Sábado. 9:00 am

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El desayuno transcurrió sin ningún inconveniente, limitándose a que Lyra, Lemy y Loan lo tomarán ahora, siendo igualmente acompañados por el resto de las chicas y su padre. Durante el mismo Lupa no dejó de observar con cierta hostilidad a la mayor de sus medias hermanas, tanto fue así que con cierto malestar Lyra le pidió un momento a Lulú, pero ella no se la dio prefiriendo continuar cargándola.

—¿Podemos ver televisión o algo?

La pregunta de Liby sacó al grupo del amodorramiento que sentían, después de todo no estaban muy acostumbrados a levantarse tan temprano en sábado, siendo que los hijos de Luna y Lori lo habían hecho precisamente para ir con su padre.

—No tengo problema con eso. —Contestó Lincoln.

—A mí me gustaría dormir un poco más —bostezó Lemy con pereza tirado todavía en su silla—. Tal debería ir a dormirme a la Van.

—Puedes dormir en mi cama, si quieres.

El ofrecimiento de su padre vino acompañado por su preocupación al pensar de pronto que debía comenzar a pensar en el modo en que dispondría la organización de sus hijas e hijos para ocupar su espacio en la casa durante la noche. Lacy se puso de pie estirándose y tronando sus huesos en el proceso de un modo que a Lincoln le resultó muy familiar.

—A mí me gustaría salir a correr.

—¡A mí también! —Mencionó de pronto su presunto primo poniéndose de pie de inmediato.

—¿No dijiste que querías seguir durmiendo? —Le preguntó Lyra antes que estuviera Lincoln a punto de hacerlo.

—Bueno, tal vez sea buena idea que me dé el aire de vez en cuando. ¿No es eso lo que siempre me dices que haga, hermana?

Si tan sólo apartara la vista de Lacy al contestarle, tal vez Lyra no hubiese abierto la boca para replicarle algo, aunque igualmente terminó por callarse cuando el timbre de la entrada sonó nuevamente.

Lincoln se estaba levantando de su asiento, cuando Liby lo hizo antes que él.

—No te molestes papá. Yo voy.

—Gracias, cariño.

Pasando frente a sus hermanas con una jactanciosa sonrisa que parecía decir: "Es lo que las buenas hijas hacen", fue a la entrada. Apenas la abrió, perdió la sonrisa y su expresión cambio a una de sorpresa y fastidio que parecía por el contrario decir: "Tiene que ser una mala broma".

—¡Liby, pero qué sorpresa!

—Sí, es una sorpresa. Hola tía Lola.

Nervioso Lincoln se puso de pie más sorprendido que el resto de su familia al escucharlas, pero apenas su hermana entró, se sintió un poco más tranquilo al comprobar que en realidad su hija se había equivocado.

—¡Hola a todos!

El saludo de la mujer fue correspondido y devuelto de igual manera de forma general por todos.

—Ella es tu tía Lana, Liby. —Le corrigió Lincoln.

—¡Oh! Lo siento, me equivoqué, ¿pero ya viste quien la acompaña?

Con andares de princesa, una niña rubia idéntica a la atractiva mujer que acababa de llegar, entró petulante mirando con cierto desdén todo lo que estaba a su alrededor, aunque deteniéndose sorprendida en la sala al encontrarse no sólo con su padre, sino también al resto de las hijas de este. Huelga decir que no parecía nada contenta por esto. Ella también saludó a todas de manera general, aunque de un modo un poco más escueto.

Lemy miró con interés a su tía Lana. Con cierta culpa había visto las revistas donde su tía Lola posaba por lo atractiva que le parecía, especialmente más cuando usaba trajes de baño, por supuesto a espaldas de Lyra, aunque su madre una vez las descubrió. Fuera de molestarle, el asunto parecía haberle dado gracia y pie para hacerle unos incómodos chistes de mal gusto que rivalizarían con los de la tía Luan. Sin embargo, aunque su tía Lana era idéntica a ella, tenía un algo que la hacía a su consideración más atractiva que su hermana gemela, tal vez se trataba que era un poco más fornida, quizás el peinado más casual con su rubia cabellera agarrada en una sola coleta sin lucir nada pretenciosa, así tal vez que en lugar de esos extravagantes vestidos, Lana sólo usara una blusa y pantaloncillos hasta las rodillas con tenis. Aunque ella no era tan exageradamente delgada como su hermana, seguía luciendo bien. Además, las extrañas cicatrices que tenía en la mejilla a causa de "el arañazo de una fiera muy grande que una vez atendí en un zoológico", según palabras de su tía, la volvían por mucho más genial que cualquiera de sus tías.

La niña que la acompañaba era idéntica a su tía (por consiguiente, lo correcto sería decir que a su madre) salvo por las pecas. Sabía que tenía sólo seis años, aunque lucía un par de años mayor a eso. Llevaba una blusa azul y una minifalda del mismo color, así como su cabello recogido en un par de coletas. En general era bonita, aunque la mirada que le dedicó lo puso nervioso. A diferencia de sus primas no parecía mirarlo con desdén, por el contrario, le sonrió guiñándole un ojo. El chico se llamó la atención a sí mismo por dejar que la mocosa de su prima lo hiciera sentir incómodo de esa manera.

—¡Hola, Papi!

La niña se olvidó de Lemy rápidamente para concentrarse en Lincoln, hacia quien corrió con los brazos abiertos bastante emocionada. Apenas su padre la cargó, ella le plantó un beso en la mejilla.

—Hola, Leia cariño. ¿Cómo estuvo el vuelo?

—Bien, pero estoy agotada. Necesito con urgencia un baño.

—Por supuesto, en un momento lo podemos arreglar.

La niña se prendió a su cuello en un fuerte abrazo. Tal vez era irritante en algunas... muchas ocasiones, pero al igual que su madre, cuando se lo proponía podía ser muy dulce.

—Te extrañé mucho, papi.

Se lo dijo apenas en un susurro. Lincoln pese a que ayer la idea de tenerla se le antojaba un tanto pesada, tenía que reconocer el cómo las palabras de su niña le habían pegado hondo.

—Y yo a ti mucho más, cariño. Hablamos en un momento —Aunque a ella le hubiera gustado prolongar el abrazo, su padre tuvo que terminarlo para dirigirse a atender ahora a su hermana—. Me da gusto verte a ti también, Lana.

—Yo igual a ti, Linki.

Como si fuera lo más natural del mundo, ella se acercó y le dio un breve beso justo en los labios sorprendiendo de nueva cuenta a su hermano, lo que dejó perplejas a las chicas y aunque no le gustará a Lemy reconocerlo, quizá con un poco de celos en su caso. Aunque no precisamente por su tía, no fue el único quien los sintió. El gruñido de Loan, Lupa y Leia fue casi apenas perceptible, pero fue la protesta de Lyra la que se escuchó con mayor claridad.

—¡No hagan esas cosas delante de los niños!

—Si sólo se trató de un beso inocente. No tiene nada de malo.

Lemy meditaba lo que su tía le respondió a su hermana, imaginando lo que sería saludar de tal modo a Lacy y usar eso como excusa, cuando sintió que alguien tiró de su pierna, al bajar la vista, unos bracitos se alzaron para tomarlo de ambas mejillas. Antes que pudiera tomar consciencia de lo que estaba sucediendo, el chico fue sorprendido por un inocente y juguetón beso en los labios que le recordó bastante el que Lulú le había dado en la mejilla cuando llegó. Tan sorprendido y sonrojado como el resto de sus hermanas, el chico miró a la pequeña niña rubia de tres años en pantaloncillos y playera verde que usaba una gorra roja demasiado grande para su cabeza. A diferencia de Leia, ella además de ser mucho más corta de estatura, no tenía pecas y llevaba su cabello suelto.

—¡Hola, Lemy!

Incómodo, Lemy se alejó de ella nervioso y agitado. Miró a Lacy temiendo que aquello la hubiera molestado, pero por el contrario, ella estaba riéndose.

—¡Eso fue muy dulce!

Bien, no lo odiaba... aunque tampoco...

—¿Te pusiste nervioso porque una niña de tres años te besó? —Lo acusó Liby divertida—. No seas tan raro, primo.

Acto seguido Liby le dio un beso en la frente sólo para terminar de molestarlo. Lyra meneó la cabeza irritada.

—¿Lo ven? Así se aprenden los malos hábitos —Lana fuera de reñirle a su hija por su atrevimiento, parecía divertida por el mismo—. Por favor, tía Lana, no beses así a tu hermano.

—Está bien, está bien. ¡Cielos, Lyra! Lizy, cariño, no beses así a tu hermano.

—¡Lemy es su primo!

—Lo que sea.

—Hay una gran diferencia, tía.

—¿Que un primo es más legal?

La pequeña parecía confundida de lo que hablaban. No entendía nada. Lyra parecía muy molesta

—Pero dijiste que no tenía nada de malo, mami.

Lincoln quizá no tan sorprendido por la repentina aparición de la pequeña, se acercó hacia ella.

—¿Y tú de donde saliste, bonita?

La niña comenzó a reír divertida cuando su padre la elevó al sujetarla por con ambos brazos para acercársela y darle un beso en la frente. Lana estaba complacida con la escena.

—¿Lola ya te había dicho que veníamos en camino, Linki?

—Sí, le hablé por teléfono anoche y me lo explicó todo. No sé por qué, pero imaginaba que también traerías a Lizy. ¿También quieres dejármela estos días junto con Leia?

Lana al observar al resto de sus sobrinas pareció dudarlo.

—En realidad sólo la traje porque no tenía con quién dejarla y Lola también me pagó por su boleto. No estoy muy segura. ¿No es demasiado trabajo para ti cuidarla con todas aquí?

—Puedes quedarte y echarme una mano.

Había un cierto tono ansioso en la voz de Lincoln que la conmovió. Con un sonrojo pareció considerarlo.

—¿No crees que estaríamos muy apretados, Linki?

Eso Lincoln ya lo pensaba desde ayer, aunque al reencontrarse de pronto con Lana, por un instante esto pareció importarle menos. Le gustaba pasar tiempo con su hermana, más que con Lola si tenía que ser franco, quizá era porque tenía más experiencia en tratar y se podría decir que vivir con Lana.

Lupa disgustada por el repentino interés de su padre, se acercó a ellos todavía cargando a la bebé, la cual tomó la atención de Lana al instante, así como de Lizy y Leia.

—¿Ella también es nuestra hermanita? — divertida preguntó Lizy con inocencia.

Lincoln ligeramente incómodo carraspeó antes de explicarlo.

—Sí, es Lulú. Lisa pasó anoche y me la dejó también.

—Es... muy linda. —Reconoció Leia sorprendida.

Eso pareció sorprender todavía más a Lana, pero había algo aparte también, algo que detecto en Lincoln al acercarse mejor a él. Un aura un tanto familiar a su alrededor que no tardó en apreciar mejor.

—Linki, hueles a... ¿qué hiciste anoche?

El susodicho sonrojado se puso nervioso.

—Yo... ¡Nada! No sé a qué te refieres.

Como si de un sabueso se tratara, su hermana se acercó olfateando muy cerca de su pecho.

—Huele a... que alguien tuvo suerte anoche. ¿Fue... con Lisa?

Lyra escandalizada miró con espanto a su tío.

—¡Pero si me bañé! —objetó Lincoln tan asustado como sorprendido.

—Sí, entonces tenía razón. Pues... bien por ti. Nunca pensé que también con Lisa... supongo que está bien —Aunque parecía mostrarse tan animada como de costumbre, algo había cambiado en el semblante de Lana—. Lo siento, Lincoln. Tengo que seguir atendiendo la veterinaria, no puedo dejarla así como así todo un fin de semana. Creo que lo mejor es que Lizy y yo nos vayamos de una vez.

—Mamá Lana, ¿no puede quedarse Lizy conmigo?

La petición de Leia sorprendió a algunos, aunque no tanto a Lana, pues aunque diferentes y no sólo en edad, ella sabía lo mucho que su sobrina adoraba a la pequeña. Podría decirse que Lana y la misma Lola pensaban que ese par tenían una mejor relación que ellas mismas cuando niñas. Ciertamente le haría bien a su hija relacionarse un poco más con sus otras hermanas y hermano ahora que la oportunidad se le presentaba.

—No lo sé. ¿Tú que dices cachorrita? ¿Quieres quedarte con tu papá de aquí al lunes?

—¡Que es su tío!

Desoyendo a Lyra, Lizy miró con cariño a su padre. La idea de estar lejos de su mamá parecía asustarla, por otro lado Leia estaba con ella y también su papá, a quien casi nunca veía y la verdad extrañaba mucho.

—Mami, ¿de veras me dejarías quedarme con mi papi?

Lana asintió perdiendo sus dudas. Lizy se abrazó a la pierna de Lincoln feliz, pero sin poder evitar lagrimear un poco cuando se despidió de su madre.

—Más te vale que cuides bien de nuestra cachorrita, Linki.

—Lo haré.

—Pero ahora que lo pienso, no traje ningún cambio de ropa para ella.

—Puedo ocuparme de conseguirle algo.

—Bueno, está bien. Entonces que alguien me ayude a bajar del coche las maletas de Leia.

—¿No vienes en tu jeep?

—No. Renté un auto en el aeropuerto. Cortesía de Lola, ya te imaginarás.

Leia se acercó a Lemy quien retrocedió nervioso ante la proximidad de la pequeña.

—Primito querido, ¿no le ayudarías a mi papi a recoger mis maletas?

—Estoy seguro que él también tiene brazos.

—¡Ahora!

El chico estaba por replicarle algo, pero la dura y furiosa mirada de su prima lo hicieron desistir, parecía fulminarlo con la vista, hasta su voz perdió el dulce y empalagoso timbre sintiéndose incluso hasta más autoritaria que la de Lyra, lo cual para él era decir mucho. Sencillamente para evitarse problemas, acompañó a su tío afuera a ayudarlo sin objetar ya nada más.

Tal vez Lizy no llevara nada, pero a Lincoln le sorprendió que a pesar Lola le explicara anoche que sin querer donó la ropa sucia de Leia a la caridad por accidente, su hija si parecía haberse preparado para mudarse con él quizá por mucho más de tres días.

De regreso, Lemy llevaba cargando dos maletas medianas adentro, mientras Lincoln llevaba una más grande y más pesada, fue cuando el chico cayó en cuenta de lo que estaba ocurriendo.

—Un momento. En serio. ¿Porque estoy obedeciendo las órdenes de una niña de seis años?

Su padre dejó en el recibidor la maleta. Lemy lo imitó sin dejar de mirarlo, como si esperara que él le diese una respuesta. Lincoln suspiró.

—Desde que tenía tu edad me hacía más o menos la misma pregunta cada vez que tu tía Lola me ordenaba algo.

Interesado, su hijo le siguió el hilo, pero Lincoln no parecía tener intención de agregar algo más.

—¿Y luego?

—¿Qué cosa?

—Que te preguntabas porque le hacías caso a tu hermanita, viejo. ¿Qué pasaba después con eso?

—Eso es todo. Dije que solía preguntarme lo mismo, nunca dije que di con la respuesta.

Lemy indignado abrió la boca para soltarle lo que opinaba de él, pero tan pronto Leia lo llamó con un grito para que le acercara una de sus maletas la cerró.

—Pues más vale que tu hija vaya calmando ese carácter conmigo. Soy mayor que ella y supongo que eso debe de valer algo para imponer respeto, ¿no es así?

—¡Lemy, te estoy esperando!

Ni corto ni perezoso, el chico corrió con la dichosa maleta olvidándose de todo. Lincoln lo escuchó y sin dejar de mirarlo cuando se marchó, no pudo evitar sonreír con cierta culpa, pensando que fueron buenos tiempos los que tuvo durante su niñez, tiempos más sencillos.

Lana se le acercó indecisa, pero de un modo bastante familiar que le pareció seductor, el mismo que siempre usó hasta hace unos años cuando buscaba algo de él.

—Gracias por querer pasar tiempo con nuestra cachorra, lo mismo para el resto de tu camada.

—Lana, de verdad si quieres...

—Ya te dije que tengo la veterinaria, además tal vez aproveche y apoye a Larry en su taller. Anda corto de personal.

Su hermano pareció un tanto resentido tras escuchar eso último.

—Larry... ¿tu novio?

—Un amigo, pero si fuera mi novio debería darte lo mismo, como a mí lo que tuvieras con Lisa.

—Mira, Lana, de eso...

—No quiero que me des explicaciones, Linc. No es necesario. De verdad si ella quería, entonces está bien.

Su optimismo parecía forzado. Le costaba verlo a la cara.

Lincoln recordó que cuando niños siempre disfrutaba jugar con Lana y quizá hasta un poco más que con Lynn, además que con ella no solía terminar lastimado, aunque sí bastante sucio. Conforme fue creciendo, aunque adquirió un poco más de higiene y pudor, nunca dejó de disfrutar el trabajar con sus manos, rodearse de animales o ensuciarse reparando cosas.

Tratando de ser lo más independiente posible, había conseguido dinero para pagarse la carrera de médico veterinario trabajando en talleres, también ofreciendo de forma independiente sus servicios como mecánica. No queriendo sentirse tan restringida, buscó el modo también de vivir por su propia cuenta.

Con trabajo consiguió encontrar un departamento que se ajustara a su presupuesto, o lo haría en cuanto quedara desocupado, por lo que tendría entonces que armarse de paciencia y esperar cuatro meses cuando hizo el trato, algo que el arrendador le mencionó a último momento.

Frustrada y con sus cosas ya listas, aceptó la amistosa proposición de su hermano de irse a vivir con él hasta que el lugar estuviera disponible. A su madre no le hacía gracia que una de sus hijas se mudara con su hermano varón, quien había embarazado a siete de sus hermanas, una de ellas dos veces para agregar a su lista de inquietudes. Su padre intervino confiando en que su hijo sería respetuoso con ella, además de recordarle a su mujer que en muchas de las anteriores ocasiones, se podría decir que fueron sus mismas hijas quienes le dieron entrada y empuje a lo que les hizo. En todo caso Lana tenía ya veintiséis años y seguía siendo suya la decisión que tomara.

Durante cuatro meses Lincoln vivió tranquilo y de cierta manera feliz con la mayor de las gemelas. Se divirtieron juntos, ya sea mirando televisión, saliendo a correr, ayudándole a Lana a estudiar para los exámenes, o algo tan sencillo como tirarse en la alfombra y relajarse. A diferencia de la mayoría de sus experiencias pasadas con sus hermanas, Lana nunca inició nada extraño con él. En esa ocasión fue Lincoln quien tomó la iniciativa.

Habían empezado con simples juegos de almohadazos, algunas luchas amistosas. Al principio Lana parecía algo nerviosa, pero quizá la entonces reciente ruptura de un novio, además que se trataba de Lincoln, junto con lo que obviamente pretendía con ella, la hicieron reflexionar que quizá no era tan malo si ya lo había hecho con todas sus hermanas mayores y también Lola. Permitió dejarse llevar poco a poco por él hasta consumar su relación fraternal de la manera tan particular en la que Lincoln se había acostumbrado. El último mes a ambos les pareció maravilloso y placentero, pero Lana procuró ser prudente al no dejarse enamorar por él.

Cuando les dijo a sus padres que estaba embarazada, supo que los había decepcionado, aunque al menos no tanto como Lincoln quien obtuvo mucho más que palabras altisonantes, también bofetadas de su madre y por cuarta vez un ojo morado por parte de su padre como había sucedido tras concebir a Lacy, Lupa y Leia.

Como el resto de sus hermanas, Lana decidió arreglárselas sin Lincoln, contando principalmente con el apoyo de Lola, quien lejos de molestarse pareció volverse más unida a ella de lo que en sí eran entonces, al punto que ambas veían a la hija de la otra como su propia hija además de la suya, aunque según Lisa, en realidad así era desde un punto de vista genético dándole una perspectiva interesante al parentesco de las pequeñas.

"—Dado que Lincoln es el único padre de sus hijas y ustedes dos como gemelas idénticas comparten el mismo material genético origen, genéticamente son a la vez la misma persona. Por tanto más que primas o medias hermanas, Lizy y Leia son técnicamente hermanas naturales entre sí".

Quienes había tomado con más pie aquellas palabras habían sido las mismas niñas, en especial Leia.

—¡Date prisa, Lemy!

El chico acercó la maleta a su caprichosa prima fastidiado.

—¿Qué es tan importante que no puedes esperar a desempacar?

Ignorándolo, Leia abrió la maleta delante de Lizy con una sonrisa.

—¡Tarán!

Lizy no pareció comprenderlo. Realmente adentro no había ninguna sorpresa, todo su contenido era solamente parte de la ropa que la niña tenía en casa de su hermana mayor rica. La primera en entender fue Lyra y posteriormente lo hicieron las demás.

—Ya dabas por sentado que tu prima se quedaría contigo y papá, ¿cierto?

Leia le contestó a Lyra asintiendo.

—Lo que no contaba es que también estarían todas ustedes. Bueno, supongo que puedo resignarme a tenerlas aquí con nosotras. Por cierto "prima", Lizy es mi hermanita. Si te quedan dudas, tía Lisa puede explicártelo mejor si se lo preguntas algún día.

Había muchas cosas que en realidad Lyra deseaba preguntarle a su padre acerca de su reciente relación con su tía Lisa, algunas involucraban incluso a Lulú quien en brazos de Lupa, agitaba sus manitas delante de una lagartija de plástico que Lizy zarandeaba de la cola delante de ella.

Afuera la tensa situación entre Lincoln y Lana continuaba.

—¿De verdad estamos bien, Lana?

La joven mujer suspiró.

—Tan bien como siempre, Linki.

Se acercó a él y tras dudarlo, volvió a darle un breve beso en la boca, de pronto Lincoln la abrazó en intentó prologarlo, pero ella con rudeza lo apartó con ambos brazos. Sintiéndose apenado, el hombre bajó la mirada.

—Lo siento, yo...

—No importa. Cualquier cosa le puedes llamar a Lola o a mí.

—Pero lo de Lisa.

—Ya te dije que no tienes que justificarme nada. De alguna manera... supongo que terminaría pasando. Sigues siendo mi "hermano" favorito después de Lola si te sirve de consuelo.

Lincoln apenado la vio partir tras despedirse del resto de sus sobrinas y de su hija deseándole suerte y que se portara bien. Quería mucho a Lana, por lo que en más de una ocasión, además de la ya acostumbrada culpa por involucrarse de aquella manera con otra de sus hermanas, se preguntaba qué tal hubiesen sido las cosas en su vida de haberse asentado si no con Lynn o con..., tal vez entonces con Lana.

Entró a la casa nuevamente tan pronto su hermana se marchó, para ser interceptado por Leia rodeándolo por la cintura en un abrazo.

—¡Te extrañaba mucho, papi!

—Oh... yo a ti también, cariño.

—Ya quería tenerte para mí sola.

Molesta, aunque algo avergonzada, Loan detrás de ellos carraspeó. Al volverse, Leia no la notó, pero se encontró la mirada fulminante de Lupa y Liby. Con una sonrisa maliciosa les aclaró.

—Estaba bromeando, por supuesto que lo compartiré también con Lizy.

—¡Viva! —Exclamó la pequeña con alegría.

Lulú consiguió arrebatarle la lagartija. Lizy no entendió por qué el resto de las chicas parecía disgustada con su hermana. Entre dientes Lemy casi pudo jurar haber escuchado a Liby soltar una maldición.

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