Pasó una semana desde lo ocurrido con Norman... Me siento extraño, a pesar de que las cosas han cambiado con Norman siento qué hay algo en mi que no puedo descifrar y no quiero arruinar las cosas con Nor ahora que todo está bien.
Me siento enfermo y tal vez algo cansado, más de lo normal.

Harry despierta sudado con pelos pegados a la cara por culpa del sudor con un dolor de barriga horrible, se cubre la boca y salta fuera de la cama hacia el baño solo para vomitar luego en la taza.
Norman llega hacia el lugar donde está agachado y se pasa una mano por el cabello suspirando.
-Que sucede ahora, Harry.- pregunta gruñendo de fastidio.
Harry se limpia la boca como puede y le ofrece una mirada con pena.
-Lamento despertarte cariño, vuelve a dormir, seguro algo me cayó mal.-
-Bien, toma agua luego para no tener mal aliento en la mañana.-
-Mhm- asiente y luego vomita de nuevo, pero Norman ya está en la cama de nuevo.
Vuelve a la cama luego de unos minutos, ya cepillado y luego de tomar agua, claro.
Intenta dormir pero el sueño no lo atrapa entonces solo cierra sus ojos y piensa.
Norman no usó condon.
Abre los ojos en un santiamén al pensar en eso, su corazón se acelera, su cuerpo hormiguea y le duele la cabeza.
Que haría si es que...
No, no podría ser, él salió lastimado, sangrando, como es posible.
Piensa y piensa pero ninguna otra posibilidad se le presenta.
Esa noche no pudo dormir.

Harry nunca se había enamorado.
De hecho, los chicos nunca lo miraban a él, era a Gemma a la que veían.
Nunca realmente le importó, él vivía en su propio mundo de fantasías, viviendo en una nube de sueños incrédulos y esperanzas sin futuro que no lo esperaban. Mentiría si dijera que estaba orgulloso de eso, pero es que tampoco le tomaba importancia.

Su vida amorosa cambió a los 16.
Conoció a Norman, un chico de 21 años que estaba en la militar, más bien en el cuartel de práctica.
Lo recuerda demasiado bien, la primera vez que se conocieron; fue en una cafetería, a la que iba normalmente los viernes luego de la escuela para estudiar y comer.
— Hola, disculpa, ¿Eres Harry, por si acaso?—
—Si, soy Harry— le dice ofreciéndole una gran y amable sonrisa —¿Por qué?—
— Soy Norman, un gusto.—
—Hola Norman—
—Mi hermano, ese de allá— apunta hacia atrás y ve a un chico que aparta la mirada Justo después de notar que Harry y Norman lo miraban.
--¿Lo ves?—
—Si.—
—Bueno, no sé si lo conoces, pero va a la misma escuela que tú y tu hermana— explica —Tiene un enamoramiento con Gemma, y quiere invitarla a una fiesta que haremos en casa pero no es lo suficientemente valiente, así que vinimos a preguntarte a tí si podías decirle.—
—Oh— responde incrédulo. Era de esperarse que no lo invitacen a él.
—Claro , puedes venir tú también lindo.— pareciera que leyera su mente. —Yo te invito—
—No lo se, debo pedir permiso.— se excusa —Pero si le diré a Gemma. Gracias por la invitación.— le sonríe
—Si es que dicen que si solo vienes a esta dirección.— le pasa un papel con las indicaciones escritas. —Empieza a las 19:30pm—
—Bien, gracias.— le da una última sonrisa y ve como Norman se va.

Norman ya se había ido a trabajar y Harry estaba demasiado perdido como para pedir permiso para salir.
Así que solo corrió hacia la farmacia más cercana y compró dos tests de embarazo.
Sus manos temblaban y le costaba respirar.

¿Como reaccionaría Norman?
¿Me amará lo suficiente como para formar una familia conmigo?
¿Querrá quedarse con el bebé?

Eran las preguntas que más daban vueltas por su cabeza.
Estaba ansioso, en cualquier momento su corazón podía parar.
Entró al baño y cerró la puerta con llave, se recostó por esta y empezó a llorar.
Todo estará bien, es todo lo que siempre quiso, una familia. ¿Por qué está tan asustado?
Él ama a Norman y amará más tener un bebé con él.
Se prepara mentalmente para hacerse la prueba y logra abrirla (aunque con las manos sudadas y tercas a la hora de abrirlo) con éxito.
Todo será el destino. Él aceptará lo que el destino elija para él.
¿Quién sabe? Si sale positivo, ese bebé puede ser una nueva esperanza para él y Norman.