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Llora en silencio, los gritos de la gente que le dan miedo se escuchan más cerca de lo que realmente están, sus pequeños puños cubren sus oídos y sus dientes le hacen daño a su labio, retiene la respiración cuanto puede hasta que algún hipo la hace tener que volver a respirar.

-(...) -es tomada por los brazos de alguien, siendo levantada por las axilas, de no haber reconocido la voz de la persona ya estaría gritando desesperada- gracias a los Sidéreos que te he encontrado -pone su mano detrás de su cabeza, dando caricias para calmarla en medio de ese improvisado campo de guerra.

Caricias amorosas que contrastan demasiado con su mano que esta manchada de sangre, esparciendo el color rojo por el cabello cortado de la niña.

-Estas a salvo ahora, por favor, vuelve a respirar pero aun no habrás los ojos ni dejes de cubrir tus oídos -se olvida por un momento que no lo entiende y esconde su pequeño cuerpo en su pecho, llevándola con un solo brazo mientras que con el otro mueve su espada para cortar el cuello de otro hombre corrompido por el mal de la estrella.

Sus dedos se aferran a los pabellones de sus oídos, llegando a hacerse daño, desde hace un rato que ve luces debajo de sus párpados por tenerlos ojos cerrados por tanto tiempo, ahora respira porque se siente segura en los brazos del hombre que la carga, presiona su frente en su fuerte pecho y trata de ignorar lo que ocurre.

Para cuando la matanza termina, Somnus la lleva al lugar en donde cuida de ella, una pequeña cabaña que esta cerca del pueblo en donde él reside; (...) apenas si le entendía algunas oraciones, a lo mucho pudo comprender las palabras: "No", "respira" y "sí" en un inicio, pero ahora al menos intentaba pronunciar oraciones más complejas.

Esa era la razón por la que Somnus se esmeraba en darle libros, porque no podría seguir así siempre; quería darle una buena vida, desde que la encontró dormida en las patas delanteras de aquel Bengal en medio de su última cacería supo que no era normal.

-Debes dormir -pasa sus dedos sobre sus párpados, cerrando con su tacto los delgados bordes de piel, pero ella los abre de nuevo e incluso sus ojos están más grandes- vamos, es tarde para los niños como tú.

(...) cierra sus ojos rápidamente, dejando caer su cuerpo con la pesadez de un cuerpo, su extraña manera de broma le saca una media sonrisa.

A la mañana siguiente, Somnus se prepara para otro día en su "purga", (...) ya esta levantada, con un balde a un lado de ella y lavándose la cara con el agua limpia, usa la manga de su ropa para secar su rostro y ella parece restregar con cariño su mejilla contra la palma de su mano; le aterra tanto como le enternece ver su fragilidad, sus cabellos están quebradizos y pequeños restos de piel seca se pegan a la tela.

-Hoy será un largo día - se separa de ella y va a la habitación al lado, es un caballero, por eso va a otra habitación para cambiarse, aunque solo sea la parte superior de su ropa, (...) lo mira con ese usual brillo encantador, es como si pensara: "eres mi héroe", ¿realmente lo era?- (...) -la llama aunque ya lo está viendo, su nombre es tan extraño pero le encanta decirlo- cuando salgamos tienes que recordarlo siempre -algunos de sus mechones de cabello a la altura de su frente están mojados, los lleva hacia atrás y algunos vuelven a quedarse entre sus dedos- cierra tus ojos -cierra sus párpados pero deja el derecho un poco abierto para ver si ella hace lo mismo, no puede entenderlo, la barrera del idioma es grande, es por eso que debe enseñarle con acciones- tapa tus oídos -lleva sus manos hacia sus oídos, vuelve a imitarlo- cierra tu boca.

-oca -su intento de imitar sus palabras vuelve a sacarle otra media sonrisa, pero esto es importante, es para que ella pueda durar el tiempo necesario, escondida de esos seres, el tiempo necesario para que el pueda ir a salvarla.

-Cierra tu pequeña boca -lleva su dedo índice bajo su barbilla, haciéndola cerrar su boca con el sonido de sus dientes chocar- así los cadentes no te encontrarán -la mira, esta tal y como le ordenó, le da cierta tranquilidad- ahora, lo más importante para que puedas iniciar tu día -hace a un lado los cabellos necios que siguen cayendo sobre su rostro, junta sus frentes y deja ir a su pequeño cuerpo la magia que a él le sobre pero que ella carece.

Otra cosa que a Somnus le aterrorizó de (...), el hecho de que ella no tenía magia dentro de sí; en Eos, desde el más pequeño ser hasta el más grande Sidéreo posee magia en su interior, en la mayoría no es más que la suficiente para vivir, en pocos, como en su familia, la magia es suficiente como para usarla a su libre albedrío.

Cuando la encontró estaba en un estado deplorable, catatónica y apenas respirando hasta que la tocó y sintió que casi le quita el alma; solo era su cuerpo desesperado por una fuente de vida.

-Debemos irnos -la toma de la mano, llevándola fuera para ir al siguiente pueblo en donde necesitan que sea purgado pero ella se suelta y va a alguna parte de la cabaña, de seguro se traerá algún libro para pasar el tiempo tratando de descifrar lo que significaban esas palabras.

Más de uno de sus hombres se preguntaba a sus espaldas, ¿por qué llevaba a la pequeña niña consigo? La respuesta para él era muy simple, porque lo necesitaba para seguir viva, aun cuando no consumiera su magia, era más como si la estuviera guardando; sin mencionar que temía por su vida si la dejaba con alguien más.

Es muy fácil que la gente tema de aquello que desconoce, es aún más fácil que odien a aquello que temen, es terriblemente fácil que traten de destruir aquello que odien, solo por ser diferente de lo que conocen.

-¡Somnus! -la rara pronunciación de su nombre lo trae de vuelta de sus pensamientos, lo está mirando, esta llevando a rastras la espada que usa y que a comparación de su cuerpo queda más grande de lo que es- ¡Somnus ebaram! -la toma por el cuello de su ropa, por la parte de la espalda en cuanto cae por el peso diferenciado y su propia debilidad física.

(...) mira sus ojos azules, sus cabellos negros le cubren un poco el ojo derecho; se sonroja mientras lo mira y sonríe nerviosa.

-¿Acabas de decir mi nombre, pequeña (...)? -No lo entiende, lo mira con duda; se lo piensa antes de volver a preguntar- ¿Somnus?

-¡Somnus! -levanta los brazos y sonríe, hasta parece que le dice "te quiero", lo cual no estaba muy lejos de la realidad.

-Eres lista.

Le descolocaba no saber qué edad tenía, pero parecía tener, como mínimo, 6 años.

Eran 20 años de diferencia, al menos, pero (...) no era consiente de ello, aun años después nunca lo fue y hasta negó para sí misma que ese fuera un impedimento para quererlo como lo quería, para Somnus fue lo mismo aunque (...) nunca lo supo.

Ahora en la noche eterna, casi 2000 años después, (...) lo recuerda con un inusual cariño, incluso soñando con bellos recuerdos de sus primeros días en ese nuevo y hermoso mundo mientras lo seguía a todas partes.

-Somnus -susurra entre sueños, han pasado siglos, pero aun ahora su nombre sigue flotando en su subconsciente.

Al igual que las raíces que siguen plantadas en lo más profundo de su corazón.

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