Capítulo 14

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— Me surgió algo que debo solucionar cuanto antes. Así que si alguien intenta comunicarse conmigo, toma la información y déjalo todo para mañana. — Informó Jimin a su asistente en el momento que terminó la última reunión que ya tenía programada.

Lo cierto era que una vez más, estaba huyendo. Quería salir de la empresa antes de que Jungkook terminara de trabajar, según su reloj y los datos obtenidos de Seokjin, aún le quedaría unas dos horas de trabajo. No estaba preparado para volver a estar junto a la pareja.

Razones había miles, comenzando por la horrible culpa que sentía al estar enamorado de ambos aún sabiendo que eran pareja. Verlos juntos torturaba cada partícula de su cuerpo. Taehyung no había dejado de escribirle desde lo ocurrido en el evento de la empresa donde se anunció oficialmente que él era el nuevo CEO y Jungkook el nuevo director general.

Quería disculparse y aclarar las cosas que ya él tenía claras, el orden de los factores no iba a alterar el producto. Ya fuera que hubiera querido o no jugar con él, hayan estado separados o no, nada cambiaba el hecho de que ellos dos eran pareja.

Taehyung y Jungkook incluso se habían comprometido y por mucho que los quisiera, no quería ser el causante de un malentendido porque una pareja era un par, eran dos, no tres. El tercero siempre iba a salir sobrando. Tal cual los hombres casados que tenían infinita cantidad de amantes, siempre se quedaban al lado de la esposa.

Ser el querido, el amante de cualquiera de los dos lo iba a degradar social y mentalmente. Porque a fin de cuentas, se iban a priorizar mutuamente y él quedaría apartado. En las fechas señaladas estarían juntos solamente la pareja oficial, a él le tocaría el día antes o posterior.

El tiempo destinado para su persona lo dejaría sería siempre anhelante de más porque se conocía. No podrían amarse libremente. Aunque aceptara, querría siempre más y se sentiría fatal porque no deseaba algo que le hiciera a cualquiera de los tres. Por eso es que estaba huyendo porque lo mejor, era removerse él de esa ecuación.

— Así lo haré, jefe. — Confirmó Taemin acompañándolo hasta la puerta. — Que tenga una buena tarde.

A pasos firmes y rápidos caminó por todo el pasillo hasta el ascensor, tocando casi rayando la desesperación el botón que lo llevaría a la planta de entrada y, ya una vez que pudo respirar victorioso buscando la calma, unas manos impidieron que las puertas se cerrasen por completo.

— No me avisaste que ya habías terminado. — Fueron las palabras dichas por Jungkook una vez que entró en el elevador.

— Y-Yo pensé que aún te quedaba trabajo por hacer. — Logró decir buscando una torpe distancia, manteniéndose lo más serio posible.

— Terminé todo lo que me urgía, puedo hacer lo que queda mañana y el resto de la semana. Estaba esperando a que tú terminaras y cuando te vi pasar me apresuré para alcanzarte. Hoy deberíamos celebrar, además, ya quiero ver a Taehyung. Ayer llegamos tarde y apenas pudimos hablar mucho, quiero recompensarlo por mi ausencia.

— Ah, ya veo. — Asintió maldiciendo en su interior porque acaba de confirmar que el resto de la tarde sería un infierno para él.

Lo único que deseaba era poder trabajar para no pensar o dormir hasta que despertara horas más tarde para volver a trabajar. De preferencia, lograr dormir toda la noche aunque tuviera que acudir una vez más a los sedantes.

Odió el hecho de haber ido a la empresa con su chofer ese día porque debido a esto no pudo librarse de acompañar a Jungkook en su auto. No habló en todo el camino, se limitó más bien a realizar escuetos sonidos demostrando que estaba prestando atención cuando el contrario hablaba. En ese instante su mayor escape era perderse en el paisaje urbano y pretender que nada más existía.

Exagerado tal vez, pero se sentía como un condenado a la horca esperando la hora de su muerte, misma que podría llegar en cualquier momento cercano. No podía exteriorizarlo pero estaba muriendo de miedo. Luchar contra un amor fue lo suficientemente desgarrador por exactamente una década como para tener que pelear ahora contra dos.

Comenzaba a recordar las palabras de su psicóloga. "El amor no correspondido es un sentimiento humano exacerbado y obsesivo de  romántico, pseudo-sexual de un sujeto hacia otro y que no es recíproco, aún cuando esa reciprocidad sea profundamente deseada de parte del sujeto que anhela la correspondencia."

La primera vez que Hwasa le dijo eso estando en la universidad se rió. Él sabía perfectamente lo que era un amor no correspondido, unilateral por lo que no necesitaba que se lo recordara o restregara. Lo único que necesitaba era que ella lo ayudara a olvidar ese sentimiento. Porque cuando el novio actual de su ex pareja le habló por primera vez, supo que no podía odiarlo, que no tenía culpa y que no era lo suficientemente egoísta como para intentar recuperar a Jungkook, alguien que no quería ser recuperado.

"Jimin, si esto llega al extremo podrías desarrollar enfermedades psicomáticas autodestructivas. Sé que no es un juego y no es sólo cuestión de voluntad como muchos creen, pero debes poner de tu parte. Esto puede desencadenarte sentimientos como la depresión, ansiedad y cambios bruscos de humor entre depresión y euforia, así como desinterés y abulia. Justo como ahora cuando la falta de voluntad te está ganando la batalla."

El día que escuchó esas palabras la volvió a odiar porque le pareció casi como si lo estuviera juzgando en vez de analizando o aconsejando. Lo detestó porque fue como si lo hubiera estado espiando por pasó por varias de esas cosas y temía llegar al punto en donde quisiera autodestruirse.

Por eso puso tierra de por medio, no solamente porque su padre apareció reclamándolo o porque deseaba crecer para ocuparse de su madre. Lo hizo porque ansiaba dejar de amar, olvidar todo porque ellos seguían viviendo su vida mientras él quedaba estancado, varado en un desierto de dolor.

Increíblemente funcionó de cierta forma, no se iba a mentir y decir que se olvidó de Jungkook pero se dio la oportunidad de vivir aunque fuera nadando en mares de trabajo y sexo desenfrenado con quien lograra captar su atención. Quien lograra eso, ya era como un mago para él porque pocas personas despertaban su interés aunque fuera para un mero acto sexual en el cual los sentimientos no se mezclaban.

Todos buscaban diversión, pocos el compromiso y entre aquellos que lo buscaban, la mayoría lo veía como buen partido por sus antecedentes familiares. Por ser hijo del hombre que no se acordó de él hasta ser mayor de edad. Prefería sacar provecho de ello y dejar a su corazón de lado para no arriesgarlo.

Quizás en parte tuvo culpa de no haber encontrado a nada mejor. Incluso en esa relación que solamente duró tres meses en donde el otro chico puso todo de su parte mientras él se fue dando cuenta que a pesar de su gusto, no se sentía cómodo con él ni se imaginaba compartiendo algo más que pocas horas diarias.

— Llegamos... — Avisó Jungkook sacándolo de sus cavilaciones, haciéndolo agachar la cabeza y mirar a través de la ventana a su alrededor. — Este es mi edificio, — le señaló justo antes de entrar al estacionamiento subterráneo.

Quería tragar saliva pero su boca se había secado. Él había llevado a Taehyung a esa dirección la noche de su cumpleaños cuando se encontraron en el restaurante. En ese momento no había ocurrido nada entre ellos, no sabía tampoco que seguían teniendo una relación pero por algún motivo asintió en respuesta, actuando como si fuera la primera vez que iba allí. Aunque bueno, si bien había llevado al castaño, no conocía su casa o el interior del edificio porque se estacionó en la calle por pocos minutos y luego se marchó a su casa.

— Cuando terminamos la universidad, nos mudamos aquí con nuestros ahorros y desde entonces vivimos en este apartamento.

Jungkook le contaba con tanta emoción de todo, ajeno a sus pensamientos, a sus sentimientos que terminó por sonreír ante lo que decía. Lo hacía sentir extraño, era una mezcla de sentimientos que no sabía descifrar muy bien, tristeza, resignación, emoción, preocupación e incluso alegría porque verlo así de feliz y emocionado lo contagiaba.

— Pero hemos estado pensando en mudarnos, comprar una casita solo para nosotros y las mascotas. Queremos tener mínimo dos perros. — Llegaron al octavo piso más rápido de lo que esperó, fue justo cuando estuvo delante de la puerta que sus nervios y miedos volvieron a azotarlo. — Aquí estamos, Taehyung seguro se alegrará de verte. Debe estar dormido porque ni siquiera me respondió el mensaje pero se alegrará de que tengamos compañía.

— ¿N-No sabía que yo venía? — Oh eso era malo, muy malo. Si no había tenido tiempo para prepararse mentalmente para su presencia eso iba a ser un desastre. — Jungkook, creo que podría haber querido pasar solo la noche contigo. Llegar de imprevisto...

— Oh descuida, verás que se va a alegrar. — La clave finalmente fue introducida y cuando la puerta se abrió pudo sentir una inexistente ráfaga de aire que lo tambaleó. — Ven, pasa.

Jungkook se quitó sus zapatos, colgó su saco y portafolio en un pequeño clóset que había en la entrada, indicándole que podía dejar también sus pertenencias ahí. Jimin estaba en cámara lenta, sin poder mirar hacia el interior correctamente, sin tener fuerza para quitarse los zapatos. Lo único que deseaba era salir corriendo como si fuera un conejo perseguido por un tigre.

— ¡Amor! — Llamó Jungkook. — Tae, ya llegué. — Avisó pero no hubo respuesta o ruido alguno que indicara que el aludido estaba yendo a su dirección. — Seguro está acostado, siéntete como en casa. Yo iré a buscarlo y regreso.

Antes de poder decirle que no debía despertarlo porque su sorpresa iba a ser mayor, el pelinegro desapareció de aquella sala que parecía querer regañarlo por entrar a la vivienda de la pareja. Los muebles, adornos, fotografías, todo se veía como si fueran personas enteradas de sus sentimientos y lo estuviesen reprendiendo por su descaro.

Entrar a su cuarto y ver a su pareja abrazando la almohada con parte de su cuerpo cubierto por las sábanas y el otro expuesto, con su pierna en su lado de la cama y su revuelto cabello dándole el aspecto más dulce, era una de sus imágenes preferidas. Se detuvo por un momento en la puerta y sonrió ante esto, cruzando sus brazos para admirarlo unos segundos más.

Caminó lentamente y como era costumbre para despertarlo, se arrastró por la cama para abrazarlo y besarlo, sintiéndolo removerse entre quejas de niño dormilón. Besó incontables veces sus labios mientras lo llamaba hasta que el perezoso castaño abrió sus ojos con sus labios estirados en un puchera, mismos que pronto mostraron una amplia sonrisa al ver a su novio en casa. Lo abrazó y besó por varios segundos.

— Te extrañé.

— Yo también a ti, por eso vine en cuanto pude para recompensarte por mi ausencia. ¿Qué hiciste hoy?

— Pasé la mañana con Hoseok porque era su día libre y quería comprar algunas cosas para su hermana, sobrina y madre por el día de la mujer. Almorzamos temprano, me tomó algunas fotos y me trajo a casa porque tomé demasiadas mimosas. Se acostó conmigo pero al parecer ni me di cuenta cuándo se fue. — Contó tallándose los ojos.

— Puedo imaginar como caíste en esta cama para que no lo sintieras irse o escucharas mis llamadas.

— Lo siento. — Besó sus labios y luego su mentón mientras que sus manos abandonaban la almohada y se removían buscando su camisa. — Puedo compensarte en este momento.

— Tendrás que compensarme más tarde porque tenemos visitas. Fue por eso que te llamé, quería avisarte. — Besó su frente saliendo rápido de la cama antes de ser atrapado. — Componte y ven afuera.

El castaño lavó sus dientes, cara y cambió su ropa. Se le había olvidado preguntarle a su novio quién era la visita porque de ser Namjoon o Yoongi no necesitaba arreglarse y si hubiera sido Hoseok, él mismo se hubiera encargado de despertarlo. Comprobó rápidamente su teléfono pero no los mensajes de Jungkook o sus amigos, sino la conversación con Jimin para ver si había alguna respuesta pero este no le había respondido un solo mensaje desde hacía varios días.

Amaba con certeza, no dudaba ni por un solo instante que amaba a Jungkook pero Jimin se había estado metiendo bajo su piel. Pensó que todo terminaría en el momento que él terminara las cosas pero no fue así. Pretendió olvidar todo pero sus palabras deambularon sin rumbo en su cabeza hasta aquella noche en donde ascendieron a Jungkook.

Ese día, las palabras dichas por Jimin cuando terminaron y las dichas esa noche se unieron encontrando un rumbo, enseñándole un camino que se había negado a ver. Le gustaba más de lo que pensó, a veces lo extrañaba e incluso se sentía tentado a buscarlo. Esa lejanía le estaba incomodando tanto que le provocó dos noches de insomnio.

Había leído, investigado, escuchado testimonios de personas que estaban, estuvieron o no tenían prejuicios contra el poliamor. Era un tema complicado si se le aplicaba la lógica, estereotipos y lo que enseñan desde que se nace. El punto de vista de cada persona frente a esto era diferente, algunos no lo entendían y a otros no les importaba pero influía mucho la educación o las culturas en las que crecieran.

Al igual que la homosexualidad que aún era combatida y poco aceptada, el tener sentimientos por más de una persona era un nuevo tema de lucha. Algunos incluso abusaban del poliamor para hacer uso de su promiscuidad. Por otro lado, estaban los factores más frecuentes, el egoísmo y los celos. El miedo a dejar entrar a alguien más para terminar ser abandonados. Habían tantas opiniones, sucedían tantas cosas que terminó optando pro no buscar nada más.

A fin de cuentas, las personas nunca iban a quedar contentas y conformes, por hablar muchas dirían cualquier cosa. Nadie podría conocerse mejor que él mismo y nadie podría sentir o escuchar lo que su corazón exigía, lo que gritaba.

Había estado tanteando el terreno con Jungkook porque al ser su pareja quería serle sincero, comentarle lo que le estaba sucediendo pero no podía negar que estaba aterrado por su reacción. La última vez que tocaron un tema parecido, el pelinegro admitió que no tenía prejuicios o le molestaba eso pero, cuan su persona entraba en juego, las cosas eran diferentes.

Los murmullos provenientes de la sala lo hicieron dejar de lado su teléfonos y pensamientos. No era momento de pensar en Jimin o todo lo que este le estaba provocando. Lo que tenía que hacer era hacerle compañía a su pareja porque lo había extrañado en demasía esos días.

Sin embargo, cuando las voces se fueron haciendo más altas y claras, su cuerpo se fue tensando. Para el momento que estuvo al lado de Jungkook y su visita, su cerebro quedó en blanco. Sus ojos se agitaban de un lado a otro, pasaban de su novio a Jimin y viceversa. ¿Esa era una broma? ¿Dónde estaba la maldita cámara?

— Oh amor, ya estás aquí. — El pelinegro se paró entusiasmado para acercarlo debido a que se había quedado estático en su sitio sin reaccionar correctamente.

El rostro del rubio le decía que su presencia ahí no fue algo que buscó, estaba igual de nervioso y tenso que él. No sabía si sentirse bien o mal por esto porque le incomodaba que no hubiera buscado la forma de hablarle en todos esos días, que no quisiera verlo y lucir como si estuviera siendo obligado a compartir con él. Por el otro lado, esta esa complicada mezcla de sensaciones al ver a esos dos hombres frente a él. Culpa, alegría, calma...

— ¿Recuerdas el problema que te comenté? Posiblemente nos hubiera costado el puesto a los dos pero logramos resolverlo. Tenías que haber visto a Jimin frente a todos los directivos, se lució. — Comentó levantándose para buscar alguna bebida dulce porque sabía que a su ex y a su actual pareja no le gustaban las bebidas amargas, preferían las dulces, muy al contrario de él. — Cada palabra que dijo, sus gestos, su mirada, fue genial. Parecía un CEO sacado de los armas que amas.

— ¿Sí? — Preguntó Taehyung sin poder evitar morderse el labio para acercarse a él y extenderle la mano que fue tomada con cautela. — Realmente me hubiera gustado verlo, se debe haber visto tan genial como lo describes.— El rubio desvió la mirada un tanto sonrojado por sus palabras y las afirmaciones que Jungkook daba desde la cocina. — Me alegro que todo haya salido bien para ambos. Mis más sinceras felicitaciones.

— Por eso lo invité, para celebrar nosotros tres. — Agregó el pelinegro besando fugazmente su nuca antes de entregarle a cada uno una copa. Sin embargo, se quedó algo serio cuando los miró a los dos sentarse nuevamente en el sofá con las cosas en la mano.

— ¿Q-Qué sucede? — El castaño se puso nervioso por la mirada fija de su novio, una que no pudo descifrar. ¿Se habría dado cuenta de algo?

— Creo que es mejor que nos pongamos cómodos y celebremos como amigos, como solíamos hacerlo en la universidad. — Su pareja asintió a pesar de sentir que podría ser una mala idea y Jimin se sintió acorralado. — ¿Qué te parece si te paso algo de ropa? Pongámonos cómodos porque con los trajes se siente como si aún estuviésemos en la empresa.

— Yo buscaré algo que se ajuste a Jimin.

— Espera, Tae, voy contigo para de paso cambiarme también.

Cuando el castaño regresó, notó que Jimin iba a sacar lo que parecía ser una medicación pero volvió a guardarla rápidamente. Sus manos temblaban visiblemente y podía notar su ansiedad.

— Sé que la pregunta puede sonar obvia pero, ¿estás bien? — El contrario asintió pero supo que era mentira. — No lo estás, a ver... — Tomó sus manos, sintiéndolas frías y húmedas. — Esta situación es un poco incómoda para los dos pero quiero que sepas que al menos yo estoy feliz de volverte a ver. Te dije que quería hablar contigo cuando regresaras del retiro pero no me has respondido para arreglar el encuentro o al menos dejarme saber de ti.

— No te preocupes ya por eso, todo está bien de mi parte y la molestia que sentí se evaporó como agua pocas horas después. Te entiendo, no te juzgo y por eso creo que debemos dejar las cosas como están. Por el bien de todos. — Señaló la ropa que Taehyung sostenía con una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos. — ¿Esa es el cambio de ropa que has traído para mí?

— Sí, puedes cambiarte en el baño que está al final del pasillo. — Se las entregó y lo vio marcharse con una sonrisa en su boca.

Estaba mal, estaba fatal todo eso pero no podía dejar de sonreír en medio de aquel desorden. Debía estar preocupado, sentirse culpable pero todo lo que podía hacer era sonreír. Le agradaba que Jimin estuviera en su casa, que hubiese sido invitado por su novio y que estuvieran a punto de pasar todos la tarde juntos. Le corría algo por sus venas que no podía describir pero le hacía latir su corazón con más fuerza de lo acostumbrado.

— ¿Vas a cocinar? — La voz de Jungkook le sorprendió un poco porque estaba concentrado en la cocina pero sus manos rodeando su cintura lo tranquilizaron. — Tenía pensado pedir comida para que no tuvieras que hacer nada y pudiéramos compartir juntos, celebrar.

— Podemos celebra y compartir juntos, que yo cocine no cambiará las cosas. Además, sinceramente no hice mucho en todo el día, tú cocinas los fines de semana y lo días que vienes temprano, deja que hoy me ocupe yo de todo.

— Tengo una mejor idea. — Sus cejas se elevaron preguntando tácitamente cuál era esa flamante idea. — Cocinemos juntos, posiblemente terminemos más rápido.

— Si los dos estamos en la cocina nuestro invitado podría sentirse solo, tú te quedas con Jimin y yo me encargo de lo demás.

— Yo también podría ayudarlos. — La voz del rubio los hizo voltear y fue gracioso de ver.

La ropa que Jungkook y él usaban en casa solía ser bastante ancha, mínimo una o dos tallas más grandes por lo que ellos parecían perderse en ellas. El visitante era más bajo que ellos, su cuerpo un poco más pequeño por lo que parecía un hada intentando usar ropa de humanos. Las patas del pantalón gris eran tan largas que aún cuando este las intentó doblar hacia arriba, seguía cubriendo sus pies y la camiseta blanca le llegaba a la rodillas.

Lucía como un enanito de largo torso y extremadamente cortas piernas. Ambos lo miraron por unos segundos controlando su risa pero no pudieron evitarlo, estallaron en carcajadas contagiosas que infectaron al mayor. Este extendió sus manos dándose un último vistazo para luego encogerse de hombros y acercase a ellos con prudencia.

— Te ves muy bien así. — Se carcajeó Taehyung una vez más señalándolo con un cuchillo. — Me gusta ese estilo.

— Jimin suele verse bien con lo que se ponga. Desde niño era igual. — Comentó el pelinegro con una amplia sonrisa. — Recuerdo que una vez incluso le pusieron un vestido las niñas del barrio para molestarlo un poco pero le quedaba mejor que a ellas.

— No traigas esos vergonzosos recuerdos al presente pero sí. Me veo bien como sea. — Respondió desinteresado y un poco más relajado después de la pequeña terapia de risas. — ¿En qué los ayudo?

— Eres el invitado, ve a sentarte, yo haré esto con Tae.

— Puedes encargarte de ir lavando las verduras, cortarlas y demás. Tu tarea será ayudarme con la ensalada. Yo haré el arroz y la carne mientras que Kook puede encargarse del resto de los platos de acompañamientos, también le toca poner la mesa. — Instruyó entregándole a ambos los utensilios que necesitarían y los alimentos.

— Si pongo la mesa no la quito, el fregado no me toca a mí. — Avisó el pelinegro sentándose en la mesa junto a Jimin.

En silencio, el castaño los observaba de vez en cuando, la armonía que reinaba, las risas, las conversaciones, todo se sentía diferente y le gustaba esa novedad. Tenían amigos con los que hacían las mismas cosas pero no despertaban ese sentimiento que lo arropaba y calentaba. Ver a Jungkook y Jimin interactuar juntos sin dejarlo de lado lo hacía sentir diferente. Lo hacía sentir completo.

— ¿Te sigue gustando la ensalada de zanahorias picantes? — La pregunta de Jimin tomó al menor de los  tres por sorpresa pero este asintió. — Con cebolla frita y medio limón.

— Oh, sí que lo recuerdas bien. Solamente tú y mi mamá lo preparaban así, ella me enseñó el mismo día que a ti pero sencillamente no me queda bien.

— No sabía que te gustara así, no me lo habías dicho. — Comentó Taehyung sentándose a un extremo de la mesa para a ayudarlos.

— A este a veces hay que sacarle las cosas a la fuerza porque no dice qué le gusta o qué no. Bueno excepto en el trabajo, es así con todo. — Comentó Jimin riéndose mientras terminaba de picar las habichuelas, ignorando la mirada inquisitiva que Taehyung mostró por varios segundos.

— Ah cierto, ustedes dos se conocían desde que eran niño. Había olvidado que fueron como los mejores amigos. — Agregó siendo él quien esta vez se perdiera la mirada que la ex pareja compartió. Jungkook jamás le contó que ellos habían sido novio porque no lo creyó necesario en la universidad. — Con razón lo conoces tan bien. Debes decirme algunos de esos secretos.

Jimin asintió volviendo a sentir un poco de incomodidad, pudo ver que el pelinegro no estaba diferente. La forma en la que rascaba su nuca y casi enterraba su cara en la soja que escogía se lo confirmaba. Demasiadas cosas no dichas entre los tres que por momentos los hacía removerse en sus asientos pero a su vez, existía algo que creaba una gran armonía.

Cocinaron y comieron juntos acompañados de vino con la primera botella de champaña de acabó. Una segunda botella de alcohol se había ido para el momento que terminaron de comer. Una tercera mientras jugaban monopolio en el suelo y reían como niños por las trampas de Jimin, mismas que Taehyung comenzó a imitar porque Jungkook los estaba llevando a la bancarrota.

— Odio que seas tan bueno en todos los juegos. — Se quejó el castaño dándole una patada carente de fuerza a su novio para hacerlo caer. — ¿Cómo es posible que siempre gane? Jimin, ayúdame, tenemos que irnos a la revancha pero esta vez los dos contra él.

— Puede infartar si pierde, así que dejémosle saborear la victoria.

— No pueden con el rey. — Se vanaglorió el menor lanzando todos los billetes del monopolio como si estuviera en un Strip Club. — Inclínense ante papi.

— Ya quisieras. — Dijeron los otros dos al unísono mientras Taehyung se levantaba para ir a la cocina y regresar con una nueva botella.

— Oh Tae, no es necesario que traigas otra, al menos no por mí porque ya es hora de que me vaya. — Comentó poniéndose de pie pero Jungkook sostuvo su pierna y el otro lo hizo regresar a su antigua posición presionando sus hombros. — No me dejaron ir tras la comida. ¿Ya vieron la hora que es? Mañana se trabaja.

— No seas aburrido. — Mencionó quien trajo la botella, buscando sentarse pero en su intento terminó tumbando la botella ya vacía. — Se me acaba de ocurrir una idea. — Tanto el rubio como su pareja lo miraron esperando la revelación que los hizo negar cuando agitó la botella vacía en el aire. — El juego de la botella.

💜💜💜
Una tercera actualización 🙈

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