2.

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Advertencias:

el siguiente fic corto es una comisión encargada por alieeparadise, ¡muchas gracias por la confianza y paciencia!

―Yoongi, ¿qué demonios llevas puesto?

La voz de Jimin desconcentró por completo a Yoongi, que desvió su vista de un trasero que llevaba viendo más de cinco minutos. Sin un poco de vergüenza, el alfa le devolvió la mirada a su amigo, que se veía muy desconcertado ante él.

―Ropa ―dijo el chico de cabello negro.

―Ropa ―repitió Jimin―. Te ves como un dibujo de animé.

Yoongi frunció el ceño ante la comparación.

―¡No, ya lo tengo! ―siguió parloteando su amigo―. Pareces un pastel.

Sin un poco de arrepentimiento, Yoongi se puso de pie y cerró su mano en un puño para romperle la nariz a Jimin. Al notarlo, su amigo se espantó y retrocedió.

―¡Ya, que malhumorado eres! ―se quejó Jimin, antes de pasar un hombro por los brazos de Yoongi―. Pero en serio, ¿qué te pasó, Yoons?

Yoongi suspiró, sacudiendo la cabeza y pasando por alto las miradas que algunos estudiantes le dirigieron. Él sabía que estaba atrayendo las miradas, sin embargo, se forzaba a ignorarlas o empezaría a molestarse.

Iba a responder, pero pronto apareció Jin, que también se le quedó mirando con cara de qué es esa porquería que estás vistiendo.

―Mi mamá ―fue lo que dijo a modo de explicación, y enseguida las expresiones confusas de sus amigos cambiaron a una de comprensión―, se ha obsesionado con otra cosa japonesa.

―Amigo, tu mamá es divertida, pero a veces actúa como loca ―dijo Jin.

―Como decía ―Yoongi lo miró con mala cara―, dejó de lado los dramas japoneses y ahora se volcó a la moda. Una cosa llamada memera kai.

―¿Cómoooooooo? ―preguntaron los dos, volviendo a las expresiones confundidas.

―Espera, es que no lo recuerdo bien ―Yoongi sacó su celular y con rapidez le envió un mensaje a su mamá, preguntándole sobre la ropa. Ella no tardó en contestar―. Ah. Menhera kei. Santo dios...

Su mamá comenzó a bombardearlo con información, demasiada para su propio gusto, y al final terminó por bloquear el celular. A veces, le preocupaba el comportamiento de su madre, pero terminaba por pasarlo por alto ya que trataba de entenderla. El alfa de ella y padre de Yoongi falleció cuando él tenía diez años, y su mamá quedó devastada por eso. Estuvo deprimida mucho tiempo, por poco más de dos años, hasta que empezó a salir adelante... Aunque empezando a obsesionarse con muchos temas diversos. Esas obsesiones podían durar desde meses hasta un año. Por ejemplo, un año se obsesionó con todo lo relacionado a los dramas históricos chinos, y se la pasaba viéndolos al llegar del trabajo, llorando y luego contándole toda la historia a Yoongi. Podía decir que ya se sabía muy bien varios de esos dramas.

Últimamente se había obsesionado con las modas, y ese era su último pasatiempo. El punto era que Yoongi necesitaba nueva ropa, así que le pidió a su mamá que le comprara prendas nuevas, y ella no dudó en hacerlo.

Ese día, iba con unos pantalones de color celeste agua pastel con estrellas moradas estampadas en todo su largo. Lo combinaba con una playera violeta pastel y estampado de gatitos, y una sudadera rosada.

Yoongi dudó muchas horas si ponerse eso o no, pero al final, no le quedó más remedio que aceptarlo. Su otra ropa ya le quedaba pequeña, y es que ese verano se dio un ligero estirón. Muy ligero, bastante ligero, pero que le hizo guardar toda su otra ropa vieja.

Y es que él tenía un asunto con su aspecto. A los quince se había presentado como alfa, para total sorpresa de su madre. Nadie creía que fuera a presentarse como uno, incluso él mismo creía que sería un omega, a pesar de que la idea no le entusiasmara. Quizás esas fueron las primeras señales: Yoongi no sentía mucha atracción por eso de someterse a otros con facilidad y la idea de entregar su culo le desagradaba por completo. No podía simplemente evitarlo.

Así que presentarse como alfa había sido una de las mejores cosas de su vida... Lo único malo, es que ningún omega lo tomaría en serio por su apariencia. Él sabía que a los omegas les atraían los alfas grandes, fuertes y altos, que poco más los envolvieran al abrazarlos para entregarles esa ansiada sensación de estar protegidos. Yoongi lo comprendía, por supuesto, pero no podía evitar resentirse consigo mismo al saber que él medía un escaso metro sesenta y ocho, con un cuerpo que era más bien delgado y que muchos calificarían como escuálido. No era un prospecto ideal de alfa, lo sabía, y a veces se disgustaba consigo mismo al mirarse al espejo y notar, por ejemplo, esas piernas delgadas. Ah, y también, sumándole a todo eso, él ya sabía quién sería su pareja.

Desde antes de presentarse como alfa, él estaba secretamente enamorado de uno de los bravucones de la escuela que se llamaba Jung Hoseok. Hoseok tenía una gran mala fama por su apariencia, vistiendo siempre de negro, con los ojos delineados del mismo color y siendo tan alto. Siempre iba acompañado de su grupito de omegas, yendo al lado de uno que se metía en peleas cada tanto. Yoongi no pudo evitar enamorarse de Hoseok cuando lo encontró una vez, a escondidas, en el patio trasero del colegio hablándole a unas flores. Cada vez que lo recordaba, era como si se enamorara de nuevo. Lo encontró muy lindo.

―Ay, pequeñas, se ven desanimadas ―le escuchó decir con voz dulce y tierna―, no se preocupen, yo las voy a regar para que crezcan sanas y fuertes. Espero que nadie las pise, porque si es así, voy a golpear a quien se atreva.

Lindo y amoroso.

Jimin siempre se burlaba de él por ese enamoramiento que poseía, a pesar de que Jin y él estaban igual de colados por los amigos omegas de Hoseok.

―Como sea ―habló Yoongi otra vez, tratando de no tomarle importancia a su ropa―, me compró algunas cosas negras igual, pero traen estampados tiernos y no sé si eso me haría ver mejor. Ella quería que me viera lindo ―suspiró, agarrando su mochila cuando el timbre tocó para anunciar el ingreso a clases.

―Pues no se equivocó ―contestó Jimin―. Lindo te ves, pero no luces como un alfa.

Yoongi le dio un empujón. Jimin tropezó con sus propios pies y estuvo a punto de caerse.

―Algo hay que rescatarle a tu mamá ―comentó Jin―, al menos sabe combinar esas cosas.

―Sí ―Yoongi volvió a suspirar―, pero espero no usar esto por mucho tiempo. Ya el próximo mes, cuando cumpla dieciocho, entraré a trabajar y espero comprarme ropa más acorde a mi estilo.

―Uh, tu estilo es lo negro, no digamos que es la gran cosa.

―Te estás ganando un golpe, Jimin.

Su amigo decidió no seguir bromeando al darse cuenta de que Yoongi le levantó el puño. No le quedó más que callar.

Aunque Jin era otro caso. Su amigo, valiéndose de que era el mayor, seguía hablando de su aspecto hasta que llegó el almuerzo.

―Ya, cállate hyung ―farfulló Yoongi―, no podía decirle a mi mamá que devolviera las cosas. La conoces, de seguro iba a ponerse a llorar y luego a dejarme sin comida, castigado y encerrado en mi cuarto.

―Ay, Yoongi, ¡no seas exagerado! ―Jimin agarró una de las bandejas del almuerzo, avanzando en la fila para servirse comida―. Que mente tan retorcida, tu mamá es un encanto, ¿no es así, Jin? Siempre nos da galletitas cuando vamos a tu casa.

Yoongi rodó los ojos antes de arrugar el ceño por la comida. Según el letrero del menú, ese día había arroz con pollo, pero el pollo parecía que todavía tenía vida, porque lo vio moverse. El arroz estaba quemado. Al parecer, iba a tener que empezar a llevar su propia comida.

―Les da galletas para que no dejen de ser mis amigos ―farfulló Yoongi, escogiendo mejor la ensalada. No iba a comerse ese pollo radioactivo―. No confía mucho en mí para mantener una amistad.

―No se equivoca ―dijo Jin, riéndose con escándalo―, he pensado muchas veces en dejarte, pero después pienso en lo desdichado que serías sin mi presencia ―y le dio un empujón con la cadera.

Tal vez debería agarrar ese pollo y lanzárselo a la cara de su amigo. Quizás la radiación de ese pollo pasaría a Jin y le crecería un tercer ojo, a ver si se le arruinaba esa bonita cara que poseía.

Al final, simplemente no lo hizo para no tener que tocar el pollo radioactivo. Agarró su bandeja y se fueron a sentar a una mesa. Entonces, como si fuera un radar, sus ojos comenzaron a buscar al omega dueño de sus pensamientos y sueños.

Lo encontró a unas mesas de él, sentado sin sus amigos y moliendo el pollo que se movía. Esperaba que no se lo comiera, lo que menos quería Yoongi es que se muriera por probar la comida de la secundaria.

Se preguntó por qué estaría solo. No había nadie más sentado a su alrededor, y es que por los rumores, el trío de omegas se la pasaban solos. Yoongi incluso llegó a escuchar una vez que ellos encerraron a un chico de primer grado en los baños del último piso y que nadie más lo volvió a ver. Se decía que ese baño estaba ahora embrujado por el alma de ese chico.

Qué estupidez.

―Yoongi hyung, ¿qué tal si dejas de ver a Hoseok como si quisieras comértelo y me prestas atención a lo que digo? ―habló Jimin, sacándolo de sus pensamientos―. O, por último, podrías hacerlo más discreto.

Yoongi giró la cabeza bruscamente y Jimin se preocupó de que no se hubiera lesionado. El movimiento fue tan brusco que estaba seguro de que algo se quebró en el cuello.

―¿Yo? ―farfulló el alfa, incrédulo.

―Sí, tú, ¿quién más? ―Jimin rodó los ojos mientras Jin, al lado de ellos, comía sin prestarles atención. Cuando se trataba de la comida, nadie podía distraerlo―. Mira, es divertido verte babear por ese omega, pero llevas como diez minutos así y es un poco incómodo.

―¿Incómodo? ―repitió Yoongi.

Jimin bajó la voz.

―Lo miras como si quisieras hacerle el amor.

Tal vez el pollo radioactivo tenía que lanzárselo a Jimin. O, mejor, a los dos. Le diría a su mamá que no les diera más galletas cuando fueran a su casa, no se lo merecían.

―No lo miro como si quisiera comérmelo y menos como ―su tono se convirtió en un murmullo― si quisiera hacerle el amor.

―¡Sí lo haces! ―se quejó Jimin.

―No lo hago.

―A ver, dime qué te estaba diciendo, hyung.

Yoongi le sacó el dedo del medio y ahora volvió su vista a su ensalada, aliñándola para comenzar a comer. Jimin comenzó a quejarse.

―Jin hyung, ¡dile algo! ―el alfa de cabello rubio hizo un pequeño puchero, indignado y sin poder creer que su amigo le siguiera ignorando―. Dile que es cierto lo que digo.

Jin estaba con la boca llena de comida.

Ef fieffo fo que fife ―balbuceó Jin, antes de tragar y beber agua. Yoongi no podía creer que ese chico fuera su amigo―. Es cierto lo que dice Jimin, pero ya, déjalo, sabes que es incontrolable cuando Hoseok está cerca ―Jin soltó una risa―. Sólo ignóralo, mira, ya tiene carita de enamorado.

―¡Pero no me presta atención! ―siguió rabiando Jimin, pero Jin volvió su atención a la comida.

Yoongi también le ignoró, atento otra vez a Jung Hoseok. Seguía solo y parecía haber dejado el pollo radioactivo sin haberlo probado. Menos mal, aunque si le hubiera dado un infarto, él habría estado dispuesto a darle respiración boca a boca. Era un sacrificio que estaba dispuesto a asumir para salvarle la vida al amor de su vida.

Como le seguía mirando, se fijó enseguida que aparecieron sus amigos, que caminaban hacia la mesa de Hoseok con sus propias bandejas. Jimin se seguía quejando y Jin le estaba alentando, aunque sin dejar de comer.

Así que Yoongi sintió como si una ampolleta se prendiera en su cabeza.

―¡Oh, vaya! ―exclamó con falso entusiasmo, interrumpiendo lo que estaba diciendo Jimin y cortando también a Jin―. Miren quienes han llegado, ¿no son los amiguitos de Hoseok? ¿Cómo les dicen ustedes? ―fingió pensarlo y los vio enrojecer―. ¡Ah, sí! Son Kookoo y Namu, ¿no es así? ―se pusieron mucho más rojos e hicieron una leve mueca―. No estoy seguro, ¿qué tal si les pregunto si les gustan esos apodos con los que ustedes los llaman? ―llevó una mano hacia su barbilla, fingiendo que lo estaba pensando―. Tal vez debería decirles que ustedes, pedazos de idiotas, están totalmente coladitos por ellos, ¿no sería eso genial? ―y esbozó una sonrisa maliciosa como si no los hubiera callado con sus palabras, siendo el pequeño demonio que siempre Jimin decía ser.

A sus palabras les siguió un pequeño silencio, hasta que Jimin estalló.

―¡Tú no dirás nada! ―saltó―. ¡No si no quieres que Hoseok se entere que tienes fotos de él en su casillero! ―gritó, y toda la cafetería se quedó en silencio.

Yoongi tenía los ojos abiertos a más no poder, antes de que su rostro también enrojeciera con fuerza, tan sorpresivo que Jin quedó desconcertado porque jamás lo vio reaccionar de esa manera.

Jimin, entonces, reparó en lo que acababa de gritar, y cerró su boca, cubriéndosela como si de esa manera pudiera borrar lo que dijo. Pasados unos segundos, y al ver que Yoongi se puso de pie con lentitud, volvió a hablar en pánico:

―¡Ay, dios! Yo... Yoongi, no yo... no quería...

―Tienes un jodido minuto para que te eches a correr y no te parta el culo, Park Jimin ―dijo Yoongi con la voz calma, pero no sabía si eso era mejor o peor.

Sin embargo, Jimin no se iba a quedar a averiguarlo, porque casi de inmediato salió corriendo del comedor, incluso olvidando su mochila. Como fuera, lo más importante era salvar su vida e integridad, los cuadernos podían irse a la mierda.

Yoongi ni siquiera esperó el minuto. Se apresuró en recoger sus cosas junto a su mochila, ignorando las miradas curiosas y de burla que algunas personas le dirigían. Aunque, sin poder evitarlo, dirigió sus ojos hacia Hoseok, con la esperanza de que no hubiera escuchado lo que acababa de gritar el pendejo de su amigo.

No fue así. Hoseok le contemplaba con cara de impresión, y sus ojos se encontraron. Yoongi se apresuró en apartarlo con fuerza, sin dejar de pensar en la humillación que le acababa de hacer pasar su amigo.

Ahora, lo único que podía hacer era matar a Jimin y buscar un lugar donde esconder el cuerpo.

/

Jungkook se giró a mirarlo con una expresión de shock, tan desconcertado como se sentía él en ese preciso momento. Incluso Namjoon había dejado de leer el libro de historia con el que sostenía entre sus manos.

―Hyung... ―habló finalmente Jungkook―, ¿escuchó lo mismo que yo?

Hoseok no sabía qué responder exactamente, tan fuera de sí por esas palabras que aquel alfa gritó en medio del comedor. De a poco, el resto de los estudiantes volvió a comer.

―Yo sí ―dijo Namjoon, tratando de ocultar una sonrisita―, al parecer, a Yoongi hyung le gusta Hoseok ―ahora soltó una risa―. ¿Qué opinas de eso, Hobi?

El omega más alto conocía a Yoongi sólo de vista, pues se encontraban en cursos distintos. Sabía quién era debido a que estaban en un taller juntos, el de música, y casi nunca había hablado con él excepto para saludarlo o preguntarle algo en específico. Hoseok lo encontraba muy guapo a pesar de que era algo bajito, en especial cuando tocaba el piano.

―Eso no es verdad ―razonó Hoseok, sacudiendo su cabeza―, no creo que a Yoongi le guste, de seguro su amigo se confundió de nombre.

Era la única explicación lógica que poseía, porque ¿de qué manera un alfa como Yoongi iba a fijarse en un omega como él? Hoseok era demasiado alto y de seguro eso le pegaba en el ego a Yoongi.

―Ay, hyung, yo sé lo que oí ―se defendió el más joven, sonriendo con travesura―, al igual que todos en la cafetería. Qué vergüenza.

―Tuvo que haberse referido a otro Hoseok ―razonó el más alto―, está también Lee Hoseok.

―Ya, pero Lee es un alfa, ¿lo has visto? ―replicó Namjoon―. Con un puñetazo te envía a la morgue.

Hoseok soltó una risita ahogada, porque algo de razón tenía su amigo. Lee Hoseok era enorme y nadie se metía con él por lo mismo.

―Tal vez no todo está perdido para ti ―añadió Jungkook queriendo animar a su amigo.

Sin embargo, Hoseok no tenía la intención de ilusionarse. A esa edad, él sabía lo que le esperaba en el futuro a él, y sabía que no había ningún alfa a su lado. No quería terminar con el corazón roto.

―No te ilusiones, Kookie ―suspiró Hoseok, sin poder evitar la expresión triste―, nadie va a querer a un omega como yo... ―no quería ser cruel, pero él también sabía lo que decían de Jungkook, poco más tratándolo de matón. Muchos le tenían miedo por su aspecto intimidante―... ni como tú.

La sonrisa de su amigo decayó al escuchar esas palabras, con sus ánimos por los suelos. Hoseok no tenía la intención de ser tan malo con él, pero pensaba que lo mejor era que no se hiciera sueños con la posibilidad de encontrar una pareja.

―Ya, tienes... tienes razón, hyung...

Namjoon cerró su libro, suspirando y olisqueando las feromonas deprimidas de los dos omegas. Como era el más racional, no se metía mucho en eso del amor porque él era demasiado lógico y le daba un poco la razón a Hoseok. Él creía lo mismo sobre las pocas posibilidades de encontrarse un alfa que los aceptara como fuera, a pesar de lo mucho que le gustaría también tener una pareja.

―Después del colegio ―dijo Namjoon, terminando de comer y llamando la atención de sus amigos―, deberíamos salir a tomar algo, ¿les parece?

Ante la invitación, Hoseok se animó otra vez y sonrió, mostrando sus hoyuelos. A pesar del corrido delineado negro, se veía muy lindo así.

―Sí, ¡me gustaría! ―animó―. Es lo que necesito ahora, ¿quieres, Jungkookie?

―Uhmmm, ya, está bien ―Jungkook también sonrió y se puso de pie, levantándose―. Iré al baño ahora, me lavaré los dientes, pero sigan comiendo ustedes.

―¡Bueno!

―Nos vemos en el salón ―dijo Namjoon, asintiendo con la cabeza―, no llegues tarde o te anotarán otra falta.

―¡No se preocupen! ―les guiñó un ojo―. Apenas termine, corro al salón ―se despidió de ellos con ánimo.

Al salir del comedor soltó el aire que estuvo conteniendo y cambió de dirección, no hacia los baños, sino hacia los otros pasillos para buscar a su objetivo. Se encontraba un poco preocupado porque no sólo había escuchado lo que gritó Park Jimin, sino también la clara amenaza de muerte que le hizo Yoongi.

No quería que su futuro alfa resultara dañado. Sí, Jungkook ya se había hecho toda una idea en su cabeza respecto a quien era su pareja, y le gustaba mucho ese lindo y tierno alfa, que no dejaba de ser muy varonil cuando lo quería. Jimin era encantador, aunque también agresivo si se lo proponía, y a Jungkook le gustaba esa dicotomía. Era... era como él, porque Jungkook mostraba a todos su lado rudo, pero en el fondo, sólo quería que Jimin lo abrazara y tratara como un bebé.

Así que debía salvar la integridad de su futuro alfa, y si era necesario, incluso se metería en una pelea con su torturador.

Buscó por todas partes y al fin lo encontró junto a sus amigos. Se asomó por la esquina del pasillo, comprobando que siguiera vivo y Yoongi no le estuviera moliendo a golpes, pero para su fortuna, sus miedos sólo fueron infundados. Jimin sólo se quejaba, como solía hacer, mientras Yoongi contaba unos billetes con interés. Jin, como siempre, seguía comiendo. Por lo mismo, decidió retirarse con tranquilidad.

Por otra parte, Yoongi se encontraba muy feliz porque había conseguido un poco de dinero, mientras que Jimin lloriqueaba a pesar de haber salvado su pellejo.

―Para la próxima ―habló Yoongi, terminando de contar los billetes para guardarlos en su billetera, sin dejar de sonreír―, o moderas tu tono de voz, o ni siquiera el dinero será capaz de la muerte ―le apuntó con el dedo, amenazante―. Esta vez te lo perdone, pero a la siguiente, te mataré con mis manos.

―¡Hyung, ya, qué pesado eres! ―saltó Jimin―. Me quitaste todo mi dinero, ¿por qué eres tan malo?

―Es lo mínimo luego de lo que hiciste ―bufó Yoongi, guardando la billetera en su mochila, y el timbre tocó para anunciar el ingreso a clases. Volvió a bufar por el disgusto, pero al menos, era la última clase del día. Luego venían los talleres―. Vamos, no quiero llegar tarde por tu culpa.

Jimin hizo un mohín y refunfuñó. Jin sólo le sonrió, con Yoongi adelantándose a ellos.

―Creí que moriría ―admitió Jimin, aliviado de seguir con vida―, pero Yoongi es un pesado. ¿De qué me sirve estar vivo si me quedé sin dinero, Jin hyung? ―añadió, haciendo un nuevo puchero.

Jin rodó los ojos, botando las servilletas en el basurero más cercano.

―Agradece que no te mato y arrastró tu cadáver por los pasillos. Yo habría hecho eso ―admitió, y Jimin parpadeó por la incredulidad―, aunque pobrecito, tremenda humillación que le diste. Yoongi te cobrará esto por lo menos durante el resto del año.

―¿Cómooooo? ―farfulló Jimin―. ¡Pero me he quedado sin dinero hoy! Tendré que caminar hasta mi casa porque le di incluso el dinero del transporte ―suspiró, derrotado―. Jin, ¿me prestas?

―No ―Jin comenzó a reírse al ver su cara―, y cuidado con lo que hablas, porque si también sueltas algo sobre mí, te prometo que no seré tan compasivo como Yoongi. Vamos, Minnie, a clases.

Jimin comenzó a hacer algo en lo que era experto: quejarse.

Mientras tanto, antes de entrar al salón, Yoongi vio a lo lejos a Hoseok, que estaba hablando con sus amigos. Admiró lo bonito que se veía a pesar de su estilo gótico (o lo que fuera), y pensó en lo mucho que le gustaría un beso de él.

No, aborten misión, Hoseok levantó la vista y sus ojos se encontraron.

Apresuradamente, con las mejillas enrojecidas, Yoongi desvió su vista y se apresuró en entrar al salón. Maldito fuera Park Jimin y maldita fuera su futura estirpe.

¡gracias por leer!

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