31.- Mᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴ.

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El agudo sonido, repetitivo, malestoso. Así era el sonido.

Abrí mis ojos, parpadeando para acostumbrarme a la luz, la habitación era  blanca, había una máquina con suero y más equipos médicos.

-Que pasó?. - fue lo primero que le pregunté al enfermero, que revisaba mi pulso.

-Bienvenida al mundo. - dijo mostrándome sus dientes. - de nuevo.

Intenté levantarme pero un fuerte dolor en las costillas me lo prohibió.

-Ay!. - gruñi.

-Ten cuidado, las heridas aun pueden abrirse. - no entendí nada.

-Que día es?. - pregunté un poco desorientada.

-Es martes. - debió ver mi cara de sorpresa, porque explicó. - entraste el domingo a la clínica, parecías normal, ciertos golpes y una cortada en tu mejilla, caminabas y hablabas, cuando la doctora Hanks revisó tus radiografías, inmediatamente salió a buscarte, hasta que te encontró, justo a tiempo, claro, tu ya estabas en el piso, inconsciente. - me miró, fijamente. - había una bala muy cerca de tu corazón, te estabas desangrando, internamente, la verdad, fuiste un caso especial, ya que no sangrabas, no te dolía la zona donde estaba la bala, la doctora dice, que la adrenalina y furor en tu cuerpo, hicieron que olvidarás que estaba herida. Casi mueres, fue una cirugía de 16 horas, pero, aquí estas.

El aquí estas, era el aquí estas con vida y con una cicatriz de seis puntos, debajo de mi chichi izquierda.

-Aún no amanece, pero tus familiares están afuera, esperando. - dijo antes de salir y dejarme sola con mis pensamientos,  y con la maquina esa, que aun causaba ese terrible ruido.

Me moví un poco, incómodo en la camilla, cuando entraron dos policías.

-Astrid, que tal, nos recuerdas?. - dijo el oficial Col, sonriente.

-No seas pendejo, como va a olvidar a los dos apuestos policías que la detuvieron?.- aclaró el oficial Fisher.

Pense que nunca más volveria a verlos.

-Necesitamos hacer varias preguntas, al menos que no te sientas bien, podemos?. - volvió a decir el calvo.

Asentí, un poco mariada por la morfina.

-Recuerdas como comenzó todo?. - dijo Col, anotando en su libreta.

-Si, es algo que no olvidaré nunca. - dije, el oficial Fisher, extrajo de su bolso una grabadora, recordando otra cosa. - Estaba en la carpa, viendo barbies, conversando, recordé que tenía que hacer algo, eran las once casi media noche, cuando salí de la carpa, regresé porque olvidé varias cosas, cuando regresé Madison ya estaba dormida, Lluvia, ella seguía viendo series, hablé un rato con ella y volví a salir, habían varios compañeros, en la fogata, conversando y riendo, algo tan normal, no?. - ambos asintieron, serios y ceñudos.- me escsbulli entre los árboles, ocultandome de los adultos, caminé hasta el lago, alli estaba Eric, el nieto de la directora. - ambos escucharon más atentos, tenía que decir la verdad. - el me había terminado, recuerdan?. - asintieron. - necesitábamos solucionar nuestros problemas, fue cuando empezó todo, los disparos, los, los confundimos por fuegos artificiales. - jugué con mis dedos. - entonces él llegó, armado hasta los poros, al principio pensé que era una broma, una de muy mal gusto, hasta que disparó en contra de Eric, y me obligó a ir con él, estaba segura de que los adultos llamarían a la policía, y me salvaría de todo esto. - dejé de hablar, aún recordando. - el lugar parecía carnicería, habían personas tiradas por todos lados, heridas o tal vez muertas. - sentí mis ojos aguarse. - ataron mis manos y vendaron mis ojos, no podía ver absolutamente nada, no hasta que me quitaron las vendas, pero, ya estabamos en otro lugar, una habitación, estaba limpia pero desolada, no había más que varias sillas y una pequeña mesa, en ese lugar estaba Julián, Alex y Harley.

-Continúa, por favor.

-Todo parecía una vil broma, burla, se burlaban de mi, Julián, admitió varios delitos, Alex, él estaba allí, solo por el odio que había entre nosotros, como Harley, ella solo quería burlarse, mofarse de mi situación. Después de que todos salieron de la habitación, me desate, lo más rápido que pude, fue cuando oí los disparos. Fueron dos, la puerta se abrió y fue Julián quien entró, le di una patada, y ahí, justo ahí, comenzó el forcejeo, logré salir de la habitación y llegué hasta la puerta, pero esta, estaba con llave, regrese por ellas, que se hallaban en una deteriorada mesa, fue cuando, los vi, ambos estaban tirados en el suelo, sangrando. Volví a forcejear con Juliánby disparé en defensa propia, o era él o era yo. - volví a quedarme en silencio, para asimilar, todo lo que había sucedido. - salí de aquel lugar, luego llegaron esas camionetas, junto con el señor que dice ser mi padre.

Revise la habitación, buscando mis cosas, hasta que encontré en una equina, cerca de la ventana, una pequeña maleta.

El oficial Col se ofreció a pasármela.

-Gracias. - dije absorta en registrar la maleta amarilla.

Lo encontré.

Lo tomé.

Y lo saqué de la maleta.

-Mi mamá está embarazada, algo que la ha vuelto obstinada con los sonidos de la naturaleza, ella me obligó a llevar esto. - les  ofrecí mi grabadora de sonidos, era un poco más pequeña que un teléfono. - Solo para grabar el sonido de los animales, en la noche, todo lo que pasó, esta grabado aquí, solo necesito que eliminen algunas partes que no tienen nada que ver con esto. - ambos atónitos, por mi elemento sorpresa, y era verdad, cuando dije que tenía mi haz bajo la manga, esa fue la única esperanza que tuve todo el tiempo, si algo me pasaba alguien la encontraría y sabría todo lo que sucedió.

Ambos se levantaron.

-Muchas gracias, Astrid, espero que te recuperes.

También esperaba lo mismo, esperaba mejorar, y que lo único que doliera de todo esto, fueran las benditas cicatrices.

-Estaremos en contacto. - dijo el oficial Col.-pagará por todo lo que hizo.

Ambos se despidieron y salieron, dejando entrar a mi madre, detrás de ella venía, San. El tipo que decía que era su hija, la hija pérdida, algo que me causaba gracia.

-No, ahora!. - dije, con una almohada en mi cara.

-Tus amigos se fueron, un poco más tranquilos, de que estés bien. Te darán de altas en unos días, cuando estés mejor.

-Si, gracias por informarme, ya pueden irse, los dos.

Escuché la puerta, cerrarse, me quité la almohada, pensando que me había liberado de mis problemas paternales, pero no fue así..

-Hola, Astrid, vengo a chequearte. - observó a los adultos. - pueden salir?.

Agradecí a Dios, por hacer que aparezca la doctora.

-Gracias. - dije muy agradecida en cuánto mi madre y el señor salieron de la habitación. - Es la segunda vez que me salva.

La doctora sonrío.

-Dime cuál es tu flan favorito?.

-Eric. - dije absorta, pensando en lo único que no me traía problemas. -El rico es de chocolate. - dije tratando de arreglar, lo que acababa de decir.

-Esto va a doler un poco. - dijo, antes de quitar el suero de mi muñeca.

Y mi grito, tal vez la asustó mucho, y quizás, también a quienes pasaban cerca de mí habitación.

***
Iba en sillas de ruedas, con un suero nuevo, este casi no había dolido, no mucho.
Salí de la habitación, que olía a medicina y remedios.

Buscaba flan de chocolate, cuando casi atropello a una enfermera, me disculpé y seguí en mi travesía a la cafetería, aunque también huía de mi madre, de todos, estaban en mi habitación, mirándome, solo hacían eso, algo que ya me tenía 99.9% estresada.

-Me puede dar un flan. - dije amable a la señora qu atendía.

Asintió y me dio el flan.

-Que haces aquí?. - la voz de Madison me hizo sobresaltar, en mi silla.

Voltee hacia ella.

-Comida, tu?. - le enseñé mi flan, posteriormente, empecé a comer.

-También, tenía mucha hambre.- dijo, para luego hacer su pedido, esperarlo, y salir a caminar, bueno ella a caminar, yo a manejar.

Podía caminar, si, pero los doctores me lo prohibieron, ya que podía abrirme los puntos, algo que aseguraron que sería doloroso, sería eso o estar en la habitación, con mi madre mirándome, culpandose por todo, junto a San, el padre, mio, ya que era muy probable de que él no estaba mintiendo.

-Quieres, quieres informarme de lo que sucedió, esa noche?. - pregunté un poco indecisa, lo único que sabía era mi parte, lo que vi, el resto, no, no sabía cómo empezó todo.

-Yo no sé muy bien sobre la mierda que sucedió, la única que estaba allí, era Lluvia, ella solo se limita a hablar, ayer salió del hospital, pero no quiere hablar con nadie. - abrió su barra de chocolate y le dio una mordida.

-Que sabes, de los... Otros?. - Madison sabía a que me refería, habían pasado varios días, muchos, pero nadie me informaba de lo que sucedía afuera.

-La escuela hizo un "En memoria", la verdad fue una mierda, fue un caoz, los padres de los chicos que fallecieron, le gritaban a los padres de Julián, se atrevieron a ir, y no les fue nada bien.

Sabía varias cosas, solo por Hain, el guardaespalda de San, él escuchaba y me lo decía, no era tan serio como parecía.
Según él los fallecidos fueron siete, Carls, Carls se sacrificó y salvó a una maestra de ser disparada, Ian, un chico que no tuve oportunidad de conocer, Talia, Sayl, Monse, Harley y Alex. La única verdad, esque todos estábamos pasando por un gran difícil momento, casi todas las noches sentía culpa, tal vez la tenía, tal vez no, pero según la mamá de Lluvia y Harley, tenía toda la culpa, de todo, la mamá de Lluvia se había tomado el tiempo de venire insultarme, tal vez se salió con la suya, y me lastimó, ya que no podía evitar llorar y sentirme culpable, todas las noches, desde aquel campamento, uno que había destruido, la vida de muchos jóvenes.

También sabía que la escuela iría a la Corte, y no se podía culpar a esos padres, que un Sábado por la mañana se despedían de sus hijos, pensando que los verían al siguiente día, sin saber que el siguiente día, sería, nunca más.

Mi madre me prohibía ver las noticias, por que estas, solo hablaban de la triste desgracia en las montañas.

-Le van a dar muchos años, según Agapito, pero sus padres están apelando por menos tiempo, o incluso, quieren pagar la fianza para que lo dejen libre, no entiendo, como mirada quieren hacer eso, sabiendo lo enfermo mental que es su hijo, no les fue suficiente con encontrar huesos de chicas en su patio. - dijo, llamando mi atención. - saber que esa mierda de persona, caminaba por la escuela.

-Que encontraron en su patio?. - dije absolutamente interesada y sudada.

-No lo sabias? Pensé que Alice te lo había dicho, ya. - no pues, fijate que no. - Después de que construyeron la escena del delito, fueron a su casa, por pruebas, Alisha fue quien reconoció al sospechoso, pues ella estaba en tu casa, cuando lo vio salir, muy misterioso, dijo que fue hasta espeluznante. La mierda es que los policías llegaron a su casa, revisaron hasta el hueco más pequeño y diminuto de la casa, fue cuando los perros policías, encontraron huesos, partes de diferentes chicas, el chico es todo un enfermo, delincuente y asesino no se como aun puede vivir. - terminó de decir con asco, el mismo que sentí, hasta de pronto se me quito el hambre y me dieron ganas de vomitar.

-Astrid, te toca la medicina.- dijo el enfermero, mientras le guiñaba el ojo a Madison.

Madison se agachó y me susurro lo siguiente.

-Ese enfermero tiene algún problema con sus ojos?.

Me reí un poco.

-Hoy te darán de alta, Astrid. - volvió a hablar el enfermero, seguía viendo a Madison.

-Aleluya. - dije un poco alegre.

Me miraron ambos.

-Si, también te quitaran los puntos. - mi ilusión se fue directito a la mierda.

-Amiga, segun dijo Lluvia, eso duele hasta la madre.

Madison me entregó un cucharón de madera, gentilmente.

-Que es eso?.

-Un cucharón de madera, obvio. - aún no entendía para que, quería un cucharón. - Es para que lo muerdas mientras te arrancan los puntos, doloroso, para ti, para mi no existe el dolor. - dijo Madison, ceñuda.

Se despidió y se fue. Dejándome ver a Eric, quien venía sonriente.

No lo había visto por varios días, el seguía herido, pues el día que lo vi, se había escapado del hospital, y pescó una infección, no muy grave, pero si para volver al hospital, por unos días más.
Ambos nos habíamos escrito por WhatsApp, también hacíamos videollamadas, me había enseñado su cicatriz, era más pequeña que la mía, cerca de su hombro, y por alguna razón, que nunca me dijo también se había lastimado la pierna. Hasta el día de hoy le había mostrado mis cicatrices, aún me sentía incómoda, como si esa parte no me perteneciera, pero según el psicólogo, si, poeque al fin y al cabo, me asignaron a un psicólogo, el dijo que esto pasaría y que me aceptaría tal y como era, el creía que no me gustaban por el simple hecho de tenerlas en mi cuerpo, pero tal vez la razón era, que tan solo verlas, me hacían recordar todo, de la peor manera.

-Astrid. - su vos era dulce y cálida, no había notado cuánto extrañaba que pronunciará mi nombre, estar tan cerca y ver que estaba bien, eso, todo eso, hacia que mi corazón latiera desbocadamente.

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Adiven! Tengo hambre.
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