La alfa iba caminando por toda la playa junto con el omega mientras hablaban un rato, Yoongi había ido con sus padres, con la serpiente y la comadreja a un paseo, la alfa iba tomada del brazo hablando con Jimin. Ellos se detuvieron un momento para ver las olas, la alfa miró al omega, él cuál no decía nada, solo miraba la arena que había en sus pies.

—Todo va según el plan. —le dijo y Jimin la vio y asintió de manera leve. —¿Cómo te va con Yoongi?

—Bien. —hablo de manera serena. —él ya me marco.

—No esperaba que lo hiciera tan pronto. —le dijo. —por el collarín supongo que está ocultando ese hecho.

—Dijo que solo así verá las intenciones de Layla. —miro el anillo. —después de todo ella, aunque lo niegue, no está a favor de este matrimonio.

—Lo sé muy bien. —lo tomó de la mano.

—Ella mencionó que ya sabía de lo de mi herencia. —le dijo. —tuve que persuadir a Yoongi, ya que sabía que ella iba a esperar que él le dijera algo.

—Hiciste bien pollito. —sonrió la mujer.

—Investigue un poco sobre Adam. —mencionó y la alfa lo vio.

—No hay registros de su autopista. —la vio. —puesto que su cuerpo nunca fue a la morgue.

La alfa se sorprendió ante lo dicho por el pollito por lo cual miró al frente dónde se veía que venía su hijo junto con el alfa que odiaba tanto, la alfa y el omega al tenerlos cerca sonrieron de manera amigable, Jimin le hizo una corta reverencia a sus suegros y a sus padres y le dio una sonrisa a su alfa.

—A buena hora nos encontramos. —habló la comadreja. —¿Vamos a comer? —propuso mientras miraba a la alfa.

—Me parece una excelente idea. —dijo Sakura. —es más, yo invito el almuerzo.

—Que amable Sakura. —habló el alfa.

—Es un día agradable. —tomo del brazo a Jimin. —además, la pase muy bien con mi yerno.

Yoongi vio lo que estaba pasando, pues las actitudes de ambos eran muy extrañas, el almuerzo fue silencioso, pero tranquilo, no hubo ningún comentario fuera de lugar. Luego de un rato, Jimin estaba con Yoongi sentados en la orilla de la playa, Yoongi trataba de atrapar pequeños cangrejitos para que Jimin los viera, el omega reía al ver cómo el alfa corría tras diminutos cangrejos que huían de la enorme serpiente.