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Shinichiro Sano

Stella miraba muy sorprendida como su compañero de clase trataba de defenderla de esos tipos que pertenecían a otra escuela y que habían estado acosándola.

Shinichiro Sano realmente era alguien muy impredecible para ella.

Desde que ingresó a esa escuela, fue el hablar de todos, no era común ver que una extranjera hablara fluidamente el japonés como ella. Pero como también hablaban de ella, no podían faltar las críticas y algunas miradas de deseo que Stella odiaba e incómodaba. Debido a lo ultimo, trataba de cubrirse lo mejor que podía para que no se viera piel alguna de su cuerpo. Dejó de vestirse como quería solo por tenerle miedo a esos tratos asquerosos.

Solo Shinichiro Sano le trató bien, no podía olvidar las veces en que era sometida por unos chicos repulsivos de su escuela y él siempre venía a salvarla. Solo él le protegía, le daba esa calidez que ella siempre quería sentir.

Siempre se había preguntado por qué Shinichiro la veía con amor y siempre muy ruborizado. Pero ahora lo entendía.

Salió de sus pensamientos al escuchar como los puños de esos sujetos chocaban con el rostro de Shinichiro, cada vez era golpes más brutales.

—Eres un idiota, ¿creíste que serías capaz de salvar a está, zorra? ¡Mírate estás siendo golpeado por mí!— se burló el que parecía ser líder de ese grupo haciendo reír a los demás, sin parar de estampar sus puños contra Shinichiro.

—Y-yo...¡Yo no voy a dejar que Stella sufra estos abusos! ¡Ella es linda, es hermosa, es amable, lo es todo! ¡Por eso no voy a permitir que siempre sea tratada así! ¡Ella se merece lo mejor, idiota!— exclamó Shinichiro parándose y situándose frente a Stella, que escuchó todo eso muy sorprendida.

Desde donde estaba, sentía como Shinichiro brillaba. Que siempre podía ser salvada por él.

Pero era momento de dejar de ser tan débil.

Tomó del hombro al de cabellos oscuros y lo apartó de ahí, ante las atentas miradas de los otros.

Una ira creció dentro de ella al ver el rostro ensangrentado de Shinichiro. Ellos lo pagarían.

—Gracias Shinichiro, me haz dado la valentía que me faltaba— le sonrió para sorpresa del Sano que solo se sonrojó al verlo.

—¿Q-qu— no pudo terminar de hablar por el beso en la mejilla que le había dado Stella.

—No te preocupes y solo mírame— dijo ella para después ponerse en frente de los delincuentes.

—Así que ya sabes lo que va a pasar. Buena decisión en dejar a ese inservible pedazo de mier— el puño de Stella se estrelló en el rostro del delincuente que estaba hablando, dejando boquiabierto a Shinichiro y causando enojo en los otros.

—¡Eres una perra! ¿Cómo pudiste golpear así a nuestro líder? Esto te traerá consecuencias, maldita— exclamó uno con una sonrisa en su horrible rostro, estaba confiado en que ganaría, después de todos ellos eran más y ella, solo era una chica con quien satisfacerían sus bajos instintos.

—¿¡Crees que me importa, estúpida mierda!?— exclamó con furia la rubia— Ya estoy harta de estos acosos de mierda y lo que terminó con mi paciencia es que se metieran con alguien quien siempre me respeta como soy, que no es irrespetuoso conmigo. Con alguien a quien quiero. ¡Shinichiro siempre me ha defendido, pero esto se termina aquí!— miró con el ceño fruncido a los delincuentes— ¡voy a patear sus asquerosos traseros, borrare esas ideas imbéciles de su cerebro y haré que se disculpen con Shinichiro!—

La chica corrió hacia los acosadores e iba estampando puñetazos y patadas a todos. No le importaba nada, haría que esos sujetos aprendieran a respetar a otros sin importar lo que sean.

Sintió que era sujetada del cabello pero rápidamente se liberó del agarre y golpeó la cabeza del hombre contra el suelo.

No sabía lo que le había pasado desde que llegó a Japón, ella nunca fue así. No se dejaba acosar por otros, ni caía en las bromas que le hacían. No sabía cómo se había convertido en eso.

Pero eso cambiaría.

Ahora, mientras golpeaba a esos tipos es que era ella realmente. La verdadera Stella se dejó ver.

Ella no era sumisa ni nada, todo lo enfrentaba con la cabeza en alto, como le habían enseñado.

Stella estaba de regreso.

Y eso lo supo Shinichiro, que miraba con brillos en los ojos como la chica golpeaba a diestra y siniestra a todos, sin importarle nada. Stella era hermosa, aún con la sangre cayendo de su nariz y boca, no dejaba ser verse impecable. Siempre supo que ella era más fuerte que él, y lo que estaba pasando en ese momento se lo confirmaba.

Y su amor por ella creció mucho más.

Stella pateó los rostros de los sujetos.

—Hablen— ordenó con seriedad.

—¡L-lo sentimos mucho...n-no volveremos a hacer algo como esto!—

—¿Enserio?— preguntó burlesca la rubia causando miedo en el grupo.

—¡Si se lo prometemos! ¡De verdad, créanos!— suplicaron juntos.

—No les voy a creer hasta que los vea. Aún no perdono lo que le han hecho a Shinichiro.

—Stella-san no se preocupe, estoy bien— la chica no le creyó, pues a tan solo dar un paso el chico se agarró el estómago y soltó un quejido lastimero.

Rápidamente, Stella lo ayudó a sostenerse con su cuerpo tomándolo del hombro y miró por última vez a los que le habían fastidiado, tanto a Shinichiro como a ella.

—Espero que dejen de hacer esas cosas, malditas basuras— soltó con enojo para luego dirigirse al hospital a que atendieran al de cabellos oscuros.

En medio de su camino hacia el hospital, Shinichiro rió.

—Yo trate de salvarte pero fuiste tú quien me salvó. Soy alguien débil.

—Estas equivocado— dijo directamente Stella causando que Shinichiro lo mirara confundido— Tu me salvaste, Shinichiro. Y no puedo estar más que agradecida contigo. Tu hiciste que yo reaccionara y volviera a ser como era antes. De verdad te agradezco— dijo sonriendo la rubia haciendo que el rostro del Sano se volviera rojo y que su corazón comenzara a latir con fuerza.

—Y-yo...Stella-san, ¡yo quiero ser más que su compañero de clase!— gritó Shinichiro haciendo que la joven se ruborizada levemente, ¿a qué se refería con eso?— ¡Yo quiero que seamos amigos muy cercanos! ¡Que podamos confiar el uno con el otro! ¿Qué dices, Stella-san? ¿Podemos ser amigos?— preguntó muy decidido el chico.

La chica solo ensanchó más su sonrisa.

—Claro que quiero ser tu amiga, Shinichiro. Más bien, me quitaste la pregunta de la boca— río ella— y como amigos, debo ayudarte ahora. Esas heridas no se curarán solas.

Shinichiro ya hasta se había olvidado de su mal estado. Pero que haya avanzado más en su relación con Stella le alegraba mucho.

Ya esperaba el día para presentarla a su hermanito. Estaba seguro que le caería bien.

El día de ayer terminé de leerme todo el manga de Tokyo Revengers (en vez de avanzar tareas ;"v) y debo decir que lloré como Magdalena 😭😭por eso he decidido iniciar un libro de OS de estos hermosos personajes. Espero que les guste.

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