CINCO

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— durante el trayecto —


El grupo B había recorrido más de la mitad de su camino a la ciudad cuando las cuatrimotos comenzaron a fallar, todas a la vez. No supieron si se trataba de una coincidencia o era otra Variable de CRUEL, pero los ánimos de continuar no bajaron.

Sabían que a esa altura ya debían estar lo suficientemente cerca de la ciudad como para encontrar una entrada al Submundo, donde los trabajadores de CRUEL les explicaron que encontrarían una entrada más rápida a los edificios, y más segura del sol del Desierto.

Si hubieran pedido la opinión de Chloe, ella hubiera dicho que no creía que bajar al mundo subterráneo fuera una buena idea, sin embargo, nadie le pregunto. A las chicas solo les importaba la opinión de Teresa, sus palabras parecían ser sagradas para todas allí, y eso a Chloe no le agradaba en lo absoluto.

La entrada era estrecha y oscura, un olor de humedad impacto en sus fosas nasales en cuanto estuvieron lo suficientemente dentro. Las paredes de cemento, la suciedad y todo el moho que decoraba el lugar, combinado con las luces verdosas le recordaba al Laberinto. Solo que más oscuro y pequeño, le daba la sensación de que el lugar estaba cerrándose a su alrededor.

—Este lugar huele a ploplus. —Murmuró Chloe con la nariz fruncida.

—Esperemos que la salida este cerca. —Sin embargo, Chloe dudaba que fuera a ser así.

Teresa se encontraba en la cabecilla del grupo, guiando a las chicas a traves de los largos pasillos con su brújula. Nadie hablaba, todas estaban en silencio, demasiado concentradas en su tarea como para hacer algo más.

Fue por eso que, cuando el paso de Teresa se interrumpió de golpe, todas las chicas se sobresaltaron. Notaron que la líder miraba un punto mas lejano a ellas con los ojos llenos de terror. Chloe giró la cabeza para contemplar qué había causado esa expresión.

Delante de ellas, justo donde terminaba el haz de luz de la linterna, había una mujer. Era como una aparición, había algo sobrenatural en ella. Se inclinó hacia la derecha y su pierna izquierda se sacudió levemente, como si tuviera un tic nervioso. El brazo izquierdo también se retorció, mientras la mano se abría y se cerraba. Vestía un largo vestido sucio y andrajoso, toda la parte inferior parecía estar mojada por agua o algún líquido más repugnante.

Su atención se había concentrado en la cabeza de la mujer. No podía dejar de mirarla atentamente, como hipnotizada. Parecía que le hubieran arrancado el pelo del cuero cabelludo, que se veía cubierto de costras sangrientas al igual que gran parte de su piel. El rostro pálido y húmedo estaba lleno de llagas y cicatrices. Le faltaba un ojo y a causa de las largas cicatrices que atravesaban su parpado, supuso que ella misma se lo había sacado en un momento de completa ira.

Y la boca fue lo que más perturbó a Chloe: los labios estirados hacia atrás en una mueca salvaje y demente revelaban unos dientes sucios, manchados con alguna sustancia roja.

—¿Qué están...? —Pero Harriet cayó a Sonya con un golpe, sin querer llamar más la atención hacia ellas.

En ese momento una chica se había separado del grupo. Chloe no sabía su nombre y tampoco recordaba haber hablado con ella en algún momento, pero creía que era valiente por dar el primer paso. O tal vez muy engreída como para creer que su decisión no sería peligrosa.

La atenta mirada de todas las chicas estaba sobre ella, que avanzaba con paso seguro hacia adelante, observando a la mujer enferma con una mirada desafiante.

—No queremos problemas —Le dijo con una voz clara al estar lo suficientemente cerca—, solo queremos llegar a...

Sin dejarla terminar, y con un movimiento rápido y brutal, la crank se abalanzó sobre la chica con una ferocidad despiadada y antes de que alguien pudiera hacer algo para detenerla, levantó un hacha oxidada sobre su cabeza. Con un movimiento rápido y despiadado, la descargó sobre el cuello de la chica.

Un grito de horror y agonía escapó del grupo mientras veían cómo el cuerpo de su compañera caía al suelo, su cabeza separada de su cuerpo en un acto de pura brutalidad.

Dejándose llevar por la ira de perder a una amiga, otra de las chicas rompió las filas y se acercó corriendo a la mujer, disparando una y otra vez con su arco y flecha. Sin embargo, por mas que daba en el blanco, las heridas no parecían afectarle a la mujer. Con un rápido movimiento le quito el arma de las manos y la acorralo contra la pared, golpeando una y otra vez su cabeza contra la superficie como si una muñeca se tratase.

—Tenemos que irnos... —Murmuró Chloe con terror, sintiendo temblar cada parte de su cuerpo—. Vayámonos antes de que su atención este sobre nosotras.

Harriet y Sonya asintieron a su lado. Entonces, cuando recién habían dado un paso hacía atrás, la mujer emitió un alarido que les heló el corazón.

Como si se tratara de un grito de guerra, aparecieron otros Cranks. Dos, luego tres y otros cuatro más. Hombres y mujeres. Todos salieron arrastrándose fuera de la oscuridad hasta ubicarse detrás de la mujer. Todos igualmente idos. Igualmente espantosos, consumidos completamente por la Llamarada, locos furiosos, heridos de la cabeza a los pies.

Era hora de irse y no fue necesario decir algo. Chloe, Sonya, Harriet y otras dos chicas mas echaron a correr hacia delante, mientras las demás daban media vuelta. Los aullidos psicóticos de sus perseguidores se elevaban por encima de ellos como el grito de batalla de un ejército infernal. Pasaban de largo los giros bruscos a derecha e izquierda, con el haz de luz de sus linternas temblando de un lado a otro mientras rebotaba contra las paredes.

Sabían que tenían una ventaja: los Cranks estaban medio destruidos y llenos de heridas, no aguantarían mucho tiempo, pero la idea de que hubieran más Cranks allá abajo, tal vez incluso esperándolos más adelante las aterraba. Habían visto a la mujer recibir más de cinco flechazos como si se trataran de bolas de algodón, no estaban seguras de poder ganar si se enfrentaban a una pelea contra ellos.

Mientras avanzaban cautelosamente por los corredores estrechos y oscuros, un rugido feroz rompió el silencio y envió escalofríos por sus espinas. La alerta se propagó rápidamente entre las chicas, instándolas a aumentar su velocidad y estar aún más alertas.

Harriet iba a la delantera junto a Sonya, luego de tropezar la morena se había asegurado de mantenerla a su lado al agarrar su mano y no soltarla. Chloe iba justo por detrás, seguida por las otras dos que eran aún más lenta que ella.

Fue esa la ventaja que la salvó de ser herida. Tres Cranks las habían alcanzado y, para detenerlas, lanzaron un largo y filudo trozó de vidrio que impactó de lleno en las piernas de una de las chicas. Su compañera gritó, deteniéndose para ayudarla.

—No se detengan. —Les exclamó a sus amigas, que habían disminuido el paso por unos segundos.

Les dio un empujón y a pesar de los gritos de ayuda, siguieron andando a toda velocidad. Los gritos airados y los silbidos de los Cranks pronto se volvieron más débiles.

Harriet las guía hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Después de la segunda curva, sacudió la linterna pero no disminuyó la marcha. Cruzaron un largo pasillo y nos segundos después, se detuvieron por completo. Se quedaron quietas en la oscuridad tratando de recuperar el aliento. Los Cranks se encontraban lejos, pero se escuchaba claramente que se iban acercando.

—Creí que... —Soltó Sonya con un gesto de preocupación mientras su pecho silbaba—. Creí que podrían venir detrás de nosotras.

—Tal vez nos alcancen —Dijo Harriet, pero por la expresión que tenía en su rostro Chloe sabía que no lo decía en serio—. Deberíamos seguir andando, encontrar la salida y...

Un grito agudo resonó a lo lejos. Las chicas se miraron entre sí, sus ojos llenos de temor, reconocieron al instante la voz angustiada de su compañera. El miedo se apoderó de sus corazones mientras Chloe se apresuraba a guiarlas hacia un pasillo sin salida por el que habían entrado metros atrás, si no hacían ruido tal vez podrían salvarse.

Las tres chicas apretujaron contra la pared, luchando para contener la respiración. A pesar de que todo estaba negro con sus linternas apagadas, Chloe cerró los ojos para escuchar mejor.

Ruidos de pies que se arrastraban, gruñidos y respiraciones pesadas. Un impacto contra la pared, una serie de golpes amortiguados en el concreto. A continuación, estallaron las discusiones, intercambios frenéticos de incoherencias. Escucharon un «¡Por aquí!» y un «¡Por allá!» hasta que un Crank llegó al pasillo que conectaba con su escondite.

—Niñiiiiitas —Canturreó uno en un tono burlón y escalofriante—. Niñiiiiiitas. Salgan de una vez y hagan algún ruido. Vamos a jugar.

El sudor resbalaba por su piel, y las chicas se mantuvieron inmóviles, sin emitir ni un solo sonido.

Luego pareció que las pisadas se arrastraban y los ruidos disminuyeron notablemente, parecía que ya se habían marchado. Al instante regresó el silencio. Chloe solo escuchó el sonido débil de las respiraciones de Sonya y Harriet. Esperaron en la oscuridad y el silencio se extendió, se convirtió de nuevo en ese zumbido desprovisto de sonido.

Seguían escuchando con atención. Sabían que tenían que estar completamente seguras antes de abandonar su escondite, tenían que esperar. Transcurrieron varios minutos así, y cuando no hubo más que sombras y silencio, se pusieron en marcha.

Con los arcos preparados para atacar salieron al pasillo en fila. Ya habían recorrido gran parte de aquellos pasillos y Chloe tenía una idea de por donde debía estar la salida. Caminaron en silencio, comunicándose a través de señas y muecas hasta que lo encontraron: una oxidada escalera de emergencias que daba al techo, donde pudieron observar una abertura cuadrada sobre sus cabezas.

Chloe al ser la más fuerte de las tres, subió primero. Agarro la manilla oxidada y la empujo con todas sus fuerzas, siendo cegada por la luz que entró desde la abertura. Tuvo que desviar la vista y cuando sus ojos se acostumbraron a la iluminación, echó un vistazo al exterior.

Decenas de arcos eran apuntados hacia su cabeza, el resto del grupo A ya había encontrado la salida y apuntaba hacia la salida, temiendo que se hubiera tratado de más Cranks.

—Esa es una linda bienvenida. —Se quejó Chloe, reuniéndose en la superficie con las demás.

El cielo se había puesto naranja y púrpura y el brillo intenso del sol comenzaba a fundirse en un destello mucho más tolerable.

—¿Nadie más viene detrás de ustedes? —Cuestionó Teresa luego de que Harriet cerrará la apertura tras de sí.

—Creo que éramos las últimas allí adentro —Dice la morena sentándose en la arena—. Perdimos a Ángela y Cassia en el camino.

—Y a varias más. —Comenta una pelirroja con pesimismo.

Chloe levanta la mirada y nota que es cierto, según sus cuentas al menos diez chicas habían muerto en el Submundo.

—Nos encontramos con dos Cranks aquí arriba, no estaban idos como los de abajo.

—¿Y sucedió algo importante? —Le preguntó Sonya a Teresa.

—No hablaron mucho, pero ya se fueron.

Ninguna respondio, todas estaban demasiado afectadas por las perdidas como para decir algo. Teresa no tardó decidir que lo mejor era descansar allí por unos minutos, a pesar de estar cerca del edificio. Recuperarían fuerzas y comerían algo antes de volver con su misión.

Mientras comía, Chloe observó a su alrededor. El conjunto de edificios estaba mucho más cerca y eran más altos y anchos de lo que habían pensado. Se hallaban distribuidos en hileras ordenadas y por lo que alcanzo a ver, el sitio podría haber sido alguna vez una ciudad importante, devastada por lo que fuera que había ocurrido en esa zona.

No tardaron mucho en estar listas. No mucho más de quince minutos después todas las chicas volvían a estar de pie, guardando sus pertenencias y preparándose para continuar.

La caminata no les tomo mucho tiempo. Chloe, Sonya y Harriet llegaron primero a la construcción rectangular que tenía un techo ligeramente inclinado en el centro, parecía no tener muchas ventanas. A los costados colgaban unas cajas negras alargadas que podrían ser altavoces. Teresa no tardó en explicarles cómo los utilizarían.

La puerta —una gran tabla de madera— estaba completamente abierta y apoyada contra la pared. Adentro, la oscuridad era mayor que afuera y dentro aire era notablemente más frío, casi húmedo. La sensación era muy agradable.

—Esto es mucho mejor que ese subterráneo —Habló Sonya, soltando un suspiro de alivio—. No me molestaría pasar la noche aquí.

La rubia les dirigió una sonrisa a Harriet y Chloe, y cuando está última no le devolvió el gesto, se preocupó.

—¿Qué ocurre con Chloe? —Le murmuró a Harriet, viendo a la chica subir las escaleras para examinar el resto del lugar—. No ha hablado desde que escapamos de los Cranks.

—¿No es obvio

—Creí que nosotras le agradabamos.

—Eso no significa que no extrañe a sus amigos, ¿cómo te sentirías tu si fueras obligada a estar con desconocidos y matar a alguien?

La rubia se encogió de hombros—. No me importaría si tú estuvieras conmigo.

Una sonrisa escapó de los labios de la morena,  se acercó más a Sonya disminuyendo la distancia entre ellas y tomo una de sus manos entre las suyas, acariciando con cariño.

—Pienso que Chloe se siente igual. —Ante la idea los ojos de Sonya se iluminaron.

—¿Crees que uno de los chicos es su novio? ¿tendrá a alguien especial?

—Es lo que creo —A diferencia de Sonya, Harriet no parecía muy interesada en el tema—. Aunque no parece ser el tipo de chica que se enamora, se ve dura.

—Tal vez encontró algo más —Respondio con una leve sonrisa—. Una familia.

—Eso es trágico. —Y alejándose hacia las escaleras, Harriet dió por terminada la conversación.

En el piso superior, Chloe estaba buscando provisiones para evitar ayudar a las demás con la misión, quienes intentaban encender los altavoces. A Teresa no le importaba, creía que era mejor así, no la quería estorbando o hablando con las demás chicas.

Sabía que si Chloe tenía la oportunidad, comenzaría a convencerlas de no cumplir con su misión, de no confiar en Cruel. Y Teresa no podía permitirlo.

Poco después desapareció el sol por completo detrás del horizonte, dejando la noche y el cielo lleno de estrellas de telón de fondo. Una vez que se desvaneció la última huella del atardecer, una oscuridad completa se instaló en la tierra como un manto negro, y las chicas se pusieron manos a la obra.

Sobre el pequeño edificio, la luna era como una uñita en el cielo, que emitía apenas un poco más de luz que las estrellas. A pesar de estar preparada, Chloe se sobresaltó cuando los parlantes se encendieron y los gritos rompieron el silencio del Desierto.

Se encontraba en el piso superior junto a Sonya y Harriet, observaban a través de una pequeña ventana, una de las pocas en ese piso. El grupo A había aparecido en la distancia hace unos minutos y se estaban acercando a su trampa.

—¿Crees que tiene razón? —Le preguntó Harriet a su lado—. Teresa.

—Odio decirlo, pero sí —Chloe dijo esas palabras con disgusto, sin quitar la mirada del grupo que se avecinaba—. Si Thomas la reconoce hará lo posible para venir solo, es un idiota cuando se trata de Teresa.

—¿Sigues sin estar de acuerdo con todo esto?

Harriet supo que la pregunta fue innecesaria cuando Chloe le dedicó una rápida mirada, con irritación.

—¿Cómo te sientes? —Las palabras de Sonya sonaron como una burla para Chloe—.  Digo, sé cómo debes sentirte, pero ¿hay algo que podamos hacer para que estés más comoda?

No recibió una respuesta. Chloe estaba demasiado concentrada en las siluetas de sus amigos, observandolos acercarse, intentando contar a cada uno de ellos, lo que le era imposible con tanta distancia. Sin embargo, tenía el presentimiento de que eran menos que antes, que no estaban todos los que habían salido del Laberinto.

—Debe ser raro ver a tus amigos y no poder ir con ellos. —Continuó hablando Sonya.

—Detente —Espetó Chloe entonces, con irritación—. Sólo detente, ¿sí?

Se alejó de la ventana, echando una última mirada antes de separarse de ambas chicas y bajar las escaleras para encontrarse con Teresa.

—¿Que es lo que quieres? —Espetó Teresa cuando la vio llegar.

—Se están acercando.

—Lo sé.

—¿Y aún estás segura de todo esto?

—Tú misma viste lo que ocurrió en ese subterráneo, en lo que se convierten las personas que se contagian —Teresa no parecía alterada, hablaba con tanta calma que le ponía los nervios de punta—. No voy a permitir que eso me ocurra, haré lo necesario para salvarme.

—Ya es hora —Una chica con cabello pelinegro y corto las interrumpió, era Eve—. No podemos esperar más.

—Ya voy —Teresa se puso en camino pero antes de salir se volteó hacía Chloe una última vez—. No arruines esto, por favor.

—¿Por qué lo haría? —Sus cejas se alzaron y le mostró una sonrisa desafiante mientras la observaba salir.

Solo entonces los gritos cesaron, una de las chicas apagó los altavoces y sus oídos pudieron descansar del ruido.

—Tiene su atención —Informó Eve desde la puerta, todas las chicas estaban cerca para escuchar—. Lo logró, Teresa tiene la atención de los chicos.

El silencio dentro era profundo, ninguna de las chicas parecía atreverse a hablar o a emitir un ruido, demasiado atentas con lo que sucedía en el exterior. Los minutos se extendian como horas mientras esperaban a que algo ocurriera, y Chloe no veía la hora de que eso ocurriera.

—Está volviendo —Anunció Eve finalmente—. Todas, a sus lugares.

Todas obedecieron. Subieron las escaleras en fila y se quedaron en silencio, de pie junto a las escaleras o murallas, escuchando lo que ocurría en el piso de abajo.

Escucharon pasos y luego silencio una vez más. Una respiración agitada, demasiado fuerte como para ser de Teresa.

—¿Teresa? —Se escuchó el eco de la voz—. Teresa, ¿qué pasa?

Era Thomas. Thomas estaba allí con Teresa.

—Por favor, Teresa. No sé qué pasó ni qué te hicieron, pero ahora estoy aquí. Esto es una locura. Háblame...

Chloe no necesitó más para estar segura de lo que haría. Todas las chicas, incluyendo a Sonya y Harriet, estaban demasiado distraídas con lo que ocurría con Teresa como para prestarle atención. Era su oportunidad. Se escabulló en tre las chicas haciendo el menor ruido posible y subió las escaleras para llegar al siguiente nivel, que era mucho mas pequeño que el anterior.

—Teresa —La voz de Thomas llegaba en un susurro—, ¿estás bien?

—¡No! —Aulló Teresa—. ¡Aléjate de mí!

—Está bien. Teresa, ¿qué...?

La chica se dirigió hacia la pared frente a ella. Desde un principio sabía que iba a escapar, y cuando llegó al lugar y se encontró con aquella pequeña ventana que se abría hacia el exterior supo que era su salida. Con el corazón latiéndole con fuerza, se acercó cautelosamente a la ventana y miró hacia abajo. La altura era considerable, pero sabía que si se quedaba allí no tendría una segunda oportunidad.

—Teresa, desde que te llevaron no he dejado de pensar en ti. Yo...

Decidida a tomar el riesgo, Chloe se aferró al marco de la ventana y lentamente deslizó una pierna por el estrecho espacio. Sus manos buscaban firmemente cualquier agarre en la superficie de la fachada del edificio. Con determinación, se impulsó hacia afuera y colgó de la ventana, suspendida en el aire. Sus pies buscaban desesperadamente un punto de apoyo mientras mantenía un agarre firme en el marco de la ventana. Finalmente, encontró una pequeña saliente en la pared y aferró sus pies con todas sus fuerzas.

Respirando agitadamente, Chloe comenzó a descender lentamente por la fachada del edificio, usando las tuberías de agua como su única forma de sostén. Cada movimiento era preciso y cuidadoso, ya que sabía que cualquier error podría resultar en una caída peligrosa y llamaría la atención de las demás.

El sonido del metal crujiente resonaba en el aire mientras descendía, y su mente se llenaba de pensamientos de duda y miedo. Sin embargo, se recordó a sí misma por qué estaba haciendo esto: Minho, Newt, Thomas. Sus amigos estaban a solo unos metros de distancia y Chloe se reuniría con ellos pronto.

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