❄︎ | chapter 1: viperine tongues

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libro uno: venganza en la oscuridad
capítulo uno: lenguas viperinas
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🦅 Gran Palacio, Os Alta, Ravka Oriental

ZARIA SE PREGUNTABA SI su padre había elegido a propósito este momento para tener una audiencia con el Rey o si la fortuna simplemente se había puesto de su lado. Supuso que se trataba de un poco de ambas. Le había escrito a su familia hace una semana, avisándole lo que le habían pedido, pero arribaron a la capital más tarde de lo que había esperado. Zaria estaba segura que el plan de sus padres iba a arruinarse debido a su tardanza, sin embargo su sonrisa de suficiencia demostraba que cualquiera podía equivocarse de vez en cuando.

—¿Crees que resultará?

Edmon siempre preguntaba lo mismo. Zaria se enervaba un poco más cada vez que su hermano menor cuestionaba eso, golpeando sus manos para que dejara de jugar con las mangas de su kefta. Nadie debía ver los signos de su nerviosismo, porque delataría los del resto de su familia.

—No es cuestión de creer.

Era cuestión de que sus padres dieran los argumentos correctos y el Rey no temiera las consecuencias de sus actos. Pero eso no estaba en ella decirlo. No iba a explicarle a Edmon las intrínsecas redes conspiranoicas de la realeza cuando apenas tenía tiempo de mover sus propios hilos. Es más, su nudo más apretado se aproximaba hacia su dirección con su inmaculado traje blanco y dorado y su cabello rubio cual sol, como el de todo Lantsov.

No intercambiaron palabras, no eran necesarias, solo inclinaron la cabeza en señal de respeto mutuo y con una sonrisa que Zaria detestaba, Vasily se adentró al Salón del Trono conteniendo sus temblores y su andar extraño.

—Borracho estúpido —susurró Edmon, quien no se molestó en esperar el tiempo suficiente para que el príncipe se alejara. De igual manera, el insultado no lo oyó y Zaria no iba a reprenderlo por decir la verdad. Todo noble y grisha residente de Os Alta conocía las andadas del príncipe heredero, ocultarlas solo demostraba su mayor estupidez.

—Muchacho insolente.

Zaria cerró los ojos para no ponerlos en blanco y al voltearse, su padre y su madre estaban allí. Tal vez era impresión suya, pero los veía más arrugados y demacrados que la última vez que los fueron a visitar. Algunas mechas grises se asomaban en sus cabellos pelirrojos y las pecas de su mamá se vislumbraban con una notoriedad enfermiza. Su palidez era terrorífica, parecían fantasmas al borde de abandonar sus cuerpos mortales. Lo único resplandeciente del conjunto de sus cuerpos era la insignia incrustada en el pecho de su padre. La cabeza del león sobre Polaris, la estrella del norte. El León Estrellado. El símbolo de Veztbrot, la ciudad que gobernaba la familia Vasilyev hace más de una década debido a una innombrable tragedia.

—Si vas a hablar sobre la familia real hazlo en tu propio palacio, hijo —lo retó Samuil, acomodando el cuello de su chaleco. Zaria se dio cuenta que quería tapar su barba mal cuidada. Todo en sus padres, menos sus vestimentas, aparentaba desprolijidad.

—Fue un desliz de su parte, nada más —intercedió Zaria sin querer que los adultos empezaran con sus reprimendas tan temprano en la mañana—. El Rey y la Reina nos esperan.

Zaria le dio un empujón en el brazo a su hermano para que se moviera y caminaron siguiendo el mismo camino que Vasily había realizado apenas segundos atrás. Era un sendero que los Vasilyev conocían a la perfección, podrían contar la cantidad de baldosas y escalones que pisaban sin equivocarse.

—Barbilla levantada, cariño —le recordó Narkissa a su hija al colocarse delante de ella.

—Barbilla levantada, madre.

—Como una reina —agregó la mayor y Zaria ocultó su mueca fingiendo estar mirando por la ventana. Narkissa Vasilyev también tejía su propio telar de planes y rumores, uno que su hija admiraba desde pequeña. Desde que su madre había agregado el hilo de su vida allí con una puntada perfecta.

No había nadie más en el Salón del Trono que los reyes, el Apparat, las doncellas de la Reina y unos pocos nobles con inquietudes similares a las de los Vasilyev. Zaria respiró con tranquilidad al inclinarse ante los soberanos de Ravka, no obstante su calma huyó despavorida al escuchar unos nuevos latidos a sus espaldas. Relajados, a un paso moderado, inalterables. El General Kirigan también había sido invitado a la audiencia y compartió una mirada con Zaria que solo disminuyó su seguridad.

—Moy Tsar, moya Tsaritsa, gracias por concedernos el honor de esta tan urgente reunión.

—No sé qué tan urgente será, Duque Vasilyev —Zaria hizo un gesto desdeñoso al ver que el Apparat le susurraba en el oído al Rey mientras este hablaba—, porque por lo redactado en su carta el motivo de esta audiencia es el mismo que el de siempre.

—Tiene usted la razón por completo. La insistencia con el asunto es que...

—Lamento interrumpir —el General Kirigan dio un paso hacia adelante, alzando una mano hacia Samuil como una disculpa poco sentida—, pero no creo justo que esta audiencia se realice justamente ahora, durante la ausencia de la persona de la que se va a discutir.

Lo peor del Darkling es que su voz era increíblemente convincente, bailaba tus pensamientos en una danza que solo él conocía, hasta acabar la secuencia con tu mente convertida en una copia de la suya. Zaria no podía negar que esa influencia la había ensortijado más veces de las que le gustaría reconocer, por eso se lamentaba que la información que le había dado Ivan no era correcta. O Kirigan, simplemente, había visto venir una maniobra truculenta y decidió cambiar sus planes para proteger a su compañera.

—Justamente, General, es porque dudo del temperamento de Ledi Zvezda que la convoqué ahora cuando ella no puede estar presente para amenazarnos.

—¿De verdad cree que Ledi Zvezda lo amenazaría enfrente del Rey? Está subestimando su inteligencia y prejuzgando su carácter.

—General Kirigan, es de conocimiento público que nuestra relación con Ledi Zvezda es turbulenta —Narkissa se sumaba al juego persuasivo del Darkling, y Zaria no dudaba que su expresión era de dolor fingido—. Siempre intentamos mejorarla para la conveniencia de los ciudadanos de Veztbrot, pero Darya jamás aceptó nuestras buenas intenciones.

—Dudo que se le puedan llamar buenas intenciones a sus amenazas de destruir los archivos y las reliquias Starlington si Darya quiere ir a visitar su ciudad.

—Es nuestra ciudad —le contestó Samuil con los dientes apretados, conteniendo su propio enojo—. Darya Starlington la amenaza cada vez que va. Los Drüskelle la tienen vigilada a toda hora para matarla. Si visita Veztbrot, siempre tenemos que preparar a nuestros soldados y a los grisha para defender la frontera norte. Y he solicitado esta reunión para que se detengan las misiones de venganza contra los fjerdanos dirigidas por Ledi Zvezda.

—Son misiones de reconocimiento —intervino el Rey con un tono aburrido, observando las puertas salida con mucha ilusión—. Son necesarias para corroborar que los fjerdanos no estén armando campamentos cerca de nosotros.

—Pero Ledi Zvezda posee motivaciones egoístas. No realiza aquellas misiones exclusivamente por la protección de Ravka, sino por su sed de sangre fjerdana.

Era imposible que eso fuera una noticia nueva para el Rey. Zaria daba fe de todas las veces que Darya volvía de sus misiones con una expresión satisfecha, mostrando con orgullo su kefta manchada de tierra, sangre y nieve. Vestía sus moretones y cicatrices como medallas de valor hasta que fueran sanadas, algunas seguían decorando su cuerpo luego de que se hubiera negado a borrarlas. Cuenta las historias de cómo las obtuvo como si fueran cuentos para antes de dormir, sin escatimar en detalles sangrientos capaces de causarle arcadas al grisha menos experimentado en el campo de batalla. Si a Zaria le dieran la oportunidad de quejarse lo haría, sin embargo Ledi Zvezda seguía estando un escalafón por encima de ella e ir en contra de un superior la mandaría en un viaje de ida a Tsibeya, donde terminaban los exiliados y desertores. Castigados a enfrentarse a un destino incierto, y si uno creía en los relatos populares, incluía un monstruo.

De tener suerte con sus maquinaciones, Zaria no estaría debajo de Ledi Zvezda por mucho más tiempo y dejaría de temer que sus leves actos de insubordinación fueran descubiertos. ¿Quién osaría a ir en contra de la propia Reina?

—¿Acaso está mal que Darya nos haga el favor de matar a unos cuantos de nuestros enemigos? Deberíamos agradecerle todas las molestias de las que nos libera —Kirigan miró a su público aguardando su aprobación. Fuera por miedo o porque coincidían con él, algunas personas asintieron—. Todos los grisha a los que envío a misiones contra nuestros enemigos están cumpliendo su deber para con Ravka, son su escudo y su espada, y Darya Starlington es la más afilada y letal de todas. Sería poco sabio negarle su derecho a proteger el país siendo una de sus mejores defensoras.

—Es poco sabio darle el mando, ya que las represalias de su venganza personal las sufre Veztbrot con los constantes intentos de asaltos que debemos soportar —Zaria notó que en la voz de su padre reinaba una desesperación completamente real—. Moy Tsar, no pretendo que cancele aquellas misiones, lo único que le suplico es que releve a Darya Starlington de su estado de liderazgo sobre ellas.

Los pelos de Zaria fueron agitados por un tipo de ventisca diferente a todas las demás. Escuchó sus palpitaciones desbocadas, furibundas y potentes antes de que siquiera ingresara al Salón del Trono. Supo que sus planes se habían arruinado en el mismo instante en que una puerta lateral fue abierta de la mano de un vendaval iracundo. Zaria se volteó, no para confirmar sus sospechas, sino por la necesidad de atestiguar su estado. Efectivamente, su kefta especial, distinguida entre las demás por su color azul grisáceo, estaba sucia como si acabara de llegar de una guerra con el barro. Su aspecto no era mucho mejor: su cabellera negra era un nido de pájaros, pequeñas cicatrices decoraban su rostro y la sangre incrementaba el rubor en sus mejillas. Una depredadora que no solo había cazado a su presa, sino que además la había torturado hasta que le rogó a los Santos morir. Zaria sabía que debía cuidarse si no quería convertirse en su próximo objetivo.

—Creí oír unos cascabeles en mi camino hacia aquí.

Su voz suave podría estar cantando una canción de cuna, pero Zaria conocía ese tono. Conocía a la perfección que se trataba de la entonación anterior a un ataque de ira controlado. Cascabeles, así era cómo se refería a los Vasilyev porque la serpiente de cascabel era el animal en su escudo. Lo remarcaba para darles a entender que ellos podrían estar esgrimiendo el símbolo del Leon Estrellado, pero eso no los convertía en Starlingtons, ni en los verdaderos gobernadores de Veztbrot. Para explicarle el significado del odio a un infante, Zaria lo arrastraría hasta dejarlo frente a Darya Starlington. Imposible que le quedaran dudas.

—Moy Tsar, moya Tsaritsa, desconocía que se llevaría a cabo una audiencia sobre mí en mi ausencia. Gracias a los Santos regresé justo a tiempo.

Zaria sospechaba que los Santos no eran los únicos responsables de su espontánea llegada. Darya avanzó sin despegar su mirada eléctrica de Zaria y su familia, colocándose finalmente a la derecha del General Kirigan, quien la estudiaba con una precisión que la pelirroja no sabría definir. El Darkling y Ledi Zvezda, los líderes del Segundo Ejército, los grisha más poderosos del mundo, capaces de obliterar a sus enemigos si así se requería y enemistados desde el inicio de su mandato.

—Ledi Zvezda, su apariencia no es la mejor para presentarse en la corte —la Reina apenas ocultaba su mueca de disgusto—. Hubiera llamado a Genya para que la preparara.

—Es muy amable, Reina Tatiana, pero mi intención era presentarme frente a ustedes de la misma manera en la que me contemplan mis enemigos antes de morir.

De ser amigas, Zaira hubiera sonreído. Edmon le pegó un codazo disimuladamente, dándole a entender exactamente lo mismo.

—¿Lo ve, su Majestad? —Samuil dio un paso hacia los escalones que ascendían hasta los tronos, señalando con un dedo acusador la desaliñada figura de Darya—. La brutalidad que ella misma admite es la que le causa disturbios a mi ciudad. Me atrevería a decir que es tan malévola y vengativa como Gonchaya.

—Samuil, todos somos lo suficientemente mayores como para ir creyendo historias sobre un monstruo ficticio. ¿No estarás un poco senil para gobernar Veztbrot?

—¿¡Cómo te atreves...!?

Su padre no fue capaz de emitir ni una palabra más. Zaria no tenía el derecho de hablar con los Reyes, habían sido sus padres los que habían llamado a la audiencia y ella y Edmon solo estaban allí para demostrar que la familia Vasilyev era un frente unido. Poco le importó al colocarse frente a Samuil para enfrentarse, sin escudos de por medio, contra Ledi Zvezda y las sombras danzantes alrededor del General Kirigan.

—Los pedidos de mi padre son razonables —Zaria le agradeció a todos los Santos que su voz no le hubiera temblado—. No ha hablado con más que la verdad y si tanto te importa Veztbrot deberías escucharnos, en lugar de ser la vengadora sanguinaria. Poco importa que seas Ledi Zvezda, tus acciones como las de cualquiera, tienen consecuencias.

En Ravka no era necesario que el cielo estuviera nublado para que se desatara una tormenta. Bastaba con enfurecer a una Vendaval talentosa para obtener un tornado y un Agitamareas en un mal día te ahogaría con una ola peor que la lluvia congelada en el invierno. Ah, ¿no es suficiente para aterrorizarte? Es porque una tormenta no era nada comprada con la clase de tempestad que podía desatar Darya Starlington si su violenta voluntad se lo imploraba. Zaria apretó sus puños, preparada para dar el primer ataque ella misma si era necesario, ralentizar los latidos de su corazón hasta que fuera tan dócil como un potrillo siendo amaestrado. Aunque la venganza posterior sería peor de lo que imaginaba.

Un brazo de tela negra frenó a Ledi Zvezda de liberar su ira contra Zaria. El Darkling miró a su Mortificadora con una orden silenciosa: no emitir una sola palabra más y retroceder para calmar a la fiera salvaje. En efecto, Darya se soltó de su General como si le hubiera escupido en la cara.

—La niña Vasilyev está en lo cierto—Zaria le dio una mirada llena de odio al Apparat por las palabras que había colocado en la boca del Rey. Esa niña podría detener su corazón en un pestañeo y llevarlo en un segundo frente a sus amados Santos—. Veztbrot sufre demasiados ataques fjerdanos y no podemos permitir que la ciudad de Sankta Svetlana pierda su respeto sagrado. ¿Cuántos hombres mató en esta última misión, Ledi Zvezda?

Zaria vio a Darya erguirse con orgullo, adoptando la postura de una mártir que ya había enfrentado a su martirio y había sobrevivido. Apenas.

—Mi unidad y yo atacamos un campamento fjerdano al oeste del Permafrost. Creemos que se preparaban para realizarle una emboscada a los soldados del Primer Ejército de la base de Chernast. Eran dieciséis y cinco de ellos eran Drüskelle. A esta altura, todos ya habrán conocido a su querido Djel.

—¿Y los lobos de los cazadores?

La sonrisa de Darya le puso los pelos de punta a Zaria, quien oyó los corazones de todos los presentes apresurarse como si quisieran escapar de sus pechos. Menos el de Starlington, obviamente. Y el del General Kirigan, cuyo corazón nunca retrocedía ante la ferocidad de Darya.

—Sus pieles son suaves mantas y alfombras para nuestras tiendas.

A Zaria le sorprendía que Ledi Zvezda no hubiera ingresado al Gran Palacio con una capa de piel de lobo para probar tal dicho. Esa era una ofensa mayor que las que había cometido en el pasado. Los lobos eran los leales acompañantes de los Drüskelle, por lo que asesinar a los animales y burlarse de la tradición fjerdana, sin importar que fueran sus enemigos y estuvieran en guerra, no sería olvidado con facilidad.

—Creo poder ofrecer una solución a este problema —aunque el Darkling fue cuidadoso, se ganó un movimiento de cabeza asesino por parte de Darya—. Mis Hacedores han fabricado un último prototipo de ultralight, una iluminación especial para los esquifes que atraviesen la Sombra. Los que crucen podrán ver sin temer que los volcra los encuentren a ellos. En unos días voy a visitar Kribirsk para ver los esquifes partir. Ledi Zvezda vendrá conmigo.

Zaria se aclaró la garganta para que no se le escapara una carcajada. Darya no tardó ni un segundo en negar con la cabeza y abandonar su postura de ataque. Kirigan y ella mantuvieron sus ojos en los del otro en una competencia que Zaria y el resto del Segundo Ejército había visto más seguido de lo que deberían. Ambos lideraban a los grisha, pero el Darkling estaba un puesto por encima que Starlington, hecho que Ledi Zvezda no soportaba ya que significaba que tenía que obedecerle sin rechistar.

—Unos días alejada de la batalla le vendrán bien, Ledi Zvezda —determinó el Rey, dando el tema por terminado y negándole a Darya la oportunidad de rebatir—. Duque Vasilyev, su problema ya está solucionado, por lo que esta audiencia ha llegado a su fin. Lo único que queda por hacer es reforzar los límites de Veztbrot.

Al darse vuelta, Edmon estaba impresionado y Zaria tuvo que chocar su hombro con el suyo para que reaccionara. Era mejor salir del Salón del Trono mientras pudieran. Ellos ya habían cumplido su cometido, Darya no iba a emprender más misiones contra los fjerdanos por un tiempo y Zaria debería soportarla en el Pequeño Palacio, maldiciendo el día en el que le pareció una buena idea ofrecerse para servir a Ledi Zvezda en lugar de al Darkling. Aconsejado por ella, su hermano había elegido al General Kirigan, convirtiéndose en uno de sus Sanadores más jóvenes. Sin embargo, Zaria desconocía que, en el futuro, estar al lado de Darya se volvería la decisión más inteligente que había tomado. Aunque ahora quisiera ofrecerse como voluntaria para cruzar la Sombra caminando sola.






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Primero que nada: MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE ESTÁ RECIBIENDO LA HISTORIA. No tengo palabras, en serio hace mucho que no disfrutaba tanto escribir algo en Wattpad y STARLINGTON me devolvió la vida, y que a ustedes les guste tanto me llena de alegría. Eternas gracias por todo🖤.

Pasando de largo los agradecimientos y mis llantos, este primer capítulo como pudieron ver no está narrado por ninguna de nuestras protagonistas. Esto está basado en los libros del Grishaverse de mi Sankta Leigh, en los que siempre hace que el primer y el último cap sean narrados por personajes externos a la trama. La escritura de Leigh va a tener mucha influencia en este fanfic porque la amo y este libro es una forma de tributo a los suyos🕯❤️.

Ah, y algunos nombres van a quedar traducidos en inglés porque no soporto verlos en español jajajaja, como el Darkling, the Crow Club, the Dregs, Dirtyhands, the Wraith, etc.

Con eso listo, espero que disfruten la historia y a sus peculiares y grises protagonistas. Voten para demostrarme su apoyo y comenten lo que quieren que los leo😊🥰.

The Fold awaits...

Love you at midnight, Vic
🖤🖤🖤

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