Sábado 8:00 am

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Lyra entró a la casa de Lincoln bastante sorprendida. Aunque el espacio era amplio, a la vez parecía reducido cuando veía a su hermano al lado de todas sus primas. Lacy invitaba a Lemy a tomar asiento en el comedor mientras le preparaba su desayuno, algo que pareció ponerlo muy contento, en lugar de empezar con las objeciones habituales sobre que tenía cosas que hacer y desayunaría después, a las que su hermana y su madre se habían acostumbrado. Liby intervino revolviéndole el cabello indicándole que se pusiera de pie, pues quisiera o no, les ayudaría a preparar algo tanto para él como para Lyra. Para tener las manos desocupadas, Lacy le pasó a Lupa su hermanita Lulú. Aunque la albina hizo una mueca de molestia al cargarla, no pudo evitar sonreír y sonrojarse cuando la bebé tomó su nariz. El ambiente le gustó a Lyra, se sentía muy diferente al de su casi siempre desordenado hogar. Lincoln al entrar detrás de ella, la tomó por el hombro con afecto, lo que la sobresaltó alejándose de él enseguida.

—¡Ah! Perdón tío. Me asustaste.

Lincoln estaba seguro que en efecto lo hizo, aun sabiendo ella que sólo se trataba de él.

—Lyra, querida. ¿Te gustaría...?

El ruido de un motor lo distrajo. Su hija también lo escuchó, por lo que ambos se asomaron regresando a la entrada de la casa que continuaba abierta.

Una muy lujosa camioneta último modelo acababa de estacionarse en la acera. De él descendió primero el chofer, un completo desconocido que se apresuró a abrir las otras puertas.

Dos pequeños niños revoltosos de ocho y diez años salieron corriendo antes que los demás hacia Lincoln entre risas para abrazarlo.

—¡Tío Lincoln! ¡Tío Lincoln!

El peliblanco se agachó para abrazar al más pequeño, se trataba de un chiquillo rubio de ojos azules.

—Hola, Bob —con algo de duda y cierta incomodidad, abrazó a su hermana mayor también, una niña de rasgos latinos que le recordó a alguien más—. Hola, Enriqueta. Vaya que han crecido mucho desde la última vez que los vi. ¿Se acuerdan de su prima Lyra?

Los pequeños la saludaron un tanto confundidos. Ella les sonrió mientras les ofrecía la mano.

Una hermosa mujer rubia de mediana edad con el cabello recogido descendió del vehículo en compañía de su esposo, un hombre muy corpulento de piel morena y porte muy serio.

—Buenos días, Lincoln. Lamento la demora. No pensé que el tráfico en la autopista fuera tan terrible.

—Buenos días, Lori. Descuida. Sé que los fines de semana pueden ser...

Su hermana lo interrumpió, pues ya estando frente a él le dio un prolongado abrazo. Lincoln no pudo evitar el sonrojarse, pero igualmente se lo devolvió. Seguía siendo su hermana mayor a pesar de todo y tenían algunos meses de no verse.

El hombre detrás de ellos carraspeó incómodo, lo que los obligó a separarse. Lyra consideró de mal gusto que hiciera esto y considerara algo malo un sencillo abrazo entre hermanos... hasta que entendió que seguramente llevaban con ellos al motivo por el que quizá justificadamente su tío político se sintiera incómodo ante la cercanía que su esposa y cuñado compartían. Lori reparó en ella entonces.

—¿Lyra? Vaya, es un gusto verte.

—Hola, tía Lori. Acabo de llegar con Lemy. Las otras están adentro.

—¿Las otras?

Los hijos de Lori chillaron de emoción ante los mimos que Lacy les hacía al saludarlos. Bob hizo un comentario burlón acerca del aparato de ortodoncia de Liby que la molestó e hizo crujir los dientes de Lemy por el disgusto, enseguida Enriqueta amenizó la situación compartiéndole a Liby algunos chistes haciéndola reír. Ninguno de los dos se acercó a Lupa que indiferente los observaba al igual que a sus tíos cargando a Lulú.

—No me dijiste que el resto de tus... "sobrinos" vendrían.

—No es que me dejaras decirte muchas cosas cuando me marcaste anoche, Lori.

Nuevamente haciéndose la desentendida, giró lo ojos captando por un momento su atención la bebé que Lupa llevaba.

—¿Y ese bebé?

—Tu sobrina Lulú.

Tanto ella como Bobby se quedaron sorprendidos. Sólo conocían a la hija de Lisa por medio de fotografías. Por un momento olvidaron que llevaban prisa y estaban a punto de preguntarle a Lincoln el por qué esa mujer tan huraña le había entregado a su hija, cuando Bobby miró su reloj y Lori comprendió que estaban cortos de tiempo.

—¿Podrás hacerte cargo también de Loan, entonces?

—¿Es que me dejas opciones?

—No. Ahora entra al auto y convéncela de salir de una buena...

Bobby ya se le había adelantado. Había entrado en el asiento trasero y tras compartir unas palabras con el sexto ocupante, volvió a salir en compañía de otra chica rubia.

Lincoln se sintió desconcertado por unos segundos al igual que Lyra y los demás. Loan Santiago había crecido mucho desde la última vez que la vieron en persona. Normalmente sabían de ella por fotografías entre otros medios. Era tan alta como su madre, o quizá todavía un poco más. Su cabellera rubia, aunque maltratada y despeinada, llevaba un estilo semejante al de Lori en su juventud. Era difícil adivinar su constitución, pues su holgada ropa deportiva ocultaba su cuerpo. Tenía una mano en la boca, por lo que parecía estar mordiéndose las uñas mientras ansiosa miraba a Lincoln y a todos quienes se reunieron con él. Por un instante y por el modo en que dio un paso hacia atrás, parecía apunto de regresar al vehículo, de no ser porque su padrastro se adelantó y antes le cerró la puerta dejándola afuera.

—Está bien, cariño —la tranquilizó—. Sólo serán tres días. Te hará bien. Además, mira quienes están acompañando a tu padre.

Estaba temblando. Miró a todas las chicas, con cierto miedo a Lupa, pero cuando vio a un desconcertado Lemy pareció tranquilizarse un poco.

—Oh... bueno, yo, yo... bueno. Gra... gracias Bobby.

Le dio un abrazo rápido a su padre legal y un beso breve en la mejilla. Lincoln tan nervioso como ella no se movió de su sitio, permitiéndole a Loan que fuese ella quien tomara la iniciativa de ir a saludarlo para no asustarla. Lo reconocía. Quizá le tenía algo de miedo a su primogénita al no saber cómo tratarla, pero mentiría si no dijera que acababa de darse cuenta lo mucho que la extrañaba ahora que la veía.

Loan a pasos lentos se dirigió hacia Lincoln hasta quedar frente a él.

—Ho, hola... pa, Linc... ah...

—Hola, cariño. ¿Cómo estás?

Lyra se aclaró la garganta interviniendo.

—Loan, Lincoln es tu tí...

—¡Déjala que me llame como le dé la gana, Lyra!

Indignada, Lyra retrocedió. Lemy se contuvo de cantarle un par de cosas a su tío, quien en ese momento sólo tuvo ojos para Loan, aquella adulta joven de veintiún años frente a él, la cuál se sonrojó y relajó mucho más ante el modo en que la defendió.

En el preciso momento en que ella se acercaba abriendo sus brazos para abrazarlo, Lincoln extendió su mano al no saber cómo le saludaría, motivo por el que al acercarse, sin querer golpeó los pechos de su hija haciéndola retroceder al instante asustada y con el rostro tan encendido como el de su padre. Enseguida y tratando ambos de corregir su error, se acercaron, esta vez Lincoln abriendo los brazos y ella extendiendo su mano para estrechársela, ocasionando que por accidente, ella le tocara la entrepierna. Nuevamente retrocedieron abochornados mientras que a su alrededor todos reían por el incidente, con excepción de pocos, entre ellos Lyra y Lori quienes estaban molestas.

—¡Oh, vamos! —reclamó la señora Santiago—. ¿Es en serio?

Mientras Bobby calmaba a su mujer y Lemy se burlaba por la reacción de su hermana, Liby entre risas soltó.

—Parece que no sólo Lupa heredó las mañas de papá.

—¡Oye! —saltaron Lincoln y Lupa, esta última un poco molesta y hasta celosa de Loan.

—¡Lo... lo siento Lin... Pa... papi! ¡Ah!

Por el modo en cómo reaccionó, parecía que el llamar a Lincoln "Papi" la avergonzaba tanto como lo que ocurrió en sí. Lincoln no lo pensó más, sencillamente abrazó a Loan mientras al volverse le gritaba al resto.

—¡Suficiente! Fue un accidente. ¡Dejen de reírse!

Estando entre los brazos de su padre, Loan consiguió dejar de temblar finalmente, sintiéndose conmovida y con los ojos picándole por unas lágrimas que consiguió contener.

Al separarse, Lyra un poco más decidida tomó de la mano a su prima para terminar de calmarla, aunque esto hizo que Loan se sintiera intimidada por ella.

Lori y Bobby se acercaron a Lincoln entregándole una bolsa. En el interior había frascos con píldoras.

—Vienen anotadas en los frascos los horarios y las dosis en que debes de dárselas —le explicaba Lori—. De todos modos, Loan ya sabe cómo medicarse, aunque con lo descuidada que es, te pido que procures no se salte ninguna, ¿entendiste?

—Sí, por supuesto.

—Lamento haberte pedido de último minuto este favor. Sabes que cuidar de Loan es un trabajo a tiempo completo y nosotros estaremos muy ocupados para poder hacerlo.

—Suerte con la firma, Lori. Tú también, Bobby.

Lori se despidió nuevamente con un beso en la mejilla de su hermano antes de dirigirse con su hija. Bobby y Lincoln se vieron entre sí un tanto incómodos, siendo el primero en romper el hielo.

—Te la encargo, Lincoln.

—Sí, cuidaré bien de ella.

—Bien. Eso espero.

—Ah, Bobby —cómo le costaba hablar, pero sabía que no se perdonaría si lo dejaba ir sólo así sin decírselo—. Gracias por cuidar a mi hija. Se ve que haces un gran trabajo y... te quiere mucho.

Bobby meditó las palabras que le diría antes de decírselas. A estas alturas había perdido las ganas que hace poco más de dos décadas tuvo por primera vez de romperle la cara, siendo la segunda casi una década después de eso. Aunque seguía guardándole cierto resentimiento al hombre que cuando niño consideró el hermanito que nunca tuvo, no pudo sentir menos que lástima por él al verlo reunido con su familia y las emociones que esto le causaban.

—Es la hija de Lori, cómo no podría amarla también —con cierta ansiedad decidió que ahora era su turno—. Por cierto, ¿no habrás intentado...?

—¡No! —los nervios le hicieron adelantarse a responderle. Era muy obvio que se lo preguntaría—. Ni me le he acercado. Te lo juro.

Decidió confiar en el peliblanco, de cualquier modo si lo hubiera hecho, él hubiera sido el primero en enterarse. Con aspereza le estrechó la mano y después aguardó a su esposa.

Lori tomaba de los hombros a Loan. Viéndolas juntas de pie y frente a frente, se podía apreciar que en efecto, o quizá sólo se trataba del cabello, la joven era un poco más alta que su madre.

—No le causes problemas a tu padre o al resto de tus hermanas, ¿entendiste?

—¡Ya déjame mamá! Sa... ¡sabré portarme bien! ¡No... ya no soy una niña!

Lori parecía a punto de agregar algo, pero no lo hizo. Aunque su expresión era dura, sus ojos parecían ahora tristes cuando miró a su hija.

—Sé que ya no lo eres, aunque debes reconocer que nunca me has puesto las cosas tan fáciles.

Loan no replicó nada, pero seguía molesta. No correspondió el abrazo que le dio su madre. Ella llamó a sus otros dos hijos para que se despidieran y regresaran al auto. En un instante el coche desapareció al doblar en la siguiente esquina. A Lincoln no se le pasó por alto el hecho que nunca tuvo la consideración de saludar al resto de sus sobrinas como sus hijos lo hicieron.

—Pues... entremos a casa.

Lincoln extendió su mano señalándole a Loan la entrada para darle la bienvenida una vez más. Enseguida ella lo tomó con ambas manos del mismo brazo, después caminando a su lado y recargando su cabeza contra su hombro lo acompañó.

—Te... te extrañé, pa... pa... ah, Li...

—Hija. Te he dicho muchas veces que puedes llamarme como te sientas más cómoda en hacerlo.

Feliz porque la llamara hija, la joven parecía a punto de llorar de alegría.

—Gracias, papá.

—Y Loan... también te extrañé, hija.

Una vez adentro de la casa, retomaron la actividad de hacer el desayuno para quienes faltaron al primero, naturalmente Loan se anexaba al grupo. La chica con todo y que era la mayor de todas, apenas casi doblándole la edad al único hermano varón, se veía ansiosa al sentirse rodeada por todas.

No se ofreció a ayudar en el desayuno como Lyra lo hizo obligando a Lemy, aunque de hacerlo quizá no le hubieran permitido hacer nada que implicara acercarse al fuego. Cuando Lacy y Lupa le ofrecieron cargar a Lulú, se negó enseguida.

—¿Por qué no quieres cargarla? —se asombró Lacy—. Pero sí es muy linda. Hasta Lupa lo hizo.

—Es... es muy adorable, pe... pero tengo miedo que se me caiga, o que pueda sin querer herir... lastimarla.

—¿Es que nunca cargaste a ninguna de nosotras cuando éramos pequeñas?

A Loan le dio otro ataque de ansiedad ante la pregunta de Lupa. Tal vez no se tomara a bien confesarle que llegó a cargarla a ella cuando era una bebé... y que en efecto se le cayó. Lincoln que recordaba el incidente en el que estuvo presente fue en su auxilio.

—Vamos. Déjenla. No la obliguen si no quiere hacerlo.

Loan respiró profundamente antes de determinada extender los brazos.

—Quie... quiero hacerlo. Si... si me dejan.

Nervioso su padre no dijo nada, sólo miró atento y por si se requería, preparado para lo que fuera necesario en el momento en que Lupa le pasaba a una desconcertada Lulú por el comportamiento de aquella mujer tan alta casi como su padre. Loan estaba segura que asustaría a la bebé y esta comenzaría a llorar, cosa que quizá la pusiera nerviosa. La pequeña le sonrió con una mueca y eso bastó para relajar y enternecer a Loan.

—Linda Lulú. Soy tu hermanita.

La arrulló entre sus brazos y como si se tratara de un efecto terapéutico, Loan dejó de temblar e incluso de tartamudear.

Lincoln se relajó y concediéndole el beneficio de la duda, se dio la vuelta para poner la mesa. Lemy se le adelantó, ya había terminado de hacerlo bajo las indicaciones de sus hermanas. Había estado también observando con desconcierto la escena.

—Tío, puedo preguntarte qué le sucede a Loan.

—Tu herma... digo. Tu prima siempre ha tenido algunos problemas en su cabeza. Sé cuidadoso en cómo le hablas o la trates, por favor.

—Descuida. Además puedo darme cuenta que esta algo cu-cú de arriba.

—¡Oye! No le digas así.

—Perdón, viejo. Pero ya en serio, ¿qué le ocurrió?

"Sucedió que sus padres biológicos son hermanos entre sí", quiso responderle, siendo que entonces su tía Lisa no había desarrollado el supresor de genes recesivos que utilizaría desde el primer embarazo de Luna y de ahí en adelante con el resto de sus hermanas y él mismo.

—Es algo de nacimiento, Lem. Por favor, de verdad te pido que seas comprensivo con ella.

—Ya te dije que lo seré. No molestaré a mi hermana.

—Te lo agradece... espera, ¿qué dijiste?

—Que no molestaré a mi prima. Es más, es mi turno de saludarla.

Por su bien, esperaba que Lyra no lo haya escuchado. Se sentía aliviado de saber que quizá Lemy no del todo compartiera los prejuicios de ella al negar a sus hermanas como tales... aunque no es que le molestaría que también extendiera esto a Lacy e hiciera cierta distancia con ella.

Lemy pensaba que quizá los mayores exageraban en ser tan condescendientes con Loan, a quien vagamente recordaba tratar cuando era más joven. Tenía algunos agradables fraternales recuerdos de ella bañándolo cuando tenía cuatro años, o cuando lo bañó a los seis. De haber sido más precoz, incluso pudo haber disfrutado aquella ocasión cuando Loan le insistió en que se bañaran juntos la última vez que lo hicieron cuando tenía siete años, en lugar de reclamarle disgustado que ya no lo tratara como a un niño. Ciertamente parecía tan trastornada como siempre, pero no tenía intenciones de estar de puntillas a su alrededor midiendo todas sus acciones. Consideró que lo que su hermana una década mayor que él necesitaba era relajarse un poco más.

—Hola, Loan. Un largo tiempo sin vernos, prima.

Su hermana lo observó abriendo mucho los ojos. Quien pareció sentirse incómodo de pronto no fue precisamente ella. Lemy sintió cierto temor, aunque no pudo precisar por qué. Loan con una amplia sonrisa lamentó que por cargar a Lulú, no pudiera abrazar a Lemy.

—Hola, hermanito.

No tuvo ánimos de corregirla. Ella había extendido una mano y con la misma le acarició el cabello, la mejilla, la barbilla, el hombro, el pecho. Cuando estaba por bajar más, Lyra escandalizada apareció de pronto posicionándose entre ambos de manera forzada.

—¡Bueno, hay que desayunar ya! Se hace tarde.

El chico agradeció que su hermana lo rescatara, aunque no estaba seguro de qué exactamente, pero se había sentido incómodo por algo. Lyra parecía rezar entre dientes actuando tan nerviosa como Loan lo había estado.

Lupa sin miramientos, mientras Lacy y Liby servían el desayuno, le pidió a Lulú. Temerosa de ella como casi siempre le sucedía, se la regresó al instante.

—Es bueno verte de nuevo, Loan. ¿Puedo hacerte una advertencia?

—Ah... ¿qué, Lupa?

—Aléjate de los pantalones de Lemy. ¿Sí, hermanita?

Tras decírselo con una sonrisa nada amistosa, se dio la vuelta. De pronto Loan le respondió a sus espaldas.

—¿Es que tú piensas hacerlo de los de papá?

Bastante sorprendida, Lupa se volvió hacia ella con Lulú. Loan de pie frente a sus hermanas, parecía acabar de darse cuenta que le sacaba más de medio metro de altura a la albina, quien no estaba dispuesta a dejarse intimidar por ella.

—¿Qué te atreviste a decirme, rarita?

—Estoy segura de que me escuchaste, enana. No me hagas repetir las cosas dos veces.

Irritada, cuando escuchó el llamado a desayunar la pasó de largo. Esperaba poder sentarse con Lemy, pero al ver que éste se pegó enseguida junto a Lacy y del otro lado el lugar lo ocupó Liby, resignada se apresuró a ganar el asiento libre a la derecha de su padre.

Lulú apoyó su cabeza en el pecho de Lupa consternada por su acelerado corazón. Miró a su hermana preocupada.

—¿Upa?

—No es nada, Lulú. Solo que me tomó con la guardia baja. Ya verá esa loca. Le enseñaré su lugar si vuelve a fastidiarme.

De pronto Loan desde el comedor levantó la vista y la miradita que le dedicó lo cierto es que le produjo cierto temor a Lupa. Loan había soportado desde hace unos pocos años las burlas y la falta de respeto de su hermana, por lo que ya no estaba dispuesta a seguir permitiéndoselo.

Lacy le respondió algo a Lemy, lo cual lo sonrojó y pareció ponerlo de mejor humor. Preocupada, Loan frunció el ceño ante esto.

—¿Hija, estás bien?

—¡Oh! Sí, papá.

Lincoln estrechó su mano y Loan sonrojada volvió a tranquilizarse recordando mejores tiempos, cuando una vez su padre de la mano la ayudó a cruzar la calle para ir a comprar un helado. Era un hermoso recuerdo.

—Cielos —bufó Liby molesta por la escena—. Busquen una habitación.

Loan soltó a su padre y comenzó a respirar muy rápidamente con el rostro colorado. Lyra se levantó del otro lado de la mesa para ir a tranquilizarla abrazándola hasta que recuperara el aire. Además de Lincoln, ella también tenía experiencia en saber cómo calmarla cuando algo la impresionaba.

—¡Liby! —le reprendió Lincoln—. ¡Eso no fue gracioso!

—Bueno, ya. Perdón. Se me salió.

Quizá a su madre le hubiera resultado gracioso. Liby lamentó haber dicho aquello, sólo estaba celosa por la atención que su padre le estaba dando a Loan, al igual que como hizo con sus hermanas antes y después a su hermano. ¿Es que lo costaría mucho también dársela a ella? "No tiene ninguna hija favorita". Se repitió para sí misma. Sabía que a su padre le incomodaba Loan, de ahí que se sorprendiera la atención que le prestaba. Por supuesto, Loan tenía a su favor ser la primogénita. Esto la estaba molestando, a la vez que un plan se gestaba en su mente.

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