25; LOS SIETE REINOS PARTE VII

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LOS SIETE REINOS PARTE VII

No sabía dónde estaba, pero sabía que estaba en su cuerpo de niño, lo había confirmado cuando se asomó por el borde de la fuente y se encontró con su rostro de niño. Estaba, quizás, en su cuerpo de tres años, era un estimado. Sabía que estaba soñando porque aquel era el mismo lugar en el que veía a sus abuelos cuando lo visitaban en sus sueños, pero ya había pasado un tiempo y nadie llegaba. Había llamado por todos sus abuelos, pero ninguno respondió, así que decidió sentarse bajó la sombra del árbol dónde había conocido a Jocelyn y Aemon. Estaba concentrado jugando con las hojas que caían a su alrededor, tratando de atraparlas, cuando sintió cómo era levantado. Se le escapó un jadeo de sorpresa y sus pies patearon el aire, pero no pudo soltarse del agarre.

Solo esperaba que no fuese Maegor Targaryen el que lo estaba agarrando.

—Mira, Baelon, nuestro Aegon—la voz de una mujer se escuchó detrás suyo—, ¿no es hermoso?

Sus ojos se encontraron con los de su bisabuelo Baelon que se acercaba con una sonrisa.

—Claro que lo es, Alyssa—respondió cuando los alcanzó.

Aegon fue acomodado en los brazos de su abuela y entonces pudo verla. Ella le sonrió y él se maravilló porque era hermosa, además de que tenía un aura que le daba mucha paz.

—No tenemos permitido visitarte muy seguido, pero tu abuela insistió en que debíamos hacerlo—¿Su abuela Aemma?—Se supone que las visitas solo serían en casos extremos, pero todos queríamos conocerte.

¿Estaba diciendo que no se supone que debía conocerlos? ¿Su abuela Aemma lo había ayudado a conocerlos?

—Los dioses son muy estrictos con eso, pero vale la pena si podemos ver a nuestro Aegon—su abuelo acarició su cabello.

—¿No hablas?—Su abuela le apretó la mejilla derecha.

—Eres muy bonita—fue lo primero que dijo haciéndolos reír.

Se quedó con ellos escuchando sus aventuras de jóvenes, cómo su abuelo golpeó a Balerion un día, cómo su abuela humilló a su tío-abuelo Vaegon por meterse con su bisabuela Daella. Así se enteró de que posiblemente Vaegon aún esté vivo en Antigua, aunque se le hizo raro el no haberlo conocido cuando estuvieron en el lugar, pero no dijo nada al respecto. Su abuelo le contó sobre su hijo Aegon que no vivió ni el año completo, escuchar aquello le dolió, pero se sintió bien de ser un consuelo para su abuela que lo abrazó con fuerza.

—Al menos pude sostener a mi Aegon—murmuró besando su cabeza.

Cuando se despertó lo hizo con una sonrisa y sintiendo paz en todo su ser. Aunque el frío le borró la sonrisa un poco cuando comenzaron el último pedazo de su viaje hacía Winterfell. Cregan estaba emocionado, pero sabía cómo ocultar su emoción tras su máscara de neutralidad, Clement se burlaba de él porque parece un anciano en el cuerpo de un niño. Aegon solo reía de eso porque realmente, entre los siete, él era el anciano en el cuerpo de un niño.

—Llegaremos en unas horas—le avisó su padre pasando a su lado—, tengo que cuidar de Jacaerys así que no te alejes de tus tíos.

—Claro, padre.

Sus ojos dieron con sus tíos Joffrey y Harwin que iban hablando juntos hacía los caballos que usarían ya que Cregan quería que sus amigos vieran todo el paisaje de camino a Winterfell.

—¡Aegon, vamos!—Alan pasó a su lado corriendo—¡Es hora de irnos!

—¡Cuidado te caes!—gritó Joffrey.

—Niños, así son cuando crecen, ya no hacen caso—Clement apareció a su lado pasando un brazo por sus hombros.

—Solo somos dos años mayor que él—le recordó él dejándose llevar por su amigo.

—Detalles—el rubio sacudió su mano—. Joffrey es menor por un año y aún así lo trato como si fuese un bebé.

—No es apreciado—el mencionado pasó junto a ellos con Aliandra.

—Todos son unos bebés—la dorniense los miró sobre su hombro.

—Exclamó la anciana—Clement puso los ojos en blanco—¡Auch!

—No le digas así, insolente—Cassandra lo miró mal.

—Se me hacía raro que no hubieran golpeado a alguien aún—murmuró Aegon viendo como Clement sobaba su oreja.

Alcanzaron los caballos justo cuando Cregan estaba llegando, acompañado de los norteños que los escoltaban hacía Winterfell, y Aegon fue directo hacia el suyo. Ser Harwin lo ayudó a subir en el caballo y él le agradeció con una sonrisa encantadora, sus ojos yendo hacía el fondo de la caravana dónde Caníbal y Sunfyre comían en calma junto a Seasmoke, Syrax y Vermax. Le hubiese gustado ir con ellos, pero no quería dejar a sus amigos cuando se supone que el viaje era para pasarla con ellos.

El viaje no se sintió largo, no cuando estuvo hablando todo el tiempo con sus amigos. Los dragones alzaron el vuelo apenas terminaron de comer, aunque Aegon vio a Vermax descender y posarse en el hombro de su padre desde dónde estaba. Sunfyre, siendo más energético, se movía entre los otros dragones dando vueltas y chillando cuando alguno intentaba atraparlo entre sus dientes. Sobre todo Caníbal que de vez en cuando lo perseguía haciendo que su jinete pusiera los ojos en blanco. Su padre tenía razón, había domesticado a Caníbal de alguna forma.

Alcanzaron Winterfell cuando el sol estaba en su punto más alto, la gente que los veía pasar en el camino los saludaba y ellos regresaban el saludo de igual forma. Aegon se maravillo con todo lo que veía, nunca había estado en el norte y verlo por primera vez era una experiencia única. Cregan iba hablándoles un poco sobre la historia del lugar, de vez en cuando señalando algún lugar que tuviera importancia para él, también les habló de su hermano menor y les advirtió que era un poco travieso. Fuera de la fortaleza de los Stark Lord Rickon los estaba esperando en compañía de su hijo menor que no dudó en correr hacía su hermano mayor apenas lo vió. Los demás se enternecieron al ver al niño de tres inviernos abrazando a su hermano mayor.

—Bienvenidos a Winterfell—Lord Rickon los saludó con una sonrisa sincera—, espero que hayan tenido un buen viaje.

—Gracias a usted por recibirnos, Lord Stark, sin duda fue un viaje placentero—su madre saludó al hombre.

—Padre—Cregan avanzó hasta su padre.

—Hijo, ¿estás bien?—Cregan asintió. —Espero que no les haya puesto mucho trabajo.

—Cregan es un niño encantador, mi Lord—Laenor le sonrió al niño que le regresó la sonrisa.

—Y gruñón—murmuró Clement.

Los invitaron a pasar y se reunieron en la sala principal dónde los esperaba un banquete por su llegada. Los niños se sentaron en la mesa más cercana a la que ocupaban los adultos, después de que saludaran a los familiares de Cregan. Aegon se sentó en medio de Joffrey y Alan, directamente frente a Cassandra que estaba en medio de Clement y Aliandra, mientras Cregan tomaba su lugar a la cabeza de la mesa. Comieron tranquilos, dando una buena imagen como habían hecho en los primeros días de visita en cada casa a la que iban, imagen que desaparecía al día siguiente porque no podían evitar ser un desastre.

Después de comer se quedaron en la mesa hablando de lo que harían en el norte, habrían un par de días en los que sus padre irían al muro así que ellos se quedarían bajo el cuidado de los guardias y el tío de Cregan. Planearon expediciones al bosque y los lugares más cercanos buscando mantenerse entretenidos todos los días porque si no estaban entretenidos acabarían quemando algo por accidente. No es como si hubiese pasado antes pero era mejor evitar. Cuando se cansaron de estar sentados decidieron salir a ver el campo de entrenamiento, Cregan fue quién los guió y les contó sobre su experiencia en el lugar, no era sorpresa para ninguno que el niño pasará mucho tiempo entrenando.

—Deberíamos hacer una competencia—opinó Aliandra.

—Siempre que hacemos competencias me dejan ganar—se quejó Alan—, no hagamos eso.

—Es cierto, deben dejar de consentirlo—Clement pellizcó la mejilla de Alan que lo pateó en represalia.

Un juego de atrapadas surgió de aquella patada y pronto los siete estaban corriendo mientras gritaban. No era recomendable dado que acababan de comer, pero no había nadie que se los impidiera. Aegon tocó a Joffrey que dejó salir un grito de indignación antes de darse la vuelta y perseguirlo. Con suerte Joffrey pudo tocar a Clement dándole oportunidad a Aegon de ocultarse tras un muro de madera, Cregan y Aliandra estaban ahí susurrando hasta que Aegon llegó. La dorniense lo miró por un segundo antes de levantarse y gritar.

—¡Hey, deja a Cassandra!

La niña comenzó a correr persiguiendo a Clement, Aegon y Cregan la vieron irse preguntándose si debían ir a ayudar a su amigo.

—Deberíamos dejar que le de una lección—concluyó Cregan.

—¿A quién van a darle una lección?—los dos se sobresaltaron al escuchar la voz de Joffrey.

—Voy a amarrar una campana a tu cuello—Aegon lo empujó.

—No soy un gato—Joffrey puso los ojos en blanco.

—Pareces uno—Cregan lo empujó y se levantó—. Deberíamos regresar.

En su regreso a la fortaleza se encontraron al resto de sus amigos que se les unieron tras decidir que ya estaban cansados de correr. Regresaron juntos a la fortaleza dónde aún había gente en el banquete y se quedaron un momento más antes de ir a dormir. Aegon se bañó con agua caliente en los aposentos de sus padres, acompañado de Jacaerys que quiso compartir la bañera con su hermano mayor. Su madre lo peinó cuando salieron del agua y lo ayudó a vestirse para dormir mientras su padre se encargaba de Jace. Una vez estuvo listo se despidió de ellos con besos en las mejillas.

—¡Aeg, no!—gritó Jace cuando vio a su hermano mayor caminar a la puerta—¡Aeg!

—¿Quieres dormir con tu hermano, mi amor?—Jace pateó el aire dejando salir un sonido de protesta, sus brazos estirados hacía su hermano.

—¿Puede dormir conmigo?—preguntó Aegon regresando hasta su madre que puso a Jace en sus brazos.

—Solo asegurate que no duerma muy tarde, y si se despierta no dudes en venir a buscarnos—su madre dejó un beso en su frente.

Abandonó la habitación con Jace abrazándolo como si temiera que fueran a separarlos, el menor ni siquiera protestó cuando sus padres se despidieron de él. En la habitación que compartiría con sus amigos estos ya estaban acomodados para dormir y apenas vieron que llegó con su hermano le hicieron un espacio en medio de la cama para que los dos pudieran dormir sin miedo a que el menor cayera al suelo. Por suerte esa noche Jacaerys no se despertó, ni siquiera cuando Ser Criston se movía hacía la chimenea para avivar el fuego, y todos pudieron dormir bien.

Al día siguiente comenzaron su exploración del bosque, todos bien abrigados y siendo guiados por Cregan y su padre. El bosque era hermoso, Aegon estaba maravillado, podría decir que era de sus lugares favoritos desde ese momento. Los que no gustaron del lugar, por el frío, fueron Aliandra y Alan que venían de lugares más calientes, pero no se quejaron mucho durante la exploración. Cregan les contó sobre sus aventuras en el bosque y todas las veces que su padre lo había regañado por perderse en el mismo. Los niños iban más alejados de los adultos que hablaban de temas serios así que aprovechaban para hacer sus travesuras sin que los regañaran.

—Te reto a comer nieve—Clement se puso frente a Aegon con los brazos cruzados.

—No lo hagas—Cregan, a su derecha, miró a Clement con el entrecejo fruncido.

—Eso es asqueroso, Clement—Cassandra arrugó el rostro en una mueca de disgusto.

—¡Hazlo!—Alan exclamó.

—No seas gallina—Joffrey lo miró con diversión.

—¿Vas a dejar que te diga gallina?—Aliandra levantó una ceja.

—No le digas gallina—Cregan y Cassandra golpearon a Joffrey en el brazo.

—¡Auch!

Aegon miró a sus amigos en silencio, escuchando como comenzaron una discusión porque según Clement lo defienden mucho, por eso está mimado, y según Cassandra eres un asqueroso, ¿cómo vas a pedirle que haga eso?, y Cregan decía que comer nieve no es sano, podría enfermar. Ignoró la discusión y se agachó para coger un puñado de nieve, no iba a enfermar solo por comer un poco, ¿si? Además podía escupirla...si, lo haría, ya le había dado curiosidad.

—¡Aegon, no!—Cassandra gritó al verlo llevarse la nieve a la boca.

—¡Escupelo!—Cregan se agachó a su lado y le agarró la mano para quitarle el resto de la nieve.

—¡Realmente lo hizo!—Clement se soltó a reír acompañado del resto de sus amigos.

No había valido la pena como lo pensó, realmente no debió hacerlo. Sabía a tierra, asqueroso, tuvo que lavarse la boca unas tres veces y comer algo para quitarse el sabor de la boca, y después de eso sus guardias personales no lo dejaron solo. Por guardias personales se refería a Cassandra y Cregan. Aunque en algún momento la mayor los abandonó para ir a atormentar a Clement, pero Cregan no le soltó la mano en ningún momento.

Estaban sentados junto a un pequeño lago que cruzaba por el bosque cuando Rickon Stark se dio cuenta que su hijo iba tomado de la mano del Príncipe, los dos distraídos con las escasas flores que aún decoraban la orilla del lago, ignorando como sus amigos estaban corriendo mientras se lanzaban nieve. El Señor de Winterfell hubiese ignorado aquel hecho si su hijo no hubiese tomado una flor para entregarla al Príncipe, no pudo evitar levantar una ceja al ver como el Príncipe la aceptaba con una sonrisa y un leve sonrojo en las mejillas. Sin duda tendría que mantener un ojo sobre su hijo de ahora en adelante.

Terminaron la expedición cuando los niños estaban cansados. Aegon terminó siendo cargado por su padre que agradece haber dejado a Lucerys y Jacaerys en la fortaleza. El niño apoyó su barbilla en el hombro de su padre mirando como su madre ordenaba las flores que él le había obsequiado de la orilla del lago. Apenas regresaron a la fortaleza los niños fueron a sus habitaciones y cambiaron su ropa antes de lanzarse en la cama a dormir. Aegon durmió en el suelo frente al fuego junto a Alan que lo abrazó como si fuese un peluche y no quiso soltarlo por más que el mayor trató de moverse.

Cuando abrió los ojos, en su sueño, se encontró con el bosque de Winterfell. Era extraño soñar con un lugar que conocía, pero no pensó mucho en ello cuando se sentó y vio a una mujer de pie no muy lejos de él. Estaba en su cuerpo normal, al menos, así que quizás no estaba soñando con alguno de sus abuelos pues ellos siempre preferían poder cargarlo como si fuese su muñeco de trapo personal.

—¿Quién eres?—preguntó con algo de duda, levantándose del suelo en el que estaba.

—Tu abuela, en algún sentido—la mujer se giró para verlo—, tuve que pelear para poder verte.

—¿Reina Alysanne?

—Llamame abuela.

Con pasos algo dudosos se acercó a la mujer que le sonreía con simpatía. Realmente no pensó verla, pero ya había visto a Aegon el Conquistador así que nada le sorprendía.

—¿Por qué está aquí?—no quería ofenderla, pero realmente quería saber. —Esperaba poder ver a mi abuela Aemma, el abuelo Baelon dijo que solo podría ver a alguien más por un tiempo...

—Lo sé, y lo siento, pero necesitaba verte—una mano fría se posó en su mejilla—. Tenemos que hablar sobre mis errores y el cómo solucionarlo, además quería que habláramos sobre cómo tienes los mismos gustos que yo.

Aegon frunció el entrecejo confundido. ¿Qué errores? ¿Qué gustos? Estaba por pensar que la mujer había perdido la cabeza cuando comenzó a contarle sobre sus hijos, específicamente sobre Vaegon y Saera. Ya sabía de Vaegon, pero no había pensado en Saera. Se mantuvo en silencio durante toda la conversación, escuchando cómo le contaba sobre sus hijos que vivían en exilio, lejos de su familia. Hablar con Vaegon sería más fácil, podría convocarlo a King's Landing, pero ¿cómo demonios iba a encontrar a Saera?

—No creo poder encontrarla—confesó—, para el tiempo en el que consiga gente leal para hacerlo ya será demasiado tarde.

—Lo sé—le sonrió con tristeza—, espero que al menos Vaegon quiera escucharte.

—Si...dijiste que querías hablar de algo más—levantó la mirada para verla—, que teníamos los mismos gustos...¿a qué te refieres?

—Pronto lo entenderás.

Abrió la boca para decir algo más, pero todo a su alrededor se distorsionó y al parpadear se dio cuenta que ya había despertado. Pensó bastante en ese sueño, incluso cuando abandonaron Winterfell para visitar la Aldea de Crofter o cuando visitaron Agua Bellota. Sus padres dejaron Winterfell cuando regresaron para visitar el Muro con Lord Rickon y ellos se quedaron atrás por seguridad. Pasaron sus días solos entre travesuras y exploraciones vigiladas por sus tíos que se quedaron con ellos.

Si, estaba contando a Criston entre sus tíos.

Lo único que arruinó su felicidad fue el regreso de sus padres pues con el regreso llegó la hora de partir. Dejaron Winterfell para visitar Puerto Blanco y tomar una embarcación que los llevaría a su última parada del viaje, Las Tres Hermanas. Fue en la última isla dónde tuvieron que despedirse de Cregan y Joffrey entre lágrimas, después de haber pasado casi dos años juntos les costó separarse, pero lo hicieron aún si dolía. Aegon miró hacía Dragonstone cuando pasaron por la isla y sonrió al ver que Caníbal volaba hacía Dragonmont con Sunfyre. Desembarcaron en la isla para despedirse de Cassandra, Aliandra y Alan que iban a seguir hacía el sur solos. Otra vez hubieron lágrimas, pero pudieron despedirse sin problemas.

Clement iría con ellos a King's Landing así que se quedó con ellos en Dragonstone los dos días que se quedaron a descansar. Mientras estuvieron en la isla pensó en cómo hablaría de sus padres sobre la misión puesta por su abuela Alysanne, pero no no encontró ninguna solución, todo lo que había pensado terminaba con él contando la verdad y aún no estaba listo para eso. Necesitaba más tiempo para pensar.

Debía pensarlo bien.

■■■■

NOTA:

¿Captaron lo de Alysanne? Me refieron a lo de los gustos.

Y si bebés, vamos a ver a Vaegon Targaryen en algún punto.

Quiero hacer un salto de tiempo pronto, pero no sé si lo haré en el siguiente o el que le sigue a ese, ya veremos.

Espero que les haya gustado, gracias por leer, lucienne.

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