Primera Parte

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Primera parte

[Antes que nada, éste es uno de mis primeros fics que escribo en base a la serie de los años 50 y 60 de "Las Aventuras de Tintín", emitidos por "Belvisión". Después de "La Estrella Misteriosa", de la cual va esta historia, vendrán "El Secreto del Unicornio" y "El Tesoro de Rackham El Rojo". Éstos estarán "fusionados" con los cómics de los años 40 y los de la serie de los años 90. También irán "Objetivo: La Luna" y "Aterrizaje en la Luna" junto a "El Asunto Tornasol" de 1964.

Dedicado para Same_kichi123.

Espero que les guste este fic-película, amigos. Nos estamos viendo y espero que hayan tenido unas muy... 

¡Felices Fiestas 2022!.].

Era una noche de Septiembre y que anunciaba la llegada del tiempo frío, el Verano se iba retirando pero el calor parecía querer dar combate hasta el final. Los árboles de los alrededores del Centro de Bruselas, Capital de Bélgica, ya estaban presentando el clásico color otoñal en sus hojas. Unas muy pocas y "valientes" se lanzaban hacia las calles como paracaidistas en plena guerra, cubriendo con su manto el asfalto. Los autos iban y venían, no se lo podía considerar una noche fresca pero sí de cuasi Primavera y por esas calles tan placenteras como antiguas, donde incontables personajes de la Historia deambularon sobre las mismas, una pareja iba caminando, tomados de las manos. 

Un chico de cabello pelirrojo con camisa blanca, pantalones y saco marrón junto a una corbata y zapatos negros y su acompañante, una chica peli negra, ropas delicadas, muy presentables al igual que su peinado junto a una media cola que ayudaba a mostrar su cabello  adornado con un flequillo corto. No pensaba separarse de aquel calor que recibía, sus mejillas carmesí eran el "síntoma" más presente y mas al tenerlo cerca a aquel muchacho. 

- "¿Quién diría de que nos convertimos en pareja hace poco?".- Pensaba con emoción, mientras que oían los pasos de un perrito de pelaje blanco, de raza "Fox Terrier", el cual caminaba cerca de ellos.- 

- Espléndida noche.- Rompió la chica el silencio.

- Je, hasta que por fin hablaste.- Le dijo el muchacho pelirrojo.- Bueno, no te lo puedo negar, estabas muy callada hasta hace un rato.-

- Lo sé.- Respondió la joven, mientras que continuaban con el paseo.- Aún me cuesta creer de que estamos en una relación, después de todo lo que viviste, incluyendo...bueno, tú sabes...- Apuntó la peli negra, no queriendo hacer referencia a cierta última aventura donde él casi moría.

- ¿Te refieres al "Arte Alfa"?. Tranquila, secuelas no me quedaron de ello. Pero de no haber sido por Milú, el Capitán y los Detectives, Rastapopoulos se hubiera salido con la suya. Pero descuida, ahora él ya no es el problema.- Le tranquilizó el periodista, aunque esos recuerdos la perseguían, sobre su casi muerte, la de aquel muchacho, a manos del mayor criminal del Mundo, aunque el último termino siendo quien "pagó la cuenta" por sus actos. 

- A decir verdad, Tintin, me alegra saber de que te hayas tomado un descanso.- Mencionó la peli negra y de ahí se sentaron en una banca del parque había allí.

Milú se acomodó cerca de su dueño, mirando hacia el Cielo. Para la muchacha, aquella noche era especial, se sentía nueva, renovada y con esperanzas. Bajo un Cielo Estrellado y con una Luna Llena que brillaba como la Perla de una Corona Imperial, cada quien estaba enfocado en sus actividades.

Desde el Observatorio ubicado en las afueras de Bruselas, el Profesor Silvestre Tornasol estaba llevando a cabo sus investigaciones junto a su colega, el cual anotaba cada una de las coordenadas y datos matemáticos de vital importancia para sus labores. Con sus ojos puestos en el enorme telescopio que apuntaba hacia la "Bóveda Celeste", el científico de lentes y barbita negra le iba señalando los siguientes puntos a tomar.

- Es magnífico, tan hermosa: La Constelación de Aries y allí están las de Cáncer, Leo, Acuario y...¡ohhhh, mi favorita: Piscis!.- Admiraba Tornasol aquellas formas trazadas en los confines del Espacio Exterior y del Cosmos, nombradas por la Mitología Griega y también la Romana, apreciaba y daba señales a su colega para que continuara anotando todo en la computadora de la Central.

A pocos metros de donde se hallaban Tintin y Elizabeth, otra pareja, siendo ésta una bella chica de largos cabellos lilas y un hombre de traje, corbata, zapatos, corbata negra, camisa blanca, lentes y también cabello negro como sus ojos, mirada gélida y seria.

- ¡Señor Tintin, Señorita Elizabeth!.- Oyeron la voz de aquella joven, quien alzaba su mano izquierda libre y de ahí ellos la reconocían.

- Señorita Medea, Señor Kuzuki.- Los reconocieron ambos y de ahí la chica peli lila fue, dándoles un abrazo mientras que su marido le daba un apretón de manos, mostrando sus respetos.

- Nos enteramos de que fue usted junto al Capitán Haddock y los otros quienes pusieron fin a esa "Red Internacional de Traficantes de Obras de Arte" y pensar que estaba teniendo deseos conseguirme una escultura del "Arte Alfa" pero cuando escuché las novedades de que eso era una tapadera, cedí.- Dijo Kuzuki, mientras que Tintin asentía con la cabeza.

- Y de no haber sido por Milú, quien llevó el mensaje para el Capitán, hubiera terminado con...- Se detuvo, miró a su novia y ésta parecía sostener ambas manos, cosa que llamó la atención de la peli lila y su marido.- Es mejor que no lo sepan, amigos. Fue una experiencia cercana a la Muerte.

- Lo importante es que ya pasó.- Sostuvo Medea, colocando su mano en los hombros de ambos.- Ahora aprovechen para descansar. Souichirou y yo hemos salido para dar un paseo. Es una noche muy preciosa y encima casi veraniega.- Alegó ella con tranquilidad, cosa que era un tanto extraño.

- Ahora que lo dice, Señorita Medea, miren allí.- Señaló Tintin hacia un punto en el Norte.- Una Estrella muy brillante en la Osa Mayor pero...- Se quedó pensativo un momento.-

Desde el Observatorio, Tornasol recibió una alerta en su computadora. Su asistente estaba tomando nota y vio aquel aviso, ya que la pantalla estaba titilando de un color rojo, en señal de que algo acababa de descubrirse.

- ¿Qué será todo esto?.- Quiso saber el científico, dejando de lado su trabajo en el telescopio junto a las notas que estaba anotando en su "Cuaderno de Investigaciones Número I".- Philipus.

- Estoy viendo este problema, Profesor Tornasol, parece que debe de haber algún problema. Quizás el satélite fue averiado o...- Dijo el hombre de larga barba naranja, mientras que el otro examinaba los datos.

- Esto...Espere, a ver.- Pidió y fue haciendo unos cálculos hasta dar con lo que buscaba.- ¡Por los Anillos de Saturno!.- Exclamó, asombrado.- Philipus, rápido, vamos a realizar unas aproximaciones de inmediato. Este descubrimiento puede convertirnos en leyendas.- Dijo el hombre de barbita negra y sin decir nada, su colega y él comenzaron con el trabajo.

En las calles, la temperatura se hacía sentir, no era normal y en medio de esa "noche veraniega", un coche negro, conducido por los Detectives Hernández y Fernández se hallaba recorriendo las desoladas calles de Bruselas.

- Santo Cielo, ¿quién diría que esta sería una cálida noche de Verano?.- Se quedó Hernández sorprendido por ese cambio del clima.

- Yo diría más: Por ser una noche cálida, agregaría de que parece de Julio.- Sostuvo su gemelo, Fernández, mientras que tenía el control del auto.

- " Llamando al Coche Número 13. Llamando al Coche Número 13. Respondan".- Se comunicó la Central de la Policía con ellos.

- ¿Sí?. Aquí los Detectives Hernández y Fernández al hablo.- Habló el primero.

- "Atención, Coche Número 13: Diríjanse de inmediato para el Observatorio".- Les encargaron aquella misión.

Justo cuando terminó con la comunicación, un taxi salió de la nada. Fernández, al volante, pegó un giro brusco que les evitó, por poco, colisionar con el otro vehículo, el cual siguió su camino.

- ¡Dios Santo, sé prudente, querido hermano!.- Imploró Hernández, pálido y comiéndose las uñas por el miedo que sentía.

- Calma, con un chofer al volante, no tienes por qué temer.- Respondió Fernández con calma, dirigiendo su mirada hacia su gemelo y con los ojos cerrados, seguro de lo que estaba haciendo pero, para desgracia de ellos, terminaron por subirse a la vereda y se estrellaron contra la fachada de un edificio, incrustándose en el interior del domicilio de un hombre de bigotes, el cual fue despertado por la destrucción causada.

- Disculpe, Caballero, ¿podría decirnos para qué lado se va para el Observatorio?.- Preguntó Hernández, mientras que su coche estaba destruido.

- ¿Para el Observatorio?. Es el Purgatorio.- Le corrigió su hermano gemelo.

- ¡Imbéciles, domingueros gemelos! ¡Tienen ustedes muy poca gracia!.- Exclamó el dueño del inmueble arrasado por el choque.

Volviendo al Parque, aquella Estrella que Tintin había visto llamaba aún más la atención. Por el clima cálido, Kuzuki se quitó su saco negro y con ello quedó con su camisa blanca y la corbata.

- Esto no es normal.- Advirtió el hombre de Fuyumi.- No sé ustedes, pero yo averiguaría qué está ocurriendo.- Apuntó con seriedad.

- Estoy con el Señor Kuzuki. Deberíamos ir a ver al Profesor Tornasol, ¿no crees, Tintin?.- Opinó Elizabeth y él asintió.

- Buena idea. ¿Vienen, amigos?.- Les invitó el periodista de ir al Observatorio.

- Gracias, pero tenemos una cita en un restaurante de aquí cerca. Descuiden, nos volveremos a ver después.- Respondió Medea/Caster, mientras que le tomaba de las manos a su marido y partían de allí.

- ¡Buena suerte, Tortolitos!.- Les deseó Elizabeth, llevando a que la peli lila se riera y agitara su mano en el aire, despidiéndose por un rato.

Con Milú y la chica fueron en marcha hacia el Observatorio para ver qué estaba ocurriendo. Llegaron y se toparon con que los Detectives habían llegado pero con un nuevo coche, el cual les fue enviado por la Central de la Policía y la "Interpol".

- Vaya, pero miren a quiénes tenemos aquí esta noche.- Sostuvo Tintin con asombro y un tono cómico.- ¿Qué pasó, amigos?.

- Buenas noches, Tintin, Señorita Elizabeth.- Saludaron ambos gemelos.- Y descuiden, solo fue un pequeño choque que tuvimos.- Respondió Fernández.- 

- Aparte de que nos llamaron para ir al Observatorio para ver qué está ocurriendo. Se está corriendo el rumor de que algo ocurre en el Cielo.- Apuntó Hernández sobre la misión que tenían asignada los presentes.

- Bueno, justo nosotros íbamos para ver al Profesor Tornasol, pueden acompañarnos.- Alegó Elizabeth y sin decir nada más, ingresaron en el edificio.

Caminaron en silencio por el largo pasillo. El interior seguía muy fresco y cuando llegaron hasta la puerta que daba al Observatorio Interior, allí vieron al científico de barbita negra, quien se levantó al oír la entrada de sus amigos.

- Tintin, Señorita Elizabeth, Detectives, amigos míos, por favor, vengan.- Les invitó éste con educación.

- ¿Qué ocurre allí afuera, Profesor?. Ha aparecido una nueva Estrella en la Osa Mayor.- Quiso saber el periodista.

- No lo sabemos todavía, pero solo puedo decirles una cosa: Allá arriba están ocurriendo muchas cosas. Además de que mi fiel colaborador y yo nos encontramos llevando a cabo una serie de cálculos y aproximaciones para averiguar más sobre este evento del Cosmos.- Apuntó Tornasol, teniendo al otro hombre ocupado en su labor investigativa.

Los Detectives fueron a ver una de las Salas del Observatorio, el laboratorio, para ver qué clase de problemas podían haber allí, sin embargo, Elizabeth se mostraba muy preocupada al respecto.

- ¿Pasa algo, Señorita?.- Se acercó Tornasol.- ¿Quiere tomar algo?. Tengo café.

- Me vendría bien uno, por favor. Si no es mucha molestia.- Respondió la peli negra.

- En lo absoluto, espero que no sean malas noticias de esto, ya que...- Sostuvo el científico, mientras que les servía una taza para cada uno hasta que un grito resonó en el interior del Observatorio.

- ¡ES EL FIN DEL MUNDO, PROFESOR! ¡ES EL FIN DEL MUNDO!.- Los rostros de los presentes se quedaron rígidos, helados cuando vieron llegar, corriendo, a aquel hombre de larga barba naranja, quien llevaba sus investigaciones en las manos. Algunos papeles volaron hacia atrás y luego tropezó frente a ellos hasta dar contra la base de la biblioteca, teniendo un libro sobre su cabeza.- ¡Esa Estrella viene hacia nosotros a una velocidad inimaginable y va a chocar contra la Tierra!.- Informó con tono exclamativo.

- ¿Cree que esto sea verdad, Profesor?.- Preguntó Tintin, preocupado.

- Sí, por favor, que esto sea una broma.- Rogó Elizabeth.

- Temo de que esto puede ser verdad, si todos los cálculos apuntan a lo mismo.- Respondió Tornasol, muy preocupado.

- ¡Ah, ha llegado el "Día del Juicio Final"! ¡Penitencia para todos ustedes, Pecadores! ¡Pagarán por sus Pecados, ya oigo sonar las Trompetas!.- Gritaba aquel hombre, perdiendo la razón, mientras que tomaba un mantel como capa y se le terminaba por caer un Globo Terráqueo que lo tiró contra el suelo.- Es...la "Hora del Juicio".

- Eso es imposible, no puede ocurrir algo así.- Se negó la chica en creerlo pero el hombre salió de allí, vestido como un Sacerdote junto a un gong en sus manos, para las calles de Bruselas.- ¡Oiga, es un experto, no un Cura, vuelva aquí! ¡Vuelva!.- Ordenó pero ya fue tarde.

- Déjelo, Señorita, no hace falta. Vengan, les explicaré.- Intervino Tornasol, llevándolos hacia donde estaba una enorme proyección del Sistema Solar. Se la podía ver muy nerviosa a la joven y más cuando escuchó lo que aquel hombre dijo, fue entonces que Tintin la calmó y de ahí tomó asiento frente a la exposición que tenía preparado el amigo de su novio.

- Profesor, díganos, ¿cree usted que es verdad que pueda colisionar contra la Tierra?.- Preguntó Elizabeth, preocupada.

- Tranquila, puede que ese hombre solo sea un alarmista. No hay por qué alterarse, cariño.- Le tranquilizó Tintin, tomando su mano pero él notaba que el sudor frío le perlaba la frente y se le secaba de golpe.

- Amigos míos, les contaré.- Pidió Tornasol su atención y encendió un proyector, el cual comenzó a reflejar sus imágenes de película en una pantalla, donde se veía el Espacio, el Cosmos.- En los confines del mismo, existen incontables Estrellas que, cuando llegan a su punto final de existencia, explotan como una bomba atómica, liberando enormes cantidades de energía y materia.- Relataba y de ahí se veía el proceso de caída de una de ellas.- Una vez que dejan de existir y solo quedan los escombros, muchos de ellos orbitan alrededor del "Cinturón de Asteroides" y gracias a la gravedad del Planeta Júpiter estamos a salvo del peligro.- 

- Eso es perfecto.- Argumentó la chica.- Nuestra "Barrera Fronteriza Planetaria".-

- Sí, pero ojo.- Advirtió el científico de barbita negra.- Estamos hablando de que en este "Cinturón de Asteroides", estos llamados "Cuerpos Celestes"  están en constante movimiento, chocándose entre sí, igual que en una mesa de billar y cuando se salen de su curso, muchos ponen rumbo hacia nuestro Planeta o los otros vecinos como Venus y Marte. 

- ¿Y está muy seguro de que el bólido chocará contra la Tierra?.- Quiso saber Tintin.

- Demasiado seguro, querido amigo. Esa enorme roca espacial colisionará contra nosotros y no quedará nada.- Respondió el hombre y con ello cundió un ambiente de frío.- Pueden observarlo desde el telescopio, adelante.

Tintin fue con Elizabeth y comenzaron a ver a través de la lente del óptico.

- ¡Profesor, vea esto, una criatura nunca antes vista, con patas velludas y enormes!.- Alertó la chica, mientras que Tintin iba a ver si era verdad.

- ¿Cómo? ¿Que tiene unas patas enormes y velludas?.- Cuestionó esa información dada por la joven peli negra, suspicaz, confundido y de ahí se acercó.

- No es broma, Profesor, venga a ver.- Pidió y cuando éste fue para mirar en el lente del telescopio, se asombró.

- ¡Es cierto! ¡Por los Anillos de Saturno: Un "Arácnido de los Espacios"!. Esto amerita un buen nombre para él y portará el mío: "Aracnidus Tornasulus".- Dio aquel "Bautizo" pero Tintin fue a comprobar la veracidad de lo visto.

- Tranquilos, no es más que una araña que se pasaba por la lente.- Informó y la sacó de allí. Sin embargo, la risa duró poco, el científico fue para ver la aproximación del bólido y quedó horrorizado.

- Amigos, esa Estrella sigue aumentando su tamaño.- Avisó con asombro.- Vengan, iremos para mi Laboratorio para ver lo que dicen mis instrumentos. Yo no creo que pueda colisionar contra la Tierra, tengo mis dudas y...- Pero al momento de hablar, una fuerte explosión sacudió el interior del Laboratorio, la puerta se salió de sus goznes y quedó inclinada mientras que salía una columna de humo.- ¡Mi bonito Laboratorio! ¡Mis aparatos de investigación!.- Exclamó, adolorido, viéndose que estaban Hernández y Fernández saliendo de entre los escombros.

- Lo ves: Te dije que era Nitroglicerina.- Decía el gemelo al otro.

A su vez, por las cadenas de radio y televisión, así como también en la prensa e Internet comenzaba a correr el rumor sobre el descubrimiento de la "Estrella Misteriosa". Las primeras emisoras se hicieron eco de ello y comenzaron a transmitir la noticia por todos los medios posibles.

Saliendo del restaurante, Caster y Kuzuki iba tomados de las manos cuando notaron, en la radio de un hombre que estaba oyéndola en su casa, sobre la noticia.

- "Según los cálculos aportados por el Profesor Silvestre Tornasol: El objeto entrará en colisión con la Tierra a las 8:30 AM".- Decía el periodista desde su emisora de radio, sorprendiendo a la pareja, sobre todo a la chica, quien se acurrucó contra el pecho de su marido y éste la abrazó con fuerza.

- Pase lo que pase, no te separes de mí, ¿sí?.- Pidió el joven de lentes.

- No te preocupes. Miedo no tengo, lo único que no quisiera es quedarme sola.- Respondió la peli lila y él le pasó su mano por el rostro.

- Tranquila, yo estaré a tu lado hasta el último segundo.- Dio su palabra y de ahí partieron para el "Parque Leopoldo".

Llegaron hasta ese sitio, estaba solitario, algunas personas pasaban por allí pero, pronto, empezó a llenarse de civiles curiosos que presenciaban aquella Luz en los Cielos. La famosa hija del Rey de la Cólquida notó que el japonés le tomaba de las manos y la miraba a los ojos. Podía tratarse de su último día en la Tierra pero, a pesar de todo ello, lo habían pasado genial y más en compañía de sus amigos. Con la suavidad de sus manos, el hombre tomó su rostro y la besó en los labios.

Para Tintin, Elizabeth y Milú, la situación era complicada y más para la chica, quien veía de que todo estaba por terminarse en cuestión de horas. Las emisoras de radio, televisión, periódicos e Internet no paraban de "alimentarse" de aquella noticia. Caminaban juntos, el perrito de raza "Fox Terrier" de pelaje blanco miraba al piso, acongojado por lo que pasaría. 

https://youtu.be/gmSWkFQsuPM

Pasaron frente a una casa, en ella, sus habitantes estaban montando una fiesta con música rock bien alta y con ello venía el alcohol que impregnaba sus cuerpos, llevando a que se besaran con las chicas que estaban allí. El Profesor Tornasol se había quedado en el Observatorio para documentar el Cataclismo que sacudiría al Planeta, aunque se sentía apenado porque su vida iba a terminar en un abrir y cerrar de ojos. Los Detectives fueron llamados para contener a las masas histéricas que estaban queriendo cometer actos de saqueo contra los locales y negocios. 

Por su parte, Elizabeth sintió las manos de Tintin, quienes les tomaron las suyas y se miraron a los ojos.

- Sé que es el Fin del Mundo pero, aún podemos darnos una vuelta por el "Parque Leopoldo", ¿te parece?.- Le propuso, animándola un poco y ella asintió con la cabeza.

- Claro. Me gustaría.- Respondió, aceptando la invitación.

En el camino hacia el sitio, los presentes podían ver a muchas más gente reunida en las calles con sus teléfonos celulares, tomando fotos y videos para compartirlas en las "Redes Sociales". La chica los miraba y se lamentaba por esa pobre juventud que no vería su Futuro. No quería sonar alarmista por lo que se contuvo y siguió caminando hasta que, de golpe, Milú salió corriendo.

- ¡¿Adónde vas, Milú?!.- Corrió Tintin detrás suyo pero fue tomado de la mano por Elizabeth, la cual agarró al perrito.

Se aferraron con fuerza a un farol. Parecía que el suelo estuviera temblando, ¿podía tratarse del bólido que estaba entrando en colisión contra la Tierra?. Sujetándose a aquello, igual que un grupo de supervivientes que buscaban proteger sus vidas mientras que un tsunami arrasaba con todo a su paso, comprobaron, horrorizados, de que una oleada de ratas huían de allí, desde las alcantarillas, presas del pánico. Una vez que se calmó, volvieron a pisar el suelo pero lo sintieron raro, como si estuviera licuado y al ver sus zapatos, las suelas estaban cubiertas por el asfalto derretido por efecto de la Estrella.

- Salgamos de las calles.- Pidió Tintin, vengan.- Dijo y los guío fuera del peligro hasta que una nueva explosión los tomó por sorpresa.

- ¡Madre de Dios!.- Apuntó Elizabeth.- ¡El calor ha hecho explotar las ruedas de aquel auto!.- Señaló hacia el mismo, mientras que sus restos yacían desperdigados por el suelo.- ¡Maldita Estrella!.- Maldijo ella, enfurecida por todo lo que estaba pasando.

Continuaron con su caminata hacia el "Parque Leopoldo" pero cuando estaban a unas pocas cuadras, el resplandor se hizo más grande. Comenzó a cundir el pánico e innumerables personas salían corriendo desde sus casas y edificios, aglomerándose en las calles. 

- ¡Tintin, Elizabeth!.- Oyeron una voz y en medio de esa "marea", notaron a Kuzuki y su esposa, los cuales se movían con dificultad hasta encontrarse con ellos.

- ¡Menos mal que están bien! ¡Vengan, iremos por esta calle!.- Pidió el peli negro de Japón y fueron hasta una zona donde podía verse al colega del Profesor Tornasol vestido como Sacerdote, golpeando su gong como si fuera el "Enviado de Dios".

- ¡Pecadores, hagan Penitencia! ¡Todos pagaremos por los Pecados que hemos cometido!.- Decía y cuando Caster le tomó de la mano a su marido, el hombre de barba naranja hizo resonar su gong frente a ella.- ¡Otra Pecadora, tentando a ese pobre! ¡Vuelve a servir a tu Señor, el "Príncipe de las Tinieblas"!.- Exclamó pero eso fue más que suficiente para que Kuzuki le agarrara del cuello de su "sotana".

- ¡Óigame bien, ignorante de mierda: Vuelve a tocar a mi esposa una vez más y yo lo enviaré a la Morgue!.- Le advirtió con frialdad pero el hombre se soltó.

- Señor Kuzuki, déjelo, no vale la pena.- Intervino Elizabeth.

- ¡Todos ustedes son unos Paganos, servidores de Falsos Dioses! ¡Aléjense de aquí! ¡Vuelvan a servir a sus Deidades sin sentido!.- Exclamaba, eufórico, aquel hombre mientras que parecía estar perdido, "desconectado" de la Realidad. Caster lo miraba con odio, deseaba darle su merecido por haberle tocado sus manos pero se contuvo cuando su marido la abrazó. 

- Con un poco de suerte, de seguro le cae el bólido en el acto.- Sentenció Kuzuki con burla hacia aquel hombre.

Y para sorpresa de ellos, las sirenas de bombardeos comenzaron a sonar, las fábricas activaban sus alarmas y los silbidos que provenían desde las chimeneas invadían el ambiente. La gente corría por todas partes, Philipus reapareció, haciendo resonar su gong, mientras que un terremoto comenzaba a azotar a Bruselas.

- Tintin.- Se abrazó Elizabeth al chico, quien miraba hacia arriba.

- Pero aún faltan unos minutos...Debe de ser este el Fin del Mundo.- Observó, mientras que el suelo resquebrajaba, un coche que estaba estacionado era arrojado hacia el interior del pozo, estallando e incendiándose, largando columnas de humo y lenguas de fuego. 

De golpe, el terremoto aumentó su intensidad. Los faroles estallaron por la fuerza de aquel movimiento telúrico, el vidrio se regaba y volaba por los aires como si fueran proyectiles. 

- ¡Souichirou!.- Exclamó Caster, mientras que eran separados de Tintin cuando parte de la calle se elevó, haciéndoles rodar hasta quedar contra la fachada de un edificio cada una de las parejas. 

- ¡Caster!.- Agarró el hombre a su esposa, justo cuando parte de la fachada superior del edificio colapsaba y llovían los escombros con el polvo. Éste cayó sobre ambos, mientras que se resguardaban detrás en el dintel de la puerta principal, la cual resistía a los embates. 

La peli lila se abrazó con fuerza a éste, teniendo imágenes del Pasado, de la Antigua Grecia, su vida y lo ocurrido cuando Jasón y los Argonautas pasaron por el Reino de su familia. 

- Tranquila, todo estará bien. No te pasará nada, te protegeré hasta el último aliento.- Juró el joven de lentes, viendo de que no podían hacer nada, solo esperar a que cesara el terremoto.

Por su parte, Tintin y Elizabeth permanecían juntos, podía oírse el gong de Philipus resonar por los alrededores, incesante, insoportable, llamando a que era el Fin del Mundo y que debían arrepentirse. A su vez, la otra pareja se protegía junto a Milú hasta que, de golpe, todo cesó. El "Profeta" notó algo raro y salió corriendo, preso de un extraño asombro, mientras que la chica emergía y veía la devastación causada por el terremoto, unos últimos escombros cayeron de los edificios pero nada pasó.

- ¡Amigos!.- Oyeron la voz de Caster, quien se levantó junto a Kuzuki, encontrándose con ese escenario.- ¿Se...Se terminó?.

- Sí.- Respondió Tintin y se sintió tranquilo.- Aquello no fue el impacto del bólido. Todo lo contrario, fue un simple terremoto.- Dijo éste.- Será mejor que vayamos a ver al Profesor Tornasol, ¿y Milú?.- Se preguntó por su perro y éste estaba bien, con la cabeza saliéndole por un cuadro que había caído desde un quinto piso de un edificio pero sin ningún rasguño.

Emprendieron el camino, mientras que los Servicios de Emergencia atendían a la población herida. Una parte importante de Bruselas había sido perjudicada por el terremoto, la otra permanecía intacta pero no estaban exentos de los saqueos, por lo que la Policía tuvo que pedir ayuda al Ejército para contener a los que estaban causando desmanes por las calles. Pronto llegaron hasta el Observatorio y al ingresar, fueron hasta la Sala Principal, en donde se hallaba el telescopio, sin embargo, una serie de gritos provenían desde el interior.

- ¡Profesor, ¿está...?!.- Preguntó Tintin, ingresando con sus amigos y por los pelos esquivaron un libro que salió disparado, igual que una bala de cañón, por el furioso científico.

- ¡Burro! ¡Ignorante! ¡Asno! ¡Zoquete!.- Gritaba el hombre, mientras que perseguía a su ayudante.

- ¡Oiga, ese es el loco que me dijo Pecadora!.- Lo reconoció Caster.- ¡Venga para acá!.

Ambos lo persiguieron pero el hombre logró escapar de allí sin darles una oportunidad para detenerlo. Tornasol llegó hasta la salida y volvió a gritarle.

- ¡Tú y todas tus teorías! ¡Si te agarro, ya sabes adónde vas a parar!.- Juró de que obtendría Justicia y de ahí se fue calmando.- 

- Profesor, ¿qué ocurrió?.- Quiso saber Tintin.

- Ese ignorante de mi colega no es más que un idiota. Todos sus cálculos fueron errores desde la A hasta la Z. El bólido ha pasado a 48.000 Kilómetros de la Tierra y solo produjo un terremoto en Bruselas por su acercamiento pero nada más. Y lo que esta catástrofe pudo haber dado para la posteridad.- Contó el hombre, mientras que se servía una taza de café.- Encima produjo un montón de caos por las calles, no sé cómo es posible que no lo mandara a un loquero.

- Lo echo, echo está, Profesor Tornasol.- Se acercó Kuzuki.

- Sí, pero tiene que responder. Un científico no puede decir una barbaridad como esa.- Indagó.- Pero bueno, vengan, amigos, después del susto deben de tener sed. ¿Quieren algo?.- Les ofreció el hombre de barbita negra sin embargo, en aquellos momentos llegó una llamada a su teléfono.- Esperen, ahí les sirvo algo.- Pidió unos minutos y atendió.- Diga, sí, el Profesor Silvestre Tornasol al habla. ¿Cómo?. Sí, sí, déjeme ver.- Pidió y con ello fue hasta su computadora, en donde colocó unas coordenadas, aún con el teléfono en mano.- ¡No lo puedo creer! ¡Muchas gracias!.- Exclamó y colgó.

-¿Qué pasó?.- Se acercó Elizabeth.

- Amigos míos, por favor, tomen asiento o como quieran, pero les comunicaré esto: Un fragmento del meteorito ha caído en el Océano Glaciar Ártico, fue visto por unos cazadores de focas y llamaron a la estación meteorológica del lugar, quienes se pusieron en comunicación conmigo. Voy a ver mi "Electroespectograma", tal vez se trata de algún Mineral nunca antes visto.- Les informó y tras ir hacia aquella máquina, pudo ver los resultados.- ¡Fantástico! ¡He descubierto un nuevo Metal! ¡Lo bautizaré en mi honor: "Metalus Tornasol"!.

- Esto tiene que valer una fortuna. Podríamos organizar una expedición para hallarlo.- Propuso Tintin.

- Sí y ahora que lo dices, si se enteraron en el Ártico, no sería raro que otros también lo deseen para otros motivos que no sean a favor de la Ciencia. Lo mejor será organizar ya mismo la expedición. ¿Puedes llamar al Capitán Haddock para que usemos al "Sirius" para navegar hasta allá?.- Propuso Tornasol.

- Enseguida.- Respondió el periodista y llamó al domicilio de su amigo.- Qué raro. No contesta nadie.- Observó, sorprendido.

Entre los escombros, saliendo de debajo de la mesa que le sirvió como refugio, el Capitán Archibaldo Haddock emergía al oír que el teléfono estaba sonando en su sala. Se extendió por fuera de la mesa y tomó el aparato.

- ¿Diga?. Aquí Haddock. ¡Tintin, amigo mío!. Sí, terrible el temblor pero mi casa sobrevivió, solo un pequeño agujero en el techo pero ya sabes nada puede derribar a este "Lobo de Mar".- Habló el hombre de barba negra.- Cuéntame, ¿para qué me llamaste?. ¿Al Ártico?. ¡Por supuesto que acepto!.- Dijo éste, mientras que ponía manos a la obra con los preparativos para el viaje.

Unos días después y con las reparaciones llevadas a cabo junto a la remoción de escombros con la reconstrucción de los edificios y hogares afectados por el terremoto, las noticias acerca de la expedición al Ártico comenzaron a oírse por toda la Nación Belga, sobre todo en un grupo de personas, quienes buscaban un buen beneficio.

Un operador de radio había captado la señal que venía desde Bruselas y un hombre de cabello, bigote negro, traje oscuro como el resto de sus ropas y una corbata de moño sonreía, malvadamente, ante la buena cantidad de dinero que ganarían con el meteorito caído en el Ártico.

- Hay que agarrarlo primero antes que ellos.- Ordenó y de ahí fueron preparando su campaña para ser la competencia de sus adversarios.

Teniendo todo listo para el viaje, la tripulación y los científicos que conformarían la expedición al Ártico, Tintin iría allí, como representante de la prensa, en compañía de Milú, Elizabeth y del matrimonio ya que deseaban conocer aquellas gélidas tierras. Mientras que él iba caminando con los otros para el Puerto de Bruselas, en donde estaba anclado el "Sirius", ya podían verse a las enormes grúas que iban embarcando las provisiones y el material, así como también el hidroavión que les serviría para alguna que otra exploración en los alrededores del aerolito que flotaba sobre las aguas heladas.

El Profesor Tornasol ya había llegado y se encontraron con él cerca del muelle asignado para iniciar el viaje. 

- ¿Estás segura, Medea, de querer viajar?. Son muchas horas de navegación y te aviso de que las aguas del Ártico son tranquilas pero, durante el trayecto, podemos toparnos con alguna que otra "Borrasca", las Bajas Presiones Frías.- Le preguntó Tintin.

- No, tranquilo, puedo con esto.- Respondió ella.- Además, no creo que sea tan complicado.- Pensó en el Mar tranquilo y sin problemas pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando notaron que un hombre de cabello negro, boina, camisa verde, pantalones y zapatos oscuros, así como también una campera marrón iba bajando toda prisa por la plancha de embarco del navío, casi tirando a Caster contra el suelo pero su marido la agarró.

- ¿Por qué tanta...?.- Quiso saber Tintin pero algo no iba bien.- ¡Detengan a ese hombre, rápido! ¡Que alguien lo pare!.- Gritó y justo, para buena suerte de ellos, los Detectives Hernández y Fernández arribaron a la escena.-

- ¡Alto, en el nombre de la ley, deténgase!.- Ordenó el primero pero el sospechoso los tiró contra el piso, huyendo para los callejones. Tintin junto a Elizabeth, Kuzuki, Caster y los gemelos fueron tras él.

- Tintin, ¿qué ocurrió? ¿Por qué hay que detenerlo?.- Preguntó Elizabeth con dudas.

- Algo no me gusta. Salió muy deprisa del barco. No sé, pero tengo la sensación de que planea algo.- Respondió éste y el sospechoso comenzó a subir por una escalera anti-incendios que llegaba hasta el techo de un edificio, de los tantos que había, en la zona portuaria.

- ¡Alto!.- Gritó Tintin y con ello fue tras él, subiéndose pero el tipo había conseguido su meta. Los gemelos se sumaron mientras que Elizabeth iba con él, por precaución. 

La persecución llegó hasta las azoteas. El hombre de boina pegó un salto, tras tomar carrera y consiguió llegar hasta el otro edificio.

- ¡Maldita sea, este chiquillo y su novia me están pisando los talones!.- Maldijo el sospechoso y justo vio que había un par de objetos que empleó para tirarles, justo cuando le seguían el paso.- ¡Hey, mocosos, aquí tienen un "regalito de Navidad anticipada"!.- Se burló y tiró aceite contra el piso, llevando a que ambos resbalaran, perdieran el equilibrio y cayeran desde el edificio hacia el suelo.

- ¡NO!.- Gritaron los Detectives y se oyó un estruendo.

- No quiero ni mirar, deben de haber quedado hechos polvo.- Se lamentó Fernández, casi estaba por llorar pero, para su sorpresa, ellos estaban bien, habiendo caído contra una fila de heno suave.

- ¡No puede ser!. Será mejor que me largue de aquí antes que sea tarde.- Observó el sospechoso y se alejó de allí hasta llegar al borde del edificio en el que estaba.- Perfecto, aquí podré esperar a que me recojan.

- Tintin, ¡Tintin!.- Llamó Elizabeth a su novio y éste fue abriendo los ojos. Veía todo confuso y se hallaba mareado.

- ¿Dónde...Dónde estoy?.- Se preguntó éste y recuperó la memoria.- Aquel tipo, no podemos dejarlo escapar.- Advirtió pero su novia tuvo una idea.

- Esperen aquí. Señor Kuzuki, Señorita Medea, vayan para el Puerto, nuevamente. Detectives, ustedes cuiden a Tintin. Yo tengo un plan.- Dijo ella y corrió para donde había una enorme grúa, la cual encendió.

Justo, en ese momento, desde su cabina de mando, salía el Capitán Haddock, quien fue testigo de los "disturbios" ocurridos allí.

- ¿Qué estará ocurriendo?.- Quiso saber y de ahí notó a cierta chica encender la máquina.- Pero si es la novia de Tintin, ¿qué piensa hacer con esa grúa?.- Quedó impresionado.

Con gran habilidad, la joven consiguió bajar el gancho y atrapó al hombre de la boina, agarrándolo por detrás de su campera.

- ¡No, ahora estoy perdido! ¡Se acabó para mí!.- Gritó, desesperado.- ¡Por favor, Señorita, bájeme que le tengo pánico a las alturas!.- Rogó éste, mientras que Kuzuki y Caster ya estaban en tierra firme.- Ay no, la mujer a la que casi tiro contra el piso y parece que aquel hombre de lentes y traje negro me va a matar.- Tragó saliva por los nervios.

- Espero que haya preparado su testamento, porque el Señor Kuzuki es alguien quien no tolera que se metan con su esposa. Y lo que nos hizo a nosotros en aquel edificio ya es más que suficiente para que le de una buena tunda.- Sentenció la muchacha, mientras que hacía bajar el gancho.- ¡Capitán, amigos, ahí les envío el "Paquete"!.- Exclamó.

- ¡Recibido, amiga!. Este "Pirata de Agua Dulce" no se escapará.- Respondió Haddock, mientras que el rival tocaba el suelo y de ahí se reunían todos allí, en la cubierta.

Con Tintin recuperado y los demás a bordo, Haddock sostenía al sospechoso de las solapas de su campera.

- ¡Dime: ¿Qué hacías en mi barco, desgraciado?! ¡Más te vale que hables o te romperé la cara!.- Le amenazó el peli negro con furia por lo ocurrido con sus amigos.

- ¡No, suélteme, Capitán, tenemos que salir de aquí: He puesto una bomba y va a estallar!.- Reveló aquella información.

- ¿Cómo? ¿Una bomba? ¿Dónde la has puesto, bandido?.- Quiso saber Tintin.

- ¡La he puesto en la cubierta del barco, va a explotar a las 16:30 PM!.- Añadió más. El chico miró su reloj y solo faltaban cinco minutos.

- No perdamos el tiempo, debemos buscarla.- Pidió Caster y su marido la halló, sin embargo, al momento de tomar, Philipus, el colega de Tornasol y "Profeta", reapareció y tomó el maletín, subiéndose al "Palo Mayor", mientras que sostenía un par de piedras que tiraba contra ellos.- 

- ¡Ahh, Pecadores, todos ustedes, pagarán por lo que han hecho! ¡Dios exige Justicia y yo pienso traérsela!.- Bramaba aquel hombre fuera de sí. 

- ¡Tintin!.- Fue Elizabeth tras él pero éste la detuvo.

- Ya hiciste algo por mí. Ahora es mi turno de devolverte ese favor.- Dijo y comenzó a subir hacia el "Palo Mayor".- ¡Oiga, suelte ese maletín, tiene una bomba, explotará!.- Intentó advertirle.

- ¡Pecador, atrás, Pecador, atrás!.- Se defendía Philipus, mientras que Tornasol lo veía con decepción.-

- ¡Si le llega a pasar algo a Tintin, lo lamentarás y olvídate de volver a trabajar en cualquier Observatorio! ¡No sabes ni sumar!.- Le espetó el hombre con furia, logrando distraerlo y con ello Tintin la pudo tomar, sacársela de encima pero éste cayó al agua y de ahí hubo una explosión que le levantó una ola que inundó la corriente y casi los tiraban por la borda.

Elizabeth lo buscaba con la mirada y de ahí lo vi: En el agua, así que Haddock arrojó un salvavidas y con ello vino la Policía, quienes fueron alertados por los Detectives, los cuales se llevaron al hombre de la boina y a Philipus, quienes miraban cabizbajos el piso.

- Se lo tenía bien merecido. La próxima que vaya a estudiar en la cárcel. Un tiempo tras las rejas le hará pensar mejor.- Señaló Tornasol, decepcionado de aquel hombre.- Ahora que todo está solucionado, podemos iniciar el viaje.

- En efecto, amigos. Ya está todo listo y embarcado. Solo nos queda esperar a que...- Anunció Haddock.

- Capitán, he interceptado este mensaje, es muy importante.- Le informó el telegrafista, quien le extendió el papel y lo leyó.

- ¿Con que esas tenemos, eh?. El "S.S Peary" acaba de zarpar desde Nueva York, quiere jugarnos  la competencia. Pero no nos dejaremos vencer en la carrera por el "Nuevo Metal".- Juró el hombre y de ahí corrió para la cabina de mando.- ¡Listos para zarpar! ¡Las máquinas a toda marcha!.- Anunciaba y con ello se soltaron amarras, la plancha fue subida y con el silbido de la chimenea principal, el "S.S Sirius" comenzó con su travesía hacia el Ártico con aquel grupo bastante numeroso e integrado por un periodista, su perrito, la pareja del chico pelirrojo, un científico, dos policías, un Capitán, un matrimonio y la tripulación que respondía con lealtad hacia el hombre de barba negra.

Pronto, iniciando la travesía, fueron dejando atrás los Puertos de Bruselas y enfilando hacia el Norte, para las gélidas tierras donde solo un puñado de valientes se atrevían a desafiar a la Muerte, el frío, las temperaturas bajo cero, la nieve y la soledad misma que habitaba.

[La próxima parte será el final de este Two-Shot, así que espero que lo disfruten, amigos.

Mando saludos y agradecimientos para Same_kichi123. Derechos reservados para ella con respecto a su OC, Elizabeth

Que tengan un buen comienzo de día Martes de mi parte, Camaradas y hasta la próxima.].


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