Capítulo 23

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ned no tardó en llegar después de que le enviara un mensaje para informarle sobre la desaparición de su tío. Le conté todo lo que había ocurrido y le mostré la caja y la nota que Grace me había enviado.

—¡Es un irresponsable! ¿Cómo te va a dejar sola cuando debe cuidarte? ¡¿En qué estaba pensando?!

—Lo más probable es que quiera rescatar a la bebé. Ned, tenemos que ir a buscarlo antes de que Devin o Grace lo encuentren.  

—Tienes razón. Vamos.

Salimos juntos de la casa. Sabía que no corría peligro alguno si él me acompañaba. Ya estaba a punto de caer la noche. ¿Dónde buscaríamos a Terry? ¿Dónde podría haberse ido?

Pude ver un movimiento entre los árboles mientras subíamos a la camioneta de cuatro puertas que recientemente Ned había conseguido. Era segura y tenía crucifijos adentro, por lo cual ningún demonio podría meterse en ella.

Ned comenzó a conducir rápidamente.

—Ahora sí creo que podemos hablar —me dijo—. La zombi corre rápido, pero no más rápido que esta camioneta. No nos oirá por más que su oído sea poderoso.

—¿Adónde vamos? —pregunté.

—A la iglesia — contestó—. Tus padres y Jessica te están esperando.

—Pero… ¿y Terry?

—También estará allí. Nos hemos encargado de despistar a la zombi para que piense que estaremos buscándolo. —Pestañé, sin poder entender lo que Ned quería decir, pero pronto caí en cuenta. Ned y Terry habían planeado todo esto.

— Entonces… ¿él también estaba aliado contigo?  —pregunté confundida.

—Claro que sí, desde el principio. Ha actuado tan bien que ni tú te has dado cuenta.

—¿Crees que podremos casarnos y evitar que Devin y la zombi se enteren? —pregunté tras dar un suspiro.

—Eso creo —me aseguró—. Y esta misma noche, luego de que nos casemos, terminaremos con los dos. Mi padre y otros dos cazadores de su generación vienen a presenciar la boda. Ellos nos ayudarán.

Respiré aliviada. No había nada mejor que saber que podríamos salvar a esa niña, y que Ned y yo finalmente podríamos casarnos. Era una gran victoria, aunque aún no estaba asegurada. Ya no me sentía tan preocupada al respecto, aunque sí estaba nerviosa por el hecho de que por fin me encontraría con Jessica y mi familia. Estaba ansiosa por volver a verlos. Pero, ¿me aceptarían y querrían ahora que estaba en otro cuerpo?

En un principio ellos no creían que todo esto fuera cierto, pero Ned, Terry y el tío sacerdote los habían logrado convencer. No fue tan difícil hacerlo luego de la visita de la zombi y Devin. ¿Pero seguiría siendo Celeste para ellos, ahora que estaba en el antiguo cuerpo de Candice?

***

Luego de conducir por un buen rato a velocidades desconcertantes, Ned aminoró la marcha para entrar a un camino vecinal. Había cruces cristianas a los costados de este para evitar la entrada de los demonios al predio de la iglesia. O al menos eso supuse.

—¿Qué es todo esto? —pregunté al ver otros símbolos dibujados en el camino cada tantos metros.

—Impiden la entrada de cualquier entidad malévola —contestó Ned—. De esta forma, tanto la iglesia como el campo y las casas a su alrededor son seguras.

—¿También hay casas? —indagué.

—Sí —me respondió—, principalmente para familias que, como la tuya, fueron acechadas por demonios, y cuya seguridad está en riesgo. Habrá una casa también para nosotros si decidimos quedarnos a vivir aquí, libres de toda influencia demoníaca. Principalmente por ti y los hijos que tendremos en un futuro. Yo deberé salir de todas formas.

—Pero… ¿y qué hay de los espíritus que debo ayudar? ¿Podrán entrar? —pregunté preocupada. No podía olvidarme de ellos ya que su descanso eterno ahora dependía de mí.

—Mmm… —murmuró Ned—. No podrán entrar en estas tierras… pero ya veremos la manera de ayudarlos. De momento no te preocupes.

Asentí. El camino seguía por varios kilómetros, hasta que finalmente llegamos al lugar donde se levantaba una imponente iglesia de estilo gótico. Enormes gárgolas la adornaban. Supuse que debía tener al menos doscientos años, si no es que no era aún más antigua.

—Wow —pronuncié, quedándome boquiabierta—. Es hermosa.

—Esta es la iglesia más mística en el país y la menos conocida. Solo las personas que conocen de asuntos paranormales saben de su existencia. Además, en ella se encuentran documentos de gran importancia que se han tenido que ocultar de los demonios quienes, por su propio beneficio, buscan destruirlos definitivamente. Aquí hay tantos secretos guardados que ni siquiera puedes imaginarlo.

—Es increíble —dije realmente anonadada. ¿Sería este el lugar donde me tocaría vivir el resto de mi vida? Si era así, no me molestaba siempre y cuando pudiese seguir ayudando a aquellos espíritus que necesitaban de mi asistencia. Por lo demás, no me importaba dónde tuviese que vivir, mientras Ned estuviese a mi lado.

Él siguió conduciendo hasta tomar un camino al costado de la iglesia. 

—¿No veníamos a la iglesia? —pregunté.

—No —contestó—, aún no. Primero iremos a casa de tus padres.

La idea de que me vieran por primera vez en este cuerpo me ponía muy ansiosa, pero ya no había forma de posponerlo. Ned pronto entró a un barrio residencial. Todas las casas eran igualmente de hermosas. Se podía ver símbolos en sus paredes y en la calle frente a ellas. “Estas casas sí que están protegidas”, pensé.

Nos detuvimos frente a una que estaba pintada de amarillo. Bajamos de la camioneta y subimos las escaleras. Antes de que alcanzase a golpear, mi amiga Jessica había abierto la puerta. Se la veía ansiosa y se notaba que tenía muchas ganas de verme.

—¿Tú eres la nueva Celeste? —preguntó, observándome de arriba abajo.

—Esa soy yo —dije con una sonrisa amena, esperando la reacción de mi mejor amiga, la única que aún me quedaba viva.

—¡Ven aquí! Dame un abrazo —dijo sonriente. Nos abrazamos con fuerza. Era un alivio saber que aún podía contar con mi amiga de toda la vida—. Ni la muerte ha podido contigo, ¿eh? —me dijo bromeando.

Luego entramos a la casa. Mi familia entera estaba sentada en el living esperando. Sus rostros se iluminaron al verme.

—Pensaba que te verías diferente… —comentó mi madre, quizás no demasiado feliz al ver tantos cambios—, pero al menos estás viva, hija, y eso es lo que importa —dijo con sinceridad, poniéndose de pie para darme un abrazo.

Luego abracé a mi padre y a mi hermano. No se los veía completamente convencidos con mi nueva apariencia, pero me aceptaban y eso me hacía muy feliz.

—Me gustaba más tu cuerpo anterior —dijo Jessica—. Espero que te entre el traje de boda que he escogido para ti. Eres más alta y pechugona de lo que pensaba. —No pude evitar soltar una carcajada.

—Es cierto —estuve de acuerdo—. No te imaginas el susto que me di cuando me miré al espejo por primera vez. —Jessica comenzó a reírse.

—¡Claro que lo imagino! Ven, vamos a prepararte para esa boda.

Dicho esto, me tomó de la mano y me arrastró dentro de su habitación. Ned se quedó hablando con mis padres. Ya había entrado en confianza con ellos.

—¿Has visto a Terry? —le pregunté a Jessica, aún un poco preocupada por mi vigilante.

—¿Ese apuesto castaño de ojos verdes? —me preguntó con una sonrisa risueña. Yo asentí.

—¡Claro! ¡Cómo no verlo! —Le gustaba, mi amiga no podía engañarme.

—Es insoportable… —le advertí—. No te conviene fijarte demasiado en él.

—¿Insoportable? Pero si parece todo un dulce —replicó mi amiga—. Seguro porque es tu protector… me imagino que si fuese el mío también me parecería insoportable. Aunque puede que me aprovechase de la situación —me dijo con una sonrisa cómplice.

—Está enamorado de otra chica —le dije, tratando de convencer a mi amiga de que no era buena idea fijarse en el tío de mi prometido.

—Lo sé, pero esa chica ahora es un bebé. No podrán estar juntos en esta vida. Así que… tal vez yo tenga una oportunidad.

—No lo sé —contesté—. Supongo que le llevará bastante tiempo seguir adelante con su vida. Además, creo que le gustan las morenas pechugonas —dije con una sonrisa pícara, por lo que recibí un golpe en el brazo.

—Eso se soluciona fácil —dijo mi amiga—. Implantes mamarios y tintura de cabello.

—Como tú digas. —Estaba feliz de poder estar hablando con mi amiga como si nada hubiera ocurrido, como si ambas tuviésemos vidas normales. Jessica sería lo que traería una pizca de normalidad a mi ajetreada vida nueva. No me había dado cuenta, pero ella me hacía falta. No sabía que hubiera hecho si Ned no la hubiese salvado a tiempo de las garras de Devin.

—Bueno, apurémonos a vestirte que tu novio está ansioso de casarse contigo —dijo, sacando de su closet un hermoso vestido blanco que me dejó boquiabierta.

—Wow… es realmente… precioso —dije. Jessica realmente tenía buen gusto para la ropa.

—Y yo, como tu dama de honor autoescogida, me pondré esto —dijo sacando un vestido lila con brillos que igualaba en hermosura a mi propio vestido.

—¡Cómo vas a brillar! —exclamé—. Aunque, lamentablemente, no creo que celebremos demasiado. Luego de la boda tenemos que detener a un demonio.

—Es cierto —dijo ella con cierta tristeza en su voz. Ella había querido que mi boda fuese realmente especial—, pero quiero verme bien en las fotografías. No te casarás dos veces, amiga.

Jessica me ayudó a vestirme, me peinó y me maquilló. Realmente me veía espléndida, aunque el vestido era un poco demasiado ajustado, lo que hacía que los pechos se me saltasen un poco. El sacerdote posiblemente se escandalizaría al verme, pero eso era lo que menos me importaba.

Jessica salió a avisarles a todos que fuesen a la iglesia y tomasen sus posiciones. Pronto también saldríamos nosotras y yo me casaría con el amor de mi vida… Muy pronto también sucedería lo que más ansiaba: la consumación de nuestro amor.

***

Esa noche, en algún lugar no tan lejos de donde yo estaba, un demonio y una zombi estarían contando los minutos para acabar conmigo, sabiendo que yo no sería lo suficientemente egoísta y malvada como para dejar morir a una inocente bebé. Ellos pensarían que Ned y yo estaríamos buscando a un enloquecido Terry para que no cometiese una estupidez, y que no nos casaríamos. Todos sus planes estarían basados en esas premisas.

Pero en cambio, en este lugar nos encontrábamos nosotros, un cazador y una vidente, junto a nuestros seres queridos, a punto de casarnos. Esta boda nos llevaría a fortalecer nuestra unión en maneras impensables, tanto que nos haría casi invencibles hasta para el más poderoso de los demonios.

Eran las ocho treinta y la boda estaba a punto de comenzar. La celebración sería breve, y luego tendríamos nuestro merecido tiempo a solas. A las dos y media de la mañana aproximadamente, partiríamos rumbo al lugar donde lucharíamos contra Devin y Grace.

De hecho no estaba segura de que me fuesen a llevar ya que aún no habíamos discutido los planes. Pero, desde mi punto de vista, era necesario que yo fuese. Tal vez porque era una loca, o porque no quería perderme de nada. Sabía que era arriesgado y que era mejor dejarlo en mano de los expertos cazadores. Sin embargo, no aceptaría quedarme encerrada dentro de cuatro paredes por nada del mundo; quería presenciar el momento en el que Devin por fin dejase de ser una amenaza. Aunque por otro lado, sería un tanto extraño vivir una vida tranquila después de todo lo que ya había pasado.

Una limusina me estaba esperando en la puerta de la nueva casa de mis padres. Me encantaba que Ned hiciese todo lo posible para que yo hiciera una entrada espectacular a mi boda;  este realmente sería un día memorable.

—Toma —me dijo Jessica, alcanzándome un ramo de flores blancas. Ella lucía hermosa—. Ahora sí, vayamos a tu boda.

Ambas subimos a la limusina luciendo nuestras mejores sonrisas. Pronto esta se puso en marcha y lentamente nos llevó hasta la puerta de la enorme iglesia. Me bajé nerviosa, mientras mi padre me esperaba en la entrada para llevarme hasta el altar. Seguramente era extraño para él ver a su hija casarse en otro cuerpo, pero a mí me alegraba mucho saber que mis padres me querían de todas formas y que sabían aceptarme como era.

Jessica entró primero y se puso frente a Terry, quien era el padrino de la boda. Mi padre caminó conmigo hasta donde Ned me esperaba, mientras sonaba la marcha nupcial. No pude evitar sonreír mientras él tomaba mi mano firmemente. Nos pusimos delante del altar, detrás del cual se encontraba el sacerdote, el tío de Ned, un hombre regordete de unos sesenta años, quien supuse debía ser su tío abuelo y no el hermano de su padre.

La ceremonia comenzó. El sacerdote dijo palabras muy bonitas sobre el amor y la fidelidad, aunque también habló sobre la unión que mantienen un cazador y su elegida. Todos los presentes estaban al tanto del tema por lo que era seguro hablar de ello.

—En todo tiempo y lugar, el cazador y su elegida estarán unidos y serán capaces de fortalecerse, aunque no estén presentes en el mismo lugar físico. Podrán sentirse el uno al otro y el amor que se tendrán será incomparable a otros…

Sus palabras me tenían completamente emocionada, y ya no podía esperar más para sentir todo aquello tras consumar mi amor con Ned.

El sacerdote seguía hablando, yo me limitaba a sonreír, sintiendo que todo debía salir bien y que nada malo nos sucedería. “Todo saldrá bien”, pensé. Debía ser positiva.

—Ned Thomas —dijo el sacerdote dirigiéndose a mi prometido—. ¿Aceptas a Celeste Gómez como tu legítima esposa? ¿Prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

—Sí, acepto —contestó Ned, sin dudarlo.

—Y tú, Celeste —continuó el sacerdote—. ¿Aceptas a Ned como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

Mientras el sacerdote hablaba, vi algo moverse detrás de él. ¿Qué podría ser aquello? Claro… era la sombra, y estaba aquí para mostrarme algo. ¿Pero podría al menos esperar a que mi boda terminase?

—¿Celeste? —me llamó la atención el sacerdote, haciéndome volver a la realidad. Aún no había contestado, y se estaba preocupando.

—Sí, acepto —respondí con una amplia sonrisa.

—Ustedes han declarado su consentimiento ante la Iglesia. Que el Señor en su bondad fortalezca su unión para llenarlos a ambos de bendiciones. Lo que Dios ha unido, el hombre no debe separarlo.

—Amén —contestaron todos. Yo me sentía extraña. ¿Me iba a desmayar en cualquier momento? Esperaba que no fuera así.

Lo siguiente ocurrió con mayor rapidez. Una niñita trajo los anillos de boda, los cuales el sacerdote bendijo con agua bendita.

—Señor, bendice y consagra a Ned y Celeste. Que estos anillos sean un símbolo de fe verdadera entre ellos y un recordatorio constante de su amor. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. —El sacerdote se acercó a nosotros para alcanzarnos los anillos, uno de los cuales Ned puso en mi dedo anular.

—Celeste. Recibe este anillo como signo de mi amor y fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Luego fue mi turno de poner el anillo en el dedo de mi esposo, aunque no sabía muy bien qué decir y tuve que luchar para recordarlo.

—Ned. Recibe este anillo como símbolo de mi amor y de mi fidelidad. En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo —Sonreí mientras lo hacía, y nuestras miradas se entrelazaron. Ya faltaba poco para que todo terminase.

El sacerdote nos bendijo a ambos. Pronunció algunas palabras más, hasta que finalmente dio el cierre, diciendo lo que todos estábamos esperando:

—Puede besar a la novia.

Ned me tomó por la cintura y me atrajo hacia sí, llevando sus labios hacia los míos, uniéndolos en un profundo beso. Ya podía sentir la unión que teníamos, la energía que corría del uno al otro… aunque esa unión se acentuaría una vez que el matrimonio fuese consumado.

Nos dimos la vuelta para salir de la iglesia. Vi nuevamente a la sombra, esta vez recorriendo la parte trasera de la iglesia. ¿Qué hacía allí? Y de pronto, cambió de rumbo y se dirigió directamente hacia mí. Caí al suelo inconsciente.

***

Abrí mis ojos en una habitación blanca. Estaba sentada en una silla, frente a una mesa del mismo color, y frente a mí estaba sentada una mujer de tez morena. Era bastante parecida a Candice, me recordaba a una imagen de su madre que había visto entre sus pertenencias. ¿Acaso ella era su madre?

—Hola, querida —me saludó la mujer—. Me alegro de poder hablar contigo.

—Hola —respondí al saludo—, pero lamento decirle que no soy Candice. No sé por qué habría de querer hablar conmigo.

—Ya sé que no eres Candice —dijo la mujer—, mas no te he llamado aquí porque quería ver a mi hija, sino que, como eres heredera del linaje de mi familia estás conectada a mí de todas formas, y debo advertirte sobre lo que ha de suceder.

—¿Qué ha de suceder? —pregunté, tragando saliva.

—Esta noche morirás, a no ser que logres cambiar el transcurso de las cosas.

—¿Qué es lo que debo hacer? —pregunté, muy preocupada ante tal presagio.

—Por nada del mundo deben tratar de matar al demonio… ni siquiera deshaciéndose primero de la zombi.

—¿Por qué no? —pregunté sorprendida.

—Porque él volverá al infierno, de dónde volverá a salir rápidamente, y todo se volverá a repetir hasta que él logre acabar contigo.

—¿Cómo debemos detenerlo entonces?

—Atrapándolo.

 —¿Y cómo se atrapa a un demonio como Devin? —pregunté, pero pronto todo comenzó a verse borroso y estaba de nuevo en mi cuerpo, abriendo los ojos. Ned me estaba sacudiendo.

—¿Estás bien? —preguntó. Yo asentí.

—Sí, estoy bien… pero debemos cambiar nuestros planes. Urgentemente.

—¿Cómo que debemos cambiar de planes? —preguntó Ned. Lo que le había dicho lo había inquietado—. ¿Has visto el futuro? —Sacudí la cabeza.

—No, no vi nada de eso. Pero he hablado con alguien de confianza.

—¿Con quién? —preguntó mientras me ayudaba a ponerme de pie. Todos los que estaban dentro de la iglesia no podían dejar de mirarnos, curiosos por saber lo que sucedía. Un hombre de unos cuarenta años, muy parecido a Ned se nos acercó. Supuse que era su padre.

—Con la madre de Candice —contesté—. Me advirtió que no matemos a la zombi para destruir a Devin ya que eso solo lo enviará nuevamente al infierno pero no de forma permanente. Él volverá hasta que haya acabado conmigo.

—Eso no sucederá. Tú te quedarás en una casa dentro del predio de la iglesia, y Devin nunca podrá acercarse —replicó Ned. Sacudí la cabeza al oír su respuesta.

—Sabes que no podrás mantenerme aquí por mucho tiempo, Ned. Yo tengo una misión… debo ayudar a aquellos espíritus que aún no han seguido su camino, pero ellos no pueden entrar a este lugar. —Ned se mostró pensativo.

—¿Y qué es lo que sugiere Sonya? —preguntó. Me imaginé que ese era el nombre de la madre de Candice.

—Que lo atrapemos… pero no alcanzó a decirme cómo porque me desperté del trance.

—Yo sé cómo hacerlo —interrumpió el padre de Ned, con el rostro severo y sabio.

—¿Cómo, Grayson? —preguntó Terry, acercándose a nosotros.

—Con una lámpara.

—¡¿Una qué?! —pregunté atónita.

—Una lámpara, como la de Aladín. Los árabes las utilizan para encerrar demonios dentro de ellas. Ellos los llaman djins, o genios, pero son lo mismo… son demonios como cualquier otro y también pertenecen al infierno. Estas son lámparas sagradas con inscripciones dentro, preparadas previamente para cada demonio en particular. No sirven para cualquier otro.

—Si atrapamos al demonio, ¿también terminamos con la zombi? —pregunté esperanzada.

—Sí —contestó mi suegro—. Una vez que la chispa de vida abandone al demonio, la zombi caerá muerta, valga la redundancia. Después, podremos cortarlos a ambos en trozos  y los quemaremos para asegurarnos de que esos cuerpos no puedan volver a la vida.

—El problema es dónde encontrar una lámpara a estas horas —dijo Ned, quien obviamente nunca antes había usado una.

—Eso no es problema, hijo —contestó el sacerdote—. Aquí tenemos unas cuantas sin usar.

—¿Es seguro? ¿Eso de usar una lámpara? —preguntó.

—Claro que sí —replicó Grayson—, siempre y cuando a nadie se le ocurra leer las inscripciones en su exterior.

—¿No era que debía fregarse la lámpara? —pregunté, confundida. Grayson se rió.

—No, querida. Se leen las inscripciones en voz alta. Pero pocos conocen el idioma en el está escrito. Además, todas las lámparas con demonios son guardadas en un lugar seguro dentro de este predio. Ningún demonio puede entrar a rescatar a uno de los suyos.

—Suena bien —estuve de acuerdo—. Pero… ¿por qué no se les ocurrió antes? —Ned tragó saliva. Me percaté de que se había puesto pálido.

—Porque hay que acercarse al demonio para poder recitar el encantamiento que lo encerrará dentro de la lámpara, que uno debe llevar consigo, aunque no necesariamente en las manos.

—Y ningún cazador podrá acercarse a un demonio tan poderoso como este y estar cerca de él durante el tiempo suficiente como para poder recitar el encantamiento y atraparlo —añadió Grayson con un tono serio—. El demonio huiría antes de que pudiera hacerlo.

—Es por eso que la idea no se me ocurrió —explicó Ned—. Deberías enfrentártele tú para atraparlo, Celeste.

—¡¿Qué?! —pregunté. ¿Iba a tener que acercarme a ese demonio asqueroso nuevamente? El solo pensar en presentarme ante él me enfermaba, me revolvía el estómago.

—Sugiero que vaya otra persona, padre —pidió Ned—. No podemos arriesgar a Celeste… no podemos perder una clarividente más, no como pasó con Sonya.

—No nos queda opción, hijo… sabes las cosas de las que son capaces los leviatanes. Este volverá cada vez más fuerte, cada vez absorberá más almas y destruirá todo a su paso. A veces hay que hacer sacrificios. Además… si Sonya le ha sugerido que hagamos eso, eso quiere decir que es una buena idea.

—Está bien —aceptó Ned, dándose por vencido—. Pero nosotros la seguiremos, para salvarla en caso de que algo malo suceda.

—Estoy de acuerdo, hijo —dijo Grayson, tomándolo del hombro—. Ahora vayan ustedes dos a estar solos. Celebraremos la boda mañana, cuando el demonio haya sido derrotado. Son casi las diez de la noche. A las dos y cuarto saldremos de aquí para ir al lugar del encuentro.

—Yo prepararé la lámpara y todo lo necesario mientras tanto —se ofreció el sacerdote, con una mirada tranquilizadora.

—Nos vemos más tarde entonces —se despidió Ned, y luego comenzó a guiarme fuera de la iglesia.

Iba a enfrentarme a uno de los demonios más poderosos de la tierra en solo cuestión de horas. Estaba muy nerviosa pero, sin embargo, no podía esperar para estar a solas con el hombre que estaba a mi lado. Él me hacía sentir bien. Sentía un magnetismo extraño que me atraía a él sin darme la posibilidad de luchar contra esa atracción, cosa que tampoco pensaba hacer.

Sin lugar a dudas, esta sería una noche interesante.

Entramos a la limusina, la cual nos llevó casi hasta el final del barrio privado, donde se elevaba una hermosa casa color rosa de dos plantas. ¿Era esa la casa que Ned había preparado para nosotros?

—Wow —pronuncié asombrada—. Es impresionante.

—Este puede ser nuestro nidito de amor —me dijo, ayudándome a bajar de la limusina. Sonreí.

—Me encanta, pero sabes que tendré trabajo que hacer —le recordé.

—Ya le buscaremos la solución a todo —me tranquilizó, dándome un suave beso antes de subir conmigo los escalones delante de la casa. Luego abrió la puerta, y me alzó en sus brazos, cruzando el umbral conmigo de esa manera.

Ned encendió las luces, dejando ver el interior de la hermosa casa. Sus muebles eran antiguos, bellísimos. Nos encontrábamos en una gran sala de estar que era todo un lujo, no me quería imaginar lo que sería el resto de las habitaciones.

Mi ahora marido cerró la puerta, empujándola con el pie izquierdo, y siguió caminando hacia nuestra habitación. Entramos y Ned no tuvo que encender la luz ya que la habitación estaba completamente iluminada con velas. La enorme cama, que estaba en el centro, tenía un cobertor blanco y estaba cubierta con pétalos de rosas rojas. Había un sofá blanco contra la pared a la izquierda de la cama, un armario antiguo con un enorme espejo, una cómoda del mismo diseño y una alfombra de piel blanca en medio de la habitación. Una puerta daba a nuestro baño privado.

Ned me dio un dulce beso en los labios antes de depositarme sobre la cama, acostándome en ella. Ambos estábamos nerviosos, pero no podíamos esperar más. Era hora de que sucediese lo que iba a suceder. Lo necesitábamos.

Él se recostó suavemente sobre mí, apoyándose sobre sus manos para alivianar su peso, y comenzó a besarme suavemente. Mi cuerpo temblaba ante su contacto, anticipándose al momento en el que finalmente sería suya. Sus manos comenzaron a trabajar, desatando los cordones que ataban el ajustado corsé de mi vestido blanco. Pronto ambos estábamos solo en ropa interior, envueltos en un mar de sensaciones al comenzar a explorar nuestros cuerpos.

Simplemente me entregué a la experiencia, sintiendo que era increíble lo que estaba sucediendo, la manera en la que me sentía atada a él, parecía que hasta incluso podía saber lo que él haría, dónde me tocaría antes de que lo hiciera… no tenía palabras para describirlo. Y  ¿cómo describir el momento en el que nos unimos y  finalmente fuimos uno solo?

Su cuerpo y el mío, su energía y la mía, sus pensamientos y los míos mientras nuestros cuerpos exploraban el más infinito placer entre las sábanas de nuestra nueva cama. Esos fueron los mejores minutos de mi vida… minutos que hacían que todo hubiera valido la pena, y que la idea de arriesgar mi vida nuevamente no me causara tanto pesar. Mi corazón estaba rebosante de felicidad y mi cuerpo se encontraba repleto de fuerzas y energías.

Podía hacerlo… sabía que podía hacerlo. Todo era posible para mí en esos momentos. Me sentía todopoderosa.

Minutos más tarde nos quedamos dormidos cada uno en los brazos del otro, descansando por unos momentos antes de tener que enfrentarnos a Devin… Si teníamos suerte, por última vez.

.............................

¡Hola! Espero que hayan disfrutado este capítulo :D El próximo será el último, y luego solo queda un epílogo. 

¡Que tengan un excelente fin de semana!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro