11; EL FUTURO DEL REINO

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EL FUTURO DEL REINO

Su mundo estaba de cabeza.

Literalmente.

La risa de Aegon resonaba en el patio, el niño estaba siendo cargado de cabeza por sir Harrold que lo llevaba de regreso a la fortaleza después de un viaje a la fosa de dragones. El comandante de los capas blancas tenía una sonrisa en el rostro que era resultado de las risas del príncipe. Aegon estiró una mano y saludó a los sirvientes que pasaban riendo al ver cómo lo llevaban, muchos diciendo que parecía un bebé dragón colgado del brazo de su futuro jinete. La comparación le hizo recordar a Sunfyre, su pequeño compañero que crecía en la fosa de dragones, el futuro dragón de Aemond. Estaba por hundirse en esos pensamientos que lo harían llorar sin duda alguna, ya estaba abriendo la boca para pedir que lo bajaran cuando su papá apareció por una esquina acompañado de Joffrey Lonmouth.

—¡Papá!—gritó con emoción estirando sus manos hacía él.

Sir Harrold lo volteo con cuidado, Aegon volvió a reír cuando sus pies tocaron el suelo y casi se cae por el mareo. Cuando se recompuso corrió hacía su padre que se agachó para recibirlo con los brazos abiertos.

—¿Te divertiste?—le preguntó Laenor besando su cabeza.

—¡Mucho!—exclamó abrazando el cuello de su papá cuando este se levantó con él en brazos. —¡Hola!

—Príncipe—Joffrey sonrió levantando una mano para saludarlo con el mismo entusiasmo.

—Gracias, sir Harrold, yo me encargaré de este pequeño terror—Aegon dejó salir un sonido de queja.

Sir Harrold se despidió con una reverencia y siguió su camino dejándolos atrás. Aegon hizo un puchero y miró a su padre ofendido, él no era un pequeño terror. No, era un santo.

—Parece que ofendió al Príncipe, mi Lord—Joffrey levantó una ceja, divertido con la escena frente a él.

—Lo siento, mi príncipe, ¿me perdonas?—Aegon miró a su papá y negó con la cabeza, pero volvió a abrazarlo cuando comenzó a caminar. —Supongo que debo ganarme tu perdón, mi Príncipe.

Aegon mantuvo su puchero hasta que llegaron a su habitación, su madre no estaba ahí así que tuvo que perdonar a su padre para poder tomar su siesta. Laenor fue quién le ayudó a darse un baño y vestirse, también lo metió en la cama y le cantó una canción de cuna para ayudarlo a dormir. Sus ojos no resistieron mucho y se quedó dormido en poco tiempo abrazando su peluche de Sunfyre. Laenor observó a su hijo dormir en paz y se inclinó para besar su frente antes de levantarse, debía ir al patio a entrenar así que dejaría a su hijo al cuidado de una de sus cuidadoras.

La mujer llegó a la habitación poco después que Laenor se fuera y sonrió al encontrar al Príncipe dormido con la boca medio abierta. Sin hacer ruido, se dispuso a limpiar la habitación y ordenar los juguetes del niño, que no eran muchos ya que a Aegon le gustaba guardar sus propios juguetes al terminar de jugar. Rhaenyra llegó cuando la doncella terminaba de guardar la ropa del Príncipe, la Princesa fue directo a la cama de su hijo para verlo y besar su cabeza con cuidado de no despertarlo. Una vez se aseguró que su hijo no iba a despertarse ni aunque atacaran la fortaleza Rhaenyra volvió a irse para seguir con sus deberes.

Esa misma tarde Daemon regresó de su viaje, el hermano del Rey apareció con una sonrisa y un dragón de madera en la mano. Aegon aún seguía dormido cuando su tío llegó y no planeaba despertarse, pero su tío no tenía consideración de sus horas de descanso. No, Daemon Targaryen simplemente invadió la habitación de su sobrino con todo el escándalo que podía hacer. El joven Príncipe despertó exaltado, sus ojos llenos de lágrimas y su corazón a punto de salir de su pecho por el susto. Apenas Aegon vio el rostro de Daemon le lanzó a Sunfyre en la cara y se puso a llorar.

—Llorón—Daemon lo agarró y lo dejó en sus piernas—. Ya, deja de llorar.

Aegon lo miró mal, ¿así era como pensaba tratar con sus hijos cuando nacieran? Pobres niños.

—No—gritó el niño poniendo una mano en la cara de su tío para alejarlo—, Amon, no.

—Niño insolente—Daemon se levantó poniéndolo bajo su brazo, cargándolo cómo uno cargaba un costal—, te traje regalos.

La mención de los regalos hizo que dejará de llorar. Aegon parpadeo y levantó la cabeza para intentar mirar a su tío, pero el hombre no lo miró. Daemon se sentó en una silla junto a la chimenea y lo sentó en sus piernas una vez más. El niño miró con curiosidad como el mayor buscaba algo en su cinturón, sus ojos abriéndose de más cuando reconoció un anillo con el símbolo de la casa Arryn.

—Tu abuelo dijo que te gustaba el que él tenía—le extendió el anillo de oro—, Lady Jeyne solo me aceptó en sus tierras porque le hablé de tu interés por ese lado de la familia.

Aegon giró el anillo en sus manos, era parecido a los que ya tenía de las casas Targaryen y Velaryon, anillos que guardaba muy bien en un cofre en la habitación de sus padres. Daemon lo observó en silencio, viendo cómo giraba el anillo con una sonrisa.

—Abu Aemma—dijo de repente Aegon levantando la cabeza para ver a Daemon.

El mayor se tensó, cuando su hermano le dijo que Aegon hablaba de su difunta abuela no lo había creído, pero ahí estaba la prueba. El niño sonreía ampliamente tras mencionar el nombre de la mujer que nunca logró conocer.

—¿Te gusta?—decidió ignorar la mención de su prima.

Aegon asintió y abrazó a su tío como agradecimiento, Daemon le regresó el abrazo palmeando su espalda. Su tío también le regresó el dragón de madera que se había llevado la última vez que se vieron y Aegon sonrió con inocencia al recibir el objeto. Después de jugar un rato con el anillo Daemon anunció que iría a ver a su hermano, Aegon demandó ir con él aferrándose a su pierna y gritando. El mayor no pudo hacer nada para quitárselo de encima así que no le quedó de otra más que llevarlo.

Con su maraca en mano Aegon siguió a su tío sonriendo. Viserys los recibió con una sonrisa, aunque solo le dio la bienvenida a su hermano con un abrazo breve antes de enfocar toda su atención en su nieto que exigió sentarse con su abuelo. Los dos se sentaron en una silla, con Aegon en las piernas de su abuelo, y Daemon se sentó en la silla frente a ellos para hablar de su viaje. Aegon lo escuchó a medias, al parecer había recorrido el Norte solo para molestar a los Royce cuando voló sobre Runestone más veces de las necesarias.

Que provocador, pensó Aegon al escucharlo.

Una doncella les llevó aperitivos, leche tibia para Aegon y vino para los adultos. Su nariz se arrugó al oler el vino, pero por suerte ya no se alteraba con el olor. Aegon se sentó en el suelo a comer como el niño bien portado que era. Su plato tenía pan, queso, jamón y unas cuantas frutas, su merienda de casi todos los días. Estaba comiendo su pedazo de pan cuando su madre apareció, Rhaenyra ingresó en la habitación y apenas lo vio sonrió.

—Padre, tío—saludó acercándose a ellos—. Disculpen la interrupción, estaba buscando a mi hijo.

—Mamá—Aegon le sonrió agarrando una uva de su plato para ofrecérsela—, ¿uva?

—No interrumpes hija, ven, come con nosotros—el Rey le sonrió a su hija.

—Gracias, padre—Rhaenyra tomó la uva que le ofreció su hijo—, pero Aegon tiene una cita con la costurera.

Aegon hizo un sonido de protesta llenando su boca de queso, no le gustaba ir con la costurera, siempre tardaban demasiado con ella. Su madre lo miró con una ceja levantada, pero sonrió al verlo masticar con una mueca de molestia, demasiado tierno a sus ojos.

—Será rápido, lo prometo—estiró una mano hacía él.

—Cuando termines te llevaré a volar en Caraxes—ofreció Daemon llamando la atención de todos.

Sin duda alguna Aegon tomó la mano de su madre, pero antes de alejarse de la mesita le dio un último trago a su leche y tomó su maraca. Rhaenyra le sonrió en agradecimiento a su tío y comenzó su camino a la salida. Aegon se despidió de sir Harrold sacudiendo su maraca, el guardia le sonrió inclinando la cabeza como despedida. Ah, como quería Aegon al hombre, era como un tercer abuelo.

Como Aegon ya esperaba, la cita con la costurera fue demasiado larga, hasta su padre había aparecido a preguntar si ya habían terminado dos veces. Entendía que la celebración de su quinto verano era importante, pero ¿no podían hacer algo simple? ¿Por qué debía pasar por esa tortura? Lo único bueno fue que mientras tomaban sus medidas por milésima vez llegaron la Reina y sus hijos. Aegon sonrió al ver a sus tíos y los saludo con entusiasmo. Helaena le sonrió y corrió hacía él sin importarle que su madre miraba aquella acción con malos ojos, los dos se abrazaron riendo, Rhaenyra sonrió con ternura al verlos.

—No quiero algo que pueda sofocarlo rápido—comentó Rhaenyra ignorando a la Reina—, Aegon tiende a correr mucho, debe usar algo más ligero.

—Usaré telas ligeras, Princesa—le aseguró la mujer—. ¿Usará el mismo patrón de colores de siempre?

—No, está vez quiero usar los colores de la casa Arryn—Aegon giró la cabeza para ver a su madre desde dónde estaba con sus tíos en el suelo—. Yo también usaré los colores, pensé que podrías usar uno de los vestidos de mi madre como inspiración.

Un silencio tenso cayó sobre la habitación, incluso Aemond dejó de balbucear al sentir la tensión. Las doncellas presentes compartieron una mirada incómoda, pero nadie hizo el intento de romper el silencio, el único capaz de romper un momento tenso era Aegon así que lo hizo.

—Hela—llamó a su tía que en seguida giró para verlo—, ven.

Aegon movió uno de sus juguetes y ellos continuaron su juego ignorando lo que decían los adultos. Aemond, al ser el más pequeño de los tres, no jugaba mucho con ellos, pero siempre se mantenía cerca. Los tres niños se mantuvieron jugando, haciendo pausas para que pudieran medirlos y probar qué colores le quedaban mejor. Pasaron buen rato así, hasta que Laenor apareció una tercera vez para preguntar si habían terminado, Rhaenyra lo miró mal y casi le lanza lo que tenía en la mano por la interrupción, pero se contuvo porque Aegon corrió hacía su padre. Como era claro que Aegon no dejaría ir a su padre, se aferró a él con brazos y piernas, y Laenor no se iba a quedar ahí, decidieron ponerle fin a la cita.

—Tendré los trajes listos tan rápido como pueda, Princesa—le aseguró la encargada.

—Estaremos esperando.

Aegon se despidió de todos con una sonrisa, sentado en los hombros de su padre. La pequeña familia de tres, y Criston, caminaron por los pasillos de la fortaleza. El joven Príncipe iba de lo mejor en los hombros de su padre, sacudiendo su maraca de vez en cuando, hasta que vio a Daemon al final del pasillo. Apenas lo vio se acordó de su ofrecimiento de ir a volar con Caraxes. Con un gritó llamó a su tío, asustando a sus padres que no habían visto al hombre, Aegon se comenzó a reír de sus padres.

—Pequeño terror—Laenor se inclinó para dejar que Rhaenyra lo agarrara.

—¿Irás con el tío Daemon?—preguntó Rhaenyra dejándolo en el suelo, viendo como el mencionado se acercaba.

—¿Puedo?—preguntó con los ojos brillantes.

—Claro cielo—su madre besó su frente—, pórtate bien.

—Tienes mi permiso de darle dolores de cabeza—Laenor le sacudió el cabello.

Aegon dejó salir una risa y le entregó su maraca a su madre antes de correr hacía Daemon que lo apañó cuando se lanzó hacía él. El mayor asintió hacía sus sobrinos y acomodó al niño en sus brazos antes de darse la vuelta y alejarse otra vez. El niño sacudió su mano sobre el hombro de su tío para despedirse de sus padre que le regresaron la despedida sonriendo.

Aegon disfrutó volar en Caraxes, se la pasó riendo todo el viaje, Caníbal los siguió cuando dejaron la fosa de dragones. El enorme dragón negro voló guardando la distancia, pero sin perderlos de vista. Sobre la ciudad Daemon hizo que Caraxes escupiera fuego y Aegon tuvo que parpadear para borrar los recuerdos dolorosos de su mente. Le había costado empujar todos esos recuerdos al fondo de su mente, no era momento de revivirlos ahora. Volaron por buen rato, hasta que el sol comenzó a ocultarse y Aegon se sintió cansado.

La celebración de su quinto verano fue en Driftmark, en la playa a petición suya. Su abuelo había invitado a todo el reino a la celebración y Aegon disfruto de jugar con todos los niños que asistieron. Se hizo amigo de Cregan Stark, Aliandra Martell, Joffrey Arryn, Clement Celtigar, Alan Beesbury, y Cassandra Baratheon. Los ocho niños, contando a una tímida Helaena, pasaron toda la tarde juntos. Habían otros niños, pero solo ellos se hicieron realmente cercanos al joven Príncipe, aunque Aliandra había tenido sus dudas en un principio.

—Mi abuelo me regaló un barco enorme—comentó Aegon con emoción—, se llama El Águila.

—Como el símbolo de mi casa—Joffrey Arryn levantó la cabeza con una sonrisa.

—Mmh, en honor a mi abuela Aemma—Aegon sonrió.

—¿Podemos verla?—preguntó Aliandra.

—¡Si!

Los ocho niños rodearon a Laenor que no pudo negarse a llevarlos, claro que tuvo que llevar refuerzos para lidiar con ellos. La nave, El Águila, era hermosa y ondeaba los estandartes de los Velaryon y los Targaryen. Aegon había llorado cuando su abuelo se la presentó esa mañana y no se bajó hasta que su padre le dijo que era hora de comenzar la celebración. Jugaron a ser comerciantes, con Aegon como el capitán de la embarcación y Cregan como su mano derecha.

Laenor los observó con una sonrisa, en medio del juego y las risas podía reconocer que su hijo tenía material de capitán de barco. Sabía que lo había aprendido de verlo a él y su padre, Aegon siempre había sido rápido para entender las cosas así que no era sorpresa que hubiera aprendido a dirigir un barco con tan solo cinco veranos. Según los niños estaban en medio del mar, yendo hacía Braavos, y de repente un barco pirata los atacó. Entonces los adultos presentes tomaron el papel de piratas y comenzó la guerra por el control del barco. Claro que los niños salieron victoriosos, gritando y saltando con emoción al derribar al último pirata.

Aegon se lanzó sobre su padre que se quejó porque estás pesado, pero no lo apartó. Laenor lo rodeo con sus brazos y le besó la cabeza varias veces, Aegon se rio abrazándolo. Después de enviar a los demás niños de regreso a la playa, padre e hijo miraron el mar tranquilo, con Aegon en brazos de su padre a quién ya se le hacía algo difícil poder cargarlo, pero se rehusaba a dejar de hacerlo.

—Serás un gran capitán de barco—le dijo Laenor y Aegon giró la cabeza para mirarlo—, estás hecho para eso, puedo verlo—sus ojos se encontraron y el niño sintió que podría llorar al ver el orgullo en los ojos de su padre—. No estás atado a ser heredero de tu madre, puede ser lo que tu corazón desee, Señor de Driftmark o capitán de la mejor flota de todo Poniente.

Aegon recostó su cabeza en el hombro de su padre y pensó en lo que le había dicho. No quería el trono, lo odiaba, era una maldición para él. Driftmark era más tranquilo, le daba paz, pero entonces pensaba en sus hermanos y se retractaba de pensar así. No podía poner el peso de la corona sobre los hombros de Jace otra vez, debía darle la oportunidad de ser libre, feliz. Con un suspiro su padre besó su hombro y se movió para regresar a la playa. Su madre los recibió en la playa y él huyó para seguir jugando cuando su padre lo puso en el suelo. Rhaenyra lo vio irse y sonrió al notar que se unía a sus nuevos amigos en el suelo para jugar.

—Debiste verlo, jugaron a ser comerciantes y Aegon tomó el rol de capitán—comenzó Laenor cruzándose de brazos.

—¿Hablaste con él?—Rhaenyra se giró para mirarlo.

—Aún es muy joven, pero sé que cuando crezca tomará la decisión correcta.

Los dos miraron a su hijo y sonrieron, solo esperaban que Aegon tomará la opción que lo hiciera feliz, lo que menos querían era que fuese infeliz por el resto de su vida. Su niño merecía ser feliz.

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NOTA:

Decidí regresar los lunes de Thicker Than Water, será la única historia que actualice hasta que termine de escribir Dragon Soul.

Que bonita la relación de Aegon y Daemon, amo.

Quise darle amigos a Aegon porque en el libro y en la serie nunca se menciona que tenga amigos y no quiero que esté solito. En la historia cada uno de esos niños tendrá edad cercana a la de Aegon, con Aliandra y Cassandra siendo mayor por un año y el resto variando entre un año o dos menos que él. Sin embargo, como siempre, Cregan será el mejor amigo principal y el segundo será Joffrey Arryn.

En el siguiente capitulo ya se nos casan Daemon y Laena, pero las gemelas aún no van a nacer porque saque cuentas y estamos en 111 d. C. O sea, quedan dos o tres capítulos para que nazcan Jace y Daeron, y para que veamos qué va a pasar con Sunfyre.

¿Ustedes qué creen que Aegon deba ser? ¿Rey, Señor de Driftmark, o capitán de una flota grande?

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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