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Recuerda que de pequeño, cuando (...) iba a arrullarlo en mitad de la noche, cuando estaba a punto de caer dormido, en más de una vez notó que la almohada que ella estaba usando empezaba a mojarse, la tela que cubría sus ojos también estaba mojada y el borde de los ojos dejaba ir algunas lágrimas.

Siempre se preguntó por qué lloraba así, en silencio, no sabía si lo hacía mientras dormía o si en verdad estaba despierta.

Recuerda que una vez se lo preguntó, sintió como si la tristeza que llevaba dentro de ella estuviese por hacerla escapar; en lugar de eso ella tomó su mano y lo guió al gran salón en donde las pinturas de sus ancestros se mostraban.

-Noctis -le llamó- yo amo a cada una de esas personas -sus palabras lo hicieron dudar de su verdadero significado, frunció el ceño y un pequeño puchero se formó en sus labios al estar confundido- aun cuando todos ellos amaron a alguien más yo los amé con todo mi ser.

-¿Por qué lo hiciste? -es demasiado joven como para entender que le esta hablando, eso parece pensar ella.

-Porque lo prometí, y con el tiempo en verdad lo hice -hay cierta cosa diferente en ella, el tono amable sigue ahí pero parece que habla con su padre, no es normal para él escuchar a (...) hablar así- es posible amar a alguien cuando ya se está enlazado a esa persona.

-¿Lloras porque no te amaron? -da un apretón a su mano, es más grande que la suya, pero siente que ella no está ahí, como si estuviera pérdida en otra parte lejos de ahí, parece traerla de vuelta con su gesto pero en menos de lo que espera ella vuelve a perderse.

-Lloro porque se han ido, Noct -dice finalmente después de un gran silencio- no hay mayor dolor que pensar que nunca más voy a ver a ninguno, el dolor de la pérdida es muy grande.

-¿Voy a perderte? -su voz empieza a escucharse preocupada y es por eso que (...) voltea a verlo con rapidez, tiene los ojos anegados en lágrimas que se niega a soltar- a ti, a papá, a Ignis, ¿voy a perderlos como perdí a mamá y a Luna?

Quiso escucharla decir al instante que eso nunca sucederá, que siempre estarán a su lado, pero ese momento de silenciosa duda le duele más de lo que esperaba.

-Ahora no, ahora no vas a perdernos, mucho menos haz perdido a Lunafreya y tu madre dio todo de sí para seguir a tu lado -pasa sus pulgares por sus lagrimales, no le miente porque eso no la dejaría tranquila- llegará el momento en donde tengamos que decirnos adiós, eso no te lo puedo negar -se muerde el labio inferior, una vida sin la gente que quiere en ella, cuan dolorosa es la idea- eso es parte de la vida, Noctis.

Entonces, ¿cuanto había sufrido ella?

-Llegará el día en el que yo te diga adiós, y estoy segura de que cuando llegue ya serás rey -mira hacia sus ojos cubiertos por la tela, trata de sorber su natiz- Estarás felizmente casado con Lunafreya o con la chica que ames, quizás con tu propio heredero corriendo en los pasadizos -una lágrima cae por la barbilla blanca de la máscara- y entonces te diré adiós, porque mi trabajo estará hecho y me podré ir sabiendo que tienes una vida feliz.

En ese momento se auto convenció de que aquel que puede con el dolor de la pérdida es la persona más fuerte que puede haber, esa persona que es capaz de dejar ir a la persona que ama cuando el momento llega, esa que es capaz de sonreír con sinceridad y aceptar que su persona querida se ha ido.

Entonces, ¿Dónde lo dejaba eso a él, que se negó a dejar ir a Luna cuando ella se despidió?

Él no era fuerte, todo lo ocurrido en Altissia se lo gritaba en la cara, fue capaz de pasar la prueba del Leviathan, ¿pero a qué costo? Ardyn le había arrebatado a la mujer que amaba justo en frente de sus ojos y él no pudo mover un solo músculo para evitarlo.

Y cuando llegó el momento de decir adiós se negó totalmente, gritó y lloró como un niño desesperado, tratando de alcanzarla para evitar que se fuera.

No era valiente, no lo era en lo absoluto desde su punto de vista.

Al momento de despertar se encontró a sí mismo tendido en una cama blanca, apenas habían pasado unas horas desde lo ocurrido en Altissia.

Pidió explicaciones, la muerte de Lunafreya fue dolorosa y, una vez más, se dijo que tenía que ser fuerte; y se lo tuvo que gritar en su mente cuando Ravus le entregó una daga que emanaba magia por sí sola y que estaba bañada en sangre seca.

-Ella quería que te diera esto -por  un momento pensó en que era obra de Luna, hasta que liberó su filo de la cubierta y la sensación conocida trató de internarse en él.

Fue cosa de dejar caer la cuchilla y que está se impactará en el suelo, la magia trataba de llegar a él en forma de vapor, pero no se sentía como la magia que poseía, no era tan caliente como para hacerlo sentir que se quemaba, no le daba una sensación agua en sus venas; era cálida, sin llegar a hacerle daño, era suave, y conocía quien tenía esa magia.

Fue cosa de salir corriendo ignorando los llamados, abrir puerta por puerta hasta que encontró el cuerpo cubierto por la manta blanca.

Su mano tembló cuando quitó la tela y se encontró con sus cabellos sobresalir por donde empezaba a jalar, encontrándose con el mismo contorno que en esa foto de hace años, sus párpados no estaban del todo cerrados y sus ojos totalmente negros, la palidez de todo cadáver y la boca ligeramente abierta.

"Ven aquí, Noctis" le parece escuchar que dice.

De niño, cuando iba a verlos a la sala del trono; su padre casi siempre estaba ahí y (...) siempre se mantenía a su derecha, ayudando en las tareas de la realeza hasta que lo veía, abría los brazos y decía "Ven aquí, Noctis", esas palabras lo hacían correr a sus brazos abiertos mientras reía y ella lo envolvía en un abrazo cariñoso.

Su respiración se hizo pesada y tuvo que sostenerse del borde y de la cabecera de la cama para no caer hacia adelante y sobre su cuerpo cuando se doblegó al momento que el primer sollozo salió.

No supo cuanto tiempo se quedó así, quizás pocos minutos o puede que menos, sintió la presencia de alguien más y miró por el rabillo del ojo, Ravus estaba ahí, con la misma daga en la mano, puso su cuerpo entre ambos, en un intento de proteger lo que quedaba por más inútil que fuese.

-¡Aleja eso de ella! -quedaba a simple vista que la longitud de la daga era compatible totalmente con la herida abierta que ella tenía.

-Ella te dejó esto a ti -mantiene su distancia, es precavido porque las irices del príncipe están rojas.

-¡¿Por qué?!

-Date cuenta de lo que es -lanza la daga al colchón, la magia sigue saliendo- ambas hicieron lo que hicieron por ti -sus palabras no hacen más que atormentarlo y quizás es lo que quiere- ella te dio lo que la mantenía viva porque para eso era, era un envase para guardar la magia que debía darte, eso le dijo a mi madre y ella me lo dijo a mí.

Quiere hacer caso omiso a sus palabras, no quiero escuchar que, una vez más, alguien ha escogido la muerte para mantenerlo a salvo.

-No dejes que su sacrificio sea en vano -mira la daga, la magia que quiere escapar de su contenedor de metal empieza a entrar en su carcasa sin vida, abre bien los ojos ante ello.

¿Quizás...?

-¿Qué crees que estas haciendo? -a fuerza de voluntad se obliga a tomar el mango y pasar el filo por la herida que ha dejado de sangrar desde hace mucho, ve con sorpresa y cierta maravilla como la piel empieza a unirse y su color de muerte vuelve al de antes- ¡Espera!

No hace caso a su llamado y levanta en lo alto la daga antes de enterrarla de nuevo en la carne.

-Aun no puedes irte -susurra con la mandíbula fuertemente apretada, obligándose a llevar más profundo la hoja porque se ha quedado a la mitad, la magia se esparce por el cuerpo- aun no puedo decirte adiós, no ahora -sus brazos se niegan a seguir, le está haciendo daño a lo último que le queda de ella sin estar del todo seguro de que su disparatada idea pueda funcionar y no quiere continuar, quiere cerrar los ojos para no ver el acto aberrante que esta haciendo y eso hace, dejando ir la fuerza que mantiene en la empuñadura para detenerse.

"Ven aquí, Noctis".

No sabe porque recuerda esas palabras justo ahora, pero son el impulso que necesita, usando su peso pone el filo del mango contra su pecho, la gravedad hace lo suyo en cuestión de segundos mientras el sonido de la carne siendo cortada le dan ganas de vomitar.

Su rostro queda en el espacio entre su mandíbula y su hombro, ese pequeño agujero en el que le gustaba descansar la barbilla al momento de ser cargado y poder dormir entre sus brazos, esta frío, pero cierto calor empieza a correr por la zona.

-Aun no es el momento, aun te necesito aquí -se separa lentamente, viendo con sus propios ojos como el color regresa a ella, el vacío oscuro de sus pupilas da vuelta atrás y por primera vez en su vida la mira a los ojos.

Sonríe mientras aun llora porque son como se los imaginó y a la vez no, se inclina para juntar sus frentes, pasa la mano por su cuello y sonríe aliviado al notar el casi imperceptible pulso.

Lleva sus manos hacia su frente, llevando hacia atrás sus cabellos para dejar un pequeño beso ahí, separándose porque su amigo aun necesita de él, retirando la daga con la mayor rapidez y cuidado que puede.

Aun puede salvar a quienes ama, y esa realización lo llena de energías.

-No le digas a dónde iremos -voltea a ver a Ravus, quien contempló todo en silencio y siendo un espectador de algo que sólo un oráculo puede hacer.

Esto le deja en claro, una vez más, que Noctis es el rey entronado, el elegido.

-¿Qué hago si se niega y escapa?

-Amarra sus extremidades a alguna pared de ser necesario -su mano está cerca de la mano de (...), le da un apretón antes de soltarla, porque quiere que regrese de donde sea que su mente este perdida- si ya lo hizo esta vez, no hay nada que la pueda detener de hacerlo de nuevo.

Toma el pomo de la puerta, no sin antes dar una ligera mirada a su cuerpo tendido en la cama, le parece notar que ha movido la cabeza.

Abre la puerta y con la misma rapidez la cierra.

Tiene que salvar a quienes ama, aun cuando le cueste su libertad, o su vida.

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