradecida y satisfecha con las personas que estaban acompañándola, todos allí: Harlem, Jonathan, Will y Joyce; eran las personas que más amaba y le gustaba estar rodeada de tanto amor. Se sentía bien.

Incluso el viaje a la escuela fue divertido. Harlem llevó a todos en su auto y habían entablado una conversación sobre California, donde Claire y Harlem vivieron por unos años. Will parecía emocionado y le había pedido a Harlem visitar la ciudad con ellas, quería conocer nuevos lugares y la vieja ciudad donde Claire había vivido parecía ser un buen lugar por donde comenzar. A la castaña le pareció tierno y, aunque no sabía cuándo iba a volver, le prometió llevarlo con ella a su próxima visita.

Los dos chicos bajaron en la entrada de la secundaria y se separaron al entrar al vestíbulo, en su camino a clases lo único en lo que Claire podía pensar era en su cumpleaños. Había tenido un maravilloso desayuno y, por unas horas, logró olvidar lo que ocurrió la noche anterior en la fiesta de Halloween. Pero ahora que se encontraba recorriendo los pasillos de la escuela todo volvió a su memoria, había tenido una discusión con su mejor amigo donde sus sentimientos por el otro, de una u otra forma, habían salido a la luz.

No sabía muy bien cómo se comportaría Steve cuando se encontrara con ella, sin embargo, no lo descubrió pronto. No se encontró con el chico durante toda la mañana, tampoco a la hora de almuerzo donde ayudó a Jonathan con unos temas de biología que no comprendía del todo. La clase de Deportes fue donde ocurrió.

Claire y Samantha salían de los vestidores con su ropa de gimnasia ya puesta y entraron en la cancha. Buscó con la mirada pero no encontró a Steve ni a Ben en el lugar, ambos habían estado desaparecidos durante todo el día y eso comenzaba a preocuparla. 

Como era usual, comenzaron la clase corriendo junto al resto de la clase alrededor de la cancha. Claire no se separó ni un solo segundo del lado de Samantha.

—Vaya trasero tienes, encanto. —soltó Billy a su lado mientras las sobrepasaba.

Claire hizo una mueca de disgusto y murmuró—: Repugnante.

Samantha, sin embargo, no fue tan discreta. Lanzó varios comentarios en contra del chico y, en forma de castigo, el profesor le ordenó dar diez vueltas extra. A la chica no le importó, no se arrepentía de lo que había dicho.

—No volverás a acercarte a ese chico. —agregó Samantha, como si fuera necesario aclarar.

Claire asintió sin más, entonces alguien más las sobrepasó. Steve pasó por su lado con un ritmo controlado, su mirada estaba fija en su delantera y ningún movimiento le demostró a Claire que estuviera interesado en verla.

Minutos después, el profesor dió por terminado el calentamiento y fue el turno de los chicos de jugar baloncesto. Las chicas se desplegaron, algunas fueron a las esquinas para animar y practicar movimientos de sus rutinas como animadoras, otras a beber agua y las últimas se sentaron en las gradas; Claire y Sam estaban en el último grupo.

El juego parecía ir bien, aunque ninguna estaba prestando demasiada atención, Steve estaba dominando la pelota mientras que el extranjero estaba por detrás, esperando el momento justo para quitarle la pelota.

—Harrington, ¿verdad? —preguntó Billy, a pesar de saber perfectamente quién era—. Dicen que eras el líder de la escuela. ¿Sí? Te llamaban "Rey Steve" —recordó Billy con malicia, pasando la punta de su lengua por sus dientes—. Ahora eres marica.

—Mejor cierra la boca y juega. —le espetó Steve.

Y eso fue lo que hizo, con un movimiento le quitó la pelota y Steve quedó en el suelo mientras el contrario corría por la cancha, anotando un punto para su equipo. El profesor hizo sonar el silbato y el equipo de Billy festejó.

—¡Eso es!

—Te robe la pelota, te robe la corona —decía Billy acercándose a Steve lentamente—. Y también te robe a la chica.

Billy empujó una vez más a Steve contra el suelo, que se le quedó viendo mientras se acercaba a las gradas mirando a Claire, aunque ella no le correspondía la mirada.

—Eso fue por ti, encanto.

A Steve le hirvió la sangre cuando Billy se refirió a Claire de esa forma, y aunque fue ignorado por la chica, no se sentía bien. Tampoco se decidía entre golpear a Billy o seguir a Claire para hablar con ella, pues en ese momento se había levantado para ir a beber agua.

—Siempre he creído que es un poco egocéntrico. —comentó Sam, quien iba por detrás de Claire.

—¿Qué cosa? —preguntó ella, intentando encontrar lo que su amiga estaba observando.

—Steve y el número en su uniforme de basquetbol —aclaró la chica—. Escoger el número uno sólo por ser llamado el rey de la escuela... no me agrada.

—Esa no es la razón —dijo entonces Claire, bebiendo de su botella por largos segundos antes de continuar—. Escogió el número años atrás por ser el día de mi cumpleaños, ya sabes que éramos muy cercanos en ese tiempo —no mencionó que, otra razón para escoger ese número, era por ser el día de su primer beso—. Creí que lo cambiaría luego de mi mudanza.

—Pues no fue así, ¿crees que...?

—¡Ahí está la cumpleañera!

Ambas chicas, y el resto de los estudiantes en la cancha, se voltearon para observar a Eddie, quien acababa de llegar muy emocionado y se dirigía hacia Claire, la levantó en el aire mientras le daba un fuerte abrazo y dejaba algo en su bolsillo.

—Un pequeño detalle para una de mis chicas favoritas —le dijo guiñandole un ojo—. Guardalo bien, no querrás que tu madre lo encuentre.

—Gracias Eddie, ¿está es la razón por la que llegaste tarde o tuviste otro "incidente"?

Ambas sabían que el chico había estado teniendo algunos problemas con sus clientes regulares, por lo que había tenido que resolver ciertos problemas.

—No tienen que preocuparse por mí, solo me quedé dormido.

—Fue una buena fiesta la de ayer. —comentó Sam.

—Hablando sobre eso —Eddie volteó para mirar a Claire—. Ben quiere hablar contigo, te está esperando en el callejón.

Claire se encaminó hacia el callejón detrás de la escuela con prisa. Al doblar la esquina, encontró a Ben esperándola, quien la saludó con una sonrisa nerviosa. Aunque ella esperaba hablar sobre la inesperada proximidad que tuvieron durante la fiesta de la noche anterior, Ben la sorprendió y antes de que pudiera decir algo, él le deseó un feliz cumpleaños con una sonrisa amigable u le entregó un paquete cuidadosamente envuelto.

—No debiste preocuparte —dijo de inmediato, abriendo el regalo y encontrándose con un reproductor de cassettes completamente nuevo—. ¡Ben! —soltó, con la emoción brillando en sus ojos al darse cuenta de que Ben había recordado que el suyo se había estropeado días atrás.

Sin palabras, lo abrazó con fuerza, agradecida por el gesto inesperado. Su característico perfume invadió sus fosas nasales, estaba tan concentrada en disfrutar del aroma que no había notado que el chico había estado susurrando algo contra su oreja, que no logró escuchar.

—¿Qué fue eso? —preguntó Claire separándose unos pocos centímetros del chico, lo suficiente para que estuvieran frente a frente.

Ben sonrió de forma ladina, pero antes de que pudiera repetir sus palabras, fueron interrumpidos. Parecía que aquel día los estudiantes estaban escapandose de clases para encontrarse en los callejones, pues Steve y Nancy acababan de llegar y los miraban con confusión al encontrarlos allí.

Al notar lo cerca que estaba de Ben, Claire se alejó y lo agarró de la muñeca, murmurando que lo mejor era volver al gimnasio. En su camino de vuelta, pasaron a un lado de la pareja sin decir nada, sintiendo la tensión en el lugar. Steve observaba al mayor de los Wheeler con una mirada asesina, sus cejas fruncidas revelan su descontento al ver a Ben con Claire en aquel lugar, sintiendo los incontrolables celos que aparecían cuando veía a un chico demasiado cerca de Claire. Estaba sucediendo justo lo que la castaña le había reclamado la noche anterior, y a pesar de su discusión, Steve no intentaba disimularlo.

Las clases habían terminado y Claire se dirigía a la salida con sus patines en mano, lista para volver a casa y disfrutar del resto de su día. Se había detenido en una esquina para quitarse los zapatos, sin embargo, el silencio de la tarde fue cortado abruptamente por unos gritos. Eran voces que provenían de la primaria, y para su temor, podía reconocerlas.

Se puso en pie y, a lo lejos en el campo de la primaria, pudo divisar a Lucas y Mike, gritando frente a un tercer chico que parecía ser Will. Desde la distancia no podía entender lo que decían, si era un juego o no, pero no iba a quedarse sin hacer nada. Se alejó muy confundida y, sin siquiera ponerse sus patines y con agujetas sueltas, atravesó con rapidez el estacionamiento.

Necesitaba llegar a la primaria lo antes posible, necesitaba saber que ocurría con los chicos.

Había llegado al campo de la primaria con más rapidez de la que esperaba, estaba a tan solo unos metros de distancia de los chicos, les había gritado para llamar su atención cuando sucedió. Fue de un momento a otro, tan inesperado como las veces anteriores. Un escalofrío recorrió la nuca de Claire hasta su espalda baja, le puso los pelos de punta, como un balde de agua fría cayendo sobre ella. Todos los recuerdos de su estadía en el otro lado volvieron de golpe, era la misma sensación. Eso sólo podía significar que algo andaba mal.

Siguió acercándose. Will se encontraba de pie en medio del campo y Lucas y Mike le gritaban y movían su cuerpo inmovil.

—¿Qué fue lo que sucedió? —demandó saber la chica, encontrándose cada vez más cerca.

—No lo sabemos —le dijo Lucas—. Estábamos buscando algo, nos separamos y...

—Lo encontramos así, parece estar en un trance. No podemos despertarlo. —Terminó por decirle Mike.

—A un lado, dejenme ocuparme de esto...

Pero no pudo terminar de hablar. En cuanto su mano alcanzó el hombro de Will, su lengua se trabó y su cuerpo se sintió extraño, como si estuviera pasando por una extraña y pesada corriente de aire. Abrió los ojos luego de acostumbrarse a la sensación, y notó que todo había cambiado; ya no se encontraba en Hawkins.

La oscuridad se había apoderado del campo, miles de esporas flotaban a su alrededor y las membranas se extendían por todo el suelo. Claire se había quedado paralizada, volvía a encontrarse en la oscuridad del otro lado.

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