☙ 02 ⊳ 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚𝐬 ❧

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⎾ ✩⋆꙳✧⋆°✩ ⏋
☙Promesas❧
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Ficha Técnica

├─ ☙Participante: #1 ❧ ─┤

├─ ☙ Título del Os: Promesas ❧ ─┤

├─ ☙Canción a utilizar: Futari no kimochi - OST (Inuyasha) / corean ver. (cover by Yen & Rel) recomiendo ponerlo varias veces porque no alcanza el tiempo de la canción para leer todo uwu ❧ ─┤

├─ ☙Anime: Kimetsu no Yaiba❧ ─┤

├─ ☙Personajes: Kyōjurō Rengoku, Shinjurō Rengoku, Senjurō Rengoku, Tanjirō Kamado (breve y sutil aparición), personaje sin nombre gg ❧ ─┤

├─ ☙Advertencias: Os triste dependiendo de la persona gg, posibles spoilers si no viste la película y/o te leíste el manga, no hay género en específico del personaje, narración en tercera persona ❧ ─┤

├─ ☙Comodín: Ninguno (falta usar 2) ❧ ─┤

├─ ☙Total de Palabras: 2,502 ❧ ─┤

├─ ☙Extra: si bien el libro está más inclinado por BNHA, este anime resultó pegar bastante con lo que quería transmitir, so... aquí tienen ❧ ─┤

Sus recuerdos sobre aquel día eran vívidos y los atesoraba como si de un rayo de sol en la oscuridad se tratase. La precisión con que su mente viajaba a aquella época y le hacía evocar ese momento siempre lograba sacarle una sincera pero a la vez nostálgica y amarga sonrisa, la cual le daba el coraje que necesitaba para levantarse cada día. Si se esforzaba, podía sentir aquel gélido aliento de la estación más fría rozando su no cubierta anatomía y visualizar cómo aquel niño de brillante presencia se acercaba y le sonreía con ánimos.

Suspiraba de solo imaginar volver a sentir su mano contra la suya en una silenciosa promesa que le dio lo que necesitaba: esperanza.

«Ya todo terminó, estaré contigo».

Cómo quisiera que aquello se hubiera cumplido.

Las estaciones pasaron, haciendo que el tiempo compartido se alargue y el vínculo que desarrollaron se hiciera cada vez más resistente. Sin darse cuenta, ya habían dejado atrás la inocencia propia de la infancia y eran conscientes de que la madurez acompañada de una visión hacia el futuro empezaba a juntar sus caminos de una manera más personal, logrando que las promesas fueran más constantes y su significado mucho más íntimo.

—Será mi última misión, ¡te lo prometo!

Otra de tantas esperanzas que su corazón albergaba. Pero confiaría en él, después de todo, Kyōjurō nunca había defraudado su confianza y sabía que si él se lo pidiera, sería capaz de seguirlo con los ojos cerrados sin titubear, porque así era, ese era el efecto que el pilar de la flama poseía en su persona.

Fue en un día soleado, muy opuesto al de su primer encuentro, en que se hallaba esperando por su regreso que todo se vino abajo.

Senjurō visitaba constantemente su habitación a pesar de que la cabeza de los Rengoku se lo tenía prohibido y, junto a él, se la pasaba imaginando cómo sería su vida cuando el pilar a quien ambos amaban tanto regresase. Sabían que su padre no estaría contento, aunque nunca parecía estarlo, pero —a pesar de todo— Kyōjurō se lo había prometido, sabiendo todo lo que acarrearía aquella decisión.

Ojalá el sol no hubiera entrado por su habitación aquella mañana, ojalá sus ojos se hubieran mantenido cerrados, ojalá la brisa mañanera no hubiera despeinado sus cabellos, ojalá aquel cuervo no se hubiera posado en su brazo, ojalá simplemente no hubiera despertado nunca más.

Lo primero que se le vino a la mente fue el escepticismo. ¿Cómo era posible que Kyōjurō estuviera muerto? Se rio sin ningún rastro de gracia en su expresión. Aquello debía tratarse de una broma de muy mal gusto, no podía tener otra explicación.

Lo segundo fue la negación: sus manos formaron puños y estos se dirigieron hacia la parte superior de su cabeza, donde se hallaban sus cabellos ondeantes por el viento, ahí empezó a tirarlos mientras murmuraba «es mentira» varias veces sin ser capaz de creer que ello realmente estaba pasando.

Y, finalmente, llegó la aceptación. Fue como si de una gran revelación se tratara, su mente se quedó en blanco por unos momentos y los murmullos se convirtieron en balbuceos ininteligibles. Sus pensamientos llegaban uno tras otro como si de una avalancha se tratase y no pudo contenerlos, no pudo luchar contra el dolor que empezaba a manchar su tan frágil corazón.

El primer sollozo se escuchó, y junto a ello llegó la primera pregunta: ¿ya no sería capaz de volver a abrazarlo?

Las lágrimas caían sin cesar al igual que las miles de interrogantes que se acumulaban dentro suyo.

¿Ya no escucharía su voz? ¿Ya no sentiría sus fosas nasales inundadas de su aroma? ¿Ya no lo vería sonreír?

¿Y qué pasaba con su promesa? ¿Qué pasaba con sus planes a futuro?

Ya no quedaba nada.

Aquel mensaje logró que toda su estabilidad y esperanzas sobre el mañana se hundieran de manera tan abrupta y su habitación se llenó de gritos y llanto interminable, llamando así la atención de ambos varones de la familia Rengoku. Pero no le importó, lo último que podría pasar por su mente era que el resto de los habitantes de la finca recién se estarían levantando. Solo seguía llorando y gritando, a veces sentía la garganta seca pero igual su voz salía de manera rasposa. Sus prendas ya estaban totalmente empapadas y ni siquiera era capaz de ver bien debido a la acumulación de lágrimas en sus ojos y la hinchazón de los mismos.

Se sentía miserable, se sentía inútil.

Tenía tantas cosas por decir pero lo único que salía de sus labios eran gritos tras gritos que podrían llegar a destrozar a cualquiera que fuera capaz de escucharlos.

Senjurō compartió su tristeza en silencio ante la noticia de la muerte de su hermano mayor y se dispuso a llorar a su lado, muy opuesto a Shinjurō, quien dejó la habitación en medio de murmureos violentos que ninguno de los menores querían oír.

Quienes quedaban en la habitación se abrazaban y consolaban mutuamente ante la pérdida de aquel a quien tanto habían amado y quien tanta falta les haría en el futuro.

Unos días después se dio el funeral, pero no tuvo la fuerza de asistir, no quería estar en ese lugar y tener el recordatorio constante de que Kyōjurō no volvería y que jamás podría volver a ver aquella sonrisa que tanto llenaba su ser de paz y le hacía creer en un futuro.

Pasó muchos días dentro de la habitación de Kyōjurō, sin ser capaz de alejarse de sus cómodas sábanas junto a su aroma que poco a poco se iba desvaneciendo.

—Es cálido... —murmuraba con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, la cual parecía maltratada por los pocos líquidos que ingería.

Senjurō estaba preocupado, y aquello le llenaba de una inmensa culpabilidad. ¿Cómo se supone que tendría que actuar? Ni siquiera era capaz de servir como apoyo para el menor de la familia. Había perdido a quien más amaba y ni siquiera estuvo ahí para él.

No mentiría, había intentado seguir sus pasos y unirse a los cazadores, pero su cuerpo era demasiado débil, tanto que si hacía algún esfuerzo físico mayor, sus pulmones se sentían pesados y su respiración se le hacía cada vez más difícil. Así lo decidió, al menos trataría de ser de ayuda, estudiaría medicina para poder servirle.

Pero ni así lo logró.

Sus conocimientos no sirvieron de nada, no fue de utilidad, su misión fue inútil, prácticamente permitió que los fríos y crueles brazos de la muerte se lo arrebataran de su lado.

Y pasaron varios días así, en medio de su miseria egoísta y regocijándose en el dolor que le causaba el rememorar todos aquellos buenos momentos que vivió al lado de Kyōjurō, con las palabras de Shinjurō que le recordaban lo lamentable de su existencia cada que pasaba por el pasillo. Ya no tenía idea de nada, ¿por qué se mantenía con vida? ¿por qué siquiera osaba a ocupar espacio que podría pertenecer a alguien con mucha más importancia?

Y habría seguido así, era muy capaz de incluso esperar a que aquella misma fuerza se encargara de arrebatarle todo aliento de vida restante de su cuerpo sin oponer resistencia, de no ser por unos gritos fuera de la finca.

Ahí lo vio, vio a Shinjurō impactando su palma contra la mejilla de su único hijo que seguía con vida y —probablemente— el único vívido recuerdo que tenían de Kyōjurō.

Pero no pudo reaccionar, su cuerpo se heló ante la intimidante presencia del hombre que apestaba a licor y se encargó de manchar cada día más los recuerdos que compartió junto a su amado. Lo único que pudo hacer fue soltar lágrima tras lágrimas mientras pedía en medio de susurros que aquella pelea llena de cuchillos verbales entre el desconocido y el Rengoku mayor llegara a su fin.

Escuchaba claramente cómo Senjurō rogaba que su padre se detuviera mientras las lágrimas también decoraban sus mejillas.

De un momento a otro, todo había terminado, Shinjurō ya no se movía.

Como si de su propio instinto se tratase, caminó en medio de tambaleos hasta tomar el cuerpo del mayor y llevarlo —con dificultad— dentro de la finca gracias a la ayuda de ambos chicos, que los dejaron a solas una vez lograron recostarlo sobre una camilla.

Muchas veces deseaba ver a aquel hombre así, totalmente calmado y sin que ninguna palabra saliera de sus labios, pero sabía que era imposible. Así que aunque quisiera que se mantuviera más tiempo así, sus años de entrenamiento como médico obligaron a que su cuerpo reaccionase y se asegurara de que todos sus signos vitales no corrieran ningún peligro, y así se mantuvo a su lado, recordando con amargura todas aquellas mortíferas miradas que Shinjurō le dedicaba.

Sin poder evitarlo, las lágrimas volvieron a salir una tras otra de manera consecutiva y sin descanso en absoluto. Aunque se repitiera mentalmente que se detuvieran, no podía, le era imposible el despegar su vista del rostro del mayor y notar todas y cada una de las similitudes que compartía con Kyōjurō. Desde el cabello, la forma de las cejas y la tranquilidad que ambos desprendían una vez el mundo de los sueños los llamaba.

Sentía que si se quedaba un solo segundo más dentro de aquel lugar, su cabeza explotaría y cometería acciones que podrían poner en peligro su vida y que aquello su amado no lo aprobaría, así que corrió lo más rápido que pudo hasta que llegó a aquel lugar donde se había refugiado desde que recibió aquella terrible noticia.

Así pasaron varias horas en las cuales el llanto no cesaba y el cansancio entumecía su cuerpo, pero no quería dormir, no quería arriesgarse a sumirse en el mundo de los sueños donde lo irreal se cumplía, porque sabía muy bien que pase lo que pase ahí dentro, despertaría con un dolor mucho mayor del que ya sentía. Ya sea que tuviera un lindo sueño con Kyōjurō como protagonista o uno donde se imaginara el preciso momento en que su último aliento de vida escapó por completo de su anatomía. Aquello sería demasiado doloroso y no sabía si su ya desquebrajado corazón sería capaz de aguantar.

La voz del Rengoku menor cantó con su nombre como melodía a través del shōji, pero no respondió al llamado, no quería enfrentarlo y ver de nuevo esos tristes ojos dorados que dejó que se sumieran en la soledad por su egoísmo.

—Tanjirō-san dejó un mensaje —dijo Senjurō, sabiendo muy bien que la habitación no estaba deshabitada y que la persona que debía recibir aquellas palabras se mantenía a la expectativa de lo que saliera de sus labios, aunque hiciera lo posible por evitarlo—. Seca tus lágrimas, porque esto no es un adiós. No importa cuánto tiempo pase, nos volveremos a encontrar y todas nuestras promesas podrán cumplirse.

Ahí, dentro de la penumbra de la habitación de Kyōjurō, no sabía qué es lo que más resonaba en su mente, si aquellas dulces últimas palabras de su amado, o el sonido de los sollozos que cada vez incrementaban el volumen, alertando al menor quién no sabía cómo actuar.

Antes de que Senjurō tuviera la oportunidad de ingresar a la habitación, la persona dentro ya había abierto el shōji y lo había envuelto en un fuerte y necesitado abrazo mientras varias disculpas salían de sus labios junto al llanto que obligaba a su garganta a hacer un esfuerzo para que sus palabras se entendieran.

Confiaría en él, lo haría aun sabiendo que no había logrado cumplir su última promesa, lo haría a pesar de que sabía que el destino podía ser cruel. Después de todo, no le quedaba nada más que el amor que sentía por él y aquella confianza ciega e incondicional hacia su persona que lograba traspasar las barreras de lo coherente y lógico.

Lo sabía, sabía que las probabilidades de que ello sucediera eran mínimas pero, a pesar de ello, asentía con seguridad, aceptando al igual que la tierra acepta la lluvia una vez esta aparece, sin inhibiciones y sin ningún titubeo, con los brazos abiertos y con el alma y corazón completamente despojados de dudas.

La promesa que ambos amantes se hicieron, cuando aquel gélido viento azotaba sus prendas bajo el cobijo de las copas llenas de cuerpos blanquecinos de los árboles, no pudo concretarse; o, al menos, no de manera inmediata.

Aquella promesa se pospuso y mantuvo pendiente, esperando pacientemente el momento indicado en que podría llevarse a cabo.

Pasaron meses, años, décadas, siglos hasta que, por fin, aquel encuentro tan esperado por el par de almas hechas la una para la otra hicieron su primer contacto.

Fue durante un día frío, con lágrimas sólidas y blanquecinas que caían del cielo y decoraban todo lo que tocaban a su paso, dando una hermosa vista para cualquiera que se detuviera a prestarle atención.

Tal vez fue debido a que aquel día se levantó más tarde de lo usual, tal vez porque aquel día se demoró en encontrar su bufanda para el invierno, tal vez fue porque su vista se posó en una pareja de aves que se abrigaban la una contra la otra en la rama del árbol que siempre atraía su atención, tal vez fue gracias a todo ello fue que tuvo la oportunidad de toparse con aquellos orbes dorados que su memoria no reconocía, pero su alma se llenaba de calidez al volver a encontrar a quien tanto había esperado.

Una vez ambos cuerpos estuvieron en la seguridad del pavimento, con los sonidos de los claxon gritándoles que tuvieran cuidado, se refugiaron en la cercanía de aquel árbol que tanto le había llamado la atención en un inicio, él le preguntó si estaba bien, si no se había hecho daño, pero aunque quisiera responderle, ninguna palabra salía de sus labios.

¿Qué era aquel sentimiento tan intenso que crecía en su interior cada que sus miradas se cruzaban y notaba cómo aquel dulce y tierno tono rojizo decoraba sus mejillas?

Se presentó y sus manos se encontraron, haciendo que una sensación que no sabía cómo describir burbujeara dentro suyo, llenando su cuerpo de calidez y alivio que no sabía de donde venía; pero sabía que él también sentía lo mismo, pues sus ojos miraban los suyos como si aquellos hablasen y se dijeran tantas cosas, a pesar de que ninguno pudo emitir palabras.

Sin saber por qué, ambos tenían el mismo pensamiento rondando por su mente y sus cuerpos actuaban como si fuera su obligación permanecer junto a la otra persona, lo cual incrementaba conforme los segundos pasaban, al igual que la necesidad de proteger a quien tenían al frente.

Un «te encontré» salió de los labios de ambos de manera simultánea, sorprendiéndolos sin saber por qué, pero así fue, así fue cómo aquellas almas destinadas la una para la otra rompieron la barrera del tiempo y volvieron a encontrarse.

Ahora sí, aquella era su oportunidad de cumplir su promesa, y ninguno la dejaría pasar.

¡Hola!

¿Cómo están?

La verdad es que originalmente tenía planeado usar otra canción, pero el día 2 de Marzo (mi cumpleaños) pasó algo que me afectó muchísimo, tanto a mí como a mi familia, y eso influyó en la creación de este OS.

¿No les pasa que cuando están tristes y con los mocos saliendo por todas partes, toda su playlist conspira para que te salgan todas las canciones más sad?

Pues eso pasó, cuando salió esta canción pensé en un personaje (dentro de los animes mencionados para el concurso) que más me dolió su muerte, y así es como nació este OS.

Aviso que originalmente iba a usar el Ending 2 de Banana Fish (otra corta venas, ah-) pero este me hizo llorar mucho más, sobre todo por la interpretación que le había dado.

Ah, y hablando de eso, mi interpretación del OST:

Si bien esta canción habla del tiempo en que Inuyasha y Kagome estuvieron separados y se esperaron mutuamente, para mí significó mucho más, para mí trajo consigo todo lo que conlleva extrañar a alguien que nunca podrás volver a ver, al menos no en vida, es sobre todo el cariño y amor que le tienes a esa persona y el dolor que causa ese mismo sentimiento ante la pérdida y el añoro. Pero, a la vez, también es un grito de esperanza, de creer en que no todo ha terminado y que —en algún momento— habrá algún reencuentro que logrará satisfacer todas esas emociones dolorosas y todo el sufrimiento que originó su partida. Es la última carta a la que te aferras cuando pierdes a alguien importante, es lo que te mantiene en pie y te permite seguir adelante.

Ah, me puse sentimental.

¿Cómo lo reflejé en el OS? Pues aquí van algunos puntos (aviso de mucho texto)


━━━ ❝La estación fría roza el tiempo pasado instalándose en nuestros corazones❞
(el momento en que se conocieron y volvieron a encontrarse en la era moderna)

━━━ ❝El cruel viento permanece en la punta de mis dedos me recuerda a una promesa rota e incumplida❞
(pues, lo del cuervo, ah-)

━━━ ❝Con breves palabras nos despedimos y esperamos por el reencuentro❞
(en el vídeo dice "una sola palabra" pero lo adapté a breves para que concuerde con su despedida)

━━━ ❝A través del tiempo interminable❞
(la espera que sus almas pasaron hasta volver a encontrarse)

━━━ ❝Nuestros caminos dolorosamente se entrelazan❞
(el inicio y final trágico de su primer romance)

━━━ ❝Cariño por favor, seca tus lágrimas porque ninguna despedida dura para siempre❞
(sus últimas palabras antes de morir)

━━━ ❝A través del tiempo más allá de las épocas yo te voy a proteger❞
(básicamente evitó que un auto terminara con su vida, so...)

━━━ ❝Cariño, por favor, limpia tus lágrimas porque ninguna despedida dura para siempre
A través del tiempo más allá de las épocas yo te voy a proteger
Yo te voy a proteger❞
(lo mismo de antes gg)

━━━ ❝Por favor solo espérame un poco más❞
(la espera hasta su reencuentro)


Respecto a lo de la narración, quise hacerlo así, sin recalcar el género ni ningún atributo físico para que sea quien sea la persona que lea esto, se sienta en el personaje y —ojalá— sienta todo ello que quise transmitir.

A pesar de que no logré plasmar todo lo que sentía porque #másfacilmeterseenelpersonajequeescribirsobreti, al menos me desahogué.

Pido perdón si no logro incluir a todxs, aún se me hace algo complicado 😔👊🏻 así que, si gustan enseñarme sobre el tema, mi dm está abierto.

Y una pequeña aclaración, shōji es la puerta corrediza de las casas tradicionales japonesas. Por si acaso gg

Recordar que el concurso es hecho por -Yuxnfen

Espero que les haya gustado el OS, besos y abrazos para todxs.

¡Nos leemos luego! <3


Alana

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