✒c a p í t u l o 0 2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


  Donatello fue directo al dojo a entregar la carta para el sensei.
Preguntó si podía pasar, y una vez que obtuvo una respuesta afirmativa, entró.

  El sensei meditaba. Lo notó porque apenas se levantaba del piso.

–Sensei, le traje la carta –extendió el sobre mientras sonreía.

–Gracias, hijo mío. ¿No surgió ningún inconveniente?

–Claro que no. Todo está normal.

–Bueno, muchas gracias. Puedes retirarte –su hijo hizo una pequeña reverencia y salió para ir a su laboratorio a continuar con lo que había dejado momentos atrás.

  El sensei caminó hacia su estante de recuerdos, dónde se encontraban fotos, uno que otro pequeño jarrón y una caja de tamaño medio para guardar algunos papeles pequeños.

  Suspiró y un brillo iluminó sus ojos. Comenzó a leer, feliz de que su ex alumna se encontraba bien y haciendo las cosas que más le gustaban.

–Así qué, estás bien, Setsuko. Me alegro mucho por ti, pequeña flor –una pequeña lágrima amenazó con caer por su rostro. Sentía impotencia de no poder estar con ella. Habían sido tan cercanos, la conocía desde pequeña y la había entrenado a la perfección en el arte del ninjutsu.

  Hasta cierto punto, creía qué, haberse involucrado en planes del kraang aquella noche, fue mala idea. A veces, quería su vida humana de vuelta. Ser un mutante lo limitaba muchísimo y sentía muchas ganas de rendirse. Sin embargo, no podía hacerlo. Cuatro tortugas dependían de él como padre.

  Al llegar al último párrafo de la carta, una risa invadió el dojo.

«Maestro Yoshi, siga contándome la historia de las tortugas. Es muy interesante cómo es qué, jóvenes de mi edad afrontan los problemas.
Ojalá ellos existieran. Quisiera verlos algún día, pero sólo puedo hacerlo en mi imaginación.
Bueno, maestro. Cuídese y espero que coma bien.

Me dio gusto escribirle.»

  Sus historias eran creídas por la chica.

  Cuándo recién volvieron a contactarse, ella le pidió contarle sobre los años que habían estado lejos uno del otro. Pero, él no lo hizo de esa manera. Buscó la manera de contarle sobre sus hijos (claro, sin revelar que él era un mutante y que ellos de verdad existían).

  No tenía con quién hablar de las cuatro tortugas que le traían felicidad a su vida después de haber perdido a su amada esposa, Tang Shen, y a su preciada hija, Miwa.
Así qué, le dijo que le contaría historias interesantes sobre cuatro icónicos personajes: sus hijos.

  La joven, en la siguiente carta, se emocionó tanto que escribió su respuesta de inmediato.

  Y así comenzó todo.

«El primer personaje de estas cortas historias, tiene un noble corazón. Puro y honorable. Digno de admiración y reconocimiento. Leonardo, el líder de este equipo de cuatro tortugas.»

  Al sensei le costaba un poco imaginar la expresión de la joven. Ella tenía una pasión por la literatura, por eso, no rechazó la idea de su sensei.

  En la siguiente carta, le contó sobre otro de sus hijos:

«El segundo personaje de estas cortas historias, tiene una inteligencia inigualable. Honesto y atento. Digno de respeto y admiración al igual que su hermano mayor. Donatello, la inteligencia para salvar a este equipo de cuatro tortugas.»

  Ella se emocionaba por todo lo que su sensei le escribía. Su imaginación era muy grande y eso hacía más entretenida su lectura.

«El tercer personaje de estas cortas historias, tiene una sonrisa esperanzadora. Considerado y preocupado. Digno de apoyo y amor. Miguel Ángel, la luz de este equipo de cuatro tortugas

  Setsuko se emocionaba cada vez más con todo lo que su sensei le escribía.
Pero, aún no tenía a su personaje favorito, como lo tienen las personas cuándo leen un libro.

«El cuarto personaje de estas cortas historias, tiene una fuerza excepcional. Dedicado y protector. Digno de respeto y confianza. Raphael, el guardián de este equipo de cuatro tortugas

  Y, entonces, ella decidió que él sería su personaje favorito.
¿Alguien así existía?
Con cada pequeño relato, le agradaba imaginar que ese guardián la protegía a ella, porque era lo que necesitaba. Deseaba a alguien así en su vida.

  Entonces, una vez terminada de leer la carta, el sensei la guardó en la caja junto a todas las cartas anteriores.

–¿Qué le contaré ahora a mi pequeña flor? –se preguntó en voz alta, mientras tomaba papel y un bolígrafo.

  Había tantas cosas pero, quería contarle algo acorde a lo que ella había expresado en su carta.

  ¿Cómo podría empezar?

  Tal vez, podría relatarle la ocasión en la que, Miguel Ángel los salvó a todos de zombies de pizza o cuándo Raphael y Leonardo pelearon por el liderazgo.
Pero no estaba cien por ciento convencido de lo que quería decirle. Era mejor descansar un poco, pensar en lo que podría decirle, no siempre era necesario contarle una historia.

[...]

  Mientras tanto, Raphael trataba de conciliar el sueño, pero su insomnio hacía acto de presencia en los momentos que más necesitaba descansar.

–Maldito insomnio –gruñó por lo bajo, molesto– puedes largarte como ella, vamos, hazlo –sonaba triste y doloroso decirse algo así, pero de verdad quería dormir.

  Se sentó en su cama. Observaba a Spike durmiendo tranquilamente, tanto que hasta lo envidió, pero no podía culparlo por su falta de sueño.

  Decidió caminar un poco por el espacio disponible en su habitación, de un lado a otro. No le daba sueño. Salió hacia la cocina y tomó un vaso con leche tibia; tampoco funcionaba.

–Voy a explotar –volcó los ojos mientras regresaba a su habitación.

  Se estaba estresando mucho.

  Entonces, decidió intentar dibujar un rato. Se sentó en la silla que hacía juego con el escritorio de madera, tomó una libreta y también un lápiz. Pensó un momento. Afortunadamente, sí tenía imaginación y no tardó demasiado en comenzar a dibujar lo que su mente pedía.

  El boceto en la hoja blanca iba tomando forma mientras dibujaba y agregaba sombras en los lugares necesarios, estaba muy concentrado, tal vez porque era el único que estaba despierto, no había ruido y eso le permitía concentrarse más.

  Finalmente, terminó el dibujo. Un par de bellas flores.

  Últimamente, había estado viendo fotos de flores en internet y pensaba qué, aun si las flores se marchitaban, perdiendo su brillante color y qué, hasta algunas veces viéndose feas, a la gente le seguían gustando. ¿Por qué no podían ser todos como flores? Nadie rechazaría a nadie, estando marchito o no, porque al final de cuentas, todos serían hermosos. Todas las personas, incluyendo a los mutantes. Quería un mundo así.

  Después de ese momento, el sueño comenzó a atacar a Raphael, tanto que ni siquiera tuvo fuerzas para regresar a su cama, prefirió dormir recargando su cabeza en su antebrazo apoyado en la mesa.

–Buenas noches, Spike –fue lo último que alcanzó a decir antes de quedarse profundamente dormido.

O2.O1.2O19

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro