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Lo bueno de todo el asunto es que, por lo menos, ahora se saludaban. No era la gran cosa; apenas un gesto con la mano o un movimiento con la cabeza, solo para mantener la cortesía, pero por lo menos no estaban queriendo agarrarse de los pelos. Igual yo sabía que Facundo no estaba feliz.

—Encontré un juego nuevo en Steam, tenés un grupo de colonos y su trabajo es construir su ciudad y mantenerla con recursos. Está muy interesante, aunque la primera vez que inicié una partida se me murieron todos los colonos de hambre. Todavía estoy entendiendo bien la dinámica de juntar recursos.

Pablo, que estaba en un rincón, comiéndose un alfajor de nieve, se acercó al disimulo hasta donde estábamos.

—Yo también lo juego —dijo, un poco tímido.

Facundo lo miró con incredulidad.

Yo sentía que por momentos era capaz de leerle la mente. Seguro estaba pensando que Pablo estaba mintiendo para tratar de caerle bien. Así que ahora iba a hacer una serie de preguntas capciosas para ver si lo atrapaba en su mentira.

—No dije el nombre —empezó Pablo—, ¿cómo sabés que es el mismo?

—Porque la dinámica que comentaste es la misma —respondió Pablo.

—Hay un millón de juegos que tienen esa dinámica. ¿Por qué justo debería coincidir?

Pablo suspiró.

A decir verdad, ninguno de los dos tenía mucha paciencia. Por eso es que no peleaban, porque en realidad no se hablaban. Ahí estaba el chiste.

—Farthest frontier. Así se llama el que yo juego —dijo Pablo.

Facundo se quedó mudo.

Se aclaró la garganta, después se acomodó los lentes, cruzó los brazos sobre el pecho y cuando estuvo listo para admitir su derrota —y el hecho de que Pablo no le dio tiempo de hacer demasiadas preguntas capciosas—, le contestó:

—Ah, sí, sí. Es ese mismo. —En su tono de voz se notaba que estaba sumamente incómodo.

—Te puedo pasar algunos tips para que mejores tu partida —continuó Pablo—. Si querés, claro.

—¿En qué nivel estás?

—Ya estoy en el nivel cuatro.

Facundo se sorprendió todavía más.

—Es re difícil subir de nivel en ese juego, ¿cómo hiciste?

—Bueno, básicamente usé las primeras partidas como una prueba, pero después empecé a aprender algunas cosas. Por ejemplo, tenés que tener suficientes jornaleros para que no paren las construcciones. También es re importante que siempre tengas una buena producción de leña y madera, sino se te mueren de frío. Después tenés que explorar el mapa para encontrar puntos donde hay animales para cazar, frutas y verduras, ah, y lugares para pescar. Y ahí vas poniendo las chozas de cazador, de recolector y eso. Al inicio es prueba y error hasta que le agarrás la mano.

—Che, se escucha muy interesante, creo que me lo voy a descargar.

—Podés ir a casa...

—Si querés te invito...

Tanto Facu como Pablo hablaron al mismo tiempo. Luego de eso se formó un silencio muy incómodo. Los dos se miraron de reojo, Facundo ya puso mala cara y yo solo podía pensar cómo hacer para pilotear la situación y que ninguno de los dos se terminara enojando.

—¡Ya sé! —exclamé, entusiasmado—. ¿Y si vamos a mi casa? Me ayudan a descargarlo, porque yo soy un queso para esas cosas, y entre los tres armamos una partida desde cero. Es buena... ¿no?

Cuando pasaron los segundos y ninguno contestaba yo pensé "listo, la cagué", pero entonces, Pablo contestó.

—Sí, es buena.

—Me parece bien, de paso te reviso la computadora, porque siempre hacés cagada.

Así que, cuando salimos de clases, los tres fuimos a mi casa.

Mis padres estaban totalmente descolocados. Se acordaban muy bien de Pablo y obviamente, el incidente que nos involucró todavía estaba bastante fresco, así que los dos estaban con un signo de pregunta enorme sobre sus cabezas cuando me vieron entrar con Facu y con él a casa.

—Vayan a mi cuarto e instalenlo nomás. Yo voy a hacernos algo de morfar.

Por supuesto, cuando fui a la cocina mis dos padres me interceptaron.

—¿Ese no fue el chico con el que tuviste problemas la otra vez? —Mi madre fue la que empezó con el cuestionario.

—Sí, pero aclaramos las cosas y nos hicimos amigos.

—Amigo de tus enemigos... —siguió mi padre—. ¿Es de fiar?

—Si te referís a su conducta, en clase se porta bien. Es educado con los profesores y nunca lo vi armar alboroto.

Mi padre hizo un ruido raro con la boca. Yo sabía lo que se venía. A mi padre le encantaba que yo confraternizara, que hiciera amigos, pero la única persona que veía entrar y salir de mi casa era Facundo. Él ya era como un miembro más de la familia.

"Kun sadiqan linafsik wasawf yakun alakhruna". Sé amigo de ti mismo y lo serán los demás. Las grandes guerras suceden porque los hombres no saben ponerse de acuerdo.

Asentí con las dos cejas alzadas y una media sonrisa.

Me daba mucha gracia cómo mi madre miraba a mi padre cada vez que se ponía filosófico. Hacía una mueca chistosísima, creo que también era capaz de leerle la mente a ella; probablemente pensaba que a mi papá le faltaban un par de caramelos del frasco, pero, al final de cuentas, sus proverbios y reflexiones nunca estaban erradas. 


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