(10)* Un secreto de familia

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Tener diez llamadas perdidas de mamá se sentía como una sentencia de muerte.

Los mensajes de papá no tanto porque solo aparecía: escribiendo...

Mamá 🧚: Martina, Harper me llamó acusándote de que hiciste una fiesta... ¿Es verdad? ¿Estás bien? ¿Tienes hambre? 

Mamá 🧚: Vale, la mamá de Harper me dice que no puede dormir por ruidos molestos y no sé qué. ¿Le creo a la vieja pesada o no? 

¡Maldición! Bajé corriendo las escaleras. Miles me seguía rápidamente. No pude contestarle a mamá porque, cuando iba bajando por la mitad, frené de golpe. Un muchacho acababa de empujar al otro hacia la mesa de vidrio y ¡crash! El cristal se quebró y todos los cuadros con nuestras fotos se rompieron.

Mamá 🧚:AloOoOOoO.

—¡No, no, no! —Fui corriendo hacia ellos ignorando las advertencias de Miles—. ¡Paren! ¡Cálmense! 

Papá🐼 : Hij 

Escribiendo...

—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!

—¡Basta, me están destrozando todo, idiotas!

La bandeja con ponche había caído al suelo. 

Oh, no...

Papá🐼 : Hija, tu madre dice que la llames.

Mamá 🧚: ????????????????????

—¡Eras mi maldito mejor amigo y te metiste con mi novia! —¡Y zaz! voló otro golpe.

De inmediato Miles y su primo Nate intentaron separarlos, pero su fuerza era algo impresionante. Todo se estaba saliendo de control, los amigos de cada uno se metieron en la pelea y, en un pestañeo, estábamos todos en un círculo de lucha que no podíamos salir. Todos se empujaban entre sí, la casa olía a humo, el perro ladraba y ¡la sirena de la policía sonó!

—¡Que paren! —insistí e intenté agarrarle el codo a un muchacho, pero él me golpeó con este mismo y caí al suelo.

Creo que eso detonó la furia de Miles, la de Flynn y la de Fernanda, que se abalanzaron contra él con la sangre hirviendo. Me quedé en blanco unos segundos mirando el desastre desde el suelo; hasta que me armé de valor y fui a defender a mis amigos.

—¡Oye, quítales las manos de encima a mis amigos! —Y comencé a empujar. 

🐕🐕🐕

Miles me recibió la bolsa de hielo desde el sillón y se la colocó en la comisura de sus labios, adolorido. Fernanda, por otro lado, terminó con el cabello hecho un lío, incluso tenía goma de mascar pegada a la cabeza. La camisa de Flynn quedó partida en dos y Carlitos... seguía siendo Carlitos. 

Ya no quedaba gente, después de que la policía se llevara a varios detenidos, salieron muchos corriendo por su vida. Ahora solo quedaban  ellos intentando ayudarme para que la casa no se viera taaaan mal. Aunque papá se iba a dar cuenta igual si había algún detalle que me delatara. Mamá no tanto porque era despistada, pero papá... Vamos, era detallista hasta la médula. 

—¿Sabes? —Fernanda me miró mientras ambas pasábamos un trapo por el piso—. A pesar de que nuestros padres nos van a matar... —se encogió de hombros— no lo sé, disfruté pasar tiempo contigo. 

Observé su sonrisa genuína, sus ojos verdes y sus pecas alrededor de sus mejillas. No pude evitar sonreír de vuelta. 

—Pues creo que somos buenas bailando —curvé la sonrisa—. Creo que me uniré al equipo de porristas gracias a ti. 

Ella continuó sonriendo un poco cohibida, esta vez con la vista en el trapo. 

—Lo que tienes que hacer es estudiar mucho para que el señor Barker te de décimas —le decía Carlitos a Miles mientras barría. 

—Y dele con las décimas. —Miles se cubrió con el cojín—. Hasta en mis sueños me descuentan, no me jodan. 

Estábamos intentando limpiar la alfombra cuando el timbre sonó. 

—Ah, debe ser mi primo. —Fernanda se puso de pie y fue a abrir. 

Me di cuenta de que su primo venía acompañado. Sospeché que el muchacho tenían la misma edad que él, unos veinticinco años, por ahí. Jamás lo había visto, pero se me hacía... ¿conocido? 

—Hola, chicos. —Pasaron a la casa, observándola—. ¿Qué carajos pasó aquí? 

—Adolescentes hormonales, qué esperabas —dijo el muchacho desconocido. Traía una camisa celeste y un reloj carísimo como detalle. Al darse cuenta de que yo me puse de pie, se fijó en mí con un ligero interés—. Tú debes ser Martina, ¿no? 

—¿Sí? ¿Nos conocemos? 

—Soy bisnieto de Nils Barker. No de tu papá... De... Nils Barker, el viejo. Mi abuela se llama Kiara Brown. Es algo... confuso. 

—Uhm... Entonces eres mi... ¿primo? 

—Soy el hijo del hermano de tu papá. Nils Barker es mi tío. 

Los cálculos matemáticos del universo se posaron frente a mí. 

—Y yo soy Flynn, mucho gusto. —Flynn le estrechó la mano. 

—Mucho gusto, niño. 

—Qué chico es el mundo, ¿no creen? —opinó Fernanda—. Tu familia y la mía está muy vinculada, ¡genial! 

Flynn la codeó disimuladamente, sin siquiera mirarla. 

—La cosa aquí es que... me gustaría hablarte de una situación en particular sobre nuestra familia. Quiero pedirte un favor. 

Ya me asusté. 

—¿Qué... favor? —pregunté. 

 Assen era un pelirrojo de ojos color avellana. Era alto, delgado y lucía bastante formal. Un pantalón beige, una camisa azul y un jersey blanco sobre los hombros. Parecía de los que jamás perdían la compostura incluso estando borracho. 

—Es un poco complicado, pero... Ten, te doy mi número. 

Miles y yo nos miramos un poco raro y luego le recibí la tarjeta con cierto titubeo. La verdad era que no tenía tiempo de procesar tanta intriga después de lo que había pasado en la fiesta. Había tenido mi primera vez, la casa estaba hecha un desastre y ¿ahora esto? ¿De qué se trataba?, me pregunté.

—¿A qué te dedicas, Assen? —preguntó Flynn. 

—Soy cosmólogo. 

—¿De verdad? ¿Me recomiendas algo para la piel grasa? 

—Soy cosmólogo, no cosmetólogo.

—Ah.  

—Pero uso crema de caracol por si te sirve.

 Miré la tarjeta nuevamente. Ahí salía el número de teléfono, su correo electrónico, su foto —muy atractiva, por cierto.

Bueno, era de familia ser guapo. 

Pero la giré, a ver si contenía más datos de él. La respuesta era un no, sin embargo, había algo escrito por él mismo que decía: "Necesito hablar contigo urgente. Parque 15:30". 

Inmediatamente hicimos cierto contacto visual extraño, pero no dije nada, más bien él no quiso seguir mirándome y se retiró con el resto de mis amigos para ir a dejarlos a sus casas. 

Esto se había puesto muy raro... Yo solo conocía a mi abuelo Nils y a mi abuela Kiara por parte de papá, sin embargo ¿Assen Barker? 

—Qué raro era ese chico, ¿no? —le pregunté a Miles y me lancé al sofá, exhausta. 

—De seguro era un viajero del tiempo. 

—¿Eh? —Lo miré y no pude evitar reír. 

—¿No has leído el libro de tu madre? Tu papá era un viajero. 

—Eso se lo inventó mi mamá, Miles. 

Miles negó con la cabeza y ambos reímos por la posibilidad de que eso se diera. La teoría de Miles era que mi padre era un poco raro, no entendía de tecnología y siempre decía que cualquier edificio que viera, para él antes era campo.

Después de una larga charla, nos quedamos mirándonos a los ojos bajo una sonrisita floja. 

—¿Te puedo hacer una pregunta, cochinilla?

—¿Me vas a preguntar donde quiero los futuros besos? —Le guiñé el ojo. Al pelinegro se le marcaron los hoyuelos automáticamente y se puso rojito. 

—Te diría que sí, pero siento que tu papá tiene cámaras aquí. 

Reí.

Miles miró para todos lados, por si acaso.

—Miles... Lo que hicimos, me gustó. No sé la verdad qué se hace en estos casos después de tener sexo, yo creo que... seguir haciéndolo, ¿no? Hay que practicar, jaja. —Lo codeé, subiendo y bajando las cejas.

Él se pasó la lengua por las muelas, riendo. 

—Mar...

—O sea, yo sé que ambos somos inexpertos en esto... Pero mi primera vez fue contigo y estoy feliz de que así sea. Tal vez no sé explicarme, soy horrible en eso y...

—Martina...

—Me sentí muy cómoda y espero que tú también, aunque si no lo sentiste así lo entiendo y...

—¡Martina Cordelia!

—Dígame, joven. 

Miles no tardó en poner ambas manos en mi cuello y acercarse a mí. El corazón me latió con fuerza al sentir su aroma envolviéndose en mi piel.

—Escucha..., me gustó, ¿sí? —me dio un beso en los labios—. Corrijo, me gustó demasiado. Y también me alegro de que fue contigo—. Me concedió otro beso, y este mismo se transformó en uno mucho más apasionado. Me acomodé mas próxima a él y rodeé mis brazos en su nuca para acercarme. Eso dibujó unos movimientos muchísimo más fervientes y exquisitos. Estaba viviendo mi primer romance y jamás se había sentido tan bien. 

—También me alegro de que fue contigo, Miles. —Miré sus ojos, ilusionada. 

Volvimos a besarnos y luego fui a buscar una mantita. Tomando la decisión, me acurruqué junto a él hasta que salió el sol. 

—Ejem, ejem... —Alguien se aclaró la garganta. Era papá. 

Con el susto, nos caímos del sofá. 

—¡Papá, qué haces acá! 

—Señor Barker, no es lo que piensa... O tal vez sí, o em... 

—Vine a buscar unas cosas para llevarle a Jimmy, pero parece que interrumpo algo. Creí que... tenías una pijamada con "amigas"... —Me esbozó una sonrisa burlesca. 

—Miles también es como una amiga, papá. 

Miles me miró como diciendo: ah, gracias. 

—Bueno, tu concepto de pijamada está un poco alterado, ¿no crees? 

—Bueno, creo que es hora de irme. —Miles le dio un toquecito en el hombro a papá—. Adiós, suegrito. 

Mi papá se quedó con la palabra en la boca porque este se fue casi corriendo. Luego me miró, muy ofendido. 

—Acaso me llamó... ¿suegro

—¡Ya supéralo, no soy una niña de 6 años, papá! ¡Quiero tener novio! 

—Bien... —papá alzó las manos a la altura de su pecho—. Si quieres andar con el delincuente de Miles... Allá tú. 

—Pues sí, allá yo. Él es el hombre que yo quiero, papá, no los otros candidatos que me has presentado. 

—Bueno, Miles no tiene ni un terreno para ofrecerte, los otros sí. 

—¿Sabes qué? Iré a dormir.

—Chao entonces, pesadita. 

—Chao. —Le lancé la lengua y subí las escaleras, furiosa. Él también me lanzó la lengua. 

—¡Ya me voy, no olvides tomar desayuno!

—¡No tengo hambre! —le grité desde arriba y cerré la puerta de la habitación. No tardé en darme una buena ducha y, en cuanto papá se fue camino a la clínica, me preparé para ir a encontrarme con el tal Assen. ¿Qué quería comentarme? Lo averiguaremos.

Ahí estaba, esperándome sentado en una banca. Vestía un jeans azulado y una camisa blanca. Había mucho viento, así que su cabello se movía en sintonía con los árboles detrás de él. Realmente parecía un sujeto con mucho dinero. A lo mejor era porque mi bisabuela Kiara era una reconocida diseñadora de moda.

Apenas supo de mi presencia, se puso de pie con una sonrisa relajada y resplandeciente.

—¡Martina! Para ser sincero, creí que no vendrías. Es un placer.

—¿La verdad? No iba a hacerlo. No sé de qué se trata todo esto, me tienes un poco... —me rasqué la nuca— intrigada. No quiero sonar ansiosa o grosera, pero no me gusta cuando me cuentan algo a medias.

Apenas me di cuenta de lo fuerte que sonaban mis dedos al tronármelos.

—Lo siento por eso. Una disculpa. ¿Te apetece caminar para contarte todo?

¿Contarme todo? ¡¡Ya habla de una maldita vez!!

Con cierto titubeo, accedí. Mientras los niños corrían por el parque, nosotros caminábamos como dos buenos amigos disfrutando de una charla agradable. O al menos eso le parecía a él. Yo estaba bastante asustada.

—Verás... Toda nuestra familia tiene un amor innato por la física, incluso la familia de tu mamá. Oris.

—Lo dices por mis bisabuelos, ¿no? Aker y Clara.

—Exacto. Yo... soy un poco intrépido. A mi abuelo le encontré unos papeleos un poco ¿dudosos? Hablaban de una máquina física en la cabaña de Aker Farett.

—¿Una máquina de...?

Él soltó una pequeña risita.

—Es solo un instrumento físico. A lo que voy es que, según mi abuelo, está prohibido ir hasta allá. Pero es porque la máquina puede caer en manos equivocadas. Y yo no soy el caso. Yo necesito usarla y la llave la tiene tu madre.

A ver, tal vez sea medio estúpida, pero...

—Me estás diciendo que te pase una llave de una cabaña que es propiedad de mi familia así y ya... Solo por una máquina. Mira —dejé de caminar y lo enfrenté de cierta forma—, tal vez te la pase porque somos primos, pero ¿por qué no le dices a mamá y ya?

—Porque no me dejarían usarla. Es... Martina, con todo respeto, no lo entenderías. Solo quiero ver cómo la confeccionaron, pero como es un instrumento "secreto", no tengo autorización.

Bufé, muy confundida.

—Assen, fue un gusto hablar contigo, pero no te pasaré ninguna llave. Lo... Lo siento.

Por unos momentos entreabrió sus labios para explicarse, pero una sonrisa de disculpas salió de mí y avancé por el lado contrario.

Pero él me dijo algo que me hizo voltear enseguida.

—¿Tus papás no te han contado cómo se conocieron?

Lo hice, frené la marcha y me di vuelta hacia él. Ladeé un poco la cabeza y junté las cejas.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—¿Alguna vez te contaron su historia?

—S- sí, sí, claro. Mi padre era un estudiante de mi abuelo Aker y un día él los presentó...

Assen chasqueó la lengua.

—Mi abuelo tiene archivos secretos que no dicen lo mismo.

—Mis padres no me mentirían. —Avancé hacia él.

—Sí lo hacen. Te han mentido toda la vida.

—¡Claro que no! ¿Qué sentido tiene que me mientan?

—Vamos al cerro Dummant y te cuento la historia. Dame la llave y tendrás acceso a la verdad.

—¿Sabes qué? Adiós.

—¡Si te encuentras con una máquina del tiempo, espero que no me llames mentiroso! —me dijo a la distancia—. ¡Tal vez recurras por mi ayuda, primita!

(**)

Máquina del tiempo...

Máquina... del... tiempo...

Qué estupidez.

Cuando desperté al día siguiente quise ignorar la horrible pesadilla que tuve otra vez. Yo, cayendo al vacío, deslizándome por un enorme tobogán de anillos de gases, donde no había un final...

Bajé las escaleras de casa lista para salir. Cerca del perchero estaba el soporte de llaves sujetando el llavero de mamá que tenía muñecos de Shrek y pequeñas ilustraciones de nuestra familia. Lo tomé y lo guardé rápidamente en la cartera. Salí lo más rápido que pude del condominio y, ¡oh, no! me escondí detrás de un árbol cuando vi que mis padres retornaban a nuestro hogar.

Papá venía cargando en una pierna a Aiden en su bicicleta y en la otra andaba mamá. Ni siquiera presté atención sobre qué reían tanto los tres, solo corrí hasta el paradero más cercano y tomé un taxi.

No podía creer que le estaba haciendo caso a ese tipo.

Si mis padres me ocultaban algo, lloraría hasta deshidratarme.

En cuanto llegué al Lake Parrot subí el cerro Dummant. Ahí estaba la cabaña, cercada por inmensos árboles que apenas dejaban ver lo que alguna vez perteneció a mi abuelo. Cogí aire y comencé a subir las escaleritas de la entrada. La madera crujía y había manchas negras, como si se hubiera quemado en algunas partes. Apenas puse la llave en la cerradura, la puerta se abrió de inmediato y un silencio se hizo notar cuando vi... la máquina.

Dentro de la cabaña existía una pizarra de tiza gigante, decorada con muchas fórmulas. Entré con cautela y vi ese aparato extraño frente a mí con forma de ascensor. No entendía a qué me llevaba eso, así que me asomé con mayor sigilo y observé detalladamente los tres botones. Uno rojo, uno amarillo y uno verde.

Bueno, pues apretemos el rojo.

Caí de culo cuando la máquina comenzó a sacudirse.

Retrocedí en un pispás.

Ay, no... ¡¡Qué carajos!!

—Te dije que había una máquina, ¿no? —Apareció Assen. Me puse de pie rápidamente. Advertí que me había seguido.

—¿Qué carajos es esta cosa?

La manivela del costado comenzó a girar.

—Una máquina del tiempo —respondió él y avanzó un paso delante de mí para mirar el aparato con deleite.

—Assen, aléjate de ahí... esa cosa puede explotar.

—Martina, ¿conoces los universos paralelos?

—¡No interesa si los conozco o no! ¡Qué carajos es esto!

—Los universos paralelos son otra versión de nosotros mismos. Tal vez hacen las cosas mejor, las cosas peor... Hay tantas posibilidades que hay una versión de ti que puede ser la más exitosa y otra que ha sacado lo más malo de tu interior.

—Assen, ¿a qué va esto?

—Hablo de viajes a otras dimensiones a través de esta máquina —intentó explicarse—. Quiero usar esto para conocer otras versiones de mí. Quiero ver si logro cumplir mis sueños. Si logro... estar con... la persona que siempre quise, quiero ver si mi proyecto de investigación ya lo resolví en otro universo. Así traigo la información al mío y me ahorro ese trabajo que, vaya qué aburrido.

—Esas cosas no existen —dije, pero no soné convencida.

Assen se desplazó hacia un mesón lleno con instrumentos físicos. Le echó un vistazo a cada uno con un notorio interés. Mi vista estaba entre él y la máquina que sentía que iba a explotar. Si eso pasaba, la cabaña se quemaría y desaparecería, estaba segura de eso.

Puso una caja sobre la mesa y sacó un peluche en forma de gato de ahí.

—Gato de Schrödinger —dijo y me mostró el gato. Para mi sorpresa, le clavó una aguja en la cabeza. Solté un jadeo del susto—. Imagina que la jeringa está conectada a un circuito en forma de T inversa. Y que a través de ese mismo tubo colocamos un electrón. Lo dejamos caer hasta que, si se va para la izquierda, el gato muere porque se activa el veneno de la jeringa. Pero si se va para la derecha, el gato vive. Lo curioso y entretenido es que los átomos están en varios estados a la vez. Son probabilísticos. Eso quiere decir que, el electrón estará en el lado izquierdo y derecho al mismo tiempo. Eso significa que...

—El gato estará vivo y muerto a la vez —completé.

—Pero cuando lo sacas de la caja, el electrón te mostrará solo un resultado: O está vivo o está muerto.

—¿Entonces varía depende de lo que yo observe? ¿Es un estado mental? —intenté confirmarle—. Pero eso no significa que hayan más universos...

—Pero ¿qué pasa cuando tienes 50% y 50% de posibilidades? Elegiste el gato vivo según tu observación. ¿Qué pasa con la otra probabilidad?

—¡Qué se yo!

—Esa máquina, Martina, esa máquina te enseña distintas realidades de ti mismo, y yo quiero conocerme en otras dimensiones.

—¡Estás loco! —grité, pero Assen apretó otro botón e ingresó para echar un vistazo.

—Después de todo, así es como tu mamá conoció a tu papá.

—¿Eh?

Y entonces, la máquina se cerró.

Pero cuando todo se quedó en incertidumbre, cuando todo se mantuvo en un silencio evaporado por los aires, vi mi vida pasar al ver que todo simplemente...

explotó.

NILS BARKER:

—¡Aiden hizo trampa! —reí mientras jugábamos un juego de mesa.

—¿Hiciste trampa? —le preguntó Oris y luego comenzó a hacerle cosquillas. Aiden reía a carcajadas—. ¡Hiciste trampa!

Mi teléfono sonó. Y me hizo bastante ruido de donde provenía la llamada.

—¿Diga?

—¿Hablo con algún familiar de Martina Barker?

Por razones obvias mi corazón comenzó a agitarse. Miré a Oris y ella seguía jugando con Aiden.

Me aclaré la garganta.

—Soy el papá. ¿Pasó algo?

Ahora sí Oris puso su atención en mí. La sonrisa se le esfumó del rostro y sus ojitos destellaron mucho miedo.

—Temo no darle buenas noticias. 



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro