Capítulo 22

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Me levanté consciente de que era mucho más tarde de la hora a la que solía despertarme. Ned me había dejado dormir más de la cuenta. Caminé en mis pijamas hasta la cocina ya que podía oír ruidos provenientes de allí. Esperaba encontrarme con él, pero en su lugar estaba Terry, quien se paseaba por el lugar cual león enjaulado. Era obvio que Ned le había contado todo sobre mi sueño. Terry ahora no tenía dudas de que Candice se había encarnado en una bebé, y  también sabía que el malévolo Devin había dado con ella. Estaba claro que se sentía impotente porque no podía hacer absolutamente nada para salvarla. Solo restaba esperar y planear estrategias en caso de que tuviéramos que enfrentarnos a los dos malvados.

—¡Al fin te despiertas! —exclamó impaciente.

—Buenos días —dije, enfatizando el saludo que él no me había dado, mientras abría la heladera para ver qué podía desayunar.

—Buenos días —añadió él, casi a modo de disculpa—. Te he estado esperando.

—¿Dónde está Ned? —pregunté, sacando una ensalada de frutas. Desde que estaba en este cuerpo, sentía un deseo constante de comer alimentos frescos, en su mayoría crudos. Comía frutas y verduras como nunca antes.

—Ha salido a hacer preparativos para esa boda sorpresiva que decidieron tener —contestó Terry con seriedad—. Quiero hablar contigo.

—¿Sobre qué?

—Sobre el sueño que tuviste anoche…

—No sé qué más pueda contarte a ti que no le haya dicho a Ned —repuse. Realmente no tenía ganas de revivir aquella pesadilla.

—Sí, lo sé. Pero… ¿recuerdas algo específico sobre la cueva donde ellos estaban?

—Era una cueva con una entrada angosta y larga —expliqué—. No recuerdo mucho más que eso.

—Hay un complejo de cuevas cerca de aquí, pero el problema es saber cuál de todas ellas es—dijo suspirando—. ¿No recuerdas nada antes de haber entrado en ella?

—No —dije, sacudiendo la cabeza—. El sueño comenzó cuando Grace ya estaba adentrándose en la cueva. No tengo forma de saber cómo llegar allí, ni cómo se ve por fuera. ¿Acaso estás pensando en ir? —pregunté, pensando que Terry estaba loco si siquiera consideraba arriesgarse de esa manera.

—Con cada segundo que pasa son menores las posibilidades que tenemos de salvar a esa bebé —me dijo angustiado—. Y no solo la matarán, sino que ese demonio maldito se tragará su alma. ¡Y eso no lo podemos permitir!

—Y no lo permitiremos, Terry. Lo prometo —dije haciendo un esfuerzo por calmarlo.

—Ya no puedo esperar más… Sé que Devin querrá usar a la pequeña para atraerte a ti. Temo que terminemos perdiéndolas a ambas.

—Tranquilo —dije apoyando mi mano derecha sobre su brazo izquierdo.

—Lo peor es que si los matamos… ¿Cómo haremos para saber dónde está la bebé? —preguntó. Estaba menos inquieto, pero en su interior seguía igual de atormentado.

—Roguemos para que cuando debamos enfrentarlos sepamos su paradero. Confío en que la sombra me lo hará saber a tiempo.

—Espero que no te equivoques —me dijo; yo esperaba lo mismo.

Luego dejamos de hablar de aquello y comenzamos a trabajar. Teníamos varias personas a las que llamar ya que no queríamos decepcionar a ninguno de los espíritus que habíamos estado ayudando.

A esta altura tenía sentimientos encontrados, por un lado miedo por lo que podría suceder si Devin aparecía; nervios y emoción por la boda y lo que vendría luego si todo salía bien; y terror por lo que podría sucederle a esa pobre criatura si no lográbamos rescatarla a tiempo. ¿No sería mejor suspender la boda hasta que todo estuviese bien?

Era posible que en esos momentos nos estuviesen observando. La zombi seguro estaría rondando por allí; lo bueno era que no le era posible entrar a la casa a hacernos daño, pero lo malo era que ni Terry ni yo podíamos salir mientras Ned no estuviese. Ninguno de los dos podría enfrentarse a Grace y salir invicto. Y ni pensar en enfrentarnos a Devin si él llegaba a aparecer.

***

A media tarde sonó el teléfono. Me pregunté quién sería. No solía recibir llamadas.

—¿Hola? —dije tras levantar el tubo.

—Hola, cielo —respondió Ned del otro lado. Me alegré de oír su voz tras varias horas sin verlo. Pero antes de que pudiera contestarle, él continuó hablando—. No digas mi nombre, quédate en silencio y escucha lo que voy a decirte. Estás siendo vigilada así que no puedes decir nada que comprometa nuestros planes. Ahora fingiremos tener una discusión en la que te digo que suspendemos la boda. Incluso Terry debe creer que es cierto. Empieza ahora, dime algo relacionado a que la boda se suspende…

Debería ser buena actriz y dar lo mejor de mí para que tanto Terry como Grace, donde fuera que estuviera oyéndonos, me creyesen. Suspiré y junté el valor para actuar como la situación lo requería.

—¡¿Cómo que ya no nos vamos a casar?! ¡Necesitamos afianzar nuestra unión si es que queremos vencer a ese maldito demonio! ¡¿Qué?! ¡¿Qué nos vamos a tener que mudar?! —hice una pausa.

—Bien, vas bien —me contestó Ned, animándome a seguir con mi dramatización.

—¡No podemos dejar a esa bebé a su suerte! —pausé a modo de fingir que Ned me contestaba—  ¡¿Cómo que no nos interesa?! ¡No puedo creer lo que me estás diciendo!

—Sigue —me indicó Ned desde el otro lado de la línea.

—Está bien… como tú digas. Más tarde hablamos —Ya se me habían acabado las ideas sobre qué argumentar.

—Ahora corta el teléfono. Nos vemos en un par de horas. —Hice como Ned me dijo y corté sin despedirme, fingiendo ser presa de la ira. Supuse que debía actuar de ese modo para que incluso Terry me creyese.

—¡¿Mi sobrino está loco o qué?! —vociferó, mientras daba un golpe en seco sobre la mesa, lo que hizo que el florero que estaba sobre ella se desplomase en el suelo. Me esforcé por ocultar mi triunfo, ya que había logrado mi objetivo: Terry me había creído.

—No sé qué es lo que está pensando, pero supongo que ha de tener un buen plan en mente —dije, en cierta forma defendiendo a mi prometido. Por más que supuestamente estuviese enojada, también debía demostrar mi apoyo.

—¡No lo defiendas ahora! ¿Acaso no le importa la vida de Candice? ¡¿Quién es él para jugar a ser Dios?!

—Luego lo hablaremos con él, ¿está bien? – exclamé irritada.

—¡Juro que buscaré la forma de matarlo si no salva a esa bebé! —gritó Terry, ya asustándome un poco. ¿En qué lío me había metido Ned? ¿Cómo haría para controlar su enojo? Terry realmente podía llegar a ser impulsivo cuando estaba enojado.

—Confiemos en que tiene otros planes mejores —dije en tono calmado. Cuando hablaba de esa manera, todos a mí alrededor parecían calmarse, incluso los espíritus nerviosos. Esa era otra habilidad que parecía haber adquirido desde que había entrado a este cuerpo. Terry asintió y procedió a sentarse en uno de los sillones. Estaba luchando para controlar su exasperación.

Caminé hacia la ventana y miré hacia afuera. Sabía que en algún lugar entre los árboles se encontraba mi antiguo cuerpo reanimado, que ahora era una hambrienta zombi carente de alma que no dudaría un segundo en devorar mi corazón.

De pronto, vi a una camioneta blanca acercarse a mi casa. Era del correo. ¿Qué podrían estar trayendo? ¿Alguna cosa que Ned había enviado, tal vez?

—¿Quién es? —preguntó Terry, sin levantarse.

—El correo —contesté, viendo al conductor bajarse de la camioneta.

—Seguro es para ti —contestó—. ¿Qué será?

—No lo sé. El hombre está bajando una caja envuelta en papel de celofán dorado. Parece un regalo.

Pronto oímos un golpe en la puerta. No sabía si enviarlo a Terry o abrir yo pero, considerando que aquella era mi casa, supuse que yo debía atender.

—Buenas tardes —saludé al cartero con una amable sonrisa. Él estaba parado frente a la puerta, delante de la cual había dejado el paquete. Era demasiado grande y pesado para sostenerlo en brazos por demasiado tiempo. En sus manos tenía unos papeles que yo debía firmar.

—Hola, Candice —me saludó el hombre quien, obviamente, ya me conocía—. Nos han dejado este paquete para ti. Firma aquí  por favor.

—Claro —dije.

—Que tengas un buen día —se despidió el hombre antes de darse la vuelta para volver a su camioneta.

El paquete estaba esperando en la puerta. “¿Qué habrá ahí adentro?”, me pregunté. Estaba a punto de dar un paso fuera de la casa para entrarlo cuando Terry me tomó firmemente del brazo.

—Ni se te ocurra salir de esta casa —me advirtió con mucha seriedad.

—No puedo dejar el paquete afuera —me quejé.

—Lo entraremos, pero nadie puede salir. Esos demonios pueden aprovechar cualquier momento para arrastrarte y llevarte con ellos. No lo voy a permitir. Deja que lo entre yo.

—¡Tú tampoco deberías salir! —exclamé. No quería que nada malo le sucediese a mi vigilante, por más que a veces me pareciera insoportable y demasiado sobreprotector.  

—Tranquila —contestó—. No necesito salir de la casa para entrar esa caja. Hay que tener un poco de astucia e imaginación para todo. —Esa frase casi me hizo reír.

—Bueno, quiero verte entrar la caja sin dar un paso afuera entonces —lo desafié, cruzándome de brazos. Terry me dirigió una sonrisa cómplice y caminó hasta la cocina, trayendo la escoba.

—Mira y aprende —me dijo, y enganchó la caja con la escoba, arrastrándola dentro de la casa en solo unos segundos, y luego cerró la puerta—. Pesa mucho —se quejó—, me pregunto qué será.

—Yo también —dije con curiosidad. Busqué etiquetas que nos dieran una pista sobre semejante paquete antes de abrirlo, pero no había nada que indicase qué traía aquello ni quién era el remitente. Por un momento pensé que tal vez era el vestido de novia que usaría en mi boda; posiblemente Ned me lo había enviado antes de hacerme la llamada, pero pesaba demasiado como para ser un simple vestido.

¿Y si no era de Ned? ¿Y si era de otra persona? ¿Y si quien lo había enviado no era exactamente una persona? Ya no sabía si quería abrir esa caja o no.

La curiosidad me pudo. Desaté las cintas que la aseguraban y la abrí cuidadosamente. Lo que vi allí me dejó horrorizada…

Una… dos… tres… cuatro… cinco… cinco cabezas humanas.

—¡Dios mío! —exclamé tapándome la boca, y luego corrí al lavabo a vomitar todo lo que tenía en mis entrañas. Terry se quedó revisando el contenido de la caja. Evidentemente aquel espectáculo no lo había afectado tanto como a mí.

—Aquí hay una nota —me dijo, extrayendo un papel un tanto ensangrentado.

—Léela por favor —le pedí, manteniendo la distancia. No quería estar ni a un centímetro cerca de aquel horror. Terry se dispuso a leer la nota en voz alta.

—Mi querida Celeste. Hemos oído que te casas, entonces con  Devin hemos pensado hacerte un lindo regalo. Estos son cinco de tus compañeros de curso. No imaginas la cara que pusieron al verme… ¿Cómo podía ser que Celeste Gómez aún estuviese con vida? Gritaron horrorizados y trataron de escaparse, mas no pudieron huir. Devoré sus corazones, pero dejé sus cabezas para ti, para que los recuerdes siempre. Supongo que no has de querer más regalos de este tipo. En ese caso si quieres que me detenga, encuéntrame en el lugar de tu muerte esta noche a las tres de la mañana en punto. Sé que también sabes que tenemos a una niña inocente que anhelo devorar. Puede que Devin la devuelva a sus padres si vienes… Si no, ella será mi festín. Te lo advierto, debes venir sola. Te saluda cariñosamente, Grace.

Terry arrolló la nota violentamente y luego golpeó la pared con ambos puños.

—¡Maldita perra muerta! ¡Yo mismo me encargaré de terminar con ella!

Yo estaba paralizada. ¿Tan poco tiempo teníamos para actuar? ¿Qué iba a hacer para salvar a esa pobre niña? ¿Acaso daría mi vida para salvarla? Y lo más importante… ¿Me dejarían hacerlo esos dos hombres que no me dejaban sola ni de día ni de noche? Necesitaba decidir qué iba a hacer lo más pronto posible.

—Tranquilo, Terry —dije para calmarlo—. Debemos esperar hasta que vuelva Ned, no creo que demore. Además, es mejor no hablar ahora porque esa zombi puede estar allí fuera espiándonos.

—Tienes razón —me dijo de mala gana—. ¿Qué hacemos con esa caja?

—No lo sé —contesté. Pero sabía que debíamos deshacernos de ella. No podíamos simplemente llamar a la policía y contarles que nos había llegado aquello. Nos meteríamos en problemas innecesarios. ¿Pero qué sucedería si la policía llegaba a casa y aún teníamos a aquello allí? Yo ya había tenido suficiente y no quería pisar una comisaría nunca más.

—De momento la dejaré en la otra habitación hasta que venga Ned y sepamos qué hacer. Lee las noticias en internet a ver si encuentras algo interesante. —Eso hice. Mientras Terry ocultaba el regalo de Grace, me puse a leer las noticias locales en mi ordenador.

“La bebé del milagro es secuestrada. Milagros Jones, la niña que resucitó tras una hora de haber estado muerta después de su nacimiento, desapareció de su cuna la pasada noche. Sus padres creen que el secuestrador entró por la ventana y que se la llevó por el mismo lugar. Ambos están desesperados por recuperar a su niña y agradecerán cualquier información sobre el caso”.

Era lógico que Devin pensara que esa era la niña en la que Candice se había encarnado… Resultaba ser que aquella bebé había nacido clínicamente muerta, pero había resucitado en la morgue una hora después. Los médicos no podían explicar lo que había sucedido. Lo que para nosotros había sido un intercambio de almas, para todos había sido un milagro. Cuando en realidad, la niña que había nacido realmente estaba muerta y ahora Candice ocupaba su lugar. Al parecer los ángeles no habían podido proteger a la niña adecuadamente y Devin había dado con ella.

Había otra noticia reciente que llamó mi atención:

“Cinco adolescentes son encontrados muertos a la orilla del río. Se encontraban acampando. Un padre preocupado porque su hijo no contestaba las llamadas fue al lugar y se encontró con el aterrador panorama. Los cuerpos estaban desmembrados. El autor del hecho se habría llevado sus cabezas y corazones. Los peritos aún están trabajando para poder identificar los miembros pertenecientes a cada uno de ellos. Crece el pánico en el pueblo por un posible asesino psicópata en serie. Se recomienda no salir a la calle por las noches hasta que el culpable haya sido aprehendido”.

Otras noticias más parecían llevar a Grace y Devin:

“Antigua iglesia al pie de la montaña se incendió a tempranas horas de la noche. El sacerdote fue encontrado en el patio con un cuchillo clavado en la espalda. Su muerte se asemeja al crimen de otro sacerdote local semanas atrás a manos de la fallecida Celeste Gómez”.

“¿Ahora Devin se dedica a matar sacerdotes?”, me pregunté. Esperaba que Jessica y mi familia estuviesen a salvo en la iglesia adonde habían sido llevados. Pensé que posiblemente Devin aún no había podido localizarlos, y que por eso estaba intentando destruir todos los refugios posibles. Yo esperaba que no tuviese suerte alguna en su nueva misión.

“Aún no se ha podido encontrar el cuerpo de la joven Celeste Gómez. Fue abducido de la morgue diez días atrás por autores desconocidos, posiblemente con el fin de vengarse por los asesinatos que la joven había cometido”.

Me reí de las hipótesis que la prensa tenía sobre mi desaparición.

“Más de siete campistas desaparecidos en la última semana. Reiteramos: se aconseja evitar los bosques. Estas desapariciones pueden estar ligadas a la tragedia de los campistas hallados esta mañana. La policía está trabajando para encontrar al responsable de estas atrocidades”.

“Les deseo mucha suerte”, pensé mientras seguía mirando las noticias. “En un cementerio del pueblo vecino esta mañana se encontraron varios cadáveres fuera de sus tumbas. La profanación de tumbas parece haberse vuelto algo común últimamente. ¿Qué rumbo está tomando nuestra sociedad?” Esa noticia ya no tenía que ver con Devin, sino con las vetalas que Ned había enviado de vuelta al infierno.

No había más nada que me interesase, así que cerré la computadora portátil y fui a ver qué demonios estaba haciendo Terry. Caminé a la habitación y vi que había dejado la aterradora caja en una esquina, pero él ya no estaba allí. Lo busqué por toda la casa y no lo encontré.  ¿Adónde había ido?

—¡Terry! —exclamé asustada. Comencé a llamarlo con mi móvil pero el desgraciado no contestaba. ¿Qué especie de estupidez estaba a punto de hacer?


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Inevitablemente... Se acerca el final. ¿Cómo va la lectura hasta ahora? Espero que la estén disfrutando :D

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