𝘁𝗿𝗶𝗰𝗸 𝗼𝗿 𝘁𝗿𝗲𝗮𝘁

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

⋅⋆❪ 𝗧𝗛𝗘 𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❫⋆⋅
— ⋅ 𝙖𝙘𝙩 𝙞𝙞. 𝘣𝘢𝘤𝘬 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘦𝘭𝘭

CHAPTER 002 : trick or treat
( episode madmax n trick or treat, freak )

El aniversario por el regreso de la familia Fleming a Hawkins estaba cerca, eso significaba que la desaparición de Will y Claire pronto habría ocurrido hace un año; el tiempo transcurrió, dejando una cicatriz que nunca desaparecería en todos los afectados.

Claire tenía claro que nunca volvería a ser la misma de antes. La muerte de su padre la había marcado, pero aquellos sucesos lo hicieron a otro nivel. Las semanas posteriores a su alta del hospital fueron difíciles. No durmió en semanas, las pesadillas eran recurrentes y temía quedarse a oscuras. Tampoco se acercaba a los animales y dejó de comer carne, todo le recordaba al otro lado. Tuvieron que medicarla, había sido la única solución que los médicos habían encontrado.

Pronto, Claire sintió que su esencia se estaba desvaneciendo. Se estaba ahogando en un mar de analgésicos; no podía sentir ni pensar en nada y a su alrededor no parecían darse cuenta. Fue cuando decidió que debía cambiar.

Su amiga de Lenora, Kenzie, siempre le había dicho que lo mejor era hablar. Expresar sus problemas y lo que sentía, ya sea con sus doctores o cercanos; Claire nunca siguió su consejo. Aunque sabía que para algunos podría funcionar, no era el caso para ella. No le gustaba poner más carga en sus cercanos. Sus problemas eran de ella, y nadie más debería lidiar con ellos. Así era como pensaba ella, al menos.

En poco tiempo logró fingir que todo estaba bien, y estaba agradecida con las personas que tenía en su vida. Con el apoyo incondicional de su madre todo parecía más fácil, y con la ayuda de los Byers lograba avanzar paso a paso, ellos eran su salvación. Su nueva familia.

Joyce se había convertido en su segunda madre, se preocupaba mucho por su recuperación y la trataba con tanto amor como a sus propios hijos, la mujer creía que le debía la vida por haber ayudado a Will en el otro lado; Jonathan por su parte se había convertido en uno de sus amigos más cercanos, pasaban mucho tiempo juntos escuchando buena música y charlando de trivialidades; y Will era especial. Claire se preguntaba si así hubiera sido tener un hermano menor, sentía un amor incondicional hacia el chico y no podía evitar pensar en que debía protegerlo a toda costa.

Claire se vió pensando repetidas veces en Juniper. Podía pasar horas imaginando como hubiera sido su vida si su madre nunca hubiera sufrido del aborto espontáneo, era triste. Ella nunca había pensado mucho en su hermana no nacida, era un tema que se vio eclipsado por la pérdida de su padre y ahora parecía estar renaciendo.

Sin embargo, no sentía que estuviera del todo mal. No había caído tan bajo como en Lenora, y eso era mucho qué decir. Su nueva red de apoyo era la razón

La familia Byers y Fleming parecía haberse fusionado en una sola. Pasaban mucho tiempo juntos, era raro no verlos compartir durante el día. Los fines de semana planeaban viajes y actividades en conjunto, Harlem y Joyce se turnaban para cuidar a los chicos y darle tiempos de descanso a la otra, y cenaban juntos la mayoría de las tardes. Incluso habían comenzado una nueva tradición: se reunían una vez a la semana para ver películas o jugar distintos juegos de mesa, y así mantenerse al día con sus vidas.

Esa tarde había sido el turno de celebrarlo en la casa de los Byers. Claire y Harlem habían llegado antes de lo previsto y los adultos aprovecharon el tiempo para preparar bebidas y palomitas. La chica los acompañó durante unos minutos en la cocina mientras Bob le preguntaba por su día, cuando Jonathan apareció por la puerta, ambos se dirigieron a la habitación de Will. El chico parecía ignorar su llegada.

—Hola, pequeño —saludó Jonathan luego de golpear la puerta y entrar. Will se encontraba dibujando sobre su cama—. No sabía qué te gustaría, así que traje una variedad de películas.

—Yo diría que la mejor opción es Gremlins —comentó Claire, apareciendo por detrás de Jonathan—. Pero Deadly Blessing también es una buena opción.

—La que ustedes quieran. —respondió Will, para luego continuar con su dibujo. A la chica le extrañó la poca emoción con la que dijo esas palabras.

—Está bien. —Jonathan también entendió que algo ocurría con el menor.

El chico dejó las películas sobre la mesa de noche y se acercó a su hermano, sentándose a un lado de la cama para observar el dibujo.

—¿Qué dibujas?

Claire también se acercó. Su ceño se frunció al ver lo que Will estaba pintando.

—¿Niño Zombi? ¿Quién es el Niño Zombi? —le preguntó Jonathan.

—Yo. —respondió Will con simpleza.

—¿Alguien te llama así?

Claire tuvo una idea de lo que estaba ocurriendo, no era difícil de averiguar.

—Debes amenazarlos con morderlos y seguro te dejan en paz. —bromeó la castaña, sacando por unos segundos una sonrisa en el rostro de Will.

—Esto es serio, Claire —interrumpió Jonathan, logrando borrar las sonrisas en los presentes—. Will puede hablar con nosotros de esto, lo sabes ¿cierto? Lo que sea que pase.

Sin embargo, el chico no respondió y tampoco levantó la mirada.

—Will, vamos, dime. —insistió.

—¡Deja de molestarme! —exclamó entonces Will.

—¿Qué? ¿Cómo?

—Como todos los demás —explicó—. Como si yo tuviera algo malo.

—¿De qué hablas?

—Mamá, Dustin, Lucas. Claire es la única que no me trata diferente —el chico se escuchaba molesto—. Me cuidan como si me fuera a quebrar. Como si fuera un bebé y no pudiera hacer nada solo. No me ayudan en nada, me siento cada vez más raro.

—Will, en momentos como estos, hay dos tipos de personas en tu vida: los que se burlan y los que se preocupan por ti —la castaña se acomodó para sentarse a un lado del menor—. Y estos últimos, créeme, no son molestos a propósito. No se dan cuenta de lo que están haciendo porque su preocupación por ti es mayor.

—¿Y se detendrán? —le preguntó el chico.

—Eventualmente —prometió Claire.

—Además, si eres algo raro Will —agregó Jonathan—. ¿Y eso qué? ¿Quieres ser normal como todos los demás? Ser raro es lo mejor. Está bien, yo soy raro.

—¿Por eso no tienes amigos? —Claire se carcajeó ante la pregunta de Will y Jonathan tartamudeo.

—Tengo... Si tengo amigos, Will.

—¿Y por qué estás siempre conmigo o Claire?

—Porque son mis mejores amigos —exclamó—. Y además, preferiría ser amigo del Niño Zombi que de alguien aburrido. ¿Entiendes lo que quiero decir?

—¡Aww, Jonah! ¿Soy tu mejor amiga? —exclamó Claire con ternura y una gran sonrisa, aunque el chico evitó responder, parecía avergonzado.

—Escucha, Will... ¿Quién quisieras que fuera tu amigo? ¿Bowie o Kenny Rogers?

—Uf. —soltó el menor negando con la cabeza, dejando clara su respuesta.

—Exacto —dijo Jonathan—. No hay ni que pensarlo. La cosa es que nadie normal ha logrado nada significativo en este mundo. ¿Entendido?

—Bueno, a algunos les gusta Kenny Rogers.

—¿Kenny Rogers? —Bob apareció por la puerta—. Me encanta Kenny Rogers.

Los tres chicos rieron luego de que el hombre volviera por donde llegó. No tardaron en seguir sus pasos hacia la sala, donde los adultos ya habían colocado las palomitas en la mesa de centro y preparaban la televisión para comenzar con la película; para disgusto de Claire habían escogido la única que no era de su agrado: Mr. Mom. Jonathan y Claire se habían sentado juntos en un mismo sofá, estaban inclinados y hablaban a murmullos.

—Sé que no debería juzgar los gustos de otras personas, pero esta película —Claire mostró una mueca de disgusto—... no creo que exista una peor opción para una noche de películas.

—A tu madre parece gustarle. —comentó el chico, dándole un vistazo a Harlem, que estaba riendo a carcajadas junto a Bob y Joyce.

—Sí, bueno, mamá tampoco tiene buen gusto.

Jonathan río—. ¿Ya le dijiste sobre la fiesta de mañana?

—Mhmm, ¿por qué? ¿Decidiste que quieres ir? —su amigo frunció la nariz.

—No lo sé...

—¡Vamos, será divertido! Así saldrás de tu zona de confort y podrás conocer gente nueva, tal vez alguien que llame tu atención —aún con esas palabras Jonathan no parecía convencido—. Puede ser tu oportunidad de conocer a una chica.

—No es lo que busco. —le aseguró él.

—¿Estás seguro? Porque mi amiga, Sam, no solo tiene una gran personalidad sino que también un excelente gusto por la música. Estoy segura de que ambos conectarán bastante bien.

—¿Y qué hay de ti? —le preguntó Jonathan—. No podría dejarte sola.

—Oh, no te preocupes por mí. Tengo opciones —dijo ella con una sonrisa ladina—. Y, si te sientes incómodo, nos iremos cuando tú quieras, escucharemos buena música y comeremos dulces hasta el amanecer.

—Esa me parece una buena idea —terminó por aceptar el chico—. Pero sólo si yo escojo la música.

—Perfecto.

Y aunque la película no era su favorita, terminó de verla junto al resto de la familia con una sonrisa en su rostro.

Claire despertó al día siguiente más animada de lo normal, como si su cuerpo estuviera al tanto de que aquella noche se celebraría su festividad favorita. Sí no hubiera tenido un examen de biología, y su madre se lo hubiera permitido, no se hubiera molestado en asistir a clases. Si a ella le preguntaban, diría que tendrían que estar libres de clases aquel día para quedarse en casa mientras cortaban calabazas y disfrutaban de las mejores películas de terror; era una lástima que la realidad no fuera así.

Y aunque fuera su festividad favorita, Claire nunca perdería la concentración en un examen de biología. Mucho menos ahora que las universidades estaban al tanto de cada uno de los movimientos de los postulantes, no quería cometer un error y arruinar todo su futuro. La castaña fue una de las primeras en terminar de marcar sus respuestas en su examen, como era costumbre cuando se trataba de aquella asignatura, y el profesor le permitió disfrutar de su tiempo libre; no tardó en salir del aula y dirigirse a la biblioteca de la secundaria.

Se instaló en una mesa desocupada y sacó de su carpeta el ensayo para la universidad y la carta de recomendación. Quería darles un último vistazo para asegurarse que todo estuviera bien antes de enviarlos por correo esa misma tarde. No podía evitar sentirse ansiosa.

Luego, se dispuso a trabajar en sus deberes. Mientras el suave sonido del rasgar de su lápiz resonaba en la sala, la atmósfera de la biblioteca la envolvía, haciéndola sentir un poco más tranquila. Concentrada en su tarea, Claire se puso de pie y se dirigió a uno de los pasillos de la biblioteca en busca de un libro que necesitaba para terminar la redacción. Mientras buscaba en las secciones, alguien se acercó a ella.

—Claire —dijo con voz suave, como si no quisiera perturbar la tranquilidad del lugar—, al fin te encuentro. Por un momento pensé que estabas evitándome.

Claire se volvió hacia él, un tanto sorprendida por el encuentro inesperado; con una falsa sonrisa deseo poder encontrar una excusa para alejarse de él. Usualmente no solía evitar a las personas, pero había salido con Mark hace una semana y el chico le había parecido algo molesto, durante toda la cita no se había alejado más de medio metro de ella y siempre encontraba la forma de mantener sus manos sobre ella.

—He estado ocupada con la universidad. —se limitó a decir ella en un intento de volver a su mesa, pero el chico se interpuso en su camino.

Era alto, le sacaba casi una cabeza de altura y parecía verla con ternura desde su posición. Lentamente se acercó a ella mientras posaba una de sus manos en su cintura.

—Lo entiendo, pero me gustaría saber cuando volveremos a salir —dijo él casi en un susurro, acercándose a ella—. La pasé muy bien la otra noche.

—He estado muy ocupada —respondió Claire en el mismo tono de voz—, no sé cuando tendré tiempo libre.

—¿Ah sí? Pues yo no te veo ocupada ahora.

Entonces el chico la alcanzó y, con suavidad pero con determinación, la empujó contra uno de los libreros. Claire quedó sorprendida y antes de que pudiera protestar, Mark se acercó a ella con una mirada intensa en sus ojos. Sus labios se encontraron en un beso que pronto se volvió más brusco, en un momento de fervor y deseo.

La castaña se dejó llevar por la sensación del momento, olvidando por un instante los rodeaba. Pero entonces, la intensidad del momento cambió. El chico colocó una mano en la espalda baja de Claire y presionó su pelvis contra su estómago. El placer pronto se vio reemplazado por disgusto, ahora se sentía del todo incómoda ante las acciones de Mark.

Claire, sintiendo que la situación estaba yendo demasiado lejos, se separó del beso y alejó al chico con una mano en su pecho. Lo miró con seriedad y le dijo con voz firme:

—Mira, de verdad tengo cosas que hacer en este momento

Y con esas palabras, Claire dejó al chico atrás. Sin embargo, cuando se volvió para caminar hacia la mesa, se topó con Steve, quién mostraba una expresión de molestia en el rostro, parecía haber presenciado toda la escena.

Sus ojos se cruzaron en un instante, y Claire captó el brillo de celos en la mirada de Steve. Era un sentimiento que había estado ocultando desde hace tiempo, aunque para ella era bastante obvio. No era bueno ocultarlo y salía a flote cada vez que ella tenía contacto con un chico, por más mínimo que fuera. Claire se sintió incómoda por la intensidad de la mirada.

Ella le dedicó una mirada resignada antes de pasar por su lado sin decir una palabra. Steve no tenía por qué sentir celos de la situación, especialmente cuando él estaba en una relación con Nancy Wheeler. Sin embargo, los sentimientos no siempre se comportaban de manera lógica, y la tensión no resuelta entre Claire y Steve había estado presente desde que volvió del otro lado.

A Harlem le encantaba recibir a los amigos de Claire en su casa. Esa tarde había recibido a Ben, Eddie y Samantha en su hogar con una deliciosa comida casera, un par de calabazas para cortar y muchos chocolates que se acabaron bastante rápido. Cuando la noche estaba por llegar, comenzaron a prepararse para la fiesta.

Sus disfraces reflejaban bien los gustos de cada uno. Ben y Eddie decidieron disfrazarse en conjunto de los integrantes de una de sus bandas favoritas, KISS, eran Space Ace y The Demon respectivamente. Y si alguien no estuviera al tanto del mundo de la música, probablemente dirían que Samantha había escogido acompañarlos, pero la verdad era que ella había escogido un disfraz y maquillaje inspirado en Siouxsie Sioux, su cantante y compositora favorita.

Por otro lado, se podría decir que el disfraz de Claire era el menos llamativo entre todos. Vestía un vestido blanco cubierto de sangre falsa, unos zapatos de tacón bajos y como accesorios llevaba un pequeño cuchillo de plástico. Retrataba a la perfección a Ginny, el personaje principal de su reciente película favorita “Happy Birthday To Me”.

Al grupo no les fue difícil llegar al lugar de la fiesta. Un montón de autos estaban estacionados fuera de la casa y decenas de estudiantes disfrazados entraban y salían del lugar, sin duda parecía que estaba siendo un gran éxito.

Se dirigieron a la entrada de la fiesta, ganándose miradas de varios adolescentes mientras pasaban por sus lados y saludaban a otros en su camino. Justo a unos metros de la puerta se encontraron con un gran coro de chicos y chicas, rodeando un gran barril de cerveza dónde Billy Hargrove, el nuevo estudiante, estaba de cabeza sobre él, bebiendo mientras los chicos a su alrededor animaban y gritaban:

—¡...treinta y ocho, 39, 40, 41, 42!

Billy volvió a poner los pies en la tierra y todos gritaron eufóricos ante el número final.

—¡Sí!

—¡Cuarenta y dos! ¡Hay un nuevo rey de la cerveza!

Todos seguían gritando y, separándose de sus amigos, Claire se adelantó para agarrar un vaso con cerveza y comenzar con la fiesta.

—¡Billy! ¡Billy! ¡Billy!

—¡Aprende, Hawkins! —exclamó el chico, que se encontraba camiseta gracias a su disfraz, dejando ver su musculoso cuerpo al tiempo que su mirada se encontraba con la de la chica.

La castaña se bebió la cerveza en tan sólo unos segundos, sin quitar la mirada de Billy, quién se acercaba a ella con una leve sonrisa ladina. Sus amigos llegaron por detrás, uniéndose a ella y comenzando a beber.

—¿No piensas felicitarme, encanto? —le preguntó Billy en un susurro, demasiado cerca de su rostro.

—Tal vez lo haga —comentó Claire con una leve sonrisa—, más tarde. —agregó, sin desviar la mirada de sus ojos.

—¡Vamos a festejar! —gritó alguien detrás de ellos.

Todos los estudiantes, que ya estaban bastante ebrios, gritaban el nombre de Billy con festejo y sin parar, Steve había sido el Rey de la cerveza por mucho tiempo y antes nunca nadie había logrado vencerlo, hasta ese momento. Billy y sus nuevos amigos se adentraron en la casa. El grupo de Claire los siguieron por detrás, deseando unirse a la diversión.

Sin buscar mucho, Claire pudo divisar a Steve dentro de la multitud. Se encontraba en una esquina de la casa, bailando al ritmo de la música junto a Nancy; parecían divertirse hasta que Billy y Tommy los interrumpieron.

—El nuevo rey de la cerveza, Harrington. —le espetó Tommy.

—¡Sí, así es! —gritó otro chico.

—Sí. Trágate esa, Harrington. —exclamó Billy

Steve se quitó los lentes de sol con molestia y, sin querer arruinar sus ánimos, Claire enredó su brazo con el de Ben y lo arrastró a la cocina, dónde las encimeras estaban repletas de distintas bebidas alcohólicas, cajas de pizza y snacks.
Pronto sostenía en su mano un vaso lleno de un misterioso brebaje de color naranja, adornado con arañas de dulce. Claire, sintiendo la necesidad de liberarse de las preocupaciones, decidió volver a darle un sorbo largo al vaso, vaciándolo en un solo trago. La bebida le quemó la garganta, pero le proporcionó una sensación de alivio instantáneo. Era justo lo que necesitaba.

Mientras el efecto del trago se apoderaba de ella, Claire buscó un respiro. Ben se unió a ella en su búsqueda de reprimir sus sentidos y, sin decir una palabra, imitó su acción y se terminó su vaso. Juntos, se adentraron en la multitud que bailaba al ritmo de la música vibrante y pronto se encontraron en medio de la bulliciosa fiesta, rodeados de luces parpadeantes y risas contagiosas. El aroma de las bebidas y los sabores agridulces del otoño llenaban el aire.

Poco después, se les unieron Eddie y Samantha Stone, también parecían estar a tono con el ambiente e irradiaban energía y entusiasmo. El grupo formado por los cuatro amigos se movía al compás de la música, dejando que la atmósfera festiva los envolviera por completo. Se divertían juntos, como si el mundo exterior y todos sus problemas hubieran desaparecido por un rato.

Claire estaba perdiendo el control de sus sentidos, ¿cuánto tiempo había pasado desde que llegaron a la fiesta? No lo sabía con exactitud, pero estaba segura de que ya había cometido un gran error.

Bajaba las escaleras de forma rápida y torpe, con el peligro de perder la estabilidad en cada paso que daba, aunque no le importaba mucho, quería alejarse lo más posible del pasillo del segundo nivel, donde Mark y su cita se encontraban discutiendo a causa de ella. Si repasaba bien la situación, nada era exactamente su culpa. Ella no sabía que el chico venía acompañado. Si hubiera estado al tanto, no hubiera aceptado su acercamiento y los besos que comenzó a dejar por su cuello cuando la vio aparecer por la puerta del baño. Si Claire hubiera sabido que Mark tenía una cita, nunca lo hubiera besado de vuelta.

—¿Qué sucedió contigo? ¿dónde te habías metido? —la interrogó Ben en cuanto se hizo paso entre la multitud para volver a su lado y comenzar bailar, ignorando lo que acababa de suceder.

—Fui al baño.

—Hace como treinta minutos. —ella se encogió de hombros.

—Me entretuve con algo —Claire observó a su alrededor—. ¿Y los demás?

—Se fueron con otros amigos a una de las habitaciones —le explicó—. Quién sabe qué estarán haciendo.

Claire lo sabía, y podía notar en los ojos de Ben que él también. Era más que claro para ella que mientras estuvo en el baño, sus amigos aprovecharon el momento para esconderse en una de las muchas habitaciones del lugar y drogarse con alguna sustancia. La diferencia entre Ben y sus otros dos amigos, es que él nunca se apartaría de su lado, mucho menos en una fiesta. Entonces, mientras Eddie y Samantha seguían perdiéndose en los efectos de la droga, ambos se mantenían juntos, bailando y haciéndose compañía.

Y a ella no le importaba que Ben estuviera drogado, por más que supiera las consecuencias que podría traerle, también sabía bien que no serviría de nada darle un sermón en cada fiesta o situación en la que se drogaba. Ella ya había estado en ese punto. Por esa razón prefería estar con él, dispuesta a ayudarlo en cualquier situación.

Siguieron bailando juntos en la abarrotada sala, sus cuerpos moviéndose al ritmo de la música que vibraba en el aire. Los ojos de Claire brillaban con alegría ante la sensación de libertad y disfrute, mientras que Ben no podía apartar la mirada de su rostro radiante. Entonces su oportunidad pareció llegar finalmente.

De repente, un chico ebrio detrás de ellos perdió el equilibrio y, sin querer, empujó a Ben por la espalda. Claire sintió cómo Ben se acercaba mucho a ella, casi la empujaba, pero con destreza la sujetó por la cintura para evitar que perdiera el equilibrio. Ella se aferró a su abdomen con fuerza, sus cuerpos aún más cerca de lo que ya estaban.

—Disculpa. —le murmuró Ben con una sonrisa cálida.

—Está bien. —respondió ella con una repentina timidez.

No podían apartarse, era como si una fuerza magnética estuviera obligándolos a acercarse aún más. Sus miradas se entrelazaron en un juego hipnotizante entre sus ojos y labios, intercalando una y otra vez. La tensión era palpable, y parecía que estaban a punto de dar el paso que los acercaría aún más. Ben se inclinó lentamente hacia Claire, listo para besarla, cuando de repente, Billy los interrumpió y agarró a la castaña del brazo.

La castaña se volvió hacia Ben con una expresión de disculpa en su rostro, pero Billy era más fuerte. La llevó de vuelta hacia la cocina, que parecía mucho más tranquila que la sala, dejando a Ben solo en medio de la multitud, con el latido de su corazón aún acelerado por la cercanía que acababa de experimentar.

—Aún estás demasiado sobria su pensabas besarte con ese chico. —le espetó Billy.

Claire se sentó de un salto sobre la mesa de mármol mientras Billy buscaba algo que servirle. La chica hace mucho no bebía tanto, y la sensación era extrañamente aliviadora; nada parecía importarle en ese momento más que divertirse.

—¿Qué quieres beber? —le preguntó el chico—. ¿Vodka? ¿Cerveza?

—Lo que sea.

La castaña seguía disfrutando de su estado actual, con el estrés que había sufrido últimamente, sentía que podía hacer todo lo que se propusiera. Agarró el vaso que Billy le ofrecía y no dejó de observar su rostro mientras se bebía el contenido, que hizo arder su garganta.

—¿Quieres otro? —Billy le pregunta luego de que acabe con su contenido, él tampoco había desviado la mirada. La observaba con picardía.

—No. —respondió ella, dejando el vaso a un lado.

Billy sonrió acercándose a ella—. ¿Qué es lo que quieres?

Ella no le dió una respuesta, aunque él tampoco iba a esperar. Se acercó de forma brusca, agarrándola del cuello y acercándose a ella, sus labios se encontraron en un beso ardiente, y Claire, aunque sorprendida por la audacia del chico, no pudo evitar seguirle el juego. Agarró los extremos de la chaqueta de cuero que llevaba puesta el chico y lo posicionó justo entre sus rodillas. El chico tomó el control del beso, no tardó en colar su lengua en la boca de la chica haciendo del beso un poco más intenso y lleno de deseo por su parte.

La sensación del cuerpo de Billy presionando el suyo hacía que su corazón latiera con fuerza, Claire estaba disfrutando de la pasión que emanaba de Billy, incluso si su beso era brusco y dominante, le gustaba sentirse deseada de esa manera. Sin embargo, las cosas estaban avanzando más rápido de lo que desearía.

Antes de que pudiera darse cuenta, la mano de Billy descendió por su espalda baja, acariciándola con suavidad y provocando escalofríos en su piel; no de los buenos. Claire volvió a la realidad, como si un balde de agua fría hubiera caído sobre ella, ya no se sentía cómoda. El chico seguía besándola con pasión, explorando cada rincón de su boca mientras ella trataba de resistirse, pero el tacto de sus dedos por sobre su pecho la paralizaron por unos momentos.

—Billy… —soltó Claire, intentando removerse de su contacto—. Detente. —le pedía, pero él no parecía escucharla.

Ante el movimiento de sus labios, el chico se movió, acercándose a su cuello y dejando húmedos besos por toda la extensión. Sus manos se movían por todo su cuerpo y Claire comenzaba a entrar en pánico.

—¿Claire? —la voz impresionada de Steve resonó por la cocina.

—Vete, Harrington —le espeta Billy—. No molestes.

—¿Qué estás haciendo? —Steve se dirigió a Claire.

El chico se sentía disgustado al ver a su mejor amiga besándose con el chico nuevo, actuaba como un idiota y no creía que él fuera suficiente para Claire. Corrección: Steve no creía que nadie fuera suficiente para Claire, odiaba verla interactuar con otros chicos. Sin embargo, si no hubiera estado nublado por los celos, tal vez hubiera notado que su mejor amiga se encontraba en una situación en la que necesitaba ayuda. No pareció notar su mirada de pánico, el temblor de su cuerpo o las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.

Claire golpeó el pecho de Billy, en un último intento de alejarlo; el rescate llegó finalmente. Jonathan y Samantha aparecieron en la cocina por detrás de Steve, se detuvieron unos segundos al ver lo que sucedía, y sin pensarlo por mucho tiempo, actuaron. Samantha alejó a Billy dándole un golpe por detrás de la rodilla, logrando desestabilizar al chico y alejarlo de su amiga. El chico no insistió más, volvió a la fiesta y Steve lo siguió por detrás, para volver con su novia. No le interesaba saber más de la situación y todo el drama.

Claire se bajó de la encimera con el rostro totalmente pálido, temblando incontrolablemente de pies a cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y una sensación de miedo y angustia la invadió. Jonathan, preocupado por ella, se acercó con cuidado y puso su mano en el hombro de Claire en un gesto de apoyo. Iba a preguntarle si estaba bien, que es lo que había ocurrido, sin embargo, Claire saltó del pánico ante el contacto; sus ojos asustados se encontraron con los de Jonathan. Inmediatamente, él retiró su mano y se disculpó, levantando las manos en un intento de calmarla.

Samantha, quien había estado observando de lejos, se aproximó con cautela. Dedujo que algo debía de haber sucedido para causar tal reacción en Claire, y tenía una idea en su cabeza. De forma calmada le ofreció su brazo y, después de un momento de vacilación, Claire lo tomó. Juntos, llevaron a la castaña al jardín, sin hacer preguntas o deducciones, para que pudiera tomar aire fresco y tranquilizarse.

Se alejaron de los estudiantes que se besaban o vomitaban, Claire se sentó en un rincón del jardín y le dieron su espacio para que respirara profundamente mientras las lágrimas comenzaban a caer. Poco a poco, Claire empezó a recuperar la compostura.

—Necesito un café —murmuró la chica con la voz entrecortada—, por favor.

—Yo iré. —se ofreció Samantha en el momento.

La chica le dió una última mirada a Claire antes de volver a entrar a la casa. Jonathan se quedó a su lado, sin estar seguro de que debía hacer o decir, ni siquiera sabía que era lo que había ocurrido allá adentro, pero estaba seguro de que Billy se había sobrepasado con su amiga.

—Me siento sucia —murmuró la castaña—... es tan desagradable.

—¿Cómo puedo ayudarte? —le preguntó Jonathan luego de un largo silencio, observando a Claire con preocupación.

—Quédate a mi lado.

Él asintió, no pensaba dejarla sola. Sin embargo, seguía sin entender mucho.

—¿Puedo saber qué pasó allí dentro?

—Billy es un idiota, pero no la razón por la que perdí el control —le explicó ella en voz baja, pero lo suficientemente alto para ser escuchada—. No es la primera vez que un chico se entusiasma demasiado con un beso.

—¿Fue algo más?

La castaña soltó el aire que había estado reteniendo. No miraba directamente a Jonathan, estaba pensando. El chico rápidamente se había vuelto su mejor amigo luego de volver a Hawkins, confiaba en él más que nadie y sabía que siempre tendría su apoyo, se sentía segura con él. Lo suficiente como para contarte la verdad. Finalmente se volteó hacia él, invitándolo a sentarse a su lado.

—Cuando me mudé a Lenora, estaba pasando por un momento difícil y la mudanza pareció empeorarlo todo. Comencé a tener ciertos problemas, abusar de ciertas sustancias que nunca debí probar, pero necesitaba una salida del dolor y en ese momento parecía ser la única opción. Al principio era inofensivo, pero con el tiempo empeoró, me perdí por completo. Una noche en especifico, algo sucedió.

—Claire. —intentó detenerla, pero ella continuó.

—No lo recuerdo bien porque estaba muy drogada, había probado algo nuevo y los efectos fueron más intensos de lo que esperé. No sé quién fue, o si fue más de una persona, pero sé que se aprovecharon de mi estado, de mi —su voz era temblorosa y ligeramente quebrada, reflejando las emociones que lo atormentaban. Sus palabras se cortaban en ocasiones, como si luchara por encontrar la forma adecuada de expresar sus pensamientos—. Recuerdo como me tocaba, como sus dedos recorrían cada centímetro de mi cuerpo… recuerdo el dolor que sentí, la vergüenza… no pude hacer nada para que se detuvieran, me sentí inutil, ¿sabes? Débil y sin poder. Las palabras son borrosas, pero pedí sin cesar que se detuviera, que me dejaran en paz. Pero no me escuchaba.

Sus ojos, húmedos por las lágrimas que amenazaban con caer, nunca se encontraban con los de Jonathan. Y a medida que Claire avanzaba en su relato, sus manos se apretaban en puños y se relajaban, su respiración se volvía irregular, a veces deteniéndose por completo antes de continuar en susurros que apenas se escuchaban.

—Luego de un tiempo, fue como si mi mente y consciencia abandonaran mi cuerpo. Ya no sentía ni decía nada, deje de oponerme. Podía ver como me utilizaban como a una muñeca —la mano de Jonah se deslizó con suavidad sobre el hombro de Claire en un gesto de apoyo—. Desde ese día tengo ciertos problemas cuando alguien me toca de más, sin permiso.

—Yo… no sé qué decir —el jardín se llenaba de una pesadez palpable—. ¿Qué hizo tu madre al respecto?

Claire rió sin gracia—. Nunca se lo dije, no quería darle más problemas. Después de todo, eso fue lo que necesité para volver a la realidad. Dejé las drogas y las fiestas, comencé a tomarme en serio la terapia y el apoyo de mi familia. No quería volver a estar en ese punto.

—¿Fue cuando dejaste de llamar a Steve?

Claire presionó sus labios y asintió—. Luego de aquello, sentía que ya no lo merecía… lo había engañado. No podía decirle la verdad porque, de cierto modo, sé que fue mi culpa. Y nunca volvería a ser la misma Claire de la que él se había enamorado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro