No hay perdón.

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Ambos sollozaron aún más al escuchar estos nombres, sus nombres… los nombres que tanta curiosidad les daban, resultó que todo este tiempo ellos eran Regulus y Adhara…

Todo este tiempo les habían mentido, todo este tiempo vivieron en una mentira.

-Vamos, les voy a mostrar algo más- Habló de nuevo Anne.

Sus dos nietos se levantaron a cómo pudieron, aún lloraban, pero siguieron al espíritu hasta una puerta de roble enorme, entraron y encontraron la habitación que había sido suya cuando eran pequeños, aún estaban llenas de fotografías de la familia que alguna vez tuvieron.

-Ahora que saben la verdad, mi trabajo está hecho- Dijo por última vez el espíritu y desapareció en el aire.

.  .  .

Remus, Amelia, Federico, Sirius y Severus desmontaron sus escobas en la cima de la montaña y Remus fue el encargado de gritar la clave.

Cuando Castelbury apareció frente a ellos corrieron por el sendero hasta llegar a la entrada, siendo recibidos por los tres Grimm que la custodiaban.

-Sirius aquí es donde entras tú – Pidió Amy viendo como las tres grandes bestias se acercaban a comerlos.

Sirius avanzó tranquilo ante estos, pues se había criado con ellos y no les temía.

-¡Crux! – llamó a su Grimm.

El animal de color gris reconoció a su amo y se acercó a él como si fuera un perrito inofensivo.

-¡Ya basta Pólux y Lux! – Regañó a los otros dos que aún gruñían a los demás.

Ambos Grimm se calmaron al instante, pues aquel era el padre de sus amos y por lo tanto debían obedecerle.

-¿Dónde están sus amos? – Preguntó a Pólux y Lux.

Ambos Grimm vieron hacia arriba dando una clara señal de su paradero.

-Vamos, están en los pisos superiores- Habló Sirius.

Los 5 corrieron escaleras arriba hasta llegar al octavo piso del castillo, según Remus debían buscar en el estudio, según Amy en la habitación principal, según Sirius en la habitación de los bebés y según Fede y Severus debían de haber traído a los Grimm…

-¿Nos dividimos? – Cuestionó Amy.

-Nunca, ellos ya deben de saber algo y por supuesto que los odian así que huirán de ustedes- Le respondió Severus y recibió una mala mirada de Remus al ver que los ojos de Amelia se llenaban de lágrimas.

Fue entonces que Sirius percibió a sus hijos, algo dentro de él le decía que estaban destrozados en este momento y el debía estar con ellos, algo le decía donde están.

Sirius salió corriendo seguido por los demás, corrió hasta llegar a la puerta entre abierta de la habitación que fue de sus hijos.

Entró de una vez y sin dudarlo mucho.

Encontró a los dos adolescentes de pie en medio de la habitación, Franco sostenía el que fue su peluche favorito de bebé y Chloe una fotografía de Sirius y Alessandra junto a sus dos hijos.

Ambos dirigieron sus miradas a la puerta y todos vieron con temor que la expresión de ambos denotaba que sabían la verdad.

Franco tenía sus antes hermosos ojos azul cielo, enrojecidos de tanto llorar, al igual que su nariz y les dirigió a todos una mirada que demostraba todo lo que sentía en ese momento.

Chloe, al igual que su hermano, tenía los ojos enrojecidos, la nariz igual, las mejillas sonrojadas y una expresión que alguna vez puso Regulus Black al enterarse de la traición de Dumbledore hacia el…

-¡LARGO! – Gritaron a la vez.

-Chicos, por favor… - Comenzó Federico con lágrimas en sus ojos, habían llegado tarde.

Chloe lanzó la fotografía que sostenía a la cama y Franco el peluche a la cuna.

-¿ESTÁN SORDOS? – Gritó Franco.

-¡QUE SE LARGUEN! ¡MENTIROSOS! – Terminó por el Chloe.

Fue entonces que Severus Snape se hizo notar entrando de lleno en la habitación.

-Chloe, cariño, tranquila – Pidió con un tono de voz que ninguno de los mayores le había escuchado antes, un tono paternal.

Ni bien lo vieron tanto Chloe como Franco corrieron al profesor de pociones y lo abrazaron.

Chloe comenzó a sollozar en el pecho de Severus y esto hizo que el corazón del hombre se rompiera en mil pedazos ahí mismo.

-¡Quiero que se vayan Sevy! – Pidió la de cabello bicolor.

-Ya la escucharon ¡Largo! – Exigió Snape con su tono de voz ya normal.

Ninguno de los otros dos hizo caso a lo que pidieron. En cambio, Amelia se acercó un poco.

-Franco… hijo- Comenzó con un tono de voz quebrado.

-¡YO NO SOY TU HIJO! ¡MENTIROSA! – Le gritó el chico separándose de Severus.

-¡No le grites a tu…! – Iba a decir Federico

-¡¿A SU QUÉ?! – Lo interrumpió Chloe separándose un poco Snape- ¡ELLA NO ES SU MADRE! ¡NUESTRA MADRE MURIÓ EN LA HABITACIÓN DE AL LADO! –

Todos se quedaron de piedra, no se suponía que ellos supieran eso.

-Chicos, entiendan… fue por su Bien- Pidió Remus

-Claro ¿Desde cuándo mentirle a una persona sobre toda su vida es hacerle un bien? – Le preguntó Franco con voz ronca, pero sin gritar esta vez.

-Nosotros… siempre fuimos sinceros con ustedes, odiamos las mentiras y aún así ustedes juraban jamás hacernos eso ¡CUANDO EN REALIDAD TODA NUESTRA PUTA VIDA ES UNA MENTIRA!– Les dijo Chloe

Los adultos no sabían que hacer, pues muy en el fondo sabían que los dos gemelos tenían razón.

-Yo… escuchen, sé que no soy su persona favorita en este momento – Comenzó Sirius sacando la poca voz que le quedaba- Pero creo que deberíamos calmarnos y discutir esto en el cuartel- Pidió

Los dos adolescentes lo vieron por primera vez desde que entró, el hombre se veía realmente desesperado y agotado, parecía que la felicidad que había recuperado en estos dos últimos días se había esfumado para siempre.

-Bien- Contestaron ambos.

Esto sorprendió a todos, pero los gemelos no tenían nada en contra de Sirius, después de todo el solo los había amado desde que los conoció he incluso guardo la mentira de los demás para no destruir su mundo, el estaba dispuesto a ceder su felicidad por la de ellos, así que ambos comprendían que Sirius no tenía nada que ver en esto.

-De acuerdo, vamos a casa- Pidió Sirius con una media sonrisa triste.

Los adultos comenzaron a salir dejando a Severus con los dos chicos, Chloe lo vio cuando sintió su mirada fija en ella.

-El no ha hecho nada Chloe, el merece una oportunidad- Le aconsejó en referencia a Sirius.

-Creí que lo odiabas- Le contestó Chloe.

-Lo hago, pero eso no quita que él sea un buen padre y que los ame con toda su vida-

-Gracias por venir Sevy- Le dijo ahora Franco.

Los tres salieron últimos de la habitación y siguieron a los otros cuatro de vuelta al vestíbulo.

Los Grimm se acercaron a sus amos apenas los vieron.

-No lo quiero dejar- Anunció Chloe viendo a Pólux – Es mío y quiero que este conmigo-

Sirius sonrió ante esto, pues él también se iba a oponer a volver a dejar a Crux.

-Ellos tienen un lugar en la mansión Black ¿Por qué no das la orden para que vayan? – Le propuso Sirius.

-Pólux, ve a la mansión Black. El número 12 de grimmauld place, yo estaré ahí en una hora- Pidió

Rápidamente el Grimm se volteó hacia sus compañeros y emprendieron el viaje hacia Londres.

-¿Cómo sabes que llegarán? – Preguntó Franco a Sirius.

-Los Grimm viajan grandes distancias de manera mágica- Explicó Remus, pero fue totalmente ignorado por Franco.

Los menores sólo tomaron las escobas que habían dejado en el vestíbulo al llegar y salieron.

Subieron el sendero rápidamente hasta llegar a la montaña y subieron a sus escobas.

-¡Esperen! – Pidió una cansada Amy.

-¿Quién dijo que ustedes vendrán con nosotros? – Preguntó Franco con voz fría.

-Aceptamos volver, pero no los queremos cerca de nosotros. Volveremos solos, tal y como llegamos y no los queremos cerca- Terminó Chloe en el mismo tono.

Ambos despegaron inmediatamente después de esto y se elevaron por encima de las nubes.

Amelia se soltó a llorar ante la contestación de quien ella había considerado por tantos años su hijo.

-Debimos decirles, yo te lo dije, pero tu estúpida enfermedad no te dejaba ver que te habías vuelto loco- Le reclamó a Federico al tiempo que se lanzaba a abrazar a Remus.

-Ella tiene razón, esto es tu culpa. Eres un enfermo que solo ve a mi hija como el sustituto de la hermana que perdió y ella jamás lo será, jamás fuiste un buen padre, jamás fuiste bueno para ella, solo eres un loco- Le dijo Sirius y luego despegó para tratar de alcanzar a sus hijos.

Todos se quedaron en silencio después de esto hasta que Severus montó en su escoba con suma rapidez.

-Vamos, no queremos que alguien nos vea aquí-

Después él también se fue dejando a los tres hermanos.
Fede intentó abrazar a Amy, pero ella rápidamente lo corrió.

-No me toques, esto es tu culpa. Nos vamos Remus-.

Y dicho esto ellos también se fueron dejando a un solo Federico Di Lessio con la culpa en sus hombros.

.  .  .

Varios kilómetros lejos de ellos volaban los dos adolescentes, ambos con una expresión seria en sus caras y sin hablar tan siquiera.

-¡Espérenme! – Escucharon qué decían.

Al voltear vieron a Sirius tratar de alcanzarlos en la saeta de fuego de Draco. Ambos redujeron un poco la velocidad hasta que él logró alcanzarlos y luego volvieron a su velocidad inicial.

-Yo amm… supongo que ya no soy tan rápido como antes- Trató de bromear Sirius.

-Qué bueno que aceptas lo viejo que estás – Le respondió Chloe en un tono más amable que el que usó con los otros.

-Bueno ¿Qué opción tiene? – Le contestó Franco.

-Oigan, sé que en este momento deberán estar odiándome y sé que lo merezco, pero.. -

-Te voy a detener antes de que termines tu monólogo- Comenzó Chloe dirigiendo su mirada a él – No te odiamos y no te culpamos-

-¿Ah no? – Se extrañó Sirius.

-No. Sabemos que no tuviste que ver en la mentira, sabemos que fingiste para proteger a… para protegerlos a ellos- Respondió ahora Franco.

Sirius asintió aliviado al menos sus bebés no lo odian…

-Esto… miren sé que tal vez les es complicado todo, pero si quieren seguir con sus vidas como hasta ahora y olvidar que yo existo – Comenzó de nuevo el mayor.

Ahora la mirada de ambos gemelos recayó sobre el mientras subían una ceja cada uno.

-¿Continuar con nuestras vidas? – Preguntó incrédula Chloe.

-¿Olvidarte? – Siguió Franco.

-Jamás haríamos eso, eres nuestro padre- Terminó Chloe

Sirius sintió que su corazón se hinchaba de orgullo al escuchar que su hija lo llamó padre.

-Solo decía que yo entendería que quieran vivir con… -

-¿Con esos mentirosos? – Interrumpió de nuevo Franco.

-Tú tienes la misma maña de tu madre, interrumpes a todos- Se quejó Sirius. – Mejor continuamos con esto en casa- Sugirió al ver la cara de ambos.

Los siguientes 30 minutos volaron hablando de vez en cuando sobre trucos que iban haciendo en las escobas para matar la tensión.

Al llegar a la mansión Black aterrizaron en el balcón de Sirius y entraron en la habitación de este.

Poco tiempo después llegaron Severus, Amelia y Remus, pero no había rastros de Fede hasta 16 minutos después que llegó.

-Bien, debemos hablar- Comenzó Federico.

-Yo me retiro- Propuso Severus y se acercó a los dos adolescentes- Si necesitan algo llamen, estaré abajo- Le dijo mientras estos lo abrazaban y luego se fue.

Todo quedó en total silencio ante la incomodidad.

-Creo que deberíamos hablar ahora- Pidió Remus nervioso.

-Nosotros no tenemos nada de qué hablar, vimos los recuerdos, sabemos lo que pasó y no hay excusa para lo que hicieron- Comenzó Chloe y Franco asintió.

-Tú – Comenzó Franco señalando a Remus y este tragó duro- Eres mentiroso, los apoyaste, pero sabemos que lo hiciste porque nos amas, eres mi padrino, no mi padre y ella – Señaló a Amy- Te puso en una difícil situación, pero también entiendo que fue error de Chloe y Harry al sacar rápidas conclusiones, aún así me mentiste y no creo que puedas recuperar mi confianza en bastante tiempo- Terminó el chico.

Remus bajó la cabeza avergonzado, pero asintió, al menos no le había gritado.

-Yo también te perdono tío Rems, sea como sea en un principio te oponías a esta mentira y por eso fuiste exiliado de nuestras vidas, así que te perdonamos, pero no esperes nuestra confianza- Habló Chloe.

-Gracias pequeños, yo estaré afuera- Se despidió Remus una vez supo que no tenía lugar ahí.

De nuevo todo quedó en silencio total, nadie quería hablar, nadie quería moverse, al menos no de los adultos.

-Tú – Chloe señaló a Amy que tragó duro sabiendo lo que se venía – Eres mentirosa, engañosa, no debiste participar en esto, pero si querías decirnos la verdad una vez supiste que Sirius era inocente. Sabemos que lo hiciste por nuestro bien y sea como sea amas a Franco como si fuera tu hijo y lo criaste de igual forma- Terminó

-Ella se refiere a que te entendemos, pero no te perdonamos, nos mentiste, nos separaste aún sabiendo el mal que eso nos haría, nos mentiste sobre nuestro poder, pero aún así me amas y me cuidas como si yo fuera tu hijo-

-Es que lo eres Franco, sé que tal vez no soy tu madre biológica, pero yo te crié y te amo mucho – Interrumpió Amy.

Ambos la vieron llorar y se sintieron un poco mal, pero no iban a cambiar su postura sobre esto.

-Bien dicen que un padre no es el que engendra, sino el que cría, tú eres una de mis madres y lo serás hasta el día que muera, pero no te voy a perdonar el hecho de alejarme de mi hermana-

-Para que entiendas, te amamos y agradecemos por cuidarnos, pero no te estamos perdonando, solo tratamos de entenderte, nos tomará un tiempo- Concluyó Chloe.

Ciertamente estaban tomando esto de una manera muy madura, claro que ninguno de los Di Lessio sabía que esto se lo debían a Sirius y el monólogo que les dio mientras volaban.

-Gracias, es todo lo que pido, que traten de entender y perdonar. Sé que tal vez es mucho pedir, pero ¿Podría abrazarte hijo? – Preguntó a Franco.

El la vio y su corazón se hizo pedazos, jamás podría negarse a su madre, el la ama y lo haría siempre sin importar que ella le mintiera.

-Claro –

La castaña se lanzó a abrazar a su hijo adoptivo sin esperar ni un segundo, mientras lloraba en su hombro porque él era mucho más alto que ella.

-Gracias cariño, los espero afuera- Les dijo para luego irse.

-Bien contigo no vamos a esperar- Comenzó enojado Franco viendo a Fede- Eres una mala persona, siempre lo has sido y no te das cuenta del daño que nos hiciste, del daño que le hiciste a mi hermana, el ser que más amo en este mundo.
Nunca fuiste un padre para ella, nunca. Siempre la trataste como si ella fuera tu hermana muerta, eres un enfermo de mierda, nunca la viste como a una niña siempre la viste como si tuviera que ser una adulta y no podía comportarse como ella deseaba, no, siempre tenía que comportarse como si fuera Alessandra ¿Cierto?
Nunca llegaste a verla como a una hija o como a tu sobrina-

Franco no dejaba de acercase mientras apuntaba con el dedo a Federico hasta que lo tuvo acorralado frente a la pared.

Al parecer quería hacer esto hace mucho tiempo...

-¡NOS SEPARASTE! – Le gritó en la cara- ¡La dejabas fuera siempre! ¡Siempre la presionaste para ser como TÚ querías y eso se acabó!
¿Cómo es posible que no te dieras cuenta que la loca de tu esposa torturaba a tu hija en tus narices?
Eres un idiota, un enfermo que no sirve para ser padre, nunca fuiste un buen padre, nunca te voy a perdonar lo que hiciste, jamás voy a perdonarte y a partir de ahora te vas a alejar de mi hermana ¡¿Me escuchaste?!
No vas a volver a pasar tiempo con ella hasta que vayas a un puto psicólogo que te quite esa idea de la mente.
¿Entendido? No vas a volver a llamarte su padre, no vas a volver a verla hasta que estés bien de la puta cabeza– Terminó

Chloe nunca había visto a Franco al borde de golpear a alguien de su familia, pero sabía que si no lo detenía acabaría golpeando a Federico y aunque ella en este momento lo odiaba, el la había criado.

Chloe se acercó a Franco y tomó el puño que apuntaba a la cara de Federico que no hacía nada por defenderse.

Franco se frenó cuando vio a su hermana junto a él y ella negó con la cabeza, el se alejó atrayéndola con el y abrazándola.

-No creas que estoy en desacuerdo con lo que dijo, yo te odio- Le dijo Chloe y Federico sintió como ahora si su mundo se venía abajo- Me alejaste de mi hermano, me quitaste mi nombre – Los ojos de la chica centellaron con una chispa de enojo- Me quitaste mi apellido, me quitaste llorar a mi madre, me quitaste sufrir por mis padrinos, me quitaste mi poder y me hiciste a TÚ conveniencia, me tratabas como si yo fuera una adulta cuando solo era una niña, me hiciste creer que si no era como ella no me amarías, nunca supiste ser un padre y nunca me diste la seguridad que un padre debe darle a su hija –

Federico sentía como cada fibra de su ser ardía ante la verdad que salía de la boca de Chloe.

-Estas enfermo y me ves cómo alguien que no soy, jamás me amaste a mi, solo amabas el recuerdo de ella, el recuerdo que vivía en mi – Chloe se limpió una única lágrima – Yo no te voy a perdonar, hasta que me demuestres que has cambiado, que sanaste y que me amas a mi, no a lo que yo te recuerdo- Terminó

Fede se separó por fin de la pared y se dio cuenta que estaba llorando sin darse cuenta y no era el único Sirius había comenzado a llorar desde que escuchó la palabra “Tortura”

-Te prometo que voy a cambiar hija, te prometo que voy a sanar para demostrarte lo mucho que te amo pequeña y lamento tanto el haberte quitado tantas cosas- Habló Fede con voz quebrada.

-Bien… puedes irte- Le dijo Franco aún con tono enojado.

Federico no se atrevió a pedir a Chloe un abrazo, pues sabía que no se lo merecía. Solamente salió de ahí con la cabeza baja y sintiendo que es el peor ser humano en el planeta.

-Supongo que sigues tú – Le habló Franco a Sirius.

-Digan lo que quieran, lo soportaré-

-Te perdonamos- Dijeron ambos gemelos.

Sirius los vio con sorpresa, pues ambos tenían fama de ser increíblemente rencorosos y con un odio hacia la humanidad.

-Tú solo querías protegernos, no reventar nuestra burbuja… incluso fuiste a buscarnos para impedir saber la verdad todo para que no los odiemos a ellos, incluso si eso nos alejaba de ti- Le dijo Chloe con una media sonrisa.

-Desde que nos volviste a ver no has hecho más que demostrarnos lo mucho que nos amas y que solo quieres nuestra seguridad y ser parte de nuestras vidas. Agradecemos eso- Terminó Franco.

Sirius ciertamente fue el que mejor suerte tuvo de ese grupo de regañados, excepto tal vez por Severus que salió ileso del asunto.

-Gracias por esto, mis hermosos y valientes hijos- Les dijo.

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