16) Poniendo a prueba a Miles

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

MARTINA BARKER:

Con Aiden veíamos una película que encontramos en un canal cualquiera. El final resultó ser tan emotivo que mi hermano me pasaba los pañuelos mientras que yo lloraba y me sonaba la nariz.

—¡Ya no quedan pañuelosh, deja de llorar! —Aiden juntó las cejas con enfado.

—Es que me emociono cuando todos son felices al final, ¿vale?

Aiden suspiró y negó con la cabeza. Segundos después, alguien tocó la puerta y el enano fue a abrir.

Vi claramente desde el sofá que era Miles.

—Hola, chiquitín. ¿Puedo hablar con tu hermana?

—No, porque la hiciste llorar, peshao.

Y le cerró la puerta en la cara.

Nos miramos de reojo en completo silencio. Aiden no se movió de su lugar hasta que abrió la puerta nuevamente y vimos que Miles seguía ahí.

—Anda, déjame hablar con tu hermana.

—Mmm... Déjame pensharlo.... No.

Y le cerró de nuevo.

Volvimos a esperar unos segundos hasta que Aiden abrió de nuevo y Miles ya no estaba.

—Lishto, se fu...

Desde el sillón, me volteé hacia la escalera porque sentí unos pasos. Era Miles bajando por ahí rápidamente.

Pero qué carajos... ¿Había entrado por mi habitación?

—¡¡Eshto es invasión a la propiedad!! —chilló Aiden.

—¡Oye! —exclamé y le lancé un cojín—. ¡Vete!

—¡Tenemos que hablar! —pidió mientras que Aiden le lanzaba más cojines.

—¿Y si no quiero hablar? —Me crucé de brazos—. ¿Qué harás?

—Pues... Eh... Pues... —Miró a Aiden y lo tomó desde el torso—. Pues secuestro al chiquitín.

—¡No hermana, no dejesh que lo haga! —Mi hermano estiraba sus brazos hacia mí.

—¡Ya deja a mi hermanito!

—Pero ¿vamos a hablar?

—¡Que ya!

En cuanto el pelinegro bajó a Aiden, este corrió hacia mí y me abrazó la pierna.

—Nos shalvamos, hermanita.

—¿Qué quieres, Miles? —pregunté con mi mano en la espalda de Aiden.

—Quiero hablar, Mar, no me gusta que estemos así, distanciados. Ni mucho menos quiero que estés enojada.

—No estoy enojada, Miles, solo siento que haces lo que tus padres te dicen porque te da miedo el futuro y temes tomar tus propias decisiones.

Miles suspiró y se despeinó el cabello con las manos.

—Tal vez. Es solo que siento que no soy bueno para nada.

—Todosh shomos buenos para algo —opinó Aiden noblemente—. Fíjate, fíjate, fíjate.

—A lo que voy es que pese a que le temo al futuro, rechacé la oferta de mi padre. No trabajaré en ese centro comercial porque no quiero que se construya. Tenemos una historia ahí desde que éramos pequeños... Como cuando una serpiente intentó ahorcarme.

—O la vesh que el papi quiso abrir la reja para que te comieran los leones.

—¿QUÉ? —exclamó Miles—. ¡Ves que me odia!

Justo en ese preciso instante, papá y mamá entraron casa con bolsas llenas de compras.

—¡Hola, Miles! —saludó mamá y dejó las bolsas en el sofá—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Todo bien?

—No mucho. Parece que su hija no quiere volver conmigo.

—Mi hija siempre tan sabia —soltó papá.

—¡Nils! —Mamá se acercó a Miles y, desde atrás, lo tomó de los hombros en un gesto maternal—. Miles es tan buen chico, Mar. ¿Por qué no le das otra oportunidad?

Mamá me lo decía porque en la noche tuvimos una conversación donde le mencioné que quería volver con él. Había pasado algunos días y solo conversábamos cosas básicas por la ventana desde ambas habitaciones. Nos preguntábamos cómo estábamos y luego cerrábamos las cortinas un poco tristes.

Además aún no quería darme su firma.

Iba a decir algo, pero papá nos interrumpió como siempre.

—¿Por qué nadie me pide la opinión a mí? Yo le pedí autorización a tu abuelo para salir con Oris.

—Porque ya no estamos en la edad de la piedra, papá —dije.

—¿Sabes, Mar? —intervino Miles—. Tal vez el señor Barker tiene razón y es lo que hay que hacer. —Se volteó hacia él con determinación—. Señor Barker, me gustaría que me dejara salir con su hija ya de una buena vez.

Papá lo examinó de manera calculadora y algo traviesa. Conociéndolo, algo tenía en mente.

Nos miramos de reojo con mamá; curvamos los labios hacia abajo y alzamos las cejas al mismo tiempo.

—Así que quieres salir con mi hija, ¿eh?

—Sí, señor Barker. Quiero que me acepte como el novio de Mar.

Me llevé una mano a la boca para no soltar una risotada. ¿Qué carajos estaban haciendo? ¿Habíamos retrocedido en el tiempo?

—Pasa que yo te lo permitiría, pero para que te ganes mis respetos hay pruebas por las que tienes que pasar.

—¿Uhm, pruebas?

—¡Claro! Necesito saber si eres apto para estar con mi chiquita.

—¿Y qué es lo que tengo que hacer?

—Demostrar que eres digno.

—She refiere a pruebash de supervivencia —explicó Aiden jugando con un autito en la alfombra—. Quiere vel qué tan fuerte eresh.

—¿Fuerte? Pff, soy fuertísimo.

—¿De verdad? ¿Entonces aceptas las pruebas?

La mirada verde jade de Miles recayó sobre mí, un tanto asustado por el hecho de enfrentarse a papá. Sin embargo, luego de unos segundos, le estiró la mano con la frente bien en alto.

El apretón de manos se hizo una realidad. Firme, determinado.

Miles se la iba a jugar por mí.

NILS BARKER

—Estás loco —dijo Oris mientras estaba agachada buscando algo en el closet. Gocé la panorámica mientras me ponía las botas de senderismo—. Carla y Andrea te matarán.

—No pasará nada, solo una vueltecita por el bosque y ya.

Me levanté y me amarre la mochila en el esternón. También me puse el gorro y los guantes.

—Ya me voy, amor.

Oris se giró hacia mí y se cruzó de brazos.

—Cuida a Miles.

—Que sí... No lo lanzaré a un volcán como sacrificio si es lo que piensas.

—Lo tenías en mente, ¿verdad?

—Estadísticamente, se me ha pasado por la cabeza, pero la probabilidad de hacerlo es baja.

Cuando ella rio, la tomé del cuello y la bombardeé con besos.

—Cuando vuelva podemos dejar a los niños con la niñera y así nos divertimos un ratito —dije, llevando mis manos a su cintura—. Y te puedes poner ese baby doll rojo que me encanta.

Bajé los dedos a su trasero y besé su clavícula.

—¿Y si nos divertimos ahora?

—¿Ahora?

—Algo rapidísimo.

No se diga más.

Me quité la mochila vertiginosamente y me tiré sobre Oris cuando caímos en la cama. Quedé completamente despeinado cuando lanzó mi gorro al piso. Hacía tiempo que no podíamos divertirnos porque no teníamos mucho tiempo para estar solos. Unos besos en el cuello bastaron para que nos entusiasmáramos y comenzáramos a jadear.

—¡Mamá, Aiden se está comiendo mis galletas! —gritó Martina.

Ay, señor.

Resoplamos y nos separamos con frustración. Oris se sentó en la cama con el cabello algo despeinado.

—¿Seré mala mamá por querer pasar tiempo a solas contigo?

—Claro que no, Oris. —Volví a amarrarme la mochila—. Yo igual extraño pasar tiempo a solas contigo, y eso no significa que no ame a nuestros hijos.

—¿Los dejamos con Diana un día?

—Sí, además que Aiden adora a Diana, no hará berrinches. Salimos en la mañana y le pedimos a los Meyer que nos reserven una habitación en el hotel. ¿Qué tal?

—De acuerdo. —Oris se mordió el labio inferior, se puso de pie y me dio un beso corto—. Ve, yo tengo que dar una clase de piano hoy. Te amo mucho.

—Y yo a ti, pollito.

Me lo acomodé bajo el pantalón y luego bajé las escaleras. Instantes después de esperar a Miles, le pedí que manejara hasta que llegáramos al bosque. Quería verificar que era un conductor decente, no uno que pudiera poner en riesgo a mi pollo chico.

—¿Qué música le gusta, señor Barker? —Miles había prendido la radio del auto.

—No creo que conozcas mi música.

—¿The Beatles?

—Tú qué sabes de The Beatles.

—La mejor banda de todos los tiempos, pioneros en varios géneros musicales, influencia para la mayoría de los cantantes de hoy en día y con éxito comercial en una época poco globalizada y sin internet.

Lo miré de reojo.

Agh, me la ponía difícil. Saqué mi libretita y empujé la tapa del bolígrafo para anotarle cinco décimas.

—Solo por tener buenos gustos musicales.

—¿Por qué es tan sobreprotector con su hija? —me preguntó con la vista hacia el frente—. Digo, ella y yo nos conocemos desde los cinco años...

Esa era una de las preguntas que odiaba responder, incluso a mí mismo. Tenía que ver con el tiempo, con la percepción de la realidad y con lo que tememos. Sentía que no había pasado mucho tiempo desde que nos desvelábamos con Oris para cuidarla, y parece que había sido ayer cuando aprendió a caminar y corría por toda la casa riendo juguetonamente.

Recuerdo su primer día de clases.

Los días en los que comenzó a amar a los animales.

Las noches donde tenía mucha energía y nos dormíamos tarde.

Los atardeceres en bicicleta.

Sus problemas por sentirse algo inadaptada.

Su dislexia.

Su déficit atencional.

Su hipersensibilidad y su llanto.

Su perseverancia y su lucha por lo que creía que era correcto.

La vez que nos confesó que también sentía atracción hacia las chicas.

Y su amor por Miles.

Sabía todo lo que había vivido y la habíamos acompañado en todo su proceso. Y ahora ya estaba por salir de la secundaria y pronto su vida tomaría un rumbo distinto al mío.

Debía acostumbrarme a que los hijos crecen y toman sus propias decisiones. Pero ¿a quién engañaba? No estaba listo.

Ante la pregunta de mi sobreprotección, simplemente me limité a encogerme de hombros.

—Supongo que soy algo egoísta —resumí todo mi pesar.

—Pues no es que la vaya a secuestrar y me la lleve a vivir a otro lado de la ciudad, señor Barker.

—Eh, eh, vista al frente mientras conduces.

Miles sonrió negando con su cabeza y nos adentramos en el bosque. Empezamos a caminar por un sendero que nos llevó hacia un cerro, donde nos detuvimos para contemplar la vista llena de naturaleza, árboles y árboles y árboles y árboles y...

Me perdí.

Ay, no.

—¿No le parece que nos alejamos mucho del camino? —preguntó.

—Claro que no. ¿Por qué? ¿Te desorientaste? —Lo miré, falsamente indignado.

—No, creo que sé llegar. —Miles empezó a hacer movimientos para calentar los músculos—. Ya, dígame qué tengo que hacer, estoy listo para enfrentar lo que sea.

¿De verdad estaba dispuesto a hacer cosas por mi mini parlanchina? Parece que este muchacho anda bien enamorado.

Debí haber comprado la casa del lado también.

Le dije que tenía que recolectar materiales para hacer fuego, así que toqué el silbido y puse el cronómetro. El muchacho partió corriendo a buscar todo lo que se necesitaba.

Mientras lo entrenaba, Miles recogía ramas, hojas secas y pedazos de madera rápidamente.

—¡Apúrate, si tienes una familia tienes que protegerla! ¿Qué pasa si no puedes hacer eso? ¿Dejarás que tu familia se muera de frío?

—No, señor Barker —respondió con determinación—. No dejaré que eso pase.

—Bien, sigue así, sigue así. Recuerda hacer un anillo de piedras. Dime para qué sirve ese anillo.

—Para... para que no se escape el fuego.

Anoté en mi libretita 5 décimas más.

—Lo estás haciendo bien, recuerda poner las ramas secas al medio. Es química y física: hay combustión. ¿Qué pasa si mezclamos combustible como la madera más oxigeno en esto?

—Uhm... Bueno, produce liberación de calor.

—Me impresionas, hijo, lo estás haciendo excelente.

—¿Me va a dar más décimas?

—No agarres tanta confianza tampoco.

—Ok. —Y partió a buscar más materiales.

Pasaron algunos minutos y Miles estaba frotando dos trozos de madera para que las brazas cayeran en la base de la herramienta, donde estaba toda la yesca. De hecho, ya estaba saliendo humo, por lo que sopló y una llama desfiló sobre nuestros ojos.

Lo había logrado.

—¡Señor Barker, lo logré! ¡Mire, lo logré! ¿Lo vio? ¡Hice fuego!

—Sabía que lo harías, Miles —sonreí genuinamente.

—¿Qué toca ahora?

—Bueno, si te perdieras en un bosque y ya te mentalizaste en que no sabes cómo volver, ¿qué querrías encontrar primero?

—Agua.

—Exacto. Objetivo número dos: ve a salvar a tu familia, encuentra una fuente cercana con agua potable.

Miles fue corriendo, esquivando árboles y ramas por el sendero del bosque. Hasta se balanceó en una liana como tarzán y no pude evitar reír. Tenía 18 años y andaba con las hormonas por las nubes. A esa edad uno se creía inmortal.

Ay, viejos tiempos.

Uren, Matt, Lydon y yo hacíamos un gran equipo en el 65. También creíamos que siempre seríamos jóvenes y guapos.

Bueno, yo seguía siendo guapo, pero con dolor de espalda.

A veces no quería asumir que Miles me recordaba mucho a mí, sobre todo cuando era un idiota enamorado que escalaba la casa de Aker para entrar a la habitación de mi Oris.

Y es que era obvio que él haría lo mismo; solo era un jovencito enamorado de mi muchacha.

Puto Miles.

Es hora de que lo aceptes.

Vale, pero cuando Mar cumpla 30.

Bueno, 29.

Reduje mis emociones a un suspiro y caminé hacia un tronco al lado del río. Me senté, abrí mi mochila y saqué dos sándwiches. Invité a Miles y, ajá, pasamos un rato de yerno con nuero.

Rodé los ojos.

Nadie me preparó para esto.

—Señor Barker...

—Dime, hijo.

—Pese a que quiero mucho a su hija... Siento que el futuro es incierto.

—¿Por qué lo dices?

—Mar postuló a una beca en Sudáfrica.

Asentí.

—Lo sé. No estoy preparado para que se vaya mi Mar.

—Tampoco yo.

—La etapa de terminar la secundaria es todo un reto. ¿Sabes lo que me dijo mi esposa cuando nos separamos por un tiempo?

—¿Qué le dijo?

—Que no podemos mover montañas por amor, sino escalar por tus sueños hasta encontrarse en la cima. No postergues tus sueños, Miles.

—¿Y si no sé lo que quiero? ¿Y si no soy bueno para nada?

—Todos tenemos un camino escrito, solo debes mirarte a ti mismo. Uno siempre encuentra adelantos de nuestra propia vida en cosas que hacemos involuntariamente. Guardamos notas, deseos, cajas con agendas, juguetes, trozos de revistas, dibujos...

—Pues digamos que amo la fotografía, pero tengo miedo hacer lo que me gusta y que luego termine trabajando en una oficina infelizmente.

—No lo harás si no te rindes. Ánimo, Miles, estoy seguro de que te irá bien en todo.

—Nunca había sido tan amable, señor Barker.

—Sí bueno, depende el clima. Tal vez mañana ande con ganas de descontar décimas y dárselas a Carlitos.

A Miles se le formaron unos hoyuelos mientras comía su emparedado.

Ya en el auto —y con Miles manejando—, nos fuimos por un camino de dudosa procedencia. No me logré ubicar en el mapa de papel que llevé. Incluso había un letrero que advertía de un camino pantanoso.

—¿Por qué es tan retro usted? —preguntó—. ¿Quién anda por la vida con un mapa de papel? ¿No conoce la aplicación del teléfono?

Vale, me sentí viejo.

Me aclaré la garganta, doblé mi papelito y lo guardé en la mochila, triste.

Menos 5 décimas.

—Mejor conduce que cada vez el auto anda más lento.

—El camino está algo ¿raro?

Junté las cejas cuando sentí un extraño mareo. El auto ¿se estaba hundiendo?

En el momento en el que miré por la ventana, el auto se inclinó hacia adelante bruscamente.

—¡Milesnotemuevasporqueelautoseestáhundiendo!

—¡QUÉ!

—¡QUE NO TE MUEVAS!

El barro gorgoteó mientras las ruedas comenzaron a hundirse lentamente. Se sentía pegajoso y lo peor era que el motor estaba estancado.

Estábamos atrapados en arenas movedizas.

Llamé los rescatistas, pero no sabía en cuánto tiempo iban a llegar. Estábamos entrando en pánico y teníamos la necesidad de escapar. Sin embargo, nos quedamos rectos en nuestros asientos, esperando lo peor.

—Señor Barker... ¿Vamos a morir?

—No quiero alarmarte, pero es una opción.

—Vale, no pasa nada, hay que estar tranquilos. ¡TRANQUILOS!

—¡DEJA DE MOVERTE!

—No sé cómo pasar esta prueba, señor Barker. ¡Lo siento mucho!

—No... no lo sientas, ¿sí? Te quería decir que siempre has sido mi preferido, estas pruebas solo las usé para... para ver qué tan enamorado estabas y... ¡eres merecedor de mi hija!

—¡¿Soy su favorito?!

—¡Sí, pero no quería admitirlo!

—¡Gracias!

—¡De todos los pretendientes, eres el mejor candidato!

El auto bajó repentinamente y mi estómago se tensó. No sabía en qué mierda afirmarme.

—¿Cómo que hay más candidatos?

—¡Mi hija es muy solicitada! ¡Pero no quiero que esté con nadie más aparte de ti!

—¡Fue un placer haberlo conocido, señor Barker!

Mierda. El fango estaba succionando el auto y sonaba como un chupetón.

—¡Si sobrevivimos pueden oficializar su noviazgo!

—¿De verdad me dejaría hacerlo?

—Pueden... casarse si quieren. ¡Sean felices!

Miré de reojo el barro, estaba más cerca, como también lo estaban unos hombres con trajes especiales y fosforescentes que caminaban por el camino viscoso con botas gruesas. Se ponían de acuerdo sobre cómo rescatarnos. Hablaban entre ellos y nos hacían gestos para saber si es que estábamos bien. Intentábamos no movernos, pero la emoción nos ganó.

Vimos esperanza y sonreímos con un destello lleno de ilusión. Nos dijeron que usarían cuerdas y que debíamos aferrarnos a ellas. Finalmente dije que rescataran primero al crío y luego salí yo. Nos llevaron al hospital para constatar lesiones.

Cuando el médico dejó de revisarme y me dio de alta, Oris, Martina y Aiden, corrieron hacían nosotros.

—¿Están bien? —preguntó Martina—. ¡Qué susto cuando la mami contestó el teléfono y era desde el hospital!

—Hola, Mar. ¡Fue una experiencia extrema y tu papá me dejó ser tu novio!

Rodé los ojos nuevamente.

Se aprovechan de cuando lo pillan vulnerable a uno.

¿Entonces ya no lo odias, papá?

Bufé.

—Se van a poner de novios o no. O quieren que me arrepienta.

Martina, sin dejar de mirar a Miles, y con un brillo único en sus ojos acanelados, elevó las puntillas y enredó sus brazos alrededor de la nuca de él. Fue un beso tan apasionado que tuve que mirar para otro lado. Iugh.

Oris sonreía a gusto.

Pues qué mal gusto.

—Bueno, ya basta, ¿no? —regañé, a lo que ellos se separaron—. Los dejé ser novios, pero no para darse besos tan largos.

—Ay, papá, si ya hemos hecho mucho más que besarnos —soltó Martina.

¿Qué?

Empecé a ver borroso.

—¿Nils? —Sentía la voz lejana de Oris—. Estas pálido.

—¿Papá?

—¿Señor Barker?

—¡Papi, esthas blanco!

Cerré los ojos y me desmayé.

—Y aquí vamosh de nuevo —finalizó Aiden y terminé siendo asistido por la doctora Kim.

Nota de autora:

Un abrazo para todas las personas que están sufriendo en Venezuela🫂 espero que todo pronto mejore 🥺❤️‍🩹

Y finalmente Nils dejó estar juntos a MYM JAJAJAJA

Eso significa que queda poco. Gracias por leer 💚

PD: hay referencias a VDA 😮‍💨🐜 si las notaron, lxs amo 🐥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro