Capítulo Dos: Lord Shingen

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Rodeado en cables, tanto del piso como aquellos que lo sujetaban; encerrado en un cuarto cuyas paredes mantenían el mismo patrón de colores que el teclado de la señorita Hines, es en dónde se encontraba recostado Logan, durmiente aún. 

—¿Algún cambio? —preguntaba el Profesor desde un cuarto ajeno; con micrófono en mano. Viendo desde una computadora informes sobre Logan. 

—No señor —respondía un chico castaño al otro lado del cuarto seguro, en donde descansaba Logan; viéndolo por detrás de un cristal reforzado. 

Pero entonces, los parpados del mutante comenzaron a inquietarse.  Comenzando a recordar.

—Empezando fase dos de inyección de adamantium. 

Dentro de ese tanque. Posición fetal. Gritos. 

—Su cuerpo repele el metal. 

 —¿Cardiotacómetro? 

—Al límite. 

—Profesor, estamos llevando sus limitaciones físicas al máximo. Su corazón podría reventar. 

—Podría regenerarlo, Cornelius. 

—Usted no sabe eso. No sabemos cuáles sean sus limitaciones. Qué tanto puede o no sanar. Tenemos que ir más despacio...

—¡Profesor! —exclamó el joven alterado.

—¿Qué sucede? —se escuchó la voz del Profesor desde una bocina en la esquina del cuarto. 

—Abrió los ojos... 

Wolverine se encontraba en un piso acolchonado, alrededor de él había varias puertas deslizables de papel. 

—Sore wa sono yūmeina iyashino yōin, uruvu~arin no shinwa ni chūjitsudesu —dijo una mujer por encima de una plataforma, sentada en sus rodillas sobre un cojín.  

Subtítulos: Hace honor a los mitos de su famoso factor curativo, Wolverine. 

Logan se puso de pie mientras observaba toda la habitación. Había hombres en traje rodeando cada pared. Al lado de aquella mujer, estaba Mariko inclinada: llorando. Y a su derecha, aquel que poseía su mano. 

—Watashi wa saisho kara shitte irubekidatta. Chichioya wa Mariko no kodomo jidai ni nakunari, totsuzenshi kara modotta. Iya. Sore wa masani sono namae ga arawasu monodesu. Sō janai, shin Minamoto kyō? Mariko-san no okāsanda to omoimasu —exclamó el mutante. 

Subtítulos: Debí haberlo sabido desde un principio. El padre muere en la infancia de Mariko y de repente regresa de entre los muertos. Nah. Es solo lo que su nombre representa. ¿No es así, Lord Shingen? Madre de Mariko, supongo.

—Su japonés es tan fluido como mi inglés, Wolverine —exclamó Shingen—. Más su tono es grosero. Y tus modales muy irrespetuosos. Me asombras como me decepcionas. 

—Me importa un carajo decepcionarla —respondió Wolverine notándose el mal parado; esforzándose por mantenerse en pie. 

—El veneno sigue recorriendo su camino por tu sistema nervioso. Ahora tus músculos deben de estar tiesos. La sangre de tus venas debe estar ardiendo. Morirá. Ni su tan cacareado factor curativo podrá salvarlo esta vez.  

—No me toca morir hoy señorita. 

—Hazte un favor, y muere con honor... 

—¿Honor? —interrumpió Wolverine—. Está dando a su hija como moneda de cambio. Usurpa el nombre de su marido. No es ni capaz de dar la cara. 

—Mi esposo... —exclamó Shingen—. siempre tuvo una visión del todo nula. Mi pobre pero gran florecilla —dijo al mismo tiempo que tomaba el mentón de su hija—. Jamás te habría dado en matrimonio. Y es por eso que su sueño nunca prosperó. Sé ablandó y nunca hizo lo que debía hacerse —exclamó para de esta manera mirar con cierto recelo a Wolverine—. Todo Tokio estuvo en sus manos. Pero se hizo débil, por ella —alzó la voz mientras se giraba a ver a su hija una vez más—. Es mi deber corregir sus errores. Y restaurar su honor

—No hay honor en sus palabras —aseguró Logan. 

—Deseas la mano de mi hija Wolverine, lo sé —aseguró irónica Shingen—. Es de no creerse. Un gaijin, deseando ser parte del linaje de mi familia. Un linaje tan antiguo como la del emperador mismo. Y tú, cuyo linaje es una madre prostituta. Cuyo padre era un violador psicópata. Un linaje cuyo valor equivale a la más sucia de las ratas. —Una pequeña sonrisa burlona se dibujó en la mujer al decir aquello—. Ah —suspiró—. ¿Pero a quién deseo yo engañar? Vivimos en una era en que tales preceptos, se han vuelto tan efímeros como el rocío de la mañana —dijo para así tomar al frente de ella una katana con filo de madera. 

—Madre, por favor —rogó Mariko. 

—¡A callar! —le gritó la líder de los Yashida—. Es evidente que para ella eres el mundo. Si realmente la amas, ¡pruébate! —gritó arrojando la espada hacia el mutante. 

Wolverine alzó la mano derecha para así atrapar el mango de la misma; preguntando al mismo tiempo que cortaba el aire en un movimiento: 

—¿Con bokan, Lord Shingen?, ¿por qué no luchamos con espadas de verdad? 

—Sinceramente, Wolverine —exclamó ella tomando el mango de su bokan—, ¡no eres digno de ellas! 

Shingen saltó de su asiento, moviéndose como si apenas fuera una pluma; quedando así frente a Logan. 

«Ni siquiera escuche cuando se levantó. Su estado cardiaco esta sereno. No libera adrenalina. Nada» piensa Logan mientras sujeta el mango con ambas manos. Y entonces lanza su hoja de derecha a izquierda. Shingen bloquea la primera estocada, al igual que la segunda, invirtiendo la hoja de su bokan. Después, es ella la que ataca, lanzando su espada a los lados de Wolverine, tan rápido que se notan los movimientos pobres y de suerte de Logan al bloquearlos. Y después de hacerlo retroceder, ella da un saltó giratorio para impactar con su pie derecho el abdomen de Logan. Wolverine terminó siendo arrastrado un poco hacia atrás, y de no ser porque se inclinó para con su mano izquierda tomarse del suelo, hubiera caído. El héroe apretó los dientes al mismo tiempo que volvía a erguirse; viendo como Shingen sonreía confiada, inclinando las rodillas mientras retraía su hoja hacia su lado derecho. Wolverine ruge mientras se abalanza contra Shingen; alzando su espada. Ella solo gira—dando vueltas— mientras de manera sorprendente, bloquea todos los ataques del filo del bokan de Logan. Y cuando ella contraataca, el filo de su bokan toca la clavícula izquierda del mutante. Acto que para él sucede de manera lenta. Y cuando el tiempo vuelve a su normalidad, no tarda en volver a ralentizarse segundos después, cuando recibe otro ataque en la clavícula derecha. «Ataca a los puntos de presión. Podría paralizarme o matarme, si fuera normal». Shingen retrae la espada y la arroja contra la tráquea de Logan. «Aire» Wolverine retrocede, se toma del cuello con su mano izquierda. «Tardaría tres segundos en sanar. Pero el veneno me limita. Sanó lo suficiente para respirar en cinco». Logan se vuelve a erguir, mira a la mujer con furia. Ella sonríe. «No hay honor». Wolverine arroja su bokan hacia un lado, para de esta manera sacar sus garras. Ella sonríe. Wolverine se extraña, alza la mirada y la ve. Mariko estaba anonadada. La furia se dibuja en su rostro, y en un gruñido se lanza tras Shingen. Pero ella se agacha y corre a su lado, evitando el ataque. Y una vez fuera de peligro, con la punta de su espada logra golpear justo en la columna del mutante, y el tiempo para él se ralentiza de nuevo. «Veneno. Recorre mi cuerpo. Me hace lento». Wolverine se gira, transpirando; apenas y puedes mantenerse en pie. 

—He aquí el hombre con el cual desperdicias tu amor, hija mía —exclamó Mariko—. Un combate amistoso. Y él, usa sus garras indestructibles contra mi espada de madera. 

Logan gira, y ve a su amada. Y ahogándose exclama... 

—Mariko... 

—¡No tiene palabra! —gritó Shingen arrojando su espada contra su clavícula derecha nuevamente—. ¡No tiene honor! —gritó arrojando el filo contra la quijada de Wolverine; provocando que este escupiera sangre y manchara a Mariko en la cara—. ¡No es un hombre! —afirmó regresando la hoja para así golpear la cara de Logan; arrancándole su casco, el cual rodó hasta quedar por debajo de la plataforma en la que reposaba Mariko; cubierto en sangre—. Es un animal —susurró para de esta manera con la punta de su bokan, tomar la tráquea de Logan para así empujarlo hasta el suelo—. ¡¿Él merece tu amor, Mariko?! —preguntó, mirándola fijo—. ¡¿Este animal?! ¡¿En verdad es digno de tal presea?! 

Ella, con lágrimas en los ojos miró a su amado en el suelo, esforzando por respirar. Y apartando la mirada mientras parecía sujetarse del corazón respondió: 

No

Entonces Shingen sonrió, miró a su rival y alzó su espada. Y sin decir nada más, la dejó descender con fuerza... nublando la vista de Wolverine. 

—Pro-profesor —informaba aquel chico, viendo a Logan en aquel cuarto—. Se está moviendo. 

—No tienes que informarme cada vez que se mueve —dijo la voz sobresaliente de la bocina. 

Logan alzaba la mirada mientras se veía los nudillos, notando varios artefactos conectados a los mismos. 

—Es que, se ve-se ve los nudillos. 

Entonces la mirada de Logan reflejó dolor, y su cabello se erizó. Entonces alzó ambos puño mientras parecía gruñir; chillar como un animal herido. Sus alaridos pronto lograron paralizar al chico. Y después lo hizo saltar y dar un pequeño grito. De aquellos aparatos brotaba sangre a chorros, como si algo intentara salir. 

—Sangre brota de sus nudillos —informó el chico—. Quizás, quizás sea una falla. ¿De-debería entrar? 

—¿Sangre, como qué sangre?

Logan se irguió mientras no paraba de rugir, estirándose y volviendo a contraerse. La sangre parecía que no pararía. Simplemente brotaba.

—Sufre mucho dolor... —dijo el chico.

—Entonces entre. Ayude al señor Logan pero tenga el más mínimo de los cuidados.

Si el chico hubiera visto al Profesor en aquellos momentos. Vería una pequeña sonrisa formarse en sus labios.

El chico se dirigió hasta una puerta metálica mientras sacaba de su bata una llave maestra; introduciéndola de manera nerviosa en un aparato puesto en la parte derecha. Entonces la puerta se deslizó hacia arriba dejando entrar al científico; cerrándose solo segundos después de que entrara. El joven se acercó temeroso a Logan, el cual parecía convulsionar. Pero cuando estuvo por sostenerlo, aquellos aparatos conectados a sus nudillos salieron disparados, dejando emerger...

Logan se alzaba de la cama, rugiendo hacia el cielo mientras mantenía los brazos extendidos y garras de fuera. Cuando se dio cuenta de que todo había sido un sueño, inhaló y exhaló un poco.

—Uruvu~arin —dijo una voz femenina.

—¿Qué? —preguntó Logan mirando por debajo de sí—. Mariko... Yo-yo lo siento.

—Uruvu~arin: Wolverine. El ronin que no muere —prosiguió la fémina—. Cuando era niña, mi abuelo solía contarme historias de Wolverine. Un ronin el cual había sido maldito por una bruja. Incapaz de morir. Destinado a una vida de... soledad. Pero de amor y corazón puro. Temerario. Wolverine no le teme a nada. Y cada vez que yo tenía miedo en las noches, y salía corriendo de mi cama. Temerosa de fantasmas y monstruos... mi abuelo me decía que no había de que preocuparse. Pues Wolverine protegía la casa. De él huían los monstruos y fantasmas. —Logan solo exhaló dejando escapar toda su tención, guardando las garras para así volver a recostarse—. ¿Qué estabas soñando? 

—Con un pasillo oscuro; metálico. Estoy desnudo. Corro en el mismo. Es frío. Los muros parecen desaparecer. Algo... que no sé que es. Que no puedo ver, oír u oler... Pero sí lo puedo sentir, viene a por mí. De repente, algo parecido a picos salen del suelo... por todo el pasillo sin muros; parecen rodearme. Luego, picos y picos salen de mi cuerpo. Como espinas. Sigo corriendo... Y luego solo hay... el blanco de la nieve.       
—¿Qué sientes al soñarlo? —le pregunta Mariko mientras lo acaricia del pecho. 

—Dolor —responde Wolverine—. Mucho dolor... Cada vez que dejo salir mis garras, me duele. He recibido disparos de cerca. Los he recibido directo en la cabeza y me duele. He recibido golpes, del más fuerte que existe... 

—Ven por mi pedazo de basura verde...

Logan —exclamó Mariko al notar que su pareja se había quedado ida. Este se giró a verla para solo responder después de un suspiro: 

—Soy tan resistente al dolor. Porque nada se compara... al dolor que siento en el sueño.

...Wolverine... (Una voz tenue)

...Wolverine... (Más audible) 

...Despierta mi amor... 

Logan abre los ojos, estaba en un cuarto oscuro; recostado en un colchón sucio. 

—Mariko —dice girando su cabeza a por detrás de sí. 

—Mariko... ese nombre. Ya la olvidarás Wolverine, pues ahora eres mío. Y yo soy tuya. 

—¿Quién rayos eres? —preguntó Logan logrando ponerse de pie.

—Veo que tu cuerpo se ha recuperado por completo del veneno de Shingen. Agradécemelo... mi tratamiento funcionó. 

—¿Qué tratamiento? —preguntó Logan, notando una risilla nerviosa como coqueta; oculta entre el abanico de la mujer. 

—Puedo repetirlo aquí, si gustas. 

Pero interrumpiendo la escena, pisadas silenciosas captan la atención de Wolverine; el cual gira de manera brusca hacia todas las esquinas. 

—No estamos solos...  

—¿Qué? —preguntó la fémina retrayendo su abanico; tratando de ver lo que veía su amado. 

—¿Cómo te llamas tipa? 

—Yukio —respondió.

—Bien Yukio —dijo Wolverine acercándose mientras la tomaba de la cintura—, tenemos que salir de aquí. 

Sujetándola con fuerza, Wolverine arrastró a la mujer hasta la ventana más cercana; saltando fuera de esta para así caer en una terraza baja de más al frente, solo para encontrarse con que ya los esperan metros por delante.

—Te —exclamó Yukio. 

—¿Mano? —le preguntó Wolverine viéndola de reojo. 

—Clan de mercenarios —respondió Yukio—. Wolverine, cada uno de estos hombres equivale a doce. Son los mejores en lo que hacen. 

—¿En serio? 

—También yo. —Al sacar sus garras, varios ninjas comenzaron a disparar flechas. Las cuales Wolverine desvió con sus garras mientras exclamaba—: ¡Detrás de mí! —Y al mismo tiempo, una flecha se clavaba en su hombro. 

Esto solo hizo gruñir más al héroe, el cual no dudo en correr hacia el primer ninja; clavándole sus garras en la frente. Todo mientras los demás soltaban sus arcos para así desenfundar sus katanas. Al momento Wolverine se levantó, alzando ambos brazos para  bloquear el filo de las armas que descendían ahora en su contra. Al mismo tiempo, Yukio erguía el abdomen esquivando el ataque descendente de la katana de un ninja. El ninja arrojó su hoja hacia su derecha, cosa que Yukio esquivó arqueando la espalda y retrocediendo al mismo tiempo. Entonces ella abrió su abanico sonriendo. El ninja se abalanzó para arrojar el filo de su espada: estocadas que Yukio bloqueaba con su artilugio mientras retrocedía. Entonces haciendo uso del mismo, logró que el filo del ninja se deslizará hacia abajo; atrayéndolo.

—Te tengo —dijo al mismo tiempo que le clavaba una daga en el mentón con su mano libre. 

Por su parte, Wolverine se agachaba para esquivar la katana que iba a por su cuello, para al erguirse arrojar sus garras contra la hoja del ninja; rompiéndola. El mercenario retrocedió, solo para volver a correr hacia Logan—aún con espada rota—, pero siendo tumbado por una patada del mismo. El sonido del aire rompiéndose lo hizo girar para bloquear con sus garras derechas el filo de una katana, la cual también se rompió al contacto. El rostro del portador del arma se dividió en tres partes al ser rasgado por las garras del mutante. Pero entonces, la cuerda de un gancho se enredó en su cuello, y el ninja que sostenía del mismo saltó de la cornisa a la par de otros tres que también sujetaron la cuerda. Logan cayó boca arriba mientras era arrastrado por el peso, terminando por caer del pequeño edificio; golpeándose entre dos paredes de manera brusca, antes de caer por completo al suelo. Los ninjas de La Mano, no dudaron en saltar del edificio también, buscando caer por encima del mutante. 

Las pisadas de Cornelius hacían eco mientras se movía por el extenso pasillo. Fue entonces cuando encontró a dos guardias charlando entre sí. 

—Ustedes dos, acompáñenme —les pidió al mismo tiempo que ambos asentían. 

—¿Pasa algo doctor? —preguntó uno de ellos mientras se acercaban a una puerta que decía: Laboratorio 2. 

—No lo sé... Tal vez... —respondió algo nervioso Cornelius—. ¿Qué laborista trabaja aquí? —preguntó al notar que la puerta estaba semiabierta. 

—Aún no lo sabemos doctor. Es nuevo.

—¡¿Nuevo?! —gritó abriendo la puerta de golpe—. ¡Los nuevos no deberían estar...! 

—Dios mío —dijo uno de los oficiales. 

Detrás del cristal de protección, aquel joven estaba en el suelo con el cuello abierto; sangrante. Y por encima estaba Logan, con aquellas garras que parecían huesos de fuera. Entonces el mutante giró la cabeza, miró con furia a Cornelius y saltó para de esta manera romper el vidrio. 

—¡Atrás! —gritó el primer oficial sacando su pistola, pero siendo decapitado por Logan al instante. 

Cornelius cayó al suelo mientras veía la cabeza del oficial rodar hasta tocar sus pies. Al mismo tiempo, el segundo oficial recibía en su estómago y de manera repetida las garras de Logan; el cual gritaba completamente fuera de sí. Y cuando el oficial cayó, Logan miró con furia a Cornelius. Transpiraba al mismo tiempo que gruñía mostrando los dientes. Por su parte, el doctor solo podía observar aterrado aquellos ojos que ahora lo juzgaban: llenos de ira. Pero entonces, la mirada del furioso hombre se relajó; cerrando los ojos antes de caer desmayado. 

—¡Es un maldito animal! —gritaba tiempo después Cornelius, en la oficina del Profesor mientras golpeaba su escritorio. 

—No creo que sea necesario exagerar el accidente de hoy —respondía amenazante el Profesor por detrás su escritorio. 

—¡¿Exagerar?! —preguntó Cornelius acercando un poco la cabeza—. ¡Un chico murió maldita sea! 

—Cuya familia le aseguro será recompensada —aseguró el Profesor en medio de un meneo de cabeza.

—¡¿No se da cuenta de lo que tiene?! Esas... garras.

—Lo sé más de lo que cree —respondió el Profesor, sorprendiendo de sobremanera al doctor.

—¿Qué está tratando de decirme? —preguntó Cornelius en lo que parecía un susurro. 

—He investigado al señor Logan... a fondo—respondió el Profesor arqueándose un poco en el respaldo de su silla—. Nagasaki. Seis de agosto del cuarenta y cinco. 

—¿El señor Logan estuvo ahí? —preguntó Cornelius. 

—Vaya que sí —respondió el Profesor—. ¿Sabe lo qué eso significa? 

—No... —respondió aterrado Cornelius.

—Significa que tomamos la delantera en la carrera armamentística, doctor —respondió el Profesor mientras se inclinaba para apoyar sus antebrazos en su escritorio. 

—No puede estar hablando en serio... 

—¡Oh hablo muy en serio Cornelius! —increpó el Profesor—. Nuestra gente vive con miedo. Miedo a que esos malditos comunistas decidan arrojarnos una maldita bomba. Dan cintas en las escuelas, diciéndole a los niños que si escuchan la alerta se agachen por debajo de una mesa, pero que estupidez. Pero nuestro gobierno se preocupa más por buscar la manera de poner a un hombre en una piedra que rota alrededor de la Tierra... —chisto después de decir aquello—. Solo para ganar el juego de ver quién tiene el pene más grande. ¿No se da cuenta? Nuestra rata de laboratorio sobrevivió a una maldita bomba atómica. Cuando terminemos con la inyección de adamantium... Solo imaginé las posibilidades. Un soldado que puede sobrevivir al mayor arma con la que ahora los comunistas nos mantienen asustados. Un ejército de un solo hombre. Un guerrero inmortal. 

—Está loco si cree que puede controlarlo —respondió Cornelius—... Renuncio al proyecto. 

—¿En serio? —preguntó el Profesor—. Porque sería una lástima que su bella esposa... no sé. Sufriera algún accidente de auto. 

—¿En qué rayos me metió? —cuestionó Cornelius entre dientes. 

—Usted leyó el contrato —respondió el Profesor poniéndose de pie—. No puede salirse, hasta que el proyecto esté concluido.  

Yukio saltaba entre las paredes del callejón, pero al llegar al suelo, retrocedió mientras parecía temer... Wolverine estaba a la mitad de este, parado; sangre goteaba de sus garras y la sombra del lugar no permitía ver su cara. Solo podía escucharse su transpiración furiosa. Como si fuera un animal conteniéndose. 

—¿Quieres matarme? —preguntó Yukio. 

Entonces Logan avanzó para así salir de las sombras; dejando ver su rostro y guardando sus garras. 

—¿Estás bien? —le preguntó el mutante, a lo que ella asintió con la cabeza. Pero entonces la luz roja y azul seguido de sirenas dio la señal—. ¡Vámonos!

Es así como en momentos después, Logan abría la puerta de su hotel de manera brusca, gritando mientras se movía por el mismo: 

—¡Asano! ¡Asano!

—Parce que tu amigo no está —dijo de manera sarcástica Yukio; cerrando la puerta tras de sí.

Pero esto solo ocasionó que Wolverine la mirara con rabia; acercándose de manera brusca a ella para así tomarla del cuello y estrellarla contra un muro mientras rugía.

—¡¿Qué tienes que ver en todo esto?!

—No-no... —trataba de hablar Yukio.

—¿No qué?

—Shingen me quiere muerta tanto como a ti, Wolverine.

—¿Por qué?

—Si me dejas respirar...

Y en medio de un gruñido Logan la dejo caer en el suelo. Yukio se tomó del cuello mientras exclamó:

—El nombre real de la esposa de Shingen... Es Yuniko Takashi. La gobernadora de Tokio. Ella a llevado el poder criminal de su esposo a la política. Quiere deshacerse de cada Oyabun que exista sobre la faz de este país..... Desea tener todas las familias Yakuza a su cargo. Su objetivo final es tener a Japón a sus pies. Y solo yo-y ahora tú- sé, que Yuniko y Lord Shingen, son la misma persona. Contrato a La Mano para matarme —aseguró angustiada, y entre suspiros miró a Logan—. Protégeme.

—¿Para eso me buscaste?

—No Wolverine... Cuando te recogí en los callejones Giza de Tokio, planeaba tener que huir de La Mano contigo durante días estando inconsciente.

—¿Entonces por qué me buscaste?

—Porque veo en ti, el hombre por el cual siempre soñé. Quiero que seas mío, Wolverine. Quiero ser tuya —dijo mientras se relamía los labios—. Soy orgullosa. Pero por ti, me lo tragaría y me inclinaría ahora mismo para suplicar por tu amor —aseguró, mirando el rostro de inquietud y extrañeza en Logan.

El agua de la regadera salía disparada mientras Logan dejaba que esta le tocara la cara; pasándose la mano por la nunca mientras con la otra se apoyaba en la regadera.

—"No tiene honor —recordó la voz de Shingen—. ¡No es un hombre!

*Wolverine cerró los ojos; dejando que su mente viajara...*

—Un animal..."

El héroe abrió los ojos al mismo tiempo que el contacto femenino. Una mano delicada tocaba su hombro. Cuando Logan se giró, se encontró con Yukio. Y miró, como las cálidas gotas de agua recorrían su piel desnuda. Entonces la acarició un poco del hombro, mientras ambos se veían fijamente. Entonces la besó... La besó dejando que su mente fluyera.

Los besos pasaron a gemidos de ambos. Yukio apoyó su barbilla en el hombro de Logan mientras casi y lo araña de la espalda.

—Muéstrame —le pidió—. Muéstrame lo que más hiere a tu corazón.

Los ojos de Logan se abrieron de manera preocupante. Todo mientras Yukio seguía gimiendo, apenas y logrando hablar...

—Muéstrame tu acto de amor más puro...

—Uruvu~arin: Wolverine. —La voz de Mariko...

—Muéstrame al animal.

Logan abrió los ojos. Sintiendo el agua tocar su rostro mientras se apoyaba en la pared... solo.

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