3. Just wanna have some fun

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

━𝗖𝗢𝗥𝗕𝗬𝗡

Me deslicé silencioso por el pasillo apretando mis labios para no soltar ningún ruido.


Miré a mis lados examinando la zona y sonreí al ver el portón despejado, sin ningún guardia a la vista.

—En tu cara, Marais —me reí y corrí a la puerta abierta con rapidez, pero una mano en mi hombro me detuvo con brusquedad.

—¿En mi cara qué? —bajé la mirada y bufé dándome la vuelta para mirarle molesto.

—Se suponía que debías de estar con mi padre.

—El rey ha preferido llevar a mi padre para que yo te pudiera vigilar a tí —sonrió con sorna y gruñí desviando mi mirada.

—No necesito una niñera.

—A mí me parece que sí. ¿A dónde ibas?

¿Le debía decir la verdad o alguna mentira nada creíble para que de ese modo sí que no me dejara ir?

—Voy a ver al dragón —dije firme y Jonah alzó las cejas en mi dirección con seriedad.

Y después se rió. Soltó una gran carcajada desde lo más profundo de sus pulmones en mi maldita cara.

Rodé los ojos y rasqué mi nuca sintiéndome ridículo.

—No, no vas a ir.

—¿Por qué?

—Debes estar aquí, con Malik.

Puse una mueca asqueada y negué rápidamente con la cabeza, juntando las palmas de mis manos enfrente de mi pecho para suplicar que aquello no fuera cierto.

—Jonah, amigo mío, no...

—Corbyn, príncipe de Lectus y futuro rey, debes empezar a comportarte cómo vuestro padre y aceptar los deberes que te han sido otorgados.

Bajé la cabeza como un niño siendo regañado por sus padres y asentí soltando un suave suspiro.

—¿Y Daniel?

Jonah entornó los ojos y dejó escapar una gran cantidad de aire por su nariz.
Lo que diría no me iba a gustar.
Ni siquiera necesitaba respuesta, sabía dónde se encontraba.

—En el pueblo.

Y no, no me gustaba. Odiaba que él tuviera esa libertad solo por ser...

—Maldito Seavey...

Jonah golpeó mi hombro y yo me lamenté por haber usado aquel apellido con mi hermano.
Mi rostro se tornó rojo, avergonzado por mis palabras y suspiré preparado para las siguientes palabras de Jonah.

—Que sea bastardo no le quita el hecho de ser hijo del rey, un Besson también, tu hermano.

Asentí rendido pero rodé los ojos cruzándome de brazos.

Daniel era mi hermano, sí, pero de distinta madre, un bastardo y por ello nos ganábamos malas miradas por parte de mucha gente; religiosos.

Y era verdad, Dios no vería esto bien, pero perdonaba a mi padre y a su amante siempre y cuando Daniel estuviera lo más lejos posible de la monarquía. Él no podría ser rey.

—No, pero sí le quita la atadura a la corona y por tanto; sus deberes. Yo quiero hacer lo que él.

—Tú serás rey, te guste o no. Lo has sabido siempre, así que acéptalo y actúa como tal.

Las facciones de mi cara se contrajeron y bufé dándome la vuelta para ir a mi habitación.

Odiaba que Jonah empezase a ser tan maduro y copiara las palabras del Señor Marais, su padre.

Habíamos sido amigos desde niños, traviesos y aventureros. ¿Qué había pasado con aquello? Oh, por supuesto, el ascenso de Jonah a capitán de los caballeros lectunianos.

Y yo seguía siendo lo mismo, el príncipe que casi nadie conocía, pero que era extremadamente “apuesto”.

Solo me gustaría tener la libertad de hacer lo que se me antojara, vagar por el bosque y montar a caballo.

Quizás conocer a alguna dama... Bueno, eso ya se vería. No era mi prioridad ahora, porque las muchachas de Lectus eran algo aburridas para mi gusto.

Pero lo entendía, todo aquí era sencillo y aburrido. A veces solo quieres ser como los demás o camuflarte.

Me senté sobre la acolchada cama quitando mi chaleco despacio, molesto con Jonah y Daniel. Molesto con mi padre por no haber tenido un hijo antes que yo y que así yo no tuviera que ser rey.

Me conformaba con ser príncipe.

Me miré en el reflejo del espejo frente a mí y me incorporé sobre el marfil del suelo.
Quería ver al dragón. Solo quería eso.
Un pequeño vistazo y ya. No debería de ser ningún problema.

Así que me volví a colocar el chaleco y coloque mi espada en su funda para después atarla a mi cintura.

Me asomé por el balcón de la ventana y sonreí divertido al ver al príncipe Malik entrando al palacio.

Hoy no me verá, su Alteza.

Me reí suavemente y me agarré a la piedra de la pared para bajar con máximo cuidado, aferrándome a las enredaderas por si acaso.

Aterricé en el suelo con un saltó y me deslicé cauteloso hacia el establo.

Y allí estaba mi hermoso y rápido caballo; Aurum. Mi preferido pero el que mi padre prefería que no usara solo porque era algo brusco y el caballo real siempre debía ser blanco.

Aurum era de un brillante negro, intimidante y majestuoso.
A veces desearía parecerme más a él.

Me monte con rapidez sobre su lomo y me aferré a sus riendas mientras la emoción pasaba por mis venas a toda prisa.

—Al bosque, campeón. Veamos al dragón.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro