✒e p í l o g o

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  A la mañana siguiente, Raphael se despertó pletórico, ansioso de empezar a cumplir aquella promesa que recordaba había hecho.

  La chica no se encontraba en la cama con él, así qué, supuso que ella había salido. Días antes, Casey llevó su silla de ruedas para que le fuera posible andar por todo el hogar de los chicos.
Se levantó, acomodó un poco su habitación y se dirigió a la salida para desayunar con sus hermanos.

  Aunque estaba feliz, se sentía extraño, demasiado.

—Buenos...–se quedó sin palabras, como si gatito helado le hubiese comido la lengua.

—¡Raphael despertó! –exclamó Donatello. Los presentes en la cocina esbozaron una gran sonrisa que se esfumó segundos después.

—¿Qué sucede, Raphael? –preguntó Leonardo confundido a su hermano, desentendido por la expresión en su rostro.

  Sólo balbuceó sin lograr articular palabra.

—¿Te pasa algo, hijo mío? –aquella voz lo sacó de sus cavilaciones, queriendo reír como loco. La muerte de su padre le había afectado tanto que ya hasta lo imaginaba.

—Chicos...¡chicos! ¡estoy imaginando al sensei! –gritó lleno de pavor pues jamás le había ocurrido una cosa semejante.

—Tranquilo, Rapha –se acercó a él su hermano de bandana morada– el sensei está aquí, no es tu imaginación.

  El ojiverde lo miró con notable miedo y un poco de molestia. Era una broma pesada y golpearía a sus hermanos como nunca antes lo había hecho.

—Bien. Mikey, sal del disfraz.

—¿Qué disfraz? –entró a la cocina el recién nombrado, haciendo a Raphael dar un pequeño brinco.

  Estaba lleno de dudas y seguía pensando que sus hermanos eran muy buenos para tales cosas.

—Hijo mío, no te sientes bien ¿verdad?

—Sí, sensei –respondió con sarcasmo. Debía ser Casey, seguramente– en la noche voy a salir, iré a ver a Setsuko.

  Miguel Ángel soltó una risotada, haciendo que Raphael doblara su cubierto. La paciencia se le estaba agotando.

—¿Y quién es esa? –sus hermanos actuaban extraño y lo del sensei tampoco ayudaba.

—Es suficiente –se levantó del banco, dejando su desayuno sin tocar y volvió a su habitación para hablar por mensaje con Casey, quería averiguar si no era parte de todo.

  Acarició la cabeza de Spike y se recostó, tomando su T-phone.

Casey, tenemos que hablar.
Enviado a las 09:00 a.m

¿Sucede algo?
Enviado a las 09:00 a.m

Es sobre Setsuko, ¿la llevaste a su casa? Sus cosas no están y ella mucho menos.
Enviado a las 09:01 a.m

  El pelinegro tardó en contestar.
Tenía clases, y prácticas de hockey, además de tarea por realizar (la cuál no haría).

  Tuvo que estar todo el día encerrado en su habitación para evitar ver al "sensei".
El internet no era bueno, ahí habían ideas o más bien, locuras para hacer y esa era una de ellas.

  Aprovechó para pensar la razón de que ella se fuera pero no encontró lógica en eso, al menos le habría avisado pero no fue así.

[...]

¿Setsuko? ¿De qué hablas, Rapha?
Enviado a las 11:15 p.m

¿También vas a comenzar con esa estúpida broma? Dime dónde está mi novia.
Enviado a las 11:16 p.m

Tranquilo, no de qué hablas. En serio.
Enviado a las 11:18 p.m

  Era una jodida broma. Raphael se estaba tensando.
Habían planeado todo muy bien, los felicitaría después de encontrar a Setsuko.

  Tomó sus sais y salió ignorando las preguntas de todos. Subió a las azoteas y se dirigió rápidamente al departamento de la chica.
Bajó las escaleras de incendio hasta el piso correspondiente, suspirando e intentando tranquilizarse para pedirle explicaciones.

—No quiero mamá.

—Deja de jugar, Jack –escuchó la voz de una mujer adulta.

—Obedece a tu madre.

  Aquellas voces le sorprendieron aún más que todo lo que le había estado pasando en el día. Asomó su vista con cuidado de no ser visto, topándose con la sorpresa de aquellos humanos viviendo en el departamento de Setsuko.

  ¿Dónde estaba ella?

  Volvió sus pasos a su hogar para hablar con sus hermanos o con su supuesto sensei. Se estaba desesperando.

—Dejen de ocultarla ¿quieren?

—¿De qué hablas? –contraatacó Leonardo apartando la vista de la televisión –te despiertas del coma muy extraño y ahora imaginas cosas.

  ¿Coma?

  ¿Un coma?

—¿Qué?

—Llevas cinco meses así. No pudimos recibirte con gusto porqué empezaste a hablar tonterías.

  No podía creer lo que le estaban diciendo.

—Tú, estás loco –rió.

  Donatello apareció, indicándole a Raphael que lo acompañara al laboratorio para un par de análisis. Sólo asintió y obedeció.

—Debo revisarte. Cinco meses en coma no es nada fácil, debo asegurarme de que puedes moverte bien –tomó el brazo de su hermano estirándolo.

—Puedo moverme bien, hasta corrí.

-Wow, eso es bueno –soltó su brazo y tomó nota en una libreta.

—¿Y Setsuko?

-Oh, ¿quién es ella? La nombraste desde la mañana.

—Mi novia, Donnie. Dejen de jugar conmigo.

  Donatello se angustió un poco.

—¿Recuerdas cómo era?

—Claro que lo hago, no podría olvidar su rostro si apenas estuve con ella por última vez ayer en la noche. Es un poco más baja que yo, peligris y con unos hermosos y grandes ojos color oscuro, llenos de vida –escuchaba con atención la descripción de su hermano, hablaba como un total enamorado y parecía una vivencia real– y sus labios, eran mi dulce favorito –suspiró.

—Rapha...creo que soñaste.

—No. Sé lo que viví.

—Fueron cinco meses. Estar así provocó que soñaras algo que necesitabas. Todo sucedió en primer lugar por culpa de Sarah, todo te golpeó tan duro que en un enfrentamiento con el inactivo clan del pie estabas desconcentrado y Garra de Tigre te tiró desde lo alto de un edificio.

  Su mente encajó las piezas y recordó lo de aquella noche hace cinco meses atrás.

—Estuvimos a punto de perderte pero encontré la manera de mantenerte vivo. Fueron meses duros, hermano.

  Entonces, ¿todo había sido un sueño?

  Un escalofrío recorrió su caparazón y sintió un gran vacío. Sus ojos ardían tanto y quiso llorar hasta quedar seco.

  Todo lo que Setsuko le había dicho le quemaba como un metal caliente y más al saber que ella nunca existió.

  Esa fue la primera vez que se rompió en llanto. Donatello lo abrazó fuerte, iba a perder la cordura al convertirse en un corazón roto. Qué cruel puede llegar a ser nuestra mente.


  Su corazón estaba destrozado, y no lo entendía, no tenía sentido para él. No debió haber llorado.

  El miedo se repetiría a través de ella. Era su lágrima, su miedo y sus ganas de morir.

  Habló de un para siempre pero se destruyó sin piedad. Iba a prenderle fuego a su corazón para hacerlo cenizas y que así, los sentimientos y dolor no permanecieran.

  Se despertó de su dulce sueño.

  Sin embargo, le agradecería en sus sueños. Le daría las gracias por haber exisitido en su propia imaginación porqué ella fue la que le dió las fuerzas para no morir.







«Crecí como una flor que no es capaz de florecer en un sueño que no puede hacerse realidad».

O6.O2.2O19






N/A O4.O6.2O2O
Los últimos párrafos fueron escritos con fragmentos de outro: tear, canción de BTS. Y me dolió tanto releer el epílogo porqué revelaron hace poco que esta canción fue escrita cuando pensaban separarse y yo la andaba usando como para una ruptura amorosa, igual tiene muchas interpretaciones pero el verdadero motivo me dan ganas de llorar :(

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