48- Olivia.

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Repentinamente alguien salió corriendo del edificio. Era una mujer humana, a excepción de su antebrazo derecho que era el de un perro flaco y de pelaje negro azabache. Ella se cubría con un delantal acartonado, manchado de aceite roja que se había secado y se veía marrón. Tenía el cabello rubio recogido en un nudo y estaba un poco excedida de peso. Sus enormes senos rebotaban de un lado a otro a cada mínimo movimiento.

—¡No pudimos prepararles el banquete! ¡Es una tragedia! ¡Se nos atascó el desagüe de la cocina! —informó alarmada, sus mejillas carnosas vibraron cuando sacudió la cabeza con angustia—. Si tan solo alguien supiera de plomería.

Tú sabes, anda, dile. Yo sé, pensó Olivia, pero no sabía.

—Yo sé —dijo.

—Yo sé —añadió Calvin al mismo tiempo.

—Yo sé —formuló Río.

—Yo sé —soltó Cer, un poco reticente, lo musitó y arrastró las palabras—. No, no sé, qué mierda Sillo nos hiciste dejar a Kal... —su voz sonaba molesta y lucida, pero rapidamente enderezó la espalda como un soldado, dio un patadon al suelo y rectificó— ¡YO SÉ!

—¡Benditos sean! —respiró aliviada, con la pata de perro en el pecho—. ¡Vengan! —les indicó, con la cabeza, el recorrido.

Estaba pidiéndoles que entraran al interior del edificio de piedra caliza.

No hubo necesidad de decirlo dos veces, todos acudieron y entraron como si fuera su propia casa. Cuando Olivia atravesaba una puerta en el palacio, los demás de la sala la recibían con una reverencia.

Pero dentro del edificio no había nadie que la esperara o al menos la respetara. La estructura pudo haber estado abandonada por veinte años que no habría diferencia. No olía a nada, mucho menos a comida, solo a lodo.

El suelo de roca pelada estaba sucio con tierra y sangre seca. Es que ahí preparan los embutidos de carne, tontita, es para el banquete, se recordó.

Había una alacena cerrada con cinco puertas y una encimera de mármol negro cubierta de sarro con una fregadera de cerámica en la esquina. Caños y tubos se retorcían debajo de la fregadera hasta llegar al desagüe. Todo estaba oscuro, con ese color que solo el tiempo y la falta de mantenimiento pueden darle a un lugar. Era como meterse en la boca de un lobo, incluso la temperatura en el interior del edificio era húmeda y fría. Olivia estaba temblando.

La cañería, concéntrate, viniste a arreglar la cañería.

Ahí estaba el problema, pensó Olivia, pero en realidad no goteaba ni veía ningún desperfecto. Ella no sabía nada de nada, como Darius y su madre que creían que se perpetuaban en el poder para amar y proteger a su pueblo cuando no lo hacían. Todo era un error.

Ellos no debían gobernar, no darían su vida por un solo habitante de Reino mucho menos por todos. En cambio, Olivia, la justa y benevolente, había arrojado una vida perfecta solo para no asesinar a un vagabundo o algún preso. Ella merecía gobernar. De ella deberían ser las vidas de Darius y mamá ¡Por qué se lo merecía! Pero en lugar de eso había caído en las manos de Kaldor.

Olivia se preguntó si al separarse de ella, Kaldor sufriría la maldición porque ya no la estaba protegiendo ¿Él podría sentir dolor? ¿Alguna vez se había enfermado? ¿Por qué lo habían dejado si eran un equipo?

¡INCLINATE A ARREGLAR LA CAÑERÍA! ¡AHORA!

Antes de que pudiera hacerlo Calvin ya se había adelantado. Se paró de cuclillas, apoyó sus dedos derechos sobre la encimera, para aferrarse y lograr equilibrio. Echó un vistazo a los ennegrecidos caños, eran de plástico y estaban podridos. Río y Cer lo secundaron, pero Sillo meneó la cabeza y los apartó agarrándolo de los hombros y girándolos para el lado opuesto. Ellos se levantaron y se apartaron dos pasos.

La mujer se había dirigido a la alacena, abrió las puertecillas con la mano humana porque la pata de perro no tenía pulgares, incluso la usaba como si fuera un muñón. Algo blasfemo, esa mujer detestaba e ignoraba esa parte de su cuerpo, era claro.

Cuando abrió la alacena Olivia vio que estaba repleta de cuchillos, navajas, hachas y espadas. Cosas filosas. Tan punzantes como su miedo. Ella sacó un machete, caminó tranquilamente hasta Calvin que no sacaba la vista de la cañería, inspeccionándola, mirándola anonadado como si fuera alguien que le hablaba.

—Creo que está perfecto, señora.

—Fíjate mejor. Detrás de ese caño robusto hay una fisura... digo está obstruido.

No había comida. Dijo que estaba preparando el banquete, pero no había comida. Ni siquiera aroma a horneado.

La mujer colocó el machete sobre la parte inversa del codo derecho de Calvin, alzó la hoja y la bajó, midiendo distancia, rozando su piel, como haría un bateador agitando su bate en al aire, calculando el tiro de gracia. Calvin tenía el brazo extendido para inspeccionar la plomería y los ojos tendidos en el desagüe.

Alzó la hoja para volverla a bajar nuevamente. Olivia era consciente de lo que estaba viendo, pero no le hacía sentir ni pensar nada, eso hubiese sido una pesadilla si no fuera que había estado toda su vida esperando esa ausencia mental tan codiciada.

Estaba y no estaba, ella no era más que un ente vacío, un jarrón sin flores, un ataúd sin muerto. Era glorioso no existir. O existir a medias, pero ahora, oficial.

La mujer bajó el machete, pero esta vez no se detuvo en la piel ni rebanó el aire, el bateador ya había encontrado la bola y no la golpeó, la perforó. La carne de Calvin se abrió como un dique de sangre o como una flor que recibe al sol. La hoja fue lo suficientemente fuerte para cercenar el antebrazo entero de un solo golpe. Un corte en limpio. Había sido un gran trabajo, el juego se había ganado.

La mitad del brazo cayó a sus pies y a Olivia le recordó un pez recién pescado, arrojado al suelo del bote para que se asfixiara. Incluso hizo el mismo ruido. Plaf.

La sangre manó presurosa de su herida, borboteó empapando la camisa de Calvin y cubrió el trozo de carne que antes había sido suyo, como si fuera un sello de propiedad.

El grito de Calvin fue más de lo que sus oídos podían soportar, al principio él solo inhaló aire y aulló en silencio, temblando, sosteniendo lo que quedaba de su brazo que era poco menos de la mitad. Pero luego estalló su bramido ensordecedor.

El aullido marcó las venas de su garganta como cuerdas de un piano y le abrió la mandíbula, pero ni siquiera eso fue suficiente para dejar salir el dolor expresado en sonido.

La mujer estiró su brazo perruno como si quisiera señalar algo y Sillo, con el mismo machete se lo cortó. La sangre que apareció en esa ocasión fue negra, ella no expresó agonía o dolor alguno, es más, curvó ligeramente la comisura del labio, en silencio. Estaba frenética. Extasiada. Feliz, como un niño en su cumpleaños.

La rapidez y sencillez con la que realizaban tales cortes dejaba claro que lo habían hecho más de una vez. La pata delgada de perro cayó al suelo también, emitiendo un ruido casi sordo, como si se cayera un trapo mojado.

Inmediatamente la mujer apartó a Calvin de un empujón con su única mano, agarró el antebrazo de él que estaba descansando en un charco de sangre y trató de encajárselo a lo que quedaba de su inmundo brazo desmembrado. Aunque Olivia no quería verlo lo vio. Le recordó a los juguetes que ella fabricaba para la caridad, aquellos que tenían piezas desmontables.

La piel de la extremidad comenzó a crecer y engullir el brazo de Clavin, fundiéndose y formando una única extensión. Se veía idéntico a una serpiente engullendo de un bocado un ratón. Como si fueran piezas de un rompecabezas ajustándose, ella logró incorporarse la parte humana de Calvin a su cuerpo. Cerró el puño moreno, giró la muñeca, agitó los dedos. Ahora era suyo. La mujer ahora estaba completa, ya no tenía ninguna parte canina, era una humana.

Su piel era blanca y la de Calvin no, por lo cual, de su hombro a dos centímetros antes del codo era un fragmento albino y el resto del brazo era de color café, se veía normal, humana completa, solo que manchada. Todo su cuerpo era de diferentes pieles, no supo cómo no lo había visto antes. Estaba compuesta de piezas humanas caucásicas, de color canela, negras, amarillas y cenicientas.

Sillo recogió del suelo el miembro canino y lo arrojó a un pote de basura que estaba escondido en las sombras. Lo hizo como si jugara a la canasta con una pelota.

—¡Vaya, miren cómo se pasó la hora! —dijo Sillo mirando su reloj—. Es hora de descansar, lamento este inconveniente, ustedes se merecían una cena de primera.

Calvin gemía, se sostenía su brazo cercenado y luchaba por incorporarse, pero resbalaba en su propia sangre. La mujer admiraba su nueva extremidad estirándola bajo sus ojos, sonriendo, meneando los dedos.

—Mañana seguimos —aclaró Sillo—. La ceremonia...

De repente una raíz abultada, del tamaño de una cama partió el suelo de loza del edificio, las rocas susurraron roncamente al resbalarse por la nueva rampa. La madera corrugada se alzó hasta casi rozar el techo, se veía como un chicón que lo dividía todo. Calvin, Sillo y Río estaban en un extremo del cuarto, detrás de la empinada barrera se ubicaban ella, Cer y la mujer.

Olivia cayó al suelo por la brusca sacudida. La raíz era gruesa en la base, pero finalizaba en una delgada rama que tenía forma de mano humana. La planta fue maliciosamente hacia Sillo, como si quisiera aplastarlo. Eso lo estaba provocando Cer, que lloraba en mitad de la habitación, abrazándose a ella misma.

—¡Están muy cansados como para hacer esto! —insistió Sillo, tratando de levantarse del suelo que se agitaba bravamente.

El piso de la habitación se inflamaba al igual que un moretón, era como si fuera a reventar en cientos de raíces. La loma en mitad del cuarto estaba casi tocando el suelo, se dilataba y disminuía su tamaño al igual que un corazón. Olivia supuso que Cer se esforzaba por demoler la casa, pero Sillo la encantaba con sus palabras y la hacía pensar que estaba agotada.

La mujer sujetó a Cer con ambas manos, una de ella... o de alguien que había tenido menos suerte y otra de Calvin. La alzó del suelo, la abrazó por la cintura y comenzó a estrujarla. Los dedos de Calvin atenazaban a Cer, la apretaban como un insecto. Pero ya no era de él, estaba en el cuerpo de esos... ladrones. Cambiaformas.

—¿Ustedes son los cambiaformas? —preguntó Olivia todavía perpleja, encerrada en su ensoñación.

Sillo resopló como si la pregunta fuera absurda, sin paciencia. Hablaba de un modo osco ¿Siempre había hablado así? ¿Cómo no lo había notado antes?

—Eso es un cuento inventado por un niño tonto. Nosotros queremos ser humanos, nada más. Y ahora deja de tener ideas propias. Estás cansada. Debes dormir. Mañana seguiremos.

Cer chillaba y trataba de luchar contra el agarre de la señora. Se revolvía con todas sus fuerzas, lanzaba patadas y sobre todo gritaba. Nadie la había escuchado jamás y ese día no era la excepción.

—¡OLIVIA! ¡RÍO! ¡NO, SUÉLTAME!

Olivia y Río. Los llamaba. Olivia quería responder, pero estaba muy cansada para eso.

—¡CALVIN!

—¡CER! —chillaba Calvin en el suelo, tratando de levantarse, pero tropezándose con las rocas, por el mareo, había perdido, seguía perdiendo, mucha sangre—. ¡SUÉLTALA! ¡CER!

—¡CALVIN!

—¡Cállate de una vez! ¡O te arrancaré los labios y te coceré el hocico de perra que siempre debiste tener! —amenazó Sillo.

Olivia recordó ese insulto. Cer lo había leído en la piel de Kaldor cuando desayunaban en la casa de la señora de alas.

«Saluda de mi parte a la señora alas ;)» Darius sabía que terminarían allí, le había enviado un mensaje de texto. Solo uno. Ninguna persona más se comunicó con ella, ni sus amigas, ni sus hermanas ¿Había sido Darius el que escribió eso o alguien le había quitado el teléfono celular? ¿Algún...?

El edificio comenzó a temblar y Olivia podía sentir que la tierra bajo sus pies se sacudía con una rabia desconocida. La pared se desquebrajó y la grieta reptó hasta el techo de piedra. Oía rugidos de madera del otro lado, como si todo el bosque bramara colérico. Los párpados habían comenzado a pesarle tanto, tanto.

El suelo se aplanó finalmente. Río ya estaba durmiendo.

Cayó de bruces al suelo revuelto por las raíces y la tierra que se zarandeaban con menos énfasis porque el verdadero levantamiento de Cer ocurría en el bosque. Trató de caminar hacia la salida. Nadie la miraba. Las piernas embotadas le pesaban toneladas.

Olivia se sentó, no iba a llegar a una cama. Apoyó las posaderas sobre la sangre de Calvin. Era como chapotear en un charco superficial. La realeza no chapotea, diría su madre. Nunca la dejó jugar en el jardín o en la tierra, ni practicar combate porque las princesas no pelean, solo gobiernan.

Él no paraba de gritar.

Olivia jamás en su vida había visto a alguien que sintiera tanto dolor. Sillo le estaba dando un brebaje para calmar los nervios y recuperar la salud, eso oyó. Calvin trataba de irse a la salida, tropezó, Sillo lo agarró del cuello, lo sometió al suelo y lo obligó a beber. Él meneaba con la cabeza y se atragantaba, la sustancia espesa y parduzca de desbordó por sus labios y reptó por su cuello. Tosió, pero Sillo continuó ahogándolo con la medicina.

Pero estaba tan cansada, solo quería dormir.

Papá siempre la despertaba de noche. Papá.

Mamá era buena para que ella fuera a dormir, los sirvientes nunca habían podido, no importaba cuantas nanas le tararearan o cuentos le contaran, pero un abrazo de mamá la dejaba noqueada. Era todo lo que necesitaba y siempre había necesitado. Pero mamá no era de dar abrazos.

Un abrazo.

Se preguntó si lo había tenido alguna vez o eran imaginaciones suyas ¿Lo tenía ahora? Cuántas cosas serían imaginaciones suyas.

Las flores no dan abrazos, tal vez por eso le gustaban.

Los gritos de Calvin y Cer. Sus gritos.

Ladrones. Pero no cambiaformas.

Le habían robado temporalmente su conciencia, le habían quitado sus sentimientos. La vaciaron como un saco. Le hurtaron todas sus emociones. No podía sentir miedo ni lastima, tristeza... o maldad.

Ojalá se los quedaran para siempre, ya no los quería.







 Sé que hoy es jueves pero hay doble actualización por ser el cumpleaños de -Ash_Sanchez-

¡Feliz cumpleaños Ash!

Lamento que te hayan tocado capítulos tan marranos jajajaja

ʕ•́ᴥ•̀ʔ

En diciembre me prometí devolverle de alguna manera todo el apoyo a mis lectores y se me ocurrió esto :v

Si quieren decirme también sus días así les hago este modesto regalito avisen :D acepto a los lectores fantasmas también >:( 

¡Buen jueves!


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