Una vida de mentiras.

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Al entrar por las puertas ambos gemelos vieron que se encontraban en un vestíbulo, un hermoso vestíbulo que les parecía tan familiar.

-¿Y ahora dónde? – Preguntó Chloe.

Fue entonces que una nube de humo se elevó en medio del vestíbulo y mostró la figura de una tétrica mujer acompañada de una aterradora criatura de dos metros, con pelaje negro.

-¡¿QUIÉN ESTA AHÍ?! – Rugió la figura de la mujer.

Ahora se había multiplicado, otras dos criaturas salieron detrás de la primera y rodearon a lo que parecía ser el espíritu de la mujer.

Chloe abrió mucho sus ojos al reconocer esas horribles criaturas que había visto sólo una vez en el tonto libro de “Augurios de muerte” que le quitó a Harry.

-Son Grimm, son tres putos Grimm- Le dijo a su hermano mientras ambos retrocedían.

Chloe se puso delante de Franco a modo de protección y sus manos se envolvieron en llamas, sus ojos brillaron y sintió de nuevo ese impulso que sintió en el cementerio hace meses… quería asesinar.

-¡¿Quiénes son?! – Volvió a preguntar la tétrica figura.

-Y tú verdadera cara tienes que mostrar- Recordó Franco de pronto – Tenemos que decir nuestros nombres y una verdad, como lo hacen los de la orden- Le explicó Franco a su hermana.

Ella asintió antes de ver que los tres Grimm y el espíritu se estaban acercando.

-¡Yo soy Franco Di Lessio! ¡Y soy bisexual! – Gritó el rubio.

El espíritu y las criaturas parecieron aplacarse para luego ver a Chloe.

-¡Yo soy Chloe Di Lessio! – La chica hizo una pausa buscando una verdad sobre ella, cuando recordó la más impactante de todas y la que mejor la definía alzó la voz de nuevo- ¡Y soy un Fénix de fuego, pero también una asesina! – Gritó

Ahora el espíritu dejó de avanzar por completo, los tres Grimm hicieron lo mismo.

Ante la mirada atónita de los gemelos el Grimm color gris y el de color blanco se inclinaron ante ellos, el negro, el más grande y el que parecía ser el líder, fue el último en hacerlo, pero sólo lo hizo ante la chica.

El espíritu antes aterrador se torno en una figura de una adorable mujer rubia, ella era preciosa, tenía ojos hermosos que reflejaban dulzura y su largo cabello caía hasta la cintura en delicadas ondas, ella vestía de blanco ahora.

-Mis niños, han regresado- Les dijo con voz impregnada de dulzura.

El espíritu intentó acercarse, pero Chloe se puso a la defensiva y ardió más sus puños.

-¡Aléjate! ¡No te conocemos! –

-Te equivocas en eso pequeña… Yo soy el espíritu con la memoria de Anne Di Lessio su… -

-Nuestra abuela- Terminó por ella Franco.

Chloe volvió sus brazos a la normalidad y sus ojos también, mientras intentaba controlar el instinto de obscuridad que intentaba salir.

-No los veía desde hace mucho tiempo mis dulces nietos- Saludó la mujer.

-Un placer conocerte abuela- Dijeron ambos.

Ya nada les sorprendía, después de todo hablaban con gente muerta, Chloe solía prenderse en llamas a sí misma y Franco solía hacer burbujas de aire a su alrededor para que nadie lo molestara, ellos eran imposibles de existir y aún así aquí están.

-Bienvenidos a casa mis preciosos gemelos-

-¿Casa? – Preguntaron ambos.

-Veo que aún no lo saben… siempre estuve en contra de esta mentira, pero supongo que nunca me escuchan- Habló con tristeza- Esta era la casa ancestral de los Di Lessio, pero la última en habitarla fue mi hija mayor, Alessandra- Explicó

Ahora la mujer, o el espíritu de esta, comenzó a flotar hacia lo que parecía una sala de invitados, los Grimm esperaron a que los gemelos la siguieran para levantarse del suelo.

-Lindas mascotas Abuela- Le dijo Chloe viendo a las aterradoras criaturas que estaban detrás de ellos.

-¿Te refieres a los Grimm? No son míos Chloe, son de ustedes, yo solo los estuve cuidando, igual que al castillo-

Ahora ambos adolescentes se voltearon hacia las criaturas y vieron como estos se acercaban a ellos, como si los hubieran extrañado todo este tiempo.

El blanco se acercó a Franco y se echó alrededor de este haciendo una media luna, mientras el negro se acercó a Chloe y puso su cabeza para que ella lo acaricie, lo cual hizo con cuidado, ya una vez vio que no era peligroso abrazó la cabeza del enorme animal como si fuera un oso de peluche.

-Veo que ya los reconocieron… El blanco lleva el nombre de Lux, fue nombrado así por Alessandra, ya saben por su color de pelaje- Explicó y Franco sonrió acariciando el enorme Grimm- El gris es Crux, ese pertenece al que fue esposo de mi hija, y luego está Pólux, el negro, él es el alfa y te pertenece a ti Chloe –

La de cabello bicolor aún seguía acariciando al animal con amor antes de voltear a ver a la mujer.

-¿Mío? ¿Es mío? –

-Fue un regalo, pero eso lo sabrás más adelante. Vengan debo mostrarles algo- Pidió

-¿Y ellos? – Le preguntó Franco.

-Chloe ordena a Pólux que vigilen la entrada, ahora que volviste no me hará caso- Pidió Anne.

La chica no entendió nada, pero se volteó hacia el animal que la veía expectante.

-Pólux- Llamó con duda – Tú y los demás deben vigilar la puerta ¿Entendido? – Habló nerviosa.

El gran animal que parecía un enorme perro lobo negro se dio la vuelta de manera solemne y avanzó hacia el vestíbulo, los otros dos lo siguieron.

-Muy bien hecho, ya te respeta. Vamos debemos ir hasta la torre norte- Recordó Anne y comenzó a caminar, o flotar, mejor dicho, seguida por los gemelos.

Los tres avanzaron en silencio por 7 minutos, solo los dos adolescentes se veían entre ellos trazando un plan en caso de trampa.

Ambos también veían como todos los pasillos estaban decorados con foros y retratos de antiguos magos Di Lessio, todos descansaban tranquilos en sus marcos de oro hasta que veían a los dos jóvenes y luego dirigían su mirada curiosa al espíritu de Anne.

-Mm esto abuela- Llamó incómoda Chloe.

-Dime querida-

-¿Por qué nos ven todos? – Preguntó por ella Franco.

-Simple, nadie a vivido aquí por más de 14 años, al menos no ningún vivo- Bromeó la mujer.

De nuevo ambos se vieron y se tomaron las manos para no separarse.

-¿A dónde vamos? – Preguntó ahora Chloe.

-Al pensadero, pero este se encuentra en el viejo estudio de Alessa y Sirius- Explicó la mujer.

-Espera, ¿Sirius vivió aquí con la tía Alessa? – Preguntó Franco.

Anne frunció el ceño con enojo y sin dejar de avanzar.

-Tía Alessa, patrañas- Dijo con enojo el espíritu- Pero sí, ambos vivieron aquí por, no lo sé, ¿Tres años? –

-Bastante tiempo – Murmuró Chloe sin saber por qué Sirius no lo mencionó.

Todos siguieron avanzando hasta llegar a una gran puerta de madera que se abrió con facilidad ante su toque.

-Ya era hora, subir 8 pisos no lo hago ni en Hogwarts – Se quejó Chloe cansada.

-Estarías acostumbrada si vivieras aquí, pero como siempre mi hijo es un idiota- Habló Anne.

Ambos ignoraron los comentarios de su abuela y vieron el lugar.

Era una oficina decorada de colores cálidos. Habían dos escritorios, varias estanterías, varios retratos de Sirius más joven junto a una mujer que reconocieron como Alessandra y varias fotos de bebés, entre ellos estaba Harry, Chloe, Franco, incluso Draco y una fotos de una bebé rubia muy parecida a Ántares.

-Este era el estudio donde trabajaban Sirius y Alessandra – Explicó Anne viendo a sus dos nietos curiosear todo.

-Tenían un maravilloso gusto- Declaró Franco.

Luego ambos vieron que en el centro de la sala se alzaba un pensadero, en el rincón de esta estaba un anaquel lleno de recuerdos.

-Es hora de la verdad mis niños- Habló Anne con voz profunda.

-¿Cuál de todos los recuerdos debemos mirar? – Preguntó Franco acercándose al anaquel.

-Ninguno de esos, yo les voy a mostrar todo-

Y sin decir más el espíritu se disolvió dejando una gran tira que parecían ser recuerdos.

Este cayó sobre el pensadero y se volvió el agua color azul claro.

-¿Lista Chloe? –

-Lista Franco-

Ambos hundieron sus caras en el agua del pensadero y rápidamente sintieron como caían hasta quedar en una habitación blanca.

-Hoy les voy a contar una historia con un trágico final- Escucharon la voz de Anne desde la nada

De pronto estaban en uno de los jardines de Hogwarts en el atardecer.

-La historia habla de Sirius Black y Alessandra Di Lessio- Volvió a escucharse la voz de Anne.


De pronto aparecieron corriendo por los campos de los jardines, a unos diez metros de ellos, un joven Sirius que tendría unos diecisiete y una joven Alessandra de la misma edad.

Sirius perseguía a Alessandra por el jardín mientas ella reía y le mostraba la varita del primero que había tomado sin permiso.

-¡Ven aquí amor! – Llamaba Sirius sonriendo.

-Atrápame Chucho- Le respondió ella.

Ambos, Chloe y Franco, vieron con una sonrisa el hermoso momento.

-Fue así que ambos jóvenes vieron que su amor valía la pena y tomaron una gran decisión-

El escenario cambió y ya no estaban en los jardines de Hogwarts, ahora se encontraban de pie, en medio de un pasillo de silla, que estaba en el jardín de la mansión Di Lessio presenciando como Alessandra, vestida con un hermoso vestido blanco, besaba a Sirius en frente de muchas personas y en el medio de un altar.

-Se casaron… - Terminó la voz de Anne.


Cientos de aplausos se escucharon.

-Pero aquí no acaba la historia no… -

Ahora se encontraban en una habitación en Castelbury, la habitación de Alessandra y Sirius.

La mujer estaba acompañada de una pelirroja que reconocieron como Lily Evans, quien para ese momento ya era Lily Potter.

-Esto no me puede estar pasando, esto es imposible- Decía Alessandra mientras caminaba de un lado a otro viendo fijamente un pequeño caldero que tenía una poción Lila.

-Pues la poción no miente Alessa y déjame decirte que a como son el can y tú, me sorprende que no hubiera pasado antes- Bromeó Lily.

Alessandra la mató con la mirada y suspiró antes de tomar el caldero en sus manos.

-Voy a decirle- Dijo la mujer rubia antes de salir de la habitación.

El escenario cambió de nuevo y ahora se encontraban en la oficina en la que habían entrado antes, pero varios años atrás.

Sirius estaba sentado en el escritorio del lado izquierdo con un libro de hechizos en su mano y escribiendo lo que leía con la otra.

-Amor – Llamó Alessandra entrando.

-La luz de mi vida ¿Qué sucede? – Preguntó Sirius al ver la cara de Alessandra.

-Yo… - ella dudó un poco antes de suspirar cansada- Sirius estoy embarazada- Soltó.

Sirius dejó su libro y la pluma para levantarse tranquilamente y luego soltar una risa.

-Que buena broma mi amor- Le dijo y luego vio la cara que puso Alessandra – Espera un segundo… no es una broma ¿Verdad? – Alessa negó y le mostró el pequeño caldero con la poción.

Sirius se petrificó en medio de la sala, Alessa dejó el caldero en una mesita dispuesta a ir a hacerlo reaccionar, pero cuando ella se volteó se vio envuelta en los brazos de su esposo mientras este la giraba por una y otra vez. Ya cuando la dejó en el piso la beso fuertemente.

-¡Vamos a ser papás! – Festejó y luego besó el vientre de Alessandra.

El escenario cambió justo cuando los gemelos arrugaban el ceño.

>>Pobre Sirius, todo lo que debe de extrañar a su esposa. << Pensaban.

Ahora se encontraban en un consultorio médico de San Mungo, donde Alessandra era revisada por una doctora mientras Sirius veía atento todo lo que está hacía.

Frente a ellos apareció una nube color gris que mostró el interior del vientre de la rubia, tal como un ultrasonido muggle, pero mejor.

-Miren eso- Habló sorprendida la doctora

-¿Qué pasa?- Preguntó un preocupado Sirius.

-Felicidades señores Black, son gemelos.-

Sirius casi se desmaya ante esto y Alessandra sonrió alegremente.

-Pero lo más extraño es que los gemelos suelen ser del mismo sexo… ustedes tendrán un niño y una niña, miren- Explicó señalando ambos fetos – Pero son gemelos porque sólo hay una bolsa gestacional-

-Mira tú, que puntería la mía – Bromeó Sirius y luego dirigió su vista a la nube con ojos llenos de amor- Desde ya nuestros hijos rompen las reglas- Le dijo a Alessa y besó su frente.

Todo se nubló ahora aparecieron en los jardines de Castelbury.

Sirius y Alessandra disfrutaban de un picnic, a esta última ya se le notaba una pequeña barriga de embarazo, tendría unos 3 meses.

-Cariño ¿No me darías algo de aire? Muero de calor- Pidió Sirius a su esposa.

-Claro- Pero cuando Alessandra intentó enviar una corriente de agua salieron llamas de sus dedos.


Ella vio esto en un principio asustada, al igual que Sirius, pero pronto puso una sonrisa.

-Mira amor, nuestros hijos me traspasan su poder… creo que por primera vez en la historia habrá un Fénix de fuego- Habló feliz mostrando sus dedos con llamas.

-Es… impresionante, nuestros hijos son perfectos-

Sirius se acercó a su esposa y la besó para luego repetir su acción en el vientre.

Chloe y Franco comprendieron de que se trataba todo, su mente se negaba a aceptar esto, pero las lágrimas que cayeron por las mejillas de ambos demostraban que su cerebro poco a poco revivía los pocos recuerdos que les quedaban de su infancia y en todos y cada uno estaban Sirius y Alessandra Black.

El paisaje cambió y ahora se encontraban en la sala de partos que había instalado en el castillo. Lily Evans, con una barriga de embarazo de unos meses apenas, apoyaba a su mejor amiga tomando su mano y en la otra estaba James Potter.

-¡JAMIE! – Llamó Alessa y el nombrado la vio preocupado - ¡RECUÉRDAME NUNCA MÁS DEJAR QUE SIRIUS ME TOQUE! – Pidió gritando.

-Cómo digas preciosa- Le respondió James y mató con la mirada a Sirius que estaba junto a la doctora porque quería cortar el cordón.

-¡Vamos señora Black solo un poco más! ¡Puje! – Pidió la doctora de la última vez.

-¡AHHHH! – Soltó la mujer rubia.

Todos se quedaron en silencio. El primer bebé había salido llorando fuertemente.

-Corte el cordón señor Black- Pidió la doctora.

Sirius se acercó viendo directamente al bebé que la doctora sostenía, sus ojos estaban fijos y cortó el cordón rápidamente como lo había ensayado.
Chloe se llevó una mano a su ombligo por instinto.

-Felicitaciones, su primogénita es una niña- Dijo entregándole a Sirius.

El hombre la tomó sin despegar su mirada de ella, ahora sus ojos estaban llenos de lágrimas y fue cuando Alessandra, Lily y James comprendieron que nunca más volvería a haber alguien en este mundo más importante que en el corazón de Sirius que esa bebé.

-Mi pequeña princesa- Murmuró Sirius mientras la cubría con una manta blanca- El amor de mi vida- Siguió besando su coronilla.

Se acercó a Alessa y la puso en su pecho con cuidado de no alejarse mucho de la bebé.

-Es preciosa- Dijo Alessandra abrazando a su hija con sumo cuidado.

-Es perfecta- Corrigió Sirius.

-Señora Black necesito que siga pujando, ya viene el segundo bebé- Pidió la doctora.

Sirius tomó a la bebé de los brazos de su madre cuando está le hizo una señal para que lo hiciera.

-James no dejes sola a mi hija- Pidió Alessandra antes de volver a pujar.

-Pero ¿Y tú? – Preguntó desconcertado el azabache

-Yo voy a dar a luz a otro bebé- Alessandra soltó un grito de dolor- pero podré hacerlo si no sé que mi hija tiene a sus padrinos con ella cuidándola- Pidió.

-Yo lo haré-

Regulus Black entró en la sala, tenía cara de preocupación.

-Yo cuidaré a la bebé junto con Amy- Pidió.

No había otra persona en la que Alessandra confiara más que en James, excepto, tal vez, Regulus.

-Cuídala hermanito- Pidió Sirius entregándole la bebé, besó con cuidado la frente de la niña y volvió a su posición sin despegar la vista de su hija.

-Vamos mi pequeña estrellita, el tío Reg te va a cuidar, por y para siempre- Le habló con cariño Regulus.

Ambos salieron de la habitación.

-¡Veo la cabeza! ¡Puje! –

-Es más fácil decirlo que hacerlo ¡AHHHH! –

James se estremecía ante cada grito de Alessandra, sentía la misma agonía que su mejor amiga y eso lo demostraba, sin embargo, no se apartaba de su lado.

-¡De nuevo! –

-¡AHHHH! –

Al cabo de otros 3 minutos pujando Alessandra dio un último grito y de nuevo la sala se llenó de silencio absoluto exceptuando el llanto del recién nacido bebé.

Sirius volvió a cortar el cordón y está vez fue Franco quien tocó su ombligo instintivamente.

El bebé fue entregado a su padre.

-Felicitaciones de nuevo, tienen un varón- Dijo la doctora.

-Quiero verlo, Sirius, tráelo – Pidió Alessandra.

Sirius rápidamente cubrió al bebé a quién veía con la misma intensidad y amor que a su hija, lo abrazó con cuidado y lo puso en el pecho de su madre.

-Es perfecto- Repitió Sirius y Alessandra asintió.

-Ambos son perfectos- Alagó Lily con lágrimas en sus ojos.

-Lily no te despegues de ninguno- Pidió Alessa.

La pelirroja asintió y tomó al pequeño en sus brazos con una gran sonrisa.

-La tía Lily te va a cuidar pequeño- Le dijo.

Una vez ambos salieron de la habitación todo se nubló de nuevo aparecieron en la misma habitación, pero unas horas después. Alessandra, ya recuperada gracias a su magia Fénix, estaba junto a los demás frente a la enorme cuna que guardaba a sus hijos.

-Son hermosos- Alagó un joven Federico.

-Pues obvio ¿Qué esperabas Rain? Son mis hijos- Le respondió Sirius.

-Debo admitir que tenías razón Sirius, aquella vez que describiste a tus hijos con Alessa… definitivamente son preciosos-Terminó Lily.

Sirius se acercó a su hija y la tomó en brazos mientras Alessandra cargaba a su hijo.

-¿Ya nos dirán sus nombres? – Preguntó emocionada Anne viendo a sus nietos.

-Yo quiero saber el nombre de mis nietos, por favor- Rogó Euphemia colocándose cerca de su hijo, Sirius, y viendo a su nieta.

Los señores Black se vieron entre ellos con miradas cómplices.

-Bien, demos la bienvenida a nuestro hijo- Comenzó Alessa mostrando a todos al bebé que cargaba- Franco Regulus Black-


El Franco mayor cayó de rodillas viendo todo con lágrimas en sus ojos y aún tomado de la mano de su hermana que se mantuvo en pie.

Mientras tanto en el recuerdo, Regulus Black vio a su cuñada y a su hermano con la más grande sorpresa.

-¿Lo llamaron como yo? –
Preguntó cuando una pequeña lagrima escapaba de su ojo.

-Así es, decidimos que tu nombre es mucho mejor que “Orión”- Bromeó Sirius, pero de igual forma Regulus sonrió.

El hombre se acercó junto a su esposa, Amy que tenía también una barriga de embarazo, al bebé y lo besó en la cabeza con cuidado.

-Tío Regulus les va a enseñar a hacer muchas cosas- Aseguró con una sonrisa pícara y Alessandra apartó al bebé.

-Que ni se te ocurra- Regañó la rubia.

Todos soltaron risas al pensar en las canas verdes que estos dos niños les van a sacar a sus padres.

-Bueno, es un nombre maravilloso- Alagaron los dos abuelos.

-¿Y nuestra nieta? ¿Cuál es su nombre? – Preguntaron Euphemia y Anne.

Sirius dirigió su mirada color plata a su hija y luego a los demás.

-Denle la bienvenida a la primera heredera de la casa Black. Chloe Adhara Black – Anunció con una sonrisa.


La Chloe mayor cayó también junto a su hermano y ambos lloraban al saber la verdad por fin.

Chloe golpeó el suelo con su mano libre mientras veía como Sirius cargaba a su yo bebé.

-Miren, abrieron los ojos- Anunció Amy sorprendida.

-El… el tiene tus ojos Alessa- Dijo Remus viendo al bebé y sonriendo.

Sirius no hablaba, sólo tenía los ojos muy abiertos y veía a su hija como si hubiera visto un fantasma. Todos lo vieron a él y luego a la niña.

-¿Qué pasa Canuto? – Preguntó asustado James.

-Es que… es que ella tiene mis ojos- Contestó con una lagrima bajando por su mejilla.

-Y tú sonrisa- Continuó Euphemia viendo que la niña le dedicaba a su padre una sonrisa de lado muy parecida a la de él.

-El karma es una perra Sirius, y ahí está tú karma- le dijo Regulus en tono burlón.

-No importa, ella es perfecta- Le contestó su hermano.

Luego todos se quedaron en silencio y Alessandra vio a sus dos hijos preocupada.

-Escuchen- Pidió y todos los que estaban en la sala la vieron- No importa quién les pregunte, ustedes no saben quién es el mayor de los dos ¿Entendido? – Habló con tono serio al tiempo que James se acercaba a ella y la abrazaba.

-¿Porqué querida? – Preguntó Flemont.

-Porque el mayor es el que tiene el poder Fénix completo- Contestó Sirius por ella.

Todos los presentes vieron a la niña en brazos de su padre.

Justo en ese momento entraron Bianca, con una pequeña Gabriella en brazos, y Peter que venía muy nervioso.

-¿Nos lo perdimos? – Preguntó decepcionada Bianca.

Todos sonrieron y asintieron. La mujer se acercó hacia los bebé que ahora descansaban en su cuna y los vio con amor fingido.

-Son hermosos- Alagó fingiendo dulzura en su voz.

Peter también se acercó y les echó un vistazo rápido.

-Sí, muy hermosos. Tienen tu cabello Alessa- Dijo rápidamente.

-Y… - Comenzó Bianca entregando a la pequeña Gabriella a Fede- ¿Quién es el mayor? – Preguntó la rubia como quien no quiere la cosa.

Todos se vieron entre si dudando si decirles o no, al final Alessandra contestó por todos.

-Eso no importa Bianca, lo que importa es que mis hijos están bien- Contestó con desdén hacia su cuñada, pues últimamente no se llevaban para nada bien.

Todo se volvió oscuro y de repente estaban en un cuarto que parecía ser de dos niños, unos bebés descansaban en sus cunas, pero una de ellos lloraba.

Rápidamente por la puerta entró Sirius con cara de pánico y corrió hacia su hija para cargarla en brazos.

-Aquí estoy mi pequeña estrellita, papi esta aquí… papi te cuida- Le dijo mientras la cargaba contra su pecho, pues sabía que así era la única forma de que durmiera.

El hombre se iba a acostar junto a la bebé en una cama que tenían en la habitación justo para estas situaciones, pero el otro bebé también comenzó a llorar.

El joven señor Black se acercó a su hijo y también lo cargó junto a su hermana.

Con cuidado se acostó en la cama y rápidamente el bebé Regulus se acomodó mejor a un lado de su padre y abrazado al fuerte brazo de este, mientras que su hermana se acostaba plácidamente en el pecho de su padre.

Sirius acariciaba la cabeza de su hija con el brazo que tenía libre mientras que, con el otro, apenas movible porque tenía a su hijo pegado como garrapata, tomó la sabana y los cubrió con muchísimo cuidado, y sin más los bebé se quedaron dormidos al igual que su padre.

De un momento a otro todo se aclaró y parecía que ya era de mañana. Por la puerta de la habitación entraron Lily Evans, con una barriga ya muchísimo más avanzada llegando casi a los 8 meses, y Alessandra Black.

Ambas mujeres vieron a Sirius acostado junto a los bebés, Alessandra sonrió con ternura mientras Lily burlona.

-¿Otra vez volvió a dormir aquí? – Preguntó la pelirroja divertida por lo sobreprotector que resultó ser Sirius.

-Por supuesto, el nunca deja a los niños solos por más de una hora, me sorprendió que no insistiera en que durmieran con nosotros por más tiempo- Contestó Alessa.

De nuevo la escena cambió y ahora estaban en el salón principal de una casa que no reconocieron.

Lily Potter cargaba a su ya nacido hijo y Alessandra cargaba al suyo, mientras que Sirius cargaba a su hija al igual que Regulus a la suya.

-Verán, estas profecías harán que Voldemort venga por ustedes, deben esconderse- Advirtió Dumbledore a las familias Potter y Black.

-Él quiere a mis hijos, tendrá que pasar sobre mi cadáver- Habló enojado Sirius abrazando más a su pequeña.

-El de todos- Corrigió Remus colocándose tras Alessandra que sostenía a su ahijado.

-Debemos de luchar, no vamos solamente a huir- Dijo James que estaba entre su esposa y su mejor amiga.

-Deben entender que esto no es sólo por su seguridad, ahora son padres y deben de velar por la seguridad de sus hijos- Recordó Enzo.

Los presentes se vieron entre si, todos asintieron.

-Bien, la mansión Potter quedará vacía para esta misma noche- Anunció James.

-Nosotros activaremos el hechizo protector de Castelbury, nadie va a poder entrar- Siguió Sirius colocándose junto a su esposa.

-El número 12 quedará oculto esta misma tarde- Terminó Regulus acercándose a su esposa.

Dumbledore les sonrió a todos y asintió.

La escena cambió, ahora estaban en el comedor del castillo Castelbury.

-Este fue el día en que todo cambió- Escucharon los gemelos la voz de Anne de nuevo.- 31 de octubre de 1981 – Anunció.

Sirius entró en el comedor y vio como su esposa daba de comer a sus hijos con ayuda de uno de los elfos domésticos.

-Tengo un mal presentimiento Alessa- Habló acercándose a ella- Algo va a salir mal, lo sé-

-Yo también lo siento, algo malo va a pasar y tiene que ver con James, algo dentro de mi me lo dice- Aseguró la rubia dejando a sus hijos al cuidado del elfo y levantándose para ir junto a Sirius.

El hombre la vio y luego a sus hijos, no quería dejarlos, ellos eran lo más importante que tenía ahora que Euphemia y Flemont estaban muertos, James estaba lejos cuidando de su familia, Regulus estaba muerto, su sobrina Ántares también y Amy estaba desconsolada, lo había perdido todo esa noche.

-Voy a ir a ver a Peter, tengo que asegurarme que todo este bien- Habló decidido Sirius.

-Bien… pero ten mucho cuidado Sirius, son tiempo oscuros- Recordó Alessandra y besó a su esposo.

-Te amo, cuida a los niños, volveré pronto-

De nuevo la escena cambió, ahora era de noche, eso se veía a través de las ventanas del iluminado castillo. Sin embargo, vieron como Alessandra entraba corriendo a su habitación, donde estaban sus hijos.

Vieron como conjuró un patronus, un gran lobo salió de su varita.

-¡Nos atacan! ¡Atacan Castelbury! ¡Ayuda! – Le dijo al patronus- Lleva ese mensaje a la orden-

El lobo salió disparado de ahí. Alessandra corrió junto a los bebés que estaban en su cuna, la mujer estaba llorando.

-Mis pobres hijos ¿A qué clase de vida los he condenado? Lo lamento tanto mis estrellitas – Les dijo.

Se escuchaban pisadas, como si muchas personas corrieran por los pisos del castillo.

-Lo siento por no poder estar en sus vidas, pero si debo morir para que ustedes vivan entonces lo haré-

La mujer se alejó de las cunas y con todo el poder que tenía decidió hacer un hechizo de protección.

-Et virtute magna Phoenix ordinem vestrum, ego autem dico vobis reportet, qui defendat heredes.
¡PROTEGERE EOS! –

Ambos gemelos vieron como Alessandra daba la gran mayoría de su poder en un encantamiento protector que sólo podría ser roto por aquellos que supieran la verdad sobre los niños o los que no tuvieran malas intenciones con ellos.

Una muralla de magia pura resguarda ahora a los dos bebés, justo a tiempo porque una horda de tal vez 17 o 18 mortífagos entraron en la habitación.

Vieron que quienes estaban entre esos mortífagos no eran nada más y nada menos que Peter Pettigrew y Bianca Di Lessio. El primero vio con temor a Alessandra y la segunda con asco.

-¿Porqué hiciste esto Peter? – Preguntó Alessandra viéndolo con una pequeña lágrima – Yo creí en ti, te apoyé, te cuidé, nosotros te amábamos- Le dijo y el hombrecillo bajó la mirada.

-Y aún así apoyaste a Remus cuando me quitó al amor de mi vida, el me quitó a Marlene y tu lo apoyaste- Le dijo en reproche – Sirius también, y James y por supuesto que Federico, todos se pusieron de su lado… todos me traicionaron a mi-

Alessandra lo vio como si no reconociera al hombre que tenía enfrente.

-¡Marlene está muerta por tu culpa! – Le gritó Alessandra dándose cuenta de todo- Tú fuiste quien averiguó donde se escondían los Mckkinon, tú fuiste quien los entregó-

-¡PUES SÍ! ¡Ella tenía que pagar por haberme traicionado con Remus-

-Eres una rata, ahora entiendo tu forma Colagusano, no eres más que un traidor, una rata asquerosa que busca quien la proteja- Le dijo con asco.

Se escucharon las risas de varios mortífagos que estaban de acuerdo con esto.

-El señor oscuro te quiere ofrecer un trato- Habló Bellatrix Lestrange por sobre los demás- Danos a los mocosos y no saldrás herida- Ofreció

-Antes muerta-

-Pues mejor para nosotros – Le dijo Bianca- Te matamos a ti y luego tomamos a los mocosos-

-Eso jamás-

Los mortífagos vieron con miedo como los ojos de Alessandra Black se iluminaban a un color azul intenso, como si fueran rayos, sus manos atraían grandes corrientes de aire y a algunos de los encapuchados les comenzó a faltar este.

Alessandra comenzó a luchar con los 17 mortífagos a la vez, muchos de ellos cayeron heridos, pero aún así lograban dañar un poco a la mujer.

Fue justo en ese momento que Alessandra sintió como si una daga se enterrará en su corazón, sintió su magia debilitarse, su cuerpo temblar, sintió como la fuente de vida que tenía se iba.

-¡JAMESSS! – Gritó en agonía la mujer.

Fue el grito más desgarrador que cualquier persona pudiera escuchar.

La mujer cayó de rodilla mientras una gran explosión con su último aliento de poder y vida golpeaba a los mortífagos, Alessandra Black cayó al suelo muerta.

Lo había perdido todo en el momento en que James Potter murió, solo faltaron unos 5 segundos desde la muerte de este para que ella muriera, porque sin James no tenía motivo para vivir.

Después de unos segundos de que la mujer cayó los mortífagos se levantaron, todos estaban heridos de alguna manera y sangraban, pero estaban vivos.

-Los mocosos, tómalos – Le ordenó Bellatrix a Barty Crouch Jr.

El joven hombre se acercó a la cuna de ambos niños que ahora, con su madre muerta, no tenía protección alguna.

Vio, sin embargo, muy asustado como ambos niños estaban de pie apoyados en la barandilla de la cama.

La niña tenía sus ojos, antes color plata, encendidos como si fueran dos hogueras de furia, la pequeña bebé vio al mortífago y este, asustado, alzó su varita.

-¡Avada keravra! – Conjuró asustando.

Un rato de luz verde salió de su varita y dio de lleno en el pecho de la niña que, como si entendiera lo que estaba pasando, se había puesto frente a su hermano empujándolo y haciéndolo caer.

Cuando el rayo de luz se extinguió todos los presentes vio con pavor en sus ojos como la niña seguía aún en pie, como si nada hubiera pasado, pero ahora no sólo sus ojos estaban iluminados del color del fuego, también sus pequeños puños cerrados y su cabello estaban envueltos en llamas.

-¡Corran! – Alcanzó a decir Bianca sabiendo lo que se venía.

Bianca, Bellatrix, Peter y Barty fueron los únicos de ese grupo de mortífagos que lograron salir a tiempo.

-¡AHHHH! –

La bebé soltó un gritó de llanto y una ola de fuego recorrió toda la habitación quemando vivos y asesinado a cada mortífago que quedaba y luchaba por salir.

Los otros cuatro salieron huyendo de ahí al ver como personas se aparecían en el jardín frente al castillo, y ellos hicieron lo mismo.

Los miembros de la orden entraron corriendo al castillo desesperados y luego hicieron un hechizo que hizo estallar la puerta quitando así los cuerpos calcinados que estaban frente a la entrada y les impedía el paso.

Vieron con horror la escena, muchísimos cuerpos quemados, Alessandra Black tirada en el suelo muerta y los dos bebés llorando en su cuna.

-¡NOOO! – Gritó Federico y corrió hacia el cuerpo de su hermana-¡ALESSANDRA!– Gritó mientras lloraba y abrazaba a su hermana.

-¡ALESSANDRA! – Gritó ahora Amelia entrando y abrazando el cuerpo de su hermana y a su hermano mayor.

El recuerdo terminó y ambos jóvenes se encontraban de vuelta en la oficina, en el mundo real, en el tiempo actual.

Ambos gemelos se derrumbaron llorando frente al pensadero, lloraban como los bebés que habían sido cuando su madre murió.

-Ahora saben la verdad- Habló el espíritu de Anne Di Lessio apareciendo de nuevo- Bienvenidos a casa Franco Regulus y Chloe Adhara Black –

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