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Advertencias:

el siguiente fic corto es una comisión encargada por alieeparadise, ¡muchas gracias por la confianza y paciencia!

Es un omegaverse muy fluff y con humor absurdo y bien pendejo (como yo). Yoongi alfa x Hobi omega, ATENCIÓN, hay MODIFICACIONES EN EL ASPECTO. Hobi es MÁS alto que Yoongi por muchos centímetros. Hobi es un emo

No habrá mayor drama y todo será muy limdo y cute. Tendrá entre 6 o 7 capítulos.

Jung Hoseok tenía un pequeño (gran) problema.

Volvió su vista al espejo por décima vez esa mañana, con su sonrisa desapareciendo casi de inmediato al ver que su nuevo conjunto no le favorecía para nada. Al final, terminó rabiando como solía hacer en todas las mañanas cuando debía salir en público, y se cambió ese elegante abrigo que se compró el fin de semana pasado por una de sus enormes y largas sudaderas. A esas alturas, ya se había acostumbrado a usar ese tipo de ropa, porque al menos de algo le servía: ya no se veía tan jodidamente alto.

Maldito fuera el día en que nació y la genética se puso en su contra: ¿por qué demonios debía ser un omega que midiera casi dos metros? No dejaba de darle vueltas a eso, y sólo lamentaba que su padre alfa fuera tan alto, ¿es qué acaso no podía ser chaparrito, como la gran mayoría de personas en ese país?

―Hope, ¡vamos a la escuela, ya estamos tarde! ―le dijo su hermana mayor, Dawon, que a esa hora se iba a la universidad en su auto y por ser buena le llevaba con él―. ¡Como no salgas en cinco minutos, te dejaré aquí!

―¡Ya voy! ―rabió Hoseok, agarrando su mochila sin dejar esa expresión de enfurruñamiento.

Salió de la habitación y Dawon sólo lo observó de pies a cabeza, poniendo una expresión de incredulidad.

―¿Por qué vas vestido como un vampiro? ―farfulló ella.

―¡Porque soy un vampiro hoy, ya déjame en paz! ―reclamó Hoseok, bajando las escaleras y despidiéndose de sus padres con un grito.

Dawon sólo rodó los ojos, sin sorprenderse por la tosca actitud de Hoseok por las mañanas. Todos los días, por lo normal, eran lo mismo: su hermanito menor se iba lloriqueando hacia el colegio, pero ya durante el día volvía a ser el solcito andante que tanto lo caracterizaba. No era algo nuevo que Hoseok se deprimiera antes de ir al colegio y tomara esa actitud llorica y quejona.

Aunque si le sorprendió el maquillaje corrido de los ojos. No es que le quedara mal, en realidad se veía atractivo al lucir tan desarreglado, pero supuso que trató de hacerse un delineado bonito, no le salió y se frustró. A esas alturas, la tolerancia a la frustración de Hoseok era mínima.

El omega subió al auto, seguido de su hermana mayor, que no tardó en dirigirse al colegio para dejarlo.

―Ya, cambia esa cara ―suspiró ella.

―Quiero deprimirme ―barboteó Hoseok―, ¿no puedo deprimirme? Hoy me salió todo mal, noona. El abrigo que me compré me quedó horrible y el delineado se me corrió cien veces, ¡ya me harté de arreglarlo y sólo lo borré!

―Pues no lo borraste bien ―señaló Dawon―, pareces un emo deprimido que ve Batman por las noches y dice todo el día "Soy la venganza".

Hoseok la miró con ganas de querer darle un puñetazo. Sabía que su hermana no se ofendería, considerando que era una alfa y podía imponerse con mucha facilidad si así lo deseaba.

A veces, él la envidiaba mucho. Dawon era una alfa muy bonita y elegante, y ser tan alta la ayudaba a llamar la atención de muchos omegas. En un alfa, la altura era algo destacable y atractivo, y la mayoría de alfas que Hoseok conocía eran así: altos, delgados y encantadores.

El problema de Hoseok es que él no era, exactamente, un omega bajo. Por el contrario, era alto, demasiado alto para su propio gusto. En un inicio no fue así, es decir, él esperaba presentarse como alfa. A medida que crecía y seguía ganando altura, pensaba firmemente que sería un alfa muy atractivo... Y ese sueño sólo se rompió en su cumpleaños número quince, al presentarse como omega, contra todo pronóstico. Sus padres apostaron y su padre estuvo quejándose meses por haber perdido.

Aunque ellos aceptaron su rango con gran alegría, pero el pobre de Hoseok estaba deprimido y era principalmente porque ningún alfa lo iba a querer cortejar por cómo se veía. Al fin y al cabo, ¿qué alfa querría que su omega fuera más grande y fuerte que él? Y antes que cualquiera dijera que lo importante es lo de adentro, Hoseok estaba listo para decirles que eso no era más que una vil y dura mentira. Los alfas eran orgullosos, pedantes y presumidos, y que un omega fuera más alto les heriría en el ego. Quizás si no fueran demasiados centímetros podrían aceptarlo, pero Hoseok medía más de un metro ochenta. UN METRO OCHENTA. Era el más alto de su clase y el tercer chico más alto de la secundaria.

Así que, sí, exactamente nadie se fijaría en él. Jung Hoseok se estaba resignando a vivir su vida de solterón con veinte gatos que le hicieran compañía, lo cual era ridículo porque le gustaban más los perros, y tampoco quedarse todo el día en casa, ya que prefería las tardes de salidas con sus igual solterones amigos omegas.

―¡Borra esa cara! ―le dijo su hermana cuando se bajó del auto―. ¡O, sabes qué, mejor ve a asustar a los niños de primaria!

―¡Vete al diablo! ―le gritó Hoseok.

―¡Se quedará contigo, satánico!

Hoseok estuvo a punto de salir detrás del auto para darle una paliza (o ella a él, quizás), pero al final sólo agarró la mochila con más fuerza y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio.

No tardó en encontrarse con sus amigos: Jungkook y Namjoon. Los dos, omegas como él, desentonaban, y al pensarlo otra vez, quería llorar de la risa. A veces pensaba que los alfas, quizás, le mirarían si tuviera una actitud menos hosca y depresiva, y si quizás se consiguiera amigos que tampoco desentonaran.

Jeon Jungkook era el menor de ellos, pero quizás el que más intimidaba del grupo. Gracias a él, había cientos de rumores a su alrededor de que eran omegas matones, que todas las noches salían en sus motocicletas a beber, golpear ancianitas y fumar. Jungkook tenía una complexión... grande, para ser omega. Es decir, Hoseok no era nadie para juzgar, pero no había otra forma de decirlo, pues al omega menor le gustaba ejercitarse y, de vez en cuando, solía meterse en algunas peleas (que no eran buscadas por él, lo podía jurar). Jungkook, sólo... Mucha gente creía que podían reírse de Kook por sus grandes ojitos de venado y su carita de bebé, pero su mejor amigo no soportaba las burlas, y por lo mismo, para que no se aprovecharan de ellos, entrenaba y fortalecía su cuerpo.

Por otro lado, estaba Kim Namjoon, el del medio. Namjoon también era alto, un poco más bajo que Hoseok, pero alto al fin y al cabo. Era un cerebrito, como solían decir en susurros mal ahogados, ya que le iba bien en todas las asignaturas... excepto en Deportes, ya que requería de mucha coordinación y, a veces, delicadeza, y Namjoon era un poco (demasiado) torpe. Lo que era raro para ser omega, porque si había otra cosa que los caracterizaba, era eso: ser delicado, fino y grácil al momento de ejercitarse. Namjoon, por lo normal, solía tropezar con sus propios pies con varios ejercicios, y era peor si se trataba de unidades como danza o baile. Pobre Namjoon.

―Wow, ¿qué llevas encima? ―preguntó Jungkook.

―Lo mismo que tú ―bufó Hoseok, apuntando a la chaqueta de cuero que el omega menor traía encima.

Jungkook se encogió de hombros.

―Vamos ya a clases ―apuró Namjoon―, estamos atrasados.

Hoseok sólo se preguntaba si, algún día, él y sus amigos encontrarían a sus alfas. A pesar de todo, Hoseok era un omega, tenía (y quería) la necesidad de estar con alguien y tener cachorros, y sabía que sus amigos también sentían eso.

Por ahora, no tenía muchas esperanzas.

¡gracias por leer!

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