5.

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Advertencias: fluff e inseguridades uwu

el siguiente fic corto es una comisión encargada por alieeparadise, ¡muchas gracias por la confianza y paciencia!

Hoseok habría querido decir que él estaba muy emocionado por su cita, sin embargo, tenía que admitir algo: Jungkook parecía más excitado que él. Namjoon y él estaban sentados en la cama de Hoseok, mirando al omega menor metido en el clóset, revolviendo con desesperación y lanzando las ropas al suelo.

―¡Hoseok, no tienes nada para ponerte! ―gritó Jungkook.

―¿Cómo qué no? ―Hoseok parpadeó―. ¿Y toda esa ropa en el suelo?

―¡Está horrible! ¡Mírala, Hoseok!

Bajó la vista hacia la pequeña montaña de ropas y le dio la razón a Jungkook por dentro, pues los únicos colores que sobresalían eran el negro, gris y blanco. No parecía haber mucha variedad en sus prendas.

―Pero es mi estilo ―trató de defenderse Hoseok, aunque su voz salió débil por la preocupación.

―¿Tu estilo? ―farfulló Namjoon, mirándolo con incredulidad―. Es tu estilo desde hace unos años, pero antes te gustaba vestir de otra forma.

Sí, con otro tipo de colores, de prendas, incluso ropa un poquito más ajustada. Eso fue hasta que empezaron a burlarse de él, diciendo que ese estilo no quedaba para nada bien en un omega alto como él.

―¿Qué haremos? ―gimoteó Jungkook con pesimismo― . Tu cita es en una hora y no tienes ropa. Ya no alcanzamos a ir a comprar algo.

―Puedo cancelarle a Yoon...

―¡JAMÁS! ―gritaron sus dos amigos.

Hoseok pensó si es que ellos no habían perdido la cabeza, aunque él no se sentía del todo bien en ese momento. Su estómago estaba apretado por la ansiedad de la cita, tan nervioso por lo que fuera a pasar pronto. Durante mucho tiempo había soñado con tener una cita con algún alfa y ahora que se estaba cumpliendo, sentía que iba a vomitar en cualquier momento.

Una parte suya quería agarrar su teléfono y cancelarle a Yoongi; llevaba con esa idea los últimos dos días, desde que decidieron juntarse en un parque en el centro de Seúl, a las cinco de la tarde del sábado. Hoseok estaba ya en un punto alto del estrés y sus amigos no estaban ayudando demasiado.

―¿Por qué gritan tan fuerte? ―preguntó Dawon, apareciendo con expresión de irritación―. Hobi, tú y tus amigos emos son realmente un fastidio.

―¡No somos emos! ―se defendió Hoseok―. ¡Ya, vete al infierno!

―¡No, tengo una idea! ―saltó Jungkook―. ¡Noona, necesitamos tu ayuda!

Hoseok miró a Jungkook como si le hubiera salido una tercera cabeza, sin embargo, antes de poder preguntarle qué demonios le pasaba, se dio cuenta de la forma en que brillaban sus ojos. Estaba mirando a Dawon con esperanza y se horrorizó al darse cuenta de lo que significaba.

―¡No! ―gritó enseguida, pero fue ignorado por todos allí y quien terminó yendo al infierno fue él cuando lo arrastraron a la habitación de Dawon.

Aunque, media hora después, tuvo que admitir que no resultó tan malo. No cuando vio su reflejo en el espejo: los pantalones con estampado de flores con pétalos de muchos colores, una playera blanca y encima un cárdigan rosado.

―¡Estás muy lindo, hyung! ―chilló Jungkook con emoción.

―Jungkook tiene razón ―Dawon tenía una gran sonrisa en su rostro, viéndose muy orgullosa de sí misma―, estás encantador.

―Te queda bonito el rosado ―apoyó Namjoon, también sonriendo.

Hoseok volvió a mirarse en el reflejo y llevó una mano a sus cabellos ligeramente ondulados, revolviéndoselos. Sin el típico delineado negro encima, tenía un aspecto... bonito. Encantador. Era como... como lo que siempre quería vestir, pero no se atrevía por las burlas.

―Podrías ponerte un poco de brillo labial ―sugirió Dawon―, esos bonitos labios tienen que resaltar.

―¿No sería demasiado? ―preguntó Hoseok con un poco de inseguridad.

―Nah, pruébalo ―dijo Namjoon, tan entusiasmado como su hermana―. Yoongi de seguro te va a ver y no dejará de besarte ―añadió, y Hoseok enrojeció.

―¡No seas estúpido! ―exclamó Hoseok, pero aun así agarró un labial y se lo aplicó ante la burlona mirada de Jungkook.

Diez minutos después estaba colgándose un bolsito de su hombro y salió de casa con sus amigos. Les había dicho que no se atrevieran a espiarlo, lo que menos quería Hoseok era sentir un poco de presión extra, así que a Jungkook y Namjoon no les quedó más que asumir con indignación el hecho de que su amigo les contaría como le fue más tarde. Se separaron al tomar cada uno un bus distinto, y Hoseok respiró con profundidad mientras se sentaba al fondo.

Desde que Yoongi le pidió la cita que estuvo imaginando cómo iba a salir todo. Él no quería ilusionarse y pensar que Yoongi empezaría a cortejarlo, sabía que debía tener los pies aterrizados, sin embargo, su omega estaba retorciéndose por la emoción y la felicidad. Era su primera cita, estaba muy nervioso y quería que todo fuera perfecto. A pesar de que él fuera más alto que el alfa, en ese momento era lo de menos y haría todo lo posible para demostrarle sus otras cualidades; puede que en el colegio no lo demostrara, pero quizás, con Yoongi, podría bajar sus defensas y ser ese omega que era en el fondo: romántico, gracioso y tierno. A fin de cuentas, ese papel de chico malo era más que fingido para que ya dejaran de burlarse de él por su altura.

Debido a la ansiedad, llegó diez minutos antes al lugar en el que quedaron, sentándose en una de las bancas vacías y jugueteando con sus piernas en lo que pasaba el tiempo. Pronto el reloj dio las cinco y se puso a mirar a su alrededor, esperando ver a Yoongi para hacerle alguna seña, pero no pasó nada. No lo veía por ninguna parte. Sólo tomó una respiración profunda y se dijo que podía venir un poco atrasado, y pues estaba bien. No tenía por qué enloquecer.

Las cinco y diez. Las cinco y quince. Las cinco y veinte.

Hoseok miró su celular, esperando que llegara un mensaje del alfa diciéndole algo, no obstante, no fue así. Mordió su labio inferior y ahora comenzó a mover sus manos en un gesto de nervios y angustia.

Las cinco y treinta. Las cinco y cuarenta.

Mordió con más fuerza su labio para tratar de aguantar las lágrimas repentinas que inundaron sus ojos. Dios, qué estúpido había sido. Yoongi de seguro quiso reírse con él haciéndole esa broma, quizás se puso de acuerdo con sus amigos y otros más para ilusionarlo y burlarse una vez fuera al colegio. Sí, claro que sí, porque ¿quién querría salir con un omega tan desastroso como él? Nada mejor que reírse de él al dejarlo plantado, ilusionándole y haciéndole creer que él era un omega deseado.

Tomó una respiración profunda, con la garganta apretada y se puso de pie. Iba a enviarle un largo mensaje a Yoongi mandándolo al diablo antes de bloquearlo y luego iba a...

―Hola, chico guapo.

Levantó la vista para chocar con un rostro que se le hizo conocido, y luego de pensarlo cinco segundos, se dio cuenta de que era el alfa de la heladería, el que se llamaba... Se llamaba Christian.

―Hola ―dijo con reserva, sin querer ser grosero, pero tampoco invitándolo a que se le acercara más de la cuenta.

Christian pareció no notarlo, pues se le acercó un poco más con esa sonrisa coqueta y atrevida.

―No me llamaste nunca ―reclamó el alfa con humor―, estuve esperando algún mensaje de tu parte, bonito, pero nunca llegó, y tampoco me dijiste tu nombre gracias a ese alfa enano.

Hoseok sintió rabia al escucharlo hablar así de Yoongi, pero enseguida fue reemplazada por tristeza. Yoongi lo había dejado plantado cruelmente, ¿por qué él debería defenderlo?

―Se me perdió tu número ―mintió, pues no iba a decirle que lo botó a la basura―. Um, me llamo Hoseok ―añadió.

―Es un bonito nombre ―siendo todavía más atrevido (e invasivo), Christian le agarró la mano. Hoseok se sobresaltó―, un nombre perfecto para un omega tan hermoso como tú.

Hoseok realmente no sabía cómo sentirse con esas palabras: una parte suya, la orgullosa, le decía que debería aceptar el coqueteo de Christian (a pesar de que luciera como un patán), aunque otra estaba lloriqueando por la horrible broma de Yoongi. Él, sólo... sólo se había ilusionado con Yoongi, creyendo que realmente estaba interesado en un omega como Hoseok.

―Gracias ―dijo en un murmullo débil.

―Podríamos ir por un helado ―Christian casi se le pegó con esa propuesta―, o, mejor, ir al cine, ¿qué te parece...?

―Aléjate de omega, ahora mismo ―gruñó alguien más.

Hoseok se giró con rapidez, viendo a Yoongi a pocos metros de ellos dos, con expresión oscurecida y cara de estar a punto de cometer un asesinato.

Yoongi había tenido un día desastroso y ver a Hoseok de la mano con ese alfa cretino terminó por coronar su ánimo. Estaba a sólo dos minutos de cometer un asesinato.

Todo comenzó porque su padrastro (mamá se había conseguido novio y estaban en la etapa melosa, ugggh) lo hizo madrugar a las ocho de la mañana un SÁBADO, lo que debería ser considerado un crimen a nivel internacional. Y lo levantó para ir a pescar. A PESCAR. Todo bajo la excusa de conocerse más y mamá lo obligó, así que no había mucho qué discutir. Yoongi le suplicó a su padrastro que llegaran temprano debido a su cita. Sehun dijo que no debía preocuparse y Yoongi creyó que sólo debía relajarse, que todo saldría bien.

No fue así. La pesca resultó un asco, no sólo no consiguieron nada, sino que Yoongi tropezó en el bote y cayó al agua del río. Y cuando iban de regreso, a la una de la tarde, el maldito auto tuvo una falla mecánica y quedaron en medio de la carretera. Yoongi comenzó a desesperarse cuando Sehun llamó a una grúa que los llevara a un mecánico, pues no llegó de inmediato, sino que casi dos horas después. Lo peor es que por esa ruta no transitaba ningún bus y CASUALMENTE ese día no apareció ningún auto que, por último, pudiera llevarlo. Por fin, alrededor de las cuatro de la tarde estaba llegando a casa, sólo para descubrir que las cañerías se habían roto y no podía darse una ducha. Sin embargo, el remate de ese horrible día fue que, cuando quiso enviarle un mensaje a Hoseok para preguntarle si podían verse más tarde, su celular murió por algún extraño motivo: se apagó de la nada y no quiso prender más.

Así que Yoongi estuvo a punto de hacerse bolita, echarse a llorar y cortarse las venas. Al final, ya histérico, hambriento y desesperado, agarró las ropas que decidió usar para la cita, fue a casa de Seokjin, que le quedaba más cerca, le rogó usar su ducha y, a las cinco y quince, su amigo le pidió un Uber que le llevara al parque. A esas alturas, era probable que Hoseok hubiera decidido marcharse ante el hecho de que Yoongi no apareció, pero el alfa rogaba que el omega siguiera allí.

Cuando lo vio a lo lejos, tuvo el primer respiro de alivio del día. Pensó, mientras caminaba hacia Hoseok, en lo hermoso que se veía: no iba con sus ropas negras y un maquillaje desordenado, por el contrario, lucía como el precioso sol que era. Sin embargo, la alegría que le inundó se transformó en incredulidad e ira al ver a un idiota que se le hizo conocido acercársele. Fue tanta la sorpresa que se quedó quieto, y la tristeza hizo aparición al darse cuenta de que Hoseok no se alejó de ese idiota.

Bueno, ¿por qué iba a alejarse luego de que Yoongi, prácticamente, lo hubiera dejado plantado? Hoseok debía estarse sintiendo horrible, ¿no sería mejor que Yoongi sólo se marchara y lo dejara con ese alfa? Tal vez aquel imbécil le tratara como correspondía, a fin de cuentas, Hoseok era un omega encantador. Yoongi había perdido su oportunidad.

Retrocedió un paso, no obstante, en ese momento, su alfa casi gritó que no fuera un idiota y se acercara a reclamar a su omega. Además, si Hoseok ya no quería nada con él, entonces que se lo dijera directamente, no debería asumir algo sólo por sus inseguridades. Por último... Por último, debería darle una explicación a Hoseok, y si aun así el omega ya no quería verlo, entonces lo aceptaría con resignación.

Así que, armándose de valor, fue donde estaba Hoseok y quiso vomitar al escuchar el estúpido coqueteo de ese alfa. No pudo menos que hablar cuando escuchó que lo quería invitar a un helado.

―Aléjate de omega, ahora mismo ―espetó con ira, haciendo lo posible para no lanzarse sobre él como quiso hacer antes.

Hoseok se giró con brusquedad, mirándolo con gesto desconcertado, como si no se terminara de creer que él estuviera allí. Yoongi le agarró de la muñeca para separar ambas manos y que así él la sostuviera, entrelazando sus dedos con los de Hoseok.

―¿Tú omega? ―farfulló Christian con el ceño fruncido―. Yo no veo ninguna marca, así que...

―¡No te vuelvas a acercar a él o te romperé la nariz! ―gruñó Yoongi, empezando a caminar y tirando de Hoseok, que seguía enmudecido―. Es un cretino, ¿qué se cree? Acercándose a ti, cuando...

―Yoongi ―murmuró Hoseok―, ¿qué haces aquí?

Yoongi, entonces, reparó en lo que estaba haciendo. Cómo estaba actuando. Color impactó sus mejillas y se detuvo, girándose para volver a ver a Hoseok, que tenía los ojos puestos en él con claro gesto de inseguridad y desconfianza. Por dios, acababa de comportarse como un simio.

―Pues... Yo... Hola ―habló estúpidamente, y quiso darse cabezazos casi de inmediato―, Hobi...

―¿Has venido a burlarte de mí? ―preguntó Hoseok de golpe, con su voz temblorosa―. ¿Fue... fue gracioso dejarme plantado?

―¿Qué? ¡No, Hobi! ―Yoongi parpadeó―. Hoba, no quería... No pretendía llegar tan tarde... Por favor, perdóname...

Hoseok parpadeó, todavía luciendo suspicaz ante sus palabras. Yoongi no podía menos que aceptar ese comportamiento, pues al fin y al cabo, llegó casi una hora tarde a su cita.

―Todo me salió mal hoy ―siguió diciendo Yoongi con rostro triste―, mi padrastro me obligó a ir de pesca con él y no sólo no pescamos nada, sino que me resbalé y caí al río. Poco más la corriente me arrastra río abajo...

A pesar del aspecto cauteloso de Hoseok, Yoongi pudo ver como sus labios se contraían, como si no quisiera sonreír ante sus palabras. De alguna forma, esa reacción le hizo tener un poco de esperanza, así que siguió hablando:

―Luego, cuando nos veníamos de vuelta, el auto de Sehun tuvo un desperfecto en medio de la carretera ―continuó apesadumbrado― y a mi padrastro no se le ocurrió nada mejor que querer arreglarlo él mismo, con mi ayuda... Y ninguno de los dos sabe algo de mecánica, Hobi. Casi incendiamos el auto cuando se decidió a llamar a una grúa.

Hoseok ahora ya no podía ocultar su sonrisa, con los ojos brillando por algún extraño motivo. Yoongi notó, entonces, que sus manos seguían entrelazadas, así que le dio un apretón de manera inevitable.

―Cuando por fin llegamos a casa, el baño estaba inundado. Se rompió una cañería y teníamos el agua cortada, así que no podía ducharme. Iba a enviarte un mensaje, pero mi celular decidió morir en ese momento... Sigue muerto, mira... ―y le mostró el artefacto, que todavía no prendía―, tuve que ir...

―Entonces... ―Hoseok habló con tono débil―, no... ¿no pretendías dejarme plantado?

―Claro que no ―Yoongi sintió su corazón volverse loco al notar el puchero en los labios del omega―, jamás se me habría ocurrido. La verdad... Hoba, desde hace mucho que quería invitarte a salir, creo que... Pienso que eres un omega muy bonito y dulce, y ahora que te veo más de cerca, sólo pienso en lo guapo que estás.

Las mejillas del omega se colorearon de rojo, aunque una sonrisa complacida pintaba su rostro. Yoongi estaba conteniéndose demasiado para no besarlo, sobre todo al sentir el suave aroma de las feromonas omega: la vainilla y fresas eran una combinación exquisita.

―¿De verdad piensas que soy lindo? ―preguntó Hoseok―. ¿A... a pesar de que sea más alto que tú?

―No me importa para nada ―aseguró Yoongi―, eres perfecto para mí. Si a ti no te importa que yo sea más bajito que tú...

―Claro que no, Yoonie... ―Hoseok enrojeció con más fuerza al decir el apodo, pero Yoongi sólo sonrió con fuerza.

―Entonces... ―Yoongi le dio otro apretón―, ¿vamos por nuestra cita?

―¡Está bien!

Yoongi pensó que Hoseok le soltaría, pero no fue así: en todo lo que caminaron hacia el cine, iban tomados de la mano, sonriéndose con torpeza y con las mejillas coloradas. A pesar de que estaba esa vergüenza inicial, pronto se pusieron a hablar sobre el colegio, su música favorita, la comida que más les gustaba, sus familias y sus asignaturas favoritas. Se dieron cuenta, antes de lo pensado, sobre todas las cosas que tenían en común y, por encima de todo, lo cómodos que estaban en compañía del otro.

Hoseok no podía dejar de pensar, fascinado, que Yoongi no estaba intimidado con el hecho de que él fuera más alto, ni que Hoseok tuviera una risa tan escandalosa, ni las ropas que usaba en ese momento. Su corazón latía sin control alguno cada vez que el alfa le miraba y se veía obligado a no dar rienda suelta a su imaginación.

Yoongi, por otro lado, pensaba en lo hermoso que era Hoseok mientras hablaba y hablaba. En el colegio no se notaba tan animado y si bien Yoongi no era un gran fanático de los ruidos fuertes, en Hoseok resultaba encantador. Le gustaba escucharlo hablar y divagar, su risa era contagiosa y una de las cosas que más admiraba de él. Hoseok lucía como... como un sol, pensó.

Luego de la película fueron a comer brochetas de cordero. Con cada nuevo minuto se iban desinhibiendo más y más, y por encima de todo, acercándose poco a poco.

―¿De verdad que hace mucho que querías invitarme? ―preguntó Hoseok mientras esperaban el postre, un helado que iban a compartir.

Yoongi bajó la vista con timidez.

―Pues sí ―habló el alfa―, me... me gusta admirarte de lejos, la primera vez que te vi... ―dudó un momento, pero los ojos de Hoseok brillaban por la ilusión―, le estabas hablando a unas flores y pensé "que lindo omega es", y desde entonces que no podía dejar de mirarte.

―Oh ―Hoseok soltó una risita avergonzada―, debiste sorprenderte de que le hable a las flores cuando luzco como un emo.

―Es un estilo que te queda bonito ―le dijo Yoongi.

―No es así ―Hoseok hizo un gesto de reprobación―, mi hermana siempre dice que parezco listo para invocar a Satanás.

Yoongi se rió con fuerza al escucharlo decir eso y Hoseok también dejó salir algunas carcajadas.

―Yo pienso que es bonito ―insistió el alfa una vez dejó de reírse―, creo que es adorable verte queriendo lucir malo, cuando eres tan dulce, Hoba.

―¡Claro que no! ―Hoseok fingió estar ofendido―. ¡Yo soy un chico malo!

―Un chico dulcemente malo ―bromeó Yoongi.

Puso rostro de indignación a pesar de que Hoseok sentía que su omega enloquecía con los constantes halagos del alfa. Se sentía... se sentía como si estuviera flotando en una nube de felicidad, olvidando ya por completo la tristeza que sintió ante el hecho de que Yoongi llegó tarde.

―¿Es que no has escuchado los rumores que hay alrededor de mí y mis amigos? ―preguntó Hoseok―. Somos unos omegas maleantes.

―¿Maleantes? ―se rió Yoongi―. Hobi, ustedes pueden ser cualquier cosa, menos chicos malos. Son adorables.

―¿Acaso también has mirado a mis amigos? ―picó Hoseok.

―Claro que no ―Yoongi decidió agarrar valor en ese momento―, el único omega al que quiero cortejar es a ti.

La sonrisa se congeló en el rostro de Hoseok ante esas palabras y Yoongi temió haberse excedido con sus palabras. Quizás estaba yendo muy rápido, ¿no? Puede que Hoseok quisiera tomarse las cosas con más calma.

―¿Cortejarme? ―preguntó Hoseok.

―Si tú quieres y me dejas ―se apresuró en decir Yoongi―, claro que quiero cortejarte, Hobi, pero si crees que no... Si es todo demasiado rápido...

―A mí... A mí me encantaría que me cortejaras, Yoon ―barboteó Hoseok, callándolo. La voz del omega era un sube y baja por la emoción y los nervios―, eres un alfa muy dulce y lindo conmigo y... y me encantaría ser tu omega.

Yoongi sintió su corazón volverse loco y, casi en automático, se acercó más a Hoseok. A pesar de que era más alto, Hoseok se veía pequeñito en ese momento.

―¿Puedo besarte? ―susurró Yoongi.

Hoseok no respondió, parecía incapaz de hacerlo; no obstante, movió su cabeza de arriba hacia abajo con torpeza en una clara y nerviosa afirmación.

Fue un beso sencillo, dulce y suave: Yoongi se acercó primero, besándole en la comisura de su boca antes de presionar labio contra labio, un toque ligero y poco invasivo. Duró menos de tres segundos, aunque al alejarse, los dos estaban muy colorados.

―¿Me besarás más veces? ―preguntó Hoseok, sin perder el rubor de sus mejillas.

―Todas las veces que tú quieras ―aseguró Yoongi.

―¿Cómo... ahora, quizás?

El segundo beso fue un poco más largo y apasionado: ahora ambos separaron sus labios y presionaron con algo más de fuerza, moviéndose el uno contra el otro. Volvieron a alejarse pasados unos segundos.

―¿Puedo pasarte a buscar el lunes a tu casa para ir juntos al colegio? ―preguntó Yoongi.

―¿Iremos de la mano? ―preguntó Hoseok, temiendo que Yoongi quisiera mantener lo que ellos tenían a escondidas. Después de todo, los alfas eran orgullosos y le podía pegar en el ego que su omega fuera más alto.

―Claro ―Yoongi entrelazó ambas manos nuevamente―, mi pequeño omega siempre tiene que estar a mi lado.

Hoseok volvió a reírse en voz baja, sólo pensando en que Yoongi tenía algo de razón, pues en ese instante, se sentía como un pequeño omega que quería ser consentido por su alfa.

¡gracias por leer!

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