Segunda Parte

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Segunda Parte:

[Última parte de este Two-Shot]

El "S.S Sirius" había comenzado a moverse, su chimenea lanzaba los primeros anillos de humo blanco, provenientes desde la Sala de Máquinas, donde éstas trabajaban al pie de la letra, siendo cuidadas y vigiladas por los mecánicos, paleros, maquinistas y demás miembros de esa sección de la tripulación. El Capitán Haddock se hallaba en el Puesto de Mando, al timón, como todo Comandante Naval que conduce a su gente hacia la aventura y después de aquel intento fallido de sabotaje, mejor dicho, de atentado terrorista contra el navío, las cosas parecían estar más tranquilas. 

Un ejemplo de ellos eran Tintin y Elizabeth, los cuales estaban recostados contra una de las barandas de la cubierta de proa, mirando hacia la lontananza, donde los edificios y demás estructuras de la Capital, Bruselas, ya eran un simple punto en la distancia. 

- Jajajajajja.- Se río la chica de cabello negro, despertando la curiosidad de su novio.

- ¿De qué te ríes? ¿Hallaste algo gracioso en tus recuerdos?.- Preguntó éste, mientras que la otra se giraba y lo veía con una sonrisa dibujada en su rostro.

- Lo que hiciste con ese loco de Philipus, me dio gracia cómo el tipo ni se defendió. Te lanzaste como un león, arrebataste el maletín y saltaste al agua, mientras que tirabas la bomba unos metros lejos de ti. Parecía como si fueran las caricaturas, pero ahora que lo pienso.- En ese momento, Elizabeth dejó de reírse, su adoptó una expresión seria y suspiró.- ¿Tú crees que ya está?.

Esa preguntó caló hondo en cada uno de ellos. Uno podría decir que el asunto ya estaba terminado pero no era así.

- Ojala fuera de esa manera. De que podamos disfrutar del viaje sin más contratiempos o problemas pero esto es solo el principio. Es obvio que aquel sujeto no actuaba solo, alguien o mejor dicho algún grupo, los que enviaron al "Peary" para el Ártico, también quieren su parte del pastel.- Recalcó el chico.- Aún así, con el manejo de la grúa, lo hiciste muy bien.- Le felicitó y eso llevó a que la muchacha se le ruborizaran las mejillas por esa muestra de afecto de su novio.

- Gracias, Tintin.- Agradeció ella y ese momento de dulzura terminó, de forma cómica, cuando vieron llegar, a toda prisa, a la esposa de Kuzuki, quien vino corriendo, su mano mano derecha estaba contra su boca y se la notaba muy pálida. Corrió hasta la baranda de donde estaban y respiró hondo, casi con ganas de vomitar.- ¿No era que no tendrías problemas con el movimiento del barco, Medea?.- Preguntó a la peli lila, quien estaba conteniendo sus nauseas.

- Me equivoqué rotundamente, creo...creo que...- Respondía con un hilillo de voz, mientras que volvían las ganas. Casi resbalaba por una ola que se estrelló, violentamente, contra el casco del navío pero ambos la agarraron a tiempo.- Agh, gracias, chicos. Kuzuki está de lo más bien, ni le afecta pero para mí, esto es más que suficiente.

- Tranquila. Justo ahí viene el Capitán Haddock.- Señaló el periodista, mientras que la ayudaban a ponerse de pie.

- ¿Está bien, Señorita Medea?.- Preguntó el hombre de barba negra.- Puedo llamar al médico de  abordo para que le de alguna medicación contra el "Mal de los Mares", así es como lo llaman los marineros al mareo producido por el oleaje.- Dijo con un tono de preocupación.

- No me vendría mal, pero...no quisiera abusar de su hospitalidad.- Respondió, aún más debilitada.

- Tonterías. Venga, la llevaremos para su camarote. Su marido la espera.- Alegó Haddock con amabilidad y de ahí llamó a un muchacho que pasaba por allí.- Jimbo, trae al Doctor Arenberg de inmediato.- Pidió al marinero.

- A sus órdenes, Mi Comandante.- Respondió el joven de buzo celeste, pantalones negros, al igual que sus zapatos y boina gris, haciendo la venia militar.

- En cuanto a usted.- Señaló el Capitán.- Venga, es mejor que se dé un descanso.- Dijo y de ahí la ayudaron para que fuera hasta su camarote.

Llegaron y allí estaba Kuzuki, quien se acercó, la tomó en sus brazos, llevando a que ella se ruborizara por esa muestra de caballerosidad y de ahí la recostó en la cama que compartían. Pronto, el Doctor Arenberg, un hombre de unos 45 años, rubio y ojos celestes, además de tener un bigote muy espeso, se acercó y la examinó.

- Mmmmm, en efecto, es el "Mal de Mares", tengo aquí unas gotas que le ayudaran a soportarlo. Le relajarán pero es mejor que no se levante por unos minutos, ya que tienen un calmante para los mareos, así que debe permanecer en cama, por lo menos, unos cinco minutos después de haber ingerido el remedio.- Señaló el médico del barco, dándole la medicación a Kuzuki, quien hizo una reverencia Oriental.

- Se lo agradezco, Doctor.- Dijo éste.

- No es nada, Señor Souichirou.- Respondió el hombre, estrechando su mano.- Si necesita algo más, ya sabe dónde encontrarme. Que tengan buenos días, Damas y Caballeros.- Finalizó y partió para la Enfermería Naval.

A las pocas horas de haber zarpado desde Bruselas, ya no se podía ver nada, ni siquiera la silueta de los edificios y rascacielos, todo había "desaparecido" en la lontananza, quedando cubierto por el Mar del Norte, mientras que el navío se dirigía para su destino. La tripulación estaba llevando a cabo sus tareas correspondientes pero lo que desconocían era que alguien más estaba colado dentro de la bodega del barco, oculto entre las sombras que proyectaban las enormes cajas con suministros y el material para la expedición, un hombre de gabardina y sombrero, portando una radio de comunicaciones especiales, estilo militar y con su antena alzada junto a una luz roja que producía un pitido cuando hablaba al transmitir su posición a sus Jefes, con los cuales estaba hablando.

- "XY" llamado al Cuartel General. Repito: "XY" llamando al Cuartel General, ¿me reciben?.- Habló el espía.

- Recibido, "XY": El "S.S Sirius" no debe llegar a su posición. Cambio.- Informó el radio-operador desde su puesto.

- Entendido. Cambio y fuera.- Concluyó el hombre, mientras que ponía fin a la comunicación y de ahí esperaría el momento para llevar a cabo su papel.

La noche había caído y pronto comenzó a caer una buena precipitación de características frías, casi Invernales sobre el barco, provocando una serie de olas que lo mecían, casi peligrosamente, llevando a que los marineros tuvieran que ir con cuidado para no caer por la borda. Algunos se ataban con unas sogas especiales, los más asustadizos pero los temerarios no, preferían encarar al peligro en persona.

Desde la cocina, el chef había preparado salchichas para cenar junto a otros platos, sirviéndolos en el "Camarote del Comandante" para Haddock, Tintin, Elizabeth, Tornasol, los Detectives y Kuzuki. Medea había preferido no comer nada, ya que estaba muy cansada tras tomar aquel remedio que le habían dado para hacer frente a las nauseas. 

- ¿Le sobró algo de sopa, Cocinero?.- Preguntó Kuzuki al hombre de delantal y gorro blanco.

- Sí, aún tengo bastante. ¿Desea que le lleve un poco a su esposa?.- Dijo éste.

- Sería un placer para ella. No quiero que esté débil.- Respondió el peli negro, mientras que el hombre asentía, preparándose para volver a la cocina, no sin antes darle un hueso a Milú para que comiera también.

- Muy bien, amigos.- Habló Tornasol, poniéndose de pie, a pesar del movimiento que hacían las olas con el barco y sostenía una copa con vino.- Me gustaría brindar por el descubrimiento del Siglo. Será uno que hará revolucionar al Mundo y más por los usos a favor. ¿Quién sabe?. Por ahí nos será de mucha utilidad para combatir el Cáncer, así como también ser como un recurso para la energía. ¿Quién sabe?. Pero lo principal es concentrarse en nuestro deber y es evitar que nuestros competidores lleguen hasta allí.

- Es verdad. Hace poco interceptamos una serie de rutas que está tomando el "S.S Peary" y parece que están yendo a toda prisa para alcanzarnos.- Dijo Haddock con tono serio.

- ¿Cree que podremos alcanzarlos sin problemas, Capitán?.- Preguntó Elizabeth.

- Bueno.- El peli negro se aclaró la garganta y de ahí procedió a sacar el mapa que llevaba consigo.- Nosotros estamos aquí, bordeando el "Canal de La Mancha", dirigiéndonos, aún, por el Mar del Norte. Nuestros oponentes salieron desde la Ciudad de Nueva York y ahora están atravesando la Península de Terranova, en el Canadá. En términos de distancia nosotros les llevamos la delantera, pero son por unos pocos, poquísimos kilómetros, así que no podemos permitir que nos ganen. Si esta lluvia termina ahora, estaremos arribando al Océano Glacial Ártico en unas horas.- Informó él con cierto tono de preocupación.- Contamos con las reservas de combustible y la Sala de Máquinas está trabajando a todo pero preocupa el tema de que hayan espías entre nosotros. No lo sabemos, es una teoría pero igual, ¿pueden ustedes, Hernández y Fernández, proveernos de la Seguridad necesaria?.- Inquirió, mirando a los gemelos.

- Por supuesto que sí, Capitán. No tiene de qué preocuparse.- Respondió Fernández con tranquilidad y sacándose el sombrero de bombín.

- Entonces es un hecho: Si todo va bien. En unas horas estaremos sintiendo un cambio en las condiciones climáticas. Pasaremos de tener lluvias y a bajas temperaturas, así que mucho cuidado al salir a la cubierta mañana.- Advirtió Tornasol.

- Así será entonces.- Tintin vio que Milú yacía dormido cerca de Elizabeth y lo mismo la joven, por lo que se puso de pie.- Despierta, Amor.- Le habló suavemente y ella abrió los ojos.

- ¿Mmmm? ¿Qué?.- Murmuró ella con cansancio.

- Ven, te llevo a nuestro Camarote para que descanses. Yo también me voy a dormir, estoy fusilado. Buenas noches, amigos.- Se despidió el periodista y los tres partieron para ese sitio para dormir un rato.

- Que descanses, Tintin.- Le desearon los demás allí presentes, en el "Camarote del Comandante".

Poco después de la cena, Haddock se dirigió hacia la "Sala del Telégrafo", donde le ordenó al responsable de que transmitiera, para Bruselas, de que seguían con su rumbo actual y que estarían llegando a su destino en pocas horas. Mientras que el muchacho de lentes trabajaba en lo dictado por su Capitán, en el "S.S Peary", el mensaje de ellos era captado y tras escribirlo, el radio-telegrafista le pasó la nota a su Comandante.

- Capitán, he interceptado este mensaje del "Sirius".- Informó el muchacho al hombre de larga gabardina verde, gorra de plato y bigotes negros como su cabello, quien lo leyó y apretó el puño de su otra mano libre.

- ¡Pide instrucciones de forma urgente! ¡Nos están sacando una gran ventaja, caramba!.- Ordenó y de ahí empezaba a mandar su mensaje.

Desde el Cuartel General enemigo, ubicado en Manhattan, uno de los expertos en espionaje y telecomunicaciones consiguió interceptar esos datos y los anotó en su libreta, todo de parte del "Peary".

- ¡El "Sirius" ahora está a pocos kilómetros de nuestro barco, Jefe!.- Informó aquel espía con tono serio.

- Hay que impedirles de que vayan más lejos: De la orden al Submarino "Albatros" para que hundan al "Sirius".- Sentenció con frialdad el hombre de corbata, lentes y bigotes negros, declarando aquella "Guerra Submarina" contra sus rivales.

No iban a permitir que les ganaran, ni siquiera por buena conducta o por mayor velocidad. Solo iba haber un ganador y nadie se lo podía discutir. 

Una nueva mañana había llegado y las lluvias de la noche anterior se transformaron en una capa de hielo resbaladiza. Medea se había despertado, sintiéndose mucho mejor y sin que el barco se estuviera moviendo, producto de las olas, ahora teniendo al Océano Glacial Ártico en calma, plano como una hoja y con ello salió al exterior de su Camarote con su marido, poniendo rumbo hacia la cubierta. 

- Awwww, vaya, qué mañana más fresca.- Indagó Elizabeth, despierta y con un abrigo para evitar no contraer alguna enfermedad por el frío.

Una vez que salió, sus botas tocaron la superficie resbaladiza, llevando a que se tuviera que aferrar a una de las tuberías del barco para no tropezar. Un nuevo paso le llevó a que sus piernas se separaran pero se mantuvo de pie.

- Uffff, no hay nada mejor que una buena siesta para recuperar las fuerzas y más con aquel medicamento que me dieron. Creo que iré a estirar las piernas. ¿Quieres que te traiga un café, Souichirou?.- Se acercó Medea a su marido, el cual se estaba colocando unas botas de Invierno.

- ¿No quieres que vaya yo?. Puedes sentirte un poco mal.- Prefirió ir él pero ella le tranquilizó dándole un beso en la mejilla.

- Tranquilo, voy y vuelvo.- Respondió ella con franqueza, subió por las escaleras y salió a la cubierta.- ¡Buenos días, amigos! ¡Ya estoy mejooooooooooooooooooooooooor!.- En el último segundo, alargó aquella oración cuando sus pies tocaron la superficie gélida y resbaló, recorriendo un buen tramo de la cubierta hasta pasar cerca de los Detectives.- ¡Hola, gemelos! ¡Hola, Profesor!.- Saludó a los tres personajes.

- ¡Señorita Medea, aférrese a algo o caerá por la borda!.- Le aconsejó Tornasol pero justo cuando ella iba a hacerlo, terminó por caer en los brazos de Elizabeth, la cual pudo agarrarla a tiempo.

- Jejejejejeje, bonita competencia de patinaje sobre hielo.- Bromeó la muchacha, mientras quedaba mareada por semejante "espectáculo".

- ¿Alguien vio la matrícula del camión que me atropelló?.- Quiso saber Elizabeth con su cabeza dando vueltas por el choque con la chica peli lila.

- ¡Chicas!.- Oyeron la voz de Tintin, quien vino acompañado por Souichirou.

- No pasó nada, solo fue un choque y nada más.- Respondió la peli negra, mientras que estaban poniéndose de pie.

Mientras que se daba ese momento cómico, desde las profundidades de las aguas heladas, un submarino comenzó a emerger, apareciendo, en primer lugar, su periscopio junto al resto, resaltando su color gris plateado y desde la torreta emergían dos hombres. El primero llevaba uniforme y gorra de plato Oficial, además de que oteaba el horizonte con unos binoculares mientras que el segundo debía de ser su Lugarteniente, de cabellos pelirrojo y boina negra.

- Hasta el momento no hay ninguna presencia del "Sirius" por estas aguas.- Informó el Lugarteniente, mientras que el otro estaba a cargo de registrar cada palmo de esas regiones gélidas.

- Ellos están por esta ruta. Es lo que nos han marcado en el radar y las comunicaciones por satélite.- Anunció el hombre de los binoculares.

- Aparte de los icebergs, solo estamos nosotros aquí.- Sostuvo el pelirrojo, llevando a que el otro se girara para encararlo.

- Cierra la boca y abre los ojos.- Pidió y tras mantener el silencio, el hombre pudo divisar algo que se hallaba a poca distancia de su posición.- ¡Mira: Es el "Sirius"! ¡Preparados para sumergirnos!.- Dio el aviso.

- ¡A sus órdenes, Comandante!.- Acató el Lugarteniente, haciendo la venia militar, mientras que cerraban la escotilla y de ahí iniciaban el descenso para atacar.

Dentro del Puente de Mando, el Comandante del "Albatros" y su tripulación se prepararon. Con el periscopio en su poder, tomó los datos de la posición del navío al que debían hundir de inmediato. 

- Objetivo a 1000 metros. Timón a babor.- Ordenó el Comandante al timonel.- Ya está: Los tenemos bajo la mira. ¡Preparen el "Tubo Número 4" para lanzar el torpedo!.- Exclamó.

- ¡"Tubo Número 4" listo, Mi Comandante!.- Avisó uno de los marineros.

- ¡Timón 2*a babor!.- Añadió el Líder y de ahí, tras cargar el tubo lanza torpedos, se inició el ataque.

Desde la Sala del Radar en el "Sirius", los Detectives habían jurado haber visto algo que se dirigía hacia ellos pero el ruido de las alarmas los sacó de su pelea.

- ¡Capitán! ¡Capitán!.- Corrió uno de los marineros, llevándole aquellos datos nuevos.

- ¿Cómo? ¿Un submarino? ¿Qué...?.- Se preguntó Haddock cuando hubo una explosión muy cerca de donde estaban. Los restos de un iceberg cayeron cerca del barco, producto del impacto del torpedo lanzado por el enemigo.

- ¿Perdón? ¿Han dicho un submarino?.- Quiso saber Hernández con asombro.

- No es broma. Parece que esos "Piratas de Agua Dulce" nos quieren hundir. Muy bien, si quieren guerra, entonces la tendrán.- Juró Haddock, quien volvía al timón y realizaba una arriesgada maniobra para mantener distraído al enemigo. 

En el "Albatros".

- ¡Asqueroso torpedo de cuarta! ¡¿Tenía que dar contra ese iceberg?!.- Bramó el Comandante con furia.- ¡No importa! ¡Lancen otro en el "Número 3"! ¡Timón 4*grados a estribor!.- Dio las nuevas coordenadas.- ¡No, esperen, a 5...9...otra vez a 5* grados a babor ahora...para estribor! ¡Mierda, nos están queriendo engañar!.- Exclamó.- ¡Desciendan a 20 metros!.- Ordenó y con ello esperaron a que el "Sirius" pasara encima de ellos, evitando ser detectados por el sonar.

Dentro del Puente de Mando:

- Parece una broma, ahora han desaparecido.- Quedó Elizabeth sorprendida.

- Oigan, ¿no creen que esto pueda tratarse de un engaño?. Pueden volver a emerger para atacarnos por la espalda.- Advirtió Souichirou.- No soy militar pero en mi país han habido casos de ataques submarinos, durante la Segunda Guerra Mundial, en donde "desaparecían" para golpear con más fuerza.

- Si es verdad lo que dices, amigo mío, entonces no vamos a correr los riesgos. Ellos no quieren que lleguemos a nuestro objetivo pero no jugaremos a perder el tiempo. Si es necesario, en cuanto aparezcan, les pasaré por encima de su antena de comunicación. El peso del "Sirius" hará de que queden "ciegos" y no puedan moverse.- Prometió Haddock, sabiendo de que aquello podía ser arriesgado pero no quedaba otra opción más que esa.

- ¡Capitán, mire!.- Alertó Tintin, viendo de que una nueva estela en el agua iba hacia ellos.

- Lo veo. Muy bien, vamos, Piratas, vamos, ¿quieres meterte con nosotros?. Entonces...¡que así sea!.- Sentenció el hombre de barba negra, pegando una volantada con el timón, llevando a que se efectuara la maniobra pero con una fuerza nunca antes vista que los lanzó contra el piso debido a la resistencia que opusieron frente al torpedo, el cual dio contra otro iceberg que flotaba por allí.- ¡Ja! ¡En su cara!.- Festejó pero aún tenían que sacarse al submarino de encima.

- ¿No contamos con cargas de profundidad?.- Preguntó Hernández.

- Esto es un barco de expedición científica, no un crucero de batalla.- Respondió Haddock, mientras que continuaba ejerciendo aquellas maniobras para evitar que fueran hundidos por el enemigo.- 

- No tendremos de eso, pero si continuamos "jugando" con ellos, el "Peary" nos habrá tomado ventaja.- Respondió Tintin y de ahí fue para la "Sala del Telégrafo".- 

Una vez allí, tomó asiento y comenzó a preparar el mensaje que iba a enviar a continuación.

- Elizabeth, Señorita Medea y Señor Kuzuki, tenemos que hacerlo: Hay jugar el todo por el todo si queremos llegar al Ártico sin problemas y para ello vamos a necesitar apoyo militar.- Sostuvo el chico y envío aquel mensaje, el cual fue escuchado y descifrado por el Submarino "Albatros".

En la Sala de Mando del sumergible.

- Están pidiendo ayuda militar, Comandante.- Informó el telegrafista.

- Maldición, pero no nos queda otra. Dentro de poco llegarán los barcos de guerra y esto se convertirá en un campo de batalla sin salida para nosotros. Debemos retirarnos.- Ordenó el hombre a cargo del "Albatros", iniciando la retirada de aquellas gélidas aguas con rumbo para Manhattan. 

En la bodega del "Sirius", un hombre de gabardina y sombrero marrón, además de que tenía cabello y bigotes negros, había visto que esa era su "Señal" para "entrar en escena" cuando el Submarino "Albatros" fracasó en su misión. Habiendo atado a un maquinista, comenzó a colocar una bomba de relojería para hundir al barco.

- Je, qué tontos que fueron esos del "Albatros" pero cuando hayan visto los "Fuegos Artificiales", el mineral del meteorito será nuestro.- Apuntó el hombre.- Unas gotas de Nitroglicerina más y esto se convertirá en una celebración del Año Nuevo, jajajajaja.- Río y de ahí terminó por prepararlo.

Después del susto, Elizabeth y Tintin fueron a caminar por la cubierta con Milú pero, por algún motivo, el perrito sintió que algo no iba bien en las bodegas, por lo que fue entrando hacia allí, encontrándose con el maquinista amordazado y atado junto al terrorista, cosa que llevó a que le ladrara.

- ¿Milú?.- Preguntó Elizabeth y le siguió el paso.

- ¿Eh? ¿Quién anda ahí?.- Quiso saber el villano, encontrándose con el perro, quien le mostraba los dientes.- ¡Ni se te ocurra, saco de pulgas! ¡Vamos, hazlo y te partiré el cráneo como a una nuez!.- Le amenazó con la llave inglesa que llevaba en sus manos. Al momento de alzarla y golpearlo, una mano le detuvo justo a tiempo.

- ¡Intente lastimar a ese animalito y yo le tiro todos los dientes!.- Le amenazó Elizabeth, intercediendo.

- ¡¿Y a ti quién te llamó, mocosa?!.- Bramó el atacante, trazando un golpe en el aire con la llave inglesa pero la chica le propinó un golpe en el estómago.- ¡Agh, ya verás!.- Gritó éste pero terminó por recibir un golpe en la mandíbula que lo dejó inconsciente, fuera de combate y con un ojo morado.

- Mal educado y poco Caballero. Eso es lo que merecen personas como usted, que piensan que hay que lastimar a las mujeres y a los animales.- Dijo Tintin, siendo el responsable de haberlo noqueado y de ahí fueron hacia donde estaba el rehén.- Maquinista, ¿estás bien? ¿Qué hacía este tipo aquí?.- Preguntó el chico, quitándole la mordaza y desatándolo.

- Date prisa, Tintin, ese tipo ha puesto una bomba. Va a estallar en cualquier momento.- Le informó el hombre pelirrojo y camisa blanca.

- ¿Otra más?.- Quedó Elizabeth impresionada y miró el reloj.- No hay tiempo, tenemos que sacarla de aquí cuanto antes.- 

- Yo me haré cargo de la bomba, Elizabeth. Tú vete con Milú y el maquinista para buscar al Capitán.- Pidió el chico, cosa que su novia no quería dejarlo. Iba a decirle pero el tiempo estaba en su contra, por lo que se fueron de allí, llevándose al terrorista inconsciente hacia el exterior.

Para sorpresa de ellos, Haddock pasaba por allí junto al Profesor Tornasol. Milú fue el primero en salir de allí y señalarles el camino, por lo cual lo siguieron y se encontraron con Elizabeth, el maquinista y el terrorista, quien estaba despertando de su estado de inconsciencia.

- ¿Qué hace este tipo aquí? ¿Cómo es que...? ¡No, no puedo creerlo!.- Analizó el peli negro de barba la situación.

- Jejejejeje.- Comenzó a reírse el terrorista.- Es una lástima, Capitán, que ese muchacho haya desperdiciado su juventud para salvarlos a todos ustedes.- Se burló y de ahí lanzó una carcajada, siendo callado por Elizabeth, la cual lo noqueó de un golpe en la cabeza.

- Cierra tu boca, hijo de puta, que mi novio sabe lo que hace.- Defendió la peli negra a aquel chico hasta que, de golpe, se oyó una explosión y de ahí salió humo desde la bodega.- ¡Tintin!.

- ¡Dios, espero que no le haya pasado nada malo!.- Rogó Tornasol y de ahí lo vieron salir desde ese lugar, mareado por el estallido pero bien, por lo que Elizabeth le abrazó con fuerza y de ahí notaron que el daño había sido reducido pero, por desgracia, se había producido una hendidura en el casco, provocando que se fuera inundando la parte baja.

- Esto no me gusta en lo absoluto, Capitán.- Habló Tornasol.- La bomba ha causado este daño. No creo que lleguemos a tiempo para el Ártico y a tan pocos kilómetros.

- No, no diga eso, Profesor: Aún tenemos tiempo y estamos a poco de arribar al Puerto, así que no está perdida esta batalla.- Prometió Haddock, colocando su mano en los hombros de su amigo y fue corriendo para donde estaba el teléfono del Puente.- Habla el Capitán Archibaldo Haddock. Sí, les transmito mis órdenes: Cierren compartimentos estancos, pongan las bombas a trabajar y avance a toda máquina.- Impartió aquellas directivas, mientras que se cumplían al pie de la letra y con ello Tintin se recuperaba tras la explosión de la bomba, estando recostado contra una pared.

- Vuelve en sí.- Informó Tornasol.

- Agh, mi cabeza aún me da vueltas pero...- Dijo el chico.

- Tranquilo, no te muevas mucho, Tintin: Nos salvaste de esa bomba y estamos por llegar a Puerto.- Le comunicó su amigo científico.

- ¿Y Elizabeth? ¿Qué pasó con Milú?.- Preguntó el joven y de ahí apareció su perrito, saltando a sus manos y su novia, quien le dio un beso en los labios; dejándolo ruborizado.

- Descuida, hiciste un gran trabajo y encima logramos apresar al terrorista. Los Detectives ya lo han subido a una lancha de la Policía para que lo extraditen a su país, además de que el maquinista está a salvo pero vamos a tener que detenernos en el Puerto hasta que se reparen los daños causados por el atentado.- Informó la chica, ayudándole a levantarse y de ahí iban hacia donde estaban Haddock y los otros, además de oírse cómo se iba deteniendo el navío.

Al llegar al Puerto, arrojaron el ancla mientras que se iniciaban las reparaciones y las bombas expulsaban el agua que estaba inundando aquella zona afectada por la explosión. Sin embargo, los temores de que el "S.S Peary" les hubiera ganado en la carrera por el metal preocupaba al Profesor Tornasol y a los científicos que le acompañaban. 

- Oigan.- Oyeron la voz de Kuzuki.- ¿Qué les parece emplear el Hidroavión para llegar hacia el meteorito?.- Preguntó, señalando a aquel aparato aéreo.

- ¡Es una muy buena idea!.- Le respaldó Tornasol.- ¿Qué haríamos sin usted?. Muy bien, amigos, Tintin, Elizabeth, Milú y yo iremos con el piloto para hacer un vuelo de reconocimiento para ver si nuestros enemigos no han llegado. Además de que portaremos la bandera para plantarla en el meteorito, así que manos a la obra.

Pocos minutos después, el avión estaba listo y comenzó su despegue hacia el Norte, siguiendo una columna de humo levantada desde la superficie del Océano Glacial Ártico, producto del meteorito caído, sin embargo, a unos pocos kilómetros de distancia se hallaba el "S.S Peary", el cual iniciando los preparativos para lanzar una lancha al agua y así izar la bandera de la empresa que los contrató para llevar a cabo la expedición.

- Atención, aquí Tintin: Vemos al "S.S Peary" anclado a unos cinco kilómetros del meteorito. Repito: El "Peary" está a pocos kilómetros de nuestra meta.- Informó el periodista por la radio hacia la "Sala de Comunicaciones", en donde estaban reunidos el Capitán Haddock con los Detectives y los colegas científicos del Profesor Tornasol junto a Caster y Kuzuki. La mujer temía de que todo hubiera sido en vano cuando oyeron la comunicación.

- Tranquila, ellos sabrán lo que hacen.- Le tranquilizó su marido, poniendo una mano sobre sus hombros y luego la abrazaba. Veían al Capitán Haddock caminar de un lado para el otro de la "Sala de Comunicaciones", muy nervioso y sudando frío.- Capitán, por favor, tome asiento, se va a enfermar.- Le aconsejó el hombre de cabello negro.

- Ojala pudiera hacer eso, amigo mío, pero me temo que los nervios que tengo superan en número a mi estabilidad emocional.- Sostuvo el hombre, viendo de que no habían novedades del hidroavión en el que iban Tintin, Milú, Elizabeth y el Profesor Tornasol.

En la cubierta del "S.S Peary", el Comandante del barco y su Lugarteniente observaban el avión que daba vueltas, por lo que se dirigió hacia la embarcación que estaba siendo preparada por los marineros de abordo.

- ¡Rápido, Señores, rápido, que nos están pisando los talones!.- Ordenó el hombre, animándolos a seguir con la labor. En pocos minutos, el bote ya estaba listo y con los remos en posición para que los exploradores y su Líder fueran para colocar la bandera en la posición asignada. 

- Voy a realizar un acercamiento sobre ese pequeño "Valle".- Dijo el piloto del hidroavión, quien fue acercándose hacia su destino, mientras que Tintin tomaba a Milú y se colocaban el paracaídas junto a Elizabeth y el Profesor.- ¡Mucha suerte, amigos! ¡Cuentan con suministros hasta que llegue el "Sirius". Si me necesitan, cuentan con la radio que les entregamos a cada uno!.- Les deseó el hombre y tras asentir, viendo de que estaban listos, saltaron justo cuando el bote del "Peary" empezaba a remar para la "isla".- ¡Hidroavión al "S.S Sirius": Tintin y Compañía han saltado hacia el meteorito! ¡El "S.S Peary" ya ha lanzado un bote al agua para ganarnos terreno!.- Informó el piloto desde su radio y ésta llegó a la "Sala de Comunicaciones".

- El "Peary" lanzó un bote al agua mientras que Tintin y los otros saltaron en paracaídas.- Comunicó Haddock las últimas novedades, llevando a que dos de los dos científicos se desmayaran, teniendo que ser asistidos por sus colegas, debido a la presión que estaban pasando en ese momento.

Desde la cubierta del "Peary", el Comandante seguía a los paracaidistas con sus binoculares en su aproximación hacia la "isla" pero su Lugarteniente no iba a permitir algo así, por lo que fue hasta su camarote y volvió con un rifle de francotirador "Winchester" con mira telescópica. Apuntó y los tuvo en la mira a aquellos paracaidistas, sobre todo a Tintin y Elizabeth pero no pudo cumplir con su cometido, el Comandante del "Peary", reaccionando rápidamente, detuvo el ataque.

- ¡¿Qué estás haciendo, Douglas?! ¡¿Te has vuelto loco?!.- Bramó el hombre de bigotes y cabello negro, evitando que su Lugarteniente cometiera un error gravísimo contra la otra expedición.

Cerca del acantilado, el primero en aterrizar fue Tintin con Milú, quien se deshizo del paracaídas y ayudó a Elizabeth con el suyo. Pronto se sumó Tornasol, quien tomó sus binoculares y se comunicaba por radio con el "Sirius".

- ¡De prisa, los tenemos a 20 metros! ¡No, 10 metros!.- Alertó el Profesor, quien observaba el bote a remos mientras que en su proa, el Líder de la expedición portaba la bandera.

- ¡Con brío, Señores, con brío! ¡Vamos que se puede!.- Les animaba el hombre, mientras que sostenía aquel símbolo entre sus manos y viendo que solo estaban a escasos centímetros de la línea costera. 

- ¡Tintin, es ahora o nunca!.- Pedía Elizabeth y sacó un cuchillo que Haddock les dio, una "Navaja del Ejército Suizo", con el cual lograron cortar las amarras de la bandera enrollada y con ello era movida por los vientos gélidos, y de ahí, ante la vista del piloto del Hidroavión, el chico y su novia lograron lo imposible, justo cuando el bote del "Peary" llegaba y chocaba contra la costa, llevando a que su Líder saltara con la bandera en mano, chocándose contra el piso.

- ¡Atención, atención: Piloto del Hidroavión al "Sirius"...¡Victoria, lo conseguimos, Tintin y la Señorita Elizabeth han izado nuestra bandera en el peñasco del meteorito!.- Anunció el hombre con emoción y lágrimas en sus ojos.

- ¡Lo lograron, lo lograron, amigos! ¡El meteorito es nuestro!.- Les comunicó Haddock, mientras que estallaban los gritos de alegría en la "Sala de Comunicaciones".- ¡Oh, par de "Gemelos Maravilla", a mis brazos! ¡Amigo Kuzuki, Señorita Medea, a mis brazos también!.- Decía el hombre de barba y cabello negro, mientras que los abrazaba a todos ellos, en medio de los festejos que estaban llevándose a cabo.- Muy bien. Ahora hay que ir a por ellos. Que se prepare un bote para lanzarlo al agua, iré hacia allí.

- Nosotros vamos también, quisiera verlo.- Pidió Medea.

- Adelante, no hay problema.- Les concedió Haddock y con ello los marineros comenzaron a trabajar en aquella tarea asignada por su Comandante. 

En unos pocos minutos, el bote ya estaba listo, uno para tres personas, siendo abordado y descendido hacia el Mar para ir en busca de los que estaban en la "isla". 

Volviendo a la misma, el piloto del Hidroavión regresó para el "Sirius" para informar de la victoria y así poder trasladarlos hacia la embarcación con algunas evidencias del nuevo metal. A su vez, en la "Isla", el grupo había conseguido plantar su bandera y con ello aprovecharon para comer algo, recuperar sus fuerzas, sin embargo, al momento de terminar con la manzana que Tintin repartió en varios trozos para sus amigos, las semillas que cayeron, al igual que una araña que emergió por allí, fueron cubriendo el Sol hasta proyectar una sombra que cubrió la Luz y de ahí se fue dirigiendo hacia ellos.

Elizabeth agarró una piedra y se la tiró sobre la cabeza. A su vez, Haddock con Medea y Kuzuki iban a toda prisa en su bote y mientras que la lucha contra aquella criatura estaba subiendo de nivel, un fuerte terremoto comenzó a azotar a la isla, llevando a que Tornasol apuntara hacia la costa, donde el agua empezaba a subir.

- A este paso nos vamos a ahogar. Tenemos que salir de aquí, ya mismo.- Ordenó Tintin y cuando todo parecía perdido, sucedió un doble Milagro: Un enorme árbol de manzanas creció y arrojó una de éstas sobre la araña, acabando con la amenaza, mientras que un bombardeo dichas frutas se iniciaba, provocando la huida de ellos y de ahí eran encontrados por Haddock y los otros.

- ¡Capitán!.- Se alegró Elizabeth de verlo.- ¡Señor Kuzuki, Señorita Medea!.- Saludó la chica con emoción.

- Me alegra de que estén bien. Nos estábamos dirigiendo hacia ustedes cuando noté que el otro bote del "Peary" estaba retirándose a toda prisa. Ahora entiendo la causa: La isla se hunde.- Sostuvo el hombre con preocupación.

- Me duele tener que dejar este lugar. Además de que este misterioso mineral no es de nuestro Planeta, es de origen desconocido. Con razón querían ganarlo a toda costa. ¿Quién sabe lo que podrían haber hecho con él en su uso?. No me lo quiero ni imaginar.- Apuntó Tornasol y de ahí otro terremoto sacudió el lugar.

- Esperen.- Intervino Tintin, quien tomó la bandera y con ello enrolló uno de los fragmentos del meteorito.- Lo necesitaremos como prueba...

Los fuertes terremotos comenzaron a azotar con mayor fuerza la superficie y el agua iba subiendo cada vez más. Elizabeth fue tras él pero fue lanzada hacia el bote con los otros, quedando solo aquel chico en la "isla".

- ¡Tintin, por el Amor a Dios, deja eso y ven aquí, te hundirás con la "Isla"!.- Rogó Tornasol y con ello el chico arrojó la bandera con la evidencia hacia el bote, justo cuando todo el lugar era engullido por las aguas gélidas del Ártico.

- ¡NO! ¡NO! ¡NO PODEMOS DEJARLO! ¡HAY QUE HACER ALGO!.- Rogó Elizabeth por su novio y en medio de la desesperación, ella como Milú se zambulleron para rescatarlo.

- ¡Se van a enfermar de Pulmonía en estas aguas tan heladas!.- Exclamó Haddock y con la ayuda de Tornasol y la pareja remaron para ganarle a la corriente con el fin de estar cerca de sus amigos.

Bajo las aguas, la joven nadaba a toda prisa y de ahí consiguió agarrar al pelirrojo con la ayuda de Milú, logrando salir a flote y volver al bote.

- ¡Allí están, rápido, hay que sacarlos!.- Pidió Medea y lograron subirlos a bordo.

- Tintin, amigo mío, por favor, no te nos vayas.- Rogaba Tornasol, quien le estaba aplicando RCP.

Elizabeth, entre mojada y cansada, sentía que su Mundo se estaba viniendo abajo. El chico no parecía responder a la técnica del Profesor y más cuando se sumó Haddock. Kuzuki le tomaba el pulso pero era bajo. Medea empleó su abrigo, para que pudiera conseguir un poco de fuerzas y así no caer ante la Hipotermia pero nada, no había resultado. ¿Acaso esa expedición iba a terminar con un muerto? ¿Sería él quien pagara el éxito de la misión?. 

- No, no puede ser así...No...¡No!.- Rogó la chica y lo tomó con fuerza, abrazándolo.- Por favor, Tintin, te lo suplico. No puedes dejarme...Me lo prometiste...Me prometiste que ni la Muerte podía ir contra ti...No falles a tu palabra...Te lo ruego.- Pedía y con los ojos que no paraban de derramar lágrimas.

Una por una caían sobre su rostro y fue entonces que, para sorpresa de todos ellos, el chico comenzó a recobrar la memoria. Lo primero que la chica sintió fue que alguien la abrazaba con fuerza y la besaba en los labios, ante su mayor sorpresa, siendo aquel joven pelirrojo el "responsable" de hacerlo.

- ¡Por Poseidon, estás vivo, amigo!.- Festejó Haddock.

- ¡Hurra, lo sabía de que tú no ibas a caer así!.- Se alegró Tornasol. Milú saltó a los brazos de su dueño y le lamió el rostro. Elizabeth se sintió feliz de que él estuviera bien, al igual que Medea y Kuzuki, quienes fueron hasta él. El hombre le dio su abrigo para sumar más renovación a su cuerpo congelado y de ahí se inició el viaje de regreso hacia el "Sirius".

Desde el "S.S Peary", la tripulación recibía con un sabor de derrota en su boca la vuelta de aquel bote que enviaron al agua. 

- "S.S Peary" llamado al "Cuartel General". Repito: "S.S Peary" llamando al "Cuartel General", ¿me reciben?.- Estableció uno de los operadores de radio con su gente en Manhattan.

- "Afirmativo: ¿Cuál es su situación, "S.S Peary"? ¿Lograron hacerse con el Mineral?".- Preguntó el hombre de bigote y corbata de moño.

- Negativo. Repito: No hemos podido hacernos con el Mineral Desconocido. El "S.S Sirius" se nos adelantó en los últimos minutos y consiguieron llegar antes de que la "Isla" se hundiera. Vamos de regreso para Manhattan.- Informó el joven, llevando a que se oyeran gritos de furia por parte de su Jefe ante la humillante derrota sufrida.- 

- A toda máquina para Manhattan. Turnos dobles en la Sala de Máquinas hasta que lleguemos a nuestro destino. Una vez allí, todos para sus casas, permanezcan allí con sus familias hasta que se aclare todo.- Ordenó el Comandante del barco con tono frío.- Que nadie hable con desconocidos ni tampoco vayan a los bares ni al Puerto. Más les vale al desgraciado que nos contrató que nos vaya a prometer la paga o de lo contrario sabrá de lo que somos capaz.- Advirtió éste, mientras que partían para su meta.

Por su parte, en el "Sirius", la vuelta de Tintin y su grupo fue motivo de celebración. Con una importante pieza del Meteorito en su poder, las investigaciones que el Profesor Tornasol llevaría a cabo y con ello los resultados para su empleo en el Futuro iban a ser los grandes frutos para recoger más adelante y mientras que el barco iniciaba la marcha para regresar a Bruselas, Capital de Bélgica, en la cubierta, Tintin abrazó a Elizabeth, bajo el Crepúsculo que estaba llegando y ante la mirada atenta del Capitán Haddock, el Profesor Tornasol, los Detectives Hernández y Fernández, Milú, Kuzuki, Medea y la tripulación, él la besó en los labios de forma apasionada.

- Arriesgaste tu vida muchas veces por los demás. Ahora era mi turno de hacerlo por ti. Jamás te dejaría que algo malo te pasara.- Juró la chica peli negra, mientras que se miraban a los ojos.- Dime, ¿cómo lo hice? ¿Bien?.

- ¿Bien?. Yo diría que fue excelente lo que hiciste, Amor. Eres valiente y lo reconozco en ti, lo mismo en fuerza y coraje.- Señaló el periodista.- Y eso es algo que me hace sentir muy orgulloso de ti.- Sostuvo con firmeza, mientras que volvían a besarse y comenzaban a escucharse los aplausos de todos los presentes.

- ¡Que vivan los novios!.- Exclamó Medea, abrazada a Kuzuki.

- ¡Tres hurras para nuestros amigos!.- Pidió el Capitán Haddock y de ahí llegaron las felicitaciones, bajo un Cielo del Ártico que se estaba oscureciendo y llegaban las Estrellas con la Luna, mientras que aquel navío iba iniciando la vuelta a casa.

Una aventura terminaba, sí, pero muchas más estaban a la vuelta de la esquina.

Fin.

[Y aquí lo tenemos: Uno de los primeros fics que termina en el inicio de este 1*de Enero del 2023. Pero descuiden, más adelante, dentro de este citado mes, veremos las otras aventuras que seguirán: "Objetivo y Aterrizaje en el Luna", "El Secreto del Unicornio", "El Tesoro de Rackham El Rojo" y "El Asunto Tornasol", todas ellas unidos al cómic y las series de "Belvisión" y "Nelvana" de los Años 50, 60 y 90. Si quieren, avísenme y hago también la de "El Lago de los Tiburones", película que salió en 1972.

Bueno, amigos. Espero que les guste este cierre de historia. Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, en especial para Same_kichi123 y MrLegendXd.

Cuídense, que tengan un buen inicio de semana y...

¡Feliz Año Nuevo 2023, Camaradas!.].

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