Capítulo 6

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—Eso estuvo muy bueno. —comentó Holly mientras salíamos del restaurante de mariscos. —Realmente el día de hoy ha sido muy agradable, muchas gracias Cero. —agradeció una vez estuvimos dentro del auto.

En ese momento mi teléfono comenzó a sonar, mire la pantalla percatándome de que era un número desconocido. Por lo tanto, dude un poco antes de contestar.

—Diga. —

—Richard acaba de entrar a un edificio de color blanco de 5 plantas, esta hasta arriba de guardias. —hablo una voz masculina detrás del teléfono.

—De acuerdo, mañana te depositare el dinero a tu cuenta. —contesté antes de colar la llamada. —Espero que no estés cansada. —hablé arrancando el coche dirigiéndome a la calle Tauentzienstrasse.

—¿Por qué lo dices? —preguntó confundida.

—Me ayudaras en un trabajo. —afirmé mirándola de reojo, observando como una gran sonrisa se dibujaba en sus labios y sus ojos brillaban.

Luego de unos minutos llegamos a nuestro destino, aparque el coche a una distancia moderada del lugar para no hacer sospechar a los guardias que lo custodiaban. Nos bajamos del auto, caminamos hasta el maletero para sacar mi rifle de francotirador y comenzar a armarlo.

—Aun no entiende cómo te ayudare. —confesó Holly cruzándose de brazos a la par que yo terminaba de armar el arma.

¿Me harías el favor de subir a ese cartel y despejar el camino para mí? —pedí señalando el lugar a la vez que le extendía el rifle, provocando que ella cayera en un trance.

Sin expresión alguna ello lo tomo y paso por mi lado desapareciendo entre los callejones, a los pocos segundos apareció en mi campo de visión posicionada en el lugar que le indique, apuntando hacia el edificio en donde nuestro objetivo se encontraba. Cuando estaba de esa forma, de cierto modo me recordaba a mí.

Camine hasta llegar a la puerta principal del lugar que estaba siendo vigilada por guardias, pero antes de poder verme, una sola bala los atravesó a ambos. Entre en el lugar y a medida que avanzaba casi todas las personas con las que me topaba eran asesinadas por Holly, mientras que las que quedaban yo las ejecutaba.

Luego de unos cuantos minutos llegue hasta la quinta planta en donde solo había una puerta, me acerque lentamente a ella para concentrarme y escuchar lo que había detrás. Para mi suerte, solo podía escuchar al objetivo maldiciendo a la vez que tecleaba algo en su computadora, por lo tanto, no tarde mucho en entrar mientras lo apuntaba.

—¡Oh Dios mío! —exclamó levantando las manos. —¡Por favor, no me hagas daño! —suplicó levantándose de su asiento lentamente.

—No lo haré si no haces nada que no pida. —afirmé sin dejar de apuntarle. — Así que dime. ¿Dónde esta Yure Kozel? —pregunté seriamente.

—No lo sé. —replicó mirándome con miedo, a lo cual yo le dispare en la mano derecha sacándole un grito de dolor.

—¿Sabes? Hay muchos puntos estratégicos en el cuerpo humano en los que si disparas no mueres, pero que provocan mucho dolor. —expliqué cerrando la puerta con seguro. —Y para tu suerte, yo me sé todos. —confesé provocando que se tensara.

Desde ese momento comenzaron horas de tortura llenas de disparos, golpes e insultos. A pesar de todo eso él se negó a decirme la verdad rotundamente, por más que negara saber la ubicación de Kozel, tanto él como yo sabíamos la gran mentira que se escondían tras esa negativa.

—¿Entonces no me vas a decir? —él se quedó callado ante mi interrogante. —Ya veo. —solté comenzando a pasearme por su oficina en busca de algo que me ayudara, y lo encontré justo cuando me pase por su escritorio. —¡Vaya! Tienes una linda familia. —comenté observando el retrato en donde posaba Richard junto a una mujer y tres niños. —Sería una pena que ellos mismos cavaran sus propias tumbas. —lo amenace acercándome a él.

—Tu no serias capaz de eso...—susurró aterrado.

—Fui contratado para algo, y hare lo que sea para completarlo. —dije agachándome a su altura, ya que se encontraba tirado en el suelo. —Así que dime. ¿Dónde está Yure Kozel? —el soltó un suspiro antes de contestar.

—Acaba de instalarse permanentemente en una mansión a las afueras de Kyoto...En el centro de un bosque...No te será fácil entrar, está lleno de trampas y guardias especializados. —

—Muchas gracias por su aporte señor Jones. —me puse de pie y le disparé directo a la cabeza.

Salí del edificio, le pedí a Holly que bajara del cartel y que me siguiera, cosa que hizo al instante. Nos subimos al auto antes de comenzar nuestro camino hasta el hotel, la chica a mi lado se comportaba de la misma manera que el día que vinimos a Alemania, mirando hacia el frente sin ningún tipo de expresión.

Esto me hacía sentir extraño, al parecer me había acostumbrado a escucharla hablar durante todo el camino o que cantara las canciones que ponía a todo volumen. Debía admitirlo, verla en ese estado realmente me desconcertaba.

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—¡Oh Dios mío! —exclamó Holly desde el cuarto obligándome a salir del baño a toda velocidad, encontrándome a la muchacha totalmente sorprendida delante del bolso que Bridget le había regalado. —¡Esto es demasiado! —exclamó señalándolo, estaba lleno de productos para el cabello, limpieza facial y maquillaje de todo tipo.

—Ella siempre es así de exagerada. —susurré soltando un suspiro.

La de orejas de conejo se puso a revisar aquel pretensioso regalo a la par que yo me puse a limpiar mis armas, la miraba de reojo cada cierto tiempo o cuando me explicaba algo acerca de los productos que pasaban por sus manos.

—Oye Cero. —al llamarme su voz era bastante débil. —Me siento mal. —admitió obligándome a mirarla, estaba pálida, sudando y temblorosa.

Rápidamente me levante de mi asiento para acercarme a ella, al tocarla note que estaba completamente fría. Mientras sacaba el celular de mi saco se recargo de mí cerrando los ojos con fuerza, musitando lo mal que se sentía.

—Buenas noches. —escuche al otro lado de la línea provocando que soltara un suspiro de alivio.

—Doctor necesito su ayuda, por favor venga al hotel Aston lo antes posible. Me encuentro en la habitación 409. —indique antes de colgar la llamada al sentir como Holly se desmayaba, por lo tanto, quite todas las cosas que se encontraba estorbando en la cama, y luego acomode a la chica en ella.

A los pocos minutos un hombre de 60 años equipado de un maletín toco nuestra puerta, al entrar le explique la situación y comenzó a revisar a la de orejas de conejo bajo mi atenta mirada.

—¿En estos días ella ha hecho algún esfuerzo excesivo? — preguntó el hombre inyectándole a Holly un líquido transparente.

—Sí. —contesté recordando todas las cosas que hizo la muchacha cuando se encontraba bajo trance.

—Se le bajo el azúcar. —afirmó mirándome con seriedad. —No sé si realmente es algo frecuente en ella, pero sería bueno que siempre anduviera con dulces. —agregó comenzando a guardar sus cosas.

—De acuerdo. —contesté observando como la palidez empezaba a abandonar el cuerpo de la chica.

—Fue bueno volver a verte 0A. No dudes en llamarme si pasa algo más. —se despidió el doctor caminando hacia la salida.

—Espere. —lo detuve. —¿Podría hacerme un favor? —el arqueo una ceja algo confundido, peo termino asintiendo. —Necesito que se la lleve. —

—¿Por qué? —

—Estaré fuera dentro de unos días, pienso que en su estado la mejor persona para cuidarla seria usted. —repliqué volviendo la mirada a Holly, quien dormía plácidamente.

—De acuerdo, llévala a ella y sus cosas a mi auto. —ordeno desapareciendo de mi campo de visión.

Me dispuse a arreglar las maletas de la muchacha para luego llevarlas hasta el auto del doctor, en el que luego acosté a Holly en los asientos traseros.

—Sera un largo viaje hasta Japón. —susurre observando como el vehículo se alejaba.

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Después de unos cuantos días desde de mi llegada, entre preguntas e ir de aquí para allá, por fin di con la mansión de Kozel. Tal como dijo Richard estaba plagada de seguridad, aunque gracias a mi experiencia darme paso hasta el interior no fue tan complicado.

Sin embargo, ya dentro algo extraño estaba pasando, lo sabía. No había ni siquiera una hormiga en el interior, lo que me puso alerta mientras registraba sigilosamente cada cuarto de aquella gran casa.

Pasado un tiempo comencé a sentirme soñoliento y mareado, tambaleaba a medida que seguía caminando. Llego un punto en que caí de rodillas al suelo sintiéndome terrible, hasta que termine inconsciente.

Sentí un golpe en mi cara provocando que me despertara, violentamente pude ver que me encontraba en una habitación de gris en la que solo había una puerta y era iluminada por una potente luz blanca. Estaba rodeado por varios hombres vestidos con esmóquines sosteniendo armas tipo MP5, sin embargo, ellos no eran tan llamativos como el hombre de mediana edad vestido con una bata blanca que se hallaba delante de mí.

—Es increíble verte después de tanto tiempo 0A. —habló él con una sonrisa socarrona en su rostro. —Pensar que la creación en la que puse tanto empeño vino para matarme. ¡Qué locura! —comenzó a reír mientras que yo solo lo miraba sin emoción alguna. —Por suerte siempre tengo buenos informantes por ahí. —soltó un largo suspiro. —Me gustaría tener una larga charla contigo y ponernos al día, pero alguien bastante importante está esperando por mi intervención y tu solo serias un gran estorbo en ello. —hizo una seña ordenándoles a sus guardias apuntarme. —Nos vemos en otra vida Agente 0A. —se despidió saliendo por la puerta que tenía detrás de mí, la cual tan pronto como se cerró escuche como aquellas armas eran disparadas.

Cerré los ojos esperando mi final, el cual me parecía el más digno, siendo atravesado por miles de balas que representaban cada alma que alguna vez arrebaté.

Pero luego de unos segundos no pude sentir nada, era totalmente extraño, así que decidí abrir los ojos percatándome de que todas las balas se encontraban detenidas en el aire, de hecho una se había detenido justo frente a mi ojo derecho.

—¿¡Pero que diab... —el guardia fue interrumpido cuando las balas se devolvieron y atravesaron a las personas que las dispararon.

Todo se quedó en silencio hasta que la puerta que tenía frente a mí fue abierta por la particular chica de orejas de conejo con las escleróticas de sus ojos al rojo vivo, esta me miraba sin expresión alguna hasta que luego de unos segundos una sonrisa apareció en sus labios.

—¿Cómo es que estas aquí? —pregunté serio mientras que ella se acercaba a mí para comenzar a desamárrame.

—Luego de despertarme, el Doctor Connor me dijo que me habías dejado con él ya que tenía que resolver unos asuntos, por alguna extraña razón supuse que ibas a cazar a Yure. Aun sabiendo en qué país te encontrabas, no sabía exactamente dónde estabas, por lo tanto termine yendo a donde Bridget quien me puso en contacto con Clarisa. —yo maldije al escuchar el nombre de mi superior. —Al llegar a Japón solo tuve que seguir sus indicaciones y lo demás es historia. —dijo liberándome del amarre.

—¿Y cómo es que puedes usar tus poderes sin estar siendo controlada? —la interrogué levantándome de la silla.

—Realmente no lo sé. —contestó mirándome directamente a los ojos. —Pero cuando estaba parada detrás de esa puerta y escuche los disparos, una imagen de tu muerte apareció en mi cabeza, y ahí...Algo floreció dentro de mí. —agregó con una clara confusión en su rostro.

—Ya veo. —dije notando como sus orejas se ponían rectas.

—Debemos irnos, vienen por nosotros. —afirmó tomándome de la mano para salir juntos de allí.

Salimos de la casa y nos montamos en mi auto, Holly comenzó a darme indicaciones de hacia dónde debíamos ir para perder a nuestros perseguidores, pero lo único que logramos fue mantener una buena distancia ellos. Esto se debía a que estaban divididos por grupos, si lográbamos perder a uno, siempre aparecía otro.

—Bájate del auto. —le ordené a la pelinegra cuando estacioné el auto cerca de una entrada a las alcantarillas.

—¿De verdad tenemos que ir por ahí? —preguntó Holly notablemente disgustada al mismo tiempo que yo quitaba la tapa.

—¿Tienes una mejor idea? —le pregunté a lo que ella negó

Le tendí la mano para ayudarla a bajar, una vez estuvo dentro yo también bajé encontrándome con un lugar oscuro en el que se encontraban varios túneles, había una especie de vereda que era dividida por un rio de aguas residuales que desprendía un desagradable olor.

—¿Puedes hacer explotar al auto? —pregunté volviendo a poner la tapa de la alcantarilla en su lugar.

—Sí. —contestó a la par que comenzábamos a caminar, a los pocos segundos el sonido de una explosión inundo nuestros oídos. —¿A dónde vamos a ir? —

—Tengo un conocido en Kyoto, él podrá darnos alojamiento hasta que las cosas se calmen. —

—Entiendo. —dijo soltando un suspiro. —Oye, antes de que Yure se fuera leí sus pensamientos. Dijo iría a Ámsterdam para buscarme. — la miré de reojo y asentí, volviendo a concentrarme en el camino. — Cero, quiero decirte algo importante. —detuvimos nuestro andar a la vez, me gire para verla notando que se encontraba nerviosa. —Tengo el presentimiento de que volveré al estado en el que necesitare ser controlada para ser funcional, así que, si es necesario no dudes en usarme. —me miro directo a los ojos. —En este momento somos tu y yo contra ese malvado hombre, por ello quiero ayudarte lo más que pueda, aun si no estoy consciente de ello. —confesó con una pequeña sonrisa mientras que sus orejas humanas se ponían rojas.

Verla así me hacía sentir cosas que no podía describir, la mejor palabra que adecuaba a ello era tranquilidad. Me sentía bien al saber que ella me tenía tanta confianza para decirme aquello,

—De acuerdo. —repliqué logrando que la sonrisa de la fémina se ensanche más, en ese momento note que el ambiente estaba bastante frio causando que ella comenzara a temblar. —¿Tienes frio? —

—Solo un poquito. —

—Ten. —me quite el saco y se lo coloque encima de los hombros. —Ahora vamos. —dicho eso seguimos nuestro camino, en el que me dedicaba ver de reojo la cara sonrojada de Holly.

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