Capítulo 17

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—Shhhh… Quédense quietos que allí viene —advirtió una voz, aterrada y que parecía de ultratumba. Supuse que podría tratarse de un espectro. ¿Qué sería? Todo a mí alrededor estaba sumido en tinieblas. Había un poco de claridad solamente en la niebla que se elevaba sobre el suelo. A lo lejos se escuchaba el sonido de agua que corría, quizás pertenecía a un río o a una fuente.

Se oyeron unos murmullos. Era un grupo de seres que no podía reconocer, aunque el sonido que hacían era similar al que había oído estando en la visión del infierno. ¿Estaba nuevamente allí? No me atreví a moverme. Un sentimiento de que había un peligro inminente me invadía, podía sentirlo, como también podía sentir el miedo en aquellos que me rodeaban. Estaban todos quietos, intentando no moverse, haciendo lo posible para no emitir ningún sonido.

“¿Quién viene? ¿A quién le temen tanto?”, me pregunté.

Todo se quedó en absoluto silencio por unos minutos, hasta que pude sentir unos pasos acercándose, caminando sobre algún charco poco profundo, viniendo hacia donde me encontraba. Podía sentir cómo el miedo ganaba fuerza. Sabía que era una visión y que nada allí podría afectarme, pero no podía evitar identificarme con el temor de aquellos que me rodeaban. Sentía una total empatía.

—No, no puedo hacerlo. ¡Me va a agarrar! —de pronto exclamó otra de esas voces.

—¡Cállate idiota! —gritó la que había hablado primero. Luego llegó el terror.

Gritos de desesperación inundaron el lugar, miles de ellos. Miles a los cuales la muerte parecía llegarles por segunda vez.

¿Qué era eso? ¡Dios! A los pocos minutos, todo volvió a quedarse en silencio. Pero esta vez no porque todos estuvieran callados, sino porque… todos estaban muertos.

Mi corazón latía intensamente con la anticipación que sentía. No sabía qué iba a suceder ahora, mas sabía que nada bueno me aguardaba. Una voz gruesa comenzó a hablar. Era Devin. Era él y de eso estaba muy segura. Pero su voz sonaba diferente.

Ahora lograba entenderlo. Estábamos en el infierno y Devin… Devin se había alimentado de las almas que allí estaban penando. Había tomado toda su energía, las había consumido por completo. ¿Quién iba a pensar que se podía llegar a morir dos veces? ¿Quién se esperaría un final semejante?

Devin comenzó a hablar pero no le entendía. Aquella era una lengua antigua, pero no era latín.

Itta san rakta. Itta lamma vitta rotta. Sakta, rapta makta. ¡Rutti roll casta!

Y cuando terminó de pronunciar esas palabras, el lugar se llenó de claridad. No porque tuviera luz propia, sino porque entraba luz del exterior. Devin había logrado abrir un portal de luz, una puerta que lo llevaba fuera del infierno. Y esa puerta se estaba cerrando progresivamente, no permanecería abierta por mucho tiempo.

El demonio no parecía el mismo de siempre. Contra su piel se formaban muecas, rostros que gritaban y se agitaban dentro de él. Eran las almas en pena de las que se había alimentado. Me di cuenta que había estado equivocada. Las almas no habían muerto: Estas vivían, pero dentro de él.

Yo sabía que Devin parecía corpóreo, pero esto era porque aún se encontraba dentro del infierno. Una vez que saliese de allí, debería encontrar un cuerpo que poseer.

Y no demoró mucho en salir. Puso su pie fuera del portal y lo siguiente que vi fue su cuerpo transformarse en un humo gris y desaparecer mientras el portal se cerraba, dejando todo nuevamente sumido en una infinita oscuridad.

***

Abrí mis ojos súbitamente. Ned y Terry estaban sentados en los sillones de mimbre. Terry tenía una laptop en su falda, mientras que Ned realizaba anotaciones en lo que parecía ser un viejo diario familiar.

Mire a mi otro costado. Allí estaba la sombra. Pude observarla un par de segundos antes de que volviera a desaparecer en el bosque. No tenía rostro, era solo una sombra con forma humana, que parecía ser alguien encapuchado. Pero en realidad no era nada más que una simple sombra.

—¿Qué es esa sombra? —pregunté cuando pude recuperar completamente mis sentidos.

—No estamos seguros —respondió Terry.

—Es algo que todo clarividente tiene por añadidura —me explicó Ned—. No es un fantasma, no es un demonio. No es nada de lo que uno pueda deshacerse. Es, digamos, lo que activa el don. Y se pasa de generación en generación. Candice la heredó de su madre.

—¡Qué escalofriante! —exclamé, aunque no me daba tanto miedo ahora. Había visto y sufrido cosas peores. Sin embargo, podía entender por qué Candice había deseado que otra persona tomase su lugar.

—¿Qué viste en la visión? —me preguntó Ned.

—Devin… se ha tragado miles de almas en pena y ha salido del infierno. —Los tres nos quedamos en silencio durante unos largos segundos.

—¡Maldición! —exclamó Ned de golpe—. No pensé que ese malnacido fuera a salir tan rápido.

—Porque no tuviste en cuenta que podía llegar a alimentarse de otras pobres almas débiles —le reprochó Terry, mientras seguía mirando la pantalla del ordenador.

—Supongo que esto hace que todo sea más difícil, ¿no es cierto? —opiné yo, tras lanzar un largo suspiro. Ned asintió.

—Devin es mucho más fuerte ahora que se ha alimentado excesivamente. Es más peligroso… Y si ya estaba demente, ahora lo estará más aún. Cuando un demonio se traga espíritus, u otros demonios menores, estos pasan a formar parte de él y, aunque él no lo quiera, en cierta forma logran influenciarlo, principalmente su mente, llevándolo a la locura.

—¡Dios! —mascullé. Realmente no quería tener que cruzarme con un Devin así. Bueno, tampoco hubiera querido tener que cruzarme con él de todas formas. Ahora se me había dado la posibilidad de reconstruir mi vida y ser feliz, a pesar de tener que lidiar con un don horrible. ¿Por qué tenía que volver Devin para arruinarlo todo? Sabía que él no me dejaría vivir en paz.

Si de una cosa estaba segura era de que el demonio no se daría por vencido hasta destruirme, como yo lo había destruido a él. Y de una forma mil veces peor. El sufrimiento que él tenía en mente para mí seguro que iba mucho más lejos de todo lo que me había hecho hasta ahora. En este momento su mente estaría llena de ideas sobre cómo torturarme, de eso no había duda alguna.

 Ahora su misión no era acabar con el cazador, ya que eso le sería prácticamente imposible desde que Ned se había iniciado;  no podía hacer nada para romper la línea actual de cazadores. Su nueva misión era destruirme, mas primero me haría sufrir en sobremanera. Me mataría lenta y dolorosamente y, tal vez luego, se tragaría mi alma para asegurarse de que no tuviese una tercera oportunidad.

Después de haber acabado con él y de descubrir que no era invencible, me había dispuesto a no temerle más. Pero ahora todo había cambiado y estaba segura de que tenía un millón de motivos para temerle. Sería difícil mantenerme inamovible si volvía a encontrarme con él.

—¿Qué miras en el ordenador? —pregunté a Terry con curiosidad.

—Las noticias —contestó.

—¿Algo interesante? —quise saber.

—Sí, tú estás en ellas —replicó con desgano.

—¿Yo? —Qué tonta. Claro que saldría en las noticias. Acababa de morir trágicamente tras haber escapado de la policía.

—Sí, tú. Pero lo extraño es que no mencionan nada sobre el cuerpo del demonio.

—¿Qué dice?  —inquirí.

—¿Estás segura de que quieres oírlo? —preguntó Terry, un poco desafiante.

—Supongo que sí —repuse. No me molestaba escuchar lo que los medios dijesen de mí. Aunque no sería nada bueno.

—El título dice: “Adolescente se suicida tras escapar de transporte policíaco. Se la encontró con un cuchillo clavado en el estómago. Había asesinado a dos amigas la semana anterior”.

—Continúa —pedí tras tragar saliva.

—No lo leeré entero —me avisó—, pero dice que se sabe que Ned te ayudó a escapar de la policía y, aunque no lo involucran con tu muerte, tiene pedido de captura.

—Genial… Ahora tendremos que evitar que se lo vea. —Yo sabía que era inevitable que la policía lo buscase. Pero también había tenido esperanzas de que lo dejasen pasar, o de que no lo hubiesen reconocido.

—También hay una foto tuya aquí —me indicó Terry—. Debo confesar que no lucías nada mal. Es una lástima que hayas tenido que dejar ese cuerpo y meterte en el de Candice. —Lo miré arrugando mi entrecejo.

—Sabes que no tenía elección —me defendí.

—Está bien, estás perdonada —repuso—. Además, has salvado a mi sobrino, así que supongo que estamos bien.

—Y Candice quería salir de su cuerpo —añadió Ned—. Encontré unas anotaciones que tenía en papeles que estaban dando vuelta en la otra habitación. Creo que estaba pensando en suicidarse… —Terry se puso muy serio al escuchar eso. Se veía que le dolía pensar que la chica que amaba hubiera considerado tal cosa.

—¿Qué decía la nota? —quise saber. Ned tomó el papel y comenzó a leer.

—“Hay cosas que se ocultan en las sombras y desde allí observan cada uno de nuestros movimientos. Cosas que es mejor ni siquiera imaginarse... porque solamente eso es lo que hace falta para que una mente débil enloquezca. Y si eres alguien que ve esas cosas día a día en todas partes, es más que seguro que tu vida se convertirá en una pesadilla de la que difícilmente podrás escapar. Y a veces quiero escapar... Pero no es tan fácil hacerlo. No es fácil ser quien soy... A veces desearía que otro tomase mi lugar...”

Tragué saliva nuevamente. Ahora comprendía por qué Candice no quería tener más esta vida. Debía estar cansada de las horribles visiones; de ver fantasmas y demonios. Seguramente lo había hecho toda su vida y ya era suficiente. ¿Podría lidiar con todo eso sin enloquecerme?

—Dicen que no se menciona un segundo cuerpo en el artículo, ¿no? —pregunté, cambiando de tema. ¿Dónde estaría el cuerpo de Devin si no lo había hallado la policía?

—Eso parece —asintió Ned—. Es extraño que la policía no haya informado sobre el segundo cuerpo. A no ser que…

—¿A no ser que qué? —pregunté preocupada.

—Que se hayan dado cuenta de que no era un cuerpo humano —continuó Terry—. En ese caso, no informarán al público sobre el incidente.

—¿Entonces iremos a la morgue de todos modos? —quise saber.

—Sí —afirmó Ned—. Es el único lugar que se me ocurre donde puede estar. A no ser que los federales se lo hayan llevado a un laboratorio para analizarlo, debe estar allí.

Miré la hora. Eran ya casi las doce del mediodía. Supuse que debía haber estado un buen rato en estado de trance.

—Pero la morgue estará cerrada recién cerca de las siete, al menos para el público porque siempre debe haber algún cuidador o alguien trabajando allí hasta tarde.

—Es cierto —respondió Terry—. Por eso ahora es imposible ir y sacar un cadáver. Debemos ir cuando haya poca gente en la calle al menos.

—¿Y sí ya ha llegado a su cuerpo? Me imagino que no necesita esperar a las doce de la noche para usarlo ahora… —opiné. Ned asintió serio.

—Ese es el riesgo. No sabemos cuándo sucederá tu visión… O si ya ha sucedido. No hay forma de saber cuándo Devin se dirigirá a la morgue. Pero es muy arriesgado ir temprano, cuando hay tanta gente allí.

—Entonces es más seguro ir más tarde —le dije—. Pero, ¿prefieren arriesgarse a que nos descubran y sacar el cuerpo a tiempo, o llegar tarde para no ser descubiertos y dejar que Devin llegue a su cuerpo? Vaya uno a saber qué tan poderoso será ahora que se ha tragado todas esas almas. —Terry suspiró.

—Can… Celeste tiene razón, sobrino —pronunció.

—Deberías quedarte aquí —opinó Ned—. Es demasiado arriesgado. Devin no podrá entrar a la casa. Aquí estarás a salvo.

—No —dije con determinación—. No te dejaré ir solo. A no ser que Terry vaya contigo.

—Yo no puedo alejarme de ti por más que quiera. Es mi deber —informó mi cuidador.

—Entonces vamos todos —decidí—. Ned podría necesitar refuerzos.

—¿Vamos ahora? —preguntó Terry, dirigiendo su mirada a Ned y luego a mí.

—Yo diría que sí —le dije—. Puedo distraer si hace falta, mientras ustedes sacan el cuerpo. Ahora durante el almuerzo será el mejor momento. Hasta es posible que no haya nadie allí por un rato.

—Está bien —aceptó Ned, derrotado—. Iremos ahora, pero si se complica volvemos a la noche, ¿está claro?

—Me parece bien —estuve de acuerdo.

—Primero deberíamos ver bien el tipo de demonio en el que Devin se convertirá al volver a su cuerpo, en caso de necesitar luchar contra él —aconsejó Terry—. Para conocer sus debilidades… y sus fortalezas.

—Hagámoslo rápido —propuso Ned, tomando el diario familiar que había estado sosteniendo, volviendo unas páginas hacia atrás—. Aquí tengo todo lo que hay que saber de demonios —dijo mientras buscaba. Terry se puso a investigar en la computadora, mientras yo preparaba algunos sándwiches para comer de camino a la morgue. Teníamos suerte de estar cerca del pueblo.

—¡Lo encontré! —dijo Ned luego de unos minutos—. No son muy comunes, pero el tipo de demonio en el que se convertirá Devin es un leviatán.

—¿Un qué? —pregunté. Nunca antes había escuchado esa palabra y mucho menos sabía lo que significaba.

—Un leviatán —comenzó a explicar Ned— es creado cuando un demonio corpóreo, como Devin, muere, se alimenta de otros demonios menores y recupera su propio cuerpo.

—¿Los leviatanes no son demonios marinos? —preguntó Terry—. Aquí en la computadora me aparecen así.

—No, para nada. Pero sí son demonios hambrientos de carne humana y de almas. Se devoran a un ser humano con piel, carne y huesos… incluyendo su alma, que queda atrapada dentro de ellos. Esta no puede salir hasta que él demonio no sea enviado nuevamente al infierno. —Me puse pálida. ¿Devin un leviatán? Me comería y atraparía dentro de su cuerpo. Definitivamente eso era mucho peor que irse al infierno.

—¿Cómo matas a un leviatán? —pregunté, esperando que hubiese una forma de hacerlo.

—No sé si será tan fácil como tocarlo y enviarlo al infierno. Primero, no podré acercarme fácilmente con lo poderoso que será. Segundo, llevará mucho tiempo porque primero hay que liberar a las almas que ha comido y recién después de eso podrá ser enviado al infierno. Será mejor quemar ese cuerpo antes de que Devin lo encuentre —opinó Ned, poniéndose de pie—.  Vamos.

—Espera —lo detuvo Terry—. ¿Algunas debilidades? ¿Algo que yo pueda usar en su contra si nos ataca?

—Aquí no dice nada. Tendremos que buscar algunos libros que hablen de leviatanes. Podemos pasar por el sótano de la cabaña, o bien por la biblioteca del padre Felipe, que en paz descanse.

—La biblioteca del padre Felipe será nuestra mejor opción —les dije mientras metía los sándwiches en una canasta—. Vamos, chicos. En media hora almuerzan todos los empleados.

Salimos de inmediato. Terry llevó el ordenador para ir viendo algunas cosas de camino y Ned quería seguir mirando su diario, así que me tocó conducir. Ned iba atrás, con un sombrero y lentes de sol, para evitar ser reconocido. Se lo veía mucho más musculoso desde que se había iniciado y tal vez unos centímetros más alto. Bien podría hacerse pasar por un primo que venía de otra parte si nos descubrían. Había cambiado tanto que no sería tan fácil reconocerlo sin verlo bien a la cara.

Conduje un poco más rápido de lo que era normal en mí, acercándome más y más al pueblo que había sido mi hogar. Al cruzar cerca de la entrada al bosque, vi a unos autos de la policía estacionados, supuse que seguían investigando la zona. Pero si había sido un suicidio… ¿por qué tendrían que investigar tanto? ¿Se trataría de otra cosa? Tal vez estarían investigando de dónde había salido el cuerpo no humano de Devin. Vaya uno a saber.

Seguí conduciendo, mientras los dos hombres empeñados en cuidar de mí hacían sus respectivas investigaciones.

—¿Vamos a la iglesia primero? —pregunté, mientras entraba al pueblo.

—No —dijo Ned, quien estaba comiéndose un sándwich—. Si vamos, podemos llegar a demorar un rato buscando el libro. Vamos directo a la morgue.

—Perfecto —dije por lo bajo y seguí conduciendo hasta llegar a aquel viejo edificio blanco donde funcionaba la morgue, ubicada a unos pasos del hospital del pueblo y a una cuadra de la estación de policía. Estacioné el auto y me quedé mirando hacia el edificio. ¿Cuáles serían los planes ahora?

—Vamos —ordenó Ned y los tres nos bajamos del auto sin demorar más tiempo.

Me sentía nerviosa al saber que allí dentro estaba el cuerpo de Devin… y al ser consciente que en ese lugar también se hallaba el mío. Era muy posible que lo viera si nos poníamos a revisar todos los cadáveres hasta encontrar el de Devin, pero esperaba ahorrarme ese mal trago.

Entramos a la morgue. En el mostrador de la recepción se hallaba un pequeño letrero que decía “Ya vuelvo”.

El pueblo era muy pequeño y era común que la gente dejase sus puestos de trabajo y saliese a comer al mediodía. En algunos lugares no quedaba nadie. Deseé que ese fuera el caso allí.

La puerta de vidrio que separaba la recepción de las instalaciones estaba cerrada con llave, como era de esperarse. Tendríamos aproximadamente una media hora para actuar.

—¿Cómo entramos? —pregunté. Terry esbozó una sonrisa torcida.

—Déjamelo a mí —dijo, mientras tomaba un alambre de su bolsillo.

“Este chico debe llevar de todo en sus pantalones y chaqueta”, pensé, ya que más temprano hasta una cuerda había resultado tener. Era un hombre preparado para todo. Supuse que, cuando uno debe tratar con demonios, esto es muy ventajoso.

En cuestión de segundos, la puerta estaba abierta y los tres estábamos adentrándonos a la morgue.

—¿Cómo haremos para llevarnos el cuerpo? —pregunté con intriga. Sabía que el cadáver de Devin no entraría en el baúl de mi pequeño auto. Además, era pleno día. No podíamos salir a la calle cargando un muerto, ¿o sí?

—No lo llevaremos a ninguna parte —contestó Ned—. Lo quemaremos aquí.

—¡¿Qué?! —pregunté sorprendida. ¿Estos chicos iban a causar un incendio dentro de la morgue?

—Es la única opción, Celeste. No podemos llevarlo a otra parte. Además, hasta que encontremos un lugar abierto para quemarlo, el demonio puede seguirnos y entrar en su cuerpo. Debemos hacerlo aquí.

—Está bien —acepté, suspirando resignada.

Entramos al lugar donde se guardaban los cadáveres. Si no lo encontrábamos allí, revisaríamos la sala de las autopsias. Era muy posible que a Devin se le estuviera haciendo una en esos momentos, pero no exactamente para descubrir la causa de su muerte.

No había muchas muertes en el pueblo, por lo que solo había diez cajas metálicas en la pared de la sala destinada para tal fin. Las tendríamos que revisar una por una.

Abrimos una, dos, tres, y ninguna contenía nada. Nada, hasta que llegamos a la cuarta. La abrimos, esperando encontrar a Devin, o a mi cuerpo, pero allí había un hombre de edad avanzada que parecía haber muerto por causas naturales. Seguimos buscando pero no había nada más en ese lugar, ni siquiera mi propio cuerpo. Ambos debían estar en la sala de autopsias.

Tragué saliva, haciéndome la idea de que tal vez encontraría mi cuerpo completamente desmembrado. No sabía por qué me daba tanta impresión si ya no lo usaría más, pero no podía evitar sentirlo como mío. Hacía pocas horas que lo había perdido.

La sala de autopsias se encontraba al lado, así que estuvimos allí en cuestión de segundos. Había dos camillas en el centro de la sala pero una sola estaba ocupada, mostrando un cuerpo cubierto, que parecía ser de mujer. Eso significaba una sola cosa: era mi cuerpo y el de Devin no se encontraba allí.

Terry iba a levantar la sábana blanca, pero lo tomé del brazo para detenerlo.

—No —le dije—. Está claro que es mi cuerpo. Vamos.

—Espera —propuso Ned—. Miremos los registros. Puede que haya algo que nos diga si otro cuerpo más pasó por aquí.

—Está bien —acepté, y comenzamos a buscar papeles que pudiesen darnos pistas para encontrar el cuerpo de Devin. Y las encontramos.

—¡Se lo llevaron los federales! —masculló Ned, frunciendo el ceño, mientras leía una planilla.

—¡Mierda! —exclamé—. ¿Ahora qué hacemos?

—No lo sé… Estamos perdidos —expresó Ned, lleno de preocupación.

—Va a ser imposible rastrear a los federales —opinó Terry, también frunciendo el ceño.

Tragué saliva, y me crucé de brazos, pero no por lo molesta que me sentía por la situación, sino porque estaba comenzando a hacer frío. La temperatura había descendido de manera brusca.

—¿No sienten frío? —pregunté.

—Yo no —respondió Ned.

—Un poco, tal vez —me dijo Terry.

Y en ese momento vi que el cuerpo que se encontraba bajo la sábana blanca, justamente el mío, comenzaba a moverse.

..................

Qué capítulo... ¿No?

Como ya les comentaba en una de mis actualizaciones de estado, esta noche me estoy yendo de vacaciones. Estoy dejando el capítulo 18 en borrador, para poder publicarlo el viernes desde otro ordenador, o desde mi celular. En caso de no poder hacerlo, por el motivo que sea, el capítulo será actualizado a mi regreso, el lunes 

¡Saludos!

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