2. HORA DE IRNOS

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Papá de Catalina en multimedia.

CATALINA POV'S:

Los molestos rayos de sol que entraban por mi habitación interrumpieron mi intento de seguir descansando plácidamente en mi cómoda cama.

Traté de cubrir mi rostro con ambas manos y poder abrir mis ojos sin problemas. Cuando logré que el sol deje de ser una molestia para mi vista, observé la hora en mi reloj de pingüinos. Eran las ocho de la mañana.

Tuve que apresurar el paso ya que en pocas horas íbamos a viajar hacia New York.

Me levanté de mi cama aun con algo de pereza y luego de una de mis duchas diarias, me vestí con ropa cómoda para el vuelo. Una camiseta color rosa pastel, un buzo y mis zapatillas negras bastaron para completar mi holgado vestuario.

Me maquillé el rostro, sin exagerar, como todos los días y alisé mi cabello de manera cuidadosa, evitando quemarme con el artefacto que era de gran ayuda para lograr mi objetivo. Cepillé mis dientes y fui hacia el primer piso de la casa.

—¡Hola! —dije alegremente viendo como todos estaban terminando de desayunar.

—Hola, Cata —saludó Beily al verme aparecer.

Robert me miró y agitó su mano, generando en mí una leve risa por su particular saludo. Ya se le estaba haciendo costumbre saludar de esa forma para evitar perder valioso tiempo de su desayuno.

—Hola, pequeña —dijo papá dejando a un lado el periódico que estaba leyendo y centrando su atención en su desayuno.

Papá no era fan de leer, pero le gustaba mucho la política. Por ello, solía sacrificarse revisando el periódico por las mañanas y así lograr estar al tanto de lo que pasa en nuestro país.

—Hola cariño —habla mamá con un tono suave y me dedica una cálida sonrisa.

Siempre habla con ese tono característico. Lo que provoca que quiera tratarla con delicadeza. Como si representara la rosa más bella y frágil de un gran jardín de flores.

—Pequeña, luego de desayunar alista todas tus cosas con tiempo para que no te olvides de nada. Mateo ya vendió esta casa y hoy nos vamos a New York por la tarde —informó mi padre mientras que yo empezaba a desayunar.

Mateo es el representante de papá. Es el encargado de todos sus asuntos y en parte, de los nuestros. Tiene 19 años y es súper buena onda. Papá lo contrató por su eficacia, a pesar de que muchos le advirtieron que no era más que un adolescente y que no realizaría bien su trabajo.

Era pura gente que, por más que lo negaran, les daba envidia el progreso de este chico. Pagaría por ver sus caras ahora que Mateo es catalogado como uno de los mejores representantes.

Mientras seguía con mi desayuno, mis padres me preguntaron si quería que haya alguna fiesta para celebrar mi cumpleaños, pero me negué rotundamente.

La mayoría de mis amigos aquí en California solo se acercaban a mí por la popularidad de papá. Así que preferí mil veces no verlos más, mucho menos, hacer una fiesta donde puedan tomarse muchas fotos con mi padre. Eso sería muy incómodo, no solo para él, sino que también para mí.

Centré mi atención en empacar todas mis cosas y arreglar el contenido de mi maleta lo mejor que podía para evitar que se maltrate mi ropa. Así mismo, guardé muchos de mis accesorios en pequeños bolsos para que no sufran daños en el viaje.

Una vez que logré terminar de guardar todo, bajé al primer piso para ver quién más ya estaba listo y con sus cosas empacadas.

Al no observar a nadie me senté en uno de los sillones del living para esperar con la paciencia que tanto me caracterizaba.

[...]

—¡Ya estoy lista! —exclamó Beily bajando de las escaleras con torpeza por la pesada maleta que traía consigo.

Hace media hora que estábamos esperando a que guarde todo su maquillaje y ropa. Sin exagerar, creo que hemos esperado una hora, o más. Hasta que al fin se dignó a bajar.

Salimos de la casa y fuimos directo al aeropuerto con uno de los autos de papá. El cual Mateo se encargaría de que lo lleven a New York.

—Esperen aquí —señaló la sala vip de espera llena de muebles y levemente vacía de personas—. Iremos por algo para beber y comer en el vuelo —dice mi madre a lo que solo asentimos y se aleja junto a papá.

Normalmente que mi padre vaya por ahí, considerando que es famoso, generaría un gran alboroto. Sin embargo, él ya se está retirando del basquetbol y no tenía mucha fama como antes que lo perseguían a todos lados. Aunque algunas personas aficionadas le seguían pidiendo autógrafos, esto no significaba un verdadero problema.

Beily, Robert y yo nos sentamos en la sala de espera, tal y como mamá nos indicó, cada uno con su móvil y maleta al costado.

Decidí escribirles a mis mejores amigas: Almendra y Ryan. Ellas están al tanto de lo que pasó luego de que me mudé a California. Mi cambio de look, mis nuevas amistades y mi nueva familia. En otras palabras, saben todo lo que ha pasado en mi vida a pesar de estar en ciudades diferentes.

"Mejores Amigas 💘"

Cata 💜: Chicas, adivinen qué...

Almendra 💅: ¿Qué?

Ryan 😽: Chicas, estoy llegando a mi casa. En un rato les hablo.

Cata 💜: De acuerdo :(

Estaba a punto de contarle a Almendra sobre mi gran regreso, pero mis padres me llamaron para subir al avión y eso fue un gran impedimento.

Cata 💜: Luego les cuento la sorpresa que les tengo

Almendra 💅: Que no se te olvide ;)

Fue lo último que alcancé a leer antes de apagar mi móvil y guardarlo en uno de los bolsillos de mi cómodo buzo.

Me senté a lado de Beily por el resto del viaje. Mamá a lado de Robert, y papá a lado de uno de sus fanáticos. Vaya suerte.

Beily y yo nos pasamos hablando de los looks nuevos, maquillaje y, algunas prendas que estaban saliendo de conocidas marcas y nos habían encantado.

No somos fresitas, pero nos gusta vernos bien, aunque debo admitir que cuando la conocí creí que era una. Ella fue la encargada de mi cambio de look. Una decisión que decidí tomar para tratar de borrar los dolorosos recuerdos de mis padres.

Beily siempre está al tanto de la moda, ya que estudiará en la universidad de New York para ser modelo y su más grande sueño es convertirse en directora de modas. Es una chica fantástica, a veces se comporta como una auténtica fresita, pero es muy dulce y cariñosa.

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