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Advertencias: fluff e inseguridades uwu

el siguiente fic corto es una comisión encargada por alieeparadise, ¡muchas gracias por la confianza y paciencia!

En el mundo de Hoseok habían existido dos verdades desde los doce años:

Uno, era un omega. Lo evidente, considerando que se había presentado a esa edad como dicha raza.

Y dos, iba a quedarse soltero toda su vida.

Ser consciente de esa realidad, a tan temprana edad, fue una tragedia para Hoseok. Era todavía pequeño y aún no le tomaba conciencia a lo que significaba ser un omega alto en esa sociedad tan superficial. Poco a poco, a medida que iban pasando los meses, lo fue notando: las burlas de los alfas, las miradas de incomodidad, el hecho de que nadie le proponía ni siquiera una cita o, por último, ser su amigo.

―Mamá, ¿me puedes ayudar en algo? ―preguntó cuando tenía trece años, un poco cauteloso y temeroso. Su madre lo miró con preocupación al darse cuenta de su cara y procedió a sentarse a su lado, sonriendo ligeramente para que entrara en confianza con él.

―¿Qué ocurre, Seokie? ―preguntó la mujer omega, acariciándole los cabellos con ternura―. Cuéntame lo que sea, puedes confiar en mí ―añadió, mirándolo a los ojos. Hoseok lo pensó un momento, como tratando de encontrar valor, hasta que finalmente suspiró.

―Es... ¿es normal sentirme así...? ―preguntó sin saber cómo explicarse, con la esperanza de que su madre le entendiera enseguida. Sin embargo, al notar que la mirada de su madre era confusa en clara señal de que no sabía a qué se refería, trató de formularlo otra vez―. Es decir... ¿Es normal que... que yo quiera...? ―se detuvo, avergonzado y sintiéndose raro, sin saber cómo preguntarlo sin verse estúpido.

―¿Qué es lo que quieres, Hoseokie? ―siguió preguntando la omega, liberando feromonas maternas para tranquilizar a su cachorro―. Vamos, bebé, sabes que puedes confiar en mí, yo no voy a juzgarte ―añadió, y el menor volvió a suspirar, sintiendo como los toques en su cabello, junto con el aroma dulce de mamá, lo relajaron.

―Pues... Yo quiero un... quiero un alfa, mamá...

Después de confesarle eso, su madre lo abrazó con más dulzura, procediendo a explicarle que era muy normal que, como omega, quisiera tener un alfa. A pesar de que su apariencia no encajara en los estándares de lo que se suponía debía ser un omega, él lo era y su instinto estaba saliendo a luz, en especial a medida que iba creciendo.

―Eres un omega muy hermoso y guapo, cariño, y sé que encontrarás a tu alfa cuando sea el momento indicado ―añadió a sus palabras, besándole la frente.

Hoseok realmente creyó en esas palabras, tratando de no ponerse ansioso y desesperado.

No obstante, ahora con diecisiete años y a meses de salir de la secundaria, no podía evitar sentir cierta amargura al ver a tantas parejas besuqueándose por aquí y por allá. Él no quería sonar como un resentido, pero no podía evitarlo, con los celos haciendo mella en su estómago. A él le gustaría...

Puede que no lo pareciera, pero Hoseok deseaba, con muchas fuerzas, conocer a alguien que lo quisiera a pesar de no verse como un omega normal.

Sabía que para sus amigos era parecido. A Namjoon, por ejemplo, también le fue muy difícil ser consciente y acostumbrarse a su realidad, a las preguntas indiscretas que muchos le hacían: ¿eres omega? ¿No eres demasiado alto para ser un omega? ¿Cómo puedes serlo si no eres delicado, pequeño y bonito?

Ese tipo de preguntas habían hecho mella duramente en un Namjoon de doce años, comprendiendo entonces que la mayoría de las personas en el mundo se dejaban llevar por las apariencias.

Él sabía que no era delicado, ni pequeño, ni bonito. Sin embargo, eso no significaba que fuera una mala persona. Él era dedicado con las cosas que le importaban, muy inteligente, con una gran fascinación por las cosas bonitas y pequeñitas. Sí, también podía ser un poco (muy) torpe y con dos pies izquierdos, pero, ¿era eso lo más importante? Él creía que no, pero para su desgracia, nadie se daba cuenta de eso, sólo sus amigos.

Lo mismo ocurría con Jungkook. También era alto y con más cuerpo que el resto de sus amigos, lo que le daba un aspecto intimidante y un poco matón, en especial cuando fruncía el ceño. Nadie se fijaba en su expresión de bebé cuando miraba algo que consideraba como interesante y llamativo, ni mucho menos como parecía un conejito con las cosas que le emocionaban. Además, al ser el menor del grupo, provocaba que tuviera tendencias a ser consentido y mimado por sus hyungs, que solían llamarlo "bebé grande" cuando se ponía caprichoso y malcriado.

Como fuera. Los tres habían asumido a medias que sus destinos eran la soltería eterna. O, al menos, eso era lo que creían, en especial Hoseok.

Yoongi miró su reflejo en el espejo con la ceja ligeramente arrugada, dándose una vuelta para admirar bien el aspecto que tenía. Pasaron unos largos segundos, hasta que finalmente una brillante sonrisa apareció en su rostro.

―¡Te ves bien! ―exclamó Jimin con admiración―. Por fin puedes usar ropa más genial, hyung, con esto ahora sí que Hoseok va a mirarte ―movió sus cejas en un gesto sugerente, causando que Yoongi agarrara una almohada y se la lanzara―. ¡Oye, ¿por qué hiciste eso?!

―Eres un imbécil ―espetó el mayor con gesto de desagrado―. No sé por qué te invito a mi casa todavía.

―Porque somos tus únicos amigos ―dijo Jin con sabiduría, y Yoongi hizo un mohín―, y nadie más te aguanta, gato roñoso. Ahora, ¿de qué color vas a pintarte el cabello?

Volvió a mirar su reflejo, pensativo. Unos días atrás había conseguido un empleo, finalmente, los fines de semana, en una bodega de supermercado. Le pagaban por día trabajado, así que con los primeros pagos, decidió comprarse enseguida ropa más acorde a sus gustos: una chaqueta de cuero, algunos pantalones rotos y playeras oscuras. Además, había decidido que se cambiaría el color de su cabello, se aburrió del negro y quería verse más atractivo para Hoseok.

―Quizás rubio ―comentó―, o menta también, ¿qué dicen ustedes?

―¡Menta! ―apoyó Seokjin con aprobación―. Te verás guapo, pero por supuesto, no más que yo.

―¿Ah, sí? ―Jimin lo miró con maldad―. Si tan guapo eres, ¿por qué es que sigues soltero, hyung? ¿Cuándo vas a acercarte a Namjoon para decirle que salgan? ―una risita burlona―. ¿O cómo le dices tú?

―¡Ay, cállate, imbécil! ―barboteó Seokjin―. ¡Tú no lo entiendes! Namjoon es el omega más hermoso y guapo de la vida.

―Lo dudo, ese es Hoseok ―replicó Yoongi, volteándose a verlo con gesto de desagrado.

―Son unos idiotas ―bufó Jimin―, Jungkook es el más hermoso.

Por supuesto, Jin y Jimin no tardaron en enfrascarse en una estúpida discusión, mientras que Yoongi sólo rodó los ojos, escuchándolos perder el tiempo. Eran unos ciegos estúpidos, era evidente, porque Hoseok era el omega más bonito del mundo entero. Aunque, quizás, era una fortuna que ellos no lo vieran, así no tendría que pelear el amor del menor con esos alfas.

Increíble. Tal vez sus amigos tenían razón y estaba realmente siendo un estúpido por Hoseok. Pero, si era sincero, no le importaba demasiado.

Como fuera. Al día siguiente fue a un salón de belleza donde le ayudaron a teñirse el cabello, sin embargo, a mitad del tratamiento decidió que sería la última vez que llegaría a ese color. Podía sentir cómo iba a quedar calvo si se llegaba a decolorar una vez más. Aun así, al mirarse en el espejo, el resultado fue más que satisfactorio, e incluso su madre lo miró con la boca abierta cuando llegó a casa.

―¿No te gusta? ―preguntó, un poco inseguro.

―¡Estás hermoso, cachorrito! ―dijo ella, y sus ojos se llenaron de lágrimas―. Te ves tan parecido a tu padre, Gigi, ¡ya eres todo un alfa! Estás muy grandecito, ¡no quiero que crezcas más!

Para su sorpresa, ella se lanzó a abrazarlo y sollozar en sus brazos, dejándolo aturdido y pasmado. No le quedó más remedio que consolarla y, para que dejara de llorar, vieron unos dramas japoneses. No lo admitiría en voz alta nunca, pero fue un momento agradable con su mamá.

Cuando llegó el lunes, agarró valor para, finalmente, ir por Hoseok. Compró un ramo pequeño de rosas y se juntó con sus amigos fuera del colegio. Iban llegando un poco tarde, notó con fastidio, y estaba maldiciéndolos por dentro cuando alguien se le acercó.

―¿Yoongi? ―habló una voz femenina, y se volteó para ver a Nayeon, que le sonreía con algo de desconcierto―. ¿Eres tú?

¿Qué clase de estúpida pregunta era esa?, se dijo con incredulidad, controlándose para no decirla en voz alta por lo grosero que iba a sonar. Al final, respiró con profundidad y puso una media sonrisa agradable.

―Claro que soy yo, ¿por qué preguntas? ―dijo.

―Oh, es que... te ves distinto ―la omega rascó su nuca―. Luces muy guapo, oppa.

La última palabra le hizo enarcar una ceja por la sorpresa. De pronto, el aroma de Nayeon lo impactó con fuerza y tuvo que mover su cabeza, como si así pudiera despejarse.

―Gracias... ―dijo, sin saber qué más decir.

―¡De nada! ―ella le guiñó un ojo con las mejillas ligeramente coloradas antes de marcharse, dejando una estela de su aroma detrás.

Yoongi no sabía qué era lo que acababa de pasar, sin embargo, no tuvo demasiado tiempo para pensarlo, no cuando llegaron los imbéciles de sus amigos que empezaron a reírse enseguida de él. No le tomó mucha importancia al reciente episodio, al menos, hasta que entró al colegio y, de pronto, fue consciente de algunas miradas puestas enseguida sobre él.

Él.

―¿Por qué todos te miran? ―susurró Jimin con cara de no entender nada.

―No lo sé ―siseó Yoongi, y se preguntó si es que acaso lucía demasiado mal. Esa debía ser la única explicación para todas esas miradas indiscretas, ¿o acaso su ropa tenía algo? ¿Quizás un pájaro lo cagó y no se había dado cuenta? ¿O el cierre de sus jeans estaba abajo? ¡Era todo una desgracia!―. ¿Me veo muy mal?

―¿Qué? ¡Claro que no! ―Jin parpadeó, observándolo de pies a cabeza.

―¡Hola, Yoongi hyung! ―saludó otra voz, y ahora era Jaehyun, de su clase de Química―. ¡Wow, qué bien te ves!

Otro golpe de feromonas. Había una gran sonrisa coqueta en el rostro del omega, parpadeando con lentitud, como si esperara una respuesta inmediata.

―Eeeeh... ―Yoongi tragó saliva―, tú también, Jaehyun...

―¡Qué lindo eres, hyung! ―y, ante la atónita mirada de sus amigos, le dio un suave golpe en el hombro como si fueran viejos amigos―. ¿Y esas rosas, son para alguien en especial?

―Pues... pues algo así... ―respondió, descolocado. Jimin y Jin, a su lado, observaban la escena con la misma expresión que él debía estar teniendo encima.

―¡Debe ser un omega afortunado! ―continuó Jaehyun, y lo miró con expectación.

Yoongi no sabía qué era lo que esperaba de él, pero para su fortuna, ese incómodo momento fue interrumpido por el timbre anunciando el inicio de la primera clase. Barboteó algo de ir al salón, escapando de aquella conversación que no pidió.

―¿Jaehyun te acaba de coquetear? ―susurró Jimin con los ojos tan abiertos que se veía extraño―. ¿Desde cuándo está interesado en ti?

―Desde nunca ―dijo Yoongi entre dientes―. ¿Estará con fiebre o algo así?

―Nada de eso ―Jin rodó los ojos―, es sólo que debe estar viendo tu atractivo ahora. Mira tú, has subido un puesto en el rango de guapos de nuestro grupo. Desplazaste a Jimin al tercer lugar.

―¡Oye! ―se indignó el alfa más pequeño.

Toda esa escena había transcurrido a pocos metros de un trío de amigos omegas, que también observaban a Yoongi con gesto confundido, en especial uno de ellos, que ese día volvía a tener los ojos enmarcados en negro por haberse frotado el delineador con fuerza.

Había tratado de no mirar mucho a Yoongi cuando lo vio aparecer por los pasillos, aunque resultó casi imposible considerando lo atractivo que estaba. Su omega se había revuelto en emoción y ansiedad, como si quisiera correr donde el alfa para abrazarlo. Desde el encuentro con Yoongi que tuvo una semana atrás, en la heladería, que no había dejado de pensar en él. No podía olvidar un poco su aroma, su voz, la expresión de su rostro... Incluso ahora, pensarlo, provocaba que se estremeciera sin control alguno.

Y ahora, al verlo con esas ropas, con el nuevo look, había provocado cosas en él. Parecía el típico bad boy de esas malas novelas románticas, pero, santo dios, Hoseok daría lo que fuera por ser la estúpida chica inocente que cae por ese chico. Al menos, eso pensó hasta darse cuenta de la estupidez que pasaba por su cabeza.

―¿Ese es Yoongi? ―chistó Jungkook con los ojos abiertos como platos―. Mierda...

Con el comentario de su amigo, Hoseok fue consciente, de pronto, de que no era el único que estaba mirando a Yoongi con admiración. Había otras personas observándolo y no cualquier tipo de personas, sino omegas. Muchos omegas.

Al ver a Jaehyun acercarse a Yoongi, no pudo evitarlo y emitió un gruñido bajo.

―¿Hobi? ¿Acabas de gruñir? ―susurró Namjoon con gesto de sorpresa.

El omega se congeló ante la pregunta. Su primera reacción fue, por supuesto, decir que no había sido así, sin embargo, eso era una gran mentira. Sí había gruñido. Y un poco fuerte, por la expresión de Namjoon y Jungkook.

Tragó saliva.

―Me sentí algo enfermo ―dijo a modo de mentira, sintiendo sus manos sudar.

―¿Enfermo de celos? ―bromeó Jungkook, ganándose un golpe en el trasero―. ¡Auch, hyung!

―Vamos a clase ―barboteó entre dientes―, o voy a arrancarte el cabello, Jungkook.

Jungkook lo miró con mucha indignación y, para su fortuna, Namjoon decidió no decir nada tampoco, aunque la expresión de su rostro ya mostraba mucho. Hoseok fingió estar interesado en sus cuadernos, sin embargo, su mente era un hervidero de ideas por lo que acababa de hacer.

Había gruñido por celos. Por ver a Joohyun acercarse a Yoongi con esa sonrisa coqueta y juguetona. Su omega se revolvió en odio hacia el otro chico, actuando tan posesivo y decidido a proteger lo que consideraba como suyo, lo que era una tontería, francamente. Él y Yoongi no eran nada. No eran siquiera amigos.

Ese pensamiento lo hizo ponerse repentinamente triste, como si recién hubiera reparado en ello. Jungkook y Namjoon lo estuvieron molestando mucho los días anteriores, luego de lo que pasó en la heladería, diciendo que Yoongi estaba muy interesado en él y parecía no importarle el tema de la evidente diferencia de altura. Hoseok les decía que se callaran, que todo se debía a una confusión o que quizás Yoongi había consumido alguna droga que le hizo actuar así. No obstante, en el fondo... En el fondo, algo en él no pudo evitar emocionarse con esas palabras, como si esa ilusión infantil que tenía a los doce años cobrara mayor fuerza. Un alfa estaba interesado en él.

Había creído que Yoongi se le iba a acercar para pedirle una cita, incluso cuando iba a acostarse, susurraba y fantaseaba en cómo darle la respuesta positiva. Ahora, sin embargo, sentía que su inseguridad le estaba dando un fuerte golpe de realidad: eso no iba a ocurrir. El cambio de look en el alfa parecía haber atraído muchas miradas y, muy probablemente, iba a fijarse en las docenas de omegas que se le acercarían. Omegas bonitos, agraciados y estilizados, y más importante, más bajos que él.

No pudo evitarlo y se miró: ese día iba vestido, como se esperaba, todo de negro. Incluso miró su reflejo en el celular, observando el horrible maquillaje que cargaba por la frustración de no haberse podido delinear bien. A veces, él tenía el deseo de vestirse de otra forma, con prendas más coloridas y brillante, de maquillarse el rostro con muchos colores, de usar broches o pintarse las uñas... Pero eso duraba hasta que recordaba que sólo una vez lo hizo y un alfa de otro curso se burló de él, llamándolo fenómeno por ser tan alto y creer que se vería tierno así. Jungkook se enfureció tanto que golpeó a ese chico, no obstante, el daño ya estaba hecho.

De seguro Yoongi tendría ahora muchos omegas que lo rodearan, que se interesaran en él. No supo por qué sus ojos se sintieron picosos de pronto y algo en su garganta comenzó a molestar. Trató de disimularlo lo mejor posible para no llamar la atención de sus amigos o compañeros.

El resto del día trascurrió de manera lenta y dolorosa. Buscó evitar como fuera a Yoongi y sus amigos, incluso si debía recurrir a hacer alguna tontería, como esconderse en los baños. Para su fortuna, sus amigos parecieron notar que estaba algo deprimido y esquivo, por lo que no hicieron mayores preguntas, esperando que en algún momento decidiera hablar con ellos para contarles lo que pasaba. Hoseok nunca les iba a decir lo que pasaba por su cabeza en ese instante, primero iba a suicidarse antes que perder su dignidad.

Las cosas estuvieron relativamente bien, aunque tuvo que soportar los susurros excitados de sus compañeros omegas sobre la nueva apariencia de Yoongi. Siseaban sobre quién lo iba a invitar a salir ahora que estaba tan guapo, y Hoseok sólo pensó que el alfa siempre había sido guapo, incluso con esas ropas extrañas que llevaba antes.

Para cuando el timbre de salida resonó en el edificio, arrastró sus pies por el suelo con los hombros derrotados y bajos. No estaba con sus amigos, pues la última clase eran los talleres y cada uno estaba en uno distinto. Habían quedado en verse fuera, por lo que se encaminó hacia allá con actitud totalmente depresiva.

―Eeeeh, ¿Hoseok?

La grave voz lo sacó de sus lamentos, sobresaltándose y volteándose para ver a Yoongi, detrás de él, con una mirada titubeante. Sin poder evitarlo, miró para ambos lados, como si esperara que hubiera otro "Hoseok" al lado suyo... ¿Acaso le estaba hablando a él?

―Oh, hola, Yoongi... ―murmuró, viendo que cargaba ese ramo de flores todavía. Desde que llegó que lo andaba cargando, lo que le hizo preguntarse para quién iban a ser.

―¿Cómo estás? ―preguntó Yoongi.

Hoseok lo miró y desvió la vista casi de inmediato, pensando con rapidez que era realmente atractivo. Era... era muy guapo, y el color rubio le quedaba precioso. A pesar de ser algunos centímetros más bajo que él, su porte era fuerte y elegante, y ahora más que nunca parecía estar atrayendo nuevas miradas.

―Bien, gracias ―trató de sonreír, pero no sabía si lo logró―. ¿Y tú?

―Pues... ahora que te veo, mucho mejor ―contestó Yoongi con algo de torpeza.

Hoseok parpadeó al escuchar esas palabras y contuvo, a tiempo, su cabeza para no girarla bruscamente hacia el alfa. En su lugar, sólo la movió con lentitud, notando que las mejillas de Yoongi estaban un poco coloradas.

―Aaaah... ―barboteó, sin saber muy bien cómo proceder.

¿Lo que acaba de escuchar era... era un coqueteo? ¿Era una frase para coquetear? ¿Eso significaba que Yoongi le estaba coqueteando? La mente de Hoseok estaba haciendo cortocircuito.

―Yo... bueno... ―farfulló Yoongi ante su silencio, esbozando una sonrisa leve―, pues... pues quería entregarte estas flores...

Y se las tendió. Hoseok no se movió enseguida, todavía tratando de procesar lo que estaba ocurriendo en ese preciso instante. Yoongi. Flores. Para él. ¿Qué? ¿Queeeeeeeé?

¿Qué demonios estaba pasando?

No las agarró. La sonrisa de Yoongi fue disminuyendo a medida que los segundos pasaban, mientras que Hoseok sólo trataba de pensar qué es lo que estaba pasando.

―¿No las quieres? ―preguntó Yoongi, inseguro.

Entonces, Hoseok reaccionó.

―¡No! ―exclamó―. ¡Oh, perdón, sí las quiero!

Le quitó las flores de golpe, casi bruscamente. Su rostro se coloreó de un rojo fuerte, lo pudo sentir por el calor en sus mejillas, pero trató de seguir viéndose rudo. No sabía si lo estaba logrando.

―Gra-gracias ―añadió con torpeza―, tú... no debías molestarte, Yoongi hyung... ―tragó saliva―. Están muy lindas...

―Sé que te gustan las flores ―habló Yoongi a modo de explicación, también algo avergonzado―, y... y pues... pues quería preguntarte algo, Hoseokie...

Hoseok aguardó a que hablara, a pesar de que el alfa se veía muy fuera de sí. No pudo evitarlo y pensó en lo tierno que se veía.

―Quería saber si te gustaría salir en una cita este viernes ―dijo finalmente Yoongi.

―¿Una... una cita...? ―repitió, desconcertado.

―Sí, una cita ―a medida que hablaba, Yoongi parecía ir agarrando más valor―, me gustas mucho, Hoseok. Eres un omega muy lindo.

Casi esperaba que de pronto aparecieran muchas personas a reírse por las palabras de Yoongi, pero no fue así. Todos siguieron su rumbo, ajenos a ellos dos, y Hoseok no podía desviar su vista de la mirada ilusionada del alfa.

―¿Tú... tú realmente piensas eso? ―habló, y su voz fue ahogada y tímida.

―Claro que sí ―afirmó Yoongi―, encuentro que eres precioso, Hoseokie...

Sintió ganas de llorar por la emoción ante esas palabras, sin embargo, logró controlarse otra vez para no hacerlo. Si lloraba, ese horrible delineado iba a manchar toda su cara.

―Yo... pues... A mí me encantaría salir contigo ―contestó Hoseok finalmente.

La sonrisa de Yoongi fue ahora mucho más grande, empapada en emoción.

―¿De verdad? ―el alfa parecía encantado con esas palabras.

―Sí, de verdad ―afirmó Hoseok.

―¡Bien, genial! ―Yoongi se acercó un poco más―. ¿Me das tu número de teléfono para que hablemos por mensaje y te diga donde nos podemos juntar?

Hoseok no podía decirle que no, se dio cuenta. Su omega se retorcía por estar al lado de Yoongi, por olisquearlo y dejarse envolver en su aroma.

Cinco minutos después se estaban despidiendo y, una vez quedó a solas, el omega sólo se aferró a las flores. Tal vez, sólo tal vez, no iba a ser un soltero eterno, y ese pensamiento bastó para hacerlo sentir el chico más afortunado del mundo entero.

¡gracias por leer!

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