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Hay quienes dicen que tienen un destino que cumplir, se sienten emocionados por ello y hacen de todo para cumplir lo que ellos piensan es su camino en la vida.

También están aquellos que quieren romper lo que les ha dicho el destino, hacen de todo para huir de él, lo niegan, lo repudian, se niegan a entregarse a ese designio porque no es lo que quieren en sus vidas.

Cuando era un niño no era consiente de si aceptaba o odiaba su destino como futuro rey, como todo niño veía a su padre como un héroe, aquel que protege a todos con su magia, él también quería ser rey en un futuro y mientras hacía sus tareas soñaba en el día en que también protegiera a la gente.

Los años siguientes en su vida estuvieron llenos de altibajos, vivió y sufrió muchas cosas que muchos niños no habrían vivido o sufrido.

Con cada año en su vida se dio cuenta que su sueño de ser rey era cada vez más retorcido por la realidad, o quizás fue su mente de infante, inocente ante la crueldad del mundo, la que retorció la realidad de lo que era en verdad llevar el peso de un reino sobre sus hombros.

Un reino en guerra y con una tarea con el mundo entero.

-¿Por qué papá no está aquí? -le había preguntado a (...) mientras cenaba, ella solo lo acompañaba con una taza de alguna infusión que no conocía, pareció tomarla por sorpresa ya que se pensó un segundo su respuesta.

-Su majestad esta ocupado, príncipe -le había contestado en ese momento, manteniendo las apariencias en frente de las personas que esperaban para servirlos- esta cumpliendo con sus deberes como rey.

No le gustaba cuando ella hablaba así.

-Cuando sea rey, yo no tendré que cumplir con esos deberes -recuerda que esas fueron sus infantiles palabras, pareció tomarla con mayor sorpresa porque casi se atraganta con su infusión- ¿tan malo es?

Por supuesto, (...) no le respondió allí, esperó a que terminarse de comer y se lo llevó de la mano para sacarlo de ahí, llevándolo a uno de sus escondites secretos.

-Ah, finalmente -dejó su cabello libre y se quitó el corsé- hay que dejar las cosas algo claras, Noct -le revolvió el pelo mientras se sentaban, ambos escondidos tras una pared que tenía una pasaje secreto- ser rey... no es tan... es decir, no es que no puedas es solo que no estas permitido a hacer simplemente las cosas que quieres solo porque sí.

Sus palabras le confundieron, porque un rey hace lo que quiere, porque protege a todos y es el más poderoso.

-Ah, deberías hablar de esto con tu padre, pero supongo que esta bien si lo hago yo -dijo después de expresarle lo que pensaba- mira, Noctis, ser rey no significa que harás lo que te venga en gana, un buen rey ve por los demás, ve lo que puede dar por su pueblo y lo dará todo para poder ser aquel lo que esperan de él.

-Eso suena como un sirviente -sus palabras inocentes le dieron al clavo a la palabra que (...) quería evitar decir, cómo le sorprendía lo inteligente que era ese niño- Entonces, ¿un rey es como un sirviente?

En realidad, por todo lo que ella había visto, diría que un rey es esclavo de su pueblo, pero no le diría eso.

-Sí, es algo así -fue lo que le dijo antes de tratar de arreglar su cabello, porque ahora llegaba a un nuevo nivel de estar solo despeinado.

De ese momento habían pasado años, ahora, con él en frente del trono, la espada de su padre y el anillo en su mano, la tarea y la realización de su destino estaba enfrente de él.

No iba a huir de lo que le fue designado por la vida, no cuando era el rey y la gente lo necesitaba, no cuando sus amigos estaban ahí afuera, peleando contra todo tipo de cadentes para evitar que lleguen a él y lo distraigan de su verdadera tarea.

Llevó a cabo sus palabras, todo fue dicho y sus ancestros se presentaron ante él en una visión gloriosa, cada estocada de sus espadas hacia que perdiera el aliento, pero estaba bien, así era como debía ser, solo hubiera deseado que no fuera tan doloroso.

El recuerdo de Luna vino a su mente, después de tanto tiempo.

Su temple, su fuerza y determinación, ella fue capaz de enfrentar a aquello que atormentaba a la gente y aun podía sonreír, eso pensaba mientras seguía recibiendo el poder de sus ancestros.

Entonces recordó a sus amigos, Ignis, Prompto, Gladio, Iris, (...), Ravus, Talcott y todos los demás, le era doloroso pensar que ya no los vería, pero al menos tenía la foto de ellos con él para poder recordarlos, lo que le dolía era que en esa foto no estaba (...), porque ella estuvo por su camino y ellos por el suyo.

Solo se llevaría al más allá el recuerdo que tenía en su memoria, el recuerdo de su rostro en medio de la muerte, pero su propia forma de ser que la caracterizaba siempre estaría con él; el cómo era con él, cariñosa, molesta en ocasiones y uno de los pilares de su vida, al igual que su padre, al cual sabía que estaba por ver muy pronto, ¿eso era un consuelo a su afligido alma, quizás?

Entonces apareció en frente de él, no como lo recordaba, pero era él, su padre era el que daría el golpe de gracia, estaba demasiado agotado y se sentía desfallecer.

Que termine rápido. Fue lo que pensó mientras sentía que ya no tenía la fuerza necesaria ni para mantener erguida la cabeza.

La última estocada de la espada le quitó el aire, el dolor se expandió por su cuerpo y al final simplemente no sintió nada.

Sus sentidos se nublaron y por un segundo temió, morir da miedo, eso no hay quien lo niegue, pero estaba dispuesto a ello para salvarlos.

"No pienses en que lo estas destruyendo".

Sus palabras rebotan en su cabeza, su tono angustiado, desgarrado.

"Va a descansar en paz".

El pedido que parece pedir misericordia.

"Tu alma también lo hará".

Sus palabras se hacen lejanas y quizás ni siquiera sean las mismas, la duda se queda pocos segundos en su mente y también es la última pregunta que se hace, su cabeza cae por fin sin vida y da su último aliento en esa vida.

El rey de Insomnia, el entronado, que destruirá el mal de la estrella y morirá en el trono.

Ha cumplido su destino.

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