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No sabe cuantas horas han pasado, ha dejado de ver al reloj con insistencia después de las 7 horas.

¿Cuánto tiempo ha pasado? No quiere pensar en eso ahora, no quiere seguir torturando su espíritu con temas que la agobian.

¿Cuánto más iba a esperar por una noticia? Por lo menos un mensaje, o un pensamiento que no fuera suyo retumbando en su cabeza como aquella vez que a Noctis se le quedó tarareando en su mente la misma canción durante una semana completa como disco rayado, ¡Qué al menos alguien le de una noticia porque se estaba quedando sin uñas para masticar! Deseaba haber puesto atención a lo que hablaban hace unas horas para saber cual era el plan a seguir, ¿Qué Sidéreo les quedaba por formar lazos? No era Titan, ni el Leviathan, ni la Sidéreo del hielo, ni muchos otros.

-Piensa por una maldita vez, (...); te leíste ese libro hace 34 años pero lo tienes en su cabeza -se maldice por no recordar algo tan reciente cuando ha podido recordar algo de hace dos milenios- por Ifrit, estoy mal de lo mío.

Su cerebro se detuvo y luego re calculó lo que acababa de decir.

Ifrit. Ifrit. Ifrit.

-¡Esos idiotas! -gritó en su idioma madre, llevándose las manos al cabello.

Ifrit, ella se conocía al Sidéreo del fuego y deseaba no hacerlo por todos los dolores al hígado que le dio; en más de una ocasión reyes pasados necesitaron de algo de la magia que guardaba para hacerle frente y aun así muchos de sus acompañantes volvían a Insomnia quemados o calcinados a muerte; si tan solo Noctis no se hubiera negado a aceptar lo que ella le daba se sentiría más tranquila, más muerta de paso, ¡pero estaría en paz!

-Por el oráculo, no puedo creerlo, tan a la tirada -se deja caer entre almohadas, gritando molesta en una de ellas.

¿Cómo se atrevían a ir sin preparaciones? ¡Ignis, por Insomnia! ¡¿Cómo iba a esquivar aquellas bolas de fuego o las olas de magma y oro líquido?! ¡se sofocarían apenas pusieran un pie en su templo o peor! ¡Siempre había algo peor cuando se trataba de ese demonio de fuego con título de Sidéreo!

-¡Ah! -grita cuando escucha que la puerta es abierta, el hombre que resguarda la puerta principal no le ha dado aviso de algún visitante y ella no tiene a nadie a su lado ni la manera de defenderse- ¿Ravus? -el muchacho, hijo de su amiga, ahora es un hombre y esta frente a ella, no lo ha visto en todos esos 10 años y la emoción de verlo no la ayuda mucho a distraerse de su crisis nerviosa, la cual pasa a euforia en menos de un segundo y ya está saltando a sus brazos- por los Sidéreos, ¡Ravus eres tú!

Qué irónico que salte a los brazos del hombre que la mató una vez pero no se atreviera a darle la cara al hombre que ama y por el que tiene que dar la vida.

-No te he visto en tanto tiempo -pasa su mano por su mejilla, mirando el increíble parecido de la familia pero extrañando sus ojos de diferentes colores que siempre le habían parecido hermosos- eres igual a tu padre.

-Me lo has dicho desde que soy un niño -no replica ante su gesto y eso la deja extrañada, su visita la llena de intriga pero no opaca para nada su nerviosismo y vuelve a la misma postura de antes, a la defensiva se separa un poco y su mirada se dirige al reloj- por lo que veo, su majestad ya no se encuentra aquí.

Paren el mundo y el apocalipsis.

¿Su majestad?

-¿Acabas de decir lo que creo que acabas de decir? -sonríe y (...) siente que de verdad el mundo se va a acabar, parece sumamente divertido por ver su cara, porque se quitó la bufanda- es oficial, ese grupito me ha terminado por volver loca de preocupación.

-No debe pensar así, dama (...) -pasa por su lado sin pedir permiso alguno, al menos en eso seguía igual- he sabido usar estos años para hacerme la idea de que el rey Noctis es el elegido por el cristal, ahora como rey de Tenebrae no puedo darme el lujo de seguir odiando a quien es mi aliado, si tengo que acompañarlo cuando el momento llegue, lo haré sin dudas.

Sus palabras calmadas y su seguridad al hablar logran calmar su inquieto corazón porque se siente igual, ella lo seguirá hasta que ese momento llegue.

-Ellos estarían muy orgullosos, en lo personal yo estoy muy orgullosa -dice refiriéndose a su familia- wow, eres rey ahora, me siento muy feliz por ti.

-Soy rey y también soy padre ahora -logra descolocar su paz mental una vez más, toce para pasar la saliva que se le ha ido a la via respiratoria tan disimulada como puede, pero parece que esta por salirse uno de sus pulmones con todo y bronquios.

-¡Estas lleno de sorpresas después de tan poco tiempo! -logra volver a respirar medianamente bien antes de que se acerque a ayudarla- ¡Rey! ¡padre! ¡esto es demasiado para mi anciano corazón! -vuelve a llevarse las manos al pecho, se recompone rápidamente al pensar en las preguntas que le están dejando intrigada- ¿es un niño o una niña? ¿cuál es su nombre? ¿Qué edad tiene? ¿se parece a ti o a su madre? ¿por qué no me lo contaste antes? ¡los teléfonos aun funcionan sabes!

-Su nombre es Sylvek Nox Fleuret -dice con orgullo y cariño, (...) sonríe enternecida ni bien escucha el nombre- tiene 4 años y es muy parecido a mi madre y hermana, no encontré momento para decirle, las obligaciones como rey, esposo y padre pueden conmigo en más de una ocasión.

-Su nombre viene del nombre de tu madre -junta sus manos y las lleva a su boca- es un nombre es muy hermoso.

Vuelve a sonreír y (...) siente que todo lo que le ha pasado en esos diez años tiene que ver con la manera en que dejó que sus heridas sanasen, no puede sentirse mejor al verlo tan radiante, por fin feliz después de tanto sufrimiento.

-No sé por qué estas aquí entonces, deberías estar con tu familia, con tu gente, en Tenebrae -la duda vuelve a ella, si tuviera un lugar en donde la están esperando con los brazos abiertos nunca se iría.

Se pregunta qué habrá sido de su familia en la "tierra", si es que no se equivoca en llamarla así.

-Estoy aquí precisamente por ellos, he decidido seguirlo cuando el momento llegue, y sé que el momento ha llegado en cuanto escuché que el rey entronado regresó del cristal -un destello la hace mirar a su cinturón, en donde el mango de una espada muy conocida descansa, su filo sigue siendo el mismo al que le entregaron a Regis cuando era un muchacho- sin olvidar que debo entregar esto.

-La espada de Regis -quiere tocarla, no hay duda, pero sabe que no es momento de despertar a sus muertos, el recuerdo no la dejará tranquila.

-También estoy aquí por usted -sus palabras la sacan de su ensoñación, vuelve a dirigir su mirada a sus ojos grises- sabemos que va a necesitar de aquello que usted guarda, va rechazarlo pero es importante -de una pequeña bolsa de piel que recién nota tras su ataque de nervios y recuerdos saca aquello que no pensó volver a ver, pero que la acompañado por toda su larga vida- al igual que Luna, el rey Noctis puede ver la muerte de otros con solo ver sus ojos.

La revelación la hace dejar de respirar un segundo, ese día en que le dijo a Luna que se fuera sin ella, que prefería morir ahí antes de que las atrapen a ambas y las maten juntas por su debilidad, por su pierna herida, la máscara se le había caído un momento entre aquella guerra y se miraron a los ojos, no le dio importancia a ello mientras volvía a colocarse su distintivo.

"¡Este no es el momento para ti!" Le había gritado desesperada mientras seguía tratando de ayudarla a caminar, negándose a dejarla.

Ahora que sabe la verdad de ese aspecto, se siente terriblemente mal, ¿Cómo se habrá sentido Lunafreya dejándola a su suerte, cuando sabía que ese no era su momento para morir? No recuerda mucho antes de desvanecerse, pero recuerda sus ojos azules anegados en lágrimas que no quería soltar, como siempre tratando de ser fuerte para ser el soporte de todo aquel que posee esperanzas.

-Eres necesaria y sé que no es justo; pero todo Eos depende de la victoria del rey -recibe en sus manos la máscara, es exactamente igual, hasta podría decir que es la misma de no ser porque tiene los ojos abiertos, quizás para que pueda ver cualquier peligro inminente.

No hay dudas en cuanto da su respuesta y él la ayuda con el cinto que va a amarrar detrás de su cabeza y cuello.

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