Capítulo Dos: El último Jedi

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Oscuridad... La oscuridad es todo lo que veía el maestro Luke Skywalker. Una oscuridad infinita, como el espacio, pero sin las estrellas que iluminen el camino; sólo el vacío cósmico. En palabras más comprensibles, pero no más confortantes, Luke era testigo del abismo. No lo podía entender, el maestro Yoda, Obi Wan; su padre había trascendido hasta hacerse uno con la fuerza. ¿Por qué él no podía sentirla? Mas cualquier duda nacida del pánico pronto sería opacada ante la presencia de una luz; una luz tenue; una sola estrella en el espacio, una estrella que se fue haciendo más, más y más grande. Su luz se volvió cegadora, y la leyenda no pudo sostener la mirada... 

"CRASH", fue el sonido que hizo la cápsula al romperse, provocando la caída estrepitosa de Luke. Entre gemidos ahogados, el maestro Jedi trató de alzarse, pero terminó por resbalar ante un líquido espeso como el aceite, que además de estar esparcido por los suelos, también bañaba parte de su cuerpo desnudo. Y si esto no fuera suficiente, se encontraba desnutrido; podía sentir la piel tocando sus costillas, y el tan siquiera gatear le exigía un gran esfuerzo; era como volver a nacer. 

Estaba en un... tipo de laboratorio. De aquí para allá colgaban tubos de aire, cápsulas de cristal rotas y cuerpos rendidos en el suelo. Pero hacia el fondo, se lograban ver colgados los escudos y sables de luz, de aquellos nuevos stormtroopers. Luke alzó su mano derecha, y entonces una pequeña fuerza invisible, muy tenue, movió uno de los mangos, una que se intensificó hasta que este salió volando en dirección a Luke, que en automático liberó su hoja al atraparlo. Logrando levantarse entre temblores que amenazaban con volverlo a tumbar, Skywalker no pudo evitar pensar, lo humillante que era para un Jedi, cargar un sable de luz tan burdo y pobre. Mas no era tiempo de orgullos y tradiciones. Luke avanzó trastabillando en busca de la puerta más cercana, pero apenas esta se deslizó hacia arriba... oscuridad y nada más. No se podía ver a través de la salida, de hecho, de ella surgía una fuerte ventisca de aire helada, cuyo sonido era similar a una respiración, una lenta, profunda... y constante. El miedo se apoderaba del maestro Jedi mientras en retrocesos era testigo del surgimiento de una figura emergente de la nada misma; un ángel caído si no es que mucho peor; una figura que al tomar forma el abismo mismo evitaría observar, por terror, a que este le devolviera la mirada... 

El sonido que nació al liberarse la hoja de un rojo carmesí, era comparable con la llegada al infierno. Era un sonido fuerte, que reflejaba ira y provocaba miedo. Luke alzó su patético sable, en forma de guardia. Y sintiendo algún tipo de Déjà vu, pronto se vio acorralado y obligado a bloquear las estocadas violentas de Darth Vader, que pronto y en un rápido movimiento, logró atinar contra su cuello. La cabeza decapitada de Luke voló por los aires mientras su cuerpo cerraba el sable y caía de rodillas, antes de descender en su totalidad. Luke había nacido de nuevo para volver a morir. Pero su cabeza decapitada aún estaba consciente, ahí tirada burdamente como un objeto, cuyos ojos abiertos, miraban entre lágrimas, a aquello que representaba su peor temor. 

...

Una cantidad modesta de créditos, caían sobre un par de palmas, pertenecientes a un infante de mejillas sucias y vestimenta de harapos, el cual inclinó un poco la cabeza en forma de agradecimiento, antes de correr hacia el mercader más cercano, en busca de comida. 

—Te hasss vuelto blando, desde tu experiencisssia con los Tusssken, Fett —hablaba un Trandoshano, cuya altura y figura estaban en el pináculo de su especie, cargando un bláster Relby-v10 con ambas manos.  

Por su parte, Boba Fett que se encontraba de rodillas, se levantó sin perder de vista al infante, a través de su visor, que para muchos podría reflejar indiferencia y crueldad. Y aunque por años, eso mismo representaba al cazarrecompensas, ahora su armadura era vista como un símbolo de protección y respeto.  

—Mos Espa es mi responsabilidad, Bossk. Las generaciones que han crecido aquí, han dejado de legado hambre y sufrimiento. Merecen algo mejor por parte de quienes gozan del poder.  

Sin más que observar, ambos guerreros continuaron su camino por las calles del planeta desértico, pasando entre diversas especies del cosmos, incluidos Tusken o Sand Peoples, que antes renegados al mar de Dunas, ahora caminaban libremente por las calles de Mos Espa.  

—Tengo que reconocértelo, Fett —mencionó Bossk—. Hasss logrado que este pedazo de tierra, se vea como un pedazo de tierra un poco másss viva.  

Fett no respondió al "alago" del Trandoshano y continuó avanzando, hasta encontrarse entre la lejanía del público, a una unidad tipo 3PO de color gris, que poseía la particularidad de que caminaba mal. Boba detuvo su andar a la par de Bossk, pues el droide se había percatado de su presencia, y ahora los observaba fijamente. Aquel androide poseía embarrado en las placas que cubrían sus circuitos, un líquido negro, ya seco de hace tiempo. Podía ser simplemente aceite. Pero es bien sabido que la sangre al oxidarse se vuelve oscura, más aún al secarse. Aquella perturbadora unidad continuó viendo a ambos "cazarrecompensas" antes de seguir con su caminata, como si nada hubiera pasado. Boba y Bossk acompañaron al androide con la mirada, sintiendo como si algo helado danzara en sus estómagos hasta que, aquel 3PO se perdió entre un callejón. Instantáneamente después, un estruendo nacido del cielo provocó que Fett y Bossk se olvidaran de la unidad, y dirigieran su atención a las nubes, notando ahí a... 

—¿Un Crusssero Imperial? 

A la par de la pregunta del Trandoshano, las personas alrededor comenzaron a murmurar, notándose la tensión y el pronto pánico. 

—Contacta a Shand y a Dengar —ordenó Boba Fett antes de caminar entre la multitud, con el objetivo de dirigirse al puerto de Mos Eisley—. ¡Y quiero a todos los civiles en sus hogares cuanto antes!  

Las órdenes del antes mercenario fueron acatadas, increíblemente, al pie de la letra; con tanta velocidad y eficacia, que cuando una nave de carga descendió del crucero a uno de los puertos de Mos Eisley, el lugar se encontraba sin habitantes más allá de Boba Fett, cuya única compañía, eran los vientos nómadas del mar de Dunas. 

Ecos de pisadas continuas y bien sincronizadas tomaron acto de presencia. Boba pronto miró salir del puerto, a uno de los nuevos stormtroopers con el escudo de frente, seguido de una tropa ordinaria de soldados, armados exclusivamente con blásters, pero que vareaban en diseño con los stormtroopers que había conocido, al ser sus armaduras más lizas, y que en el rostro del caso, el respirador se alzaba a los lados hasta conectar con los lentes. 

Pero realmente daba igual. Diferentes armaduras no hacen mejores tropas, pensó. 

—No quiero que hagan nada sin una orden —susurró Fett, pues a sus lados, ocultos en chozas cercanas, Bossk y el mercenario Dengar, cargaban sus blásters. 

—Boba Fett —habló el soldado que portaba el escudo, dando unos cuantos pasos por delante de su tropa—, queremos que nos lleves con el alcalde de Mos Espa. 

—El alcalde esta... indispuesto —respondió Fett—. Cualquier asunto a tratar, será conmigo. 

—Eres sólo un mercenario —rebatió el soldado. 

—Soy el daimio de Mos Espa. Si tienen el conocimiento básico, sabrán que Tatooine es controlado por el crimen, no por la política. Aunque el alcalde estuviera a su servicio, no podría ayudarlos sin mi consentimiento. 

—Si eso es cierto... —habló el soldado, que retador, se acercó a Fett en busca de un cara a cara—, vas a ceder el planeta. 

—Tatooine por muchos años se mantuvo fuera del conflicto entre la república y los separatistas. Y ahora, no ha tomado posición entre las... riñas de la nueva república con grupos rebeldes imperiales, y planeo que siga así. 

La voz fría y segura del mercenario, provocó el temperamento del stormtrooper, notándose su frustración a medida que se extendía aquel juego de poder.  

—No somos una sepa del Imperio, cazarrecompensas; somos La nueva orden. Tomaremos control sobre la galaxia y le daremos lo que dicta nuestro nombre. Eso incluye dejar de tolerar, de manera altanera y conveniente, que planetas subdesarrollados, estén en control de mediocres gánsteres, o en este caso, banales mercenarios.  

—Díganle a quién sea que esté detrás de su nueva orden, que Tatooine es independiente. Si lo desea, tendrá que matarme primero —respondió Boba Fett, sosteniendo todavía la mirada en contra de su retador.  

El soldado asintió con la cabeza, aunque visiblemente tenso, y sin más que decir, se dio media vuelta en busca de regresar junto a su pelotón. Pero nada es tan fácil. De improvisto, encendió su sable de luz, siendo el sonido emergente lo que hizo reaccionar a Boba Fett, que alzando sus muñequeras beskar, logró cubrirse de las estocadas violentas y toscas del plasma, gritando entre retrocesos: "¡no!", ya que sospechaba que Bossk y Dengar estaban por disparar. Y razón no le faltaba, pues en sus posiciones, ambos bajaron sus blásters, con el dedo aún en el gatillo. Cualquier otro mercenario moderno, caería ante la espada de luz y la técnica del soldado, pero no Boba Fett. Para alguien cuyo nombre se forjó por cazar Jedis, la técnica del stormtrooper era pobre. Cosa que quedó demostrada cuando le atrapó el brazo y le rompió el codo. El grito del soldado al sentir sus huesos crujir provocó que el resto alzara sus blásters. Boba tenía que admitirlo, estas nuevas tropas parecían más eficientes que las imperiales. Pero ya era tarde, su comandante estaba de rodillas ante sus pies, con la propia hoja de su sable de luz, amenazando su cuello. Bossk y Dengar alzaron sus blásters una vez más, la tención era evidente y los dedos de los soldados tambaleaban sobre los gatillos. Si cualquiera de ellos disparaba, se desataría el infierno. Al final, Fett retrajo el sable de luz y pateó al soldado de forma humillante. No lo había asesinado por ser blando; lo hizo porque el mensaje estaba dado. Si deseaban Tatooine, iba a dar pelea. Las tropas bajaron sus blásters lentamente mientras dos de ellos rompían fila, en busca de ayudar a su comandante. Pronto regresaron al puerto de Mos Eisley y Boba vio su nave de carga elevarse hacia el crucero, el cual entró a velocidad luz y se perdió de los cielos de Mos Espa en un parpadeo. Poco a poco las personas comenzaron a salir de sus hogares, más curiosos que temerosos, y Boba, no hacía otra cosa que mirar la imitación de sable de luz en su mano.

...

"¡AAARHG!", aquella onomatopeya que representa un grito. Un grito... No, muchos gritos..., gritos de dolor y terror, que nacen del abismo, que lo alimentan. Ahí, Luke Skywalker, desnutrido y sin prendas, se arrastra como animal entre los suelos bañados en su sangre. En su mano derecha sostiene el mango de un sable de luz, pero realmente el arma le es inútil. A sus espaldas se acerca aquel que ha domado al abismo, que lo ha sometido y hecho sumiso. Su sable de luz rojo, como la sangre, ilumina el rostro envejecido de su hijo, antes de partirlo de la clavícula al estómago. Luke renace de nuevo, pero sólo para morir. No hay forma de dialogar con Vader, que se ha vuelto una fuerza silenciosa y tajante. Luke muere, y muere, y muere. Ya ni siquiera intenta defenderse con aquella imitación de sable. De ser una leyenda ha pasado a ser una pobre forma de vida destinada al dolor. Lo último que ella ve, es a Luke en una esquina, alzando su mano desarmada, mientras implora como un niño que grita y llora por piedad. 

El verdugo es contundente. Pero esta vez hay algo que difiere... El sable de luz cambia de color... por sólo unos breves segundos. Cambia a un color morado

Un grito profundo, incluso animal, emergió del pecho de Leia al salir de una horrible y cruel pesadilla. Ella estaba en su habitación, amplia y de una oscuridad tenue, con un gran ventanal al lado de su cama, que en contraste con sus emociones, mostraba una hermosa noche. Debió haberse desmayado en el Halcón. El shock de la muerte de su hermano fue demasiado. Y con el dolor persistente, Leia permitió la salida de sus lágrimas, mientras con ternura, acariciaba su vientre, buscando consuelo en sus hijos. 

—Leia... 

Escuchó una voz susurrante, perdida en la nada de su habitación. Dudando de sí misma, se levantó de sus aposentos en busca de escuchar, pero nada. Quizás había sido una alucinación, provocada por el despertar tan repentino. 

—Leia... 

Aquella voz insistió, pero esta vez era más profunda. Esa voz..., esa voz Leia la conocía muy bien. Era una voz que le erizaba la piel y le detenía el corazón. Era la voz de... 

—¡No! —gritó ella ante la figura espectral de Vader, inclinándose entonces para cubrirse la cabeza—. ¡Vete, vete! 

—Leia, no estás viendo lo que realmente soy. Ves lo que percibes de mí. 

—Veo exactamente lo que eres —replicó ella—. Un monstruo

El fantasma de un mal redimido, avanzó paciente ante la mujer que, entre miedo y dolor, temblaba como si en el cuarto estuvieran a grados bajo cero. Era como una niña, sola y perdida, que no encontraba la luz. Una niña que sintió la caricia de un padre en su cabello, tan tierno y gentil, que su llanto se sintió en confianza de salir desde lo más profundo de su alma. 

—Sé que te fallé —le escuchó decir a Anakin—. Pero por favor, Leia, no huyas de mi presencia. Luke está vivo y no puedo ayudarlo, sólo tú puedes. Debes ir al planeta M'oor, ahí completarás tu entrenamiento. Ya has ido ahí antes, sólo que lo has olvidado. Confía en la fuerza y lo volverás a encontrar. Todavía no es muy tarde para él, hija mía. 

Leia alzó la mirada, aún con lágrimas adornando sus mejillas, pero su habitación estaba una vez más, envuelta en soledad. Y con las manos estrujando su corazón, preguntó: 

—¿Padre? 

El sonido de maquinaria pesada, como una fábrica, era la constante en los puertos de aterrizaje en Yavin 4. De aquí para allá, corrían pilotos en sus uniformes de color naranja, sosteniendo sus cascos en busca de alguna nave lista para surcar hacia las estrellas. Mas esta noche, el movimiento era mayor de lo acostumbrado o rutinario. Planetas aliados solicitaban de manera desesperada ayuda ante la invasión de la recién creada nueva orden. Los nuevos stormtroopers eran imparables, eficientes, rápidos y certeros, sobre todo aquellos armados con escudos y sables de luz. Informes sobre caídas de vehículos y masacres hacia los miembros de la nueva república no dejaban de llegar. Y es en medio de este caos, en el que Han Solo, perseguía a su esposa, que uniformada y con casco sujeto por debajo de la axila, estaba decidida a hallar un X-wing. 

—¿Po-podemos hablar al menos un minuto de esto? —le cuestionó antes de evitarle el camino al detenerse frente a ella.  

—Han... 

—No —exclamó con el dedo de frente—, Han nada. Sé que estás afectada por Luke. Yo también lo estoy. Él e-era como un hermano para mí. Pero esta gente, te necesita, Leia. Su esperanza se basaba en tener a un Jedi en sus filas. 

—¡No soy una Jedi! —replicó Organa. 

—Eres una usaría de la fuerza. Para ellos, para mí, eres una Jedi. No puedes... sencillamente irte a un planeta que no sabes si existe, porque una visión de ese maldi... —Han paró en seco, pues notó una expresión dolida y algo molesta por parte de su esposa. Así que tomando un suspiro, volvió a empezar. —Porque una visión de... Anakin, te haya dicho que tienes que hacerlo. Leia, estás embarazada, no pue... Yo no...

—Luke está vivo, Han. 

—¿Qué? 

—No... no me preguntes cómo todavía —expresó Leia mientras alzaba las manos—, pero lo está. Han, está sufriendo, y no sé de qué manera ayudarlo. Lo único que tengo es la visión de mi... De él. Por favor, puede ser nuestra última esperanza. 

Frustrado, el ex contrabandista evitó la mirada de su mujer, mientras con los puños cerrados asentía con el mentón; más a la fuerza que por estar genuinamente de acuerdo.  

—Está bien, está bien —dijo—. Pero llévate a Artoo. 

Organa sonrió antes de tomar a su esposo del hombro, en busca de otorgarle un beso en la mejilla. Ese beso que solía darle cuando las cosas se veían oscuras. Las acciones a veces sí valen más que las palabras. Y a veces, un beso tierno, es mejor que un "todo estará bien". Resignado, Solo dejó pasar a su mujer, pero sin querer arrepentirse de nada, se giró para decirle: 

—Leia... Que la fuerza te acompañe. 

La princesa respondió con una sonrisa, una que decía: "y a ti". 

...

El sable carmesí de Vader impactaba contra el sable incoloro de Luke, con la misma fuerza y violencia, que una espada de piedra contra una de madera. Skywalker no sabía ya, cuantas veces había muerto, ¿una, dos, cinco, diez, cien? Estar perdido en el abismo, ser reducido a un ser marchito, frágil y sin poder; su cuerpo y su mente estaban derrotados. Vader presionaba la hoja de su sable con la propia. Pero a diferencia del duelo contra Windu, no había dos colores contrastantes, que reflejaran la fortaleza de ambos maestros. No, Luke era invadido por el rojo sangre de Vader, el cual, alzó su espada y la azotó con tanta fuerza, que lo desarmó antes de hacerlo caer. Luke, se arrastró cual animal, en busca de una esquina en donde abrazar sus rodillas a la espera de la siguiente muerte. 

—No hay escapatoria —habló por fin Vader—. No me obligues a destruirte... —Y bajo otro Déjà vu, las palabras se repitieron: —Luke, aún no comprendes tu importancia. Únete a mí, y te ofreceré un poder más allá del que puedas imaginar. Si te vuelves mi aprendiz, formarás parte de mi nueva orden, ¡y cumplirás la profecía por la cual nació tu padre! 

Aún había algo de leyenda en Luke Skywalker, un pequeño vestigio que permanecía dominante en su corazón y alma; el cual miró con desprecio a Windu antes de escupirle:

—Nunca... No importa cuantos trucos mentales uses en mí. No podrás doblegarme. 

—¿Trucos mentales? —preguntó Windu en lo que parecía una carcajada—. ¿En serio crees que esto está en tu cabeza? 

La respuesta de Luke, fue un rápido movimiento de ojos hacia su mano derecha, la cual, desde que despertó, había vuelto a ser de carne y hueso. Ese sutil movimiento fue captado por Windu, que tomándolo como respuesta, levantó su mano libre a por detrás de sí, usando la fuerza para hacer levitar toda la sangre que decoraba el cuarto, mostrándole a Luke cadáveres de él mismo, mutilados y con las miradas perdidas en el horror absoluto. Lo que quedaba de la leyenda, había terminado por morir. 

—Te he clonado —explicó Windu—, y usé la fuerza para transferir pedazos de tu conciencia a cada uno de ellos. No eres un maestro, no eres una leyenda..., no eres Luke Skywalker. Eres un ser artificial al que puedo condenar a la oscuridad, si es mi deseo. 

En otra época, Luke hubiera gritado: "no" con todas sus fuerzas. Hubiera llorado, se habría negado y buscado la forma de escapar. Pero ya no era ni siquiera él mismo. No, era un fragmento. Con las esperanzas derrumbadas, Luke se permitió caer, en espera de la nada. 

—Pero no tiene que ser así —expresó Mace—. Ahora que has estado en lo más profundo. Ahora que has enfrentado al abismo, sólo te queda volverte mucho más poderoso. Si decides levantarte, será como mi aprendiz. Si decides levantarte, no serás Luke Skywalker, serás... Starkiller

Al compás de una melodía antes otorgada al elegido, Starkiller se levantó humillado, en espera de las próximas órdenes de su maestro. El destino de su padre, sería también el suyo. 

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