02; EL PRÍNCIPE

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EL PRÍNCIPE

Aegon reconocía que quizás había exagerado, pero ¿cómo se supone que debía reaccionar cuando el rostro de Viserys Targaryen entró en su campo de visión? Claro que no desvío gritar y patalear como un mimado, pero solo había tenido un par de horas de haber llegado a esa nueva realidad así que verlo le había causado un ataque de pánico. Lo único que logró calmarlo fue Rhaenyra sosteniéndolo una vez más, besando su cabeza mientras le susurraba que estaba bien. Desde ese día habían decidido que nadie podía cargarlo hasta que se acostumbrara a otras personas.

Eso había sido hace siete meses atrás. Ahora si tenía que socializar con su familia. La primera persona que logró cargarlo sin que gritara como si estuviera muriendo fue Rhaenys y solo porque llegó con una maraca azul que sacudió frente a su rostro para distraerlo mientras lo cargaba. Aegon sinceramente no se dio cuenta que estaba en brazos de la mujer hasta que intentó agarrar la maraca y esta cayó al suelo porque no podía sostenerla por sí solo. Con el juguete en el suelo sus ojos fueron al rostro de la mujer y entonces se dio cuenta que quizás no era tan malo que otros lo tomaran en brazos.

La maraca se convirtió en su juguete favorito y siempre lo llevaba a todos lados sacudiéndola con fuerza cuando quería atención, o cuando Viserys abría la boca porque era divertido interrumpirlo. Solía sacudir la maraca de más cuando estaba cerca de Otto o Alicent porque descubrió que a ambos les disgustaba el sonido, aunque la segunda lo evitaba a toda costa. La primera vez que Aegon la vio había gritado tanto que su garganta dolió por tres días seguidos y Rhaenyra se desesperó de escuchar como se quejaba por el dolor.

Gracias a las doncellas de su madre se enteró que Rhaenyra y Alicent habían discutido el día que ambas entraron en labor de parto, al parecer rumores decían que Rhaenyra había quedado embarazada antes de casarse y Alicent la cuestionó, cosa que no acabó bien porque ninguna de las dos estaba lista para dar a luz. El hijo de Alicent había nacido sin vida y ella culpaba a Rhaenyra de eso, aunque Aegon sabía que era su culpa porque él decidió que Rhaenyra sería su madre. Algo que haría mil veces más.

Había aprendido a gatear una semana antes de su séptimo mes, estaba solo con Laenor cuando lo hizo. Su padre estaba escribiendo una carta a su hermana cuando él decidió que era tiempo de gatear y se movió desde dónde estaba en el suelo hasta su padre que lo miró con los ojos bien abiertos al darse cuenta lo que había hecho. Ese día lo bañaron con cariño y su madre no dudó en asegurar que todos en la fortaleza se enteraran del pequeño logró de su hijo. El Rey le regaló un collar de oro por eso.

Él casi le lanza la maraca en medio de la cara.

—¿Aegon?—escuchó la voz de Rhaenyra—¿Dónde estás?

Él parpadeó mirando la oscuridad a su alrededor. Estaba debajo de la cama, no sabía por qué, pero le había parecido interesante ver qué había debajo de la cama. Con movimientos algo torpes gateo hasta llegar a la sábana que colgaba por el borde de la cama y salió, seguramente con la ropa sucia. Cansado de gatear por cinco minutos se sentó en el suelo y dejó salir un sonido de disgusto al ver sus manos sucias.

—Ahí estás—levantó la mirada para ver a Rhaenyra. —¿Qué hacías debajo de la cama?

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando Rhaenyra se inclinó para levantarlo y sus pies se movieron con felicidad al ser elevado en el aire, ella también estaba sonriendo y no dudó en pegarlo a su pecho, sin importarle que estaba sucio.

—¿Qué encontraste?—con delicadeza tomó una de las manos de Aegon e intentó limpiar el polvo—¿Solo polvo? ¿No encontraste oro?

Aegon dejó salir una risa y se tiró hacia adelante para abrazarla. Nunca se iba a cansar de eso. Rhaenyra se rio y besó su cabeza, murmurando algo sobre un baño que él no escuchó bien.

Después de bañarlo y cambiar su ropa por segunda vez en el día, la primera había sido cuando regó leche sobre su camisa por accidente, fue sacado de la habitación. Tenía su maraca en una mano, apoyándola en el pecho de Rhaenyra para que no fuera a caerse, y en su otra mano llevaba un muñeco de trapo en forma de dragón que su madre le había obsequiado. Su pequeño viaje se detuvo en el Godswood y él dejó salir un sonido de felicidad al ver la manta extendida bajo la sombra del weirwood y la cesta que seguramente estaba llena de su fruta favorita.

Esa se había convertido en una tradición, por las tardes después de la reunión del concejo Rhaenyra lo llevaba al Godswood y mientras él jugaba ella leía, después de eso Laenor aparecía y se lo llevaba a volar con Seasmoke. Aunque él temía que esa segunda parte de la tradición fuese a terminar pronto porque sabía que en cualquier momento Laenor se iría a la guerra de los Peldaños de Piedra, seguramente después de su primer día de nombre.

—Hoy vamos a leer sobre Aegon y la conquista—con cuidado fue puesto sobre la manta, junto a su madre que tomó un libro grueso y lo puso sobre sus piernas—, la historia de nuestra familia.

Aegon soltó la maraca y llevó la cola del muñeco de trapo a su boca para morderla como hacía siempre que sus encías comenzaban a picar gracias a los dientes que recién comenzaban a salir. Rhaenyra sonrió y dejó el libro por un momento para abrir la cesta y sacar un cuenco lleno de frutas frescas. De inmediato Aegon dejó de morder el muñeco y aceptó la fresa que su madre le pasó, estaba algo fría así que cuando la puso en su boca para morderla sintió algo de confort en su encía.

—Con cuidado—la mano de su madre tomó la fresa y la sacó de su boca—, puedes ahogarte.

Él soltó el muñeco y aferró sus manos a la de su madre, sosteniendo la fresa a su alcance, apenas tragó lo que tenía en la boca abrió la boca y Rhaenyra acercó aún más la fresa. Los ojos de la princesa revisaron la boca de su hijo y pudo notar dos dientes sobresaliendo en la encía inferior.

—Mi pobre niño, debes estar sufriendo—Aegon la miró, sus ojos cerrándose por un segundo y su nariz arrugándose porque la fresa estaba algo ácida—. ¿Te gusta?

Aegon balbuceo y abrió la boca otra vez, pidiendo más. Cuando terminó de comer la fresa Rhaenyra le limpió la boca con un trapo y él agarró la nave de madera que no estaba muy lejos de su pierna para jugar. La voz de Rhaenyra leyendo la historia de Aegon mientras él jugaba era calmante, hace tiempo había hecho paces con que era un bebé así que se dispuso a disfrutarlo tanto como podía.

La nave de madera fue puesta junto a la pierna de Rhaenyra y justo entonces Aegon notó que había una mariposa volando cerca de ellos. La mariposa era azul y por un segundo se acordó de Helaena, un nudo se formó en su garganta y antes de que se diera cuenta ya estaba gateando detrás de la mariposa. Rhaenyra se dio cuenta y cerró el libro para verlo, la princesa sonrió con dulzura al verlo sentarse frente a un arbusto para seguir observando la mariposa. La mariposa voló sobre Aegon antes de pararse en su nariz, el niño levantó sus manos para agarrarla y acabó estornudando haciendo reír a su madre que se levantó para ir por él.

—¿Te diviertes?—Rhaenyra lo levantó y acarició su mejilla con delicadeza, Aegon la miró con sus ojos brillantes e inocentes.

Aegon miró detrás de Rhaenyra y su pequeño cuerpo se tensó, cerca de la entrada a la fortaleza estaba Alicent Hightower, vestida de rojo y con el rostro pálido. Sus ojos estaban fijos en él y su entrecejo se frunció como siempre hacía cuando lo veía observándola. El miedo llenó a Aegon entonces, en el fondo de su mente podía escuchar los gritos de la mujer y el sonido de su mano impactando contra su mejilla, sus ojos se llenaron de lágrimas y no dudó en ocultar su rostro en el hombro de su madre. Rhaenyra dejó salir un sonido de sorpresa y se giró para ver qué había molestado a su hijo, cuando sus ojos se encontraron con Alicent ella también se tensó.

Por suerte Laenor llegó en ese momento y rompió la tensión avisando que se lo llevaría a volar. Pasó de los brazos de Rhaenyra a los de Laenor, pero no dejó de ocultar su rostro, no quería verla y recordar, solo quería disfrutar del amor de sus padres. Laenor le acarició la espalda y besó su cabeza susurrando su canción favorita de cuna, la que siempre lograba calmarlo. Aegon no levantó la cabeza hasta que estuvieron en el pozo de dragones con Seasmoke, el dragón lo olfateó como siempre haciendo que él riera y extendiera una mano para acariciarlo.

—Cuando tu huevo eclosione y tu dragón crezca te enseñaré a volar—Laenor le prometió y él lo miró con los ojos bien abiertos.

La única cosa que no le gustaba de esa vida, aparte de los Hightower, era que su huevo aún no eclosionaba, pero él no se apresuraba porque sabía que Sunfyre pronto llegaría a su vida. Solo tenía que esperar.

Por mientras disfrutaría volar con Seasmoke, Syrax, Meleys y Vhagar. No importa que dragón fuera, siempre disfrutaba volar amarrado al pecho de cualquiera de su familia, incluso Laena que se había convertido en su tía favorita. Aunque volar siempre lo hacía sentir cansado, después de varios minutos en el aire apoyó su cabeza en el pecho de su padre para escuchar el latido de su corazón y sus ojos se cerraron, listo para tomar una siesta.

Cuando despertó lo hizo estirando sus brazos sobre su cabeza, parpadeo para acostumbrarse a la luz y se dio cuenta enseguida que estaba en la habitación de sus padres. Estaba por dejar salir una queja para alertar que estaba despierto cuando un rostro conocido apareció sobre su cuna. La respiración se le cortó y el pánico lo llenó al ver los ojos de Alicent mirarlo con odio mal oculto. Su cuerpo se sacudió con la fuerza de su llanto, el grito salió más alto y desgarrador de lo que esperaba, pero al menos alertaría a cualquiera que estuviera cerca. Alicent frunció el entrecejo y se alejó de su cuna dejando que otra persona se asomará, Otto lo miró con una ceja levantada y él sintió terror. ¿Qué hacían ellos ahí? ¿Dónde estaban Rhaenyra y Laenor?

—Malcriado—sentenció el hombre.

Otto desapareció de su campo de visión dejando que una doncella se asomará ahora. Aegon la reconoció como una de las doncellas que algunas veces limpiaba la habitación de su madre, traidora. La mujer lo levantó para calmarlo, pero él comenzó a mover sus pies y sus manos tratando de mantenerla lejos, no quería a una traidora. Sabía que su garganta iba a doler por días una vez más, pero prefería eso a estar solo con los Hightowers una vez más.

Por suerte ambos salieron de la habitación apenas se dieron cuenta que él no dejaría de llorar y gritar, pero ni siquiera cuando se fueron dejó de hacerlo, solo se detuvo cuando Rhaenyra entró a la habitación con preocupación escrita en su rostro. La princesa fue hasta la doncella y lo arrebató de sus brazos, él no tardó en ocultar su rostro en el hombro de su madre, el llanto cedió, pero las lágrimas siguieron cayendo.

—¿Qué le hiciste?—demandó Rhaenyra con un tono duro.

—Princesa, el príncipe despertó de mal humor, le juro que no hice nada—la mujer bajó la cabeza.

—Te pregunté qué le hiciste—volvió a presionar—. Aegon no solo despierta de mal humor gritando de esa forma—el Rey ingresó en la habitación acompañado de sir Harrold—. No volveré a preguntarte.

—Princesa, le juro...

—Sir Harrold quiero que esta mujer abandone la fortaleza y nunca más ponga un pie aquí—demandó Rhaenyra sin dejar de mirar a la mujer con fuego en los ojos.

—Rhaenyra, no tomes decisiones apresuradas—el Rey intervinó.

—Aegon estaba gritando, claramente le hicieron algo, padre—la princesa miró al hombre sin cambiar su tono de voz duro.

—Sir Harrold—Viserys asintió hacia el hombre.

La mujer trató de disculparse mientras era sacada de la habitación, pero nadie la escuchó. Apenas la puerta fue cerrada Rhaenyra se relajo un poco y besó la cabeza de Aegon, susurrando palabras de cariño en su oído. Aegon levantó la cabeza para mirarla y subió sus manos para agarrar el rostro de su madre y poder juntar sus frentes. Rhaenyra sonrió y cerró los ojos.

—Está bien, cariño, no dejaré que te hagan daño—susurró antes de besar la mejilla de su hijo.

Viserys los observó con una sonrisa y se acercó para pasar una mano por la cabeza de su nieto. Aegon lo miró y parpadeó varias veces antes de estirar una mano para inocentemente tirar del cabello de su abuelo haciendo reír a su madre.

Si, estaría seguro con Rhaenyra.

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NOTA:

Viserys: A-

Aegon: *sacude la maraca* cállate.

No saben lo bonito que es escribir a Aegon chiquito con Rhaenyra y Laenor, me da mucha felicidad.

En el siguiente capitulo será la celebración del primer cumpleaños de Aegon, su primera palabra, sus primeros pasos, Aegon sacando de quicio a todos, Laenor yendo a la guerra, y Aegon visitando a su familia en Driftmark porque todos sabemos que entre sus abuelos Rhaenys es la favorita.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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