Un día nublado, como ahora siento que todos lo son...esas paredes blancas, las cuales ya me canse de ver. Ese sonido de personas hablando y tociendo, las sirenas de la ambulancia que llega deja a alguien y se va nuevamente, las enfermeras que van que aquí a haya e ignoran a los pacientes (algúnas).

—Disculpe señor — La mire, estaba temblando por algúna razón un poco sonrojada — Ya puede entrar a ver lo, procure por favor no hacer mucho ruido y-

—Lo sé, me lo dicen siempre que vengo. — Interrumpí, me levante y me fuí.

Camine por un largo pasillo, subí unas escaleras hasta llegar al cuarto piso, camine otro pasillo uno no tan largo, mire el número de la puerta 22-A, me quede un rato ahí parado, analisando algúnas cosas, recordando otras con la cabeza baja. Suspire y entré.

El sonido de aquella maquina que marca los latidos del corazón, el sonido de aquellos tubos que le permiten respirar, ver aquellas vendas que cubren casí todo su cuerpo de porcelana, provocaban que me sintiera peor...

Tome una de aquellos acojedores sillones, lo jale hasta quedar frente a él, lo mire un buen rato. La luz que entraba por las orillas de las cortinas, de aquella ventana era tan calida y linda. Sonreí un poco, camine hasta esta —Dipper, Dipper, Dipper...¿Por qué siempre te quedas en oscuridad? Habiendo un día tan lindo — Las abrí, lo voltee a ver, la sonrisa se me borro.

—Oye, maldito desgraciado...¿Cuánto tiempo tengo que esperar hasta que despiertes?, abre tus putos ojos...

Te lo advertí, pero insististe.

Te pedí que te largaras, pero no lo hiciste.

Te dije que te odio, pero no te importo.

Te adverti que terminarias así, pero seguías ahí...a mi lado.

Que estupido de tú parte, Dipper.

                ....Y lo peor fue...

...que seguias deciendo "Te amo"...

UN GRAVE ERROR.