The Little Red Girl

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No recuerda a la perfección cuando la conoció, aunque a la primera en que se dejaba caer en la pregunta de "¿Cuando fue más o menos?", su cerebro lo transportaba a ese momento en una reunión que se dio en un intento de hacer de ambos niños casi normales.

Recordaba el increíblemente denso ambiente, ella con ropa de civil y él con sus lentes de sol, también en ropa de civil pero con una sonrisa en la cara, muy diferente de la indescifrable expresión de la niña.

Sus rasgos hablaban de alguien que no era exactamente del país, quizás ni del continente o puede que fuera simplemente exagerado en su mente.

-Entonces... -ella levantó una ceja, obviando el no poder entenderlo, poniéndose roja de la aparente vergüenza- no te preocupes, no es tu culpa el no entenderme -sus palabras de apoyo fueron por nada, ella se veía aun más confundida que antes y hasta se puso más roja por la vergüenza, llegando a un punto que ya no parecía normal.

Esa fue la primera vez que, según sus recuerdos, conoció a (...), de su nombre original ni idea, pero ahora era (...) Rojo, o así le decía en broma ya que Tornado Rojo era su tutor provisional por ese tiempo sin olvidar el que cada vez que no entendía algo a la primera toda su cara terminaba enrojecida por la vergüenza, (...) Rojo era el nombre perfecto por ambas razones; no eran muy unidos, casi cercanos, excepto por el tema de que él empezaba su vida como ayudante de Batman y ella solo era una niña que se quedaba en casa aprendiendo de máquinas.

Iban por diferentes rumbos desde un inicio, pero parecía ser una broma de mal gusto que dos huérfanos terminasen ayudando a un super héroe cada uno.

De momentos sabía algo de ella, más por menciones de Alfred que preguntaba de la nada si es que la señorita (...) se volvió a contactar, dando siempre la misma respuesta cada vez que respondía una y otra vez.

-La señorita (...) es quizás la única niña cercana a su edad con la que puede hablar sin restricciones de su actual estilo de vida.

Eso no era una mentira y para ser sincero ya se estaba olvidando de ella.

Cuando volvió a ver a la niña llamada (...) Rojo en su mente, fue en el monte justicia.

-¡Robin! -le había llamado una joven que se veía un poco más alta que él, con ropa de color negro y con bolsas de tiendas de ropa en las manos, preguntando por Superboy aun sin conocerlo.

Solo podía decirlo de una manera: Wow.

(...) Rojo había cambiado bastante, incluso más que el tiempo en que estaba flotando alrededor de flecha roja, pero no sabría decir si para bien o para mal desde su punto de vista; para él, (...) Rojo no hablaba, se ponía roja en unos segundos si es que alguien se le quedaba viendo o si no entendía algo en general.

-Pasa el número 13 -pero ahí estaba ella ahora, debajo de una moto junto a Superboy, ambos hablando de cosas de mecánica mientras arreglaban una moto que él se había encontrado.

(...) siempre fue callada, muy tímida, quizás fue eso lo más chocante al verla abordar tan bien a Superboy, claro, en un inicio fue muy precavida cada vez que se acercaba a él, pero antes de sí quiera notarlo esos dos eran tan cercanos que ella le compraba su ropa o lo acompañaba a comprar ropa cada fin de semana cuando perdía una camiseta nueva tras cada misión.

-¿No estas enojada? -los encontró por pura casualidad en el camino al cuarto de (...), ambos conversando mientras Superboy llevaba en sus manos retazos de tela de color negro.

-No lo estoy -tomó en su mano parte de los retazos, sin quitar de su rostro esa calma que no le conocía- al menos esta camiseta tuvo un buen uso.

No tenía la menor idea de lo que estaban hablando pero era increíble ver que no la mandaba por un caño como usualmente hacía con el resto.

Por lo general él iba con Canario Negro para que le diera su usual visita al psicólogo, Wally y Superboy eran los que iban más con (...), entonces, se dijo, ¿por qué no me doy una vuelta?

Así es como podía explicar estar sentado en sofá cama mientras ella estaba sentada en su cama, ambos en su cuarto, quizás debió hablarle de algo que no fuese de su aventura con su maestra de geografía, pero quería verla avergonzada, como en esos tiempos de antaño.

-Te soy sincera, no quería escuchar de tu vida sexual -estaba roja hasta las orejas, avergonzada al punto de que hasta le saltaban las lágrimas, haciendo un inútil intento de ocultar sus emociones tan visibles con su mano- menos de este concepto de telenovela.

-Quería decírselo a alguien -se deja caer a un lado en el sofá, estirando su cuerpo por todo lo largo, poniendo sus zapatos en el borde con el posa brazos- aunque ahora es algo problemática, me busca, y es algo así como dijiste, una temática de telenovela porque creo que por estar con un chico de 15 ella volvió a tener la misma edad, de forma mental, claro -señaló su cabeza, haciendo énfasis en las últimas palabras.

-No hables así -no sabía si se estaba abrazando a sí misma o estaba cruzada de brazos, fuera como fuera, estaba levantando su pecho, recién entonces se dio cuenta de que ella no tenía sujetador o solo usaba un deportivo.

Se iba más por la primera opción.

-Bueno, digo que también es tu culpa, ¿Cómo se te ocurre meterte con una maestra que verás los próximos años de tu vida escolar? -negó con la cabeza junto a sus palabras, aunque estaba algo más perdido en su pijama, ni modo, ya prono serían las 10- Claro, no soy quien para meterme, me disculpo si te incómodo pero mi opinión, si quieres oírla, es hablar con esa mujer.

Esa respuesta de niña consiente le molestó un poco, demasiado correcta y buena con los sentimientos de otros.

Cualquiera podría sacarle partido a eso y era molesto porque ella les dejaría seguir haciéndolo.

Gente así, en su ciudad, se perdería para siempre.

Tiempo después, lo notó, y se sintió tonto de no haberlo hecho antes, de no haber notado esos detalles cuando se sentía tan conocedor de las mujeres, de no haber notado su postura derrotada o de ese distanciamiento, pero todo cuadraba cuando los veía a uno del lado del otro.

A (...) le gustaba Superboy, y este tenía un relación con Megan.

Sonrió, sin querer meterse en esos temas, preguntándose si debía comprar palomitas de maíz con mantequilla o unos nachos para la función que iba a acontecer.

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