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Derramando lágrimas cual niño pequeño, Beomgyu se marchó de casa. Se sentía incomprendido y lastimado por la misma mujer que juró hacerlo feliz. ¿Cuándo llegaría el día en que finalmente se sintiese completo? Su corazón latía rápido, sincronizándose con la rapidez del viento que besaba su rostro y acariciaba su alma en un vago intento de hacerle sentir vivo una vez más. Beomgyu comenzaba a ver la realidad de la mujer que se mostró dulce y comprensiva desde el primer día, pero era cruel. Eunji era tan cruel como quien arranca una rosa y la deja marchitar durante un caluroso atardecer de verano.

    El sonido de las ramas del árbol siendo sacudidas y el aletear de los pájaros en busca de un refugio fue lo único que él pudo escuchar antes de caer perdido en su propia mente, siendo consumido por la tristeza que parecía no querer abandonarlo, convirtiéndose en su fiel compañera; mas su estadía no sería duradera, pues los pasos y la respiración agitada entre la lluvia trajo calma a su agonía.

    —Beomgyu.

    Y aquella voz se sintió como una dulce melodía calando en sus oídos para darle la tranquilidad que su mente necesitaba para poder sentir.

Era él.

—Taehyun.

—Aquí estoy —le dijo con esa voz que lograba calmar incluso el más caótico de sus pensamientos, impidiendo que cualquier rastro de sufrimiento volviese a tomar el control—. Por favor, mírame. Mírame una vez más y déjame ver esos ojos deslumbrantes que alguna vez hicieron latir mi corazón como nadie lo había hecho —continuó—. Déjame verte, Beomgyu.

Él lo miró con esa mirada apagada que pronto se volvió tan despampanante como el hombre frente a él.

El hombre que permitía a su corazón latir con ímpetu en su pecho.

—Acompáñame.

Taehyun se sentó a su lado bajo el árbol de camelias, sosteniendo sus manos al recargarse en su hombro y sonreír inocentemente.

—No sabes cuánto extrañé esto —Beomgyu dijo—. Extrañé cada partícula de ti. Cada momento y cada roce entre nuestros cuerpos.

—Pero estás comprometido.

Cierto.

Yo no la amo —prosiguió—. Lamentablemente, Taehyun, con el paso del tiempo olvidé a quien realmente quería y me obligué a amar a quien no podía —confesó—. Siempre fuiste tú.

    Él sonrió.

    —Tampoco pude olvidarte. Jamás lo hice, pero tengo a quien no quiero y amo a quien no puedo tener —respondió melancólico—. Es... complicado.

    —Lo sé —dijo—. Sólo necesitaba decirlo, pero el saber que no me has olvidado no me permite el querer continuar con este compromiso. Yo dejaría todo por ir contigo y encontrar la verdadera felicidad junto al hombre que realmente amo y amaré durante el resto de mis días.

    —¿Qué hay de Eunji? —preguntó— Estás a punto de casarte, Beomgyu, ¿realmente serías capaz de dejarlo todo?

    Él ni siquiera lo pensó.

    —Yo lo haría.

    —Huyamos entonces.

    Y eso hicieron.

El silencio era sofocante. Los pasos alrededor del pasillo se convertían en un mortificante sonido de agonía para sus oídos. Eunji se encontraba preocupada como nunca antes; el hombre que amaba se encontraba bajo la lluvia junto al hombre que él amaba. ¿Sería correcto permitir que algo llegase a ocurrir entre ambos? Ella no lo sabía. Su mente se encontraba en blanco y su corazón en un abismo.

Tan sólo escuchar sus acelerados latidos preocuparía a cualquier persona cuerda.

Soobin era aquella persona cuerda.

—Ellos han de estar bien, Eunji.

    —Beomgyu no había huido de esta forma desde que él apareció —espetó—. No me pidas que mantenga la calma sabiendo que el hombre que amo está junto a Taehyun. No ahora.

    Soobin no dijo nada más. Él entendía su preocupación, ¿pero qué debía hacer? La mujer que él amaba se encontraba preocupada por el hombre a quien su alma y corazón había entregado desde el primer instante. Él no podía hacer nada más que abrazarla y consolarla con frágiles palabras reconfortantes, pero él también sabía que aquello sería inútil. Eunji no se daría por vencida en cuanto a Beomgyu se trataba.

    —Ven aquí —ordenó—. Acércate.

    Ella obedeció sin pensar.

    —Voy a abrazarte ahora.

    Eunji no dijo nada, dejándose envolver entre los brazos del hombre frente a ella, quien la sostuvo con tanta delicadeza que se sintió desfallecer en sus brazos. En calma. Aquel abrazo se sintió tan confortante como el que Beomgyu atravesase aquella puerta para decir que aún estaba dispuesto a entregar su vida ella para unirlas durante el resto de la eternidad.

    Ella aún mantenía viva la esperanza de que aquello ocurriese.

    —Por favor, sólo relájate un poco y concéntrate en mí —pidió melancólico, drenando toda esperanza de su ser.

    Eunji se dejó llevar por el sentimiento de seguridad que los brazos de aquel hombre le entregaban.

    —Beomgyu estará bien.

    Ella hundió su rostro en el pecho ajeno, aspirando el varonil aroma que tanto le recordaba a él, deseando que fuese Beomgyu el dueño de aquellos brazos.

    —Ellos están bien.

    Ella lo sabía, pero, ¿qué haría si Beomgyu encontraba calidez en otros labios? Aquellos labios a los que solía llamar hogar.

    Si él lo hacía, entonces ella lo habría perdido por completo.

    ¿Qué ocurriría con su matrimonio?

    Con ellos.

    Aquello mantenía su mente siendo invadida por la preocupación de saber que Beomgyu jamás perteneció a ella. Saber que el dueño de sus pensamientos era aquel que se encontraba consolándolo en un lugar lejano le hacía querer arrancar su propio corazón de su pecho.

    Eunji jamás podría luchar contra el sentimiento de envidia que invadía su mente al pensar en ellos compartiendo un momento a solas. Creando recuerdos tan preciados como el mismo oro. Recuerdos que ambos atesorarían durante el resto de sus miserables vidas.

    ¿Pero qué podía hacer ella?

    Había sido vencida en su propio juego, y era momento de aceptarlo.

    Ella había perdido a Beomgyu.

¡Llegó el día de la actualización que tanto esperaban!

No me odien por tardar tanto, tuve un bajón emocional de lokoussss, pero aquí estamos. 💗

Nos leemos pronto, los amo. 🌷

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