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La tensión se sentía en el aire y su corazón, temblaba tanto que el choque continuo entre la base de la taza y el plato provocan un sonido parecido al de un tintineo.

-Sabes... ¿Sabes que no te voy a hacer nada, verdad? -sus palabras no hacen más que ella se encoja más en su lugar, sabe que Noctis la mira preocupado porque ve en ella las claras intenciones de correr, de correr bien lejos, de preferencia al mausoleo del Mágico.

Pero claro, estaba medio destruido, y eso fue obra de la persona que estaba con ella, no hablaba de Noctis, era gracias a él que no le daba un infarto ahí mismo, era por ese otro individuo que estaba tan nerviosa.

-Ah, solo verte me hace pensar que mucho tiempo ha pasado, mírate, ya una adulta cuando recuerdo que me pedías que te llevará sobre mis hombros y que jugase contigo a las espadas -sus vanos intentos de mantener una conversación amena solo la estaban crispando porque sí que recordaba esos lindos momentos, pero luego venían los horribles momentos que le siguieron- nunca llegué a imaginarme que serías una dama de la nobleza.

-...

-Si te sientes presionada, puedes retirarte -le agradece en su mente mientras a toda velocidad se levanta de la silla y se dirige a la puerta, todo con aparente delicadeza hasta que la cierra y cae sobre ella porque sus piernas no le responden.

-Por lo visto, no pudiste con ello -(...) casi gatea a sus piernas, lo abraza con fuerza y se mantiene ahí mientras le devuelve el gesto- esta bien, Dama (...), tiene todo el derecho de temerle y nadie la juzgará por ello.

Agradece que Ignis esté ahí para ella, la situación tal y como estaba la enerva demasiado.

Total, el hombre que ha sido la razón de la mayoría de sus pesadillas en más de dos mil años esta ahí sentado tomando un café.

¿Cómo no tener miedo? En especial por la noticia de que Luna estaba viva por algún rincón de Eos, apenas se enteró quiso ir a buscarla pero según Ardyn ella venía con intensiones de guerra y con el mal de la estrella dentro de ella.

Ya ni sabía que pensar, ¿el tipo que quería matarlos a todos ahora era un aliado que fue purificado de todo el mal de la estrella en su interior?¿la dama mensajera de los dioses ahora era un cadente que había venido a destruirlos a todos? ¿el dios de la guerra se iba en contra de todo Eos y era el causante de todo eso aunque hubiese peleado con anterioridad para protegerlo?

¿Qué estaba pasando con el mundo?

-Me duele la cabeza de solo ponerme a pensar en la situación actual, Ignis.

-Todos estamos confundidos -le responde con calma mientras la ayuda a llegar a su habitación.

La recuesta en el colchón una vez se cambió de ropas para estar más cómoda y se quitó la máscara, además de su raro desequilibrio en sus energías tantas cosas pasan en tan poco tiempo y pronto se acerca el cumpleaños número 31 de Noctis.

Ahora que pensaba en ello, ¿Qué ocurriría? En esos momentos ella y Noctis estaban intentando algo, no era serio del todo, pero era su esperanza para poder amarlo como siempre había querido; con la presencia de Lunafreya, la expresión llena de asombro y felicidad de Noctis y su propia negativa persona, solo le hicieron pensar que no tenía ninguna oportunidad.

-Deja de pensar demasiado -pasa su mano por su frente, ni ella sabía que estaba con el ceño fruncido, la duda la embargó cuando se dio cuenta de que le estaba hablando de "tú" y no de "usted"- estas demasiado callada.

-Bien, ahora puedo decir con toda seguridad que el mundo se cae a pedazos ahora que me hablas sin ningún respeto -se levanta para abrazarlo una vez más, al separarse lo mira a los lentes empañados que porta cada día y desea ser capaz de devolverle la vista.

-No es el fin del mundo -la sorpresa los llena a ambos cuando no solo la voz de Ignis pronuncia esas palabras, Ardyn esta ahí, parado en la entrada a su cuarto- me gustaría hablar con ella, a solas -lo último parece estar remarcado y en cuanto su amigo se separa un poco de su lado (...) le toma con fuerza de su mano, rogando en silencio que no la deje sola con ese hombre.

-La dama (...) no desea hablar con usted -mantiene la calma por ambos, si cayese en la ira, en el temor, ¿Quién podría calmarla?

-Debemos hablar -su voz repercute con algo de fuerza en su cabeza, no lo ha visto mover sus labios así que era obra de ese enlace que él mismo le enseñó hace milenios- ahora -casi parece que se lo impone pero su tono parece más de súplica por lo cual deja ir la fuerza que mantiene a Ignis junto a ella.

-Esta bien -no hay una réplica y su amigo se dispone a irse, Ardyn hace el amago de ayudarlo a caminar pero Ignis lo esquiva con rapidez y se va por su propia cuenta.

-¿Estas segura de que en verdad es ciego? -su intento absurdo de broma para romper el hielo no hace más que enojará, a él le dan ganas de reír en cuanto ve que su cara de molestia no ha cambiado en todos esos años.

Bueno, no sólo mostraba su molestia, su miedo también era visible, lo comprendía, se daba miedo a sí mismo por eso trató de mantener la distancia para que estuviera tranquila, pero cuando se dio cuenta ya estaba a un lado de la cama, con (...) arrinconada contra el espaldar de la cama.

-Demorará mucho si te cuento palabra por palabra lo que ocurrió -se acerca un poco más a ella, poniendo sus manos en el espaldar y así arrinconarla, su cara de profundo terror no hace más que entristecerlo- dolerá apenas un poco pero quiero que sepas la verdad.

Le quiere decir, más bien gritar, que ella ya sabe lo que pasó hace dos mil años, que equivocada estaba porque en cuanto los recuerdos de Ardyn llegan a ella no sabe si llorar del miedo de tenerlo tan cerca o por todo el dolor que tuvo que pasar.

Lo que ella sabía era solo la cabeza de la verdadera desgracia de la que fue ignorante por ser una niña, eso piensa mientras lo ve alejarse un poco de ella hasta que queda parado correctamente a su lado.

Incluso recordó lo que Aera le dijo hace tanto tiempo.

- que es mucho pedir pero -abre sus brazos en frente de ella, la sonrisa relajada y amable esta en su rostro otra vez, sus ojos solo demuestran calidez y ya sabe que palabras va a decirle- ven aquí y dame un abrazo.

Duda un momento pero con cuidado y algo de anterior miedo empieza a acercarse hasta que la tiene aprisionada fuertemente entre sus brazos tal y como hacía antes, se toma un momento antes de poner las manos en su espalda para apretarlo contra ella en una necesidad que nunca pensó que tendría devuelta.

De alguna manera, se siente como si estuviera en casa.

Noctis irrumpe con su espada clavada en la pared justo en la trayectoria donde Ardyn estaba parado hace unos segundos, siendo que se movió con todo y (...) en brazos al reaccionar al ataque.

-¡¿Qué es lo que le haz hecho?! -raras habían sido las veces que (...) lo había visto tan molesto, le asusta verlo de esa manera y se aferra un poco más a los hombros de Ardyn, ocultando su cara entre el saco que tiene puesto.

-¡Todo esta bien! Es solo que... -el pelirrojo detiene su hablar cuando pone su mano sobre su cabeza, haciendo que regrese a abrazarlo con la fuerza de antes, esta vez por su cintura- lamento si te preocupe, pero ahora todo esta bien.

La imagen frente a él no hace más que dejarlo anonadado, hace unos minutos (...) temblaba de puro terror de solo estar en el mismo lugar que Ardyn, pero ahora lo abrazaba con todas sus fuerzas, cuando Ignis le dijo que ese par estaba solo, temió, había sido decisión de ella el quedarse con él para hablar de algo, se preocupó no va a negarlo, y en cuanto la sintió casi gritar desesperada en su mente solo pudo correr para ir a salvarla.

Pero ahora estaba viendo sus siluetas detrás del papel de arroz azul, (...) le pidió que saliera para que ella pudiera ponerse su máscara mas no se lo pidió a Ardyn, quien estaba con ella ayudando a que se ponga ese emblema suyo.

Recuerda que (...) mencionó ser criada un tiempo por él, pero nunca pensó verlos así de cercanos, incluso más de lo que ella y su padre, Regis, fueron alguna vez.

-En tal caso -disuelve su arma en el aire al ver que no hay peligro al verlos salir otra vez, llamando la atención de Ardyn con sus palabras- iremos a buscar a Luna, la ayudaremos y luego regresaremos.

Sus palabras decididas no hacen más que hacerla sentir orgullosa y culpable, orgullosa de que el hombre que ama se ha convertido en el líder que debe ser y culpable porque esperaba disfrutar un poco más de él antes de que su verdadero amor regresará; pero no se interpondrá entre ellos dos.

-Yo...

-Tú no irás -las palabras del príncipe la dejan en su lugar, preguntándose por qué ha llegado a tal conclusión- tu fuerza va y viene, en ocasiones estas tan débil que apenas puedes pararte y en otras casi entras en locura por sentirte llena de energía, serás un blanco fácil, espera nuestro regresó aquí, donde estarás segura.

No tenía duda de que regresarán, eso piensa mientras ve a Noctis dirigirse al pasillo sin darle una última mirada, pero ese mismo acto es la que la hiera profundamente.

-Te acabo de mostrar aquello que nos amarra a ti y a mi a nuestros respectivos destinos -Ardyn le habla de repente mientras pone una mano en su cabello, haciendo que levante la vista del suelo y se centre en él- una vez encontremos a Lunafreya nuestro nuevo destino será sellado una vez más.

-Lo sé.

-Lamento tener que pedir que tomes esto con calma cuando cualquiera podría estar aterrado -toma sus manos, más pequeñas que las de él, entre las suyas, da un apretón para tratar de reconfortala- Debemos ir contra Bahamut, debemos matarlo para mantener la paz y eso a ti...

-Lo sé -no hay duda en su voz, no sabe con exactitud que expresión es ocultada por la máscara de cerámica blanca, pero trata de no pensar en ello cuando (...) vuelve a abrazarlo y repite sus palabras con entendimiento- lo sé.

-¿Cuándo fue que creciste tanto? -ríe contra su cabello de manera lastimosa, mientras, una vez más, se dicen adiós, pero (...) está agradecida de que esta vez pueda hacerlo correctamente, no invirtiendo días y noches para despedirse en su cabeza a la voz que nunca más le respondió.

Lo deja ir para que sea ayuda a la persona que ama en su nombre, y antes de que se de cuenta ellos están de regreso, triunfantes, han vencido al Sidéreo Bahamut, dios de la guerra y aquel que amenazaba la existencia de su gente en Eos, los recibió a todos aunque su felicidad era ligeramente opacada por el dolor que se impregna en la parte posterior de su cuello, donde el dibujo de hace milenios empezó a arder con ferocidad.

Deja las últimas flores sobre cada lápida, un lirio rojo y una borraja azul para cada uno, buenos recuerdos de su vida al momento de llegar ahí regresan aunque los creyó olvidados, antes de la guerra y toda la sangre derramada, cuando se sentaba en el regazo de Somnus mientras Aera le peinaba el cabello, dejando flores entre sus mechones que pronto se caerían por estar jugando con Ardyn.

La mitad de su familia feliz se había ido hace mucho entre deseos sangrientos, malas decisiones y manipulación divina, acababa de enterrar al último que había regresado a ella e ido en tan poco tiempo, lamentándose por temerle cuando pudo lanzarse a sus brazos desde que lo vio entrar en el palacio al lado de Noctis.

-Él tiene el aprecio que siempre mereció -sus palabras van junto al sentir de sus manos sobre su hombros que empiezan a temblar- descansan en paz, juntos, como los hermanos que son -el tono tranquilizador de la voz de Lunafreya le hace sentir que todo estará bien ahora, la abraza en un intento de darle apoyo al perder, una vez más, a aquellos que ama tras la mísera esperanza de que tendría a su lado al Ardyn que conoció.

Al menos por el poco tiempo que le quedaba.

El abrazo que le dio cobraba sentido ahora, pero cómo se castiga a sí misma por haber dudado tanto en abrazarlo de vuelta cuando pudo disfrutar de cada segundo de su recuperado afecto.

Se pensó que todo mal se iba a desvanecer cuando Bahamut ya no existiera, pero ahora la mayor preocupación no era el mal de la estrella, era la condición deplorable de la Dama (...) lo que mantenía en vela a la mayoría de las personas de la ciudadela.

-¿No necesitas algo más?

-No.

-Puede que su almohada este muy dura, ¡puedo hacerla más cómoda o cambiarla!

-Prompto, no debes moverla demasiado.

-No hace falta -dice pero es ignorada.

-Quizás... quizás... ¡el vendaje de su cuello!¡es momento de cambiarlo, dama (...)! Por favor, cambien sus vendas.

-En seguida.

-Gladiolus, Prompto -no grita pero su voz se impone a las acciones de la mujer que esta a punto de tocar su cuello, niega con su cabeza mientras mira a la doctora que desiste de su acción, luego a ambos varones- estoy bien.

Ni hablar de Ignis, se estaba recuperando tras ser curado por Lunafreya, no quería tenerlo preocupado cuando tenía que dejar que los demás se encarguen de él.

-No, usted no está bien, incluso desde aquí, veo la sangre -era cierto, (...) no necesitaba levantarse para saber que las palabras de Prompto son ciertas, que su almohada y parte de su colchón estaban manchadas con sangre que salía de la piel ahora grisácea de su cuello- puede haber un tratamiento, una medicina puede ser hecha pero usted se niega a todo método de los doctores, la señorita Luna también podría intentar algo ¿Por qué no nos deja hacer más por usted?

Porque no había nada que hacer, esa era la verdad pero no tenía el corazón para decirle eso a nadie.

-Tengo sueño -dice para estar sola, ver el demacrado estado de esos dos por la preocupación no hace más que apretar de manera dolorosa su corazón- me gustaría dormir un poco ahora y que ustedes vayan a comer algo, ¿Cuánto tiempo han estado encerrados aquí, conmigo?

-Ya la oíste, vamos -Gladio casi arrastra al menor con él al verlo negarse, la doctora los sigue y es quien abre la puerta porque ambos ya ni parecen tener la fuerza para ello y se ven al borde del colapso- estaremos aquí, llámanos por cualquier cosa.

-Te mataré si me entero que comiste fideos intantáneos, ¿me oíste? -trata de hacerlo reír, pero solo consigue una mirada de preocupación que ya es pan de cada día.

Y cada día no hacía más que aumentar su enojo consigo misma, ¿por qué su cuerpo se esmeraba tanto por mantenerse con vida cuando ella solo quería dejar de sufrir y causar sufrimiento? ¿Cuándo podría descansar y dejar de sufrir?

Trata de moverse pero al instante se reprende por ello, su piel se ha movido por el roce con la tela y le ha generado demasiado dolor, si seguía otro pedazo de su cuerpo se caería de su lugar, en la oscuridad de la noche ve como su dedo ahora gris tiene una grieta roja que ya es totalmente visible, se va reduciendo a tierra, polvo que una vez cae deja ir unas pequeñas partículas brillantes que flotan sobre ella y le da algo de consuelo, al menos se convertiría en algo hermoso, pero le hace sentir algo inquieta que cada día sean más que el anterior.

Tocan la puerta y solo dice que pase porque su sueño se ha ido por completo.

-¿Cómo estás? -verlo la hace sonreír con verdadera felicidad que luego se apaga al ver su mirada preocupada, sin dudas esto le estaba hartando en grandes magnitudes- es decir, sé cómo estás pero quería saber si tienes alguna mejoría -se sienta en una de las sillas que han dejado a su lado.

-No habrá ninguna mejora y lo sabes -le duele decir esa verdad no sólo por ella, la forma en la que deja caer su cabeza y apoya su codos en su piernas en una postura de derrota no hace más que hacerla rogar que su fin llegue antes, y algo le hace sentir que ya no falta nada.

-De haberlo sabido antes...

-Te hubiera obligado a hacerlo de todas formas -no hay dudas en su respuesta.

-¡Aun así! -sus manos se hacen puños y hasta puede ver cómo sus nudillos están blancos por la fuerza que ejerce, ha dejado sin circulación la zona- no debí hacerlo así nada más, debí haberlo pensado antes de lanzarme y matar a Bahamut, tuve que haberlo pensado mejor.

-No tenías idea de lo que pasaría en cuanto dejase de existir -por un momento no sabe a quién se refería y eso solo hace que el vacío sea mayor- aunque lo hubieras sabido y te hubieras negado yo en verdad te habría obligado a que lo hicieras, yo debí irme hace mucho tiempo pero se me concedió quedarme, ¿Cómo podría ser tan egoísta para quedarme cuando he vivido más que suficiente pero hay muchos otros seres en Eos a los que les falta vivir lo que les queda?

-¿Cómo estás tan segura de ello?

-Porque ya lo sabía.

Deja de mirar el suelo para mirarla a ella, pocos días después de regresar ella solo se desplomó en el suelo enfrente de él, desesperado la llevó a su cama y antes de darse cuenta ella lo miraba sin ningún impedimento.

Sus ojos le dieron el ligero sentimiento desconocido en su pecho pero esa grata sensación fue reemplazada por el dolor cuando vio el futuro que la acechaba.

En ese momento no pudo hacer más que cubrirse la cara, negándose a ello mientras ella le decía que estaría bien, que no había nada que temer.

¿Cómo podía estar tan tranquila?

-¿Sabes que tu nombre significa "nocturno"? -esa pregunta lo lleva a la noche en que se celebraba su cumpleaños número 15, ella le hizo la misma pregunta- la verdad, le dí la idea a tu madre sin querer, porque fui la primera en darse cuenta que ella te estaba esperando, era de noche, casi las 9 cuando lo supe.

La grieta en su mano se hace más grande y el final se acerca a pasos agigantados.

-Cuando supe que venías, tuve miedo -su otra mano llega a su mejilla algo morena, nunca fue pálido del todo, siempre le gustó ese tono de su piel- temía que todo volviera a repetirse, que te vería irte de mi lado y que lloraría en silencio por ti hasta mi muerte, pero míranos ahora.

Quiere que se calle, no quiere oírla, pero con cada segundo que pasa ve cómo el momento final que vio en sus ojos esta cerca, más bien, ese es el momento.

-Quiero que seas feliz, muy feliz -hunde el rostro en su mano y cierra los ojos con fuerza, ojalá hubiera más tiempo, ojalá nunca acabase.

Ojalá nunca tuviera que decirle adiós.

-Tendrás una familia, las mascotas que quieras, y gobernarás con inteligencia -su brazo se abre por la grieta roja y de ahí emergen más partículas brillantes que casi parecen gemas, diamantes- puedo irme sabiendo eso.

No hay más palabras que esas por un buen rato, cuando vuelve a abrir los ojos se topa con la mirada de ella, tan serena, no se permite ver más allá que sus ojos, no lo soportaría.

La caricia de su mano en su rostro pierde fuerza y cae de un solo movimiento de la gravedad, pero vuelve a tomarla y la deja donde estaba, sus ojos se cristalizan y él casi los cierra porque esto es demasiado, pocos segundos pasan para que la sensación de su mano desaparezca, y cuando se da cuenta hay brillos que van levitando cerca de su rostro.

-Adiós, Noctis -es lo último que escucha antes de verla desparecer por completo, justo enfrente de sus ojos.

Le toma un momento para recomponerse y levantarse tras sentir que ha derramado suficientes lágrimas en tan sólo una hora, abre la gran ventana del cuarto, dejando que las partículas de magia puedan esparcir su brillo por Eos.

-Adiós, (...) -mira al cielo y ve cómo el brillo de las estrellas se confunde con lo que ha dejado atrás.

A él le tocó dar la noticia y recibir el llanto de sus amigos y conocidos, porque no era justo, no lo sentían así.

Incluso cuando ese era el final, no se sintió así y él le prometió algo, debía cumplirlo.

-¡Papá! -corre con toda la velocidad que sus pequeñas piernas pueden dar para llegar donde su padre, abrazando sus piernas al encontrarlo- ¡ven! ¡mira lo que he encontrado!

-¿Rags? -se deja jalar un poco por su hija, su primogénita, sus cabellos rubios están desordenados por toda su carrera pero aun parece tener energías para arrastrarlo.

- que me dices que no entre, ¡pero encontré algo muy lindo! -antes de que él pueda negarse abre la puerta de ese cuarto, y en cuanto lo hace se da con la sorpresa de que, como hace 8 años, está de nuevo lleno de luz.

Luz que por un segundo le deja ver su silueta otra vez, sentada en esa cama como cuando corría a ella para lanzarse en su regazo.

-¿No es bonito? -pregunta mientras muchas de las partículas de magia se quedan pegadas a su cabello rubio algo oscuro, como si fueran las gemas de una tiara.

--sonríe con nostalgia, abre la mano y una de ellas se pega a su palma, casi puede oír sus pensamientos, anhelos y deseos en su mente ante el contacto, como si ella pudiera estuviera ahí una vez más- es muy hermoso.

.

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.

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.

Esto es...

Todo a su alrededor parece ser como una galaxia, es de un azul oscuro hasta donde llega a ver.

De verdad se terminó... ¿en verdad lo hizo?

En cuanto se levanta de donde estaba sentada mira hacia arriba, diferentes seres la están mirando y no sabe exactamente quienes son, los confunde con los dioses restantes de Eos, los Sidereos, pero sabe que ellos ahora son solo 5, y allí hay más de cien.

Tras darse cuenta de quienes son, sonríe mientras las lágrimas empiezan a caer.

El verlos por última vez...

Creo que sí es el final.

Sonríe melancólica al verlos desaparecer, una nueva despedida en silencio, pero esta vez ellos se la dan a ella, uno a uno van desapareciendo en frente de ella, las palabras no son necesarias.

Gracias, de verdad gracias, por haber estado aquí aunque duela.

Cierra los ojos nuevamente, esperando lo inevitable, pero nada pasa, levanta la mirada en cuanto escucha su voz.

Yo soy quien debe agradecerte.

Sus ojos no dan crédito a lo que ven mientras le ven acercarse, dejando atrás en una estela de polvo de plata la que era su armadura como Lucii.

Vuelve a sonreír y las lágrimas se hacen más espesas.

Ah, ¿Cuánto tiempo ha pasado? Pero de todas formas sigue sintiéndose como una niña viviendo su primer amor cada que le ve.

Eres tú...

Las extremidades le fallan y cae de rodillas, roza sus pies cubiertos y su antiguo ropaje ondea con un viento fantasma.

Realmente eres tú...

Toma su mano y le ayuda a levantarse, seca sus lágrimas.

Vamos.

Antes de darse cuenta, esta envuelta en sus brazos, y poco a poco se convierten en cristales de magia pura que flota en ese gran espacio.

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