Capítulo 24

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Unos fuertes golpes en la puerta nos despertaron del sueño profundo en el que ambos habíamos entrado. Me costó unos momentos darme cuenta dónde estaba y qué estaba sucediendo. Estaba en la cama con Ned, acabábamos de consumar nuestro matrimonio; éramos más fuertes que nunca y estábamos a punto de enfrentarnos al demonio más poderoso en existencia. Es más, yo sería la encargada de aniquilarlo, la que lo llevaría a su segunda muerte. 

Nada muere para siempre, todo pasa a alguna otra forma de vida: van al cielo, al infierno, se convierten en monstruos o reencarnan en otros seres, mas nada deja de existir completamente. Debíamos asegurarnos de que Devin dejase de existir físicamente y que su oscura alma fuese atrapada en un lugar del que nunca pudiese escapar. ¿Quién hubiera pensando que usaríamos una lámpara semejante a la de la historia de Aladino? Ese objeto sería el encargado de mantener a Devin prisionero para siempre. 

─¡Ned! ¡Celeste! ─gritó un hombre en la puerta─. ¡Ya es la hora! ─Supuse que se trataba de mi suegro. 

─¡Dios! ¡Nos hemos dormido! ─exclamó Ned, algo alarmado─. ¡Ya vamos! —gritó para que lo oyesen los que estaban fuera de la casa─. Vístete rápido, Celeste.

Salté de la cama y fui hasta el armario, donde había una gran variedad de vestimentas para mi uso. Elegí un pantalón negro y un sweater con capucha del mismo color; este tenía bolsillos grandes, por lo que pensé que quizás podría llevar la lámpara allí para ocultarla de la vista de Devin. 

Pronto ambos estábamos listos. El padre de Ned, Terry y dos cazadores de la misma edad del padre de Ned nos estaban esperando a la salida de la casa. Aún no conocía a ese par, pero se veían tan capaces de aniquilar demonios como Ned. También se encontraba allí el sacerdote, con una pequeña lámpara en sus manos. Respiré aliviada al constatar que iba a caber en los amplios bolsillos delanteros de mi sweater.

─Ten, hija ─me dijo el párroco, entregándome el preciado objeto junto con un papel antiguo escrito en latín─. Esto es lo que debes decir para atrapar al demonio. Sería bueno que te memorizases las palabras de camino. De esa forma, teniendo oculta la lámpara, puedes comenzar a decirlas y lo tomarás desprevenido. ─Le sonreí dulcemente. “Ojalá sea así de fácil”, deseé.

─Muchas gracias, padre ─le agradecí, y no pude evitar darle un abrazo. Él se quedaría en la iglesia, rezando por nosotros. Esa noche casi nadie dormiría. Los demás habitantes del predio también se quedarían rezando.

Nos subimos a una minivan blanca y salimos rumbo al gran bosque, donde Devin y Grace habían dicho que me esperarían. De camino fui memorizando las palabras escritas en el papel que me había entregado el tío de Ned y observé a la pequeña pero poderosa lámpara que llevaba en mi falda. “Tiene que funcionar”, me repetí a mí misma, “no puede fallar”.

Los hombres hacían sus propios planes sobre cómo actuar en el caso de que yo fallase. Ned me aseguró que sabría si yo me hallaba en peligro inmediato, debido a nuestra conexión, y que podría actuar a tiempo para salvarme. Todos se mostraban optimistas, aunque preocupados. No podía culparlos. Devin era un enemigo mucho más fuerte de lo que estaban acostumbrados a enfrentarse día a día y, aunque quizás no podría dañarlos, ellos tampoco podían matarlo. Sin embargo, el demonio podría matarme a mí o a la pequeña bebé. Ninguno de los cazadores podría cargar con la muerte de alguna de nosotras sobre su conciencia.  

De a poco fuimos dejando el territorio de la iglesia, con la seguridad que este nos brindaba. Los cazadores se pusieron en guardia, mirando cada uno en una dirección contraria, asegurándose que no hubiera peligro alguno.

─Todo saldrá bien ─me aseguró Ned, tomándome de la mano donde llevaba mi alianza de bodas. Le sonreí dulcemente.

─Eso espero, cielo ─contesté. Tenía ganas de abrazarlo y de no dejarlo ir pero, dentro de pocos minutos, sería dejada a mi suerte. Bueno, no tanto, porque todos estarían cerca, pendientes de mí; mas sería yo sola la que se enfrentaría a Devin. Los demás se quedarían a una distancia prudencial, lo suficientemente lejos como para no alertar al demonio. Él había sido claro: yo debía ir sola.

─A partir de aquí deberás caminar ─me avisó Grayson, deteniendo la camioneta en el camino dentro del bosque─. Estaremos atentos desde aquí. ─Asentí y le di una leve sonrisa, dispuesta a cumplir con mi cometido.

─Mucha suerte, Celeste ─me deseó Terry, sonriéndome para darme valor. Me di cuenta de que estaba mucho más nervioso de lo que dejaba ver. Las vidas de las dos personas por las que más se preocupaba estaban en riesgo y no había mucho que él pudiese hacer.

Salí de la camioneta, poniendo la lámpara dentro del bolsillo de mi enorme sweater negro. La lámpara cabía bien en la palma de mi mano. Lo que yo me preguntaba era cómo haría Devin para entrar allí dentro. Aquella era una versión reducida de lo que yo imaginaba que era la lámpara de Aladino. ¿Sabría el demonio lo que ese objeto podía hacerle?

Caminé lentamente. Aún tenía tiempo. Podía oír el sonido de aves y criaturas nocturnas en el bosque, lo que me hizo recordar el momento en el que, un par de semanas atrás, Devin había utilizado a los animales para atacarnos. Esperaba que no lo volviese hacer. En este momento ser atacada por un coyote, un lobo o un león de montaña me aterraba más que ser acosada por un demonio… tal vez porque ya era un demonio conocido, o porque yo tenía el arma para derrotarlo, pero no para defenderme contra un animal del bosque.

Pronto llegué a lo que alguna vez había sido la cabaña de Grayson, pero ni me detuve a mirarla; seguí caminando rumbo al lugar adonde había sido citada, cada vez sintiendo mis entrañas más revueltas. Esperaba que todo acabase rápido mientras luchaba contra el impulso de huir de ese lugar.

Podía oírse el llanto de un bebé, cada vez más alto a medida que me iba acercando. No podía dejar de preocuparme por el estado en el que estaría la pequeña. ¿Cumplirían la promesa de dejarla ir? Esperaba que no fueran capaces de matar a una criatura tan inocente como ella… pero eran monstruos, y de ellos se podía esperar cualquier cosa.

─Celeste… Qué gusto volver a verte ─oí decir a Devin ni bien me adentré en el claro del bosque donde días atrás ambos habíamos muerto en forma física. Miré en todas las direcciones, mas no pude ver nada. ¿Dónde estaba el demonio?

─¿Hola? ─dije, confundida.

─Aquí arriba, tonta ─habló Grace en tono burlón. Alcé la mirada y pude verlos a ambos sentados en la rama de un árbol. Devin llevaba a la pequeña bebé en brazos, la cual no podía dejar de llorar, si bien eso parecía no molestarle.

─Déjala ir ─le ordené, refiriéndome a la bebé. Debía asegurarme de que ella estaría a salvo antes de atraparlo dentro de la lámpara. El demonio se mostró pensativo y Grace frunció el ceño.

─¡Yo la quiero! ─exclamó la zombi─. ¡Ya te lo dije!

─Celeste tiene razón ─increpó él─. Cumplió con lo que debía hacer y nosotros cumpliremos con nuestra palabra… al menos esta vez. ─Grace no estaba contenta para nada… pero aparentemente no podía desobedecer las órdenes de su amo. Eso era lo que Devin era para ella.

─¿Dónde la dejo? ─preguntó.

─Al lado de la ruta y luego vuelve. Ya alguien la encontrará. ─Tragué saliva. El costado de la ruta no era el lugar más adecuado para dejar a un bebé, pero los cazadores estarían cerca, quizás incluso la  rescatarían de inmediato.

Grace la tomó y se fue con ella, corriendo, aunque no tan rápido como para causarle daño. Devin saltó desde el árbol aterrizando en el suelo. Lucía una sonrisa triunfante en su rostro.

─¿Me matarás ahora? ─pregunté. Me había memorizado las palabras y en cualquier momento podría recitarlas si me encontraba en peligro. Él comenzó a reírse a carcajadas.

─¿Matarte? Si la diversión recién comienza, mi querida Celeste. ─Devin dio un chasquido con sus dedos y caí inconsciente.

***

Me dolían la cabeza y la espalda. Mucho. Estaba acostada sobre algo frío, duro y húmedo, posiblemente una roca. Hice un gran esfuerzo por abrir los ojos, notando que mis párpados estaban pesados y que mi cuerpo demoraba en responderme.

Oscuridad absoluta me rodeaba. ¿Dónde estaba? Recordé los últimos eventos: Devin me había dejado inconsciente luego de ordenarle a Grace que llevase a la bebé a un lugar donde pudiese ser encontrada.  Yo no había alcanzado a decir las palabras que me había dado el sacerdote ya que estaba esperando a que la bebé estuviese en un lugar seguro. No quería que se cayese del árbol luego de la muerte de Devin y Grace. Si ella hubiese estado en otro lugar, posiblemente todo hubiese sido diferente.

─Veo que al fin despiertas ─dijo Devin, encendiendo una vela. Pude ver que estábamos en las profundidades de una caverna. Parecía ser una mina abandonada y posiblemente lo era.

─¿Qué quieres hacer conmigo? ─pregunté.

─Quiero consumirte toda, hacerte mía, Celeste… Me has vuelto loco desde que te conocí. Y siempre te me escapas pero ahora ya no lo harás. Serás mía hasta el final de los tiempos. ─Palidecí. ¿Qué destino me esperaba si eso sucedía?

─¿Cuánto tiempo he estado aquí? ─inquirí. Quise moverme, pero me di cuenta de que estaba atada. Tenía unas gruesas sogas alrededor de la cintura, los pies y las manos. Definitivamente no podría salir de allí por mis propios medios.

─No lo sé… una media hora tal vez ─replicó él, caminando hacia mí. Estaba tan imponente como siempre, solo que me causaba mucha impresión ver las almas que gritaban dentro de él y se retorcían. Tal vez era la única que podía hacerlo, gracias a mi don. Ellas se movían debajo de su piel, haciendo muecas contra ella. Cerré los ojos para no verlas más.

─Te causan impresión, ¿no? ─me dijo Devin, tomando mi mentón, pausando unos segundos para observarme despectivamente─. Pues deberías irte acostumbrando. ─Tragué saliva. Me estaba costando demasiado mantenerme en calma─. ¡Mírame, Celeste! ─me ordenó con firmeza. Abrí los ojos temerosamente. No era buena idea enfadarlo.

─Buena niña ─me dijo─. Ahora, bésame.

─¡¿Qué?!

─Me has oído. Bésame como lo besas a él.

─No puedo hacerlo. Deberás matarme primero ─escupí.

─Si no lo haces, le ordenaré a Grace que se coma a la niña. ¿Es eso lo que quieres? ─Sacudí la cabeza firmemente. Los labios de Devin estaban a un par de centímetros de los míos. Podía sentir su frío aliento sobre mi rostro. Mi estómago se revolvía furiosamente. ¡Dios! Necesitaba fuerzas para hacerlo. ¿Y si comenzaba a decir las palabras ahora? No… no lo haría hasta que supiese que la bebé se encontraba a salvo. Tenía que ser fuerte.

Levanté mi rostro un poco, llegando hasta los labios de Devin, y comencé a besarlo. Él rugió y me apretó contra sí mismo, besándome con pasión, sediento de mí. Yo no sentía más que asco, pero él estaba excitado. Pude sentir su miembro erecto contra mis piernas… ¿Pensaba tomarme en ese lugar? “¡Oh, Dios!”, lloré para mis adentros.

─No sabes cómo te deseo, Celeste… Tu cuerpo es exquisito, aunque sin tu alma no es lo mismo. Te tendré aquí, y luego… luego transportaré tu alma a tu cuerpo original. Serás mi esclava por el resto de tus días.

─¿Qué opina Grace al respecto? ─pregunté, intentando sonar poco preocupada.

─Ella no lo sabe ─contestó Devin─. Y es mejor que no lo sepa... porque te odia.

Sí, eso ya me lo suponía. Grace no tenía alma, pero por ser una entidad maligna era demasiado posesiva y quería a Devin para sí. Si fuese por ella, yo ya estaría muerta. Tal vez debía agradecerle a la obsesión que Devin tenía conmigo… porque si no fuese así, posiblemente mi vida se hubiera esfumado hace ya mucho tiempo.

 ─¡¿Qué es lo que dices?! ─aulló Grace desde la entrada de la cueva. Había llegado en el mejor momento. Devin se puso de pie.

─Lo siento, Grace ─dijo en tono irónico─, pero Celeste pronto volverá a su cuerpo original… y será mía, solo mía. ─La ira se manifestó en el rostro de Grace.

─¡Maldito hijo de perra! ─exclamó la zombi, lanzándose encima de él─. ¡La mataré!

Agradecí a Grace por ese momento de distracción. Era el momento adecuado para hablar mientras Devin intentaba calmar a la zombi enloquecida.

Malum creatura, malus improbus… ─no pude continuar porque se me fue la voz. Intenté seguir recitando el verso, pero mis cuerdas vocales no respondían.

─¡Cállate, estúpida! ─exclamó Devin, enojado. Tenía a Grace contra la pared de la caverna, tomándole las manos por sobre la cabeza.

─Debes matarla ─le dijo Grace, mirándolo fijamente─. Nadie te podrá satisfacer como yo… ni siquiera ella. Es demasiado pura, solo te traerá desgracias.

─No sabes lo que dices ─le dijo Devin, hablándole al oído. ¿Qué iban a hacer?

─Déjame aunque sea probar un pedazo… nada más ─le suplicó Grace, con una sonrisa malvada─. Quiero saber cómo sabe. ─Devin se mostró pensativo, lo que me preocupó en sobremanera.

─De acuerdo,  pero no la mates ─accedió.

─Gracias, amo ─le dijo Grace y se dirigió hacia mí. Pude ver el odio refulgiendo en su mirada.

─Ahora sabrás con quien te has metido ─balbuceó y, antes de que pudiese darme cuenta, me bajó los pantalones hasta dejarlos por donde las sogas rodeaban mis pies. Comencé a temblar, quería decir algo pero no podía pronunciar palabra. Estaba perdida…

Proferí un grito de dolor cuando Grace clavó sus filosos dientes en mi muslo derecho, cerca de mi rodilla, sacando un pedazo de mi carne. Se puso de pie y comenzó a masticarlo, saboreándome.

─Pruébala ─le dijo a Devin, dándole un beso con furia. Luego ambos se empujaron contra la pared de la cueva y comenzaron a desnudarse delante de mis ojos. Mi sangre los excitaba.

Mientras, yo agonizaba de dolor. La herida no era lo suficientemente grave como para matarme, pero me dolía en sobremanera y sentía como mi sangre brotaba caliente por mi pierna. Hice lo posible por calmarme. Para lograrlo tuve que cerrar los ojos para dejar de ver lo que Devin y Grace estaban haciendo. Aún me causaba impresión ver a mi viejo cuerpo teniendo relaciones carnales con el demonio y más con uno con almas que se asomaban bajo su piel.

De pronto, sentí un cosquilleo en mi rostro y abrí los ojos. Pude ver a un ángel sobre mí, aunque los fornicantes parecían no darse cuenta de su presencia.

─Estoy aquí para ayudarte ─susurró, desatando mis cuerdas. Luego puso su mano sobre mi garganta─. Ahora puedes hablar. Apúrate.

Devin y Grace estaban llegando a la culminación de su acto lujurioso, más ensimismados que antes. Aquel era el mejor momento… no volvería a cazarlos desprevenidos nuevamente. Junté coraje, e intentando ignorar el dolor que no me daba tregua, volví a hablar.

Malum creatura, malus improbus. Malus decipio, lumen carcer malum

La lámpara comenzó a iluminarse y calentarse dentro de mi sweater mientras decía las palabras que me había memorizado. Devin me oyó y se dio la vuelta para enfrentarme, aún dentro de Grace, pero no pudo hacer nada para evitar lo que iba a sucederle. Grace miró horrorizada mientras la lámpara salía de mi sweater y levitaba en el centro de la cueva. Dije las palabras finales y Devin cayó de rodillas junto con ella.

─¡NOOO! ─gritaron ambos y luego cayeron muertos. La oscura alma de Devin salió de su cuerpo y fue arrastrada dentro de la lámpara, absorbida por ella. Las almas que él había consumido se liberaron, causando una explosión tal que tuve que cubrirme los ojos. El objeto cayó a mi lado y lo tomé en mis manos. 
Me puse de pie dificultosamente y comencé a salir de la oscura cueva, que ahora se estremecía. Debía salir de allí inmediatamente si no quería que se me derrumbase encima. Caminé por un angosto y oscuro pasadizo, esquivando las piedras que comenzaban a caer.

─¡Ned! ─grité a todo pulmón, pidiendo auxilio. Necesitaría ayuda para salir de allí si es que quería salir con vida.  Todo indicaba que no sería fácil salir de esa trampa mortal. 

Las rocas caían a mí alrededor mientras, con dificultad y sangrando, me movía hacia la salida de la cueva tratando de llegar lo más rápido posible. Parecía que el pasadizo nunca iba a acabar. Estaba desesperada, sentía como mi corazón latía estrepitosamente en mi pecho. Las piedras seguían cayendo y amenazaban con enterrarme viva en aquel sitio horrible.

─¡Celeste! ─gritó una voz que me era muy conocida. Era Ned, me había oído y venía a rescatarme. Luego una piedra cayó sobre mi cabeza y me desplomé inconsciente.

***

Pip… pip… pip… Era el sonido incesante que hacía rato escuchaba. ¿Qué era ese ruido tan molesto? ¿Dónde estaba? Abrí los ojos finalmente, sin saber cuánto tiempo había estado allí. Varias personas de blanco me rodeaban.

─¡Al fin ha despertado! ─exclamó una mujer. Me di cuenta de que era una enfermera o algo por el estilo─. Llamen a su marido.

“¿Mi marido?”, me pregunté. Me llevó tiempo darme cuenta de que se referían a Ned. Me sentía mareada y aturdida.

¿Qué había sucedido? Hice un esfuerzo por recordar. Había logrado derrotar a Devin, encerrándolo dentro de la lámpara. Luego la caverna había comenzado a desmoronarse y una piedra había caído sobre mi cabeza. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?

─Celeste ─dijo Ned con una dulce sonrisa─. ¡Has despertado!

─¿Cuánto tiempo he estado aquí? ─pregunté. Estaba confundida y todo el mundo parecía sorprendido de que me hubiera despertado.

─Has estado en coma por un mes luego de que te saqué de la cueva. Por suerte has evolucionado bien… No creo que lo hubieras logrado si no… ─Ned miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviese oyendo─ si no hubiésemos consumado nuestra unión. De no ser por eso, estoy seguro de que hubieses muerto.

“¡Qué bueno! Perder mi virginidad me salvó”, pensé con cierta ironía. Le sonreí dulcemente.

─¿Llevaron la lámpara a un lugar seguro? ─pregunté. Ned asintió. Lo último que quería era que alguien dejase que Devin saliese de su prisión.

 ─Sí, está oculta en un lugar secreto y seguro dentro de la iglesia de mi tío.

─Bien… ¿Quemaron los cuerpos de Devin y Grace? ─quise asegurarme. Ned asintió.

─Sí. Mientras yo te sacaba de la vieja mina, Terry y los cazadores entraron y los quemaron.

─Bien… ─Estaba feliz que esos dos ya no volverían a ser una amenaza.

─Pero ocurrió una tragedia ─dijo Ned, y pronto su mirada se volvió oscura, llena de tristeza. Abrí mis ojos de par en par, preocupada.

─¿Qué sucedió? ─pregunté, esperando lo peor.

─Terry ha muerto…

─¡¿Qué?! ─No podía creerlo. Por más que de a ratos no lo soportaba, Terry era mi amigo; él siempre me había protegido incondicionalmente. No podía soportar la idea de haberlo perdido. Comencé a llorar amargamente, sin poder evitarlo.

─Lo siento, cielo ─intentó consolarme─. La mina se derrumbó. Los cazadores salieron intactos, debido a su fortaleza… pero Terry era un simple humano y no lo logró.

─¿Qué sucedió con la bebé? ─pregunté, preocupada por su destino.

─Está en la iglesia. Decidimos no devolverla a sus padres. Será mejor que se críe en un lugar seguro. Tus padres decidieron adoptarla.

Oír esa noticia me emocionó, aliviando un poco mi tristeza por la muerte de Terry. Me pareció algo muy tierno por parte de mis padres, criar a la niña que había permitido que yo viviera, que cumpliese mi propósito.

─Y te tengo otra noticia ─me dijo Ned, sin saber cómo proseguir─. No sé cómo lo irás a tomar…

─¿Qué es? ─pregunté.

─Estás embarazada… de un mes.

─¡¿Que estoy qué?!

─Lo que oíste… tendremos un hijo, fruto de nuestra unión. Un futuro cazador viene en camino.

Al principio no supe cómo reaccionar. Me sentía muy joven para ser madre, pero luego sentí cómo una enorme felicidad llenaba mi corazón. ¡Qué emoción! ¡Sería la madre del primer cazador de la próxima generación! Era una gran responsabilidad y también un gran honor.

Pronto saldría del hospital y las cosas seguirían su rumbo. Decidimos que lo mejor sería vivir en el terreno de la iglesia por la seguridad de nuestro futuro hijo. Una vez a la semana, Ned me acompañaría a un lugar afuera, donde trataría con los espíritus que necesitaban mi ayuda. No sería fácil, pero era mi deber… y disfrutaba ayudar a los que lo necesitaban. Cumplir esa misión era realmente lo que más me llenaba de dicha en la vida. No podía ser más feliz.

La pesadilla había terminado.

FIN

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¡Espero que hayan disfrutado este libro! Como comenté en mi perfil, adelanté la publicación del final para festejar el haber llegado a los 25.000 seguidores *baila*. El miércoles subiré el epílogo, que es lo único que queda. 

¡Hasta entonces!

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