Capítulo 17

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Los seis amigos concordaron verse al menos una vez al mes, por la cuestión de estudios y para dejar también un tiempo a solas a la pareja del grupo, quienes celebraron su primer mes de novios yendo al parque donde se besaron por primera vez.

18 de octubre

El día no podía estar mejor de lo que esperaban, el sol brilla y los pequeños pajaritos hacían ambiente con su cantar. Todo saldría bien.

Lazy y Mark celebrarían su primer mes de novios, qué rápido pasaba el tiempo. Por lo que decidieron hacer algo simple, pero especial. Yendo al mismo parque donde dieron su primer beso a hacer un picnic.

Se repartieron los alimentos que iban a llevar, Lazy llevaría el postre y los cubiertos mientras que Mark el platillo fuerte y las bebidas.

Eligieron un lugar cerca del lago, pero también un poco lejano de las personas que rondaban por el parque.

Para poner más el ambiente, Mark trajo una serie de luces pequeñas que colgó sobre los dos árboles que se encontraban a sus lados, al igual que una pequeña bocina donde se reproducía música de Ed Sheeran.

—Feliz primer mes, Lee—dijo alzando su vaso que contenía limonada rosa.

—Feliz primer mes, amor—ambos brindaron para después dar un sorbo a su bebida.

—Es la primera vez que me dices por un apodo y no por mi nombre—sonrió Mark, acariciando su mejilla izquierda con su mano. Ella inclinó su cabeza hacia su tacto y cerro sus ojos.

—No estoy acostumbrada a eso, sobre todo si es uno cariñoso—abrió sus ojos lentamente, acercándose más al rostro de Mark. Él fue más rápido y junto ambos labios.

Está vez el beso se sintió con mucho amor y pasión, ladearon sus cabezas en direcciones contrarias con tal se hacerlo más profundo, la mano de Mark permanecía en el mismo sintió mientras que Lazy comenzó a subir su mano izquierda hacia la mejilla de él.

Se separaron por la falta de aire, juntando sus frentes, manteniéndose con los ojos cerrados y esta vez tomándose de las manos.

—Te amo—dijo Mark, muchos pensaran que era demasiado pronto para que se lo dijeran, pero ellos realmente se amaban, aunque tardaron tiempo en aceptarlo y en descubrirlo, no se conocían desde meses, si no de años.

—También te amo—sonrió dejando ver su hoyuelo y acercándose a él para abrazarlo, cosa que fue correspondido inmediatamente.

Disimuladamente Mark, al tiempo que seguían abrazados, aparto la cosas que estaban a sus lados de ellos para después, de manera inesperada, recostarse sobre el pasto haciendo reír a Lazy.

Ambos por fin abrieron los ojos, mirándosefijamente sin evitar que una sonrisa saliera de sus rostros. Pasaron el resto de la tarde comiendo,caminando, viendo el lago o a la gente pasar e incluso bailando.

Tanto Avril y Teresa, como Gideon y Henry igual comenzaron a juntarse más, se veían en algunos recesos para platicar o sólo para tener un poco de compañía. Se habían vuelto realmente grandes amigos, a pesar de los constantes nerviosismos de parte de Henry y Teresa, sobre todo de ella.

La escuela seguía igual de pesada y aburrida como siempre, ahora más con eso de las recurrentes juntas que había por parte de universidades ofreciendo de sus estudios y planes.

Podríamos decir que octubre pasó en un abrir y cerrar de ojos. Noviembre llegó con la verdadera emoción.

Una de ellas era que los alumnos ya tendrían que haber elegido o al menos ya tener sus opciones, sobre a qué universidad se irían. Algo que hasta ahora no parecía alarma a nadie para este punto.

La segunda era el ahora décimo octavo cumpleaños de Teresa, sin duda estaba emocionada, pues, aunque en su país no lo era, para otros ya se convertía en un adulto joven, cosa que a vez le daba nervios.

Por eso en su cumpleaños decidió hacer algo tranquilo.

—Y bien hermanita, ¿qué deseas hacer para tu cumpleaños dieciocho? —Preguntó Ricardo mientras iban de camino a casa, después de una larga semana de estudios.

—Este año quiero hacer algo sencillo—mantenía la mirada hacia la ventana, observando los autos pasar y sonriendo levemente en cuánto Ricardo mencionó las palabras cumpleaños y dieciocho.

—¿Cómo qué? —Ricardo, a pesar de tener siempre la mirada enfrente la observaba de reojo.

—Mm, ¿qué te parece invitar a mis amigos a comer a la casa? Nadie la conoce por dentro—Esta vez volteó a ver su hermano.

—¿Por qué no mejor una fiesta?

—No....—bajo la mirada—Quiero que sea algo... mucho más privado.

—Como quieras, es una buena idea y te apoyaré si necesitas ayuda en algo—sonrió.

—De hecho...—subió la mirada y sonrió mucho más—ahora que lo mencionas necesito que me ayudes a preparar la comida.

Ricardo hizo un gesto—Sabes que soy un desastre en la cocina, Tere—ella rio ante eso.

—No te preocupes, puedes sólo ayudarme en comprar las cosas. Le pediré a mamá que me ayude en lo demás.

—Y, ¿qué piensas cocinar?

—Es sorpresa—cantó, soltado una pequeña risa después.

—De acuerdo—rio también—, entonces, ¿quieres pasar de una vez a comprar las cosas?

—Preguntemos a mamá antes.

Después de eso, llamaron a su madre para preguntarle si podían hacer las compras, al igual que avisarle que llegaría un poco tarde. Una vez que obtuvieron respuesta positiva se dirigieron al supermercado. Decir que no se la pasaron jugando mientras hacían las compras, sería una gran mentira.

Al llegar a casa, en eso de las seis de la tarde, Teresa saludo a sus padres y subió directo a su cuarto a avisarles a sus amigos sobre mañana.

Esta vez ya no tenía tantos nervios de invitar a Henry, aunque eso sí, le temblaban un poco las manos al escribirle.

Se recostó sobre su cama sonriendo ante la respuesta positiva de parte de sus amigos, recordado todo por lo que habían pasado desde el baile de bienvenida. Sin duda logro uno de sus propósitos de año: Hacer nuevas amistades.

Antes de acostarse, cenó con sus padres y su hermano, dónde les platico sus planes del día siguiente. Afortunadamente sus padres no trabajarían, por lo que mañana sería mucho mejor el día y también podrían llevar acabo la comida con sus amigos.

Quedaron de verse en la casa de Teresa a las dos y media de la tarde.

La mañana resultó superar sus expectativas, pues exactamente a las diez am, sus padres y Ricardo entraron en su habitación con un pequeño pastel en manos de su madre y cantando las mañanitas, el pastel tenía dos velas en forma del número dieciocho.

Una vez estuvo al cien por ciento despierta, abrazó a su familia y soplo las velas agradeciendo mucho el detalle, luego bajo a desayunar una comida especial, según su madre, ya que sólo consistía en tres hot cakes con maple encima y a un lado frutos rojos con un jugo de naranja a lado.

Ahora mismo se encontraba arreglando todo para la tarde. Subió a su habitación y tomo una ducha, para después arreglarse un poco, de una manera casual y una vez estuvo lista, bajo a la cocina a ayudar a su mamá con la comida.

Justo antes de que empezara a poner los platos en la mesa su hermano la llamó.

—Oye Tere, ¿puedes venir un segundo? —Dijo Ricardo asomándose en la puerta del comedor, ella asintió y fue detrás de él una vez dejo de hacer lo que estaba haciendo.

—Primero que todo, voy a vendar tus ojos—Ricardo sonrió ante eso.

—¿Es realmente necesario? —mencionó insegura.

—Claro que sí—saco una venda de su bolsillo y la pasó por los ojos de Teresa, haciéndole un nudo en la parte de atrás de la cabeza. Ricardo comenzó a caminar junto con ella mientras sostenía una de sus manos para evitar que se cayera. Pasaron segundos que, para Teresa fueron minutos, y finalmente se detuvieron en el garaje de su casa.

—De acuerdo a la cuenta de tres voy a quitarte la venda, ¿sí? —Ella asintió—Uno..., dos..., ¡tres!

Parpadeo varias veces para acostumbrar sus ojos a la luz y cuando por fin su vista se aclaró no podía creer lo que estaba viendo. Mientras sus padres y su hermano gritaban "sorpresa" ella no lograba decir alguna palabra, tenía al frente, ¡una moto scooter color azul cielo! ¡Justo como las que existía en Francia! No podía estar más feliz con eso.

Se acercó a sus padres para atraparlos con un abrazo cuando por fin pudo reaccionar al mismo tiempo que dedicaba pequeños gracias. Ya tenía un permiso para conducir desde el año pasado así que sin problema podía empezar a usarlo.

—Sabemos que querías tu propio vehículo—dijo su padre comenzando a separarse del abrazo—, y aunque no sea un auto, creo que de igual forma te gustó.

—¡Claro que me gusto! —Sonrió.

—Yo estoy aún en desacuerdo en que lo uses, pero...—mencionó esta vez su madre—si prometes usar siempre casco y protección, lo aceptare un poco más.

—No hay problema mamá, te juro que siempre me cuidaré—sonrió todavía más, volviendo a abrazarlos.

—¿No hay abrazo para tu hermano mayor? —Intervino Ricardo de manera divertida, Teresa rio y dejo el abrazo de sus padres para correr hacia Ricardo, quien extendió sus brazos y recibió a su hermano.

—Gracias a ti también, hermanito.

—No hay de qué, esto es especialmente para ti. Eso sí, te estaré cuidando, aunque tú me lo impidas—ambos rieron.

—De acuerdo—Giro sus ojos divertida.

Se separaron y Ricardo le entrego las llaves desu ahora motocicleta, dando un pequeño grito de emoción y guardándolas en supantalón, pues tenía que seguir ordenando la casa para cuando ya iniciará laverdadera celebración.

Fue bastante predecible que la primera en llegar allá sido Avril. Ella, al igual que Lazy, sólo habían estado dos veces en la casa de Teresa y no conocían más que su sala y el comedor.

Después llegaron Mark y Lazy, luego Gideon y...., por alguna razón todavía no llegaba Henry. Fue extraño para todos, a decir verdad, pero a cualquiera le podía pasar.

Todos pasaron a reunirse en la sala a platicar mientras esperaban por Henry, Teresa hacia un esfuerzo por mantenerse en la conversación de Avril y Gideon, mientras que Lazy y Mark parecían estar en su propio mundo.

Se notaba a kilómetros la desesperación de Teresa, jugaba constantemente con sus manos, su mirada parecía perdida y sus piernas también estaban inquietas y es que, ¡ya eran las tres! Llevaba media hora de retardo e incluso ya estaba perdiendo las esperanzas, ¿qué habrá pasado para que Henry decidiera no ir? ¿Por qué no le mandaba un mensaje?

Ricardo entro en la sala dirigiéndose a Teresa.

—Lo siento mucho, hermanita, pero creo que ya es hora de que comamos—ella asintió sin ánimos levantándose de su lugar.

—Bueno, creo que... ya es hora de comer—dijo hacia todos tratando de sonreír, cuando claramente quiera llorar.

Todos asistieron en silencio sabiendo,especialmente Lazy y Avril, que ella no se sentía bien.

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