21; LOS SIETE REINOS PARTE III

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LOS SIETE REINOS PARTE III: EL DOMINIO

El castigo de Aegon fue quedarse encerrado en su habitación por tres días, casi salta por el balcón a mitad del primer día, pero por suerte sus amigos lo visitaron a escondidas de sus padres con ayuda de su cuidadora favorita. Por suerte lo dejaron salir en los últimos dos días de su visita y pudo correr por todos lados con sus amigos en busca de nuevas aventuras. Una de sus aventuras incluyó una serpiente que los asustó mientras caminaban por el desierto, Aegon casi se tira sobre Alan cuando la vio y gritó tan alto que estaba seguro que sus padres lo habían escuchado en la fortaleza. Pero sin duda alguna, la aventura que más lo impactó fue la que tuvo solo durante su último día en Lanza del Sol.

Estaba caminando por los jardines con tranquilidad, viendo a las mariposas y los pájaros volar, observando las flores mientras esperaba a sus amigos. No se dio cuenta cuando alcanzó una parte más alejada del jardín hasta que escuchó a alguien jadear. Se dio la vuelta tan rápido que casi pierde el balance, pero no vio a nadie así que pensó que se lo estaba imaginando. Iba a regresar sobre sus pasos cuando escuchó un movimiento a su derecha y la curiosidad le ganó. Se acercó con pasos suaves hasta que pudo ver detrás del muro que lo separaba de lo que sea que se ocultaba del otro lado y sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta qué era.

Dos personas besándose.

Dos hombres.

Sabía que su padre y su tío Joffrey estaban juntos, pero nunca los había visto besarse porque nunca lo hacían cuando él estaba cerca, así que verlo por primera vez le sacudió el alma. Tan rápido como había llegado se fue, corriendo sobre sus pasos de regreso al centro del jardín. Tenía las mejillas rojas y no por el sol, en ese momento agradeció que sus amigos no estaban con él. Estaba tan concentrado en huir que no se fijó por dónde iba y acabó chocando con alguien. Fuerte. Tan fuerte que hizo que la otra persona cayera al suelo y él sobre ella.

—¿Aegon?—sus ojos se encontraron con los de Cregan—¿Estás bien?

—¡Si!—le gritó en la cara.

Cregan lo miró confundido, como si hubiera dicho algo extraño.

—¿Podrías bajarte? Estás pesado.

Juró que sus mejillas se calentaron aún más, pero asintió moviéndose para levantarse. Ayudó a Cregan a ponerse de pie y le pidió disculpas por haberlo tirado, el menor solo sacudió una mano para restarle importancia, pero le preguntó si le había pasado algo. Aegon le contó lo que vio y Cregan solo lo observó por unos segundos, cuando intentó decir algo al respecto Clement llegó gritando sus nombres.

No volvieron a hablar del tema, pero Aegon podía sentir la mirada de Cregan sobre él casi todo el tiempo, como si quisiera decirle algo. No le comentó a más nadie sobre lo sucedido y siguió su vida como si nada hubiese pasado. Abandonaron Lanza del Sol por mar hacía El Rejo dónde pasarían tres días antes de pasar a las Tres Torres y finalmente a Antigua dónde irían a Hightower para que su madre hiciera efectiva la orden del Rey de destituir a los Hightower como los guardianes del Dominio.

Era casi karma que el día de nombre de Jacaerys cayera justo durante los días que estarían en Antigua por lo que tendrían que celebrar mientras los Hightower se fundían en su miseria al haber perdido a uno de los suyos, al que movía todo desde las sombras. Aegon estaba más que feliz de poder restregarles en la cara que estaba bien y no iría a ningún lado pronto. Su padre, por otra parte, parecía disgustado con tener que visitar a los Hightower una vez más y Aegon no lo podía culpar.

El paso por El Rejo y Tres Torres fue pacifico, la gente no parecía guardarles rencor y Aegon se encargó de ser adorable con ayuda de sus amigos. Sin embargo, su llegada a Antigua fue algo tensa. Fueron recibidos por el Septon Supremo que se disculpó profundamente por lo ocurrido con Otto y Aegon a lo que su madre respondió con amabilidad, pero Aegon podía notar que estaba molesta. Los Hightower juraron lealtad a su madre y a él como su heredero, una falsedad, pero ellos lo aceptaron para no armar una escena.

Estar dentro de la casa de las personas que le hicieron daño en la vida pasada y que en esa vida intentaron matarlo no lo dejó dormir durante dos noches seguidas. Por más que trataba de dormir, aún cuando trató con sus padres la segunda noche, no pudo lograrlo. Para la tercera noche ya no soportaba estar despierto, sólo había podido dormir bien durante el día cuando iba a visitar a sus dragones, estar con ellos le brindaba paz. La tercera noche se fue a la cama con sus amigos, pero después de dar tantas vueltas en la cama tratando de dormir decidió salir.

—¿A dónde vas?—Joffrey murmuró con el rostro medio enterrado en la almohada.

—Iré a ver a mis dragones, no puedo dormir—susurró.

—Aegon, es muy tarde—el de pelo castaño se giró para verlo bien—. No puedes salir solo.

—Duérmanse—Clement se movió para darles la espalda.

—Yo iré con él—Cregan se sentó asustándolos.

—Maldita sea, Cregan—Joffrey se puso una mano en el pecho—, avisa cuando te despiertes.

—Cállense—Alan pateó a Cregan que se quejó y le regresó el golpe.

—No dejan dormir—Clement se quejó sentándose—. ¿Qué pasa ahora?

—Nada—Aegon miró a sus amigos que se habían despertado por su culpa—. Siento haberlos despertado, no fue mi intención.

—Estoy despierto desde que te estabas moviendo como pez fuera del agua—murmuró Cregan.

Aegon lo miró mal.

—¿Podemos regresar a dormir?—Alan se quejó.

—Ven aquí, Aeg—Joffrey lo agarró por el brazo y tiró de él—, vamos a dormir.

Joffrey lo abrazó y tiró de Clement para que lo abrazara también. Era algo sofocante estar apretado entre ellos, pero no dijo nada, simplemente cerró los ojos y trató de dormir.

Le tomó un par de minutos volver a abrir los ojos y cuando lo hizo vio un par de ojos violetas mirándolo. Parpadeo tratando de aclarar su visión, pero esta solo se desenfoco aún más. El sonido de alguien cantando una canción de cuna en valyrio llegó a sus oídos acompañado de manos acariciando su cabello.

—Duerme, mi niño, nosotros cuidaremos de ti—alguien susurró antes de dejar un beso en su frente.

Cuando despertó al día siguiente lo hizo solo, con él solo estaba sir Criston que lo cuidaba junto a la puerta. Sin ganas de querer levantarse se acurruco en la cama y cerró los ojos una vez más. Su abuela había visitado sus sueños para decirle que iban a protegerlo, ella iba a protegerlo de todo. Aquel pensamiento puso una sonrisa en su rostro y no tardó en volver a dormirse. Se volvió a despertar cuando alguien se le tiró encima, escuchó voces a su alrededor, pero no pudo identificarlas porque la persona que le tiró encima le sacó el aire. Iba a patear a quién sea que se le haya tirado encima.

—Vas a matarlo, Alan—escuchó a Cassandra.

—Solo quería avisarle que nos iremos hoy.

Aegon abrió los ojos y se encontró con los ojos oscuros de su amigo mirándolo fijamente. Los dos se miraron por unos segundos hasta que él decidió moverse para ver a los demás. Clement y Joffrey estaban con Aliandra en la mesa viendo un libro que no podía reconocer, Cassandra estaba sirviendo jugo en unas copas, y Cregan estaba ayudando a Casandra. Todos estaban arreglados, él único que no estaba arreglado era él. Con pereza se levantó y Alan se bajó de la cama cuando notó que no iba a seguir durmiendo. Todos se reunieron en la mesa justo cuando varias doncellas llegaron con la comida.

No fue hasta ese momento que se dio cuenta que tenía hambre, quizás no debió dormir hasta tarde después de todo. Durante la comida hablaron sobre el adelanto de su viaje a Sotomiel. Alan estaba muy emocionado de visitar su casa con sus amigos y verlo así de feliz hacía que los demás sonrieran. No era mucho secreto que ellos lo sobreprotegen por ser el menor. Estaba terminando de comer un pedazo de carne cuando otro fue puesto en su plato, sus ojos se movieron hacía su derecha y se encontró con Cregan comiendo como si no acabara de poner algo en su plato. Su estómago dio un vuelco que le hizo bajar la mirada y sus mejillas se calentaron.

—Será mejor que dejemos a Aegon para que tome un baño—Cassandra se levantó de un salto—. Vamos, lo esperaremos afuera.

Los ojos de Aegon se encontraron con los de ella y notó una mirada que nunca le había visto, pero que decidió ignorar. Uno a uno sus amigos se fueron levantando para abandonar la habitación, el último fue Cregan que se detuvo por un segundo para mirarlo.

—Debes comer más, te saltaste el desayuno—murmuró antes de alejarse, sin darle la oportunidad de decir algo.

Se dio un baño rápido con agua tibia y se vistió con los colores de los Velaryon. Sir Criston lo llevó hasta el exterior de Hightower dónde sus amigos ya esperaban junto a los caballos que usarían en el viaje a Sotomiel. Su madre se iba a quedar dos días más en Hightower con su padre así que ellos solo irían con los guardias que harían de escoltas. Por suerte su tío Joffrey estaba entre esos guardias.

El viaje les tomaría máximo cinco horas ya que Sotomiel no estaba tan lejos de Hightower. Alan pasó todo el camino hablando sobre su familia y lo emocionado que estaba por tenerlos en su casa. Caníbal y Sunfyre pasaron volando sobre ellos, ambos dragones rugiendo como si estuviesen llamando a su jinete, Aegon levantó la cabeza para verlos y sonrió. Quizás podría ir a volar con ellos cuando llegaran a Sotomiel.

Sotomiel era hermoso, tal como Alan les había recalcado, y su familia fue muy acogedora con ellos. Pudo volar con Sunfyre esa tarde, mientras Caníbal descansaba, y lo hizo hasta que sintió que iba a quedarse dormido en la silla. Esa noche no le costó mucho quedarse dormido, tal parecía que la falta de sueño que sufrió en Antigua lo estaba alcanzando. Al día siguiente sus padres llegaron para el almuerzo y le dieron la noticia de que su madre estaba esperando a su segundo hermano. La noticia lo puso muy feliz y no dudó en abrazar a su madre prometiendo que iba a ser un buen hermano mayor. Jacaerys rio sin entender qué estaba pasando, pero se dejó cargar por su hermano que lo abrazó y besó sus mejillas con felicidad.

Sentía que estaba volando entre las nubes desde que le dieron la noticia que Lucerys estaba en camino, simplemente no podía ocultar su felicidad tras la noticia y todos podían notar que estaba muy feliz. La estadía en Sotomiel fue increíble, la familia de Alan los trató como si fuesen uno más de ellos. Fue realmente maravilloso sentir que era querido por personas que no eran parte de su familia. Antes la gente no lo quería, solo lo señalaban y susurraban cosas horribles de él, y no era como si estuvieran equivocados porque él fue una persona horrible en su vida pasada. Antes solo era capaz de cometer atrocidades, ahora podía ser mejor persona. Tenía el apoyo de su familia que era todo lo que necesitaba en el mundo.

—A veces me aterra pensar en el futuro—murmuró Cassandra durante su última noche en Sotomiel, con los ojos puestos en las estrellas que brillaban sobre ellos.

—¿Por qué?—Clement la miró con algo de duda.

—Me da miedo pensar que dejaremos de ser amigos una vez consigamos matrimonio—la mayor abrazó sus rodillas contra su pecho bajando la mirada para verlos—, no quiero que dejemos de ser amigos.

—Y nunca dejaremos de serlo—Joffrey le sonrió—, prometimos que seríamos amigos por siempre.

—De esta amistad solo se sale muerto—Aliandra recostó su cabeza en el hombro de Aegon.

—No me agrada la idea de morir—Aegon arrugó la nariz.

Antes lo había pensado, morir para salvarlos a todos, pero ahora estaba seguro de eso.

—No te dejaré morir—Cregan murmuró, apenas audible bajo el grito de Clement.

—¡Nadie morirá!—había gritado el heredero de Isla Zarpa luciendo escandalizado. —Si alguno de ustedes se atreve a morir voy a traerlos de regreso.

—Dramáticos—Aliandra se enderezó—, pero son mis dramáticos y así los quiero.

—Lo amo—Cassandra agarró a Cregan y tiró de él para abrazarlo—, mucho.

—¡Abrazo de grupo!—exclamó Alan.

Se abrazaron, tirados en el suelo, aplastándose entre ellos, y en ese momento Aegon sintió una felicidad inmensa. Puede que sea un príncipe y el heredero de su madre, pero antes que nada era un hijo y un amigo, y eso era todo lo que quería. Quería estar con las personas que más amaba en el mundo y protegerlas de cualquier mal, quería que estuvieran con él hasta el final. Ahí, siendo abrazado por sus amigos, se sentía amado y sentía que era merecedor de esa oportunidad que le dieron los dioses.

—Nunca cambien—murmuró Alan.

—Nunca crezcas—Aliandra le apretó las mejillas—, sigue siendo el bebé del grupo.

—¡No soy un bebé!

—Si lo eres—Clement le sacudió el cabello.

La conversación se convirtió en un juego de atrapadas rápidamente y los sietes se encontraron corriendo por el patio entre risas y gritos. Aegon vio a su tío Joffrey aparecer por una esquina y sin dudarlo corrió hasta él para abrazarse de sus piernas y usarlo de escudo. Joffrey no tardó en levantarlo sacándole un grito que llamó la atención de todos. Jugaron hasta que los mandaron a dormir y decidieron dormir todos juntos para seguir hablando.

Está de más decir que a la mañana siguiente apenas pudieron levantarse.

Después de Sotomiel viajaron a la fortaleza de Aguasclaras dónde se quedaron una semana. Desde que anunciaron el embarazo de la Heredera habían aumentado las precauciones en el viaje y hasta se había discutido sobre un regreso adelantado a King's Landing, pero Rhaenyra sabía lo importante que era el viaje para su hijo y no quería arruinarles el viaje así que se negó a regresar. Laenor solo la dejo ser, no quería discutir sobre cosas que él no sabía muy bien.

Aguasclaras fue bueno, los niños estuvieron más tranquilos que en otros lugares, pero su curiosidad era la misma y por eso hacían miles de preguntas para saciarla. Jugaron con los niños que residían en la fortaleza hasta cansarse y entablaron buenas relaciones con el heredero de la misma. Aegon voló con sus dragones y sus padres ahí, disfrutando de estar en el aire sin preocupaciones, recibiendo la paz que eso traía con los brazos abiertos. Cualquiera de los malestares que tuvo en Antigua desaparecieron por completo en Aguasclaras. Y mientras más se alejaba de Antigua, más se sentía en paz.

—¿Han pensado en su futuro?—preguntó Alan durante su camino a Alto Jardín.

—No realmente—Aliandra le respondió con un encogimiento de hombros.

—No—ante la respuesta de Aegon todos se giraron para verlo—, ¿qué?

—Eres el heredero del trono, deberías haber pensado en tu futuro ya—Clement le aclaró—. Yo pensé en mi futuro, solo me falta conocer a mi futura esposa.

—Yo también lo hice. O bueno, mi tía lo hizo por mi—Joffrey ladeo la cabeza—. Me casaré con una descendiente de los Royce.

—¿Y tu?—todos giraron la cabeza para ver a Cregan que se había quedado en silencio.

—No lo sé, no estoy seguro—el del Norte se encogió de hombros.

—Mmh, aún somos muy jóvenes para preocuparnos por eso—les recordó Cassandra.

—Además las cosas cambian, no vamos a desear lo mismo toda la vida—Aegon recostó su cabeza en la ventana del carruaje.

—Eso es cierto, los gustos cambian—Aliandra lo empujó con su codo.

Aegon la miró con el entrecejo fruncido, pero ella no lo estaba viendo, estaba mirando a Cregan que le estaba regresando la mirada. A él de verdad le causaba escalofríos ver esa mirada en Cregan, era un niño que se veía muy adorable, pero cuando ponía esa mirada de "cierra la boca" daba miedo. Tenía dos veranos menos que él y daba más miedo que él. Aegon pensaba que quizás debía pedirle clases para intimidar a los demás.

Llegaron a Altojardín a la hora del almuerzo y los Tyrell los recibieron con un banquete que los niños devoraron con gusto. Su estadía estuvo llena de vistas hermosas de las que ellos se maravillaron. Igual que en los otros lugares hicieron miles de preguntas que fueron respondidas y pudieron saciar su curiosidad. Tuvieron muchos paseos por los jardines y muchas comidas al aire libre, fue bonito estar en un lugar tan hermoso como ese y Aegon deseaba poder tener un cuadro de los jardines en su habitación.

—Podrías casarte con una Tyrell—opinó Clement cuando le dijo que le encantaba Altojardín.

—No seas bobo, deja de decir esas cosas—Aliandra miró mal a Clement.

—¿Qué...?

—No hablemos de eso—Cassandra lo interrumpió.

No volvieron a hablar del tema y Aegon comenzó a notar que sus amigas estaban extrañas, pero no solo ellas, Cregan también estaba extraño, pero no le prestó mucha atención a aquello. Sabía que cuando estuvieran listos hablarían con todos para decir qué los estaba molestando y mientras tanto él esperaría. Aunque había una parte de él que le decía que preguntara y era difícil aguantar el impulso de hacerlo.

Roble Viejo y Refugio Quebrado fueron sus siguientes visitas, entrando en las tierras del Oeste y comenzando su viaje a Casterly Rock. Aegon estaba aterrado de ir a Casterly Rock, pero tenía que enfrentarlo si quería seguir con su vida. Era el último hogar de sus mayores aliados en la vida pasada al que iría. Luego de eso estaría en las tierras de sus conocidos, de gente en la que confiaba. Ambas paradas fueron placenteras, los habitantes estuvieron maravillados con los dragones y los recibieron de buena manera, algo que él agradeció porque no quería una repetición de Dorne.

Cuando abandonaron Refugio Quebrado hacía Lannisport tomó una respiración profunda y pensó en su abuela.

Aemma estaría con él, lo sabía, ella siempre estaba con él.

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NOTA:

YYYY faltan cuatro partes más para terminar el viaje.

¿Se dieron cuenta del pequeño cambio que esta sucediendo y va a afectar el futuro de la historia? Los que siguen el canal de difusión saben de qué hablo así que no digan nada, es secreto.

Solo puedo decirles que el futuros de los niños ya fue escrito, ¿es malo? ¿es bueno? Lo van a descubrir pronto.

Espero que les haya gustado, gracias por leer, lucienne.

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